noviembre 17, 2025

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#4 Tiempos

Yo defiendo al CIDE | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

 

En 1974, Trinidad Martínez Tarragó —española, llegada a México por el exilio causado por la Guerra Civil— fundó el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) con el objetivo de que en México se produjera investigación científica y se ofertaran programas de posgrado, ambos de la más alta calidad en materia económica y áreas afines. Formado en aquel entonces principalmente por académicos provenientes del exilio sudamericano, el CIDE arrancó con un programa de maestría en Economía y pronto extendió su oferta académica al área de la Administración Pública. Hoy, el CIDE ofrece cuatro licenciaturas, ocho maestrías y tres doctorados repartidos entre sus dos sedes; todos sus programas, con amplio reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. Con el CIDE siendo una institución pública de excelencia, financiada en su gran mayoría por recursos públicos y con una irrenunciable vocación social, vale la pena recordar las palabras de Trinidad: «Yo cumplí con lo que me enseñaron mis padres: ‘México nos ha dado todo, denle a México lo que puedan’. Y creo que cumplí con México.»

La consigna de los padres de Trinidad la he llevado muy presente a lo largo de los casi dos años y medio que llevo en la institución. Precisamente en la ceremonia de bienvenida a la licenciatura, el Dr. Ugo Pipitone, de voz gentil, pero de palabra contundente, insistió en la irremediable necesidad que tiene México de contar con personas decentes y que, ciertamente, tengan con las herramientas, capacidad y compromiso permanente, no solo de entender, sino de transformar nuestra apremiante realidad. Pipitone cinceló en nosotros la responsabilidad de darle a México todo lo que podamos, pues, desde ese momento, el centenar de alumnas y alumnos reunidos en el auditorio nos convertíamos en beneficiarios de una educación pública de la más alta calidad, financiada con recursos públicos que se estaban apostando en nosotros y no, por ejemplo, en servicios de salud. Por supuesto, esta responsabilidad la refrendamos con cada clase que se imparte con pasión, con cada curso que cuestiona nuestros paradigmas, con cada semestre que confirma nuestra vocación.

Desde su fundación, la producción académica del CIDE y su naturaleza crítica han impulsado muchos de los temas más relevantes de la agenda pública. De sus aulas se han graduado generaciones completas de personas fuertemente comprometidas con el beneficio colectivo y que hoy se desempeñan, en su mayoría, en la administración pública, otro tanto en las organizaciones de la sociedad civil, en la docencia y en la iniciativa privada. En los jardines, pasillos y cubículos del CIDE, además, se han gestado proyectos de gran impacto para el país y que van desde estudios en corrupción, desigualdad y violencia, hasta el litigio pro bono de asuntos de trascendencia nacional y el diseño de reformas constitucionales en materia de acceso a la justicia.

En general, la ciencia y la tecnología se han visto severamente mermadas en términos presupuestarios desde hace algunas administraciones; el CIDE, al ser un centro público de investigación perteneciente al CONACYT, también. Sin embargo, desde el comienzo de esta administración, los embates se han agudizado y la comunidad científica del país en su conjunto lo ha resentido. A punta de mentiras, el gobierno federal logró extinguir de tajo los fideicomisos de los centros públicos de investigación, a través de los cuales muchas de estas instituciones lograban gestionar de manera transparente y eficiente los recursos fiscales y los autogenerados. Hoy, el destino de los fondos contenidos en los fideicomisos es desconocido y las pruebas de corrupción que prometió el gobierno federal se quedaron simplemente en eso, en promesa matutina. Sumado a ello, la penosa gestión de María Elena Álvarez-Buylla al frente del CONACYT se ha caracterizado por minar severamente la autonomía y condiciones laborales de la comunidad científica, como fue la reciente introducción de una norma que prohíbe a catedráticos hablar mal del CONACYT, y otra nutrida sarta de ocurrencias profundamente desafortunadas.

Luego de una muy digna defensa de la institución, el Dr. Sergio López Ayllón decidió dejar la Dirección General del CIDE y, en sus palabras, abrir paso a “una dirección renovada que pueda seguir dando cauce a las nuevas necesidades institucionales”. Álvarez-Buylla colocó a José Antonio Romero Tellaeche —economista, académico del Colegio de México— al frente de la institución mientras se lleva a cabo el proceso de renovación de la Dirección General. En un primer acercamiento a la comunidad, Romero afirmó que su papel sería el de asegurar una transición tranquila hacia la nueva dirección general; incluso señaló que no daría golpes de timón ni tomaría decisiones que comprometan el futuro de la institución en ningún sentido. Además, prometió convocar al estudiantado a una serie de diálogos para discutir sobre el panorama del país. Como verá, estas fueron solo palabras que rápidamente significaron nada.

Al cabo de algunas semanas, luego de que el Dr. Alejandro Madrazo Lajous —entonces director del CIDE Región Centro— se pronunciara en favor de mejorar las condiciones laborales de las Cátedras Conacyt, Romero Tellaeche lo destituyó argumentando la “pérdida de la confianza”. Sobra resaltar la muy destacada gestión de Madrazo al frente de la sede regional del CIDE, quien además cuenta con el reconocimiento de la comunidad cideíta. Dada la arbitrariedad, varios alumnos y alumnas realizamos solicitudes de acceso a la información requiriendo a la Dirección General Interina que nos explicara cuáles eran los criterios para la pérdida de la confianza de un funcionario. Como podrán imaginarse, no existe criterio alguno; se trató de un acto de autoridad puro y duro. Es cierto que el Estatuto del CIDE le confiere esa facultad a la Dirección General, sin embargo, vale la pena preguntarse: ¿con qué solvencia moral puede alguien destituir a un directivo que defiende los derechos laborales de su plantilla docente? ¿En qué quedó la promesa del interino de no realizar modificaciones sustanciales al CIDE?

El ambiente se respiraba muy tenso en la institución desde entonces. Pasaron las semanas e inició el procedimiento de designación de la nueva Dirección General, a la cual se postularon solo dos personas: Romero Tellaeche y Vidal Llerenas —morenista, exalcalde de Azcapotzalco y sin experiencia académica alguna—. Ambos presentaron sus respectivos planes de trabajo y, para sorpresa de nadie, el de Romero Tellaeche está centrado en el neoliberalismo y en cómo el CIDE ha servido únicamente a esos intereses y no a los del pueblo de México. En unas cuantas páginas, Romero construyó un plan basado en prejuicios, mentiras e interpretaciones a modo de algunas cifras del CIDE. Por ejemplo, Romero hace notar que las solicitudes de admisión al CIDE han bajado desde 2018, según él, debido a que la institución se ha vuelto irrelevante. Quizás sería bueno que, no lo sé, considerara que no a muchas personas les parece atractivo estudiar en una institución con cada vez menos presupuesto y más incertidumbre, con crecientes retos estructurales y que continuamente se le estigmatiza y denosta desde el púlpito presidencial. Incluso en una condición de ventaja sobre su contrincante, Romero tuvo la oportunidad de conocer al CIDE desde adentro y acercarse a su comunidad para presentar un plan de trabajo propositivo y constructivo, lo cual decidió no hacer. En lo que respecta al plan de trabajo de Llerenas, basta con decir que su mayor virtud es la brevedad y una calculada inocuidad que le compromete a muy poco.

Así las cosas, el martes pasado Romero Tellaeche destituyó a la Dra. Catherine Andrews —Secretaria General del CIDE, segunda al mando de la institución— luego de que el Director Interino trató de posponer de manera unilateral, contrario al Estatuto, las Comisiones Académicas Dictaminadoras. Andrews actuó en estricto apego a lo mandatado por la propia normatividad interna del CIDE y ello le valió para ser removida de su cargo en la Secretaría General. Romero también intentó destituir a la directora de Evaluación Académica, la Mtra. Céline González Schont, sin embargo, por hacerlo —de nuevo— transgrediendo la normativa, esta destitución no surtió efectos. Imagine usted: Romero acusó a Catherine Andrews y a Céline González de cometer actos de “rebeldía” e incluso sugirió la posibilidad de imputarles responsabilidades penales. Por respetar la normativa interna de la institución.

En tan solo tres meses, José Antonio Romero Tellaeche, un extraño que llegó a casa y no hizo el mínimo intento por salir de su calidad de extraño, se echó encima a toda la comunidad estudiantil y plantilla docente. En solo tres actos, Romero desató una crisis al interior del CIDE que terminó por realizar la última llamada a una comunidad estudiantil que tuvo que pasar de las enérgicas condenas y despliegue de comunicados a una eficiente y horizontal organización que rápidamente se movilizó para convocar a una manifestación en las instalaciones del CONACYT y a solicitar la destitución inmediata del déspota interino, con la promesa de la toma de las instalaciones en caso de que ello no ocurra. Ante el bullicio de la comunidad, Romero convocó a una reunión virtual que, más que diálogo, pretendía ser letanía. A pesar de ello, mis compañeros y compañeras estudiantes dieron a Romero, por casi tres horas, una cátedra sobre la calidad y relevancia de lo que se produce en el CIDE; de la diversidad ideológica que priva en las aulas; de la regla de la casa: la imprescriptible libertad de sostener lo que sea, pero con el ineludible deber de defenderlo con argumentos.

No tiene sentido negar que el CIDE debe ser cuestionado y criticado. No tiene sentido, tampoco, negar los tropiezos del pasado, pero es aún más absurdo denostar al CIDE desde los prejuicios y desde las mentiras. Llamar al CIDE neoliberal, irrelevante, personalista y, además, decir que su comunidad estudiantil es manipulable, es tan burdo como miope; pensar en las instituciones en términos de absolutos y etiquetar todos los males bajo el calificativo de “neoliberal”, a estas alturas, resta seriedad a cualquier cuestionamiento y lo reduce a un hombre de paja. Paralelamente, en el ambiente de torpe polarización que priva en el país, sectores de la oposición no desaprovechan oportunidad alguna —esta incluida— para denostar al grupo de estudiantes cideítas que su momento externaron su apoyo a López Obrador. En el mejor de los casos, estas injurias no son más que arrebatos de imbecilidad de quienes consideran que el sufragio es una hoja firmada en blanco, o que el ejercicio democrático es cosa de una vez cada seis años y no más. Toda crítica a la institución, su arreglo administrativo, plantilla docente, alumnado y producción académica será recibida y atendida siempre que aquélla se sustente con argumentos razonables.

Defiendo al CIDE porque, considero, la imposición de las ideas y el desdén a la libertad de cátedra y de expresión no tienen cabida en nuestro sistema democrático. Defiendo al CIDE porque, tanto para mí como para muchas más personas, representa la mejor y única opción de acceder a una educación en ciencias sociales de la más alta calidad, y que de otro modo no hubiese podido costear. Defiendo al CIDE porque es mi alma máter y porque en ella encontré mi vocación y la oportunidad de compartirla con una comunidad maravillosa. Defiendo al CIDE porque en torno a él he construido mi proyecto de vida y porque es mi más importante motor de movilidad social. Defiendo al CIDE porque, en vez de someterse, debe ser más autónomo y replicarse a lo largo y ancho del país. Defiendo la rebeldía del CIDE porque no se puede actuar de otra manera cuando uno se enfrenta al autoritarismo. Defiendo al CIDE porque, a través de él, México me ha dado todo y porque es mi mejor oportunidad para regresárselo.

#YoDefiendoAlCIDE con una comunidad estudiantil a la que da orgullo pertenecer, que resiste con pasión, inteligencia, unidad y compromiso.

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#4 Tiempos

La semana y sus brincos | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Brincar de la herida social causada por el asesinato de Jorge Dávila Ramírez el fin de semana pasado, al sigilo bobo en el manejo del madruguete para destituir (porque así fue) a Teresa Rivera como concejal de Villa de Pozos y la inmediata designación de Paty Aradillas y rematar con el salto a la noticia del pago del adeudo a la UASLP por parte de gobierno, es como jugar rayuela y ruleta rusa al mismo tiempo.

Entre salto y salto, también vivimos la aprobación de una iniciativa poco socializada y polémica sobre la regulación de la IA, que genera más preguntas e inquietudes que certezas.

Pero repasemos los brincos, en el primer caso, en el del homicidio de Jorge Dávila, hubo un giro inesperado que fue confirmado apenas hoy por la titular de la Fiscalía.

Se respaldó la versión que La Orquesta comunicó a su Culto Público desde el lunes pasado por la noche.

Jorge no iba caminando por una calle solitaria, silbando y soñando con su prometedor futuro cuando dos maleantes encapuchados le salieron al paso y le dijeron “las llaves o la vida” y le dispararon. No, definitivamente no fue así pero así nos lo dibujaron e hicieron creer las primeras versiones.

Jorge acudió al llamado de una solicitud de ayuda (uno ayuda a quien conoce y estima, lo que reafirma que era además un buen ciudadano y buen hombre).

Aquí el “blackout” o el vacío que han de llenar las investigaciones: No se sabe en qué momento se suben (y pongo énfasis que adelante explico) a su auto dos desconocidos.

Por la zona de los Filtros se detienen y le dan un disparo, su acompañante sale corriendo calle abajo y llega a la esquina de Río Papaloapan y Río Nazas.

Minutos después, como se observa en videos en poder de la Fiscalía, y de acuerdo a la declaración de la testigo clave interrogada el lunes por la tarde noche, Jorge llega herido a la misma esquina por su propio pié y se desploma en los brazos de su hasta ahora desconocida acompañante.

El énfasis que hago en que se subieron dos desconocidos es porque la circunstancia es particularmente extraña, pues de acuerdo a los datos de robo de vehículos y hasta para el sentido común, cuando los ladrones despojan a sus víctimas de un automóvil, lo “ba-jan” del carro, no se “su-ben” al mismo.

El silencio de la Fiscalía y los pocos avances (aunque apenas mañana se cumplirá una semana) han abierto espacio a todo tipo de especulaciones, y la multiplicación de versiones, lo que es cierto es que la historia original creada en el imaginario público dista de ser la verdad y lo más importante, la exigencia de la comunidad estudiantil por la indignación ante la muerte de su compañero, se suma a las exigencias de una marcha de “batas blancas” organizada por personal de centros de salud que saldrán a las calles para reclamar mejores condiciones de trabajo, material, equipo y personal.

El caso de Jorge Dávila se sigue escribiendo y los renglones cada día se tuercen más, la memoria del joven pasante no merece impunidad ni opacidad, la actuación de la autoridad además de pronta y eficaz, debe ser clara y transparente con la opinión pública.

Nuevo turno: saltemos en un pié en la rayuela semanal, para dar un brinco al tonto manejo, y bobo sigilo con el que el Congreso manejó la salida de Teresa Rivera, que para los términos y fundamentos legales que usaron los legisladores para designar a una nueva presidenta concejal, pues se podría decir que Tere Rivera no renunció… la destituyeron.

Digo lo anterior porque aunque la filtración de la renuncia firmada por la hoy defenestrada Rivera Acevedo, tiene sello de recepción por parte del Congreso del 11 de noviembre, no obstante, el documento en sí mismo no tiene fecha de elaboración, solamente dice al calce la leyenda: “a la fecha de su presentación”.

Preguntando (porque si no pregunto me da comezón en lugares que me da pena comentar aquí) me soltaron que la renuncia fue redactada y firmada el día que tomó el cargo, es decir, ya la tenían lista desde mucho antes para que, en caso de ser necesario, simplemente usarla y así dejar fuera a Rivera a conveniencia pues de quien la designó.

Pues fue necesario. Desde hace meses se sabía que ni para su equipo ni para sus compañeros de la cúpula Tere era bien vista ni recibida, pues el cargo además de que le quedó grande, estimuló demasiado su ego, altivez y prepotencia. Ya no la aguantaban en pocas palabras.

Tras la “filtración” bobalicona de la renuncia así como de la convocatoria de Héctor Serrano para la sesión de la Comisión de Gobernación del jueves, misma en la que se daría entrada a la renuncia y al mismo tiempo se designaría nueva presidenta concejal, pues se concretó lo que muchos habían adelantado: Sale Tere, entra Paty.

¿Por qué? Porque el legislativo manda y -hay que decir- dejó rebasados por mucho a los concejales inconformes. La Ley Orgánica del Municipio Libre no aplicó porque son un Concejo no emanado de la voluntad popular sino por designación legislativa y punto.

Los concejales se vieron, por decir lo menos, lentos, desorganizados, desarticulados y de plano pazguatos.

Al legislativo, lo absorbió la habilidad del presidente de la Jucopo y la Comisión de Gobernación, Héctor Serrano, que ya tenía planchada la operación y la ejecutó.

El municipio bebé cambia de mamá nodriza.

¿Se interpondrán controversias por parte de los concejales? Ganas si tienen, pero dudo que las lleven a cabo. No tienen equipo jurídico, recursos, unidad y para acabar pronto el peso político suficiente. Que mal, pero así es.

Último brinco al diez con voltereta mortal en la semana rayuelésca: El pago de la deuda a la Universidad es un hecho y es cuestión de trámites bancarios para que se refleje en las cuentas universitarias como lo anunció La Orquesta desde la tarde de ayer jueves.

No se ustedes, Culto Público, pero el que esto escribe nunca ha transferido 208 millones de pesos, ni me han transferido 208 millones de pesos (que debe ser lindo) pero por sentido común, tal como lo aceptó el rector en una entrevista hace un rato este viernes, pues no es una cantidad que saques del cajero o que mandes por transferencia desde tu teléfono.

Lo que afirmé ayer, sobre el trámite en curso para que se reflejen los recursos para la uni, tanto como la reunión pactada para el lunes entre el ejecutivo y el rector están confirmadas por los mismos autores.

Aún así, hay voces universitarias que piensan que la nota en primicia en la que adelantamos lo anterior fue un invento, que fue producto de la imaginación de quien esto escribe y que si cae el depósito en el transcurso del día (yo di de 24 a 48 horas) y si se reúnen el lunes ambos personajes, será producto de la suerte, y de puritíta casualidad y no por los casi 28 años que llevo dedicándome al periodismo.

En fin, eso no es importante.

Para la UASLP, como para Santo Tomás “hasta no ver, no creer” y quizás tengan razón en la desconfianza.

Aunque lo adelantado se ha cumplido, hasta que tengan la ficha de deposito certificada por el Banco de México (y seguro la filtren a sus consentidos) la UASLP aceptará que les pagaron y que sus “ojalás” fueron escuchados.

Asunto también de poca importancia.

Lo verdaderamente relevante es que la comunidad, maestros, administrativos, funcionarios y jubilados podrán estar tranquilos y seguramente el paro de actividades no será necesario.

Lo verdaderamente relevante es que ganó la responsabilidad institucional después de muchos vaivenes declarativos e interpretaciones equivocadas del convenio y anexo de pagos convertido en compromiso para el gobierno estatal, mismo que estará cumpliendo.

El lunes se confirmarán las cosas y seguro se aprovechará para que, en la Ley de egresos gubernamental que tienen que entregar a mas tardar el 20 de noviembre, no se vuelva a cometer el error de contemplar menos recursos que los que firmen con la federación para que en 2026 no se tengan diferencias.

Si todas y todos somos la UASLP y todas y todos somos SLP, pues ganamos todos. “Ojalá que así sea”.

Llegamos al 10 de un “avioncito” o rayuela, dibujada no con gis, sino con sangre, sudor y lágrimas.

A compañeros, dueños de medios y directores de información que me mandaron comentarios de reconocimiento y todos alentadores: Muchas gracias. A veces el periodismo da satisfacciones, a veces es canalla. Abrazo a todos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

La incansable divulgadora del conocimiento, Ikram Antaki | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hace cincuenta años llegaba a México una siria recién graduada de doctora en etnología en la Universidad de París VII, y fincaría su actividad profesional en este país nacionalizándose mexicana y realizando diversas actividades relacionadas con su área de interés convirtiéndose en una de las intelectuales mexicanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en México; Ikram Antaki que había nacido en Damasco en 1947 en el seno de una familia de juristas y humanistas.

Su madre estudió la literatura rusa del siglo XIX y su abuelo que fuera el último gobernador de Antioquía, salvó a miles de armenios del exterminio en 1915, durante el asedio otomano. En 1969 viajó a Europa y siguiendo la vena familiar estudiaría literatura comparada, antropología social y el doctorado en etnología del mundo árabe.

En 1975 abandonó Francia para venir a México; Antaki narra su decisión que tomó abriendo un compás sobre el mapamundi y, siguiendo una línea horizontal imaginaría paralela al Ecuador, determinó que México era el país más lejano a Siria, “era el fin del mundo” un lugar que ella quería conocer. Al poco tiempo nacería su hijo y formaba así una familia mexicana e iniciaba su intenso trabajo intelectual.

Ikram se dedicaría a la docencia, el ensayo, el periodismo y la radio, convirtiéndose en una de las más importantes divulgadoras del conocimiento, encajando de manera natural en la vieja tradición mexicana en divulgación de la ciencia, donde caben de manera conjunta todas las disciplinas y que inciden en el ámbito cultural.

Escribió alrededor de veintinueve libros y agradecía a sus lectores “el deseo de saber”. Libros que proyectó su creación desde los ocho años y que guiarían sus intensas lecturas de obras literarias y de ensayo. Dejó en borrador muchos otros escritos de sus ambiciosos proyectos de divulgación.

Ikram Antaki, se definía a si misma: “Ahora me proclamo, de manera un poco simple, conservadora, aunque de hecho no es exactamente así; en la práctica sigo la frase de Averroes: ‘sean renovadores en todo lo que se refiere a la ciencia y el pensamiento, sean conservadores en lo que se refiere a los asuntos de los hombres’”.

Al morir en la Ciudad de México en el año 2000, Ikram Antaki estaba completamente dedicada a cumplir con la meta más ambiciosa de su vida: “He descubierto, en este país, que soy un ‘buen maestro’, no solo ‘un buen escritor’, alguien que sabe algunas cosas y que no las quiere guardar, sino compartir”.

Además de la escritura, a la que considera resguardadora de la memoria ante la memoria de la información mediática que es frágil, tuvo un importante papel en medios audiovisuales colaborando en los canales oficiales, once y trece

, y en numerosos programas de radio y conduciendo los propios, como fueron los célebres: el Banquete de Platón y el Ágora.

Los interesados en adentrarse al mundo de la divulgación científica, sobre todo cuando no existen instituciones formadoras para ello, pueden recurrir a las obras de Ikram Antaki y aleccionarse con sus narrativas llenas de información y basadas en el pensamiento crítico, como trabajos de síntesis del pensamiento y que traspasan los campos de la especialidad uniendo de manera natural la ciencia y el humanismo y su responsabilidad con la sociedad.

Su programa El Banquete de Platón, ha sido base de varios de sus escritos donde recoge lo tratado en el programa. En especial el libro, mas que recomendado, que lleva como título, simplemente: Ciencia, editado por Penguin en su colección De Bolsillo, no puede faltar en la lectura de quienes se interesan por el pensamiento y conocimiento desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad.

Escrito en forma rigurosa y fácilmente asimilable, ayuda al lector a tener una idea rápida y actualizada de la naturaleza humana, el origen de las lenguas, las razas, el racismo, la inteligencia, la genética, el principio del universo, el tiempo, el cerebro y la descorazonada aventura de la modernidad científica que venció el oscurantismo.

Como le decía Ikram Antaki: “El merito de su parte (refiriéndose al lector), está en el hermoso y agradecible deseo de saber. El mérito, de mi parte, está, en la tentativa de síntesis”.

Recordamos así a una extraordinaria mujer que tomó a México como su casa y que contribuyó a la educación del pueblo con base en la divulgación y educación no formal, a través de sus libros y programas audiovisuales, convirtiéndose en una importante divulgadora del conocimiento en México.

También lee: El surcador de los cielos potosinos, Alfonso Ledezma Zavala | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?

¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!

Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?

Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.

Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».

¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…

El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.

Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:

-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.

Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.

El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)

estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.

Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!

Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.

«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!

Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».

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Opinión

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