noviembre 25, 2025

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#4 Tiempos

Efraín, planificador urbano … profeta de otros confines I/II | Jorge Ramírez Pardo

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Conozco a Efraín Medrano desde que éramos estudiantes, y siempre admiré su vocación de atender los problemas del crecimiento urbano como problemas de un ser vivo.
Gabriel Zaid

La madrugada de ayer jueves, falleció Efraín Medrano Gutiérrez, connotado arquitecto y urbanista de origen potosino.

El urbanista Medrano, como beneficiario de una beca,obtuvo licenciatura en Arquitectura por el Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey. Luego curso Maestría en Planificación urbano-regional por el Instituto Tecnológico de Illinois en Chicago.

Participó en diversos proyectos nacionales y estatales de planificación urbana, y de arquitectura. Entre ellos sobresalen:

• Año 1962.- Tesis de posgrado sobre Replanificación urbana para San Luis Potosí (genuina premonición, cuando la capital potosina tenía 250 mil habitantes, él planteó medidas para prevenir el ecocidio urbano ahora presente y del cual hay testimonios en la segunda entrega de este texto).

• 1965.- Dos encuentros y un viaje por Sudamérica. Consideración predominante La poesía como fundamento urbano.

• 1970.- Desarrollo interurbano Cuautitlán-Izcalli. Planear una nueva ciudad.

• 1973-1978.- Estrategia organizativa de conjuros de Infonavit.

• 1974-78.- Lineamientos a corto plazo para Manzanillo

• 1976-1978.- Plan de desarrollo urbano de Ciudad Juárez

• 1979-1981.- Realización del Plan de Desarrollo Urbano para el Distrito Federal

• 1996-1997.- Plan de desarrollo turístico para MayaKobá. Consideración plena de la naturaleza.

• 2007-2009.- Geópolis. Vivienda como hábitat integral. Consideración primordial del Factor humano.

• 1963-2009.- Experiencia docente. Formar alumnos como profesionales y ciudadanos. Arquitectura comprometida con la ciudad.

• En la capital potosina colaboró hasta el pasado reciente en el IMPLAN.

Para la capital potosina y otros municipios de la entidad, en distintos momentos hizo recomendaciones urbanísticas visionarias, la mayoría desatendidas:

Desde los pasados años cincuentas, cuando era rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí el Dr. en medicina Manuel Nava Martínez (hermano de Salvador), propuso un campus universitario en los terrenos de la Tenería, luego ocupados por el Parque Tangamanga uno.

Durante varios gobiernos estatales, particularmente el sexenio de Marcelo de los Santos, y las presidencias capitalinas de Victoria Labastida y Ricardo Gallardo Juárez, fue puntual en señalar errores, ya para entonces ancestrales de planificación urbana (o carencia de ella) que fueron desoídos y tienen que ver de manera subrayada con aspectos hidráulicos, particularmente el trastorno del flujo del agua que ahora recarga en mínima parte los mantos freáticos y, entre varias anomalías, provoca inundaciones, ha secado pozos y genera hundimientos.

Hoy toca despedir al hombre ejemplar y congruente, a decir de quienes los conocieron y admiraron. En la entrega de mañana se abordarán sus propuestas y particularidades de la problemática agudizada a causa del arrumbamiento de sus propuestas de planificación urbana por corrupción e intereses edificadores, que no edificantes, empalmados y aplastantes.

MAÑANA: EFRAÍN, PROFETA DE OTROS CONFINES…, DESOIDO AQUÍ”(II/II)

Foto: Efraín prospectivo, soledad postrera.

EL PÁLIDO ADIÓS

Siempre es ingrato despedir a un hombre de talento y con gran calidad humanitaria, pero más duele y hasta ofende el punto depauperado (recién desempleado) y en el semi-olvido como llegó al final de su tránsito.

Si se busca en Internet, el urbanista es una suerte de fantasma porque su presencia en esos sitios tan sobrados de información es apenas elemental. Si acaso una nota de boletín y fotos ídem, publicada en marzo de 2017, cuando entre numerosos reconocidos, ausentes y vivos, recibió, por ser integrante fundador del Colegio de Arquitectos de San Luis Potosí, un diploma del gobernador en turno Juan Manuel Carreras, en presencia el presidente de la Federación del Colegios de Arquitectos de la República Mexicana, José Luis Cortés Delgado y la titular del colegiado local Patricia Rodríguez Álvarez.

En la selva mediática también aparece arrinconado un cartel de la Universidad Iberoamericana de 2015, cuando “en reconocimiento a su trayectoria” el Departamento de Arquitectura de esa institución le otorgó el Premio Gallo 2014.

Y más… nada.

Ayer su ataúd, estuvo unas horas con tan sólo dos visitantes, antes de partir a la cremación.

El escribano de estas líneas, indagó entre arquitectos, ex directivos del colegiado del gremio y profesores de la Facultad del Hábitat y pocos lo conocen.

Empero, Juan Manuel Delgado, maestro jubilado del Hábitat, y realizador de cine documental, quien además veló la parte terminal de sus padecimientos y deceso, le siguió la huella durante años y es quien proporciona información gráfica y documental para esta nota que llega a su término.

Comenta además Delgado que tenía una oficina en Cuernavaca, pero radicaba actualmente en la capital potosina; era –agrega- un hombre reacio a los reflectores y el glamour. Ello explica, acaso, la situación depauperada de su última etapa, y aún no aparecen probables patrocinadores de sus exequias.

DESEMPOLVAR EL OLVIDO

Luego de numerosas búsquedas, el escribano dio con un arquitecto potosino destacado, quien pide omitir su nombre (“él debe figurar”), y se asume como beneficiario de haber tenido como mentor a Efraín Medrano y recibir de él orientación y vínculos cabales para forjar su propia trayectoria. Dice que Medrano le apostaba a “las cosas vivas, modernas, con particular atención a lo personal y humano…, maestros de muchísimas generaciones, pero no dio clases en San Luis Potosí. Él proyectaba ciudades para la empresa GEO en distintos estados del país, y planificó desarrollos urbanos macros en el Estado de México…, entre ellos el conjunto Cuautitlán-Izcalli”. El informante agrega que en fechas recientes el arquitecto Medrano era asesor de IMPLAN en San Luis Potosí, pero, con el cambio de gobierno no fue ratificado en su empleo.

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#4 Tiempos

Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.

La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.

Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus

, sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.

Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas

. En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.

Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.

Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.

Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.

Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:

https://www.researchgate.net/publication/391327380_Manuscritos_y_libros_Novohispanos_y_Mexicanos_de_Fisica_y_Filosofia_Natural

También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

“Al atardecer de ese mismo día, Jesús les dijo: ‘Crucemos a la otra orilla’. 
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. 
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. 
Lo despertaron y le dijeron: ‘¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?’. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. 
Después les dijo: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’.
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ‘¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” (Marcos 4, 35-41).

Todavía hoy, cuando pareciera que hemos alcanzado el dominio total de la naturaleza, viajar por mar –no digo sobrevolándolo en un avión, sino cruzándolo en un barco- es una experiencia sobrecogedora. ¡Qué indefensa viaja nuestra embarcación por los caminos del océanoi¡! Y si durante la noche se desata una tormenta, tanto peor: aun el barco más grande no parece sino una cáscara de nuez. En 1912, los tripulantes del trasatlántico más lujoso y sofisticado del planeta creyeron que el mar, gracias al ingenio humano, estaba ya domesticado; sin embargo, no fue así, y debieron pronto de rendirse a la evidencia: el Titanic se hundía, y ellos con él y en él…

El mar era y sigue siendo el símbolo de lo indomesticable, de lo ingobernable, de lo terrible. Para los antiguos, el mar estaba poblado de monstruos horribles cuyo solo nombre helaba la sangre. Nosotros sabemos, más o menos, lo que son las olas, pero para los antiguos éstas eran el efecto del movimiento de las criaturas marinas. Ahora bien, si tal era el pensamiento de los antiguos, ¿qué de raro tiene que, ante el huracán, los discípulos se pusiesen a gritar, poseídos del pánico más espontáneo y sincero?

El mar es siempre terrible, sí, pero Dios es más grande que el mar. Únicamente Él puede calmarlo porque es el Señor de los elementos del mundo: “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando le puse un límite con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’ ”? (Job 38, 8-11).

Al crearlo, Dios puso al hombre un límite: “Podrás comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, pues, si lo haces, perecerás sin remedio” (Génesis 2, 16-17); y, al crear el mar, también le impuso un límite: “¡Hasta aquí llegarás! ¡De aquí no podrás pasar!”. Por eso, cuando Jesús calme la tormenta y las aguas se aquieten al puro mando de su voz, los discípulos se preguntarán unos a otros, maravillados: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.

Ahora bien, si sólo Dios puede apaciguar el mar, entonces… Entonces los discípulos, por así decirlo, empezaron a sacar conclusiones…

Un día, al atardecer… Así comienza el relato. Conviene tener presente, pues, que es ya de tarde, y que la oscuridad añadirá un punto de dramatismo a la escena que seguirá, ya dramática de por sí. Según éste, no es sólo que la barca fuese zarandeada por la tempestad: es que el agua se estaba metiendo ya por todas partes.

¿Y Jesús qué hace, mientras tanto? No hace nada. Él, a lo que parece, no se daba cuenta de lo que pasaba, pues “estaba dormido sobre un almohadón”. Los discípulos lo despertaron, y hay en su ruego una pizca de ironía, como si le dijeran: “Oye, Señor, esto va a pique. ¿Podrías hacernos el grandísimo favor de despertarte?”.

“Jesús se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Oligópistoi: así lo llama; con esta palabra griega los reconviene. Hombres asustadizos, apocados, temblorosos: gelatinas vivientes. Oligópistoi: hombres sin fe.

Los Padres de la Iglesia, hombres muy sagaces en la interpretación de la Escritura, vieron en esta tormenta una imagen de las agitaciones del corazón humano y compusieron bellísimos sermones en torno a este asunto. En una de sus Meditaciones (n. 37) dice así, por ejemplo, San Agustín (354-430):

¡Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descaso. Tú has increpado al viento y al mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte a ti, mi único bien… Oh Dios mío, que mi alma, libre de pensamientos tumultuosos, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: ‘Ahora puedo dormir y descansar en paz’… Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dos mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, en ti y sea abrasada con tu fuego”.

Ya se trate, pues, de agitaciones interiores, ya de percances exteriores, lo importante es esto: que Jesús y nosotros viajamos en la misma barca, y que aunque nos esté permitido algunas veces gritar, no nos lo está, por ningún motivo, desesperar. Aunque parezca que duerme, Dios vela por los suyos; en consecuencia –como ha dicho alguien-, cuando uno está “embarcado” con Jesús no hay nada que temer.

Jesús permanece cerca de los suyos y éstos pueden contar con su ayuda cercana a pesar de todas las apariencias en contra… Así pues, el peligro para los creyentes está en olvidarse de que están en camino y que Jesús les acompaña en el trayecto” (Joseph Imbach).

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CONCACAF 2026: una eliminatoria que dejó heridas

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TESTEANDO

La eliminatoria rumbo al Mundial 2026 dejó a Centroamérica enfrentándose a una realidad incómoda, la región quedó rezagada, incluso en un formato que otorgaba más margen que nunca. Pero dentro del golpe generalizado hay dos historias que llaman la atención por un matiz muy particular: Costa Rica y Guatemala, dos selecciones que depositaron su confianza en cuerpos técnicos mexicanos, y aun así terminaron sin lograr el objetivo.

Costa Rica, acostumbrada a ser el referente de la zona, apostó por la experiencia mundialista de Miguel Herrera. El proyecto prometía solidez táctica y un recambio generacional más ordenado, pero el equipo tico terminó atrapado entre la transición y la urgencia. Hubo partidos en los que se notó el intento de reconstrucción, de darle al equipo un sello reconocible; aun así, los errores puntuales, la falta de contundencia y la presión acumulada hicieron que el proceso no alcanzara para sostener la clasificación.

El contraste con su historia reciente, esa en la que la identidad costarricense parecía inquebrantable, se volvió más evidente con cada partido. Y aunque el trabajo del cuerpo técnico mexicano aportó claridad, la estructura que lo rodeaba simplemente no acompañó.

Por su parte, Guatemala vivió una ilusión distinta. Su selección, dirigida por Luis Fernando Tena, llegaba con el impulso de procesos juveniles más visibles, estadios llenos y un entusiasmo que no se veía desde hacía tiempo. El entrenador buscó ordenar el juego, potenciar la intensidad y darle continuidad a una generación que prometía competir de igual a igual. Durante varios momentos pareció posible: se jugó con valentía, se propuso, se soñó.

Pero otra vez, cuando llegó la hora decisiva, el proyecto se quedó corto. La falta de profundidad en el plantel, la ausencia de una estructura sólida que sostuviera la idea y algunos errores en partidos clave terminaron apagando una posibilidad histórica. Dolió especialmente porque, por primera vez en mucho tiempo, Guatemala parecía estar a un paso real de dar el salto.

Los dos casos, diferentes en matices pero similares en desenlace, plantean una reflexión inevitable: los entrenadores pueden cambiar intenciones, pero no pueden corregir solos la falta de una estructura profunda. México exportó cuerpos técnicos preparados, con propuestas claras y trabajo serio, pero se toparon con federaciones que arrastran inestabilidad, con ligas de nivel irregular y con proyectos que no siempre se sostienen más allá del resultado inmediato.

Mientras tanto, otras selecciones del resto de la confederación, particularmente varias del Caribe, han entendido la importancia de profesionalizar sus procesos. Semilleros más organizados, continuidad en los banquillos, inversión en atletas jóvenes y una visión a futuro que ya empieza a dar frutos. El contraste explica mucho del presente centroamericano.

Lo sucedido rumbo al 2026 no es un simple fracaso deportivo, es un síntoma.
Costa Rica tendrá que reencontrarse con su esencia y permitir que su proyecto sea más grande, reconstruir incluso su liga y voltear a sus fuerzas básicas para volver a exportar jugadores.
Guatemala tendrá que transformar su ilusión en un plan sólido que no dependa de inspiraciones aisladas, así como intentar invertir en infraestructura que fomente la práctica profesional del deporte.

El Mundial 2026 se jugará en la zona, pero Centroamérica estará ausente, tan solo Panamá representará a la región, en un momento que parecía histórico, casi todos quedaron a deber.

La pregunta no es por qué fallaron esta vez, sino cuánto tardarán en reconstruirse para volver a competir de verdad.

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