octubre 13, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

El virus de la corona | Columna de Jorge Ramírez Pardo

Publicado hace

el

coronavirus

Enred@rte

 

Entre alarmismo y realidad, el COVID-19, en lenguaje coloquial denominado coronavirus, desafía a la ciencia y al manejo informativo en las omnipresentes redes sociales para un sector importante en nuestro país y el mundo.

Desafía al sentido común y demanda fraternidad universal para atender la contingencia con generosidad, oportunidad y sentido de la otredad; o de la existencia de los demás, igual que yo, en condiciones de riesgo.

En nada ayuda antes de llegar a una crisis severa, que haya quien acapare gel antibacterial, jabón y papel higiénico, sí, remediando lo propio dejan en desventaja al vecino y de ahí puede venir el crecimiento exponencial multiplicador 2, 4, 8, 16, 32, … etcétera de contagios.

Reeducación más allá de la coyuntura

Jorge Zepeda Paterson, como siempre, es atinado y evalúa el fenómeno en prospectiva y no sólo en la perspectiva fatalista: “Supongo que la tragedia que nos abruma es más fácil de sobrellevar con el descargo liberador que supone culpar a un chivo expiatorio, llámase Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Bartlett o por qué no, Robben, quien fingió el penalti con el que nos eliminó Holanda en el Mundial de 2014. Cualquier cosa antes que aceptar que tenemos que sufrir padecimientos y sacrificios porque alguien nos los pide en nombre de todos. Siempre será más fácil crucificar al mensajero de las malas noticias, así sean para prevenirnos de males mayores. Espero que los mexicanos estemos a la altura de la crisis que se nos viene encima, a condición, claro, de que podamos superar rencores, golpes de pecho y dedos flamígeros. Una pandemia es ya un flagelo demasiado terrible para que además la convirtamos en una epidemia de odio”.

Los alarmismos

En el transcurso ascendente, hoy decadente, del neoliberalismo, hay evidencias palmarias de:

  • La degradación del salario y, por tanto, menosprecio al trabajo. En México 30 años de poder adquisitivo en bajada y aumentos salariales píricos. Excepto, entre 2019 y
  • Sobre-ponderación del “estatus” social liado al consumismo; esto es, vales por lo que tienes, y no por quién, cuándo y dónde
  • Vales por un color de piel, un idioma, una clase social, una capacidad de consumo, adquirida por ascenso laboral; pero, también, por la posibilidad de enriquecerte a cualquier precio y atropellando lo que sea. ¿No es esto un modelo para acceder, al crimen organizado? Si no naciste en condición de privilegio y todo te incita a tener, arrebata y corrompe autoridades para garantizar
  • El desplome del sentido del ahorro (gasta porque se devalúa la moneda frente al dólar, el euro…); consume porque la vida es efímera.
  • El dinero tiene valor agregado tan sólo para los bancos; porque no te dan una remuneración justa por guardar el dinero; pero ellos sí pueden prestar con intereses usureros e imponer toda suerte de, y si entras en litigio, ellos cuentan con abogados leguleyos, tú eres un simple prescindible.
  • Adquisición de productos electomagnéticos (celulares, pantallas, computadoras); además de costosas son de vida
  • Existencia en frenesí, vive intensamente
  • Abunda el cine de acción sin sentido (hiper-fragmentación y deformación de la realidad; acción, acción, acción y triunfo de superhéroes –condición de irrealidad y de imposibilidad para que el espectador se asuma como actor fuera de la sala de cine o la pantal la casera-); situación esa orientada al consumo de combos compuesto por ¿alimentos? chatarra. Volumen sonoro excesivo dentro de las salas de cine comercial para afianzar el condicionamiento aturdidor/consumista.

Un ejemplo premonitorio a orillas del mar Mediterráneo

Desde Italia (dónde hay medidas estrictas de seguridad; no viajes interurbanos y aislamiento severo durante un mes), el escritor Francesco Forgione, (Delito), residente en Palermo (colaborador para México con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga

y él, en un Especial para el diario La Jornada, publicó ayer estas reflexiones que para nosotros mexicanos es una suerte de premonición respecto a lo que podríamos vivir en breve. Motiva también a la reflexión y reeducación en nuestras vidas:

  • Las redes sociales y el Whatsapp se convirtieron en el principal medio de comunicación, incluso entre departamentos del mismo edificio, porque está prohibida la comunicación directa. En estos días dejaron de ser herramientas de individualismo y
  • Es una situación que cambia nuestros hábitos de vida. Vamos a cambiar nuestra relación entre la vida y el tiempo: no es el trabajo o el ritmo impuesto por la organización productiva, laboral y pública que determinan nuestra relación con el tiempo, es (…), sobre todo, el miedo, siempre más difundido que él
  • Lentamente el miedo se va a transformar en conciencia y lentamente –más o menos después de tres semanas– se está convirtiendo en conducta social y de responsabilidad propia.
  • Leer libros, ver películas, escuchar música en casa: ¿cuántas veces hemos pospuesto esta necesidad del espíritu y de la vida por falta de tiempo? Como cuidar los niños fuera del tiempo que pasan en la escuela, o los abuelos y los ancianos. El tiempo nunca es nuestro y no entendíamos su valor, sólo nos era permitido en las
  • El ritmo impuesto por una sociedad y un modelo productivo que mide el tiempo en dinero nos ha llevado a no considerar la dimensión cultural y espiritual como fundamental para la calidad de vida y de las relaciones humanas y sociales. El coronavirus, en este tiempo de prohibiciones, nos ayuda a descubrirla.
  • Cuando esta pandemia termine, creo que el proceso de globalización modificará su forma y naturaleza; la economía global cambiará su rostro y el modelo capitalista –así como en todas las crisis estructurales de su historia– vivirá un proceso de reorganización y la creación de un nuevo equilibrio
  • Una cosa es segura: quienes pensaban que después de la globalización se regresaba al mundo de las fronteras cerradas, de los muros contra los migrantes y de los aranceles aduaneros, hoy pueden ver cómo el mundo es cada vez más una aldea global poblada de hombres y mujeres y no sólo un mercado salvaje sin reglas, y por eso necesita una nueva idea solidaria y humanista.

Adenda final

Derivado del mismo momento crítico arriba consignado, desde la tarde del sábado, el dramaturgo y director teatral Rodrigo Solo, anunció en su muro de Facebook, la suspensión de la puesta en escena de la obra de su autoría “Valta el encuentro” en el teatro del IMMS, institución del sector salud que (en la preocupación del dramaturgo) es deseable y de elemental sentido solidario, compartirá riesgos y devolverá anticipos a este proyecto teatral montado con el apoyo del colectivo de gestoría y promoción artística ATRIO 4.

También recomendamos leer: 

Mujeres, mujeres universitarias y cobacheras de 8 y 9M | Columna de Jorge Ramírez Pardo

#4 Tiempos

Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS minúsculas

 

-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…

El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.

-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?

Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?

-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?

Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.

¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».

Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre». 

A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.

Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro!

Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).

También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.

En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».

Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:

-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…

También lee: Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

Publicado hace

el

Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

También lee: Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Publicado hace

el

EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados