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La historia de la pena de muerte en SLP. ¿Cuándo fue la última ejecución?
Ricardo Gallardo ha dicho que buscará que a nivel federal se discuta un posible regreso de este tipo de castigos
Por: Ana G Silva
El pasado 19 de septiembre, Ricardo Gallardo Cardona, gobernador de San Luis Potosí, anunció que enviará al Congreso del Estado una iniciativa para proponer la pena de muerte en contra de feminicidas; adelantó que al ser un tema de índole federal, sabe que será rechazada, sin embargo, dijo que se pretende dejar un precedente para incentivar a que el tema llegue al Congreso de la Unión y se regule la ley para permitir este tipo de castigos.
La Orquesta realizó una investigación sobre la historia de la condena de muerte en el país y el estado, además de los países donde aún existe esta pena.
EN SAN LUIS POTOSÍ
De acuerdo con la tesis titulada “Criminalidad y justicia penal en San Luis Potosí: el caso de los delitos de sangre, 1755-1786” de maestría en el Colegio de San Luis, se detalla que en el Sistema Penal Novohispano, el delincuente era concebido como un pecador, con derecho a la redención a través de la expiación de sus pecados por medio de penas y castigos. Durante esa época, en el estado la pena de muerte se aplicaba a crímenes como: la traición, homicidios, fuerza a mujeres (violacion o estrupo) y pecado nefando (cualquier acto sodomítico que pusiera en peligro la economía de la creación e impidiera la posibilidad de la colaboración del hombre con Dios).
Una vez consumada la independencia y con el surgimiento de los amparos, existe el antecedente de que en el estado la Suprema Corte de Justicia de la Nación revisó, durante el período 1870-1910, 12 sentencias de muerte, de las que negó cuatro y concedió ocho.
Aunque en los códigos penales a nivel federal de 1929 la sanción de pena de muerte fue abolida, en el Codigo Penal de San Luis Potosí la condena fue cancelada hasta el 6 de junio de 1968, siendo uno de los ultimos estados en suprimirla, pues fue solo unos días antes de que Nuevo León lo hiciera el 15 de junio de 1968, después fue Morelos el 15 de abril de 1970, Oaxaca el 17 de julio de 1971 y Sonora el 7 de febrero de 1975.
El pasado 19 de septiembre, el gobernador Ricardo Gallardo indicó que propondrá que la pena se restablezca en San Luis Potosí. Esta acción ha sido característica de integrantes del Partido Verde que han presentado la iniciativa en tres ocasiones.
La primera fue cuatro años después de que el presidente Fox la aboliera, el partido propuso restaurarla, esto por la violencia causada por la Guerra Contra el Narcotráfico, la retomó en 2018 para secuestradores y asesinos; en ninguna prosperó. Finalmente, en 2020, luego del asesinato de Fátima (Una niña de 12 años víctima de violación y feminicidio por parte de sus vecinos en 2015 en Ciudad de México), el PVEM presentó otra vez la iniciativa, pero esta vez para violadores, feminicidas e infanticidas, junto a otros 5 diputados de Morena, que fue rechazada por mayoría, tras darse a conocer que el presidente Andrés Manuel López Obrador se mostraba en contra.
EN MÉXICO
La pena de muerte en México es muy antigua. En la culturas precoloniales las formas de aplicarla era cruel y dolorosa como: descuartizamiento, decapitación, lapidación, garrote y horca. Ya en la época colonial las autoridades eclesiales del Virreinato de la Nueva España eran las encargadas de imputar estos castigos. Entre los personajes destacados en la historia de México que murieron por esta sentencia se encuentran: Miguel Hidalgo, por “mandato de alevosos homicidios”, y José María Morelos y Pavón, por “herejía y traición”.
Después de la Independencia, las leyes eran las mismas que estaban vigentes durante la colonia y la pena de muerte se aplicaba a enemigos políticos como producto de las guerras o del poder y su abuso, uno de los personajes que fue condenado a esta fue Agustín Ituribide. La normativa fue modificada hasta la Constitución de 1842 en la que se estableció permitirla para asaltantes, asesinos e incendiarios y quedó prohibida para delitos políticos.
De acuerdo con el artículo “La pena de muerte en México, una historia constitucional” de la revista digital Este País: “en la época de la Reforma los liberales plantearon, por vez primera, su eliminación definitiva; sin embargo, la precariedad que imperaba en las cárceles provocó el aplazamiento de tal decisión”.
Dentro de la Constitución de 1857, la pena de muerte se extendió a traidores a la patria en guerra extranjera, a salteadores de caminos, a parricidas, a homicidas con alevosía, premeditación o ventaja, a quines cometieran delitos graves del orden militar y a los de piratería que definiere la ley. Con esto, en 1867 Maximiliano de Habsburgo fue fusilado en el Cerro de las Campanas, Querétaro.
En la investigación “Amparo y pena de muerte en México, 1869-1910”, de la revista Historia y Justicia, el juicio de amparo a esta condena surgió en la segunda mitad del siglo XIX como un instrumento del liberalismo jurídico para garantizar la protección de los derechos fundamentales de los individuos , por lo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación revisó 448 sentencias de muerte en el país en el periodo de 1870 a 1910 de las que anuló 158.
Durante esa época, en 1871, el jurista sonorense Antonio Martínez de Castro logró que en el Código Penal para el Distrito Federal, hoy Ciudad de México, se erradicara la pena de muerte para mujeres y hombres de más de 70 años de edad; además de que no podía llevarse a cabo en público, aunque la ejecución se notificaba al público por medio de carteles expresando el nombre y el delito cometido por el reo.
En la Constitución de 1917, se estableció que la pena de muerte podría “imponerse al traidor a la patria en guerra extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, premeditación y ventaja, al incendiario, al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos graves del orden militar”. Aunque en los códigos penales a nivel federal de 1929, la sanción fue abolida y su aplicación quedó excluida, incluyendo el entonces Distrito Federal, posteriormente cada uno de los estados prohibió la pena de muerte de forma paulatina, aunque en Michoacán ya se había suprimido desde 1924 y la ultima entidad en hacerlo fue Sonora en 1975.
Las últimas ejecuciones oficiales en México ocurrieron en 1957 y 1961: la primera fue a Juan Zamarripa y a Francisco Ruiz Corrales, quienes habían violado y asesinado a dos niñas en la ciudad de Hermosillo, esta fue una ejecución de orden civil; mientras que la segunda fue de orden militar a un soldado llamado José Isaías Constante Laureano acusado de insubordinación y asesinato de superiores, quien fue fusilado en Coahuila.
Pese a que los estados prohibían desde 1975 la pena de muerte de forma general, no fue sino hasta 2005 que el expresidente Vicente Fox abolió la condena en México.
Dos años antes, México había llevado a la Corte Internacional de Justicia una demanda en contra de los Estados Unidos, pues no respetó las obligaciones de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares (un convenio internacional de la ONU) al pasar por alto leyes mexicanas.
EN EL MUNDO
Hasta septiembre de 2022, 145 países han abolido la pena de muerte; mientras que otros 60 aún la mantienen y la aplican en su legislación: en algunos de estos para crímenes cometidos en tiempo de guerra y otros para crímenes como el asesinato, robos, violaciones o narcotráfico; también hay naciones donde se puede ser castigado por aspectos relacionados con la libertad de expresión o la orientación sexual.
El primer país del mundo en abolir la pena de muerte fue Venezuela en 1863. Mientras que los últimos en hacerlo fueron la República Centroafricana, el pasado 27 de mayo, aunque su última ejecución fue en 1981; y Malasia el 6 de junio de 2022 donde actualmente mil 281 reclusos que esperan para ser ejecutados.
En 2021, Amnistía Internacional registró 579 ejecuciones en 18 países, es decir, hubo un incremento del 20% respecto al 2020 con 483. La mayoría se produjeron en China, Irán, Egipto, Arabia Saudí y Siria. No obstante, en China muchas de estas muertes se desconocen al estar clasificadas como secretos de estado, al igual que sucede con Corea del Norte y Vietnam que no se incluyeron en el total global de ejecuciones.
EL FUTURO
Si Ricardo Gallardo finalmente impulsa a nivel legislativo la iniciativa, sería la tercera ocasión en que un integrante del Partido Verde, nunca un gobernador, propone reactivar la pena de muerte, no obstante, dados los convenios internacionales a los que México está suscrito y la agenda legislativa del oficialismo es complicado, casi imposible, que prospere.
Gallardo, pese a lo anterior, ha conseguido que el tema entre en la agenda pública nacional, lo que abre la puerta tal vez no su aprobación, pero sí a hacer una reflexión sobre la necesidad de actualizar el Código Penal.
También lee: ¿Es viable aplicar la pena de muerte y la castración química en SLP?
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La IA, periodismo, y la coartada perfecta. Apuntes de Jorge Saldaña.
““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”
Por: Jorge Saldaña
Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.
Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Que peligroso.
No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.
Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?
Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.
Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.
Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.
No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.
Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.
Las modificaciones al código penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.
Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.
Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.
El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.
Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.
Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la Presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de estomatología confesando un delito…(saben a lo que me refiero).
¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?
La IA escribe el guion; las redes, el miedo.
Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero…¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?
El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:
1) La coartada perfecta del poderoso.
Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.
2) La puerta trasera de la censura.
Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.
3) La prueba imposible.
En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.
Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.
Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).
Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.
Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?
No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.
A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:
Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.
Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.
Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.
La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.
Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.
Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.
Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.
Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña.
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Estado anticipa monto para la UASLP en 2026: Gallardo
El monto, que se incluirá en la Ley de Egresos, será equivalente al de este año mientras se define el convenio universitario
Por: Redacción
El gobernador Ricardo Gallardo Cardona informó que la Secretaría de Finanzas del Estado ya tomó previsiones para garantizar el recurso que corresponderá a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) en 2026, y adelantó que dicha cantidad será integrada desde ahora en la Ley de Egresos que enviará al Congreso del Estado.
Gallardo explicó que, aunque el convenio anual entre la UASLP y el Gobierno del Estado se firma hasta enero, esta vez se decidió anticipar el monto estimado para evitar desfases como los ocurridos este año, cuando los tiempos entre la firma del convenio y la aprobación del presupuesto no coincidieron y generaron presiones financieras para la institución.
El mandatario señaló que Finanzas partirá del mismo monto asignado este año —refiriéndose a los recursos que se destinan al inicio del ejercicio— mientras la universidad y la Federación definen la cifra exacta en su próximo convenio. Con esto, precisó, los legisladores tendrán que ajustar el presupuesto para asegurar que la cantidad prevista quede protegida en la Ley de Egresos 2025, que corresponde al ejercicio fiscal del próximo año.
Gallardo afirmó que el objetivo de esta previsión es que la UASLP arranque 2026 sin complicaciones, sin necesidad de solicitar recursos prestados durante los primeros meses del año, como ha sucedido históricamente debido a la demora en la llegada del recurso federal y estatal.
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FGESLP requiere 5 mdp para echar a andar Fiscalía de Búsqueda
María Manuela García dijo que el monto servirá para contratar personal y fortalecer prospecciones
Por: Redacción
Tras entregar su informe anual de labores ante la Comisión Primera de Justicia del Congreso del Estado, la fiscal María Manuela García Cázares reconoció que la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí enfrenta “muchos retos”, entre ellos el más urgente: transformar la actual Unidad de Desaparecidos en una Fiscalía Especializada, como lo exige la Ley General.
La fiscal destacó que todas las áreas han estado enfocadas en judicializar carpetas y atender los casos más sensibles denunciados por la ciudadanía, aunque admitió que el avance aún es insuficiente frente a la demanda existente.
En materia financiera, García Cázares confirmó que la institución solicitará una ampliación presupuestal para 2025, derivada precisamente de los costos que implica la creación de la nueva Fiscalía de Desaparecidos: más personal, más material, más prospecciones y mayor capacidad operativa.
La ampliación solicitada asciende a 5 millones de pesos como mínimo.
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