noviembre 10, 2025

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#4 Tiempos

Un informe de símbolos | Crónica de Jorge Saldaña

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“Le pido le diga al presidente Andrés Manuel López Obrador que es de verdad amigo… de verdad amigo”, es la solicitud que con énfasis hizo anoche Ricardo Gallardo Cardona en los remates de su discurso, motivo de su primer informe de gobierno, a Luisa María Alcalde Luján, secretaria del Trabajo del gobierno federal que vino anoche a San Luis Potosí en representación del presidente de la República.

Es Ricardo Gallardo culminando su primer informe, está rodeado de 20 jóvenes y adolescentes que simbolizan en sus atuendos a la sociedad en general: la doctora, un chef, la ingeniero, un agricultor, una alumna, un profesionista, etc.

Detrás de ellos están tres pantallas gigantes que fueron el escenario y medio de transmisión de un informe de gobierno, en el que se privilegiaron los símbolos.

Para llegar a ese escenario, a Gallardo le tomó poco menos de 15 minutos, o la ejecución de “Yo soy de San Luis Potosí” en cuatro ocasiones seguidas, recorrer de extremo a extremo por un pasillo central la conglomeración de casi 5 mil invitados que acudieron a acompañarle a su ejercicio informativo.

Ese recorrido, lleno de saludos, de fotografías, de porras, de acompañamiento, lo mismo con vecinas de Soledad, chavos banda, juntas de colonias, fue convirtiéndose en el saludo político a cámaras empresariales, a funcionarios, a grupos magisteriales bien organizados con gorras de un lado y banderines del otro, círculo rojo, invitados especiales y finalmente la plana mayor de los tres poderes, de los partidos que lo llevaron al poder, de los senadores, diputados federales, representantes de la federación, ex gobernadores y, en primera fila, su familia.

Los 15 minutos de recorrido a la “RockStar” de Gallardo se convirtieron en una metáfora: en los 41 años que le llevó llegar a la primera magistratura del estado, a los años en que fue presidente municipal, a su encarcelamiento y libertad en 11 meses, a su paso por la legislatura federal, a su paso de la bancada del PRD a la del Partido Verde, al emprendimiento de una campaña al gobierno del estado y finalmente los 365 días en los que ha estado al frente político de la entidad.

En voz en off, la presentación de los invitados fue completa, los tres poderes, los senadores de todos los partidos al igual que los diputados, se presentó a su familia, a las autoridades, a los invitados especiales y hasta los amigos del mundo artístico que acudieron al informe: Alfredito Olivas, la potosina Esmeralda Ugalde (encargada de entonar el himno nacional) y la amiga del mandatario desde su presidencia municipal en Soledad, Itatí Cantoral.

De la clase política destacaron el cónsul y representante de Ken Salazar en México; el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña; el diputado y ex funcionario de Claudia Sheimbaum, Gerardo Ulloa Pérez; un representante del senador Ricardo Monreal; el arzobispo Jorge Alberto Cavazos; el ex gobernador de Chiapas y senador Manuel Velazco Coello; la dirigente nacional de su partido, Karen Castrejón y la senadora por SLP, Graciela “Chela” Gaitán, entre muchos otros.

Eran las 8 de la noche con 30 minutos y comenzó el video. Tres pantallas monumentales (distribuyendo en momentos 7 señales distintas de video) dejaron ver, en conjunto, una serie de imágenes de un tamaño pocas veces registrado en un escenario político.

Se comenzó con el recuerdo de la “Herencia Maldita” de Juan Manuel Carreras, Fernando Toranzo y de Xavier Nava Palacios en blanco y negro que ocuparon los espacios en una breve introducción que contrastó con el color y la musicalización de la introducción del “cambio”, a tonos coloridos y un ritmo narrativo veloz.

El informe se dividió en la presentación de cuatro videos cortos en los que locutor masculino y femenino alternaban para dar un breve resumen de las obras emprendidas en cada una de las regiones del estado. Todos aquellas frases y números repartidos desde hace 10 días en los spots y anuncios gubernamentales.

Se destacaron las inversiones en salud y seguridad, la infraestructura, el Circuito Potosí, las nuevas carreteras, el equipamiento al Hospital Central, la unidad de mezclas para pacientes oncológicos, la nueva feria, la rehabilitación del Parque Tangamanga, la entrega de tarjetas para madres solteras, el pase para transporte público gratuito a estudiantes, la entrega de apoyos en útiles escolares, zapatos y accesorios, la inversión de más de mil 300 millones de pesos, la instalación de 8 empresas y la ampliación de 8 más, etc.

Como novedad se contó con elementos escenográficos a través igual número de presentaciones o “performance” que a través de la música y la danza daban introducción simbólica a cada una de las regiones.

Para la Zona Altiplano, se contempló el valor histórico de las mujeres en el desarrollo del estado, que se enfrentaron a sus miedos y a los del pasado a través de un dramático encuentro acompañado de guitarras, fuego y contrastes.

Para la Zona Media se retomaron elementos como rebozos, canastas, artesanías de ixtle y el vestuario sugería los colores del quexquemetl, utilizando además sonajas y pasos de herencia prehispánica.

La coreografía de la Zona Huasteca consistió en retomar los recursos naturales, la danza que hacía alegoría al agua, a la tierra y a la fauna.

Finalmente, para la Zona Centro se montó una musicalización mucho más dramática y tecnológica de violines con una coreografía más industrial y mecánica.

Todo ello fue acompañado de imágenes de cada región, que se proyectaron en las pantallas que complementaban tanto al performance, mismas en las que se desarrolló la información cuantitativa, cualitativa y daban sentido conductor a los momentos del informe.

Los performance fueron resueltos y ejecutados por el Ballet Potosino Le Ballet Odeon.

Ya en el escenario, acompañado de la representación de la sociedad en la veintena de jóvenes a su alrededor, Ricardo Gallardo Cardona destacó tres temas en su intervención: la paz política en el estado, la inversión histórica en obras de infraestructura y la comparativa anecdótica de llevar obra y acciones tanto a quien “no tiene, los que tienen y los que quieren más”, el programa de medicamentos para cáncer gratuitos con el que solo cuenta San Luis Potosí en toda la República Mexicana, los programas para todas las clases sociales como las placas y licencias gratuitas y el énfasis en haber revertido los sexenios de atraso en su primer año de gobierno.

En los anuncios que destacaron durante la intervención del mandatario fueron el de la “municipalización” de 3 mil millones de pesos del presupuesto que, según adelantó, serán distribuidos directamente a los ayuntamientos para destinarlos a servicios, así como el anuncio de la próxima “digitalización” del estado a través de la instalación de una red de fibra óptica.

Gallardo termina su discurso en su expresión enfática al presidente al “amigo, verdadero amigo”, mientras que la fila cercana al escenario que formaron los integrantes recién electos de Morena, comandos por Rita Ozalia Rodríguez y el delegado Gabino Morales escuchaban atentos; no muy lejos el presidente del PRI en el estado, Elías Pecina Rodríguez.

El evento terminó en abrazos, a la familia, a los amigos “verdes”, al rector de la universidad, a los tres poderes representados en la magistrada Olga Regina García, Aranzazú Puente y en el abrazo con el jefe del ejecutivo.

Hubo tiempo para las fotos, para los amigos, para los invitados pero no más que el suficiente. El mandatario salió por la puerta principal del Centro de Convenciones pidiendo un poco de agua al retirarse.

Casi una hora más tarde regresó ya acompañado de su familia, hizo algunas entrevistas para medios locales y subió a atender a sus invitados especiales que ya lo esperaban en una cena íntima en la que se sirvieron enchiladas potosinas.

Hoy el mandatario inicia su segundo año, y lo hará con una gira a la Huasteca en la que aprovechará para acudir como invitado a los informes de los municipios de aquella zona.

Gallardo inicia un nuevo y simbólico sendero rumbo a su segundo año de mandato, con un amigo en Palacio Nacional, aliados en primera fila, lo mismo que sus otrora enemigos y allá atrás el pueblo, junto a las letras “Ya se nota”. El de Gallardo fue un informe lleno de símbolos.

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#4 Tiempos

Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?

¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!

Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?

Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.

Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».

¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…

El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.

Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:

-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.

Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.

El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)

estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.

Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!

Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.

«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!

Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».

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#4 Tiempos

¿Y si un día dicen que ya no hay abortos… porque los escondieron todos? | Columna de Ana G Silva

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CORREDOR HUMANITARIO

 

Imaginemos que dentro de unos años, alguien desde el poder diga: “En San Luis Potosí ya ni se practican abortos, ¿para qué mantenerlo legal?” Esa frase, tan simplona como peligrosa, podría ser suficiente para justificar que se dé marcha atrás a un derecho conquistado a pulso. Y lo más grave es que, si revisamos los datos oficiales, el argumento ya estaría servido.

Porque según los Servicios de Salud del Estado, desde que se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación, 132 mujeres han interrumpido su embarazo en San Luis Potosí. Pero —y aquí está la trampa— ninguna lo hizo por decisión propia. De acuerdo con las cifras, las 132 interrupciones fueron por motivos médicos. Cero voluntarias. Cero por libre elección.

Entonces, ¿qué nos están diciendo? ¿Que en todo un estado, con más de dos millones de mujeres, ni una sola decidió interrumpir su embarazo de forma voluntaria? ¿O que los hospitales y las instituciones están borrando esos datos, diluyéndolos entre diagnósticos clínicos para esconder una realidad incómoda?

Hace un año, San Luis Potosí celebraba lo que parecía un triunfo de la razón sobre el prejuicio: la despenalización del aborto. Hoy, ese avance empieza a parecerse a una mentira institucional. Porque si las cifras se maquillan, si la objeción de conciencia se convierte en excusa y si las mujeres siguen siendo rechazadas en hospitales, entonces el derecho a decidir se está convirtiendo en una simulación.

De los 107 puestos médicos en hospitales habilitados para practicar la ILE, uno de cada tres profesionales es objetor de conciencia. En Ciudad Valles, por ejemplo, 10 de 17 médicos y enfermeros se niegan a realizar el procedimiento. ¿Y qué pasa con las mujeres que viven en la Huasteca o en el Altiplano, donde no hay alternativas cercanas? ¿Qué pasa si una mujer llega al hospital de Valles, con doce semanas cumplidas, y le dicen que nadie puede atenderla porque todos son objetores

? Lo que pasa es que su derecho desaparece.

La colectiva ILE San Luis Potosí ha documentado estos casos, las negativas, la opacidad y la simulación. Han sido ellas —y muchas otras colectivas— quienes han tenido que acompañar a mujeres que, en teoría, ya no deberían estar suplicando por un derecho reconocido por la ley.

Y entonces hay que decirlo con claridad: un derecho que no se garantiza, es un derecho abolido en silencio. La resistencia institucional existe, y es tan sutil como efectiva: se disfraza de papeleo, de moral médica, de estadísticas convenientes. Pero su consecuencia es brutal: mujeres obligadas a continuar embarazos que no desean, porque el Estado decide mirar hacia otro lado.

San Luis Potosí tiene una ley que reconoce el derecho a decidir, pero no una estructura que lo haga realidad. Y si las autoridades siguen escondiendo las decisiones de las mujeres tras diagnósticos médicos, no solo están borrando datos: están borrando voces.

A un año de la despenalización, el aborto en San Luis Potosí sigue siendo un privilegio y no una garantía. Y si no se exige transparencia y acceso real, pronto podrían decirnos —con una sonrisa burocrática— que aquí ya nadie aborta. Y entonces, el silencio sería la excusa perfecta para volver atrás.

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#4 Tiempos

No serán de mi equipo | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Me agradan las personas que inspiran a escribir, aquellas que en medio de una charla sueltan una frase, un recuerdo o una anécdota que actúa como imán hacia otra memoria, y a partir de ahí dejan abierto el camino para un texto. Personas cuya sola presencia, cierta manera de ser o de estar, levanta un entusiasmo, aviva el carbón del espíritu. Es reconfortante rodearse de ellas y dejar que los encuentros transcurran como quien acumula horas de vuelo hacia destinos dorados.

Desdeño, en cambio, a los seres que traen tizne, que parecen no encajar con la belleza ni con las bondades del mundo. Truchas de ánimo encañado, bermejo, siempre al borde del desagrado. No diré que los abomino —sería exagerado—, ni que los quisiera lejos del continente, pero es evidente que nunca serán de mi equipo. Apenas figuran como personajes circunstanciales en el libreto de mi vida: los que callan cuando el resto entona Las mañanitas en una fiesta con vela encendida, los que permanecen inmóviles cuando uno les desea salud tras un estornudo, los que se mueven al ritmo de la conveniencia. No me cuadran, sencillamente.

Está bien tenerlos ahí, como recordatorio de lo que no hay que ser, e incluso como consuelo en las horas más bajas: uno puede mirarlos y pensar que, al menos, no se ha caído a tales niveles. Hablo de ciertos compinches del declive de la civilización: los locutores de voz impostada, los que confunden el énfasis con la elocuencia y la cursilería con la virtud. Titiriteros de esferas huecas, flautistas que conducen hacia la nada. Peor aún es toparlos fuera del micrófono, cuando usan las mismas inflexiones engolosinadas para pedir un kilo de arroz o contar que les duele una muela. Habría que estudiar la salud mental de quienes se dejan seducir por semejantes fachas.

Tampoco me fío de los que cruzan la calle con demasiada frivolidad, convencidos de que todo el tránsito debe detenerse por ellos. Se habla mucho —y con razón— de los malos automovilistas, sobre todo de esos que, viendo a un peatón cohibido, aceleran en vez de ceder el paso. Pero habría que alzar la voz también contra los malos caminantes, esos que avanzan sin cortesía, inconscientes de que estorban, y que parecen no percatarse de la lentitud que imponen a los demás.

La vida en sociedad implica coexistir con lo ingrato. Nosotros mismos, sin darnos cuenta, ocupamos esa posición para otros que cargan distintos marcos ideológicos o estéticos. Y, aun así, todo tiene límites. Los padres que dejan corretear a sus hijos en un restaurante sin reparar en el estruendo, o los que abren un producto en el supermercado antes de pagarlo y entregan a la cajera unas papas fritas a medio comer o un yogur ya vacío con el que se manchan los dedos… son gente que no entiende la cortesía y, por tanto, tampoco serán de mi equipo.

La desesperación es un punto de encuentro entre todos ellos, canalizada siempre del peor modo: sin preocuparse por los demás. Una de sus formas más puras es la de quienes tocan el timbre de una casa con violencia, como si el mundo les debiera atención inmediata. La mala educación se revela en esos detalles, igual que en la exhibición impudicia de los hombres que deambulan en camiseta sin mangas, como si sus bíceps y sobacos no fueran un espectáculo por los que uno quisiera echarlos directo a un trapiche. La proliferación de sujetos que salen en pijama a las calles es otro síntoma de esta deriva: una época que ha renunciado a la decencia, y a la que no pido mucho, salvo que se acerque unos centímetros al pudor.

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