#4 Tiempos
Me voy, muñeca | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Hay escritores a los que uno les ve la cara y resulta evidente que jamás crearán una obra maestra. En Wilde, Perec y Ribeyro se asoma un hado que no está en Jorge Volpi o Ben Brooks. Una marca divina salteada de origen. Guapos o feos, da igual: hay aura que se divisa en los genios. Un revestimiento que se tiene o no se tiene. No juzgues un libro por su portada, dice un viejo adagio, pero uno se puede ahorrar tiempo y disgustos juzgando a la obra por la cara del autor.
De esta forma uno también percibe cuando una persona encaja contigo o cuando simplemente no es para ti, por mucho que remuevas. En este caso hay que añadir otros indicios. Una cuestión de actitudes, de conjugación. Conocemos gente que simplemente vuelve a todo sencillo y que te hacen sentir en la comodidad de casa, como si al andar con ellos estuvieras sobre un sofá reclinable y a lo lejos se horneara una charola de galletas.
Con el tiempo he aprendido a alejarme de vínculos de difícil carburación, esos que exigen más gasolina de la que nunca podrán devolver (se necesita mucho empeño para compensar la falta de disposición de la otra parte). Si tengo que esforzarme mucho ya no lo quiero. La experiencia enseña a detectarlos temprano, casi por instinto. Adiós, muñeca, digo a la primera señal de regateo emocional o distancia. Desaparezco. Un desgaste innecesario: estar con quien no pone de sí. Mejor irse. El amor propio es la primera pluma para levantar el vuelo.
Luego están los especialistas en dilapidar a los demás. Mujeres, por ejemplo, que confían en el crédito que les da algún atributo físico, a partir del cual gotean desdén con olor a rosas. Hombres obnubilados han naufragado por ellas, encantados de hundirse. Otros, ni hablar, esperamos un dulzor sin reservas, una compañía ante la que no haya que hacer acrobacias para conseguir un gesto de aprobación. Es importante no obsesionarse con alguien hasta la ruina. Uno podrá siempre plantarse en otros jardines o , en última estancia, estamparse con muros más suaves.
Tenemos mucho que aprender de los gatos, que se tambalean entre el sueño y la vigilia al estar sentados; pero, antes de caer, saltan con dignidad y se acomodan en el lugar más propicio. También del pianista que toca con un cigarro en la boca, cuidando que la ceniza no caiga mientras aporrea las teclas con furia elegante. Saber cuándo soltar, cuándo irse, antes de que te quemes, ensucies o desplomes.
Aspirar a compañías que son una extensión del verano. No a las que se vuelven una ocupación propia de oficina, que exigen burocracia emocional, rutinas para el contento. En una de sus novelas, Beigbeder apuntaba que las relaciones duraderas precisan de aburrimiento. Buscar el vértigo constante (los viajes, salidas, grandes acontecimientos) es mero artificio, avivar una llama que al fin quiere apagarse. Hay que buscar a alguien con el que el tedio resulte soportable.
A los nuestros los reconocemos en silencio, sin tener que agitarnos. Es la bondad de a quien le basta con lo que somos y tenernos a su lado.
Recordar lo que decía Rilke en una canción de amor:
[…] tú siempre naces otra vez:
no te he solicitado jamás y te retengo.
Contacto:
Twitter: @Bigmaud
Correo: [email protected]
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#4 Tiempos
La supremacía de la Liga Mx ¿Realidad o espejismo? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Esta semana, los equipos mexicanos volvieron a demostrar su dominio en la CONCACAF al avanzar de manera contundente a la siguiente ronda de la Liga de Campeones. Sin excepción, todos los representantes de la Liga MX superaron a sus rivales, dejando en claro una vez más que México es el epicentro del fútbol a nivel clubes en la región. Sin embargo, este éxito reiterado plantea una pregunta incómoda: ¿es la Liga MX realmente superior, o su éxito es el resultado de un desequilibrio económico y estructural en la CONCACAF?
No hay duda de que los clubes mexicanos cuentan con ventajas significativas frente a sus rivales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. La inversión en infraestructura, la capacidad de atraer talento extranjero de alto nivel y la estabilidad financiera de muchos equipos les permiten armar planteles competitivos que, en teoría, deberían superar a los de otras ligas de la CONCACAF. Además, la experiencia acumulada en torneos internacionales les da una ventaja táctica y mental frente a equipos que, en muchos casos, no están acostumbrados a enfrentarse a rivales de mayor nivel.
Sin embargo, este dominio no está exento de críticas. Algunos argumentan que la supremacía de la Liga MX se debe, en gran medida, a la falta de competitividad en el resto de la región. Mientras que México cuenta con una liga profesional consolidada y con recursos económicos considerables, muchos países de la CONCACAF luchan por mantener ligas estables y competitivas. La brecha económica entre México y el resto de la región es abismal, lo que dificulta que otros equipos puedan competir en igualdad de condiciones.
Además, el éxito de los equipos mexicanos en la CONCACAF no siempre se traduce en un buen desempeño a nivel global. Aunque clubes como Tigres, Monterrey y América han llegado a instancias decisivas en la Copa Mundial de Clubes, todavía están lejos de igualar a los gigantes europeos y sudamericanos. Esto sugiere que, aunque la Liga MX es dominante en su región, todavía tiene un largo camino por recorrer para competir con las mejores ligas del mundo.
Otro aspecto a considerar es el impacto que este dominio tiene en el desarrollo del fútbol en la región. La falta de competitividad en la CONCACAF podría estar frenando el crecimiento del fútbol en otros países, ya que los equipos mexicanos no enfrentan un desafío real que los obligue a mejorar constantemente. En este sentido, la supremacía de la Liga MX podría ser un arma de doble filo: mientras que fortalece la imagen de la liga a nivel regional, también podría estar limitando su potencial a nivel global.
En fin, la supremacía de la Liga MX en la CONCACAF es innegable, pero no debe ser motivo de complacencia. Los equipos mexicanos tienen la responsabilidad de seguir elevando su nivel y buscar competir con los mejores del mundo, mientras que la CONCACAF debe trabajar para reducir la brecha económica y deportiva que existe entre sus miembros. Solo así podremos hablar de una verdadera competitividad regional y, eventualmente, de un fútbol más fuerte en toda la CONCACAF. Algo que sí valga la pena.
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#4 Tiempos
De una vez hay que destapar a todos | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Es el efecto 2027. La elección adelantada. El fuego cruzado. Ganar o morir. Son dos bandos. Y lo que este año, apenas 25 trajo bajo su brazo fue un imperativo: tome cada quién su bando. Rojo o negro, la bola corre y la ruleta girará durante dos años. Hagan sus apuestas y se le corta la mano al que cambie en el camino.
¿Justo o injusto? Nada. Es y ya un juego en el que cada quien está jugando sus cartas y cada quien decide cómo. Ni más ni menos.
Claro, sembrar semillas de “estás conmigo o contra mi” resulta en cosechas de enemistades, se poliniza a la polarización, y se invoca a su primo hermano el caos (bendito el caos, por cierto), pero -todo parece indicar- esas serán las reglas del juego.
¿Quién va a jugar (disculpe, borrar, borrar borrar) quiero decir, ¿Quién ESTÁ jugando? (Así en presente).
Empecemos, pero primero aclaro que las menciones no están en orden ni alfabético, ni numérico, ni ascendente o descendente. Son los nombres que este aprendiz de reportero considera en este momento están todos en la misma línea de posibilidades, cada uno desde su color, partido o alianza.
La segunda consideración es la partidista, pues aunque ya hay anuncios y guiños (medio forzados -hay que decirlo-) entre Morena y Verde, no se puede dar por hecho hoy, que irán juntos, contrario a Verde y PT que casi, casi se puede dar por cierto que participarán unidos.
Destapemos pues (que ya todos están más destapados que un escote pronunciado, pero dejemos testimonio al menos) por cuestión solamente de orden, por colores y empezamos con el Verde.
En la carrera al 2027 está apuntada Ruth González, la senadora y esposa del gobernador, que a pesar de que la ley que envió la presidenta Sheinbaum en días recientes al Congreso de la Unión la dejaría fuera de la contienda a la gubernatura en 2027, justo por ser la cónyuge del primer mandatario, sigue siendo una figura en el tablero político electoral.
Los más de 500 mil votos logrados en la elección anterior la avalan y la convierten en una posibilidad grande para participar, sin candados visibles, por la alcaldía capitalina, esto de no ser que la propuesta presidencial o no pase (asunto que sería extrañísimo con acento) o que en defensa de sus derechos político electorales, pueda ampararse y participar (aunque sería un mensaje kamikaze jugar frontal y en contra de la postura presidencial).
De conseguir la alcaldía capitalina para el Verde, Ruth mantendría la línea a la gubernatura, con un intermedio de tres años en los que podría buscar un lugar en la legislatura local (con mayores reflectores) o una federal (con mayor influencia).
De entrar en vigor la propuesta presidencial que ha sido bautizada como “no al nepotismo” (por mi crush Claudia Sheinbaum) y si se resuelve no ampararse Ruth González, una de las figuras a las que se le alinean las posibilidades es sin duda Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno, hombre fuerte del gobernador y figura que se ha hecho indispensable en casi todas las esferas político, sociales, económicas y mediáticas en el Estado.
Es un hombre que sabe cumplir acuerdos, que los procura y los atiende. Al mismo tiempo cuida su imagen y su comunicación a través de sus redes sin querer ser protagonista ni queriendo acaparar reflectores que no le corresponden.
Para muchos, Torres Sánchez, es la figura “natural” para la sucesión de Ricardo, no obstante hay más cartas en la mesa y muchas hojas que arrancar al calendario.
Otra figura que, le puedo decir con todo conocimiento de causa, está en la lista de posibles candidatos Verdes al 2027 es Juan Manuel Navarro, actual alcalde de Soledad de Graciano Sánchez.
Navarro es un hombre de cercanía prudente, sabe atender los temas que le corresponden y en los que no, no se mete. Es prudente, trabaja y tiene una lealtad, hasta ahora, a toda prueba con su partido y con el gobernador.
Además, el trabajo que ha demostrado en los pocos meses al frente de Soledad han llamado la atención, tiene buena aprobación ciudadana y en las mesas y reuniones se oyen buenas expresiones de Navarro, que además comprende desde el fondo, los proyectos de infraestructura, obra pública y programas sociales Gallardistas, asuntos que son su fuerte.
Juan Carlos Valladares también está en la lista Verde al 2027. El actual diputado federal es cauteloso y prudente -ya contesta como político hasta a los amigos y dice que “su prioridad es trabajar duro y no confrontar a nadie” y tiene razón, sin embargo, también sabe perfectamente que a su alrededor hay grandes intereses y grupos de poder fáctico que lo acompañan, que influyen grueso en sus circunstancias.
Juan Carlos está consciente de ello, y sabe perfectamente que deberá jugar por nota y no porque sea su obsesión ni deseo ferviente lograr la candidatura, sino por todos y cada uno de los hilos que jala con cada paso que da. No es fácil tomar decisiones de ese tamaño cuando uno se llama Juan Carlos y se apellida Valladares.
El espacio se me agota, sin embargo todos serán nombrados y analizados en la próxima y pronta entrega, mientras tanto termino la de hoy con una carta tapada, un caballo negro o un as bajo la manga: Se trata de Miguel Cavazos Guerrero, charro, tamaulipeco e hijo de Manuel Cavazos Lerma, gobernador de Tamaulipas del 93 al 99.
Cercano, muy cercano al gobernador potosino desde hace relativamente poco tiempo, pero en contraste con gran influencia en el mandatario.
Miguel Cavazos es el actual secretario técnico del gabinete de Ricardo, comparten gustos y pasatiempos, son contemporáneos, pero lo más importante, es que coinciden en su visión de futuro. Guarde el nombre y no lo descarte (ya es sabido que en cuestiones de sucesiones sexenales en San Luis todo es posible y si no pregunten a Toranzo y Carreras)
Otro “gallo del gallardismo” pudiera ser Héctor Serrano, sin embargo, él mismo hace circular la versión de que lo descarten, lo que puede ser una táctica para evitar el golpeteo, es un político hecho y derecho así que nadie se sorprenda si las condiciones cambian también cambie su opinión de apuntarse en la lista de posibles candidatos a suceder a Gallardo.
Hasta aquí la lista del Verde. ¿Me faltará alguno o alguna? Quizás Sonia, a la que tendrían que ocurrir como unos tres milagros seguidos, no obstante tampoco la desestimen. El tema de género puede hacerse presente y dar un giro a la historia.
Por la lista de Morena, contemos a Juan Ramiro Robledo que, aunque hace unos días me dijo a través de un mensaje que su vida en la política local había terminado, como buen político también sabe que no se le dice que no a la presidenta de la República y su opinión podría cambiar.
También en la lista Guinda están las hermanas Rita Ozalia y Rosa Isela, y ni para sorprenderse de más, pero también puede estar en esa lista Enrique Galindo, que ha recibido invitaciones y guiños morenistas.
Galindo también estaría anotado en una alianza PRI-PAN o en una PAN y MC sin PRI
Por el PRI, en caso de ir solo (y sin ninguna posibilidad para que lo anoten) tendría como abanderada quizás a Sara Rocha, que cuanta con un aliado nada más, pero ese aliado es el presidente nacional del partido.
En la lista de los “inesperados pero probables” anote usted al rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Alejandro Zermeño Guerra.
En la lista de los locos anote usted al Tekmol, José Luis Romero, que seguro prepara algunas maromas y bailes con jumentos para buscar algún partido chirris que le de la candidatura a la primer magistratura, luego bajarse y jugar una vez más por Valles.
De la lista de Morena, alianzas PAN con PRI y sin PRI, MC, los inesperados y hasta los loquitos, escribiré con más calma en la siguiente entrega, pero antes una observación importante:
Si juega Morena y Verde por separado, la elección se va a tercios, en cambio Juntos, limón y jamaica, y juntos PRIAN, se esperaría una elección dividida y por demás competida. Hagan sus apuestas.
Hasta aquí por ahora y hasta la próxima Culto Público.
Atentamente,
Jorge Saldaña
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#4 Tiempos
Un café tomado en Viena | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Tanta devoción profesamos al café que rara vez nos detenemos a pensar en la dificultad de un trago perfecto. En pocas ocasiones se alcanza, si somos honestos, y menos aún cuando se prepara con artilugios rudimentarios a merced del pulso, con medidas al tanteo. Siempre algo queda fuera de lugar: demasiado ácido, excesivamente amargo o con un dulzor que lo estropea.
El mayor rival es la temperatura. Al principio, quema los labios, el paladar, la garganta misma; es imbebible y uno se resigna a esperar. La tregua dura lo justo hasta que la tibieza gana la partida sin piedad, despojando a la infusión de su primer y tierno esplendor. Quisiéramos volver atrás unos segundos, recuperar ese instante en que el equilibrio aún era posible. Ya será la próxima vez…
Tener un café perfecto es muy difícil y qué más da, igualmente se le disfruta y adora. Disposición similar habría que tener con las relaciones humanas. Olvidar la manía de lo impoluto y entender que la convivencia diaria está llena de sinsabores, demoras y alguna caricia a destiempo. Igualmente regresaremos por esos instantes que iluminan la piel.
El café es un resorte que reanima. Sylvia Plath lo sabía bien, como comentaba en sus diarios. Se encomendaba a la cafeína para escribir libros en las mañanas. Le servía para rememorar, en la embriaguez de la vela, los días pasados en compañía, la variedad de destinos cruzados en las calles, frutas compradas en algún mercado.
El brebaje obscuro dispone la oportunidad de un nuevo comienzo ante una hoja en blanco. Reenfocar media existencia mientras básicamente se hace nada. El primer café del día se ha de tomar a solas, ya vendrá el tiempo de convivencia en el que entra esa segunda o tercera dosis que fluye con menos vibraciones, más como agua corriente, sin el témpano del trago inicial echado entre la modorra.
La digitalización del mundo moderno ha privado a muchos niños de una escena crucial, quizá modeladora de la prosperidad y de una conducta ejemplar desde los primeros años: bajar a la cocina y ver a un adulto que desayuna, hojea el periódico y toma café. El aroma de la bebida entremezclado con el del papel, el pan tostado y los huevos revueltos con mantequilla tejía una asidera a la costumbre: saber que el éxito, acaso, consistía en llegar a ese punto.
Ser estudiado, formar una familia y, pese a las ocupaciones, reservarse unos minutos al día para leer una crónica. Poco de ello queda. Las prisas son la norma, el tráfico impone desayunos fugaces, fragmentados. Una barrita de granola en solitario. Es posible que la ausencia de aquella escena haya condenado a las últimas generaciones, que, sin el magisterio familiar, acaban trastornadas por compañeros que en la escuela echan doritos nacho a sus emparedados de salchicha.
El café, desde luego, tiene algo de formativo. Stefan Zweig aprendía con las lecturas del colegio en sus días de bachillerato, libros robados de la biblioteca de los que echaba mano para salvarse en las clases aburridas que no le causaban el menor interé s. Permanecer ante el pupitre debía de ser, para un muchacho inquieto, algo semejante a estar en la cama de un hospital o a cumplir condena en una celda.
Los profesores, con sus voces monocordes y sus lecciones reseñadas en harapos, tenían difícil competencia frente a la verdadera maestra de toda una generación: la propia Viena, una ciudad que a finales del siglo XIX hervía de expresiones culturales. Galerías, conciertos, estrenos teatrales; un coctel que enriquecía las mentes de un país que, como pocos, concentró una densidad inusitada de pensadores, economistas, músicos y escritores de primera línea. La instrucción escolar influía, sí, pero con menor tino. Como recordaría el autor de Carta de una desconocida, acudir a la Ópera, asistir a una representación de Lohengrin, era lo que en verdad marcaba la diferencia.
Y, entre todo, la mayor educación, la mejor academia, estaba en el café, en las cafeterías. Zweig mencionaba en sus memorias que el café vienés no era solo un establecimiento donde se servía bebida caliente, sino una institución, un club intelectual. Bastaban unas monedas para pagar el café y asegurarse una mesa: a cambio se abría un abanico de posibilidades. Las charlas con los amigos, con otros parroquianos, con el propio camarero, permitían aprender de buenas a primeras sobre historia, política y literatura, y todo bajo un esquema excepcional: individuos de alta formación mezclados en el entusiasmo de la conversación, una fiebre contagiosa que aceleraba la dispersión del conocimiento. El boca a boca, el intercambio de las mejores publicaciones de otras latitudes. Lo último llegado de Londres, París o Roma. Mentes brillantes coincidían en tugurios que eran, en realidad, gimnasios de la inteligencia. El grano tostado actuaba como su esteroide.
Frente a ello, la venerada actualidad, ofrece el ensimismamiento de audífonos y cafeterías de entrada por salida, videoconferencias para revisar el avance de las métricas. Un reel me ha dicho que las mentes millonarias no hacen sobremesa, Afuera espera lo belicón, el bellekaeo. Veamos cómo van las cripto o los mejores momentos de una conferencia dedicada a pelear con no sé quién.
Lo difícil del café es dar con el trago perfecto. Más aún, recuperar el mundo de ayer.
Contacto
Correo: yomiss@gmail.com
Twitter: @Bigmaud
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