agosto 26, 2025

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#4 Tiempos

La pesadilla laberíntica del huachicol | Columna de Carlos López Medrano

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Luces de variedad

 

El actual sexenio no ofrece tregua. Tras cismas como el de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, el fallecimiento de Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle, el avance de la Guardia Nacional y la difusión de la polémica Cartilla Moral por parte del gobierno federal, entre otros episodios, un acontecimiento escalofriante selló el panorama desafiante para el país en los próximos años.

La explosión de una toma clandestina de combustible en el municipio de Tlahuelilpan, por la que murieron al menos 89 personas, disminuye una vez más el optimismo que iluminaba el ambiente cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia, punto en el cual muchos vislumbraban bienestares que de ningún modo serán inmediatos sino que, si se dan, será a través de procesos paulatinos, esfuerzos titánicos y serios sacrificios.

La guerra contra el huachicoleo se trata de una de las medidas más fuertes tomadas por el gobierno federal y conforme transcurren las semanas se comprueba que se trata de una batalla mucha más complicada de lo que en un principio se creía. A diferencia de otros frentes, este es difuso y no existe siquiera un enemigo claro al cual perseguir.

Es evidente que lo del huachicol es un reto profundo y complejo que dista de ser una actividad realizada por simples bandoleros como alguna vez se creyó. El alcance de los delincuentes, así como sus cúpulas y ramificaciones, no queda aún definido del todo y parece incluir lo mismo al crimen organizado que a ladrones independientes de distinto calado que han hecho de dicha actividad un modo de vida.

Por ello son días difíciles para López Obrador que con cada minuto en el cargo da cuenta de que el trabajo no será tan idílico como alguna vez  vislumbró en su fuero interno. Si durante la campaña aseguró que el problema del huachicoleo, como tantos otros, se resolvería a través de voluntarismo y a través de la renovación que su misma figura irradiaría al resto del país, hoy en día los retos se aculan en una especie de rompecabezas que a cada movimiento deriva en un nuevo hueco por llenar.

Omisiones históricas de anteriores administraciones le heredaron una auténtica maraña de Estado. Aunque él debe admitir que se comprometió a enfrentar la tarea y que si quiere ganarse una posición en el Olimpo de la historia será a través de hazañas cumplidas y no con decretos como el que lo posicionan al lado de Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y Francisco I. Madero.

En ocasiones da la impresión de que el nuevo gobierno actúa con demasiada prisa. En menos de dos meses se han abierto varias líneas de acción cada una de ellas inmensa y con implicaciones costosas tanto a nivel económico como político. Todas ellas, hasta ahora, asumibles de cara al público gracias un crédito tan grande como el que posee la autoproclamada Cuarta Transformación, pero que en términos de desgaste, incluso físico, podría ser insostenible en un plazo tan agotador como el de seis años en el cargo.

Un ejemplo de ello son las conferencias matutinas que aun con sus beneficios (como el de llevar la batuta de la agenda mediática), en el fondo representan anacrónicas y demenciales en lo que respecta a cuestiones tan básicas como las biológicas. El gabinete entero debe administrarse de tal modo que pueda aguantar una carrera que tiene más de maratón que de 100 metros planos. El descanso razonable no tiene nada de malo y permite tomar mejores decisiones.

Es obvio que México enfrenta crisis severas, así como urgencias que resultan apremiantes de atender, pero para lograrlo es pertinente encauzar las buenas intenciones con planes sostenibles que no provoquen pequeñas turbulencias adicionales como en su momento pasó con la cancelación del NAIM y como a últimas fechas ocurrió con el desabasto de combustible y una histeria colectiva por la distribución que avanzó en algunos estados.

El combate al huachicoleo se encuentra en una etapa inicial. Lo preocupante es que no queda claro hasta dónde podría llegar la campaña. El gobierno y las fuerzas armadas han entrado en terreno pantanoso, en un laberinto que irán descubriendo sobre la marcha y del que, por el bien de todos, ojalá salgan avantes.

Andrés Manuel deberá también tomar precauciones añadidas y apelar a los consejos de viejos lobos de mar. No puede confiarse ni creer que su particular carisma y bonhomía serán suficientes para cumplir con los objetivos y salvarse de cualquier inclemencia. Ante un enemigo no definido en toda su magnitud como el que representan quienes están detrás del robo de combustible, no queda otra que reforzar su propia seguridad sin importar los recursos que tengan que emplearse ni la austeridad que tenga que tirarse por la borda.

En la misión emprendida por el presidente y su equipo hay mucho de valentía, aunque también ha habido errores que no deben ignorarse y que, por el contrario, deben servir como reflexión. La acción política no es sencilla y quien espere milagros o soluciones sencillas acabará por llevarse dolorosas embestidas de objetividad.

La retórica de “abrazos, no balazos” y la permisividad antes quienes delinquen, así se trate del ‘pueblo bueno’,  debe detenerse y entrar de lleno en un esquema que brinde verdadera reforma en materia de seriedad como país.

El asunto suma en desgracia debido a esa sempiterna falta de estado derecho en un México acostumbrado a pillería y al ventajismo que no atiende razones y en donde la autoridad está condicionada en su actuar debido a las presiones de una opinión pública que sigue sumida en un infantilismo al que, por cierto, muchos de los que actualmente están en el poder contribuyeron durante años.

Lo que comenzó como una operación entre tantas otras por parte del gobierno federal se trata ahora de algo así como la pelea de la década. Si el estado mexicano logra imponerse, habrá ganado una medalla muy importante que catapultará sus opciones. Pero cabe la posibilidad que esta lucha se empantane y lastre al resto de prioridades que también existen en la agenda de López Obrador y de la población en general. Esperemos que ocurra lo primero. Para ello deberá apelar al ingenio, la fuerza y el pragmatismo y dejar de esperar milagros y quimeras que simplemente no van a llegar.

 

@Bigmaud

Contacto: [email protected]

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#4 Tiempos

¡Hazlo pronto! | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

En una novela que si no fuera irreverente podría ser incluso simpática, Upton Sinclair (1878-1968), el famoso escritor estadounidense, imaginó lo que pudo haber pensado María cuando vio que Jesús se marchaba de casa para dar inicio a eso que los teólogos conocen con el nombre de “período de su vida pública”.

La novela se titula Our Lady (Nuestra Señora), apareció por primera vez en las librerías en 1938 y comienza así: “María estaba en el portal de su casa, observando a su hijo, que caminaba a lo largo de la ruta pedregosa que cruza el valle. Se alejaba él sin volver la vista, como lo hace quien, una vez puesta la mano en la mansera del arado, no mira tras de sí, leve el andar e inclinados los hombros como si en ellos pesara la carga de sus pensamientos. Ella conocía bien su manera de andar –con la vista fija en el vacío-. Le seguía con ansias; su alma clamaba por llamarle, por rogarle que volviera, pero bien sabía ella que su clamor no sería escuchado”.

¿Fue esto realmente lo que María quiso hacer mientras su hijo se alejaba con paso firme y a la vez ligero? ¿Trató de detenerlo, de hacer que retrasara su partida? Preguntas vanas: nunca lo sabremos. Por lo pronto, la escena imaginada por Upton Sinclair prosigue de la siguiente manera:

“El hijo había llegado a ser hombre, y emprendía su camino por el mundo. Los ojos de la madre le seguirían hasta que se perdiera de vista; esa parte del camino le era familiar, mas ignoraba lo que le esperaría más allá, y vagamente presentía múltiples peligros en acecho; mientras la visión ávida devoraba cada uno de sus movimientos, el alma atemorizada se nutría de desesperación. Cuando pasó él frente a la era de Simón ben Zoma, el vecino más próximo, una voz interior le decía a ella: ‘Se va para siempre’; y cuando pasó frente al lagar que el viñatero Iaddua había talado en la roca, ella murmuraba para sí: ‘Nunca más volveré a verle’”.

Es posible que María, en semejante trance, se dijera a sí misma todas estas cosas, pero no es seguro. Lo que sí creo, en cambio, es que cuando Jesús abandonó la casa paterna lo hizo justo así como lo imaginó nuestro autor: con aire decidido y casi sin decir adiós. ¡Son tan amargas las despedidas! Pero ¿hay otro modo de tomar una decisión?

Conozco a una mujer de mi edad que hace treinta años anunció públicamente que se iría a un convento porque su vocación -¡bien seguro lo tenía ella!- era la vida religiosa. Todos en su casa estaban consternados.

¿De veras te irás? -le preguntó su madre, que sufría siempre de jaquecas y tenía como instalado desde hacía varios años un fuerte dolor en las caderas.

-Sí –respondió la hija-. Me iré.

La madre no se resignaba, de modo que un día, llevándola aparte, le suplicó:

Espera a que me muera. Será pronto. Tú eres la única que me cuida, y si te vas no sé lo que será de mí. Ofrece a Dios, querida mía, este pequeño sacrificio.

La muchacha, que por Dios estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, dijo que estaba bien, que no se iría hasta que… Bueno, hasta que su presencia en la casa ya no fuera necesaria.

Han pasado treinta años desde entonces. ¿Y la madre? Ahí está, bien vivita, con sus jaquecas, sus lamentos y sus dolores de cadera.

¿Y la hija? Allí está también, lamentándose de no haber tenido el coraje de hacer lo que quería. “¡Ha pasado el tiempo tan rápido!”, me dijo la última vez que la vi. Me dio tristeza por ella.

Sí, las decisiones se toman así: con la mano bien puesta en el arado y sin voltear mucho a un lado o a otro, desde donde nuestros seres queridos nos hacen señas para que nos quedemos con ellos.

Una vez un hombre se acercó a Jesús para decirle: “Señor, te seguiré, pero antes déjame enterrar a mi padre”. Le respondió Jesús: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8,22). Este hombre quería hacer lo mismo que aquella conocida mía: esperar a que su padre muriera, con el consiguiente riesgo de que éste fuera el judío errante en persona. La respuesta de Jesús puede parecer violenta, y de hecho lo es, pero ¿de qué otra manera es necesario hablarle a un indeciso? ¡El exceso de análisis produce parálisis! O se decide hoy, cueste lo que cueste, o no lo hará nunca.

¿Quién ha dicho que tomar una decisión sea cosa fácil? Decidir, en cierto sentido, es morir. Pero, con tal de que decidamos, con tal de que nos atrevamos, ¡bienvenidas las lágrimas!

Otro hombre le dijo un día al Señor: “Yo te seguiré, Maestro, pero primero déjame ir a mi casa a despedirme”. Y Jesús: “Ninguno que después de haber puesto la mano en el arado vuelve los ojos atrás, es digno del Reino de los cielos” (Lucas 9,62).

Las cosas decisivas de esta vida son ahora o nunca: tal es, a mi entender, lo que quiso decir Jesús a este discípulo ingenuo.

En uno de sus libros escribió Jean Guitton (1901-1999) que una sola palabra de Jesús es suficiente para edificar con ella nuestra vida cristiana. “Y esa sola palabra –asegura- podría bastar para siempre si os encontráis un día prisioneros, enfermos o amurallados por alguna pena”. Y yo estoy convencido de que el filósofo francés tiene razón. ¡Con una sola palabra de Jesús que nos atreviéramos a vivir nos bastaría! Y hoy he decidido que dicha palabra ­aunque haya sido dicha a Judas en un momento de extrema tensión­ bien podría ser ésta: “Amigo, lo que vas a hacer, hazlo pronto” (Mateo 26,50).

¡Hazlo pronto! Todo en esta vida hazlo pronto. Si ya decidiste que lo harás, no te entretengas mucho dándole vueltas al asunto. Porque después se hace tarde y –déjame decírtelo- ya no harás nada. Nada de nada.

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Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.

El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.

El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.

Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes

. La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.

Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.

El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.

Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.

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#4 Tiempos

La abogada y el diablo | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

De no ser porque al empresario Miguel Maya Romero le fueron a ofrecer poner una de sus cafeterías al interior de lo que iba a convertirse en el centro comercial Santa Fe, en los terrenos que rentó la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a la empresa VEM, e hizo público en sus medios el proyecto, a la UASLP le hubiera pasado de noche que le estaban por dar gato por liebre.

Se desató el infierno. Por algo a Miguel Maya Romero le dicen, los que lo quieren, “El diablo” (su WhatsApp es 666 y ya…bien raro).

Desde la muy humilde opinión de este aprendiz de reportero fueron dos errores fatales los que cometieron los promotores de Santa Fe: invitar a Maya solo a rentar un local, y no a invertir en el negocio completo.

El segundo error es haber entregado, al dueño de dos medios, el dossier, renders, planos, números y el “kit” completo del proyecto.

Hasta que estos materiales “cautiva inversionistas” fueron públicos en los medios miguelescos, la comunidad universitaria, sus más altos funcionarios y el Consejo Directivo, cayeron en cuenta que VEM les había vendido un unicornio que resultó ser un burro con brillantina.

Las especificaciones del Santa Fe publicadas estaban enfocadas al lucro, objetivo muy distante a lo que aprobó el Consejo Directivo Universitario por la confianza que le tienen al rector, Alejandro Zermeño Guerra.

Y es que con esa buena fe a la rectoría, nadie imaginó que el equipo jurídico de la Universidad resultara tan laxo, distraído e incompetente como para que en más de un año de haber firmado el contrato de arrendamiento (a precios muy inferiores a los del mercado, pero bueno…) no se hubiera dado cuenta que el unicornio rebuznaba.

En lugar de centro deportivo, canchas de pádel, gimnasio, pista para correr, estacionamientos para estudiantes y otras instalaciones dirigidas a la comunidad, se estaba gestando y vendiendo un centro comercial con tienda ancla, agencia de autos, restaurantes y cadenas comerciales.

Ante la presión social y mediática que provocó la discrepancia entre el proyecto original y el exhibido, el que tuvo que sacar el pecho y llevarse el desgaste fue el propio doctor Zermeño, que tuvo que pedir cuentas a su equipo jurídico encabezado por la abogada general de la universidad, Urenda Navarro Sánchez (a la que tengo el enorme gusto de no conocer).

En la revisión, el convenio resultó más poroso que un estropajo de Ixtle.

(Por cierto que el documento, al que solo Navarro Sánchez y muy pocos colaboradores de su oficina tenían acceso, casualmente se filtró a los mismos medios propiedad del villano de las pastorelas).

La filtración tuvo consecuencias. Por un lado, las enormes goteras jurídicas de la redacción del instrumento, urgieron a la Universidad cancelar el trato justificadamente acudiendo a las únicas condiciones que podrían protegerlos, que fueron el nulo avance de la obra y el agotamiento de los plazos.

En otras palabras, la falta de liquidez de los empresarios los salvaron; que si no, ya hubiera centro comercial, agencia de autos y café Chaires.

Por el otro lado, y ya circulando el convenio, se pudo saber que a la empresa VEM no le pidieron ni los requisitos más indispensables; no verificaron su experiencia (que no tiene) ni sus capacidades financieras (que tampoco tiene).

Con las cartas destapadas, el rector admitió que se sintió engañado (así lo declaró a éste medio y a otros). Pero… ¿engañado por quién?

¿Por la empresa? ¿O por su abogada general, que no cuidó a la institución, le escondió los detalles del poroso contrato y les generó un feroz enjambre jurídico en contra del que aún no salen?

Derivado de todos los yerros encontrados, se hizo inminente para la UASLP la cancelación del trato, provocando que Fabián Espinoza, el representante de la empresa al que se le cayó el negocio, denunciara penalmente al propio rector, a Miguel Maya y hasta a los periodistas de sus medios, asunto que hasta donde se sabe, sigue su curso.

Vamos dos a cero: Un contrato jurídicamente descuidado puso en el filo de la navaja a la institución, y provocó en reacción que denunciaran al líder de la comunidad universitaria, que sin necesidad, deberá defenderse por la vía penal (ojalá el rector contrate a un abogado o abogada externos… digo).

Tres a cero: En respuesta, la UASLP (léase la licenciada Navarro Sánchez) interpuso una tibia demanda mercantil (que no es lo mismo que una denuncia) en contra de la empresa. Sin embargo, la demanda la presentó la abogada hasta junio pasado. Es decir, meses después de la tormenta. Mientras tanto ni se ha recuperado el terreno, ni pueden hacer nada con él.

¿Estaría muy ocupada la abogada?

Quizás sí, promoviendo una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia, en contra del Instituto de Fiscalización Superior del Estado, contra el que debate la competencia de éste para auditar recursos propios de la UASLP.

Hace unos días, la controversia fue desechada por la SCJN por ser “notoriamente (no-to-ria-men-te) improcedente”. Cuatro-cero.

Por si se lo preguntaba, Culto Público, quien dió a conocer la promoción de la controversia, así como su penoso resultado, también fueron los medios propiedad de MMR, príncipe de las tinieblas.

(Yo creo que nadie les pasó el número de expediente en cuestión y le atinaron sus reporteros de pura suerte…)

Se le conoce al rector de la universidad, Alejandro Zermeño -y coincido- como un hombre íntegro, decente, bien intencionado, prudente, y capaz.

Lo que asombra es su paciencia y tolerancia con funcionarios como Urenda Navarro Sánchez, que si nos damos cuenta, es quien ha estado detrás de casi todos los conflictos que ha enfrentado la actual rectoría.

¿Cuándo terminará la goliza jurídica contra la institución? ¿No hay cambios? ¿Alguien tiene pacto con el diablo?

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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