#4 Tiempos
El verano que pensé que sería divertido ver todos los estrenos del anime de la temporada – Parte 2 | Columna de Guille Carregha
CRITICACIONES
EL VERANO QUE PENSÉ QUE SERÍA DIVERTIDO VER TODOS LOS ESTRENOS DE ANIME DE LA TEMPORADA PERO QUE, PRONTO, ME DI CUENTA DE MI TREMENDO ERROR CUANDO VI LA CANTIDAD DE SERIES QUE SE ESTRENABAN ESTE MES Y LO COMPARÉ CON LA EXTREMADAMENTE LIMITADA CANTIDAD DE HORAS LIBRES QUE EL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI ME PERMITE TENER TODOS LOS DÍAS – PARTE 2
- Failure Frame: I Became the Strongest and Annihilated Everything with Low-Level Spells (TRES EPISODIOS)
Continuando con la tradición japonesa de “si vamos a hacer un anime para adolescentes, lo mejor sería que lo escribiéramos como sui fuéramos esos mismos adolescentes”, Failure Frame se puede definir como la serie edgy de la temporada. Por un lado, tenemos el hecho de que ABSOLUTAMENTE TODOS los personajes (que no sean una angelical, pura y virginal princesa), son los seres humanos más desagradables y deshumanizados del universo. La historia comienza con un grupo de preparatorianos que incluyen tremendos personajes con personalidades tipo “abuso a las personas que considero inferiores – y todos son inferiores”, o “no participo en el abuso, pero me río mucho en público de él e insto a mis amigos a burlarse conmigo” o el clásico “como líder de grupo, te pido que cuando abuses así a los plebeyos, lo hagas con cuidado para no manchar mi uniforme de sangre”, siendo transportados a otro mundo because reasons. Y ya, ahí, se desenvuelve como otro isekai del montón. Que si el rey malvado, que si cada uno tiene habilidades especiales, que si es una fantasía medieval más. Pero la que los invoca es una diosa medio encuerada (porque, si no hay fan service obsceno, ¿cómo sabremos que es para adolescentes?) que da la pinta de ser la mala de al final. Y para terminar de construir el pastel de adolescencia extrema, el protagonista es un man que “sufre mucho en la vida porque decidió ser bueno, y eso le ha causado ser la burla de la sociedad”. Procede entonces a matar todo lo que se le ponga enfrente envenenándolo lentamente. Pero como es magia no es feo ni cruel, así que sí podemos amarle.
Si un chico de 12 años llegara a contarles esta misma historia, diciendo que la escribió en su libreta de matemáticas a mitad de la clase de cívica y ética porque se dio cuenta que el mundo es injusto… creo nadie se sorprendería.
Pero a mi sí me sorprende que en el año del señor 2024 algo así se produzca. Aunque, claramente, no tiene mucho presupuesto. Más de la mitad del runtime de los episodios está animado con un CGI horroroso que, quizá, se hubiera visto muy bonito en un juego de PS2 en 2004. Ahorita, la neta no.
- Senpai Is An Otokonoko (CUATRO EPISODIOS)
Otokonoko es como se le conoce a la “subcultura” de chicos heterosexuales a quienes les gusta ir vestidos de niñas bonitas. OBVIAMENTE, el internet está dale y dale y dale que esto quiere decir que el personaje mencionado en el título es, de a huevísimo, transgénero. Y, a menos que la serie misma dentro de los próximos episodios me diga que quien está mal soy yo, me parece que tenemos aquí otro caso de “la media literacy se fue de sabático, cariño”. A pesar de que la humanidad vive en un mundo donde TODO son matices grises y rara vez las cosas son o blancas o negras, la comunidad en línea se empeña en leer equivocadamente lo que se le presenta en su cara para demarcar su “ESTO ES ASÍ, PORQUE ESTÁ DE MODA EL TEMA Y CLARO QUE ES SOBRE ESTE TEMA QUE YO NO SUPE LEER BIEN, PERO CREO QUE SÍ LEÍ BIEN, Y YO ESTOY BIEN Y TÚ ESTÁS MAL”. Bueno, al menos la parte de esa comunidad que tiene la habilidad de gritar más fuerte. Aunque sean menos, se hacen notar más.
Fuera de esa situación del discourse que sucede en línea sobre esta serie mientras la gente normal sigue con su vida sin meterse a Twitter y siendo felices, ES OTRA COMEDIA ROMÁNTICA DE PREPARATORIA CON UN TWIST. Ya a estas alturas del consume de anime regular no sé si existen más isekais o comedias de estas. Y de todas formas me atraganto viendo regularmente series de estos géneros como si no supiera exactamente hacia dónde me va a llevar la historia. Tanto así que apenas llevamos un tercio de esta serie transmitido y ya me veo poniéndola en algún lugar del top 5. O del top 6. Depende cómo se porten los demás estrenos.
Lo interesante aquí, el twist, es que una chica se enamora del protagonista otokonoko pensando que es mujer, mientras que el mejor amigo del protagonista TAMBIÉN se enamora de él deseando que fuera mujer. Y se forma el triángulo amoroso, y todos súper amiguísimos, y una cátedra contundente de “la gente es bien rara siempre, pero cuando aceptas que todos son bien raros siempre, la vida es más sencilla para todos los involucrados”. El estilo de arte y diseño de personajes está OK. Sigue la línea de anime de los 2020s que ya a veces se traspapela entre todas las series haciendo que todos los personajes se vean iguales sin importar qué anime veas, pero al menos tienen la decencia de hacer énfasis en las versiones super deformadas de los personajes al momento de hacer chistes y darnos más variedad visual. La serie está enfocada en ser tierna tanto interna como externamente, es wholesome to the max, y, aunque no resalta por los diseños, se esfuerza mucho en hacer metáforas y explicar detalles del tema principal de “aceptar las diferencias” con pequeños elementos gráficos que funcionan de lujo y son fáciles de notar. Además, la verdad si está chistosa.
- Quality Assurance In Another World (CUATRO EPISODIOS)
Efectivamente. Como dice ahí en el título, esta es OTRO isekai más. Y a que no adivinan su setting. EFECTIVAMENTE. Un mundo de aventura medieval con tropos de juegos RPG. ¿CÓMO SUPIERON? Si es súper novedoso este concepto. No es como que se haya estado repitiendo este patrón desde 2012 o algo así.
Aunque, una vez asumida la situación de que nos están dando el mismo atole con el mismo dedo, solo que repintado para que no nos demos cuenta, esta serie sí se esfuerza en ser un poco menos predecible y genérica que su competencia. Para empezar, explícitamente nos hace saber que estamos en un juego. O sea, no es un mundo real en donde la gente vive así y mágicamente el prota tiene la capacidad de hackear la realidad con menús de inventario y magia como si fuera Final Fantasy IV. Aquí es explícito la idea de que es un video juego. Obviamente es de realidad virtual. Y, obviamente, los humanos están atrapados en el juego sin saber cómo salir de ahí. De nuevo, 2012 habló, dice que por favor ya no repitan tan descaradamente tropos de hace más de una década.
Lo que hace que Quality Assurance sea más rescatable es que el personaje principal
- No es un ente súper mega ultra poderoso con quien quieren acostarse todos los personajes femeninos en un instante
- Se trata de un individuo que tiene el trabajo de testear TODO el universo del juego para encontrar bugs y reportarlos ante los creadores del juego.
Ya. Con eso se separa de ser otro clon de Sword Art Online pero con algún diferenciador pitero para que creas que hay variedad de ideas en la industria del anime.
Fuera de la premisa, también puedo rescatar que el estilo de arte y el diseño de personajes son verdaderamente bonitos. Quien sea que esté detrás de esas decisiones se esforzó en hacer resaltar visualmente a esta serie de las demás. El lineart de la serie está hecho para que parezca hecho a mano con errores y variaciones de grosor, la paleta de colores no está tan chillante ni es el grisáseo cafesoso con azules fuertes que se usa normalmente en los isekais del montón; realmente se esfuerzan. En especial con el diseño de monstruos y creaturas. No se parecen a las creaturas que se compran en los asset packs de Steam para programar tu primer videojuego sin saber dibujar ni codificar. El hecho de que todo tenga un aire de influencia clara de The Legend of Zelda: Breath of the Wild es un plus gigantesco.
Y, además, la historia es relativamente novedosa. En vez de ser el misterio de “por qué no podemos salir del juego” u otra historia de juego de la muerte donde “si mueres en el juego mueres en la vida real”, la serie se quiere tomar en serio la existencia del mundo digital y sus NPCs. De hecho, se enfoca en pintar como entes desagradables a quienes abusan de los sistemas de juego para aparentar ser más fuertes y poderosos, convirtiéndose así en dictadores reales de un mundo de mentira. Es como una posición extraña para tomar en un anime de este tipo, sobre todo tomando en cuenta lo divertido que es modificar tus propias partidas e instalar la mayor cantidad de cheats posibles (siempre y cuando no sea un juego competitivo en línea), pero me intriga de qué manera van a convencer a la audiencia de que es malo jugar con entes creados por código.
*SUCEDE EL EPISODIO CUATRO*
¡Ah! ¡Ya entendí cómo!
*Se siente mal por instalar mods y matar a los NPCs cuando juega*
#4 Tiempos
“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer
Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.
Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.
Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.
Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.
A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.
No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.
Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.
Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.
Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.
En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.
En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.
La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.
Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.
Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).
Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.
El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.
Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.
Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.
México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.
Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”
Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.
Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.
Hasta la próxima. Jorge Saldaña.
También lee: La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.
La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.
Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus , sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.
Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas . En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.
Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.
Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.


Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.
Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:
También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
“Al atardecer de ese mismo día, Jesús les dijo: ‘Crucemos a la otra orilla’. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: ‘¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?’. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’. Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ‘¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” (Marcos 4, 35-41).
Todavía hoy, cuando pareciera que hemos alcanzado el dominio total de la naturaleza, viajar por mar –no digo sobrevolándolo en un avión, sino cruzándolo en un barco- es una experiencia sobrecogedora. ¡Qué indefensa viaja nuestra embarcación por los caminos del océanoi¡! Y si durante la noche se desata una tormenta, tanto peor: aun el barco más grande no parece sino una cáscara de nuez. En 1912, los tripulantes del trasatlántico más lujoso y sofisticado del planeta creyeron que el mar, gracias al ingenio humano, estaba ya domesticado; sin embargo, no fue así, y debieron pronto de rendirse a la evidencia: el Titanic se hundía, y ellos con él y en él…
El mar era y sigue siendo el símbolo de lo indomesticable, de lo ingobernable, de lo terrible. Para los antiguos, el mar estaba poblado de monstruos horribles cuyo solo nombre helaba la sangre. Nosotros sabemos, más o menos, lo que son las olas, pero para los antiguos éstas eran el efecto del movimiento de las criaturas marinas. Ahora bien, si tal era el pensamiento de los antiguos, ¿qué de raro tiene que, ante el huracán, los discípulos se pusiesen a gritar, poseídos del pánico más espontáneo y sincero?
El mar es siempre terrible, sí, pero Dios es más grande que el mar. Únicamente Él puede calmarlo porque es el Señor de los elementos del mundo: “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando le puse un límite con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’ ”? (Job 38, 8-11).
Al crearlo, Dios puso al hombre un límite: “Podrás comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, pues, si lo haces, perecerás sin remedio” (Génesis 2, 16-17); y, al crear el mar, también le impuso un límite: “¡Hasta aquí llegarás! ¡De aquí no podrás pasar!”. Por eso, cuando Jesús calme la tormenta y las aguas se aquieten al puro mando de su voz, los discípulos se preguntarán unos a otros, maravillados: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.
Ahora bien, si sólo Dios puede apaciguar el mar, entonces… Entonces los discípulos, por así decirlo, empezaron a sacar conclusiones…
“Un día, al atardecer… Así comienza el relato. Conviene tener presente, pues, que es ya de tarde, y que la oscuridad añadirá un punto de dramatismo a la escena que seguirá, ya dramática de por sí. Según éste, no es sólo que la barca fuese zarandeada por la tempestad: es que el agua se estaba metiendo ya por todas partes.
¿Y Jesús qué hace, mientras tanto? No hace nada. Él, a lo que parece, no se daba cuenta de lo que pasaba, pues “estaba dormido sobre un almohadón”. Los discípulos lo despertaron, y hay en su ruego una pizca de ironía, como si le dijeran: “Oye, Señor, esto va a pique. ¿Podrías hacernos el grandísimo favor de despertarte?”.
“Jesús se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Oligópistoi: así lo llama; con esta palabra griega los reconviene. Hombres asustadizos, apocados, temblorosos: gelatinas vivientes. Oligópistoi: hombres sin fe.
Los Padres de la Iglesia, hombres muy sagaces en la interpretación de la Escritura, vieron en esta tormenta una imagen de las agitaciones del corazón humano y compusieron bellísimos sermones en torno a este asunto. En una de sus Meditaciones (n. 37) dice así, por ejemplo, San Agustín (354-430):
“¡Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descaso. Tú has increpado al viento y al mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte a ti, mi único bien… Oh Dios mío, que mi alma, libre de pensamientos tumultuosos, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: ‘Ahora puedo dormir y descansar en paz’… Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dos mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, en ti y sea abrasada con tu fuego”.
Ya se trate, pues, de agitaciones interiores, ya de percances exteriores, lo importante es esto: que Jesús y nosotros viajamos en la misma barca, y que aunque nos esté permitido algunas veces gritar, no nos lo está, por ningún motivo, desesperar. Aunque parezca que duerme, Dios vela por los suyos; en consecuencia –como ha dicho alguien-, cuando uno está “embarcado” con Jesús no hay nada que temer.
“Jesús permanece cerca de los suyos y éstos pueden contar con su ayuda cercana a pesar de todas las apariencias en contra… Así pues, el peligro para los creyentes está en olvidarse de que están en camino y que Jesús les acompaña en el trayecto” (Joseph Imbach).
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