#4 Tiempos
La nodriza y la reina (Tergiversación de un cuento de José María Eça de Queiroz) | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
Había una vez un rey joven y valiente, señor de un reino abundante en ciudades y campos de labranza, que partió a pelear a tierras lejanas, dejando tras de sí una reina que lo lloraba amargamente y un hijo que, desde su cuna, lo lloraba amargamente también.
La noche lo vio marcharse, llevado por sus sueños de conquista y de fama. Pero no lo vio regresar. Cuatro semanas después, uno de sus hombres de confianza apareció trayendo la noticia de una batalla perdida y de la muerte del rey, atravesado por siete lanzas a orillas de un gran río.
La reina lo lloró durante noches enteras. ¡Cómo lloraba la pobre mujer! Pero su llanto, claro está, no le hizo olvidarse de las cosas prácticas de la vida, como, por ejemplo, que el rey tenía un hermano, que este hermano era codicioso y que lucharía con uñas y dientes para arrebatarle el reino.
Y así fue, en efecto. Tan pronto como el hermano supo de la muerte del rey, formó un ejército numeroso en las montañas, donde se escondía, y se dirigió a la ciudad real para sitiarla y ponerla a sus pies.
Cuando la reina supo que su cuñado venía con un numeroso ejército a quitarle el trono para ocuparlo él, mandó asegurar las puertas de la ciudad con fuertes cadenas y sólidos candados. Pero los mejores hombres habían partido con el rey y habían muerto en la batalla al lado de su señor. Y ahora, dime, ¿qué podría hacer la reina con un ejército de mujeres y niños, de ancianos y enfermos, de lisiados y tuertos? Tanta era su desesperación al oír a lo lejos los cascos de los caballos enemigos que lo único que se sentía con fuerzas de hacer era ir a la cuna del niño y bañarle las mejillas con sus lágrimas.
Una esclava fiel trataba de consolarla diciéndole que no debía temer nada, que ya vería cómo las cosas se arreglarían, etcétera: en fin, lo que suele decirnos la gente cuando no le sale decirnos otra cosa. Por supuesto que la esclava no creía ni ella misma en lo que decía, pero aparte de propinar los consejos que ya escuchamos, hizo también algo más: con un solo enérgico movimiento tomó a su hijo, que era de la misma edad que el príncipe heredero, y lo puso en la cuna real, mientras quitaba a éste y lo colocaba en la cuna de su hijo. Me preguntarás por qué hizo esto la esclava, ¿no es verdad? Es claro: para que, si el hermano del rey entraba a los aposentos reales e intentaba matar al príncipe heredero, a quien mataría sería a un esclavo.
Todo sucedió como la nodriza había sospechado. Bruscamente, un hombre enorme, de cara encendida, con la capa negra sobre la cota de malla, surgió de la puerta de la estancia. Miró, corrió a la cuna de marfil donde los brocados resplandecían, arrebató al niño como si cogiese una bolsa de oro y, ahogando sus gritos con su capa, salió furiosamente.
La reina, que desde el fondo del salón había seguido todos y cada uno de los movimientos de aquel gigante vestido de negro –que no era otro que su perverso cuñado-, no pudo sofocar un grito de terror y casi se desmaya al ver cómo, a grandes zancadas, se llevaban lejos a su hijo, seguramente para matarlo.
Cuando el raptor desapareció en la negrura de la noche, la esclava se acercó a su ama, y le pasó cariñosamente el dorso de su mano por sus mejillas encendidas, y le alisó los cabellos una y otra vez, y por último le dijo: «No te preocupes, señora mía. El príncipe heredero está a salvo. Cuando sospeché lo que harían con él, puse en su lugar a mi hijo. De modo que ve a la cuna de mimbres, propia de los esclavos, y besa al hijo de tus entrañas».
Pero la reina seguía llorando. Nada lograba consolarla; y cuanto más hablaba la esclava, más violentamente lloraba su señora. ¿Y sabes por qué? Porque como la reina ya había sospechado que matarían a su hijo (ya te he dicho que las mujeres tienen grandes intuiciones, ¿o no te lo he dicho?), queriendo protegerlo, sin que la nodriza se diera cuenta, lo había cambiado de cuna. «Que maten a éste», dijo. De modo que el niño que se había llevado el raptor era realmente el príncipe heredero. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
-No, no. Así no es el cuento –me dijo mi sobrina arrebujándose en las sábanas-. Anoche me lo leyó mi papá en un libro y no terminaba así. En el cuento que me leyó mi papá no se llevaban al príncipe heredero.
-Ya lo sé que no. Pero, vanidad aparte, así el cuento es mucho más interesante. La reina, si no hubiera sido tan… tan…
-Tan gandalla –completó mi sobrina.
-Sí, si no hubiera sido la reina tan gandalla, como dices, hubiera visto a su hijo sano y salvo. ¿Por qué no confió en la bondad de la esclava? ¡Pobre reina! Jamás se imaginó que su sirvienta hubiera podido ser capaz de un gesto semejante. Y esta desconfianza, como puedes ver, la pagó muy cara. En este mundo confiar en la generosidad de los demás es algo sumamente necesario; es, incluso, algo esencial.
-Sí –dijo mi sobrina-. Hubo allí un serio problema de comunicación. Si se hubieran puesto de acuerdo en lo que las dos mujeres pensaban hacer…
-No precisamente de comunicación. ¡Cómo se ve que perteneces a la era de Internet! Más que de comunicación, lo que hubo fue una falla de confianza, que pronto se revirtió contra la culpable. Porque has de saber que estas fallas siempre se revierten.
-Sí –dijo mi sobrina -y ya no dijo más porque se quedó dormida.
Y yo salí de su cuarto en punta de pies, con pisadas de gato, más que satisfecho por haberle enmendado la plana nada menos que a un escritor de la talla de José María Eça de Queiroz.
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#4 Tiempos
Estimado señor Domènec Torrent | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Estimado señor Domènec Torrent:
Me presento, soy Arturo Mena, columnista del periódico La Orquesta desde hace casi 10 años, profesor universitario y seguidor de toda la vida del fútbol potosino en sus distintas facetas.
Soy un tipo crítico con su equipo y consciente de los grandes esfuerzos que históricamente ha tenido que hacer el fútbol de San Luis Potosí para estar en las primeras planas a nivel nacional. Me queda muy claro que estamos lejos de los reflectores y de los grandes titulares de la Liga; sé muy bien que distamos demasiado de ser un equipo grande.
Señor Torrent, estoy completamente seguro de que usted tiene toda la experiencia en el manejo de vestidores de clase mundial. Usted ha estado en el banquillo y vestidor de los mejores equipos del planeta; sé muy bien que le ha aportado a los cuadros que más han ganado en la historia de este deporte. Eso es indiscutible: la experiencia y la altura las tiene a los más altos niveles del fútbol.
Pero, señor, no lo veo claro. ¿Decir que lo “anormal fue hacer 30 puntos el torneo pasado” en una conferencia de prensa ante el equipo más mediático del fútbol mexicano? Caray, no veo en qué ayuda eso al equipo, a la afición. Declarar que San Luis es un equipo que cada año está para pelear el descenso, en la sala de prensa más vista del fútbol nacional, es pasarse de sincero.
Lo sé, usted sabe más que yo de este mundo. Usted es el maestro detrás de lo bueno o malo que le pase a este equipo. Desconozco si hay un enojo con la directiva, un fastidio con la afición o si simplemente es parte de la estrategia para quitarle presión a los jugadores, o qué sé yo. Pero, señor Torrent, a los seguidores del equipo no nos gusta escuchar eso, no nos gusta saber que el técnico piensa y declara que somos un equipo “normalmente perdedor”.
Mal y de malas con el inicio de torneo para San Luis: un triunfo en cuatro partidos y, lo más preocupante, 15 goles en contra en los últimos cinco juegos (si sumamos el de vuelta contra Monterrey en la semifinal del torneo pasado). San Luis tiene una cara diferente y un inicio de torneo muy parecido al anterior en puntos, pero no en rendimiento.
El torneo pasado, para la jornada 4 —que, por cierto, fue la última antes del parón por la Leagues Cup—, San Luis tenía 5 puntos, producto de un triunfo de local contra América, un empate de visita contra Mazatlán, otro empate de local contra Tijuana (el único equipo que sacó un punto en el Lastras en ese torneo) y una derrota en Pachuca por 2-0. En ese torneo, San Luis jugaba, se veía congruencia en la cancha e idea en la táctica. El equipo mostraba referencia, determinación y, sobre todo, identidad.
Este torneo las cosas pintan parecido en puntos (3 en cuatro juegos), pero en la cancha no hay elementos para estar tranquilos. Un equipo que no se aparece, donde se han intentado cubrir ausencias de forma desesperada, jugadores que juegan hacia atrás y que no encuentran conexión en el medio campo, delanteros que simplemente no existen… Nos han llevado a perder por goleada.
Señor Torrent, lo sabemos, y podemos incluso estar todos de acuerdo: somos un equipo modesto. Me gusta llamarle humilde, un equipo donde cada victoria sabe más porque sabemos lo que cuesta; un equipo de grandes esfuerzos, donde todos tienen que poner el 110% (o más) para pelear contra los grandes, donde se lucha hasta el final, donde se levanta la cara con cada derrota y se disfruta en demasía cada victoria. El equipo de casa representa el alma potosina, esa que vive en el desierto y se esfuerza por sobresalir, esa donde “lo normal” es competir y, sí, muchas veces perder, pero muchas más, ganar.
Señor Torrent, con todo el respeto y admiración que me merece, mientras esté sentado en ese banquillo, no vuelva a menospreciar a nuestro equipo, no vuelva a hacer menos a sus jugadores ante la prensa nacional, no vuelva a insinuar que lo normal es que perdamos. La razón la tiene usted, pero no hace falta cantarla, y menos siendo la cabeza de este equipo.
Ya otros se han sentado en su lugar y se han sentido orgullosos; otros han pataleado en conferencias de prensa, y muchos más han sido hipócritas y han hablado de más. La realidad es contundente: somos un equipo humilde. No hace falta que nuestro entrenador nos lo vuelva a recordar.
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#4 Tiempos
¿Podemos dejar de hablar de “esa” película? ¿Plis? | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
Antes de empezar de lleno con esto, quiero aclarar un par de cosas. En primera instancia, me rehuso a escribir el nombre de la película en la que se centra este texto, no solo porque el hecho de escribir su título anularía el propósito entero de la columna, sino que es enteramente innecesario teclear las dos palabras que componen su título. Ustedes ya saben de qué película hablo. El mundo entero sabe de qué película se trata. Al menos al día de hoy, entre los curseados círculos del internet en español por los que me muevo, es la única película de la que se ha hablado en las últimas ocho semanas. El cine de este año se reduce única y exclusivamente a hablar de esta película (además del ocasional random preguntando “¿ya vieron Flow? ¿a poco no está bien bonita?” que intenta tener una conversación positiva para variar).
Incluso personas de mis círculos sociales que rara vez mencionan algo sobre cine en sus perfiles parecen desvivirse compartiendo memes y think pieces acerca de los peligros que conlleva ver el bodrio de moda.
En segunda instancia, aclarar que no solo no la he visto, sino que ni siquiera planeo verla en el futuro próximo. A pesar de haber demostrado fehacientemente a lo largo de todos mis escritos (y mi existencia misma) mi propensión a, por alguna razón, odiarme tanto que me obligo a ver los bodrios más espantosos y porquerías más gigantescas jamás filmadas por la humanidad, la película de moda simplemente no se ve atractiva de ninguna manera. La historia que Wikipedia me dice que propone no me llama la atención para nada, el tráiler no la vende como algo en lo que debería invertir mi tiempo, y todos los clips que rondan las redes sociales no lucen lo suficientemente horribles como para que quiera realmente ser testigo de cuán terrible es la película en realidad. O sea, por donde se le vea, no es un producto atractivo o intrigante. Lo único que quedaría es verla por morbo pero… a estas alturas siento que es una razón bastante limitada como para obligarme a perder dos horas de mi vida en ello.
Y, recalco, esto lo dice una persona que utilizó su libre albedrío para ver el especial de “comedia” de Karime Pindter. A propósito.
Ahora, tampoco me voy a sentar aquí a defender a la película. No somos Álvaro Cueva para ser tan lamebotas. Como bien desglose en el párrafo anterior, la única forma de que pinte intrigante la película es si eres un ser humano de un país con el que México tiene tan poco contacto o intercambio cultural como para creer que puede ser una ventanita a cómo se vive en ese país tan extraño del que poco se escucha. A saber qué países reúnen esas calificaciones, pero debe haber por lo menos uno o dos, alguna micro nación en algún lugar recóndito del mundo. Mucho menos estoy en un plan similar a la deleznable actriz protagónica de la película de moda que se encuentra en una cruzada a través de sus redes sociales para pedir que dejemos de burlarnos de esta cosa porque “herimos sus sentimientos”. Nada que ver.
Aunque, debo decir, que pareciese que la persona en cuestión no se ve como un ser humano con quien prometa ser divertido convivir o entablar una conversación, le daré el beneficio de la duda y asumiré que su campaña anti-hate toda estúpida y mal implementada emana de su contrato como spokesperson del churro este que no sale de la boca del mundo entero. Pensemos que también entiende, aunque sea un poquito, cuál es el problema de la historia que ayudó a contar y nada más sus múltiples NDAs le prohíben decir a viva voz un “la neta si actué en una película toda culera”.
¿Pero podemos dejar de hablar de esta película (pregunta irónicamente un ser humano que acaba de escribir 1000+ palabras sobre el tema que dice que la gente debería dejar de tocar)? Sé que es pedir mucho, sobre todo en una época en la que cierto colectivo de señores ancianos predominantemente blancos que creen que saben sobre el valor cinematográfico de lo que crean sus compas le acaba de dar 13 nominaciones al mugrero este, pero quisiera intentarlo.
Yo sé que, por alguna razón, miles de personas en este país aún creen que los Óscares representan algo o que en cualquier punto de la historia de la humanidad han premiado “calidad” por sobre “esto lo hizo mi amigazo del alma, y me cae súper bien, quiero darle esta estatua para que el mundo entero sepa que lo quiero mucho”. Yo sé que hay miles de cinéfilos mamadores que aún encuentran una manera de confirmar sus bias a través de lo que dice “La Academia” sobre las películas aclamadas en esta premiación que, misteriosamente, solo se fija en lo más mainstream y *GUIÑO GUIÑO* CON MÁS MENCIONES EN REDES que el cine tiene que ofrecerle al mundo, pero también recordemos que es el mismo grupo de individuos rancios que le otorgaron el nombre de “Mejor Película Del Año”™ a Crash y a Green Book en sus respectivos años, o que solamente toman en cuenta las películas de Ghibli solamente porque otrora las distribuyeran sus amigos Harvey Weinstein y Disney.
También me imagino que se ha de sentir bien bonito que te den una de esas estatuillas. En el improbable caso que hubiese la oportunidad de que pudiese recibir una, sé también que sería lo suficientemente hipócrita como para aceptarlo, llorar de felicidad, y agradecer a este colectivo deleznable del que me he quejado por años ya.
Pero ahorita no está pasando, por lo que, al día de hoy, reitero mi CHSM a los Óscares.
¿Pero podemos dejar de darle poder y presencia a la película que está tan de moda, que genera tantos clicks e interacciones en YouTube y TikTok, que incluso obligó a Javier Ibarreche, un lameculos de Hollywood y todo su establishment aún más gigantesco que Álvaro Cueva, un ser humano que necesita la atención de la industria cinematográfica mundial para poder generar su contenido “buena onda” y lleno del mismo positivismo falso y mercantil de Luisito Comunica (solo que con miles de porcientos menos carisma) para sentir que vale como ser humano, a hablar mal de un producto cinematográfico casi por primera vez en su historia?
Sólo le estamos dando poder a la cinta. Solo le estamos dando más presencia. Estamos haciendo que, de una forma u otra, la gente considere consumir esto, que el nombre de su director/escritor/productor sea de uso común entre los aficionados al cine. Estamos reforzando la validación de haber sido nominada a todos esos premios internacionales (que, puede o no, hayan sido otorgados a esta cochinada como un mensaje disque contundente a las políticas de extrema derecha que el mundo se está tragando con tanto gusto como la repetición incansable de memes sobre esta película). O sea, le estamos dando publicidad gratuita.
¿O de qué otra manera podemos explicar que solo en México, en apenas una semana, esta chingadera ya recaudó 9.4 millones de pesos? ¿SERÁ ACASO QUE LA INSISTENCIA EN HABLAR DE ESTA MENTADA PELÍCULA POR CASI DOS MESES A TRAVÉS DE TODOS LOS MEDIOS, INSTIGÓ A UN MONTÓN DE PERSONAS A SENTIR CURIOSIDAD POR PAGAR CON SU DINERO PARA VERLA?
Y, sí, claro, el mame de PROFECO y Cinépolis y cómo van a devolver como 150,000 pesos en entradas, etc.
Pero, repito. 9.4 MILLONES DE PESOS. EN. UNA. SEMANA.
O sea, más personas en México decidieron meterse al cine a ver la película de moda, que el mame cinéfilo de Nosferatu. Una vez más, México recordándose a sí mismo porque Pixels de Adam Sandler duró casi medio año en cartelera.
Esto solo me recuerda a las elecciones de 2012 en donde tanto mamar y mamar (con justificadas razones, obvio, pero el punto es el mismo) con memes de Enrique Peña Nieto en donde era inescapable entrar a internet sin ver su nombre y cara plasmados en los muros y timelines de todos mis contactos en redes, funcionó TAN bien como estrategia de marketing que, incluso, me hizo cuestionarme si no debería de votar por él.
Aclarando, no lo hice, pero tampoco es como si mi anulación de aquel año hubiera hecho mucho por detener el avance presidencial del PRI que, con tanto amor, los #Soy132 y otros entes disque contracultura ayudaron a promover de manera gratuita a lo largo y ancho del país.
Pero, sobre todo, me gustaría que dejáramos de hablar de esta película por la razón más obvia de todas: a todas luces es una porquería mediocre que no debería de ocupar un espacio en la mente de nadie. Sí, es insensible con el país, trivializa temas sensibles, desestima el trabajo y presencia de mexicanos en la industria. Todo eso es cierto. Todo eso es cuestionable. Todo eso debería de denunciarse. No debería de repetirse. Estoy de acuerdo.
¿PERO PODEMOS DEJAR DE DARLE TANTA IMPORTANCIA SIEMPRE A LAS CHINGADERAS MÁS MEDIOCRES QUE PODEMOS ENCONTRAR?
Reitero, que CHSM el director y su producto basura. Nadie debería gastar tiempo, dinero, o MBs de sus VPNs y/o torrents para verla, pero claramente, como país, no hemos entendido aún que en esta época, el poder de las disciplinas artísticas no es mayor cuando consiguen más dinero o reproducciones, sino cuando las conversaciones diarias inflan su SEO en Google.
En otras palabras, es casi inevitable que veamos más productos internacionales que traten a México, su cultura y sus problemáticas de la misma manera que esta película en los años subsiguientes. Y todo porque no podíamos dejar de decir que “nos duele la pinche vulva” o creer que tradujeron “you’re welcome” como “bienvenida” porque nos dio flojera investigar un poquito y poder ser parte de la conversación.
Bien ahí, nosotros.
También lee: Empecé el año viendo el peor especial de stand-up de comedia que he visto | Columna de Guille Carregha
#4 Tiempos
Damas de Potosí: los perfiles de las mujeres presentadas en La Orquesta | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Damas de Potosí es un libro que está dedicado a las mujeres potosinas y aquellas mujeres que realizaron en San Luis actividades que contribuyeron a crear esa cultura potosina, tan rica y variada. Los perfiles de las mujeres que se presentan en el libro han sido presentados en La Orquesta; en particular el año 2024 ha estado dedicado a recordar a estas mujeres en la columna El Cronopio y todas las columnas semanales se presentaba a una mujer que han tenido una participación importante en el devenir cultural de San Luis Potosí, muchas de las cuales son desconocidas.
La lista de mujeres constructoras de la cultura potosina que se presenta es incompleta por lo numeroso de los casos que merecen ser tratados para entender a cabalidad nuestro desarrollo cultural y el camino de emancipación que han emprendido, abriendo y allanando camino a las nuevas generaciones de mujeres que ahora disfrutan de escenarios más amigables. Así que, como dice el refrán, ¡no son todas las que están, ni están todas las que son!, pero es una buena aproximación para recordar su legado y reconocer el esfuerzo en esos ámbitos agresivos para su desarrollo personal y colectivo como género. Presentamos así a estas Damas del Potosí.
San Luis Potosí sería uno de los lugares que impulsaron, pese a obstáculos “naturales”, la participación de la mujer y allanaron el camino para su formación y su protagonismo en la vida cultural del estado potosino, pese a su vena conservadora. San Luis Potosí capital, se convertiría en una de las ciudades más desarrolladas culturalmente del país a fines del siglo XIX, y dentro de su desarrollo abriría los escenarios de participación femenina. Contó con las primeras escuelas en el país, tanto de formación profesional en el área magisterial y en la formación de oficios ex profesos para el bello sexo, como solía denominarse al género femenino. De esta manera el número de mujeres protagonistas en este desarrollo no es menor y con el compromiso de desarrollo asumido por estas mujeres abrieron el camino y formaron un escenario de participación, que puede considerarse ejemplar en el país.
En el libro se aborda parte de este desarrollo de participación femenina y se presentan algunos casos de mujeres que propiciaron este desarrollo. Incluyen a mujeres que participaron de manera indirecta en el devenir potosino pero que tuvieron una influencia importante, así como a mujeres que llegaron a San Luis a colaborar con su desarrollo, y, por supuesto aquellas potosinas de nacimiento que dieron brillo a la cultura en San Luis en varias áreas del conocimiento y de la participación productiva; por lo regular, la mayoría de ellas son desconocidas en cuanto a su labor en este medio que a través del tiempo tiende a dejar en el olvido a sus protagonistas, y, otros casos de mujeres muy conocidas en el ámbito nacional pero que en la localidad su participación ha estado quedando en el olvido.
En los últimos años la participación de la mujer en los diversos escenarios sociales y en la vida productiva de México es notoria y contrasta con la situación que presentaban estos escenarios en la primera mitad del siglo XX, cuando se manifestaban obstáculos para su participación, vejando en la mayoría de los casos su capacidad tanto intelectual como física. Si bien, en la actualidad siguen presentándose este tipo de obstáculos, el panorama se ha ido transformando y el número de mujeres que se forman en nuestras universidades y que se forman igual en el medio productivo y de liderazgo es cada vez mayor.
Entre los factores que han propiciado estos cambios se encuentra el esfuerzo de aquellas mujeres que abrieron caminos ganando espacios que se consideraban privativos de hombres. Venciendo obstáculos que hacen que su labor fuera más ingente, teniendo que desempeñar dobles esfuerzos y papeles, tanto en el hogar como en los espacios de formación profesional, la mayoría de esas mujeres tuvieron que formarse en varias áreas como el magisterio, área que había quedado abierta para su formación desde el siglo XIX, y en el área profesional de su vocación, como la medicina, ingeniería, ciencias, las letras, etc.
El libro será presentado en las próximas semanas, pero ya pueden consultarlo y descargarlo de forma gratuita dando clic aquí.
Este año seguiremos tratando casos de mujeres potosinas que han destacado en el ámbito cultural potosino combinado con otros personajes y acontecimientos sucedidos en tiempos pasados y presentes en estas tierras del Potosí.
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