#4 Tiempos
Mi primer acercamiento al cine de terror | Columna de Guille Carregha
CRITICACIONES
A raíz de la cantidad inhumana de películas horribles del género de terror que consumo cada año como si fueran Sabritones gratuitos en una fiesta universitaria aburrida o parte de mi dosis de medicamentos semanales para mantener con vida a este cuerpo decadente, es hasta un poco irónico recordar cómo es que no fue sino hasta los 16 años que me atreví a ver mi primer película de terror. Previo a ese fatídico día en el que una de las pantallas de Cinépolis me convenció de dedicarle mi existencia a consumir con gusto los bodrios más insoportables del género jamás grabados por la humanidad, pasé al menos una década de mi vida evitando a como diera lugar cualquier película que pudiese caer dentro de esta categoría. Los resultados variaban, pero el intento se hacía.
Quiero decir, no me encontraba viviendo en una simulación de vida en la que simplemente no se presentaran oportunidades de ver a algún asesino sobrenatural matar adolescentes cachondos de uno en uno a través de una pantalla o no conociera a nadie con el interés de creer que los efectos de pantalla verde de mediados de los 80 eran creíbles. Sencillamente estaba yo en una cruzada contra el mundo para activamente hacer como que ese género no existía. Esto incluía, por supuesto, la valiente decisión de evitar el pasillo denominado como “terror” en cualquier video centro al que accedía para evitar espantarme a mí y a mi antipática imaginación.
Y deja tú hablar de películas de terror. Incluso si tenía a mal escuchar alguna historia de terror toda pitera y mal contada a la luz de una fogata por algún niño con problemas de dicción y clara falta de presencia o carisma, terminaba siendo incapaz de dormir durante la subsecuente noche. Tan fácil como decir “y entonces vieron al chupacabras y se murieron”, sin dar nada de contexto o descripción o algo de utilidad, y mi cabeza ya estaba generando una cantidad brutal de pesadillas imaginarias en mi mente que se encargarían de arrebatarme el sueño por uno o dos días.
Ahora, esta aversión al terror en general no apareció de la nada o sin provocación alguna. Se generó a raíz de un evento traumático que me arrebató de la capacidad de escuchar “es una película sobre un monstruo que se esconde en una canasta de mimbre para matar gente” y que las pocas neuronas en mi cerebro se encendieran con la revelación de que es la idea más maravillosa jamás concebida, convirtiendo en “ver esa mierda” en el principal objetivo de mi vida. Todo comenzó en 1992, cuando teniendo yo 4 años aproximadamente, obtuve acceso a un canal de televisión llamado Multivisión.
Aún a pesar de que no recuerdo exactamente la cantidad obscena de los títulos de las caricaturas con las que rellené mi cerebro y personalidad a esa edad, recuerdo especialmente que una de mis series favoritas en ese entonces era la serie animada de Beetlejuice. Ahora, debemos recordar que, una vez más, tenía 4 años en aquel entonces, por lo que la idea de que existiera una película live action con el mismo nombre en la cual se basaba esta serie era completamente ajena a mí. En aquel momento de la vida asumía que lo único que existía en la tele eran las caricaturas y, a veces, los anuncios que las interrumpían. Eso era todo. Cualquier otro elemento me parecía foráneo e inimaginable.
Tampoco sabría decir qué era exactamente lo que me llamaba la atención tanto de esa serie como para ser de las pocas caricaturas de aquella época de las cuales aún guardo pequeños clips en mi memoria. De la mayoría de sus contemporáneas solo queda algún recuerdo del diseño de los personajes principales o, a lo mucho, unos cuantos segundos de la canción del intro enterrados entre alguna de las neuronas que me servían para encontrarle sentido al álgebra hace 20 años. Y, sin embargo, de la serie animada de Beetlejuice recuerdo con cariño incluso las voces de sus protagonistas, lo raros que me parecían los elementos en 3D que utilizaban de vez en cuando en el opening y los capítulos, y alguno que otro chiste – sobre todo los que pretendía entender para sentirme parte del grupo.
Tal era mi amor por los personajes de la serie que, aproximadamente un año después, en una de las tantas visitas al Video Centro de mi infancia, encontré que estaba a la renta un VHS con el título de Beetlejuice sobre la carátula, misma que presentaba una fotografía de unos individuos que parecía estaban disfrazados de los personajes principales de la serie animada que justo había estado viendo antes de salir de la casa. Sin dudarlo, le pedí a mis padres que, en vez de mis consabidas compilaciones de episodios de [inserte aquí caricatura clásica de principio de los 90’s], me rentaran esa cinta que había encontrado. Por cuestiones de no difamar a nadie, quiero pensar que hubo cierta reticencia de su parte por rentarle esa película a alguien de mi edad, pero pasó hace tantísimo tiempo que he olvidado algunos de estos detalles. Pero digamos que sí lo hicieron. Vamos a decir que fueron lo suficientemente responsables para cuestionarme.
Aún así, regresamos a casa con la cinta en nuestras manos.
Ni bien habíamos llegado a la casa, mi versión de ahora 5 años subió en lo que se dice en chinga hacia el cuarto de la televisión para empezar a ver lo que prometía ser el episodio perdido de mi serie. A decir verdad, no tengo la más mínima idea de cuánta película alcancé a ver antes de sucumbir al terror completo. Solo recuerdo vivamente estar sentado de espaldas a la televisión gritando a todo pulmón mientras mi mamá corría a apagar la televisión.
Han pasado años desde aquel fatídico día, años en los que he podido ver la película de Beetlejuice de principio a fin por lo menos tres veces sin haber despertado mi trauma infantil en algún momento. Sigo sin saber exactamente qué fue lo que rompió mi psique de cinco años, aunque he creído encontrar un par de escenas que pudieron haber sido las culpables de crearme una necesidad imperiosa de evitar cualquier tipo de historia de fantasmas, monstruos, aparecidos o similares por el resto de mi vida. Claramente, aquella necesidad se vio superada eventualmente con el pasar de los años, pero creo que jamás seré capaz de determinar con precisión el momento en que perdí la compostura y me convertí en un amasijo de lágrimas que necesitaba ser salvado por sus padres.
Pero eso sí, a qué no adivinan a partir de qué momento tuvimos PIN parental en la televisión y se me cuestionaba acerca de cualquier tipo de contenido audiovisual que consumía. A ver. A que no adivinan.
#4 Tiempos
Los torcidos caminos por andar (segunda parte) | Apuntes de Jorge Saldaña
Culto Público, hijos de Sabines y su amor-odio por el poder:
Desde el martes nos quedamos pendientes con el análisis de los caminos torcidos, de todos aquellos eventos y circunstancias que aún faltan por caminar y sortearse. Rumbos de los que dependen los escenarios a formarse.
Apenas estábamos con el escenario uno y repasamos rápido:
De acuerdo al cálculo que se puede mirar desde lejos, el Verde construye todos los días una ruta para llegar a las negociaciones, más que con Morena, con la presidenta Sheinbaum (en el escritorio de madera fina que imaginamos la entrega anterior) con una candidata muy sólida, con ventajas comprobables en las encuestas, con las miras de generar una elección de tercios y en pocas palabras, una carta de negociación que le dice “podemos ganar contigo o sin tí”.
Ponerse así, de tú a tú con la presidenta, y en esos términos de aparente ventaja, no es tan simple, es un paso temerario y audaz que podría dar solo alguien que tenga (spoiler de lugar común) “todos los pelos de la burra en la mano”, o toda la baraja bajo la manga.
Antes de avanzar le comparto el enlace de mi columna anterior por si se lo perdió y para que estemos todos en la misma sintonía.
Bueno ahora sí, continuemos.
Aún si todo se le alinea (como Mercurio, Venus, Marte, Jupiter y Saturno en este momento) al gobernador Ricardo Gallardo, de aquí al 2027 como lo tiene planeado y en primera fase de ejecución, el sabe perfecto que tiene que considerar que la del otro lado de la mesa, la presidenta, no va a llegar con las manos vacías a la charla San Luis.
El argumento de que San Luis “poco importa a la federación” tiene sus goteras, porque todo suma, y lo más importante: La presidenta tiene tatuado a su corazón a Morena y eso no hay que perderlo de vista.
Pero, ¿tiene la presidenta algo en contra de Gallardo?
Fuera de que el Verde junto a Adán Augusto y Monreal le jugaron las contras a Claudia y pospusieron su propuesta anti-nepotismo y anti-reelección para el 2030, de manera particular no es una cuenta que necesariamente la presidenta se la apunte en lo personal a Ricardo Gallardo.
Más allá de lo señalado arriba, no se sabe de algún agravio o animadversión personal o pendiente por cobrar a Ricardo desde la presidencia, sin embargo, aunque no tenga nada en su contra, es difícil creer que Sheinbaum conceda, sin condiciones, que el estado potosino siga gobernado solo por el Verde.
En ese contexto (repito, al que le faltan muchas puntadas por tejer) se abren muchas rutas.
El “vamos solos y no te necesitamos” puede activar detonadores en el orgullo presidencial y se actúe en consecuencia, produciendo una coyuntura del estilo:
¿Ah, vas solo? Ok, pues “a ver de qué cuero salen más correas…”
También está la otra cara de la moneda, a la que le apuesta el proyecto Gallardista, (otra alineación astral) y es que, la presidenta asuma que San Luis siga siendo Verde a cambio de continuar su alianza en las cámaras e intercambiando el apoyo del partido del Tucán en alguna de las otras 16 gubernaturas en juego (que, seamos francos, en otros estados el Verde no pesa) o concedan el cambio de género en alguno de los estados que estarán en contienda.
Será muy fácil reconocer cual será el resultado de las negociaciones y cual de los dos escenarios expuestos arriba (de muchos otros posibles) es el que se convierta en realidad.
Si la presidenta se siente retada por el Verde y se engancha en ganar San Luis para Morena, entonces elegirán a un candidato, o candidata, muy incómodo para Gallardo, alguien que represente todo lo contrario al proyecto Verde y al que le pondrían a disposición no la estructura de Morena estatal, sino toda la maquinaria del estado.
¿Nombres? Enrique Galindo o Rosa Icela Rodríguez.
En sentido opuesto, en el que la presidenta ceda a la continuidad del proyecto Verde, a cambio de diputaciones federales, la reafirmación de la alianza en cámaras y el apoyo de color limón en otros estados, entonces se mandaría por parte a competir por Morena a algún candidato de sacrificio, un candidato flojito y fácil de vencer para el Verde.
¿Nombres? Gerardo Sánchez o Xavier Nava Palacios.
Se preguntará, y con razón, mi Culto Público, por qué en la entrega anterior escribí que ninguno de ellos podría ser candidato.
Le explico y lo sostengo: El “Batman de Tanquián” Gerardo Sánchez, se enriqueció de súbito, pasó de cero a mansión en tres adjudicaciones directas, se convirtió en rico express, como sopa Maruchan pero con yate, gracias a los contratos que le consiguió Adán Augusto López, enemigo hoy, y rival antes, de la presidenta.
Las puertas a esas pistas, se las abrió Andy (ya no le digan Andy, no le gusta) López Beltrán, hoy enfrentado con Luisa María Alcalde, presidenta de Morena y pieza del tablero de Sheinbaum.
¿Qué mejor manera de exhibir las tranzas de tus enemigos que haciendo candidato a uno de sus cómplices? En la campaña todo sale a flote. La venganza es dulce y en dos por uno: lo mandas a perder y derrumbas a tus antagonistas sin meter las manos.
Sobre Xavier Nava hay poco qué explicar, está en la lona en la percepción pública, no trae nada y en perder por Morena ya tiene experiencia.
Lo sostengo, no pueden ser candidatos, pero me faltó decir… con posibilidades, lo podrán ser para el sacrificio.
Claro, en el camino serán utilizados para ser incómodos y para que no llegue Gallardo al 27 con una carta de negociación irrebatible ni la presidenta con las manos vacías. Es política.
En resumen, diría Jaime Sabines con esa intensidad y complejidad que exploraba el amor y el conflicto con el poder:
“No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón.” (Dedicado a Claudia y a Ricardo)
¿Factor Galindo y Factor Rosa Icela? En la siguiente entrega.
Yo soy Jorge Saldaña
Hasta mañana.
También lee: Gallardo y sus mensajeros de algodón | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Gallardo y sus mensajeros de algodón | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto público, hijos del dato que mata relato: ¿Quién es un amigo más leal? ¿El que habla con la verdad y advierte del peligro aunque incomode? ¿O el que, por evitar el conflicto, deja que su amigo se caiga al barranco? Las preguntas son retóricas.
Las entrevistas al gobernador, de esas diarias “banqueteras” o del “chacaleo” como se conocen en la jerga reporteril, tienen poco margen de control. El caos siempre se hace presente y casi todo depende de cómo el mandatario capoté los cuestionamientos.
El ejercicio se repite casi a diario, pero ayer específicamente, transitando en uno de esos episodios, el gobernador no solo sostuvo información que es errónea, sino incluso se abalanzó contra quienes la hicieron pública.
A los presidentes de CMIC, y de pasada al de Coparmex, les dijo, de muchas maneras lo que en pocas palabras se puede traducir como tontos y mal intencionados en su contra.
En el mismo tono, y con toda la seguridad de quien sabe que está en lo cierto, aseguró hasta con cierta soberbia, que la CEA no se prestaba al “negocio” de las pipas y que por eso ellos no rentaban los vehículos sino que los adquirieron. Dato que también es erróneo.
El gobernador fue desmentido y ni modo, -hay que decirlo- exhibido.
El INEGI confirmó que hay una contracción en la obra pública, y con información de la plataforma de transparencia se encontraron contratos por más de 10 mdp de parte de la CEA que efectivamente, rentó pipas, este y el año pasado. (También compró otras, que quede claro).
Tan fácil que hubiera sido, con una lectura rápida de la agenda periodística, advertir al mandatario que muy seguramente le preguntarían del tema y ofrecerle salidas.
Se me ocurren a la rápida al menos cinco respuestas inocuas con las que Gallardo pudo haber salido al paso.
Aunque según su percepción la obra pública se está impulsando como nunca, y tenga razón en que existen obras multimillonarias como la autopista que se construye a Matehuala por más de 22 mil millones de pesos, no necesariamente quiere decir que esas obras se reflejen en los indicadores que maneja el Instituto Nacional de Geografía e Informática.
“Vamos a analizar los datos del INEGI, pero quiero comentarles que en San Luis se está invirtiendo como nunca en ….”
Hubiera sido una respuesta más ejecutiva, que la de lanzar ofensas a las cámaras empresariales.
(Aunque insisto y esta opinión es personalísima de quien esto escribe, que las cámaras se comportan igual que los antorchistas, y otros grupos que con chantajes quieren beneficiarse del gobierno , con la diferencia de que los líderes empresariales usan American Express en el extranjero y se bañan más seguidos que los seguidores de Aquiles Córdova).
Respecto a la CEA y las pipas… ¿Por qué el gobernador está seguro de que las compraron pero no está enterado de que en algún momento las rentaron? ¿Por qué le escondieron esa información?
Un tercer ejemplo de las contradicciones del aparato gubernamental es el de las declaraciones de la secretaria de Finanzas, Ariana García Vidal, que estos días así y a la muy ligera, declaró que van al corriente con los pagos, en líquido y en especie con la UASLP, que se lleva de maravilla con el rector y que, según ella, seguro los reporteros agarran en mal momento al titular de la Universidad cuando declara sobre los adeudos.
En contraste, solo hace falta ir a la página de la SEP para conocer, con datos duros que los adeudos tienen monto, número de folio, fecha, nombre y apellido, y que las aportaciones en especie nada más no avanzan y eso es visible.
En resumen, ¿qué está pasando? ¿Quién le esconde información al gobernador? (que es lo mismo que mentirle) y… ¿Por qué? ¿Le tienen miedo a su jefe para hablarle con la verdad?
Lo único que se consigue con esas actitudes de “contención” para no llevarse un regaño maquillándole la realidad al mandatario, es que se desgaste la credibilidad del gobernador, se aumente el número de personas que se sienten agraviadas y engañadas por su gobierno, y que en adelante se ponga en tela de juicio todo lo que declare.
El episodio de ayer deja ver eso, y algo más: que cuando no se coincide con la “verdad” gubernamental, se acude a la fabricación de culpables y justificaciones perversas:
“Quieren demeritar el trabajo”, “Es una operación de los de enfrente”, “Nos quieren desgastar” o, lo peor: “son traidores”.
Ricardo: quien esto escribe te puede decir que no son ganas de “chingar”, ni de demeritar nada ni a nadie, pero que te escondan los datos o no te digan la verdad, no te ayuda.
Nadie te quiere traicionar al hacerte ver las cosas, y si hay ganas de algo… es de que no te vayas por el camino del barranco.
Jorge Saldaña.
(Mañana le seguimos con el análisis de los escenarios políticos)
Hasta mañana.
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#4 Tiempos
Emma Roldan, la diva potosina del cine y la televisión | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Dentro de los cuatro artistas potosinos que participaron en los comienzos del cine mudo y posteriormente del sonoro se encuentran Lupe Vélez, Enriqueta Ramírez Verastegui, que asumió el nombre de Ligia Dy Golconda, Adolfo Girón y Emma Roldan Reyna. De los tres primeros ya hemos tratado en esta columna en anteriores entregas, colocándolos como pioneros en el cine norteamericano las dos primeras y como pionero del cine sonoro mexicano a Adolfo Girón quien además era músico y compositor de algunos éxitos a principios del siglo XX.
De los cuatro, Emma Roldan sería quien tuviera una carrera más larga destacando en el cine colombiano, norteamericano y participado en la llamada época de oro del cine mexicano, además de su participación en buen número de telenovelas, convirtiéndose en una de las mayores figuras del cine y la televisión mexicana.
Emma Roldan nació en San Luis Potosí el 3 de febrero de 1893. Sus padres eran propietarios de un hotel en las inmediaciones del Teatro de la Paz, lo que en propició que en su adolescencia tuviera la oportunidad de conocer a los artistas de las compañías que se daban cita para actuar en el Teatro de la Paz que había sido construido siendo Emma una niña. Conoció al actor Jesús Ojeda, con quien se casaría e iría a vivir por un tiempo a Monterrey, para después regresar a San Luis Potosí al separarse de Ojeda quien viajaba frecuentemente en sus giras en la compañía de teatro infantil en la que trabajaba.
La compañía de teatro Esperanza llegó a San Luis conocería a algunas de sus integrantes y ahí sería invitada como bailarina en segunda triple. Esta compañía viajó a Cuba ya con Emma Roldan como integrante y conocería a quien sería su segundo marido el actor y director Alfredo del Diestro, retirándose de la compañía y yendo a radicar a Colombia donde iniciaría su carrera de actuación en la empresa de ópera y teatro de Del Diestro. Ahí mismo iniciaría su carrera cinematográfica al actuar en la película muda, María, filmada en Colombia en 1922.
A fines de los veinte iría a Hollywood, como lo hiciera Lupe Vélez y Dy Golconda , participando en las primeras películas sonoras en idioma español, filmada en Estados Unidos, trabajando en las películas Soñadores de Gloria (1930), El Impostor (1931) y ¿Conoces a tu Mujer? (1931).
La década de los treinta fue su debut en películas mexicanas abriendo una historia actoral cinematográfica de las más importantes en el país, como actriz de reparto, participando en las exitosas películas mexicanas, Allá en el Rancho Grande (1936), Bajo el Cielo de México (1937), La Adelita y Los Millones de Chaflán (ambas realizadas en 1938), La Casa del Ogro (1939), Los Hijos de María Morales (1952), El Rey del Tomate (1962) y La Pasión según Berenice (1975), por citar algunas de ellas.
Su primera aparición en el cine nacional se dio con la película El Anónimo (1931) de Fernando Fuentes, apariciones que serían constantes hasta la década de los setenta cuando murió el 29 de agosto de 1978 mientras participaba en la filmación de la telenovela Viviana.
Participaría en 12 telenovelas, entre ellas, Amor y Orgullo (1966), Leyendas de México (1968), Los Caudillos (1968), La Gata (1970), La Constitución (1970) y Viviana (1978).
Su carrera en el mundo artístico incluyó el diseño de vestuario al estudiar en París donde residió por un tiempo, diseño de modas, encargándose de confeccionar los vestuarios de varias de sus películas como Sor Juana Inés de la Cruz (1935), Juárez y Maximiliano (1934), La Novia del Mar (1948) y Han Matado a Tongolele (1948).
Emma Roldan una artista potosina que dejó honda huella en el cine y la televisión mexicana y que colocó el talento artístico potosino en la palestra mundial cinematográfica.
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