#Si Sostenido
#Entrevista | Los caminos que llevan a Roma
La Orquesta platicó con Martha Liñán, la cineasta potosina que participó en el área de vestuario de la multipremiada película de Alfonso Cuarón
Por: La Orquesta
Desde el diciembre pasado no se habla de otra película mexicana que no sea Roma (2018) del director mexicano Alfonso Cuarón (Children of Men, 2008; Gravity, 2011). El intimista relato del realizador -estrenado desde el 14 de diciembre por Netflix- está contado desde la perspectiva de Cleodegaria Gutiérrez, trabajadora doméstica de la familia, interpretada por la debutante Yalitza Aparicio, y con la participación de Marina de Tavira, Nancy García y José Antonio Guerrero.
Roma le ha valido a su director, actrices y a la producción en general, el reconocimiento de la crítica y la audiencia, cosechando premios en los Golden Globes, Goya, BAFTA, y el León de Oro en el Venice Film Festival. Las alabanzas no han dejado de llegar para la producción mexicana (que obtuvo el estímulo de Eficine), y ahora está a punto de hacer historia en Hollywood, al ser contendiente a 10 premios de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas.
En la víspera de tan importante fecha para Cuarón y todos los involucrados, La Orquesta conversó con la cineasta potosina Martha Liñán, quien fue parte de la producción en el área de vestuario, y quien nos cuenta un poco más sobre el trabajo artesanal que hubo en la creación de tan imponente obra.
LO: ¿Cómo fue que se dio tu participación en la película de Cuarón?
ML: En enero de 2017 recibí un correo de mi escuela (Centro de Capacitación Cinematográfica) en el que la producción de la película solicitaba apoyo. Acababa de egresar en diciembre, así que mandé mi correo para ver si había un puesto, me dijeron que el trabajo era muy pesado, habría que cargar cosas y hacer esfuerzo físico constante, pero acepté. Específicamente apoyé durante el rodaje de las escenas del Halconazo donde tuvimos mil extras. La producción rentó un salón donde se colocaron los vestidores y el primer día me tocó organizar, clasificar y acomodar todo el vestuario de los extras. Mi último día filmamos las escenas del exterior e interior de la mueblería, que es donde Cleo y la Abuela ven todo lo que pasa abajo en el atentado. Aproveché para aprender más sobre vestuario y asistí a la vestuarista de los actores principales, así fue como pude conocer más sobre la historia y convivir con Yalitza y Verónica García.
LO: ¿Cuál ha sido el impacto personal de haber participado en la película mexicana más importante de la década?
ML: Lo que me llevo es el aprendizaje de hacer cine a gran escala, el ver a Alfonso Cuarón dirigir, conocer a gente súper talentosa en lo que hace, aprender de un departamento en el que no tenía experiencia. Y a pesar de que solo fui un pequeñísimo engranaje en toda esta maquinaria agradezco las atenciones que la producción ha tenido.
A pesar de ser una película diferente en escalas y forma, al resto de los dramas Hollywoodenses —filmada en blanco y negro, en español y mixteco, sin “grandes estrellas” y con una historia tan íntima—, Martha considera que su éxito se debe a ciertos aspectos primordiales: “El que sea una película de Alfonso Cuarón en principio la hace relevante, por la carrera que ha construido, además en su recorrido por festivales dio mucho de qué hablar. Creo que es una película que conecta con todo tipo de público, ya que está técnicamente hecha de manera excepcional, pero a su vez la historia, al ser tan humana, conecta con gran parte de la audiencia”.
POR EL CAMINO CORRECTO
Liñán es egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación por la UASLP, pero se integró al ambiente cinematográfico tras cursar el diplomado en producción de cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica, academia con más de 40 años de prestigio en la formación de especialistas del séptimo arte.
Ya como productora, Liñán ha trabajado en diversos proyectos al lado de noveles artistas como Danae Reynaud, Armando Espitia, y experimentados actores como Sebastián Aguirre, entre otros. Su corto “El amor dura tres meses” (2018, Dir. Rafael Martínez García) obtuvo en octubre pasado el Premio a mejor cortometraje michoacano en el Festival Internacional de Cine de Morelia.
LO:¿Qué significó para ti que su trabajo fuera reconocido en uno de los festivales de más prestigio en el país?
ML: El FICM es uno de mis festivales favoritos porque el cine es lo que importa, durante el festival ves de 3 a 4 películas diarias y siempre traen lo mejor de la programación de festivales como Cannes y Berlín. Esta fue la segunda vez consecutiva que un corto que produzco queda en su Selección Oficial y haber ganado fue una grata sorpresa. El reconocimiento de un festival tan importante me dio la seguridad de estar en el camino correcto.
LO: ¿Qué es lo más complicado de tu labor como productora?
ML: Depende del proyecto, pero el dinero siempre es un tema importante, sobre todo cuando son trabajos independientes. Los cortometrajes, al no tener una salida comercial, suelen ser más complicados al momento de conseguir los recursos necesarios. Como productora tienes que buscar soluciones creativas para realizar el proyecto. Cuando son largometrajes tenemos los fondos del gobierno, ya que el cine en México aún no es autosustentable como en otros países, pero cada año se ha vuelto más complicado con los recortes que se realizan a cultura. El gobierno sigue sin entender que la cultura es básica y esencial.
LO: ¿Cuál piensas que es el mayor obstáculo para los jóvenes cineastas, en un medio tan competido y volátil como el cine?
ML: En este medio no hay de otra más que ir y hacer. Si tienes una historia, cuéntala, no importa de la forma que sea sino darte a conocer. Lo más valioso en una película siempre serán las historias, es lo que conecta. Las escuelas de cine ayudan mucho y nosotros tenemos la fortuna de contar con dos de las mejores del mundo, pero también el ver cine, leer y analizar es de gran importancia. No podemos esperar a que las oportunidades nos lleguen, tenemos que crearlas. También creo que los cortometrajes sirven para explorar y los festivales de cine son grandes plataformas para salir al mundo.
EL DILEMA DE NETFLIX
Sobre la discusión entre la distribución de Roma, en la que las ventanas como Cinépolis y Cinemex, principales cadenas comerciales en nuestro país, se rehusaron a estrenar la película ante el lanzamiento en Netflix (sin los 90 días de distancia que estas empresas solicitan entre el tiempo en salas y su disponibilidad en streaming) Martha opina que lo mejor que le pudo haber sucedido a Roma fue que Netflix la adquiriera: “la puso al alcance de todos globalmente y además permitió que cines y salas independientes la proyectaran para así alcanzar a más público”.
“Si la película hubiera tenido una corrida comercial convencional se hubieran expuesto a los tiempos de proyección de estas cadenas, es decir que probablemente se hubiera tardado semanas en llegar a todo el país y además ellos hubieran controlado todos los horarios. Al estar en Netflix la gente puede verla en el momento que deseen, en el país que estén. También fue muy interesante la estrategia de Netflix con Roma para llegar al Oscar y para que los aceptaran como Estudio”.
CALIDAD DE EXPORTACIÓN
En una década en donde directores (Cuarón, González Iñárritu, Del Toro), cinefotógrafos (Emmanuel Lubezki) y productores (Bertha Navarro) mexicanos han triunfado en el entretenimiento norteamericano, la joven cineasta potosina habla sobre la relevancia de los premios que Roma ha obtenido.
ML: La película pone al cine mexicano en la mira de todo el mundo, a pesar de que los últimos años “Los Tres Amigos” hayan ganado premios con sus películas, el que Roma se haya realizado en México con crew y cast en su mayoría del país dice mucho, y nos da oportunidad de sobresalir en el mercado internacional. Pienso que una de las cosas más importantes es el que Yalitza tenga tantos reflectores, lo que ella representa tanto dentro como fuera de la pantalla, es lo más valioso, ya que le está dando voz, no sólo a las empleadas domésticas, sino también a toda la comunidad indígena; la representación es muy importante, y que ella esté triunfando le da la oportunidad a muchos de soñar y lograr grandes cosas.
Finalmente, Martha Liñán nos contó acerca de sus próximos proyectos, entre los que destacan los cortometraje “La Oscuridad” de la Universidad de Nueva York dirigido por Jorge Sisto, “Casanova” dirigido por Danae Reynaud y Daniel Carrera, “Blu” dirigido por Orlando Rosillo, además del desarrollo de otros 2 cortometrajes y un largometraje.
Puedes ver el corto de Martha “El Fin” en el canal de youtube del FICM: https://www.youtube.com/watch?v=M04mqUa4JmE
Los premios Óscar se entregarán este domingo 24 de febrero a las 19:00 hrs.
#4 Tiempos
Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.
El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.
En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.
En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.
En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.
Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.
El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP
un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.
En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.
En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.
Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.
El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.
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#4 Tiempos
Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam
VOLUTA
En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?
Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?
Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:
¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.
Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.
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#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
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