mayo 31, 2025

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#4 Tiempos

Satán | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

Satán significa adversario, enemigo, acusador (Cfr. Apocalipsis 12,7ss). Todo su trabajo y todo su afán se reduce a apuntar con el dedo, señalar los defectos, gritar los pecados y desconfiar de la bondad. Todo gesto le parece sospechoso y toda piedad interesada.

«-¿No te has fijado en mi siervo? ¡No hay nadie como él en la tierra; es un hombre cabal, recto, que teme a Dios y se aparta del mal! -exclama el Altísimo lleno de orgullo al contemplar desde el cielo las virtudes de Job.

»-Ah, ¿pero es que Job teme a Dios gratuitamente? –responde el adversario con un dejo de cinismo-. ¿No has levantado tú una valla en torno a él, a su casa y a todas sus posesiones? Has bendecido la obra de sus manos, y sus rebaños hormiguean por el país. Pero extiende tu mano y toca sus bienes: ¡verás si no te maldice a la cara!» (Job 1, 1-11).

«¡Qué chiste! –dice Satán al Señor-. Así cualquiera te bendice. Job es el hombre más afortunado del mundo –es el Carlos Slim de estos tiempos modernos que los postreros llamarán jurásicos-, ¿y no quieres que se muestre agradecido contigo? ¡Claro que está agradecido! Pero porque lo proteges de sus enemigos y le has dado riquezas a manos llenas. Mas quítaselo todo y ya verás el cambio que se opera en él. ¡Apuesto a que te costará reconocerlo!».

Juan, el visionario, escribió así de él en el libro del Apocalipsis:

Ya está aquí la salvación y el poder

y el reinado de nuestro Dios,

ya está aquí la autoridad de su Mesías.

Ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos,

el que día y noche los acusaba en presencia de nuestro Dios (12,10).

Sí, de día y de noche nos acusa, diciendo, por ejemplo:

-¿El padre Juan Jesús? ¡Pobre hombre! Míralo, Dios, míralo bien. No es tan bueno como muchos creen. Está lleno de soberbia y maldad. ¿Has leído en su corazón? ¡Qué canalla es! ¡Anda, mándale una parálisis, detenle la mano y ciérrale la boca para que lo compruebes! Y mira también a Manuel, y a María, que ahora leen uno de sus libros. Quieren parecer piadosos porque leen literatura católica. ¡Ah, como ni no supiera yo la clase de pensamientos que…!

Su actitud fundamental es la desconfianza: en los gestos más heroicos no ve sino cálculos interesados y dobles intenciones; para él, la vida es una comedia cuya verdadera trama se lleva a cabo no sobre las tablas, sino detrás del telón. «Hay que desconfiar de todo y de todos», nos dice al oído. «Aquel que te sonríe desde la acera de enfrente, ¿sabes tú por qué lo hace? ¿Adivinas lo que quiere de ti, o por l o menos lo sospechas? ¡Nadie se muestra simpático con los demás sólo porque sí!». Ni siquiera se le ocurre que pudiera existir lo que los psicólogos y los filósofos han llamado gratuidad, esa hermosa virtud que nos impele a hacer las cosas por el puro placer de realizarlas. («¿Ah, pero es que Job teme a Dios gratuitamente?»).

En una de las páginas de su Diario, Julien Green hizo una certera descripción de la mirada demoníaca; escribió así el 10 de febrero de 1959: «Es triste pensar que a menudo vemos la vida como la ve el demonio: con una lucidez atroz. El demonio ve con claridad, pero ve sin amor. Cuanto hay de radiante o de santo, él no lo ve, o lo oculta, o lo odia. Nos hace ver a aquel hombre y nos dice: “¡Míralo! Mira cómo se atraganta cuando come; ¿no parece una bestia? Es de una glotonería atroz. Se cree bueno, pero está lleno de pensamientos impuros. Para hacer una prueba, escucha cómo habla de los recientes escándalos. Es un hipócrita y un egoísta”. Y acaso todo eso sea verdad, pero hay otras muchas cosas además de éstas que nos negamos a ver

, que veríamos si estuviéramos más atentos».

De día, de noche, a todas horas, Satán acusa en nuestro interior a los demás haciéndonoslos parecer siempre viles, siempre inferiores. Es él quien nos incita a ver de las personas el lado sombrío y de los acontecimientos sólo el aspecto oscuro. Se goza en cultivar en nosotros la desconfianza, el horror y el pesimismo.

Pero eso no es todo: también se complace en acusarnos a nosotros mismos delante de nuestra propia conciencia. «Eres vil, un cerdo. ¿Crees que alguien podría quererte siendo el que eres? ¡Pobre animal! Lo único que provocas es asco. Y, ahora, observa los movimientos de esa persona que está frente a ti. ¿Crees que en realidad tiene prisa, como dice? ¡Mentira! La verdad es que huye de ti: no quiere verte. Ahora mira a aquella otra: es bella y, además, rica. ¿Has observado que belleza y riqueza casi siempre caminan de la mano? Allí donde hay riqueza, allí podrás encontrar casi siempre a su gemela. Tú, en cambio, eres pobre y feo. ¿Y no se te ha ocurrido nunca reclamarle a Dios por haberte hecho como te hizo? A los otros, todo se lo dio; a ti, todo te lo negó. ¡Anda, maldice a Dios en su cara y muérete de una vez!».

«La acción del Enemigo –escribió una vez el cardenal Carlo Maria Martini (1927-2012) en uno de sus libros- es la de apagar los deseos, acusarnos, apagar todo lo bueno que hay en nuestro interior. Tenemos, pues, que aprender a reconocerlo, porque está enfurecido contra nosotros. Siempre nos hace ver nuestros lados negativos, nuestros errores y nuestras incapacidades. Contra su acción, Jesús recomienda lo siguiente: no hacer caso ni dentro de nosotros, ni en la comunidad, ni en el grupo, a las voces de derrotismo y de pesimismo, que son las voces del demonio».

Cuando me siento inferior (o siento que los demás son inferiores a mí); cuando creo que no valgo nada (o que son los otros los que nada valen); cuando ya no espero nada de la vida, ni de los demás, ni de mí, ni de Dios; cuando pienso que lo mejor sería morirme de una vez (o que mi vecino debería morirse cuanto antes), no lo dudemos: es él, Satanás, quien nos está dirigiendo la palabra…

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#4 Tiempos

Se acabó el Clausura 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Llegó a su fin el torneo de la Liga MX con un nuevo campeón, el Toluca destronó al América y se sienta en la cima. Ahora es momento de hacer cuentas, de esas que sirven para alimentar la estadística.

En total, en el Clausura 2025, se jugaron 170 partidos: 153 de temporada regular y 17 de liguilla.

En la jornada 9 se dio el resultado más abultado del campeonato, un 5-0 que le propinó Toluca a Querétaro en la bombonera. En contraparte, 12 partidos terminaron con un empate a 0, incluyendo el partido de ida de la final entre América y Toluca.

El equipo más goleador fue Toluca, con 51 tantos entre torneo regular y liguilla, a diferencia de Querétaro que fue el que menos anotó con tan solo 10 en toda la fase regular.

Algunos de los récords que se rompieron en este Clausura 2025 destacan al Toluca anotando 5 goles en dos partidos, primero ante Querétaro en la jornada 9 y después frente a Necaxa en la jornada 11.

Jhon Kennedy de Pachuca logró anotar en cuatro partidos consecutivos en casa, alcanzando a Edwin Cardona en 2019.

Atlas logró una remontada 4-3 después de ir perdiendo 0-3 ante Tijuana, algo que igualó a América en 2016 ante Cruz Azul, por cierto, este partido entre Atlas y Tijuana fue uno de los dos con más anotaciones del torneo.

Para cerrar con los números, el promedio de asistencia a los partidos fue de 23,783, mientras que la mejor asistencia fue el partido entre Monterrey y San Luis, en la jornada 8, con 50,023 aficionados, esto gracias a la expectativa del debut de Sergio Ramos. Del otro lado, el partido con menos asistentes fue el Pumas vs Mazatlán con tan solo 8,845 espectadores, esto provocado por jugar al mismo tiempo que se llevaba a cabo el Super Bowl 59.

Por último, en temas financieros, se presume que el campeón del futbol mexicano recibe aproximadamente 78 millones de pesos más la clasificación a la Copa de campeones de Concacaf y un considerable aumento en los bonos de patrocinadores tanto propios como de la liga.

Se fue un torneo, y aunque todavía quedan por lo menos dos partidos más que interesan a los aficionados locales (Cruz Azul vs Vancouver y América vs LAFC), la liga llegó a su fin y por ahora vivimos la emoción del futbol de estufa, hagan sus apuestas y esperemos que el próximo torneo vuelva a emocionar.

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#4 Tiempos

Micrometría y la paz del espíritu en la Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Braulio Gutiérrez Medina es un investigador del Instituto Potosino de Ciencia y Tecnología, IPICyT, que realiza trabajo de investigación en biofísica, biomateriales bionanotecnología, siendo especialista en técnicas de Microscopia óptica, que incluyen herramientas de pinzas ópticas y fluorescencia.

Sobre estos temas estará participando con una plática en La Ciencia en el Bar que ha titulado, La Micrometría y la Paz del Espíritu; sugerente título que nos remite a asuntos de medición en sistemas biológicos los cuales tienen tamaños micrométricos y nanométricos y en los que se requiere para su estudio de mediciones de microscopía con luz para muy pequeños tamaños.

La charla se llevará a cabo el jueves 29 de mayo a las ocho de la tarde noche en La Cervecería San Luis, ubicada en la Calzada de Guadalupe número 326, con entrada libre. La charla forma parte del ciclo treinta y nueve de esta serie que corresponde a diecinueve años de actividades. La Ciencia en el Bar es un programa pionero en el país y ha sido replicado en varias partes del país, generando escenarios de interacción entre la comunidad científica nacional y el gran público.

Este jueves, es una buena oportunidad para escuchar al Dr. Braulio Gutiérrez y conocer parte de su trabajo de investigación que realiza en el IPICyT. El Dr. Braulio Gutiérrez es un físico egresado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1997 y realizó sus estudios de doctorado en Física en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos en 2004 y un Posdoctorado en Biofísica en la Universidad de Stanford en 2009. Ha recibido los premios Jorge Lomnitz Adler 2018 del Instituto de Física-UNAM y Academia Mexicana de Ciencias en el 2018, y el premio George E. Brown, Jr. UC MEXUS en 2010. Cuenta con un par de patentes, entre ellas método para obtener imágenes tridimensionales usando un microscopio de campo brillante otorgado en 2021.

Con la técnica de pinzas ópticas que ha desarrollado el Dr. Braulio Gutiérrez, ha logrado entender un poco más el funcionamiento de pequeñas proteínas de las células, llamadas motores moleculares, que funcionan como mensajeros al interior de la célula.

En una entrevista que concedió el Dr. Gutiérrez detalló el desarrollo de sus pinzas ópticas: “Construimos un instrumento de pinzas ópticas, que se basa en un microscopio óptico con el cual podemos observar muestras biológicas y micropartículas. Un microscopio óptico utiliza lentes para formar una imagen amplificada de la muestra de interés. La lente más importante del microscopio es el objetivo que se encuentra inmediato a la muestra. Al microscopio le acoplamos un haz láser que hacemos pasar a través del lente objetivo, con lo cual logramos tener el láser enfocado sobre la muestra. Este láser es el que captura y manipula nano-objetos como las proteínas llamadas cinesinas”.

Por lo regular las charlas de La Ciencia en el Bar se realizan en día miércoles, en esta ocasión se realizará el jueves que es día 29 de mayo. Los esperamos este jueves a las ocho de la noche en La Cervecería San Luis y disfrutar la charla del Dr. Braulio Gutiérrez sobre Micrometría y la Paz del Espíritu.

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#4 Tiempos

Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?

¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!

Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?

Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.

Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».

¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…

El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.

Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:
-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.

Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.

El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.

Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!

Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.

«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!

Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».

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