marzo 12, 2025

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#4 Tiempos

Cuando hay Hoyos En Las Cercas | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

¡Ah, caray! Resulta que alguien decidió hacer una película basada en mis compañeros de clase en la secundaria. Sí, así mismito como eran: clasismo a más no poder, desplantes violentos para recordarle a la gente que el dinero es poder y, como debe de ser, cero consecuencias. De verdad, ver esta cinta fue como un flashback a mis principios de los 2000s. Porque claro, aquí en México la impunidad no solo es una tradición nacional, sino una especie de deporte. Si creen que lo que pasa en esta película es ficción o irreal pues, no sé, o vivimos en dos realidades distintas o mi adolescencia fue aún más cutre de lo que pensaba.

Desconozco cuál haya sido la experiencia de otros seres humanos viendo El Hoyo En La Cerca, porque de acuerdo a Letterboxd la recepción de la cinta es mixta, pero para mí personalmente fue facilísimo meterme en la narrativa. La película va de un retiro espiritual orquestado por una escuela privada religiosa mexicana, y de cómo sus adultos a cargo utilizan tácticas de manipulación y guerra para promover dentro de ellos una visión fundamentalista y de extrema derecha en ellos, permeando el status quo pedorro de México. O sea, va de cómo las autoridades te convierten en un ser deleznable para su beneficio.

Y, a ver, yo crecí rodeado de estos monstruos humanos: los mismos niños fresa que te hacían sentir que tu existencia era un inconveniente para su “educación de calidad” y que se burlaban de cualquiera cuyo Pantone de piel fuera un poquito distinto al consabido 100C. Como si eso no fuera suficiente, también me chuté retiros escolares que, honestamente, no estaban tan lejos de lo que se muestra en pantalla. Solo que, claro, con menos violencia explícita… pero no porque mis compañeros no quisieran o supieran que era mala. Era más porque los profesores que organizaban esos eventos todavía tenían un poquito de alma y no eran absoluto tan sociópatas como los de la película.

Desde el primer minuto, El Hoyo En La Cerca hace un trabajo excelente en sumergirte en su ambiente. El lugar donde pasa todo parece salido de una revista de “lugares aspiracionales”. Todo se ve tan alejado de cualquier realidad mexicana promedio que hasta te sientes un poquito incómodo, como cuando entras a una tienda donde sabes que no puedes pagar nada. Y esa es justo la idea: te ponen en un contexto donde la opulencia y el clasismo son el aire que todos respiran. Todo esto se refuerza con el diálogo de los personajes, que constantemente desprecian a cualquier cosa que no se alinee con su mundo de privilegios. Es tan real que duele, como si la película te diera un zape y te dijera: “Sí, así son”.

El soundtrack, por cierto, también hace su parte. Esa música inquietante que parece diseñada para que te pongas nervioso funciona de maravilla. Luego están las tomas llenas de “naturaleza” que, más que bonita, se siente falsa, casi artificial, como un disfraz caro para ocultar lo podrido que está todo debajo. La combinación de estos elementos te mantiene al filo del asiento, aunque sea porque estás esperando que pase algo peor.

Y, pasa. O sea, si pasan cosas feas. Reprobables. Pero… no llega a los extremos que se te predispuso a imaginar.

Esta atmósfera tan lograda es también lo que termina decepcionándote un poquito. Mira, te preparan para un desastre épico, algo nivel todo lo que pasa al final de Midsommar. Te venden la idea de que estás a punto de ver actos inhumanos tan extremos que saldrías del cine necesitando terapia. Pero luego, cuando finalmente llega el clímax, lo que pasa es más como una nota roja del periódico. Sí, es terrible, pero es de ese tipo de atrocidades que ves mientras desayunas unos chilaquiles y piensas: “Ah, México mágico”. Y eso me hizo darme cuenta de lo anestesiados que estamos. O sea, ¿en qué momento lo absurdo dejó de sorprendernos?

Dicho eso, no se puede negar que lo que muestra la película es bastante realista. De hecho, no me sorprendería que algo así esté pasando en este momento en algún rincón del país. Y como siempre, nadie movería un dedo, porque aquí las élites tienen carta blanca para hacer y deshacer a su gusto. Si algo sabe retratar esta película, es justo eso: el vacío absoluto de justicia.

Claro, no es una película perfecta. Tiene sus fallos. Por ejemplo, cuando los niños improvisan sus diálogos, se siente súper natural, como si estuvieras escuchando a unos adolescentes culeros cualquiera. Pero luego, hay líneas claramente escritas en el guion que… bueno, digamos que no ganarían un premio a la originalidad. No llegan al nivel de una telenovela de TV Azteca, pero no están tan lejos tampoco. Es un poco chocante porque te saca del momento, como cuando alguien interrumpe una buena peda para ponerte a escuchar su playlist de reguetón cristiano.

Lo que más me perturbó, sin embargo, fue lo familiar que se me hicieron los personajes. Fácilmente podría haberles puesto los nombres de mis excompañeros de clase [acotación obligatoria antidifamación: obvio no todos, pero sí los suficientes] y la historia se habría desarrollado exactamente igual. ¿Y saben qué? Eso es lo más aterrador de toda esta experiencia. No es que “podría pasar”. Es que ya pasa. Todo el tiempo. Y seguimos como si nada.

Hay gente que odió esta película, que cree que está más telenovelizada que un mal episodio de Central De Abastos. Hay gente que cree que no cuaja el mensaje, o que es tan o más pretenciosa que las películas de Nicolás Pereda. Claramente a mí me encantó. Creo que depende enteramente del contexto en el que hayan vivido a lo largo de sus vidas. En lo único que podemos estar de acuerdo es que, buena o no, al menos la película sí entiende lo que es hablar del clasismo en México sin verse en la penosa necesidad de defender a los whitexican para explicar por qué son necesarios en nuestra vida y deberíamos rendirles pleitesía.

[Inserte aquí uno o dos párrafos donde nos burlamos de Michel Franco y su Nuevo Orden por ser un pretencioso insoportable que solo puede soñar con crear algo tan contundente como esto. Aunque, siendo honestos, probablemente terminaría del lado de los niños y les diría a los espectadores que deberíamos actuar como ellos para evitar que las clases bajas ataquen a los “decentes blancos” antes de que sea ilegal matarlos por ser pobres o una mamada así.]

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#4 Tiempos

Hace 70 años se gestaba la Facultad de Ciencias de la UASLP | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

La Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí cumplió, el pasado 5 de marzo, 69 años de haber sido fundada. Con ello se abría por primera vez en provincia una facultad orientada a la formación de investigadores científicos y con ello daba inicio la actividad de investigación en la propia Universidad Autónoma de San Luis Potosí; su apertura fue orientada a la física, convirtiéndose la carrera de física en la tercera carrera creada en el país, después de la UNAM y de la Universidad Autónoma de Puebla, pero la primera carrera de física en provincia que formaba físicos que se dedicaran a la investigación científica. Su gestación se desarrollaba hace setenta años.

Los antecedentes inmediatos previos a la fundación de la Facultad de Ciencias no han sido tratados en plenitud. Existen acontecimientos y actividades, un tanto olvidados, que fueron hilvanando la creación del Departamento de Física, del inicio de la carrera de física y de la maestría en física, lo que derivó años después en la Facultad de Ciencias y del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En la actualidad la Universidad Autónoma de San Luis Potosí es una de las instituciones de educación superior más importantes del país y una de las mejor posicionadas en cuanto a la investigación científica. Estas bases académicas se plantearon en la década de los cincuenta con el proyecto de creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias y, que luego de un desarrollo irregular logró consolidarse al finalizar el siglo XX y en los albores de este siglo XXI. La raíz de la investigación científica en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se configuró en el proyecto inicial de crear una Facultad de Humanidades y Ciencias, con la estructura de departamentos en varias áreas del conocimiento donde pudiera realizarse investigación y difundirse la cultura superior; entre los departamentos que comenzaron a configurarse se encontraban el de filosofía, antropología, historia, arqueología, letras, biología y física, con la presencia de un par de institutos orientados a la investigación, el Instituto del Desierto, que luego se convertiría en Instituto de Investigación en Zonas Desérticas, y el Instituto de Física, que comenzaron a funcionar, en la práctica, en 1955.

La creación del Departamento de Física, a finales de 1955 y, que iniciara actividades docentes el 5 de marzo de 1956, inauguraba las actividades de investigación y de estudios de posgrado y daría vida a la entonces Escuela de Física, hoy Facultad de Ciencias y del Instituto de Física; los protagonistas de esta aventura, además de Gustavo del Castillo y Gama y Candelario Pérez Rosales serían los miembros de la Academia Potosina de Ciencias y Artes, con el empuje de Ramón Alcorta Guerrero y, principalmente el Dr. Manuel Nava Martínez que tuvo la visión de sentar las bases de la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí cuyo desarrollo se vio un tanto interrumpido con su prematura muerte.

Los acontecimientos mencionados son registrados en el libro “Orígenes de la Facultad de Ciencias de la UASLP”, de los autores Luis Guillermo Martínez Gutiérrez y Dr. Flash, donde abordamos esos aspectos no tratados hasta el momento sobre los antecedentes inmediatos de la creación de la Facultad de Ciencias, completando de esta forma esa historia de nuestras instituciones. Libro que conmemora los setenta años de la gestación de la Facultad de Ciencias.

Como un homenaje a los personajes que a lo largo de setenta años han construido esta importante institución, hemos escrito un libro que recoge aspectos desconocidos sobre los orígenes de la Facultad de Ciencias. El libro puede conseguirse directamente con el autor a la dirección de correo: [email protected], y tiene un costo de doscientos pesos.

El libro está dedicado a la memoria del Dr. Manuel Nava Martínez, uno de los artífices de la creación de la Facultad de Ciencias e impulsor del inicio de la investigación científica en la UASLP, con su intenso programa académico que instauró en la UASLP en la década de los cincuenta. Manuel Nava Martínez humanista impulsor de la autonomía universitaria.

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#4 Tiempos

#8M | ¿Y tú… por qué marchas? | Columna de Ana G. Silva

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CORREDOR HUMANITARIO

 

La marcha del 8 de marzo es mucho más que una manifestación pública; es un reflejo de las realidades más profundas y dolorosas que viven muchas mujeres. Lo que comenzó como una lucha por los derechos de género se ha convertido en un espacio donde se alzan las voces de aquellas que no tienen más forma de ser escuchadas.

Desde el año anterior, me he dado a la tarea de realizar breves entrevistas a aquellas que asisten a estas marchas en San Luis Potosí, un testimonio breve… les pregunto: ¿Por qué marchan?

El testimonio que me dejó paralizada fue el de una joven que me respondió: “porque era una niña”. Vemos cómo la violencia y la vulnerabilidad atraviesan la vida de muchas desde edades tempranas. Esta respuesta, aparentemente simple, encapsula un dolor tan profundo que se transmite más allá de las palabras.


Cada historia compartida durante la marcha es un testimonio de resistencia, un recordatorio de lo que muchas han tenido que soportar y siguen soportando.

Otro fue el caso de Katia, quien sufrió una mutilación del labio inferior y aún vive con el miedo de que su agresor no reciba el castigo que merece, muestra lo insuficiente que es la justicia en muchos casos. A pesar de las heridas visibles, las cicatrices invisibles del miedo y la angustia son las que realmente persisten.

Es doloroso ver cómo, incluso cuando se reconstruye lo físico, el sistema parece no reconocer la magnitud del daño emocional y psicológico que estas mujeres enfrentan.


Lo más inquietante de todo esto es que las marchas del 8M no son solo un reflejo de la lucha actual, sino una forma de recordar a todas las mujeres que, como la joven que marchaba en memoria de su niñez, o como Katia, siguen luchando por su derecho a vivir sin miedo. Vivir en un mundo donde no se les vea como cifras, donde no se les minimice o se les reste valor por su sufrimiento.

Estas marchas son el grito de todas las mujeres que no quieren que otra más sea víctima de violencia.

Reflexionar sobre estos testimonios y las experiencias de las mujeres que marcharon nos obliga a mirar más allá de lo superficial, ya que las pintas y quemas en los edificios del Centro Histórico son solo la manifestación visible de una lucha mucho más profunda: una lucha por la seguridad, la justicia y el respeto.

La marcha del 8 de marzo también es un homenaje a las vidas de mujeres como Karla Pontigo, Odalys Hipolito, Lupita Viramontes y Fernanda Morán, que fueron víctimas de feminicidio, sus familias siguen luchando en su nombre, marchando para que su memoria no sea olvidada y para que su muerte no quede impune, y no se trata solo de pedir justicia para ellas, sino de exigir que se frenen más feminicidios.

 

Sororidad a las compañeras reporteras

Es importante subrayar que, aunque la marcha del 8M es un espacio de protesta, debe mantenerse el respeto mutuo entre todos los participantes, incluidos los periodistas que cumplen con la labor de informar.

Repruebo completamente los ataques sufridos a las compañeras reporteras en San Luis Potosí. Estos actos de violencia son inaceptables y no tienen cabida en una lucha que debería unirnos en la búsqueda de la justicia, la igualdad y la dignidad para todas las mujeres.

Los periodistas tienen la libertad de cubrir lo que deseen en un evento público. Al final, su labor es documentar, es dar cuenta de lo que sucede, y lo hacen para que la sociedad pueda conocer todas las dimensiones de una lucha que involucra diversas formas de manifestarse.

El trabajo de los medios de comunicación es esencial para visibilizar las problemáticas que enfrentan las mujeres, y esto no debe ser entendido como un acto de oposición, sino como un apoyo a la causa.

 

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#4 Tiempos

59 municipios | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO 

 

Hoy, San Luis estrenará su nueva camiseta, una que, por cierto, es gris, como su temporada. Pero más allá de los pésimos resultados que ha tenido el equipo, y que probablemente vuelva a tener esta noche, vale la pena mencionar el tributo que San Luis le hace a su tierra al incluir un jersey conmemorativo con los 59 municipios del estado.

Hoy, recordemos algunos de los futbolistas que han nacido en esta tierra.

 

Antonio Carrizales

Nacido el 3 de junio de 1949 en el barrio de Tlaxcala, Carrizales fue un ícono del fútbol potosino. Inició su carrera en el Santos de San Luis y logró ascender con el equipo hasta la Primera División. Anotó 24 goles como profesional y, tras su retiro, se dedicó a la dirección técnica, contribuyendo al desarrollo del fútbol en la región.

 

Nery Castillo

Aunque su carrera profesional se desarrolló principalmente en el extranjero, Nery Castillo nació en San Luis Potosí en 1984, mientras su padre, de origen uruguayo, jugaba en el Atlético Potosino. Castillo destacó en el Olympiacos de Grecia y eligió representar a la selección mexicana, debutando en 2007 en el Estadio Alfonso Lastras.

 

Eugenio Pizzuto

Este joven talento potosino ha llamado la atención en el fútbol europeo. Pizzuto debutó profesionalmente en el Lille OSC de la Ligue 1 francesa y ha sido internacional con la selección mexicana sub-17, demostrando su potencial en el mediocampo.

 

David Rangel

Originario de Soledad de Graciano Sánchez, nacido el 12 de noviembre de 1969, Rangel se desempeñó como mediocampista defensivo. Militó en clubes como Atlético Potosino, Cruz Azul y Toluca, donde fue capitán y obtuvo cuatro títulos de liga. También representó a la selección nacional en diversas competencias.

 

Omar Govea

Nacido en San Luis Potosí, Govea ha desarrollado su carrera en Europa, jugando como mediocampista en equipos de la Primera División de Bélgica, como el S.V. Zulte Waregem. Su formación y talento lo han llevado a destacar en el fútbol internacional.

 

Hugo González Durán

Este guardameta potosino ha militado en clubes de la Primera División de México, incluyendo el Club de Fútbol Monterrey y el América. Su desempeño bajo los tres palos lo ha consolidado como uno de los porteros destacados del país.

 

Fausto Ruiz

Delantero originario de San Luis Potosí, Ruiz inició su carrera en Petroleros de Salamanca y tuvo experiencias en equipos como Atlante UTN, San Luis y Dorados de Sinaloa. También jugó en el extranjero con Deportes Puerto Montt de Chile.

 

Jorge Daniel Hernández

Este mediocampista de contención, nacido en San Luis Potosí, ha jugado en equipos de la Primera División de México, destacando su paso por el Club de Fútbol Pachuca.

 

Gerardo Silva

Originario de Ciudad Valles, Silva inició su carrera en el Atlético Potosino y posteriormente jugó en equipos como Santos Laguna, Guadalajara, América, Tampico-Madero y Puebla

. Es reconocido por ser el único potosino en haber militado tanto en Chivas como en América.

 

Ramón Juárez

Originario de Rioverde, San Luis Potosí, nacido el 9 de mayo de 2001, Ramón es un defensa central que debutó con el Club América en 2019. Ha tenido pasos por clubes como Puebla y Atlético de San Luis. En su trayectoria con América, ha logrado títulos de liga y campeonatos nacionales.

 

Luca Martínez Dupuy

Nacido el 5 de junio de 2001 en San Luis Potosí, Luca es un delantero con doble nacionalidad mexicana y argentina. Actualmente, milita en Godoy Cruz de la Primera División de Argentina, con contrato hasta diciembre de 2027. Su carrera profesional inició en Rosario Central, donde destacó por su habilidad goleadora.

 

Diego Pineda

Nacido el 8 de abril de 1995 en San Luis Potosí, Diego es un delantero centro que ha jugado en diversos equipos de la Liga de Expansión MX. En julio de 2023, dio el salto al fútbol europeo al unirse al Dundee FC de la Scottish Premiership, donde debutó y anotó en la Copa de la Liga de Escocia.

 

Carlos Muñoz

Nacido en 1959, debutó en 1979 con el Atlético Potosino, para después dar el salto a una brillante carrera con los Tigres, donde jugó más de 300 partidos. Jugó con México en el Mundial de 1986 y es considerado uno de los mejores mediocampistas en la historia del fútbol mexicano. Me atrevo a decir que es el mejor futbolista nacido en San Luis Potosí.

 

Esta es solo una pequeña muestra de futbolistas nacidos en San Luis Potosí, jugadores que han estado en Primera División y que, sin duda, han levantado la mano para recordar que son potosinos.
Evidentemente faltan muchos y vendrán más, pero hoy vale la pena hacer un poco de memoria al voltear a ver ese jersey, ese que nos recuerda que San Luis Potosí es mucho más que una ciudad: somos 59 municipios representados en un equipo de fútbol.

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