febrero 6, 2025

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#4 Tiempos

Progresismo, embeleco para desprevenidos | Columna de Julián de la Canal

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El prestigio del mito del progreso no deja de incrementarse desde hace dos siglos. Cara visible de la dialéctica que impulsa la historia, se aprecia como ese momento siempre pospuesto en que el ser humano será mejor. El progreso es mito y como mito vive el progreso que no está estrictamente mitificado pero con el que comparte elementos que explican su prestigio. En la actualidad, el vocablo reúne un significado literal y otro asociado a determinadas ideologías de izquierdas y de derechas. El Diccionario de la Lengua Española consigna dos acepciones: “Acción de ir hacia adelante” y “Avance, adelanto, perfeccionamiento”. La ideología proclama que el progreso reformulado como progresismo asegura el ingreso inmediato de cada individuo en la marcha de la humanidad. Toda existencia cobra sentido exclusivamente inscribiéndose en la historia que asegura la posteridad. Sin embargo, ese “toda existencia” que constituye el todo de “la humanidad” solo es ficción puesto que resulta de la suma de vidas singulares. La observación importa. John Gray registra que “la humanidad, por supuesto, no marcha hacia ninguna parte”. Dos factores dotan de solidez a la sentencia: la humanidad es incapaz de “marchar hacia ninguna parte” porque es ficción, pero también porque muchas vidas definitivas que componen la “humanidad” todavía disfrutan de libertad para ir hacia adelante o hacia atrás e incluso hacia ninguna parte. El progresismo es embeleco para desprevenidos.

El progresismo es hoy ideología de Estado fundado en la promesa de perfeccionamiento de la naturaleza humana cuando la naturaleza humana se ha mantenido inalterable desde siempre. Resultado unívoco del progreso, obra como recetario social que no es en absoluto progresista porque hay tantas maneras de progresar como individuos. Ideología pura, admite paradójicamente cualquier movimiento excepto el progreso como acredita la cultura de la cancelación. En tanto decálogo, excluye toda excepción que atienda a lo individual, entregado a un ordenamiento social restrictivo con objeto de uniformar a la ciudadanía. No promueve la libertad, sino la imposición previamente procesada en el laboratorio de la corrección política. Secuestra la libertad personal mediante lo políticamente correcto, perverso mecanismo al servicio del pensamiento único. El progresismo objeta el progreso bajo la falacia de adhesión al progreso. La seducción reside en la confianza de un futuro mejor que se disipa cuando el ciudadano lo extravía. Al perder la fe en el futuro, aniquila su propia imagen. Ya no extravía la expectativa, sino que se extravía él mismo. Sucedáneo materialista de la esperanza o su corrupción, coacciona al ciudadano para aceptar instrucciones previa renuncia a su libertad proclamando la misma libertad que atropella.

El progresismo declara incompatibilidad con la religión: la ciencia proporciona nuevas expectativas irreconciliables con los oscuros tiempos de la fe. Pero el progreso se aviene a la fe con naturalidad. Huella del cristianismo primitivo, surge con el mensaje de Jesús al anunciar el fin de los tiempos. El mundo moderno se funda en el cristianismo: la fe en el progreso procede de la modernidad enunciada por la religión cristiana. Si la fe en el progreso es transposición de la esperanza, el progresismo implica la liquidación de la esperanza. Progresismo representa felicidad en el ahora aceptadas sus directrices ideológicas. Jibariza el futuro jibarizado a su vez ante el vértigo de la civilización.

El progresismo merma el futuro apremiado por la ilusoria oferta de lo inminente. Sin futuro no hay progreso, ni siquiera fe en el progreso, acaso reclamo publicitario que opera en contra del progreso y de la fe que lo sustenta. El progresismo experimenta una contradicción radical: simula delegar en ese futuro que custodia su promesa lo que requiere el presente del interés político. Por eso genera apariencia de movimiento a partir de conflictos que promueve, estratagema que oculta inmovilismo a la espera de servidumbre definitiva. Vocablo urdido por el pensamiento único, el progresismo conspira ya en contra del progreso, pero sobre todo en contra de la esperanza aunque la esperanza conduzca a ninguna parte. El progresismo existe ante todo en “el orden del discurso”, definición de poder según Michel Foucault. Sometido a sofisticada manipulación, el lenguaje limita la experiencia con el pretexto de bizarro compromiso social como repuesto de la libertad personal, en que lo decisivo es la renuncia a la libertad en favor de un ideario que demanda con urgencia la desaparición de ciudadanos libres.

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Cadencia, obra inédita de Julián Carrillo estrenada por Ángel Blanco | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El guitarrista mexicano residente en Canadá, Ángel Blanco, ya ha aparecido en esta columna donde se ha dado a conocer parte de su labor musical y cultural. En esta ocasión volvemos a tratarlo debido al rescate de obras desconocidas e inéditas del gran músico potosino don Julián Carrillo.

El pasado 28 de enero se conmemoró el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Julián Carrillo en Ahualulco, San Luis Potosí, y como tributo Ángel Blanco publicitó el estreno mundial de una pieza de Julián Carrillo escrita para guitarra en cuartos de tono. Ángel Blanco, en su repertorio, tiene su guitarra en cuartos de tono donde interpreta obras, no sólo de Carrillo, sino que, usando las Leyes de Metamorfosis, creadas por Carrillo, transfiere música tonal a microtonal usando su guitarra y las referidas leyes.

Por suerte algunos estudiosos han tomado en sus manos la investigación sobre obras microtonales de Carrillo no estrenadas. Un caso especial es la obra Cadencia que encontrara Ángel Blanco, uno de los estudiosos e intérpretes de la música de Carrillo en una estancia que tuviera en San Luis Potosí, trabajando en el archivo de Carrillo que se encuentra en San Luis Potosí bajo resguardo de la Secretaría de Cultura.

En sus indagaciones dio con la partitura de esta obra que puede ser parte de una obra mayor y que dejara Carrillo como acostumbraba en la creación de sus obras, un núcleo básico a partir del cual puede seguir construyéndose una obra. Suele decirse que Carrillo no terminaba sus obras, la verdad es que era parte de su estilo de trabajo en el cual la creación básica como núcleo de obra era fundamental para seguir recreando el tema bajo la imaginación del interprete. Cadencia, tiene justo esta estructura y que Ángel Blanco seleccionara el 28 de enero para su estreno mundial bajo la interpretación del propio Ángel Blanco, excelente guitarrista mexicano que radica en Canadá donde realiza su trabajo profesional en las universidades canadienses.

Ángel Blanco se desempeña actualmente como catedrático de guitarra en Quebec

, lugar donde reside, alternando esas actividades con la de concertista y promotor cultural. Son frecuentes sus visitas a San Luis Potosí y al Altiplano Potosino en sus giras que realiza en México. Comenzó sus estudios en Helmstedt, Alemania con Olaf Sievers, después en la Universidad Autónoma de Coahuila con Jesús Posada y finalmente en la Université Bishop’s de Québec con Andrew McDonald. Ha tomado clase magistral y cursos con renombrados maestros como Karlheinz Stockhausen, Leo Brouwer y Remi Boucher.

Celebramos el entusiasmo de Ángel Blanco para el rescate de la música de estos personajes mexicanos que han colocado a México como uno de los puntos donde se ha contribuido al desarrollo musical y en especial a la teoría de la música con sus innovadores sistemas que se suman al de otros músicos mexicanos desconocidos.

Cadencias, escrita para guitarra en cuartos de tono por Julián Carrillo, ahora puede escucharse y a través de sus notas ingresar a ese nuevo mundo sonoro creado por Julián Carrillo que colocara a San Luis Potosí en la palestra mundial a través de la música.

Un buen homenaje a la memoria de Julián Carrillo y un reconocimiento a su labor trascendental en el arte y la música mexicana es este rescate de una obra perdida y nunca tocada anteriormente para guitarra de cuartos de tono, que Ángel Blanco da a conocer en el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Julián Carrillo Trujillo, como un tributo a la memoria de tan insigne músico.

Cadencia, puede escucharla en la siguiente dirección:

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Fuego cruzado y señalamientos precoces | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Entre los integrantes de la Comisión de Vigilancia, el Instituto de Fiscalización y el Ayuntamiento capitalino, hay fuego cruzado y no se avisora tregua.

Al respecto y si me lo permite, vamos poniendo las diéresis en las “us”, los puntos sobre las íes y las cartas sobre la mesa.

Quien encendió la hoguera, que hoy ya no saben controlar, fue el titular del Instituto de Fiscalización, Rodrigo Joaquín Lecortois, que desde diciembre pasado soltó una declaración precoz y maliciosa (en política lo que parece, es) respecto al monto y origen de supuestas y millonarias observaciones detectadas en las cuentas de algunos entes obligados pero al mismo tiempo haciendo un énfasis “velado” en el caso de la capital potosina.

Técnicamente y siendo muy “puristas” el titular del IFSE, no rompió ninguna norma y reglamento al hablar del tema, pero no le faltó nada para hacerlo y eso huele a imprudencia programada, a golpe sin que parezca golpe, y a la rienda suelta para la politización del asunto. Y así fue.

La postura del gobierno de Enrique Galindo por su parte, es la más simple: Primero ser notificados, segundo cumplir con el primer plazo para desahogo de observaciones (que terminó hoy) y usar los 60 días que restan y que marca la ley para que se sigan solventando las dudas y observaciones de cualquier índole y de cualquier tamaño.

Llamar, de cualquiera de las partes involucradas en este fuego cruzado, a la “no politización” del asunto no les queda. A ninguno. Ya están grandecitos.

El asunto es político por donde se le vea, y estando las cosas en el grado de tensión entre palacios, la intervención del IFSE en ese grado no puede creerse que sea obra ni de la casualidad ni de la “inocencia”. (¿O será que yo soy el único mal pensado?)

Están jugando a la bolsa de valores del descrédito, o al menos ese es el mensaje que están enviando. ¿De qué les sirve? Yo tengo mis teorías, pero la mejor opinión es la de Usted, mi Culto Público.

Entre tanto, los episodios declarativos y esgrimas verbales entre los diputados integrantes de la Comisión de Vigilancia, específicamente entre el diputado presidente de dicha comisión, Fernando Gámez Macías y el legislador Marco Gama, vinieron a echar gasolina a la hoguera que inició en diciembre.

Por un lado, el legislador naranja puso de manifiesto que no se había tenido acceso al dictamen y se quejó del uso político de los “adelantos” a la opinión pública,

lo que interpretó (igual que muchos) como un acto de ataque dirigido.

En contra parte, la narrativa del diputado Fernando Gámez se centró dos líneas: demostrar que desde diciembre pasado todos los integrantes pudieron revisar los dictámenes y querer quejarse en último de enero era demasiado tarde.

Le dijeron a Gama algo así como “tu no hiciste la tarea y yo no te presto la mía”.

Por otro lado, tanto Gámez como el Instituto de Fiscalización acuden al argumento de los nuevos tiempos y de la transparencia encima de la prudencia que corresponde al manejo de las observaciones, que apenas entran a una segunda etapa de desahogo por 60 días más, es decir, no es tiempo de acusaciones completas. Ni hay nadie con un pié fuera de su esfera.

El argumento fue reforzado por declaraciones de éste mismo sábado en la mañana por el diputado José Luis Fernández y el senador Gilberto Hernández Villafuerte, ambos del Partido Verde, que respaldan al diputado Fernando Gámez y a Rodrigo Joaquín Lecortois y tienen razón, nadie en su sano juicio está en contra de que se explique y transparente el uso de los recursos, sin embargo el modo en que lo están haciendo, estando las circunstancias como están, se presta por lo menos a interpretaciones.

Sin embargo, hay que ser muy claros: adelantado o no, precoz o no, politizado o no, prudente o no, filtrado o no, si el ayuntamiento capitalino y otros entes obligados tienen encima millonarias observaciones pues deben ponerse a trabajar, evitar la esgrima mediática de asuntos técnicos, cumplir en tiempo y forma, dar la cara, ser responsables y cumplir no solamente con los personajes al frente de las instituciones, sino asumir responsabilidad ética y moral que tienen con nosotros los ciudadanos.

Jorge Saldaña.

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Estimado señor Domènec Torrent | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Estimado señor Domènec Torrent:

Me presento, soy Arturo Mena, columnista del periódico La Orquesta desde hace casi 10 años, profesor universitario y seguidor de toda la vida del fútbol potosino en sus distintas facetas.

Soy un tipo crítico con su equipo y consciente de los grandes esfuerzos que históricamente ha tenido que hacer el fútbol de San Luis Potosí para estar en las primeras planas a nivel nacional. Me queda muy claro que estamos lejos de los reflectores y de los grandes titulares de la Liga; sé muy bien que distamos demasiado de ser un equipo grande.

Señor Torrent, estoy completamente seguro de que usted tiene toda la experiencia en el manejo de vestidores de clase mundial. Usted ha estado en el banquillo y vestidor de los mejores equipos del planeta; sé muy bien que le ha aportado a los cuadros que más han ganado en la historia de este deporte. Eso es indiscutible: la experiencia y la altura las tiene a los más altos niveles del fútbol.

Pero, señor, no lo veo claro. ¿Decir que lo “anormal fue hacer 30 puntos el torneo pasado” en una conferencia de prensa ante el equipo más mediático del fútbol mexicano? Caray, no veo en qué ayuda eso al equipo, a la afición. Declarar que San Luis es un equipo que cada año está para pelear el descenso, en la sala de prensa más vista del fútbol nacional, es pasarse de sincero.

Lo sé, usted sabe más que yo de este mundo. Usted es el maestro detrás de lo bueno o malo que le pase a este equipo. Desconozco si hay un enojo con la directiva, un fastidio con la afición o si simplemente es parte de la estrategia para quitarle presión a los jugadores, o qué sé yo. Pero, señor Torrent, a los seguidores del equipo no nos gusta escuchar eso, no nos gusta saber que el técnico piensa y declara que somos un equipo “normalmente perdedor”.

Mal y de malas con el inicio de torneo para San Luis: un triunfo en cuatro partidos y, lo más preocupante, 15 goles en contra en los últimos cinco juegos (si sumamos el de vuelta contra Monterrey en la semifinal del torneo pasado). San Luis tiene una cara diferente y un inicio de torneo muy parecido al anterior en puntos, pero no en rendimiento.

El torneo pasado, para la jornada 4 —que, por cierto, fue la última antes del parón por la Leagues Cup—, San Luis tenía 5 puntos, producto de un triunfo de local contra América, un empate de visita contra Mazatlán, otro empate de local contra Tijuana (el único equipo que sacó un punto en el Lastras en ese torneo) y una derrota en Pachuca por 2-0. En ese torneo, San Luis jugaba, se veía congruencia en la cancha e idea en la táctica. El equipo mostraba referencia, determinación y, sobre todo, identidad.

Este torneo las cosas pintan parecido en puntos (3 en cuatro juegos), pero en la cancha no hay elementos para estar tranquilos. Un equipo que no se aparece, donde se han intentado cubrir ausencias de forma desesperada, jugadores que juegan hacia atrás y que no encuentran conexión en el medio campo, delanteros que simplemente no existen… Nos han llevado a perder por goleada.

Señor Torrent, lo sabemos, y podemos incluso estar todos de acuerdo: somos un equipo modesto. Me gusta llamarle humilde, un equipo donde cada victoria sabe más porque sabemos lo que cuesta; un equipo de grandes esfuerzos, donde todos tienen que poner el 110% (o más) para pelear contra los grandes, donde se lucha hasta el final, donde se levanta la cara con cada derrota y se disfruta en demasía cada victoria. El equipo de casa representa el alma potosina, esa que vive en el desierto y se esfuerza por sobresalir, esa donde “lo normal” es competir y, sí, muchas veces perder, pero muchas más, ganar.

Señor Torrent, con todo el respeto y admiración que me merece, mientras esté sentado en ese banquillo, no vuelva a menospreciar a nuestro equipo, no vuelva a hacer menos a sus jugadores ante la prensa nacional, no vuelva a insinuar que lo normal es que perdamos. La razón la tiene usted, pero no hace falta cantarla, y menos siendo la cabeza de este equipo.

Ya otros se han sentado en su lugar y se han sentido orgullosos; otros han pataleado en conferencias de prensa, y muchos más han sido hipócritas y han hablado de más. La realidad es contundente: somos un equipo humilde. No hace falta que nuestro entrenador nos lo vuelva a recordar.

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