diciembre 11, 2024

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#4 Tiempos

Me voy, muñeca | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Hay escritores a los que uno les ve la cara y resulta evidente que jamás crearán una obra maestra. En Wilde, Perec y Ribeyro se asoma un hado que no está en Jorge Volpi o Ben Brooks. Una marca divina salteada de origen. Guapos o feos, da igual: hay aura que se divisa en los genios. Un revestimiento que se tiene o no se tiene. No juzgues un libro por su portada, dice un viejo adagio, pero uno se puede ahorrar tiempo y disgustos juzgando a la obra por la cara del autor.

De esta forma uno también percibe cuando una persona encaja contigo o cuando simplemente no es para ti, por mucho que remuevas. En este caso hay que añadir otros indicios. Una cuestión de actitudes, de conjugación. Conocemos gente que simplemente vuelve a todo sencillo y que te hacen sentir en la comodidad de casa, como si al andar con ellos estuvieras sobre un sofá reclinable y a lo lejos se horneara una charola de galletas.

Con el tiempo he aprendido a alejarme de vínculos de difícil carburación, esos que exigen más gasolina de la que nunca podrán devolver (se necesita mucho empeño para compensar la falta de disposición de la otra parte). Si tengo que esforzarme mucho ya no lo quiero. La experiencia enseña a detectarlos temprano, casi por instinto. Adiós, muñeca, digo a la primera señal de regateo emocional o distancia. Desaparezco. Un desgaste innecesario: estar con quien no pone de sí. Mejor irse. El amor propio es la primera pluma para levantar el vuelo.

Luego están los especialistas en dilapidar a los demás. Mujeres, por ejemplo, que confían en el crédito que les da algún atributo físico, a partir del cual gotean desdén con olor a rosas. Hombres obnubilados han naufragado por ellas, encantados de hundirse. Otros, ni hablar, esperamos un dulzor sin reservas, una compañía ante la que no haya que hacer acrobacias para conseguir un gesto de aprobación. Es importante no obsesionarse con alguien hasta la ruina. Uno podrá siempre plantarse en otros jardines o

, en última estancia, estamparse con muros más suaves.

Tenemos mucho que aprender de los gatos, que se tambalean entre el sueño y la vigilia al estar sentados; pero, antes de caer, saltan con dignidad y se acomodan en el lugar más propicio. También del pianista que toca con un cigarro en la boca, cuidando que la ceniza no caiga mientras aporrea las teclas con furia elegante. Saber cuándo soltar, cuándo irse, antes de que te quemes, ensucies o desplomes.

Aspirar a compañías que son una extensión del verano. No a las que se vuelven una ocupación propia de oficina, que exigen burocracia emocional, rutinas para el contento. En una de sus novelas, Beigbeder apuntaba que las relaciones duraderas precisan de aburrimiento. Buscar el vértigo constante (los viajes, salidas, grandes acontecimientos) es mero artificio, avivar una llama que al fin quiere apagarse. Hay que buscar a alguien con el que el tedio resulte soportable.

A los nuestros los reconocemos en silencio, sin tener que agitarnos. Es la bondad de a quien le basta con lo que somos y tenernos a su lado.

 

Recordar lo que decía Rilke en una canción de amor:

 

[…] tú siempre naces otra vez:
no te he solicitado jamás y te retengo.

 

Contacto:

Twitter: @Bigmaud
Correo: [email protected]

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#4 Tiempos

Maestras fundadoras de la primaria Ignacio Zaragoza | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Al iniciar la segunda mitad del siglo XX la ciudad de San Luis Potosí crecía de manera importante. Se construían fraccionamientos en las periferias y se habitaban esos espacios un tanto alejados del centro de la actividad. Entre sus muchas necesidades se hacían importantes la creación de espacios educativos para brindar la educación a los niños de esas familias que se aventuraban a poblar esas nuevas colonias. Entre los nuevos fraccionamientos a inicios de los sesenta se encontraba el Fraccionamiento Industrial Aviación entre lo que era la Fracción de El Saucito y el centro de la ciudad de San Luis Potosí.

Entre los programas de desarrollo para esa colonia, un grupo de maestros se dio a la tarea de plantear la fundación de una escuela primaria que pudiera atender a la niñez que para entonces ya habitaba la nueva colonia y que se encontraba en edad escolar. La colonia industrial aviación, como también se le conoce, quedaba muy lejos de la actividad comercial, cultural y educativa, el transporte era prácticamente nulo y esto dificultaba el que los niños pudieran continuar o iniciar sus estudios, sin tener que desplazarse largas distancia y con serias dificultades de transporte.

Los esfuerzos de estos profesores fueron concretándose y consiguieron que el Sr. José Vilet donara terrenos donde se construiría la Escuela Primaria Urbana Federal Ignacio Zaragoza, que a la postre sería una de las primeras primarias urbanas que no pertenecerían al sistema educativo estatal regular.

En marzo de 1963 entraba en operación la Escuela Primaria Ignacio Zaragoza en el Fraccionamiento Industrial Aviación, para lo que se habilitaron algunas casas de la calle once, mientras se construían los salones de la nueva primaria, en los terrenos donados para tal fin, que estarían listos para su inauguración el 5 de mayo de 1963.

Entre los profesores fundadores se encontraban el profesor Luis Colunga Mexicano que fungiría como director, los profesores Crispín González, Helios Barragán y, un par de profesoras, la maestra Gloria Cruz Morán y María del Carmen González Mena.

Estas profesoras continuarían el legado de todas aquellas profesoras que estuvieron formándose en San Luis Potosí, desde la apertura de la Escuela Normal de Profesoras de San Luis Potosí en 1868. Justo ese año, yo iniciaba mis estudios de educación primaria en esa escuela Ignacio Zaragoza en una de las casas de la calle once. Mi maestra, que marcaría mi proceso educativo en los años posteriores sería la maestra María del Carmen González Mena.

Sentados en el suelo alrededor de la maestra Carmen recibíamos las primeras lecciones donde conocíamos las letras y los rudimentos de la aritmética. Acababa de salir la segunda generación de libros de texto gratuitos, que habían inaugurado la década con la entrega en la Escuela Cuauhtémoc en el Saucito.

Las clases de la maestra Carmen me iniciarían en la lectura; recibía toda su atención y eso me motivaba a progresar en ligar las frases del libro de lectura y apurar el lápiz en el libro de trabajo.

Mi formación de educación primaria estuvo regida por la presencia de profesoras, de esta forma seguían ese camino que en San Luis Potosí se abriría de forma importante para las mujeres en la línea de la educación. Por algo el libro de lengua nacional de segundo año, dentro de sus lecturas, tenía una dedicada a las maestras.

Tu mano, puesta sobre mi mano, me enseña a escribir.
Pones todo tu afán en que aprenda yo a trazar bien las letras, y yo te ofrezco con ellas no escribiré mentiras ni palabras sucias.
…Abres, maestra, un libro, y al empezar a leer es como si abrieras una ventana, ventana que nosotros no conocíamos: nos muestras así el cielo claro, el sol brillante, mariposas y pájaros, países lejanos, hombres que han sido heroicos al cumplir con su deber. Por eso nos gustan tus libros, que deseamos tener entre las manos y leer. Por eso hemos aprendido a amarlos.

En esta sección, donde hemos tratado el perfil de algunas profesoras potosinas que han influido en el desarrollo educativo y cultural de San Luis Potosí, queremos recordar la labor de estas profesoras que participaron en la fundación de una de las más antiguas primarias urbanas de San Luis Potosí, la Escuela Primaria Ignacio Zaragoza, las profesoras Gloria Cruz Morán y María del Carmen González Mena.

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#4 Tiempos

Temporada de ensueño | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Tengo que admitirlo, soy de los que no esperaba mucho de San Luis. Independientemente de mi afición por el equipo, de mi cariño al futbol potosino y sobre todo la confianza en el proyecto actual, al inicio de la temporada, pensaba que estariamos de nueva cuenta sufriendo para intentar entrar en Play-in.

Hoy el presente potosino luce prometedor, un partido de ida con marcador a favor en una semifinal, una temporada perfecta en casa, con tan solo un empate en medio de puras victorias, un juego atractivo y mucha confianza en los miembros del plantel, un presente verdaderamente envidiable por muchos equipos.

Soy de los que poco creía en varios jugadores que hoy presumen gran nivel, soy de los que no puede creer que muchos de los refuerzos llegaron gratis, soy de los que pensaba que con Torrent se estaba inventado. Y hoy, estamos viviendo el sueño.

Sin embargo, hay que tener cuidado. Independientemente de lo que pase este fin de semana, San Luis tiene un proyecto interesante, algo que parece bien construido y con posibilidades de continuar, pero hay que mantener mucho más que las bases.

En el pasado se fueron muchos jugadores, entrenadores, staff, el equipo ha cambiado, en ocasiones para mal, la salida de piezas importantes como Nico Ibañez, Berterame, Waller o Murillo, así como el doloroso adios de André Jardine, son ejemplos de lo mucho que se podría modificar el futuro de los potosinos.

Sabemos que este torneo ya no es una casualidad, que esto es un proyecto que se ha sabido manejar, una idea que hoy da frutos pero que hace unos meses estaba mal, el presente puede ser el mejor momento de la historia del equipo.

Habrá que esperar donde termina esta temporada, para después sentarnos a ver que tanto podemos mantener, es claro que las ofertas vendrán, y es posible que varios jugadores salgan, aún así, será responsabilidad de la directiva, mantener un equipo competitivo y con recambios para el futuro. La temporada soñada esta cerca del final, pase lo que pase en estas semifinales, solo espero que ojalá el sueño no se vuelva pesadilla en el 2025.

Por lo pronto a disfrutar y apoyar, que mañana en Monterrey, se puede volver a escribir historia.

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#4 Tiempos

La pionera del cuento fantástico latinoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

La Agencia Potosina de Cultura sería un proyecto, que, si bien no pudo implementarse en su momento, significo un paso importante para institucionalizar los esfuerzos culturales que caracterizaron a San Luis potosí en la década de los cincuenta, cuando logró instalarse el Instituto Potosino de Bellas Artes y se iniciaron programas como los jueves literarios. La característica de esta Agencia de Cultura era que sus promotoras era mujeres ligadas a la vida cultural y literarias, entre ellas María Amparo Dávila Robledo.

Nacida en Pinos Zacatecas el 21 de febrero de 1928, llegaría San Luis siendo una niña e ingresó a estudiar la primaria en esta ciudad. Su vocación a las letras, la adquirió por el gusto a la lectura que descubrió en la biblioteca de su padre, según contará la propia Amparo Dávila. Su vida estuvo influenciada por la presencia de la muerte en personas cercanas durante su infancia, pues de cuatro hermanos solo ella sobrevivió a la infancia.

Se relacionó con la vida cultural en San Luis Potosí y participaría colaborando en algunas de las revistas locales como Cuadrante, donde se publicarían algunos de sus cuentos de corte fantástico colocados, según algunos especialistas, en la tradición de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, en los que el horror y la oscuridad de la propia vida se traslapan a los textos. Lo que la coloca como la escritora de literatura fantástica latinoamericana. Sus narraciones fantásticas impresionaron al mismo Cortázar, con el que le unió una gran amistad. Una de sus narraciones que aparece en la Gaceta de la UNAM es la que lleva por título “El huésped”, en el que la escritora describe con suspenso y terror la llegada de éste:

“Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.
Llevamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz…

“Una noche estuve despierta hasta cerca de las dos de la mañana, oyéndolo afuera… Cuando desperté, lo vi junto a mi cama, mirándome con su mirada fija, penetrante… Salté de la cama y le arrojé la lámpara de gasolina que dejaba encendida toda la noche…

Pensé entonces en huir de aquella casa, de mi marido y de él… Pero no tenía dinero y los medios de comunicación eran difíciles”.

La actividad cultural y académica que se vivió en San Luis en los cincuenta acercó a Amparo Dávila con Alfonso Reyes convirtiéndose en su secretaria, actividad que desarrolló durante dos años. Amparo Dávila se casó con el pintor Pedro Coronel, con el que tuvo dos hijas.

A lo largo de su carrera literaria se hizo merecedora a varios reconocimientos a su obra: recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1977; en 2013, fue homenajeada por el noveno encuentro de escritores, Literatura en el Bravo; en 2020 fue designada ganadora del Tercer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura que otorga la Universidad de Guanajuato; en 2015 recibió la Medalla Bellas Artes por sus sobresalientes aportes a la literatura de México.

Amparo Dávila recibió la Medalla Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En esa ocasión, la escritora comentó:

“Trato de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, en la técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia. La sola percepción formal, no me interesa porque la forma no vive por sí misma; es, digamos, la sola justificación de la escritura”.

Desde ese año el Gobierno de México convoca un certamen nacional de cuento fantástico con su nombre: el Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.

María Amparo Dávila Robledo moriría en la Ciudad de México el 18 de abril de 2020.

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