septiembre 7, 2025

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#4 Tiempos

Exhuma: Cuando el nacionalismo se supone que no debe dar miedo | Columna de Guille Carregha

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CRITICACIONES

 

Corea es uno de esos lugares que no han logrado generar en mí una genuina curiosidad por el país en sí. Es decir, si alguien me invitara a visitarlo o tuviera la oportunidad de ir allá, no dudaría ni un segundo en subirme a un avión y atesorar por siempre el sellito que pondrían en mi pasaporte al cruzar la frontera antes de darme cuenta lo poco que en realidad vale un peso mexicano cuando se intenta sobrevivir en el extranjero haciendo conversiones monetarias. También es cierto que es allá donde vive uno de los señores bonitos más tiernos que he conocido en mi vida (¡Hola, SungJung! Sé que nunca te enterarás de este saludo porque no sabes leer español, pero la intención es lo que cuenta). Así que tampoco es como que me sea indiferente – solo no me causa emoción.

Aunque sí es verdad que he disfrutado infinidad de media emanando de este país, como doramas, películas, canciones y uno que otro manwha, nunca me ha llamado la suficiente atención como para investigar su historia o entender mejor el funcionamiento de su sociedad moderna. Existe, y pues, qué padre por ellos, la verdad.

Y, aún así, hasta yo, totalmente alejado del conocimiento de la historia coreana, sé lo deplorables que fueron los japoneses para con ellos cerca la segunda guerra mundial. Pero, así, lo que se dice culeros pero con una “Q” mayúscula reemplazando la sílaba “cu” para denotar el superlativo de una manera impresionante en lenguaje escrito.

Hicieron básicamente un “España llegando a México en 1519”, pero empezando el siglo XX, donde se podía documentar hasta con fotografías las acciones de los “pobres soldados que eran inocentes porque, en realidad, sólo estaban siguiendo órdenes” que decidieron despachurrar a un país entero nada más porque un día se levantaron de la cama y les pareció divertido eso de ver el mundo arder. El artículo de Wikipedia sobre ese periodo utiliza solamente 12465 palabras para describir las atrocidades. No es competencia, pero el artículo de la conquista española es de 12885 palabras. Solo para contextualizar un poquito del tamaño de las listas de actividades.

Es bajo ese contexto de “pinches japoneses culeros” que se desarrolla la trama de Exhuma (O “La Tumba del Diablo, como le pusieron aquí en México porque, ¿cómo íbamos a saber que se trataba de una película de horror si no especificaban que era “del diablo” en el título? ¿Somos adivinos o qué?), una de las películas coreanas más exacerbadamente nacionalistas que he visto en mi vida. Bueno, en comparación, es tan patriótica como cualquier película de acción genérica estadounidense que aparece un día en Netflix y nadie sabe cómo es que consiguieron el presupuesto para tremendo bodrio lleno de banderas gringas. Pero, en cuestión de producciones coreanas, no es algo que se vea tanto – al menos no en lo que deciden exportar.

Bajo la premisa de *exhumar* una tumba de hace más de 100 años, la película desarrolla la idea temática principal: el verdadero mal viene en dos formas: jurarle lealtad a Japón o, en su defecto, ser japonés. Cualquiera de estas dos vertientes generará espíritus chocarreros capaces de descuartizar seres humanos con sus poderes de maldad. O 悪魔の力 para ser más específicos.

Dentro de lo que viene siendo “la calidad fílmica del producto”, todo está excelentemente cuidado. La fotografía, muy bonita, con esa calidad clásica de un tinte medio azulosa encima de todo para que se sienta como película de terror coreana. Hay una cobertura de ángulos de rodaje impresionante que sólo se puede conseguir con el presupuesto de una producción coreana que despilfarra dinero porque tiene, y no recuerdo haber notado ningún error de edición ni nada parecido. O sea, la presentación es prístina nivel Corea quiere demostrarle al mundo que son mejores haciendo audiovisuales de ficción que el 90% del mundo, nomás por el puro ego de saberse capaces. Los efectos especiales si están un poco… no tan maravillosos, pero, pues, tampoco tan terribles como los de Marvel o DC, así que no distraen tanto de la acción.

Lo que sí es un *chef’s Kiss* tamaño industrial son las coreografías. Como buena historia asiática oriental basada en tradiciones nacionales, la gran mayoría de ideas y acciones presentadas a lo largo de la historia se basan en rituales clásicos (¿?) de la cultura en cuestión. En este caso particular, la mejor escena es sin duda aquella en donde la protagonista hace una complicada danza (con tambores y bocinas JBL a todo volumen incluidas) para pedirle permiso a los espíritus para *EXHUMAR* la tumba que le da pie a la trama. Es una secuencia de 6 o 7 minutos impresionante, con un juego de música, movimiento y cortes que va subiendo de intensidad a cada segundo que pasa y que se queda fácilmente grabada en la memoria de la audiencia.

Ahora, mi desconocimiento total de la cultura coreana (detallado en el primer párrafo) me prohíbe confirmar si este ritual que incluye la presencia y subsecuente recortación minuciosa de los cadáveres de cinco cerdos al ritmo de, literalmente, gritos y tamborazos, es algo que los shamanes coreanos han hecho alguna vez en la historia de la humanidad, o si los creadores de Exhuma se lo sacaron de la manga. Lo interesante es que, en mi cerebro de normie desinformado que escribe tontería y media porque puede, todo se ve tan impresionante y explicado de manera tan lógica que en ningún momento dude que fuera algo más que el ritual número 3 de la lista de los más pedidos por coreanos desesperados. Es lo malo de tener un cerebro colonizado de occidental inculto. Me pones en frente una cosa que se vea súper folklórica y digo “si, a huevo, así ha de ser” sin dudarlo ni un segundo.

Creo que ese es un problema. Habría que tratarlo.

Y, continuando con las tradiciones orientales de “¡FINTA!” incorporadas en el ADN de sus producciones de ficción, la historia parece resolverse sin mayor problema como a la hora de haber empezado con la única finalidad de que la gente se pregunte “¿y ahora a dónde va esta historia?”, solo para que te quiten la cobijita de tranquilidad que tú solo te pusiste y te avienten la verdadera trama, con todas sus implicaciones, directo en la mollera hundida. Obviamente, todo va hacia el lado de “¡Qué bella esta nación! ¡Nación bella que deseo dejarle a futuras generaciones para que disfruten de lo bello de esta nación! ¡Y que chinguen a su madre los japoneses!”

O sea, la cosa no es nada críptica. Lo dicen, literal, en los diálogos.

Es una película muy buena – sobre todo si puedes obviar/entender la necesidad del nacionalismo. Se vende como película de terror, pero excepto por dos o tres jump scares ahí medio tochos, solo tiene ese descriptivo porque habla de temas sobrenaturales. Es más como un thriller de suspenso bastante bien logrado, muy accesible, muy bonita.

Y, sí, el viejito principal sí es el que salió en Oldboy. Sí. A mi también me impacta la existencia del tiempo y su paso.

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#4 Tiempos

El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.

En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.

De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.

Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible

. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.

Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.

El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.

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#4 Tiempos

En nombre de la Iglesia, del IFSE y el espíritu santo | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de la paja en el ojo ajeno:

“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

¿Qué hace el vocero de la iglesia, Tomás Cruz Perales, dando sermones de transparencia, cuando su iglesia y el Vaticano es una de las instituciones, primero más ricas, menos transparentes y menos democráticas del planeta?

El Vaticano como Estado, en realidad es pobre, sería la última economía del mundo si se mide por su nivel de ingresos, que de acuerdo al propio Estado Vaticano solo provienen de la venta de medallas, artículos para turistas y entradas a museos.

Por otro lado, su territorio y población es muy pequeña, por lo tanto para el nivel de ingresos, divididos entre tan pocas personas, tienen un Ingreso per cápita, de los más altos del mundo (hay poco más de 600 habitantes)

Los puristas me dirán que el Vaticano y la iglesia no tienen por qué dar cuentas a nadie (solo a Dios) porque no recibe ”recursos públicos” (aunque sí recibe donaciones millonarias principalmente de EEUU, Francia e Italia y que a ciencia cierta no se sabe el destino que se les da a cantidades multimillonarias).

Es cierto que construye hospitales, albergues, y universidades por todo el mundo, pero los números, el balance de sus ingresos jamás ha sido conocido.

Datos duros, plasmados en la Biblia son muy pocos: si acaso las 30 monedas de plata que recibió judas, y el denario que pagaba el propietario de una viña a sus trabajadores en la parábola conocida así, la de “los obreros de la viña”.

(Seguramente hay otras referencias económicas en las escrituras, pero de ahí en fuera, la institución humana, y por lo tanto imperfecta, llamada iglesia, jamás en su historia ha dado cuentas a nadie de sus números, no obstante que es de todos conocido que tiene una cantidad de recursos tan alta que ya quisieran muchas naciones)

Pero a ver, preguntemos:… ¿No son recursos públicos los que recibe la iglesia católica?

Todas las dádivas y donaciones vienen de sus feligreses, que de manera voluntaria -eso sí- aportan. Sin olvidar todo lo que cobran de manera “no tan voluntaria”, como actas bautismales, bodas, misas, amonestaciones, licencias y muchos “etcéteras”.

En todo caso no son recursos públicos técnicamente hablando, pero sí “del público”.

Lo más importante: ya sea con alcancías a los pies de un santo, en la canasta de las limosnas, o en los sobres del diezmo, todos esos recursos son “ingresos propios” o auto generados por la institución creada

, a solicitud expresa, por San Pedro.

Si la iglesia es así de opaca en el manejo de los recursos de sus “seguidores públicos”, ¿por qué entonces no propone el vocero potosino, en un acto de humildad, de transparencia y de dar al César lo que le corresponde, que el IFSE audite cada alcancía, diezmo y limosnas?

¿Qué se tiene que estar metiendo Cruz Perales con las demás instituciones cuando la propia tiene mucho que explicar, y no solo en temas económicos?

Ya nada más falta que la iglesia potosina también ayude al SAT y promueva auditorías a sus fieles seguidores…

Total, “el que nada debe, nada teme” y bajo esa lógica deberían de poner el ejemplo, y dejar de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.

De otra forma se comportan como fariseos, tomando posturas de tumbas blanqueadas.

Mire, Culto Público, que el que esto escribe reconoce que “peco de persignado” y soy temeroso del poder de Dios, no obstante y aunque me excomulgue la iglesia no puedo dejar de decir la verdad. No mentirás es mi octavo mandamiento.

La UASLP y el IFSE tienen su liturgia y mandamientos mundanos, cívicos y sin ninguna relación celestial, por lo tanto no se meta, señor vocero, en temas que no le incumben. Amén.

En otros temas, con la misma curiosidad, tenacidad, geometría analítica espacial, ciencia, cálculo y matemática con que se midió la asistencia a la Fenapo, se debería poner en tela de juicio los números de los costos de las obras que anuncian los gobiernos.

Es el caso del municipio bebé de Villa de Pozos, que presumió gastar 4 millones de pesos en 3 aulas de 6×8 metros cuadrados…

Precios por metro que solo en las zonas más lujosas de SLP se tienen.

Las aulas “inclusivas” que presume Pozos, que se sepa o se vea, no tienen tecnología acústica de primer nivel, ni sistemas en braille, ni grúas para la movilidad de personas con discapacidad. Tiene tres rampas y dos ventiladores.

Fue en la primaria José Mariano Jiménez, en Pozos, donde Teresa Rivera presumió la entrega de tres aulas “didácticas e inclusivas” de 6×8 metros, con una inversión de 4 millones de pesos. La cuenta no falla: 1.3 millones por aula, o casi 28 mil pesos el metro cuadrado. Ni los departamentos de Lomas cuestan tanto. La presidenta concejal presume “materiales de alta calidad” y rampas para hacerlo inclusivo, pero a ese precio uno esperaría butacas con calefacción, pizarras inteligentes o conexión satelital. La obra era necesaria, sí y va a beneficiar a medio millar de niños, pero la matemática es más clara que el discurso: el sobre precio es evidente.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

José Rafael Campoy padre del pensamiento moderno mexicano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El desarrollo de la cultura superior en San Luis Potosí, en los primeros doscientos años de existencia de la ciudad, se daría en el ámbito de las letras, por lo mismo, aunque con desarrollos escasos, se enfocaría en las humanidades.

El escenario donde pudieron desarrollarse las artes, fue en el religioso, así, los primeros pasos en la educación de la población, procedió de este ámbito, siendo frailes los que desarrollarían esa actividad humanista.

Con la implementación de la Ratio Studiorum jesuita como plan general educativo contrarreformista, no es de extrañar que los primeros humanistas potosinos realizaran, además de su misión evangelizadora, principalmente actividades educativas. Figura entre los primeros frailes Diego de la Magdalena, que fue uno de los fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, y sobresalen la instauración de la escuela agustina estando al frente Diego de Basalenque, la llegada a San Luis de los jesuitas y la instalación de su colegio. La actividad humanista de creación artística en letras se comienza a dar hasta finales del siglo XVII, aunque hubo manifestaciones más tempranas cuando hace su presencia un personaje nacido ya en estas tierras potosinas.

Los padres de la compañía de Jesús llegaron en 1626 a San Luis y solicitaron encargarse de la enseñanza, que anteriormente estaba a cargo de los agustinos que durante doce años impartieron en el convento de San Agustín.

Uno de los jesuitas que radicaron en San Luis Potosí y que sería la figura más sobresaliente en la introducción del pensamiento moderno en la Nueva España y que liderara la formación de los jesuitas en este terreno, sería José Rafael Campoy.

José Rafael Campoy, jesuita que además de pronunciar oraciones fúnebres destacó principalmente en la introducción de pensamiento moderno y contribución a la filosofía mexicana con un movimiento reformista, teniendo influencia en pensadores jesuitas como Clavijero, Castro, Abad, Parreño, Landivar, Cavo, Maneiro, entre otros.

Fue catedrático del Colegio de los Jesuitas en San Luis Potosí donde también participó Abad, siendo uno de los jesuitas expulsos que llegaron a Italia donde murió en Bolonia en 1777

. Nació en Álamos, Sonora en 1723, ingresó a la Compañía de Jesús en 1741, donde fue maestro de humanidades y filosofía en varios de sus colegios. En las honras solemnes a la memoria del rey Felipe V de España pronunció en la Iglesia Parroquial de San Luis una oración fúnebre.

Una de las cátedras que fueron importantes en el colegio jesuita de San Luis Potosí sería la gramática latina, este curso se cubría en cinco años y una buena cantidad de jóvenes potosinos pasaron por este curso.

Rafael Campoy, atendió este curso de gramática durante los años de 1746 a 1748; los temas de teología y filosofía si bien no se impartieron regularmente en San Luis Potosí, sus discusiones entre los profesores jesuitas e interesados en estos temas, serían influenciados por Campoy, como sería el caso de José Abad que se encargaría de cursos de filosofía en varios colegios jesuitas y que estuviera como profesor en San Luis Potosí.

El nombre de José Rafael Campoy como introductor del pensamiento moderno en el esquema de estudio jesuita es recurrente y las figuras de jesuitas que han destacado en la historia del pensamiento mexicano, y sus valiosas contribuciones en el exilio se fincan en la labor de José Rafael Campoy.

Campoy se convierte en una de las figuras que contribuyeron al progreso educativo de los jóvenes potosinos en el seno del Colegio jesuita en San Luis Potosí.

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Opinión

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