Eduardo Teissier está al frente de esta labor altruista que ni la pandemia pudo detener
Por: Karina González
Sobre la calle Vallejo, entre Hermenegildo Galeana e Ignacio Comonfort, se ubica el Asilo y Comedor de los Pobres, donde cada día, a las 13:00 horas, decenas de personas en situación de vulnerabilidad hacen una larga y ordenada fila en espera de que Eduardo Teissier les brinde un plato de comida caliente, que posteriormente degustan en los alrededores de la zona, especialmente en el Jardín de San Francisco.
Eduardo Teisser ha dedicado 38 años de su vida a cuidar a las personas de la tercera edad que llegan al asilo; pero también le ofrece alimento a cualquier que los necesite: “nada nos quita compartir lo que tenemos”, dijo después de haber rellenado alrededor de 80 contenedores de comida con arroz, frijoles, ejotes con huevo, tortillas, agua de naranja y galletas con cajeta.
El covid no fue un pretexto para la labor que se realiza en este comedor: “a pesar de la pandemia se estuvo dando de comer a gente que viene de la calle, que no tienen recurso, a nosotros no nos costaba nada seguir dándoles de comer, porque así llueva o haga frío, la gente viene porque sabe que hay comida”, relató.
Cada día, de lunes a viernes, entre 60 y 80 personas acuden por sus alimentos con Eduardo; y aunque en la zona centro existen otros comedores, este es el único gratuito, pues según dijo el encargado del Comedor de los Pobres, el resto cobran una pequeña cuota, pero hay quienes ni siquiera la pueden costear.
Al comedor acude todo tipo de personas, pero en su mayoría son gente de la tercera edad, algunas otras son personas jóvenes en condición de calle. También hay quienes, a pesar de tener hogar y una familia, acuden al comedor con tal de tener una comida gratuita al día.
“Algunos sí tienen familia y tienen hogar pero la gente muchas veces se hace mañosa y cuando saben que hay comida gratis donde quiera te caen. Solo un 50 por ciento de las que vienen realmente tienen la necesidad, pero no importa, nada nos quita el darles de comer ”, subrayó el entrevistado.
Además de los alimentos, a algunas de las personas que Eduardo considera tienen mayor necesidad, reciben, en ocasiones, una despensa con productos de higiene personal como papel de baño, pasta, cepillo de dientes, abarrotes y jabón.
Los insumos provienen de donantes del asilo; que en su mayoría son en especie, pues así lo especifica un letrero afuera de sus instalaciones: “aceptamos donativos en especie”; con ello, Eduardo se apoya para dar alimento a los 24 adultos mayores que viven en el asilo y a las 80 personas que diariamente acuden.
“Tenemos bienhechores tanto de verduras como pollo. Tenemos gente que nos apoya con pan, gracias a eso a veces también podemos dar algún postre. La señora que cocina para el asilo me ayuda con la comida que repartimos, pero aún así tenemos que poner cerca de mil 700 pesos a la semana para surtir lo que nos falta de despensa, como jitomate, agua, tortillas, además el gas”, contó.
Este comedor prepara todos los días seis kilos de arroz, seis kilos de verduras que pueden ir guisadas de diferentes maneras y seis kilos de frijoles; en ocasiones, cuando los bienhechores llevan pollo, se cocinan 10 pollos para todas las personas; sin embargo, la dieta principal se basa en arroz, frijoles y verduras; además de agua saborizada.
Cuestionado sobre la posibilidad de que se sostengan estos comedores con los incrementos a los productos de la canasta básica, Eduardo afirmó que no deben tener un fin “y si es así, yo pongo a San Antonio de cabeza, porque lo que le pido nos cumple y él verá la manera de proveernos, gracias a Dios nunca nos ha faltado qué darles de comer a todas las personas y yo espero que así siga”, concluyó.
También lee: Enrique Galindo se reunió con la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera