#4 Tiempos
Que cada quién cargue sus cubetas | Columna de Jorge Saldaña

TERCERA LLAMADA
Para retratar la forma en que las autoridades de San Luis están abordando el tema de la crisis hídrica, una buena sugerencia sería una foto en la que aparezcan juntos el gobernador Gallardo, el alcalde Galindo y el rector de la Universidad Autónoma, Zermeño, disparándose como niños chisguetes con pistolas de agua. Todos contra todos.
Lo malo es que no son niños, son adultos con las más altas responsabilidades, y en su juego de mojarse para ver quién deja más salpicado al otro, se les van a evaporar los chisguetes, la ciudad, la gobernabilidad y la credibilidad centenaria. Los calores están fuertes.
Olvidan los juguetones que la escasez de un recurso tan básico no tiene culpables, al menos vivos, que tengan nombre y apellido y es absurdo disparar en ese sentido.
Se les escurre a los juguetones que buscar en el de enfrente y señalarlo como responsable de la crisis, no es una medida que genere espontáneamente el líquido.
O que el intercambio de “Boletinazos” entre los palacios, no arregla una válvula, ni prende un pozo.
Poner a cuestionables empresarios convertidos en presidentes de cámaras y a diputados federales en una esgrima declarativa contra senadoras, síndicos y líderes de partidos, no da agua para lavar los trastes.
En el torbellino del día a día, pierden de vista que el plan emergente, los estudios y hasta las voces e ideas contrarias al respecto, deberán ser avaladas genuina y exclusivamente por los ciudadanos cuando vean resuelto el problema junto a sus grifos dando agua y no antes.
Querer ganar la percepción desde ahora, es como querer anunciar el marcador final antes de los penalties.
En el mismo sentido va eso de tomar la postura de la UASLP, queriendo adornarse diciendo que tienen la solución en las manos a través de la evolución, reedición y elaboración de estudios especializados que han realizado tanto por décadas que recientemente.
Qué bueno que la tengan, pero sacar su última versión a la luz cuatro meses después de que se planteó y se socializó al máximo el problema “E-mer-gen-te” de 2023 pues…
Eso parece además de pomposo y trasnochado, francamente irrelevante para resolver la urgencia, la del diario, la de unas 100 mil casas.
Cierto y comprobable que la universidad lleva 55 años haciendo contribuciones de altísimo valor para la sociedad en el tema del agua.
Y ni se duda ni se regatea un solo renglón de lo presentado públicamente el lunes por el multidisciplinario y experto Grupo Universitario del Agua.
Tampoco se pone en tela de juicio que la sectorización propuesta como solución a mediano plazo reduciría en un 15 por ciento el desperdicio de tan valioso recurso.
Mucho menos se duda que el agua que extraerán de pozos que hoy se encuentran en proceso de excavación, puedan presentar niveles de contaminación, pero… ¿Por qué no lo dijeron antes como para encontrar mejores zonas de mantos acuíferos?
También es justo decir que es fehaciente, real y contundente lo que expuso la Máxima Casa de Estudios al respecto, y es que históricamente los gobiernos municipales (únicos responsables y ejecutores) habían sido de plano socarrones, necios, corruptos, ignorantes, omisos o todas las anteriores con las contribuciones universitarias, sin embargo, aunque en el pasado hayan sido relegadas sus investigaciones, la responsabilidad social le obliga a la UASLP seguir elaborándolas y entregándolas, así como lo hicieron, a toda la sociedad con generosidad genuina. La soberbia institucional y la actitud de púlpito inatacable ¿en qué es útil?
Las medallas, los abucheos o los aplausos son lo de menos, y en todo caso, la sociedad siempre ha reconocido y reconocerá la contribución académica al mismo tiempo que condena severamente a los gobiernos que han sido omisos.
Por cierto un breve paréntesis: consta que fue caprichoso y enteramente casual que empatara el día de la presentación universitaria con la llegada del “día cero”, y la mejor prueba está en que ni unos ni otros tenían cómo saber la fecha de la llegada del oficio de la Conagua anunciando el día en que acabaría el bombeo.
En resumen y en economía: agua no hay, la que hay está contaminada, el Realito tomará meses para que vuelva a bombear el recurso y eso ni siquiera es el principal o único problema.
El recurso vital (odiosos lugares comunes) sufre de una pésima e histórica distribución, la red desperdicia, el agua tampoco tiene las mejores condiciones químicas para su consumo, la extracción, venta, tratamiento y desigualdad de acceso para unos y otros ciudadanos es patética y en el colmo, tomarla sin filtrar hasta esta bajando la capacidad intelectual de los niños, asunto gravísimo.
Mientras tanto, las estrategias del Ejecutivo, el gobierno municipal y la UASLP parecen jalar cada una por su lado (todas válidas, pero inconexas unas con otras).
¿Qué hacer? Pues que agarre cada quién sus cubetas, pero las acarreen para el mismo sitio.
Las soluciones académicas presentadas no están presupuestadas financieramente y aunque viables y deseables, no responden a la urgencia de poner agua en las casas de los potosinos ya, mañana.
Sus soluciones implican meses y meses, quizás más de los ocho meses que durará la reparación de la fallida presa y más de lo que tome al municipio sortear el álgido momento hasta recuperar los más de 460 litros por segundos ausentes (Y ya llevan poco más de la mitad recuperados en compensación).
Tampoco parece buen momento, en términos de solución social, que se fomente y genere un clima de enfrentamiento entre las autoridades.
Eso de nada y a nadie sirve.
Borrar a un probable rival político aprovechando un escenario de escasez líquida puede ser estratégico y rentable políticamente, pero saldrá carísimo el pleito porque en si mismo no abona a la tranquilidad y paz social que esta administración estatal ha logrado.
Tomemos en cuenta que la falta de absoluta de agua sí saca a la gente a las calles y paraliza la ciudad. Nadie desea ese escenario, ni resuelve el qué ponerle a la lavadora para asear la ropa, abre la regadera o llena el tanque de la taza del baño.
Es momento de dar golpes de timón y, por lo menos mientras dura la contingencia hídrica, cancelar todo pago de la CEA a Aquos El Realito.
Ni modo, hasta que la Conagua termine la reparación y hasta que Aqualia repare o de plano haga otro acueducto, no se contemple regresar al abusivo contrato. Cortar con la empresa solamente está en manos de gobierno a través de la CEA y del gobierno federal depende en exclusiva la reparación a la presa.
Tampoco debería Interapas en los próximos meses pagar un solo centavo a Aqualia sencillamente porque no se recibirá ni un litro.
Mientras tanto la clase empresarial (que parece estar poco más que extraviada) sus los líderes patronales, industriales y comerciales, podrían aportar mucho más que opiniones empapadas de babas.
Podrían por ejemplo empezar por pagar el agua que deben, esa que usan para sus procesos productivos, la que usan y no está tratada porque les sale más cara, esa que extraen de sus pozos que no comparten o de plano la que disfrutan simplemente porque los gobiernos anteriores les han condonado graciosamente los recibos.
Los ciudadanos y vecinos todos, tanto los que vivimos en las 59 colonias en las que se repartirán pipas cada cuatro días en diferentes horarios, como los que estamos conectados a la red, tenemos que ser conscientes del uso medido y restringido mientras dure la emergencia.
Los clubes sociales como el Deportivo, La Loma, Club de Golf, Campestre de Golf, Club dos mil y otros que tienen pozo, deben voluntariamente durante la crisis, compartir el beneficio de sus concesiones con todos los potosinos e inyectar de su recurso prestado a la red de toda la ciudad, misma de la que han obtenido tantos y tantos beneficios, de lo contrario, enfrentarse a la requisa que no es otra cosa que se les obligue a hacerlo advertidos que de negarse, podrían perder por completo la concesión, su permiso, su privilegio.
Si alguien tiene hoy las puertas abiertas con el presidente y su gabinete federal así como con las cámaras de diputados, y con casi todas las dependencias involucradas, es Ricardo Gallardo.
Si alguien tiene relaciones y comunicación directa con los poderes en la capital del país y el extranjero construidas durante su trayectoria profesional, es Enrique Galindo.
Sí alguien es reconocido, querido y muy altamente respetado en la comunidad académica nacional se llama Alejandro Zermeño.
¿Por qué en lugar de dispararse chisguetes de agua con pistolas de juguete no unen esas capacidades de gestión? No en beneficio de sus trayectorias, ni de sus futuros, sino en beneficio de la ciudad y el de las próximas generaciones. (Ya quieran poquito a la ciudad no?)
Algo que los une es que los tres reconocen el agua como derecho humano, pero igualmente deberían reconocer un poco su responsabilidad y comportarse como estadistas en la oportunidad que tienen para hacerlo y jueguen aunque sea por una vez, en equipo.
Para terminar, y en la feroz ignorancia de quien esto escribe así como mi conocida ausencia de sentido común, solo diré que así como un deseo, me hubiera gustado ver que el gobierno estatal, municipal, la universidad, los tres poderes, todos los alcaldes de la Zona Metropolitana, las cámaras empresariales, los industriales y la sociedad civil contemplaran hacer un pacto:
Un convenio de todos, en el que se resuelva a través del plan emergente municipal la urgencia de todos los días, pero al mismo tiempo se buscase con entidades nacionales e internacionales, civiles y públicas, los recursos, los 3 mil o 5 mil millones que hacen falta para resolver el problema de fondo, en el corto, en el mediano y en el largo plazo.
Un pacto temporal en el que los mejores técnicos universitarios honorariamente se aboquen a trabajar como funcionarios del organismo intermunicipal para asesorar en el campo y todos los días tanto el plan inmediato como en la planeación y ejecución de su plan multidisciplinario.
Un plan en el que, por voluntad (y si no por decreto) los que tienen agua concesionada la sumen a los que no tienen y se recuperen mucho más pronto los litros perdidos.
Un acuerdo amplio en el que se plantee la reestructura del Interapas, se integre al resto de los municipios o de plano se desintegre el organismo, pero mientras tanto, se le apoye para contener y enfrentar el acarreo de agua por colonia y por horarios, se acelere la perforación, se ubiquen nuevos y mejores lugares de extracción y se consiga el recurso suficiente para pagar a los ejidatarios los espacios de las presas jamás concluidas de El Palmarito y Las Escobas que tanta falta hacen.
Que funcione El Morro, que sea autosuficiente financieramente Tanque Tenorio, que se rehabiliten las plantas tratadoras, que se exija a los desarrolladores usar y tratar el agua en cada proyecto y por ley la industria solamente use agua tratada.
¿Será muy difícil aún unir todos esos esfuerzos?
Las autoridades, todas, llaman a la solidaridad de los ciudadanos. ¿Por qué no empiezan a ser solidarios entre ustedes?
A nadie vendría mal dar ejemplo nacional de tres buenos estadistas emprendiendo una acción conjunta, responsable y de enorme valor e impacto social del más grande nivel.
Agarren…agarrémos pues, cada quién nuestra cubeta.
Quiero terminar esta entrega, Culto Público, con un cuento, uno muy corto y de trágico e inesperado final:
Uno que relata la historia de tres niños que se encontraron un perro deshidratado. El primero quiere darle agua de la llave y de inmediato, el segundo lo criticó porque el agua no está limpia y presume de tener la solución, pero en su casa que está lejos, y que además quitará la sed del perro en unos meses (porque así debe ser según él). El tercer personaje les hace ver a ambos lo equivocado que están, les propone ayuda, unas jarras de agua grandes y hasta medidas contra la deshidratación de los perros permanentes, siempre y cuando solo lo haga él y los demás se hacen un lado, lo que también llevaría tiempo.
¿Cómo acabó la historia?
No lo sé, porque mientras se pusieron de acuerdo los niños, el perro se les murió de sed.
Hasta la próxima.
Atentamente:
Jorge Saldaña
También lee: Adán está enojado y muy lejos de Tabasco | Crónica de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.
Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.
Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.
En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.
Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.
Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.
Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.
En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.
También lee: Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…
El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.
-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?
Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?
-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?
Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.
¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».
Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre».
A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.
Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).
También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.
En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».
Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:
-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…
También lee: Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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