septiembre 6, 2025

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#4 Tiempos

El embrujo de la absenta | Julián de la Canal

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Pintura de: Pablo Picasso

Montado en bicicleta y pertrechado con su infaltable revólver al cinto, habitual semblante verde y guedejas revueltas, Alfred Jarry recorre callejones y pasadizos de París a principios del siglo XX. Cuatro años atrás, en 1896, había estrenado Ubú roi o Ubú rey. Considerada precursora del teatro del absurdo, combinaba avant la lettre elementos vanguardistas. La obra de teatro es una crítica excéntrica a la ambición del poder tiránico. Pero Jarry experimentaba una tiranía acaso más estricta que explica en ocasiones su bizarra impresión de la realidad y siempre su semblante verde: la absenta. No es descartable que sugestionado por la fée verte ideara la Patafísica, extravagante doctrina que subraya ante todo propiedades de los objetos asociadas con su virtualidad. Artemisa absinthium es el nombre latino del ajenjo. La bebida amarga de color verde se generaliza hacia 1860 en cabarets y cafés de Francia. La fascinación que causó algo debía al insólito preámbulo a la hora de injerirla adoptado casi de inmediato como rito: sobre el borde de una copa previamente servida con la sustancia se apoyaba una cuchara perforada sobre la que se depositaba un terrón de azúcar y se vertía agua fría que lo disolvía, combinando los ingredientes en una mezcla llamada louche.

A celeridad se convierte en asunto central del impresionismo tras irrumpir en el simbolismo a vehemente invitación de Baudelaire: “Il faut être toujours ivre. Tout est là: c’est l’unique question. Pour ne pas sentir l’horrible fardeau du Temps qui brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve”. Se suceden pinturas de Édouard Manet, Le Buveur d’absinthe (1859); Edgar Degas, L’Absinthe (1876); Jean François Raffaëlli, Les Buveurs d’absinthe, les désclassés (1881); Henri Toulouse-Lautrec, Portrait de Van Gogh (1887); Andre Devambez, Le Buveur d’absinthe (1903); Jean Béraud, Absinthe Drinkers (1908). Entre los trastornos asociados con el consumo, destaca esa hipertrofia que vuelve verde lo que se ofrece a la vista. Bebedor esporádico, Pablo Picasso innovó también la percepción a causa del ajenjo al colorear de azul como se aprecia en El bebedor de absenta (1902). La fée verte no solo expresa un periodo asociado con el decadentismo fin de siècle, sino que opera como factor que excita visiones y estados oníricos que de muchos modos se hacen presentes en el arte. Contribuyó a moldear el temperamento del simbolismo, impresionismo, modernismo, cubismo, surrealismo. Picasso exhibe en Vaso de absenta (1911) la transición entre el periodo rosa y la primera vanguardia: exponente del cubismo analítico, despliega minuciosa descomposición geométrica del recipiente. Más reconocibles son los objetos representados mediante la variante analítica como en Mesa de café con botella de Pernod (1912), en que se advierten los elementos de composición apegados al título de la pintura: la mesa y la etiqueta “Pernod Fils” adherida a la botella. Las diversas figuraciones del ajenjo cartografían con rigor las revoluciones estéticas entre simbolismo y vanguardia, entre 1840 y 1924. En la reciente historia de la cultura, pocos motivos tan elocuentes de cambiante sensibilidad como el hada verde.

Concentra onirismo e irracionalismo, delirio y locura, evasión y huida, pero también alteración de sentidos como mecanismo para acceder a otra realidad, a una realidad sobre esta realidad, a una supra-realidad. Adoptada de inicio como moda, la fée verte se sobrepuso pronto a lo efímero reuniendo elementos definitorios de la modernidad hasta convertirse en su emblema.

La absenta también ilustra las consecuencias de la adicción, tratadas profusamente por Joseph Roth en el relato póstumo La leyenda del santo bebedor (1939). Salpicada de elementos autobiográficos, la nouvelle narra las peripecias parisinas de Andreas Kartak, mendigo dipsómano, quien recibe doscientos francos de un hombre recién convertido al cristianismo, con el compromiso de regresar esa suma en ofrenda a la iglesia de Sainte-Marie de Batignolles el domingo siguiente antes de misa de 10 de la mañana. Incapaz de cumplir su palabra, regresa a la bebida a la menor oportunidad, a pesar de que en ocasiones de manera milagrosa consigue reunir el monto comprometido. Finalmente, malgasta el dinero, pero el misterioso personaje que ya lo había socorrido reaparece para entregarle otros doscientos francos bajo la misma condición. Andreas esta vez espera pacientemente al próximo domingo, se acerca a la iglesia convenida, pero muere antes de entregar la cantidad. Concluye la narración con este ruego: “Quiera Dios concedernos, a nosotros bebedores, una muerte tan ligera y tan bella”. Hay quien ha querido ver en esta obra enorme ironía burlona. Los más, sin embargo, subrayan tanto el combate entre la gracia divina y la flaqueza humana, como la enajenación a causa del alcoholismo. Esa “muerte tan ligera y bella” corresponde en exclusiva al momento de la muerte no al camino de pasión que desemboca en esa muerte, un recorrido jalonado de incontables caídas en mesas húmedas, apenas deslamadas, de tugurios y figones en torno a una cucharilla con cazoleta cariada, azúcar, botella de agua fría y vaso servido con absenta.

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#4 Tiempos

El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.

En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.

De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.

Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible

. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.

Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.

El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.

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#4 Tiempos

En nombre de la Iglesia, del IFSE y el espíritu santo | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de la paja en el ojo ajeno:

“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

¿Qué hace el vocero de la iglesia, Tomás Cruz Perales, dando sermones de transparencia, cuando su iglesia y el Vaticano es una de las instituciones, primero más ricas, menos transparentes y menos democráticas del planeta?

El Vaticano como Estado, en realidad es pobre, sería la última economía del mundo si se mide por su nivel de ingresos, que de acuerdo al propio Estado Vaticano solo provienen de la venta de medallas, artículos para turistas y entradas a museos.

Por otro lado, su territorio y población es muy pequeña, por lo tanto para el nivel de ingresos, divididos entre tan pocas personas, tienen un Ingreso per cápita, de los más altos del mundo (hay poco más de 600 habitantes)

Los puristas me dirán que el Vaticano y la iglesia no tienen por qué dar cuentas a nadie (solo a Dios) porque no recibe ”recursos públicos” (aunque sí recibe donaciones millonarias principalmente de EEUU, Francia e Italia y que a ciencia cierta no se sabe el destino que se les da a cantidades multimillonarias).

Es cierto que construye hospitales, albergues, y universidades por todo el mundo, pero los números, el balance de sus ingresos jamás ha sido conocido.

Datos duros, plasmados en la Biblia son muy pocos: si acaso las 30 monedas de plata que recibió judas, y el denario que pagaba el propietario de una viña a sus trabajadores en la parábola conocida así, la de “los obreros de la viña”.

(Seguramente hay otras referencias económicas en las escrituras, pero de ahí en fuera, la institución humana, y por lo tanto imperfecta, llamada iglesia, jamás en su historia ha dado cuentas a nadie de sus números, no obstante que es de todos conocido que tiene una cantidad de recursos tan alta que ya quisieran muchas naciones)

Pero a ver, preguntemos:… ¿No son recursos públicos los que recibe la iglesia católica?

Todas las dádivas y donaciones vienen de sus feligreses, que de manera voluntaria -eso sí- aportan. Sin olvidar todo lo que cobran de manera “no tan voluntaria”, como actas bautismales, bodas, misas, amonestaciones, licencias y muchos “etcéteras”.

En todo caso no son recursos públicos técnicamente hablando, pero sí “del público”.

Lo más importante: ya sea con alcancías a los pies de un santo, en la canasta de las limosnas, o en los sobres del diezmo, todos esos recursos son “ingresos propios” o auto generados por la institución creada

, a solicitud expresa, por San Pedro.

Si la iglesia es así de opaca en el manejo de los recursos de sus “seguidores públicos”, ¿por qué entonces no propone el vocero potosino, en un acto de humildad, de transparencia y de dar al César lo que le corresponde, que el IFSE audite cada alcancía, diezmo y limosnas?

¿Qué se tiene que estar metiendo Cruz Perales con las demás instituciones cuando la propia tiene mucho que explicar, y no solo en temas económicos?

Ya nada más falta que la iglesia potosina también ayude al SAT y promueva auditorías a sus fieles seguidores…

Total, “el que nada debe, nada teme” y bajo esa lógica deberían de poner el ejemplo, y dejar de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.

De otra forma se comportan como fariseos, tomando posturas de tumbas blanqueadas.

Mire, Culto Público, que el que esto escribe reconoce que “peco de persignado” y soy temeroso del poder de Dios, no obstante y aunque me excomulgue la iglesia no puedo dejar de decir la verdad. No mentirás es mi octavo mandamiento.

La UASLP y el IFSE tienen su liturgia y mandamientos mundanos, cívicos y sin ninguna relación celestial, por lo tanto no se meta, señor vocero, en temas que no le incumben. Amén.

En otros temas, con la misma curiosidad, tenacidad, geometría analítica espacial, ciencia, cálculo y matemática con que se midió la asistencia a la Fenapo, se debería poner en tela de juicio los números de los costos de las obras que anuncian los gobiernos.

Es el caso del municipio bebé de Villa de Pozos, que presumió gastar 4 millones de pesos en 3 aulas de 6×8 metros cuadrados…

Precios por metro que solo en las zonas más lujosas de SLP se tienen.

Las aulas “inclusivas” que presume Pozos, que se sepa o se vea, no tienen tecnología acústica de primer nivel, ni sistemas en braille, ni grúas para la movilidad de personas con discapacidad. Tiene tres rampas y dos ventiladores.

Fue en la primaria José Mariano Jiménez, en Pozos, donde Teresa Rivera presumió la entrega de tres aulas “didácticas e inclusivas” de 6×8 metros, con una inversión de 4 millones de pesos. La cuenta no falla: 1.3 millones por aula, o casi 28 mil pesos el metro cuadrado. Ni los departamentos de Lomas cuestan tanto. La presidenta concejal presume “materiales de alta calidad” y rampas para hacerlo inclusivo, pero a ese precio uno esperaría butacas con calefacción, pizarras inteligentes o conexión satelital. La obra era necesaria, sí y va a beneficiar a medio millar de niños, pero la matemática es más clara que el discurso: el sobre precio es evidente.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

José Rafael Campoy padre del pensamiento moderno mexicano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El desarrollo de la cultura superior en San Luis Potosí, en los primeros doscientos años de existencia de la ciudad, se daría en el ámbito de las letras, por lo mismo, aunque con desarrollos escasos, se enfocaría en las humanidades.

El escenario donde pudieron desarrollarse las artes, fue en el religioso, así, los primeros pasos en la educación de la población, procedió de este ámbito, siendo frailes los que desarrollarían esa actividad humanista.

Con la implementación de la Ratio Studiorum jesuita como plan general educativo contrarreformista, no es de extrañar que los primeros humanistas potosinos realizaran, además de su misión evangelizadora, principalmente actividades educativas. Figura entre los primeros frailes Diego de la Magdalena, que fue uno de los fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, y sobresalen la instauración de la escuela agustina estando al frente Diego de Basalenque, la llegada a San Luis de los jesuitas y la instalación de su colegio. La actividad humanista de creación artística en letras se comienza a dar hasta finales del siglo XVII, aunque hubo manifestaciones más tempranas cuando hace su presencia un personaje nacido ya en estas tierras potosinas.

Los padres de la compañía de Jesús llegaron en 1626 a San Luis y solicitaron encargarse de la enseñanza, que anteriormente estaba a cargo de los agustinos que durante doce años impartieron en el convento de San Agustín.

Uno de los jesuitas que radicaron en San Luis Potosí y que sería la figura más sobresaliente en la introducción del pensamiento moderno en la Nueva España y que liderara la formación de los jesuitas en este terreno, sería José Rafael Campoy.

José Rafael Campoy, jesuita que además de pronunciar oraciones fúnebres destacó principalmente en la introducción de pensamiento moderno y contribución a la filosofía mexicana con un movimiento reformista, teniendo influencia en pensadores jesuitas como Clavijero, Castro, Abad, Parreño, Landivar, Cavo, Maneiro, entre otros.

Fue catedrático del Colegio de los Jesuitas en San Luis Potosí donde también participó Abad, siendo uno de los jesuitas expulsos que llegaron a Italia donde murió en Bolonia en 1777

. Nació en Álamos, Sonora en 1723, ingresó a la Compañía de Jesús en 1741, donde fue maestro de humanidades y filosofía en varios de sus colegios. En las honras solemnes a la memoria del rey Felipe V de España pronunció en la Iglesia Parroquial de San Luis una oración fúnebre.

Una de las cátedras que fueron importantes en el colegio jesuita de San Luis Potosí sería la gramática latina, este curso se cubría en cinco años y una buena cantidad de jóvenes potosinos pasaron por este curso.

Rafael Campoy, atendió este curso de gramática durante los años de 1746 a 1748; los temas de teología y filosofía si bien no se impartieron regularmente en San Luis Potosí, sus discusiones entre los profesores jesuitas e interesados en estos temas, serían influenciados por Campoy, como sería el caso de José Abad que se encargaría de cursos de filosofía en varios colegios jesuitas y que estuviera como profesor en San Luis Potosí.

El nombre de José Rafael Campoy como introductor del pensamiento moderno en el esquema de estudio jesuita es recurrente y las figuras de jesuitas que han destacado en la historia del pensamiento mexicano, y sus valiosas contribuciones en el exilio se fincan en la labor de José Rafael Campoy.

Campoy se convierte en una de las figuras que contribuyeron al progreso educativo de los jóvenes potosinos en el seno del Colegio jesuita en San Luis Potosí.

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Opinión

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