#4 Tiempos
Las convicciones no sirven de nada | Columna de Óscar Esquivel
Desafinando
Todos contra todos convivimos
Las llamadas constantes a que un gobernante se someta a sus propias convicciones son solicitadas a cada momento por la sociedad a quien gobierna, se dice que las condiciones se convierten en peligrosas enemigas de la verdad y hasta de las mismas mentiras. Existen convicciones positivas, otras no tanto. Existen algunas que provienen de la mente y el corazón y otras que solo que salen de la boca, solo cómplices los labios que generan posturas débiles, sin vigor, ni mucho menos de intensidad, donde permea la conciencia de la persona.
Las convicciones personales podrían ser puras, auténticas, de mucha espiritualidad, casi religiosas. Como cuando padre que observa a su hijo realizar una carrera que será la base para su futuro, y está convencido de ello. Lo peor vendría si el hijo solo observó las inquietudes y exigencias de su padre, el propio hijo no se convenció nunca que el estudio de esa profesión sería su futuro, entonces la intervención del padre concluyó erróneamente que su vástago sería igual o mejor que él.
Las convicciones no se heredan, se transmiten tratando de convencer al prójimo. Una cosa es verdad: “La necedad es disgustarse con alguien por sus convicciones”, dice José María Vigil.
La debilidad de las convicciones de muchos hace que el mundo no se ponga de acuerdo en cómo resolver los grandes problemas externos o de nuestro país. El estado no está exento de ello, tenemos una sociedad de logros individuales. 120 millones de mexicanos tienen su propia razón, algunos movidos por sus posturas de militancia en algún partido político, las religiones hacen lo suyo, los grupos de ONG… ¡vamos! Cualquier agrupación tiene la certeza de aportar con base en su idea de vida la búsqueda de la verdad.
En México parecemos que tenemos la enfermedad de la “conviccionitis” y no debemos hacernos a la idea que somos los únicos que podemos adoptar posturas diferentes y entender bien las forma de externar nuestro pensar hacia cualquier persona. Carecemos de la humildad que nos da al entablar un diálogo sin arrollar al otro, sin someter su voluntad. De esta manera nos hemos puesto en la locura de no jalar para un mismo lado, somos tan individualistas que la necedad no impide ver los puntos de coincidencias y crecer por el bien de la sociedad.
Creemos que vivimos en convivencia, pero somos tan delicados que somos, a su vez, “íntimos compadres”. “En las relaciones entre personas finas y delicadas, que se han hecho íntimas, hay mezcla extraordinaria. El temor a no ser comprendido con el pánico a ser comprendido… exigimos comprensión sin ofrecer la anuencia a un hombre que explica sus convicciones, no olvides que yo me veo en tu actitud y no quiero ver nada insoportable en ella, así sea la mejor de las convicciones… Sea tu silencio un espejo sin defectos” Paul Valery.
DESPRECIO POR EL MEXICANO ARTESANO
Complicado de entender y fácil de digerir los momentos que pasamos. Fácil, porque este mundo ciudadanizado, todólogo, opinador y juzgador de las acciones de los demás, han llevado a un libertinaje disipado de ideas sin sustento. Hace unos días se develó un busto de Benito Juárez en el municipio más pobre de San Luis, San Antonio. De inmediato las redes sociales prácticamente se volcaron a la burla, “no se parece al Benemérito” “parece ET”, “es una ofensa a Juárez” “somos el hazme reír del mundo” pero esta sociedad de sabios se olvidaron de que quién realizó tal escultura es precisamente un artesano de Escalerillas, ARTESANO. Es un artista que trabaja con las manos posiblemente sin estudios académicos en arte, sus conocimientos son heredados de generación en generación, normalmente las piezas no son iguales y no tienen procesos industrializados.
Primero, viniendo de esto creo que la sociedad carece de una formación de apreciación de arte y después, de civismo, pues hay una nula formación cultural. Podría no gustar el producto final del artesano, pero la descalificación de su aportación de parte de jaurías de incultos demostraron su falta de empatía por el arte y la cultura mexicana. Se me antoja pensar que son aquellos que realizan algún viaje a algún lugar turístico y compran artesanía hecha en china creyendo que es realizada en la región y todavía les regatean el precio al comerciante. Eso, para un servidor es racismo. Se preguntan los pregoneros del perfeccionismo ¿por qué no la realizó Miguel Ángel Buonarroti? Desconociendo que murió hace 500 años. Se les nota como diría un maestro “el nopal en la cabeza”.
Potosinos, mejor visiten museos, vayan a exposiciones y quítense de la mente que solo existe el Rap o la farándula de TV y Novelas.
LA NECEDAD DEL TODO
La razón de no tener orden, disciplina o tal vez cansancio, solo ellos lo saben, pero ha provocado que las autoridades encargadas de la seguridad pública sea blanco de las más duras críticas, bien merecidas.
La sociedad exige resultados, como ejemplo, si existe tanto robo perpetrados en automóviles con vidrios polarizados grado 90, ¿porque ser tolerantes? Se debe exigir que se eliminen o bajen el grado de polarización so pena de sacarlos de circulación. Circulan cientos de automóviles sin placas sobre todos de “chicos Lomas” a quienes ni los agentes los detienen por ser autos de alta agama, simplemente los ven pasar. Los autos chocolate: intocables, según esto están registrados en organizaciones populares. Bueno, pues solicitarles a esas organizaciones sus registros, algunos dirán es “reconocerles como autoridad” pero, ¿es mejor reconocer la organización o tener delincuencia en potencia?
Un secuestro en pleno estacionamiento de un centro comercial donde regresaron, afortunadamente, con vida a toda la familia genera incertidumbre y sin embargo, crea zozobra en la población. Si ya regresaron con bien las personas, qué les cuesta dar a conocer el estado y la forma de operación de los delincuentes para tener precauciones, o si fue otro tipo de caso como el problema familiar.
Sobre una familia de médicos con un pequeño desaparecidos en Rioverde, si bien la secrecía es importante en estos casos, lo policía debe informar de avances. Esto se hace en muchas ciudades del mundo y en ocasiones ayuda a resolver el crimen. Afortunadamente la familia apareció después de cuatro días confinados en un hotel, pero insistimos, se de igual manera si la ciudadanía no se entera de cómo tratar de evitar las extorsiones y otorga sus datos a cualquier persona o negocio, como en este caso la aplicación de viajes brooklyn.com, o ¿cómo sabrían los delincuentes de sus reservaciones en el hotel de Rioverde?, a menos eso manifestaron sus familiares durante la búsqueda. Tomen sus precauciones por favor.
Pareciera que están vacunados de sentido común o simplemente la comunicación social llevada por “expertos” no funciona o no les interesa que en la entidad haya conmoción social. Feminicidios, trata, robos, secuestros resueltos o no, la sociedad como una esponja se va llenando, de miedos primero, después envalentonada cambiará el miedo, por venganza. Ahí están los linchamientos que tanto perturban al gobierno.
La comunicación social puede ser la diferencia entre el miedo de la población o la colaboración con el gobierno.
Nos saludamos pronto
También lee: La vergüenza de pedir perdón vs La vergüenza del saqueo | Columna de Óscar Esquivel
#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
También lee: Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…
Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».
Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!
Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».
Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…
Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».
Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.
¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída , el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».
¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».
Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!
Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.
Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».
Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.
También lee: Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer
Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.
Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.
Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.
Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.
A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.
No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.
Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.
Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.
Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.
En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.
En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.
La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.
Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.
Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).
Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.
El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.
Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.
Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.
México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.
Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”
Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.
Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.
Hasta la próxima. Jorge Saldaña.
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