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#FronteraSangrienta | ¿Por qué decenas de cuerpos son dejados entre SLP y Zacatecas?
De poco han servido los esfuerzos de las autoridades de ambos estados, solo en 2020 se han encontrado 32 cadáveres en municipios de San Luis que están en la frontera zacatecana
Por: Redacción
La mañana del lunes 5 de octubre, el hallazgo de 13 cadáveres en un paraje del municipio de Villa de Ramos prendió los focos rojos en San Luis Potosí. Apenas el domingo 4, habían sido encontrados seis cuerpos encobijados a la orilla de la carretera federal 62, en Vanegas, otro municipio ubicado en la frontera con Zacatecas.
Las autoridades potosinas se apresuraron a aseverar que las 12 víctimas de Villa de Ramos eran procedentes del estado vecino y, aunque en un primer momento sus pares de Zacatecas lo negaron, al día siguiente, el secretario de gobierno de San Luis Potosí, Alejandro Leal Tovías, confirmó que, efectivamente, los cuerpos pertenecían a personas que en vida habitaron los municipios de Guadalupe, Villa de Cos, Jerez y Fresnillo.
En San Luis Potosí la franja fronteriza con Zacatecas está integrada por nueve municipios: Vanegas, Catorce, Santo Domingo, Villa de Ramos, Salinas, Moctezuma, Ahualulco, Mexquitic de Carmona y Villa de Arriaga. Tres carreteras federales, la 49, la 62 y la 63. cruzan estas demarcaciones, y las unen con el centro del estado.
Aunque la violencia en esta zona no parece ser endémica, desde septiembre de 2017, La Orquesta advirtió sobre la presencia de grupos del crimen organizado que solían abandonar los cuerpos de sus víctimas en carreteras, caminos y parajes de la región. Un reportaje titulado, “Santo Domingo, tiradero de cadáveres” dio cuenta del hallazgo de al menos 11 personas ejecutadas en un periodo de nueve meses: 5 en Villa de Ramos y 6 en Santo Domingo, (estos últimos arrojados ahí entre agosto y septiembre).
De ese tiempo a la fecha, la situación ha empeorado. En lo que va del 2020, se han encontrado al menos 32 cuerpos con huellas de tortura y ejecución. Es decir, antes de la masacre del lunes, ya se habían encontrado 19 cuerpos, sin embargo, hasta entonces a nadie parecía preocuparle que la zona se estuviera convirtiendo, prácticamente, en un cementerio a cielo abierto.
De poco o nada han servido los acuerdos de seguridad firmados por los gobiernos de Zacatecas y San Luis Potosí, para “blindar” la frontera. Los cadáveres “importados”, siguen apareciendo. ¿Por qué los tiran en San Luis? Misterio. Al gobierno potosino le ha bastado probar que los cuerpos encontrados el lunes 5 eran de zacatecanos para echar tierra al asunto, por su parte, el gobierno de Zacatecas, a cargo de Alejandro Tello, guarda silencio.
Hasta ahora se ha hecho público el hecho de que diez de las 13 víctimas fueron reclamadas por familias de Zacatecas y, hasta el viernes 9 de octubre, había tres en calidad de desconocidos. Entre tanto, de los 6 encobijados de Vanegas nada se ha dicho, no se sabe si ya fueron identificados o reclamados, ni tampoco se ha dado a conocer su procedencia.
Estas ejecuciones se atribuyeron a las pugnas que se registran en territorio zacatecano entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa. En los días posteriores, mandos policiacos de San Luis Potosí y Zacatecas, se reunieron para dar seguimiento al caso; los gobernadores Alejandro Tello y Juan Manuel Carreras entablaron diálogo.
Incidencia delictiva en la zona
En los municipios de la franja fronteriza con Zacatecas, como en cualquier pueblo pequeño, la incidencia delictiva es baja. Podría decirse que la mayoría de los delitos que se denuncian son algunos robos y de índole sexuales, principalmente. Sin embargo, de cuando en cuando, algún asesinato viene a perturbar la tranquilidad de los habitantes. Hasta el 30 de septiembre pasado, de acuerdo con las cifras oficiales, tres de las 9 localidades no registraban ningún homicidio: Moctezuma, Santo Domingo y Vanegas. Sin embargo, apenas inició octubre, la situación cambió y ya solo queda Moctezuma en esta condición.
En los últimos años, y especialmente este 2020, los hechos violentos han aumentado. Villa de Ramos registra 8 homicidios dolosos, 4 de ellos con arma de fuego; Villa de Arriaga registra 5, 4 con arma de fuego; Mexquitic acumula 5 homicidios con arma de fuego y un feminicidio; y Salinas de Hidalgo registra dos homicidios. En tanto, Catorce, Santo Domingo y Ahualulco registran un asesinato intencional cada uno, mientras que Moctezuma no registra ningún caso. En todas las localidades hay casos de lesiones perpetradas con arma de fuego.
Mención especial merece Vanegas, un pequeño pueblo con menos de 8 mil habitantes que, hasta antes de que vinieran a tirar los cinco cuerpos en la carretera 62, registraba cero homicidios, cero feminicidios y solo 5 casos de lesiones, 1 con arma blanca y 4 con otro elemento.
Desde luego, el hallazgo de los 13 cadáveres en Villa de Ramos representa una muestra superlativa de la soterrada violencia que asola la región, sin embargo no es más que el síntoma más notorio, hasta ahora, del malestar que aqueja esos lares.
El 13 de enero de este año, un ataque a policías se saldó con dos muertos, un hombre y una mujer, en la carretera a Villa de Arriaga.
El 17 de enero de 2020, policías de Investigación de la Fiscalía General del Estado (FGESLP), se enfrentaron a balazos con secuestradores en la comunidad Rincón del Porvenir, en Ahualulco; la víctima, un hombre de 76 años, fue rescatada con vida pero uno de los plagiarlos murió tras la balacera. Según versiones, los delincuentes dijeron pertenecer al CJNG.
El 14 de febrero en la comunidad Tepetate, Villa de Arriaga fue abandonado un cadáver calcinado, con señales de tortura; al principio se desconocía el género, después se supo que se trataba de una mujer.
El 11 de marzo, un hombre fue hallado sin vida en la Privada La Sierra, en la comunidad de Estanzuela, perteneciente al municipio de Mexquitic de Carmona. En el lugar se halló un arma de fuego que pudo haber sido utilizada para privarlo de la vida. El cuerpo no fue identificado, los habitantes de la localidad dijeron que no era de ese lugar.
La tarde noche del 23 de abril, en un despoblado de la localidad de El Mezquital, en el municipio de Villa de Arriaga, un hombre fue ejecutado a balazos; al parecer viajaba a bordo de una camioneta y de pronto fue atacado por una persona o personas desconocidas. El cuerpo, que quedó cerca del vehículo, no fue identificado.
El lunes 24 de agosto se localizó un cadáver envuelto en un cobertor verde a unos kilómetros de la comunidad de Zaragoza, en la zona norte del Altiplano potosino. Luego de un reporte, elementos de la policía municipal de Vanegas acudieron al lugar de los hechos como primeros respondientes.
Reportes periodísticos refieren que el 23 de agosto previo, dos policías municipales de Vanegas habrían sido levantados mientras realizaban un recorrido de vigilancia; en el lugar sólo se encontró la patrulla que utilizaban, abandonada, con las puertas abiertas y sin señales de los oficiales. No hay más datos al respecto.
El 4 de septiembre fueron encontrados 5 cuerpos sin vida en Villa de Ramos. Cuatro de ellos, fueron asesinados a balazos a la mitad de un camino de terracería en la comunidad de El Zacatón, mientras que uno más se halló calcinado en el camino que va de la comunidad de Emiliano Zapata, Villa de Ramos, a El Saladillo, en Pánfilo Natera, Zacatecas. Al menos dos de las víctimas fueron identificadas como procedentes de este último municipio.
El 1 de octubre pasado, los cuerpos de tres hombres ejecutados fueron localizados a un costado de la carretera 62 en su tramo Vanegas-San Tiburcio, presentaban lesiones de arma de fuego y había cartuchos percutidos.
El 3 de octubre se reportó el hallazgo de seis cuerpos sin vida en los límites del municipio de Vanegas con el estado de Zacatecas. Los cuerpos se encontraban envueltos en cobijas y fueron dejados a la orilla de la carretera federal conocida como El Bado a la comunidad Tanque de Guadalupe de la entidad zacatecana.
La tarde del domingo 4 de octubre, en el municipio de Santo Domingo en una milpa ubicada entre las comunidades de El Barril y Jesús María, fue encontrado el cuerpo de una persona sin vida enredado en una cobija.
El lunes 5 fue el acabose: 13 cuerpos abandonados en dos camionetas fueron encontrados en la carretera interestatal El Barril (en Villa de Ramos) y Villa de Cos, en el entronque de la comunidad Dulce Grande. Luego de las primeras indagatorias sobre el caso, el secretario general de gobierno, Alejandro Leal Tovías dijo a la prensa que las víctimas fueron asesinadas en dos domicilios de la comunidad de Chupaderos, perteneciente a Villa de Cos. Tras ejecutarlos, sus verdugos se desplazaron a lo largo de 33 kilómetros por la carretera Chaparrosa-Los Amarillos, cruzaron la frontera y se adentraron en territorio potosino para dejar los cadáveres en el entronque a la comunidad de Dulce Grande.
¿Coordinación?
Los cruentos hechos de Vanegas y Villa de Ramos, dejaron en evidencia que el supuesto “blindaje” de la frontera con Zacatecas en realidad no existe, el cruce de declaraciones entre funcionarios potosinos y zacatecanos, en primera instancia, echa por tierra la presunta coordinación existente en materia de seguridad.
«Hablé ayer con el Gobernador (Alejandro Tello), hemos tenido muchos incidentes, hechos que se realizan en el estado de Zacatecas y que se depositan algunos cuerpos de este lado», declaro Juan Manuel Carreras a la prensa al día siguiente de la masacre.
Por su parte el secretario de gobierno, Alejandro Leal Tovías informó que “Se ubicaron dos domicilios en una localidad del municipio de Villa de Cos en donde fueron ejecutadas estas personas y ya se presentaron los familiares de 10 de los 13 fallecidos a identificar y reclamar los cuerpos. Algunos de ellos eran de Fresnillo, otros de Jerez y otros del mencionado municipio de Villa de Cos“. Tomando en cuenta esta información, aclaró que las muertes serán contabilizadas o formarán parte de las estadísticas de esa entidad. Lo que no queda claro es cual fiscalía llevará la investigación.
Convenios de seguridad, ineficaces
El diez de marzo de 2017, un boletín de prensa del gobierno de Zacatecas, dio noticia de la visita del gobernador Alejandro Tello a San Luis Potosí, para reunirse con su homólogo Juan Manuel Carreras. El motivo del encuentro fue firmar un convenio en materia de procuración de justicia y de seguridad. El comunicado está plagado de los lugares comunes habituales en ese tipo de documentos:
“Alejandro Tello solicitó a las autoridades de seguridad de ambos estados generar una sinergia para combatir el delito y ofreció toda la disposición y garantía de la administración a su cargo para darle resultados a los zacatecanos y a los potosinos.
“El Gobernador de San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras, consideró que en la medida que se tenga mayor comunicación y coordinación entre los dos gobiernos vecinos, habrá mejores resultados en el combate al crimen, por lo que agradeció el acuerdo logrado.
“El convenio firmado este jueves consiste en adoptar políticas anticriminales de manera integral, que permitan diseñar y ejecutar estrategias conjuntas para abordar el fenómeno de la delincuencia”, reza el boletín.
Desde entonces, los gabinetes de seguridad de ambas entidades han estado en supuesta coordinación, sin embargo, los resultados son, por decir lo menos, cuestionables. Tres años después, la realidad demuestra que las intenciones de los mandatarios no fueron más que palabrería, simple demagogia que no se traduce en táctica o estrategia.
En numerosas ocasiones, tanto el Secretario de Seguridad, Jaime Pineda, como el Comandante de la 12ª Zona Militar, Guzmar Ángel Castillo González, han hecho declaraciones a la prensa sobre el supuesto blindaje de las fronteras de San Luis Potosí con otras entidades, entre ellas Zacatecas.
Por ejemplo: En septiembre de 2019, el General Castillo González declaró que “Como parte de las estrategias de la 12ª. Zona Militar para fortalecer la seguridad en las zonas limítrofes entre San Luis Potosí y estados vecinos, se mantiene comunicación y coordinación constante con las 11ª, 15ª y 16ª Zona Militar”, lo anterior “luego de que el titular de Seguridad Pública del Zacatecas Ismael Camberos Hernández dio a conocer la existencia de al menos 10 órdenes de aprehensión de objetivos criminales que delinquen en la zona”.
En esa ocasión, el General dijo: “estamos trabajando de manera coordinada, ahí desde luego involucramos a los compañeros de la Policía Federal, también a la policía estatal para que tengamos mejores resultados”.
El 17 de septiembre de este año, Jaime Pineda, secretario de Seguridad, dijo a los medios que “la prioridad en materia de seguridad es seguir blindado las fronteras con entidades vecinas, en coordinación con las corporaciones encargadas de mantener la paz en la entidad”, entre las cuales mencionó .al Ejército, la Guardia Nacional y la policía de Investigación de la Fiscalía General del Estado.
Declaraciones como estas se han repetido una y otra vez en la prensa, pero, si con todos sus blindajes, los grupos delincuenciales pueden venir a tirar sus cadáveres en territorio potosino, queda claro que la realidad es diametralmente opuesta.
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.
Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.
En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)
La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.
Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.
Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:
“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”
(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).
Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.
Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.
Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…
Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.
Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.
No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.
Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.
Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.
Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.
Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.
Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.
Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.
Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.
Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.
Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.
Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.
Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.
A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.
Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.
Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.
El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:
—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.
Flor del Campo. Claro.
No era un nombre. Era una respuesta.
Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.
Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.
Jorge Saldaña.
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#Crónica | Tres cobertores y una promesa: relato de un camino guadalupano
Francisco avanzó de rodillas con ayuda de cobertores rumbo al Santuario, mientras cientos de historias pasaban a su lado
Por: Ana G Silva
A las 9:17 de la noche, la Calzada de Guadalupe respira una solemnidad que solo se siente en diciembre. El día 12 todavía no llega, pero desde horas antes la fe ya comienza a mover cuerpos, a sostener promesas, a encender velas que iluminan el camino como pequeñas estrellas terrenales.
Frente al reloj junto al Mercado Tangamanga, Francisco se coloca sobre sus rodillas. No hay ceremonia, no hay discursos; solo el silencio íntimo de dos hombres —él y su primo, Alex— que saben que el camino será duro, pero necesario. A unos pasos, su familia organiza los tres cobertores envueltos con cinta, improvisación que la experiencia ha enseñado para que el pavimento, frío y áspero, no hiera más de lo inevitable.
Inician.
Las luces del reloj en este emblemático corredor peatonal quedan atrás; la Caja del Agua se acerca. Los cobertores se colocan, se levantan, vuelven a colocarse. Dos familiares avanzan unos pasos, extienden el siguiente tramo de tela para que Francisco y Alex puedan seguir. Se turnan sin decir palabra.
La Calzada esta noche no es un tránsito: es una procesión viva. Y aunque hay momentos en que otras personas rebasan a Francisco, también hay instantes en que él y su primo pasan frente a peregrinos que han pausado a recobrar fuerzas. Pero nadie compite. Aquí, cada quien camina —o avanza de rodillas— al paso de su promesa.
A los lados, un río de historias avanza en silencio y oración.
Hay quienes caminan sosteniendo un rosario, murmurando avemarías que se pierden entre las luces navideñas. Muchos peregrinan de rodillas: algunos con rodilleras; otros sin nada que amortigüe el dolor; algunos acompañados solo por una persona que les ofrece agua o un hombro; y otros rodeados por familias enteras que avanzan como escudos humanos para protegerlos del tumulto.
Entre los miles de cuerpos alineados hacia el Santuario, aparece un hombre que llama la atención: camina de rodillas con la espalda descubierta, y en ella luce un gran tatuaje de la Virgen que brilla con el sudor y el reflejo de las luces. A su lado, un amigo lo acompaña de cerca, moviendo un cobertor, ayudándolo a incorporarse cada ciertos metros, dándole palabras de aliento mientras ambos escuchan, desde un aparato portátil, canciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe. Sus rostros muestran cansancio y devoción en partes iguales.
En distintos puntos se encuentran elementos de Protección Civil, la Cruz Roja, voluntariado de la iglesia, Policía Municipal y Guardia Civil Estatal. Se detienen junto a quienes necesitan descansar; cargan botellas de agua; preguntan por mareos y dolores; algunos alumbran el camino con linternas mientras otros ofrecen palabras de calma. Son pr esencia discreta pero esencial, un recordatorio de que la fe es un acto personal, pero el camino siempre es acompañado.
Y aunque a esa hora el flujo de peregrinos es constante, conforme la noche avanza hacia las 12:00 de la madrugada, la Calzada comienza a llenarse aún más. Cada vez llegan más personas —familias completas, parejas, jóvenes, adultos mayores— todos atraídos por la misma intención: ir al encuentro de la Virgen.
En el trayecto, Francisco sigue avanzando, lento pero firme. Sus familiares continúan el ritual de los cobertores: uno se coloca bajo sus rodillas, otro se prepara metros adelante, un tercero queda listo para el siguiente turno. El tiempo se convierte en una mezcla extraña: a ratos parece detenerse en el peso del dolor y la concentración; a ratos parece correr, empujado por la multitud que pasa, que susurra, que reza.
En ese mar de historias, ocurre una escena que queda grabada:
Una mujer, también de rodillas, comienza a llorar del dolor. Faltan apenas unos 250 metros para llegar al Santuario. Sus familiares intentan darle ánimo, pero sus piernas ya no responden. Paramédicos de la Cruz Roja se acercan de inmediato; revisan su respiración, valoran si puede continuar. Desde la distancia, Francisco alcanza a ver el movimiento, los gestos de preocupación. Por respeto, no se sabe si la mujer pudo seguir o no. Pero la imagen queda como un recordatorio del límite humano… y de la inmensidad de la fe que empuja incluso cuando el cuerpo falla.
Finalmente, después de una hora y cuarenta minutos, Francisco y su primo llegan al Santuario.
Ahí, la imagen cambia por completo: frente al templo no hay silencio, sino un océano de personas que ya aguardan su turno para entrar, para agradecer, para ofrecer un ramo, una veladora, una intención. Algunos llegan caminando, otros llorando, otros con las rodillas marcadas por el trayecto. Pero todos llegan.
Porque aunque cada uno trae su propia historia —un milagro pedido, una promesa, un agradecimiento, un duelo, un deseo de consuelo—, lo que los une es ese movimiento colectivo, esa peregrinación que no se mide en kilómetros, sino en fe.
Y así, en la víspera del 12 de diciembre, la Calzada de Guadalupe vuelve a demostrar que el camino a la Virgen nunca se recorre solo. Se avanza con la familia, con desconocidos que ayudan, con cuerpos cansados que dan ejemplo, con autoridades y voluntarios que cuidan, con música que consuela… y con la certeza de que al final, la fe siempre encuentra su destino.
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Reforma educativa abre paso para que 30 docentes regresen a aula en SLP
La medida deriva de una reciente reforma legislativa que busca proteger a quienes enfrentan acusaciones sin fundamento
Por: Redacción
La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE) estima la reincorporación de 30 docentes que habían sido separados temporalmente de sus funciones tras enfrentar diversas denuncias. Según varios medios de comunicación, esta medida deriva de la reciente aprobación de una reforma legislativa diseñada para salvaguardar al personal docente.
El titular de la SEGE, Juan Carlos Torres Cedillo, explicó que el objetivo de esta nueva legislación es defender a las y los catedráticos que son señalados sin fundamento por parte de padres de familia o tutores. Si bien los 30 docentes aún no han sido exonerados de manera definitiva, su reincorporación es un paso que se prevé gracias al nuevo marco legal.
El funcionario estatal detalló que cuando existe una acusación contra un maestro, ya sea ante la SEGE o la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), se procede a su separación parcial de la impartición de clases. Torres Cedillo reconoció que este proceso administrativo provoca una carencia de maestros frente a grupo, lo que a su vez genera afectaciones directas a los escolares, quienes pierden continuidad en sus clases.
La reforma legislativa, de acuerdo con las declaraciones del titular de la SEGE, busca mitigar estas afectaciones al proporcionar un mecanismo legal que defiende a los docentes de acusaciones infundadas, permitiendo que la mayoría regrese a sus aulas para continuar con su labor educativa.
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