enero 4, 2025

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#4 Tiempos

México de bestias | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

 

La interminable y desastrosa violencia que azota sin tregua a este país ya desde hace décadas se ha vuelto terriblemente cotidiana. Nos han dejado de sorprender las escalofriantes cifras que anuncian los noticieros; ya las vemos como solo eso: cifras que pasan a ser parte de una fría estadística que deshumaniza y no toma en cuenta ni a las familias ni a las personas cercanas de las miles y miles de víctimas. Sin embargo, en ésta vorágine de violencia hecha costumbre, aún es posible sentirse más afligido que el día anterior.  

La semana pasada —por la amplia difusión que tuvieron— nos enteramos al menos de tres casos particularmente desoladores. Primero, el de Wendy, una niña de 16 años encontrada en un canal de aguas negras en el Estado de México y que cuyo ataúd fue cargado por sus compañeras de la secundaria para su sepultura. Segundo, el de Eladio, cuyos restos fueron entregados a su madre en una bolsa negra de plástico por la Fiscalía de Veracruz. El tercero, el caso de Victoria —migrante salvadoreña con visa humanitaria y madre de dos niñas— asesinada por policías en las calles de Tulum, Quintana Roo.

El común denominador en estos tres casos —y en todos los otros que no escuchamos— es, a falta de una mejor palabra, la bestialidad que ha penetrado como la humedad a nuestras autoridades y a la gente que comete estas atrocidades. «Bestial», del latín bestiālis, hace referencia a todo aquello que es propio más de las bestias que de los humanos. De entre todas las posibilidades de tildar a algo como bestial, sin duda habrá notables situaciones en que este adjetivo sea portado con decencia y grandeza. Para México, ese no es el caso. Para México hay que entender lo bestial en su peor acepción.

En el sexenio de Calderón, la bestialidad con que se condujeron las autoridades fue realmente paradigmática. Para su «lucha contra el crimen organizado» se desplegaron a más de 50 mil elementos de las Fuerzas Armadas para realizar labores que corresponden a los mandos civiles. Esa militarización tuvo como uno de sus males un alza sin precedentes en las denuncias realizadas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por casos de tortura cometidos por elementos de la policía o de las Fuerzas Armadas. Así, la tortura se convirtió en el método predilecto de investigación por parte de las autoridades, sumado al abuso de la figura del arraigo, que es la detención arbitraria de una persona por un periodo prolongado para investigarla sin si quiera estar vinculada a un proceso penal. El saldo que dejó la fallida estrategia calderonista es bien conocido: más de 70 mil muertos y más de 25 mil personas desaparecidas, además de las miles de violaciones graves a los derechos humanos.

Peña Nieto, en un intento al menos simbólico de dar algún tipo de solución a la problemática anterior, entró en una etapa de firma de compromisos y más compromisos. Se promulgaron diversas leyes, como la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en materia de Desaparición de Personas y la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar los Delitos de Tortura. También, crearon el Sistema Nacional de Búsqueda, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y se firmaron compromisos en diversas convenciones internacionales. Sin embargo, aún considerando todo lo anterior, el número de muertes y de personas desaparecidas siguió al alza.

Por nombrar solo un ejemplo, el sexenio de Peña tuvo un aumento de más de mil por ciento en el número de averiguaciones previas por actos de tortura con respecto al sexenio de Calderón.

Ahora escuchamos en las mañaneras que «ya no hay torturas, desapariciones ni masacres». Ésta pinta para ser, entonces, la etapa de la negación y la frivolidad. Para poner en perspectiva esta ilusa negación, basta con revisar un par de datos. Solo el año pasado, México registró casi 700 masacres. En lo que va del 2021 se han contabilizado más de 80 multihomicidios. La Guardia Nacional, creada con el objeto de «pacificar al país» es el órgano que encabeza las denuncias levantadas ante la CNDH por violaciones graves a los derechos humanos. La militarización del país repunta y las autoridades federales están lejos de convencer —con certezas jurídicas y fácticas, no con retórica— por qué esta vez será diferente a la de Calderón. Dentro del ámbito legislativo, el punitivismo penal también se ha puesto de moda y se ha ampliado exponencialmente el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa (o sea, arraigo).

La bestialidad no se detiene ni se detendrá con fórmulas mágicas o negando que ésta sigue siendo el incómodo y aflictivo elefante en la habitación. Se necesita replantear en su totalidad el modelo de seguridad. Más urgentemente, se necesitan serios programas de capacitación a los elementos de seguridad, a los Ministerios Públicos y a los impartidores de justicia.

Concluyo recogiendo un par de reflexiones. La primera, sobre el derecho que tienen los vivos a que se respeten sus muertos, escribe el Juez Cançado Trindade de la Corte Interamericana en su voto razonado (cuya lectura recomiendo ampliamente, a partir de la página 92) del caso Bámaca Velázquez vs. Guatemala:  “La negligencia y el irrespeto con los restos mortales de las víctimas —desaparecidas o no— de violaciones de derechos humanos, y la imposibilidad de rehaberlos (…) me parecen configurar un malaise de nuestros tiempos, revelando la espantosa pobreza espiritual del mundo deshumanizado en que vivimos.”

La segunda, sobre nuestras autoridades. Escribe Ugo Pipitone, investigador emérito del CIDE: “Que a nuestros políticos los perdone Dios, si existe y si puede. Nadie más podría.”

Ojalá que se haga justicia y termine el dolor para todas las familias que también son víctimas. De las muchas caras que este país ofrece —sin duda, algunas maravillosas—, este México es también un México de bestias.

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#4 Tiempos

Los Grandes del Fútbol en 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Ha comenzado 2025 y promete ser, por lo menos, emocionante para los aficionados del fútbol en todo el mundo. Desde torneos internacionales de clubes y selecciones hasta revanchas que parecen necesarias, a solo unos meses de la Copa Mundial. No olvidemos las clasificaciones para esta justa, los encuentros entre los mejores equipos de cada continente; hay mucho que esperar.

 

Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2025

Los supuestos mejores clubes del mundo se enfrentarán para determinar al campeón mundial. La competencia se llevará a cabo del 15 de junio al 13 de julio y reunirá a los campeones de cada confederación, incluyendo la UEFA, CONMEBOL, AFC, CAF, CONCACAF y OFC.

 

Copa Mundial de Fútbol Sub-20

Esta edición se jugará entre el 27 de septiembre y el 19 de octubre en diversos estadios de Chile. Como siempre, este torneo ofrece una visión del futuro del fútbol. México ya está clasificado.

 

Copa de Oro de la CONCACAF 2025

El torneo importante de Concacaf se juega este año. Parte del mismo servirá como preparación para algunas sedes de la Copa Mundial. Equipos nacionales de América del Norte, América Central y el Caribe se enfrentarán, así como Arabia Saudita, que funge como invitado en esta y la siguiente edición.

 

Copa Africana de Naciones 2025

Marruecos será la sede del torneo para las mejores selecciones de África. Un evento que se iba a realizar entre junio y julio, pero por calendario se decidió que comenzará hasta el 21 de diciembre. Costa de Marfil regresa para buscar mantener el campeonato de la región.

 

Estos torneos se suman tanto a las copas internacionales de clubes y las ligas nacionales, para darnos un 2025 lleno de duelos que cocinarán el fútbol a solo unos meses del Campeonato Mundial. Esperemos que sea un buen año para los equipos mexicanos, que se levante un poco el espíritu y la competitividad, en un momento clave para regresar dentro de nuestro maltrecho presente futbolístico. Ojalá que el 2025 sirva para corregir el rumbo y que lo que venga, sea para mejorar, ya que espero que peor, no se pueda estar. ¡Prepárense para un emocionante 2025 de fútbol!

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#4 Tiempos

Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

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#4 Tiempos

Primeras médicas potosinas en asociaciones sociales y científicas | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

De las primeras médicas mexicanas tituladas en las primeras décadas del siglo XX, un buen número son potosinas, algunas de ellas han sido tratadas en esta sección. El camino seguido para su preparación no fue nada fácil y algunos debieron cursar otras carreras, orientadas a las mujeres, para poder aspirar a seguir estudios profesionales de su elección, como para su caso fue la medicina.

Este escenario propició que las pioneras médicas mexicanas emprendieran acciones para que fueran consideradas en un medio hostil para su práctica profesional y a manera de autoprotección, crearon y se unieron en agrupaciones académicas y sociales. Unas de las primeras asociaciones de mujeres médicas fue la Asociación de Médicas Mexicanas y la Sociedad Mexicana de Eugenesia, fundamentalmente de contexto académico. En estas asociaciones participarían las médicas potosinas y figurarían como fundadoras en estas asociaciones mencionadas.

La Asociación de Médicas Mexicanas sería creada el 5 de mayo de 1926, ante la necesidad de hacer un frente común y apoyarse para no ser maltratadas por querer titularse como médicas. En la fundación de esta pionera asociación de médicas participaría la potosina María Castro de Amerena, primera médica potosina y, de quien hemos tratado en esta columna. Con el tiempo esta asociación se convertiría en la Asociación Nacional de Médicas Mexicanas y se haría filial de la Medical Women’s International Association; y sus fines no distaban de los iniciales, a los que se sumaron: defender los intereses profesionales, colectivos e individuales de las médicas; pugnar por el acceso de las médicas a puestos directivos y de responsabilidad, y buscar la creación de seguros de vida colectivos en favor de las asociadas.

En esta asociación se unieran pocos años después de su creación las médicas potosinas: Mathilde Rodríguez Cabo, también tratada en esta columna, Sara Cárdenas Orozco, también tratada en la columna y Emilia Leija Paz.

La Sociedad Mexicana de Eugenesia, fue creada en 1931, en su fundación participarían las médicas potosinas Emilia Leija Paz y Mathilde Rodríguez Cabo. En esa época la elevada mortalidad infantil era un problema agudo de salud pública, razón por la que existía una seria preocupación por proteger a la infancia. Sus actividades se orientaron a la salud matrimonial. Entre sus actividades de difusión se dictaban conferencias como la impartida por la potosina Emilia Leija Paz acerca de enfermedades venéreas y su efecto en la descendencia.

Estas médicas potosinas jugaron un importante papel en el desarrollo de la mujer en el ámbito médico abriendo brechas para la incursión de otras mujeres en el ámbito profesional, su actividad en asociaciones sociales y científicas estaban orientadas a este objetivo.

De esta manera Mathilde Rodríguez Cabo pertenecería a cuatro agrupaciones. Frente Único Pro Derechos de la Mujer, Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Alexander Von Humbolt y la Asociación de Médicas Mexicanas.

Emilia Leija Paz pertenecería a tres agrupaciones: Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Mexicana de Higiene y Asociación de Médicas Mexicanas. Por no haberla tratado en esta columna apuntamos algunos de sus datos: Nació en Soledad Díaz Gutiérrez, San Luis Potosí. En el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí cursó la preparatoria y el primer año de la carrera de Medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional de Medicina para titularse en 1925 con la tesis Contribuciones al estudio de la neurovacuna. Estudió enfermería sanitaria en Nueva York. Su ejercicio profesional estuvo muy vinculado a la enfermería. Fue jefa de la División de Enfermería y Obstetricia en la Escuela de Graduados, primera directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de 1948 a 1957,35 donde también fue maestra. Médica auxiliar y luego jefa de la Oficina Central de Enfermeras del Departamento de Salubridad Pública, dirigió el Dispensario Antivenéreo número 7, encargada de Enfermería Sanitaria y médica en la Casa Amiga de la Obrera.

Sara Cárdenas Orozco y María Castro de Amerena pertenecerían solo a la Asociación de Médicas Mexicanas.

María Dolores Villalobos Epiro, pertenecería a la Pan American Medical Women’s Alliance. Por no haberla tratado en esta columna, también apuntamos algunos de sus datos: Nació en la Ciudad de San Luis Potosí. Estudió en la Escuela Núm. 20 y en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. En la misma institución cursó algunas materias correspondientes al 1° y 2° años de la carrera de medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional, donde concluyó sus estudios entre 1921 y 1924. De septiembre de este último año a mayo de 1925 fue practicante adjunta y numeraria en el Hospital Morelos. Presentó los exámenes profesionales en julio de 1925 y defendió la tesis Citoscopia en los niños, obteniendo el grado de médico cirujano.

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