#4 Tiempos
Lo mejor de 2021: Madres paralelas | Columna de Mario Candia
APUNTES DE UN CINEÓFITO.
Culto Público, en La Orquesta nos sentimos muy felices y honrados de anunciarle que cada viernes desde hoy, Mario Candia, uno de los expertos en cine más importantes de San Luis Potosí, publicará una columna dedicada a honrar no solo este arte, sino la relación sagrada que tiene con él. Antes de dejarlo con su primer texto le hacemos una advertencia: no se deje engañar por el modesto nombre que Mario ha elegido para su colaboración, porque le aseguramos que de neófito tiene nada y si usted así lo aborda, estará en peligro de caer en la trampa de su sofisticado gusto.
Me resulta increíble como algunas celebridades logran crear su propio personaje sin convertirse en el alter ego de quien las dirige. Penélope Cruz ha logrado interiorizar un personaje a lo largo de su filmografía, y lo ha hecho de tal manera que es verdad hipnótico. En las galas, alfombras rojas y portadas es una mujer bella, exuberante, sexy, provocadora y tiene ese don de pocos para para apoderarse de la cámara, basta su sola presencia para opacar a cualquiera, ese rol a lo Marilyn Monroe o Sophia Loren lo han aprovechado en muchos blockbusters, pero el papel que domina definitivamente es el personaje de madre.
En lo personal me es imposible olvidar su papel en Todo sobre mi Madre (Almodóvar,1998), la de la joven y frágil madre cero positiva a punto de parir que detiene el taxi que la lleva al hospital, en la Plaza Medinaceli donde pasea su padre, un octogenario con un avanzado alzhéimer acompañado por su lazarillo, un pastor alemán hermoso que responde de inmediato al fuerte silbido y al nombre de Sapic, con lágrimas en los ojos se despide de su padre sin decir adiós, al ver que el perro responde a Penélope el padre se acerca al taxi y dice algo así como “este perro se va con cualquiera”.
O como olvidar a la madre trabajadora y atormentada por su pasado en Volver (Almodóvar,2006), una madre que protege y encubre a su hija, quien mató a su padrastro después de que éste intentara abusar de ella, con una enorme fortaleza nos muestra a una madre capaz de todo por defender a su cría, con lo que eso implica, asume totalmente la responsabilidad y desaparece el cuerpo del marido metiéndolo en un frigorífico y enterrándolo en un bosque y graba en un árbol sus iniciales como seña para identificar el lugar.
Interpretó también a la madre enferma de cáncer terminal en la película de Ma ma (Medem,2015), confieso que ha sido una de las películas que más me ha hecho llorar en los últimos 5 años, le creí todo: su valentía, su amor propio, el amor por sus hijos, el respeto que da y que exige.
Y en Todos lo saben (Farhadi ,2018) donde da vida a una madre desesperada y dispuesta a contar todos sus secretos para recuperar a su hija de las manos de sus secuestradores amateurs; o la sencilla y mortificada madre en la infancia auto ficcionada del propio Almodóvar en Dolor y Gloria (2019).
En Madres Paralelas (2021) no es la excepción y tengo que reconocer que es ese personaje conflictuado y dividido entre el instinto maternal y su propia ética y moral, el que defiende y salva el más reciente trabajo de Pedro Almodóvar, de no ser por la buena y sólida actuación de Pé recordaríamos esta película como una infografía sobre las víctimas de los falangistas.
En Madre Paralelas (2021) hay dos historias, dos madres, dos relaciones, dos posturas políticas, dos territorios, en su más reciente película Almodóvar nos muestra temas actuales y temas necesarios y urgentes, habla de las fosas donde yacen aun los cuerpos de las víctimas de los falangistas, y habla también de la violación en tiempos de redes sociales, de sus víctimas y sus consecuencias, habla de la importancia de mirar atrás en la historia, habla de la necesidad de que los jóvenes se reconcilien con el pasado, que las nuevas generaciones tengan una buena relación con la memoria histórica, y nos muestra, como siempre en sus películas sin etiquetas, las relaciones humanas y de pareja. El propio Almodóvar ha dicho en varias entrevistas que a sus personajes femeninos siempre los dota de cierta autonomía moral, eso lo sabe Penélope, que se aprovecha y se devora de un bocado toda la película.
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#4 Tiempos
El mundo de antier | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
«Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros, y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta… Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan; pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en todo el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos» (Mateo 6, 24ss).
Hay en estas palabras de Jesús un no sé qué que me llena de nostalgia. Él nos pide que nos detengamos a contemplar al lirio y al pájaro para que aprendamos de ellos esa cosa seria y saludable a un tiempo que hemos ya perdido y que se llama despreocupación. ¡Cómo nos hemos complicado la vida! ¿Y no habrá manera de volver atrás en el tiempo, a la época en que aún nos emocionábamos y sonreíamos? Hoy lo tenemos todo, o casi, pero hemos perdido la alegría. ¿Quién nos la robó?
Sören Kierkegaard (1813-1855), el filósofo danés, concluyó con esta oración uno de sus hermosos Discursos edificantes: «¡Padre del cielo! Qué es ser hombre y cuán religiosa sea la exigencia de ser hombre –cosa que en compañía de los hombres y sobre todo en medio del hormigueo humano es tan difícil de entender-, haz que podamos comprenderlo, si lo hemos olvidado; que lo podamos comprender, si no de un solo golpe y por entero, al menos en parte y poco a poco: haz que podamos aprender del pájaro y del lirio el silencio, la obediencia y la alegría».
Hace poco leí en algún lugar que los hijos, hoy, vivimos mucho más preocupados y tristes que nuestros padres, y que éstos, a su vez, vivieron ya mucho más preocupados y tristes que nuestros abuelos. Y la verdad es que lo creo. Yo mismo, hace ocho años, no tenía las preocupaciones que tengo hoy…
Hace ocho años, por ejemplo, me juré a mí mismo que nunca me compraría un teléfono celular. ¿Para qué: para vivir en un estado de completa sujeción a los demás las veinticuatro horas del día, incluidos los sábados y los domingos? Pero alguien me dijo un día: «Óyeme, ¿quién te crees que eres? ¿Te sientes muy importante, o qué? ¡Anda, cómprate ya un teléfono celular!». Yo pensaba, en mi pobre lógica, que las cosas eran más bien al revés, pero ya se veía que no; pronto descubrí que la sociedad te perdonaba todo, menos que anduvieras por la vida sin un artefacto de ésos, pues le dabas a entender con tu actitud que te gustaba hacerte el inaccesible, si no es que hasta el misterioso. Bien, accedí –es decir, rompí mi promesa- y me compré un teléfono que perdí al tercer día: claro, como no estaba acostumbrado a él, lo dejaba olvidado en los lugares más visibles y públicos. Y, tras aquella pérdida, una gran pena entenebreció mi corazón. ¡Lástima del dinero que me había costado! Hice cuentas: con ese dinero habría podido comprar un diccionario de filosofía que desde hacía mucho quería tener. Ni modo: a comprar otro teléfono, y luego otro, y luego otro más. Y aquí me tienen ustedes: angustiado porque suena mucho, temeroso de perderlo por quinta vez, inseguro cuando me hallo sin él y preguntándome: «¿Cómo pude vivir treinta años, es decir, la mayor parte de mi vida, sin ese mágico artilugio?». Pero se podía, pero pude: la prueba es que todavía estoy aquí. Véanme ustedes.
Hace poco, al ver una foto mía de hace dos décadas, me preguntaba una niña:
–¿Así de descolorida era la vida entonces?
Y yo le expliqué que no, que no era tan descolorida la vida entonces; que antes los colores eran tan vivos como ahora, sólo que las cámaras estaban apenas aprendiendo a distinguirlos.
-Hablando de colores, ¿es verdad que antes la televisión sólo era a blanco y negro?
-Sí –le dije.
-¡Qué aburrido! Debió ser muy triste la vida cuando tenías mi edad.
-Y además sólo se podían ver dos canales.
La niña no podía creer lo que estaba oyendo.
-¿Sólo dos canales? Pues yo en mi casa puedo ver hasta trescientos. Eso dice mi papá: que podemos ver hasta trescientos.
-Pues yo sólo veía dos, o a lo mucho tres: el dos, el cuatro y el cinco. El dos para las novelas, el cuatro para los deportes y el cinco para las caricaturas.
-Yo no podría vivir con sólo tres canales– dijo la niña.
-Y por si fuera poco, se veían muy mal. Más que ver los programas, los adivinábamos. Nuestras antenas eran como palos de escobas.
-¡Qué feo!
-Y para pasar de un canal a otro había que levantare del sillón y maniobrar una perilla que, a veces, se te quedaba en las manos…
-¿No había controles remotos?
-¡Ni soñarlo!
-Pues sí que debió ser muy triste la vida entonces.
-Tal vez no lo fue tanto…
-Sí lo fue, no lo niegues.
-Pero no, no era triste la vida entonces, pese a todo. En todo caso, como te digo, los de mi generación sobrevivimos a la experiencia de no conocer una computadora, de no haber navegado nunca en Internet, de no haber tenido jamás un ipod… ¡Cuántas cosas no tuvimos! Y, sin embargo, aquí estamos.
Somos los sobrevivientes de la penuria tecnológica del día de ayer. Con lo cual queda demostrado que se puede vivir sin teléfonos celulares, sin televisión a colores, sin computadoras y sin climas artificiales. Y esto lo digo no porque me guste la mala vida, sino porque -quién sabe- acaso dentro de unos pocos años debamos renunciar a todo estos lujos que si bien han destrozado el planeta no nos han hecho más felices. Dicen los especialistas del clima que en el año 2035, si prosigue como hasta hoy la explotación de la tierra, ya no habrá hielo en los polos, con todo lo que esto significa. Sí, quizá se acerque el día en que debamos elegir entre la simplicidad o la vida…
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#4 Tiempos
San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.
El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.
Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.
En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.
Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.
Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.
En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.
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#4 Tiempos
Los torcidos caminos por andar (segunda parte) | Apuntes de Jorge Saldaña
Culto Público, hijos de Sabines y su amor-odio por el poder:
Desde el martes nos quedamos pendientes con el análisis de los caminos torcidos, de todos aquellos eventos y circunstancias que aún faltan por caminar y sortearse. Rumbos de los que dependen los escenarios a formarse.
Apenas estábamos con el escenario uno y repasamos rápido:
De acuerdo al cálculo que se puede mirar desde lejos, el Verde construye todos los días una ruta para llegar a las negociaciones, más que con Morena, con la presidenta Sheinbaum (en el escritorio de madera fina que imaginamos la entrega anterior) con una candidata muy sólida, con ventajas comprobables en las encuestas, con las miras de generar una elección de tercios y en pocas palabras, una carta de negociación que le dice “podemos ganar contigo o sin tí”.
Ponerse así, de tú a tú con la presidenta, y en esos términos de aparente ventaja, no es tan simple, es un paso temerario y audaz que podría dar solo alguien que tenga (spoiler de lugar común) “todos los pelos de la burra en la mano”, o toda la baraja bajo la manga.
Antes de avanzar le comparto el enlace de mi columna anterior por si se lo perdió y para que estemos todos en la misma sintonía.
Bueno ahora sí, continuemos.
Aún si todo se le alinea (como Mercurio, Venus, Marte, Jupiter y Saturno en este momento) al gobernador Ricardo Gallardo, de aquí al 2027 como lo tiene planeado y en primera fase de ejecución, el sabe perfecto que tiene que considerar que la del otro lado de la mesa, la presidenta, no va a llegar con las manos vacías a la charla San Luis.
El argumento de que San Luis “poco importa a la federación” tiene sus goteras, porque todo suma, y lo más importante: La presidenta tiene tatuado a su corazón a Morena y eso no hay que perderlo de vista.
Pero, ¿tiene la presidenta algo en contra de Gallardo?
Fuera de que el Verde junto a Adán Augusto y Monreal le jugaron las contras a Claudia y pospusieron su propuesta anti-nepotismo y anti-reelección para el 2030, de manera particular no es una cuenta que necesariamente la presidenta se la apunte en lo personal a Ricardo Gallardo.
Más allá de lo señalado arriba, no se sabe de algún agravio o animadversión personal o pendiente por cobrar a Ricardo desde la presidencia, sin embargo, aunque no tenga nada en su contra, es difícil creer que Sheinbaum conceda, sin condiciones, que el estado potosino siga gobernado solo por el Verde.
En ese contexto (repito, al que le faltan muchas puntadas por tejer) se abren muchas rutas.
El “vamos solos y no te necesitamos” puede activar detonadores en el orgullo presidencial y se actúe en consecuencia, produciendo una coyuntura del estilo:
¿Ah, vas solo? Ok, pues “a ver de qué cuero salen más correas…”
También está la otra cara de la moneda, a la que le apuesta el proyecto Gallardista, (otra alineación astral) y es que, la presidenta asuma que San Luis siga siendo Verde a cambio de continuar su alianza en las cámaras e intercambiando el apoyo del partido del Tucán en alguna de las otras 16 gubernaturas en juego (que, seamos francos, en otros estados el Verde no pesa) o concedan el cambio de género en alguno de los estados que estarán en contienda.
Será muy fácil reconocer cual será el resultado de las negociaciones y cual de los dos escenarios expuestos arriba (de muchos otros posibles) es el que se convierta en realidad.
Si la presidenta se siente retada por el Verde y se engancha en ganar San Luis para Morena, entonces elegirán a un candidato, o candidata, muy incómodo para Gallardo, alguien que represente todo lo contrario al proyecto Verde y al que le pondrían a disposición no la estructura de Morena estatal, sino toda la maquinaria del estado.
¿Nombres? Enrique Galindo o Rosa Icela Rodríguez.
En sentido opuesto, en el que la presidenta ceda a la continuidad del proyecto Verde, a cambio de diputaciones federales, la reafirmación de la alianza en cámaras y el apoyo de color limón en otros estados, entonces se mandaría por parte a competir por Morena a algún candidato de sacrificio, un candidato flojito y fácil de vencer para el Verde.
¿Nombres? Gerardo Sánchez o Xavier Nava Palacios.
Se preguntará, y con razón, mi Culto Público, por qué en la entrega anterior escribí que ninguno de ellos podría ser candidato.
Le explico y lo sostengo: El “Batman de Tanquián” Gerardo Sánchez, se enriqueció de súbito, pasó de cero a mansión en tres adjudicaciones directas, se convirtió en rico express, como sopa Maruchan pero con yate, gracias a los contratos que le consiguió Adán Augusto López, enemigo hoy, y rival antes, de la presidenta.
Las puertas a esas pistas, se las abrió Andy (ya no le digan Andy, no le gusta) López Beltrán, hoy enfrentado con Luisa María Alcalde, presidenta de Morena y pieza del tablero de Sheinbaum.
¿Qué mejor manera de exhibir las tranzas de tus enemigos que haciendo candidato a uno de sus cómplices? En la campaña todo sale a flote. La venganza es dulce y en dos por uno: lo mandas a perder y derrumbas a tus antagonistas sin meter las manos.
Sobre Xavier Nava hay poco qué explicar, está en la lona en la percepción pública, no trae nada y en perder por Morena ya tiene experiencia.
Lo sostengo, no pueden ser candidatos, pero me faltó decir… con posibilidades, lo podrán ser para el sacrificio.
Claro, en el camino serán utilizados para ser incómodos y para que no llegue Gallardo al 27 con una carta de negociación irrebatible ni la presidenta con las manos vacías. Es política.
En resumen, diría Jaime Sabines con esa intensidad y complejidad que exploraba el amor y el conflicto con el poder:
“No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón.” (Dedicado a Claudia y a Ricardo)
¿Factor Galindo y Factor Rosa Icela? En la siguiente entrega.
Yo soy Jorge Saldaña
Hasta mañana.
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