diciembre 9, 2025

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#4 Tiempos

Exhuma: Cuando el nacionalismo se supone que no debe dar miedo | Columna de Guille Carregha

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CRITICACIONES

 

Corea es uno de esos lugares que no han logrado generar en mí una genuina curiosidad por el país en sí. Es decir, si alguien me invitara a visitarlo o tuviera la oportunidad de ir allá, no dudaría ni un segundo en subirme a un avión y atesorar por siempre el sellito que pondrían en mi pasaporte al cruzar la frontera antes de darme cuenta lo poco que en realidad vale un peso mexicano cuando se intenta sobrevivir en el extranjero haciendo conversiones monetarias. También es cierto que es allá donde vive uno de los señores bonitos más tiernos que he conocido en mi vida (¡Hola, SungJung! Sé que nunca te enterarás de este saludo porque no sabes leer español, pero la intención es lo que cuenta). Así que tampoco es como que me sea indiferente – solo no me causa emoción.

Aunque sí es verdad que he disfrutado infinidad de media emanando de este país, como doramas, películas, canciones y uno que otro manwha, nunca me ha llamado la suficiente atención como para investigar su historia o entender mejor el funcionamiento de su sociedad moderna. Existe, y pues, qué padre por ellos, la verdad.

Y, aún así, hasta yo, totalmente alejado del conocimiento de la historia coreana, sé lo deplorables que fueron los japoneses para con ellos cerca la segunda guerra mundial. Pero, así, lo que se dice culeros pero con una “Q” mayúscula reemplazando la sílaba “cu” para denotar el superlativo de una manera impresionante en lenguaje escrito.

Hicieron básicamente un “España llegando a México en 1519”, pero empezando el siglo XX, donde se podía documentar hasta con fotografías las acciones de los “pobres soldados que eran inocentes porque, en realidad, sólo estaban siguiendo órdenes” que decidieron despachurrar a un país entero nada más porque un día se levantaron de la cama y les pareció divertido eso de ver el mundo arder. El artículo de Wikipedia sobre ese periodo utiliza solamente 12465 palabras para describir las atrocidades. No es competencia, pero el artículo de la conquista española es de 12885 palabras. Solo para contextualizar un poquito del tamaño de las listas de actividades.

Es bajo ese contexto de “pinches japoneses culeros” que se desarrolla la trama de Exhuma (O “La Tumba del Diablo, como le pusieron aquí en México porque, ¿cómo íbamos a saber que se trataba de una película de horror si no especificaban que era “del diablo” en el título? ¿Somos adivinos o qué?), una de las películas coreanas más exacerbadamente nacionalistas que he visto en mi vida. Bueno, en comparación, es tan patriótica como cualquier película de acción genérica estadounidense que aparece un día en Netflix y nadie sabe cómo es que consiguieron el presupuesto para tremendo bodrio lleno de banderas gringas. Pero, en cuestión de producciones coreanas, no es algo que se vea tanto – al menos no en lo que deciden exportar.

Bajo la premisa de *exhumar* una tumba de hace más de 100 años, la película desarrolla la idea temática principal: el verdadero mal viene en dos formas: jurarle lealtad a Japón o, en su defecto, ser japonés. Cualquiera de estas dos vertientes generará espíritus chocarreros capaces de descuartizar seres humanos con sus poderes de maldad. O 悪魔の力 para ser más específicos.

Dentro de lo que viene siendo “la calidad fílmica del producto”, todo está excelentemente cuidado. La fotografía, muy bonita, con esa calidad clásica de un tinte medio azulosa encima de todo para que se sienta como película de terror coreana. Hay una cobertura de ángulos de rodaje impresionante que sólo se puede conseguir con el presupuesto de una producción coreana que despilfarra dinero porque tiene, y no recuerdo haber notado ningún error de edición ni nada parecido. O sea, la presentación es prístina nivel Corea quiere demostrarle al mundo que son mejores haciendo audiovisuales de ficción que el 90% del mundo, nomás por el puro ego de saberse capaces. Los efectos especiales si están un poco… no tan maravillosos, pero, pues, tampoco tan terribles como los de Marvel o DC, así que no distraen tanto de la acción.

Lo que sí es un *chef’s Kiss* tamaño industrial son las coreografías. Como buena historia asiática oriental basada en tradiciones nacionales, la gran mayoría de ideas y acciones presentadas a lo largo de la historia se basan en rituales clásicos (¿?) de la cultura en cuestión. En este caso particular, la mejor escena es sin duda aquella en donde la protagonista hace una complicada danza (con tambores y bocinas JBL a todo volumen incluidas) para pedirle permiso a los espíritus para *EXHUMAR* la tumba que le da pie a la trama. Es una secuencia de 6 o 7 minutos impresionante, con un juego de música, movimiento y cortes que va subiendo de intensidad a cada segundo que pasa y que se queda fácilmente grabada en la memoria de la audiencia.

Ahora, mi desconocimiento total de la cultura coreana (detallado en el primer párrafo) me prohíbe confirmar si este ritual que incluye la presencia y subsecuente recortación minuciosa de los cadáveres de cinco cerdos al ritmo de, literalmente, gritos y tamborazos, es algo que los shamanes coreanos han hecho alguna vez en la historia de la humanidad, o si los creadores de Exhuma se lo sacaron de la manga. Lo interesante es que, en mi cerebro de normie desinformado que escribe tontería y media porque puede, todo se ve tan impresionante y explicado de manera tan lógica que en ningún momento dude que fuera algo más que el ritual número 3 de la lista de los más pedidos por coreanos desesperados. Es lo malo de tener un cerebro colonizado de occidental inculto. Me pones en frente una cosa que se vea súper folklórica y digo “si, a huevo, así ha de ser” sin dudarlo ni un segundo.

Creo que ese es un problema. Habría que tratarlo.

Y, continuando con las tradiciones orientales de “¡FINTA!” incorporadas en el ADN de sus producciones de ficción, la historia parece resolverse sin mayor problema como a la hora de haber empezado con la única finalidad de que la gente se pregunte “¿y ahora a dónde va esta historia?”, solo para que te quiten la cobijita de tranquilidad que tú solo te pusiste y te avienten la verdadera trama, con todas sus implicaciones, directo en la mollera hundida. Obviamente, todo va hacia el lado de “¡Qué bella esta nación! ¡Nación bella que deseo dejarle a futuras generaciones para que disfruten de lo bello de esta nación! ¡Y que chinguen a su madre los japoneses!”

O sea, la cosa no es nada críptica. Lo dicen, literal, en los diálogos.

Es una película muy buena – sobre todo si puedes obviar/entender la necesidad del nacionalismo. Se vende como película de terror, pero excepto por dos o tres jump scares ahí medio tochos, solo tiene ese descriptivo porque habla de temas sobrenaturales. Es más como un thriller de suspenso bastante bien logrado, muy accesible, muy bonita.

Y, sí, el viejito principal sí es el que salió en Oldboy. Sí. A mi también me impacta la existencia del tiempo y su paso.

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#4 Tiempos

El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

«Un hombre rico tenía un administrador y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión porque quedas despedido”» (Lucas 16, 1-15).

Cuando Jesús contó esta parábola nada dijo de cómo recibió el administrador tan mala noticia. ¿Retrocedió espantado?, ¿sintió que el piso se movía bajo sus pies como un tapete?, ¿intentó defenderse o ya por lo menos justificarse? Nada de esto sabemos; lo que sí sabemos, en cambio, es que más bien se puso a hacer cálculos en su interior, diciendo:

«-¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, haya quien me reciba en su casa!».

El foco, como se dice, se le había prendido. Pero, ¿qué era eso? Quiero decir, ¿qué fue se le ocurrió para que ahora que estaba desempleado no le faltara por lo menos un mendrugo de pan y un vaso de agua fresca? En realidad, algo muy ingenioso y sutil: como aún no había rendido el informe que le exigía su amo, todavía era tiempo de alterar ciertos papeles… Y esto es lo que hizo:

«Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y preguntó al primero:

»-¿Cuánto debes a mi patrón?».

La pregunta, por supuesto, era retórica, pues los documentos los tenía él en su mano y a la vista, y bien escrito estaba en ellos el monto de la deuda; lo que quería, más bien, era causar en su interlocutor un cierto impacto difícil de olvidar.

«-Cien barriles de aceite –respondió el deudor, que aún no sabía muy bien de qué iba la cosa.

»-Aquí está tu recibo; date prisa, siéntate y escribe: cincuenta».

Ya podemos imaginar el gozo con el que éste hizo lo que el administrador le pedía. ¡Le estaba perdonando nada menos que la mitad de la deuda! Es como si yo debiera al banco 100.000 pesos y de pronto el gerente me mandara llamar para decirme, guiñándome el ojo, que a partir de ahora no debo más que 50.000. ¿No era esto como para ponerse a gritar de alegría e invitarle un café en el restaurante más elegante de la ciudad?

El administrador mandó llamar al segundo deudor y le hizo la misma pregunta que al primero:

«-¿Cuánto debes a mi patrón?

»-Cien costales de trigo –dijo éste a su vez.

»-Aquí está tu recibo: escribe ochenta».

Y así hizo con todos los otros. Si de cualquier manera lo iban a despedir; mejor dicho, si ya estaba despedido, ¿qué perdía haciendo lo que hizo? ¡No perdía nada! Todo lo contrario: se jugó la última carta y había ganado, porque estos deudores iban a quedar eternamente agradecidos con él. ¡Su vejez estaba asegurada, pues un día lo invitaría uno a su casa a comer, y otro día otro! Ya no tendría que mendigar ni que andar por las calles del pueblo extendiendo la mano en busca de un pedazo de pan… Se retiraba, por decir así, con la cabeza levantada y pisando fuerte.

¡Qué hombre más inteligente!

Jesús mismo no pudo menos de alabar su ingenio. ¡Cómo, antes de ser despedido, supo hacerse amigos que después ya no lo dejarían solo! «Por eso les digo yo –concluyó el Maestro-: con el dinero, tan lleno de injusticia, gánense amigos para que, cando esto se acabe, los reciban en las moradas eternas».

Con esta sencilla historia, Jesús ha querido responder a estas dos preguntas que, si no fueran eternas, creeríamos que son banales «¿Para qué sirve el dinero?, ¿para qué sirve el poder?». Y su respuesta es: para que te hagas todos los amigos que puedas: sólo para eso. ¿Eres rico? Hazte amigos. ¿Eres poderoso, ocupas un cargo de cierta importancia? Hazte amigos igualmente.

Hay quienes, al tomar posesión de un cargo, empiezan a ver a los demás mortales como a hormigas (¡tan encumbrados se sienten ocupando su flamante escritorio de caoba!). Bien, que se anden con cuidado, porque no siempre estarán ahí, porque la rueda de la fortuna gira y gira y no es nada seguro que los que están arriba permanezcan en la cumbre eternamente. Sí, la fortuna es una rueda que no deja de girar: los que hace poco estaban abajo, resulta que ahora están arriba, y si no los trataste bien cuando tenías la sartén por el mango, como se dice, ellos lo recordarán una y otra vez, y ahora será la suya.

Hay quienes piensan que el poder es necesario para enriquecerse, y que el enriquecimiento es ya en sí mismo una forma de poder; en una palabra, que la riqueza y el poder se bastan a sí mismos. Si así es como piensas tú, déjame decirte, lector, que te equivocas. ¡Rompe el círculo! Hoy que la vida te ha favorecido, favorece a los que puedas, porque nada sabes del futuro. Haz como el hombre de la parábola: gánatelos a todos, porque no siempre serás administrador y quizá un día el patrón de turno te mande llamar para decirte:

-Dame cuenta de tu gestión porque estás despedido.

Si esto te dijeran sin que te hubieras hecho amigo de nadie, entonces sí que estarás perdido.

Toda la sabiduría de la vida está en esta sencilla parábola. Hazte amigos ahora que puedes; porque, si no lo haces ahora, quién sabe si lo podrás hacer mañana. «Conoce la ocasión o la oportunidad»: según Pítaco, el filosofo griego, no había conocimiento en el mundo más útil que éste.

Sí, aprovecha la oportunidad, porque mañana, sin que te des cuenta, quizá sea ya demasiado tarde.

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#4 Tiempos

Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.

Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.

Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.

El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.

El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido.

En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.

Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.

El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.

A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.

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#4 Tiempos

El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.

Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.

Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.

Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:

(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.

Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.

Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.

Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.

Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial,

cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.

Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.

El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.

Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.

Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.

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Opinión

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