diciembre 12, 2025

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¿Cómo entender la derrota de Xavier Nava? Analistas nos lo cuentan

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“Nadie había acumulado tanto odio en el PAN como Xavier Nava y aún así trató de ser su candidato”, Oswaldo Ríos.

“No veo a Nava levantándole la mano a Octavio Pedroza”: Israel LM Elizondo.

Por: Ana G Silva

Luego de que se diera a conocer que Octavio Pedroza fue el ganador de la elección interna del PAN para la candidatura a la gubernatura de San Luis Potosí, los analistas políticos Oswaldo Ríos e Israel LM Elizondo mencionaron que este resultado era el esperado y desgranaron para La Orquesta lo que viene ahora para el PAN y los, hasta ayer, precandidatos.

Me parece que es un resultado contundente, visto el desarrollo del proceso no hubo mayores incidentes que se hubieran denunciado y creo que a lo largo del proceso, Xavier Nava nunca acreditó ni formalizó ningún señalamiento más allá de lo mediático”, indicó Oswaldo Ríos; mientras que Israel Elizondo destacó que: “Es una confirmación a la campaña interna de Octavio, pues desde el debate se había visto muy cercano a la militancia y a la estructura de la dirigencia, en su momento le habían dado su respaldo Meraz, Villarreal y Xavier Azuara, se confirma lo que se venía viendo como una tendencia a favor de Octavio Pedroza y que de alguna forma a Xavier no le alcanzó como externo para convencer a los panistas”.

Ríos dijo que en cuanto a Octavio Pedroza reciba la constancia de candidato a gobernador del PAN se convertirá en un líder político nuevo, quien ordenará muchas cosas en el PAN.

Oswaldo agregó que el resultado se esperaba, sobre todo al ver la cantidad de apoyos que logró aglutinar dentro de sí Octavio Pedroza y también por la cantidad de enemigos que logró construir Xavier Nava en el PAN los últimos tres años: “Yo no recuerdo nadie que hubiera acumulado tanto odio y enemigos en tan poco tiempo, y que al mismo tiempo intentara ser candidato de ese partido con el que estaba tan enemistado. Esto es un golpe a la soberbia de quien pensó que podía imponer a un partido político al que en el fondo desprecia profundamente, hoy los panistas le dieron una lección de humildad a Xavier”.

Ambos analistas mencionaron que no dudan que Marco Gama termine sumándose al proyecto del candidato del PAN, pues siempre mantuvo su discurso de unidad partidista, además podría negociar algún puesto; sin embargo, no vislumbran un escenario donde Nava Palacios termine por continuar en el partido.

Elizondo destacó que no ve un escenario donde Nava esté levantado la mano de Pedroza: “Hay ciertas cositas que te dicen que no acabaron muy bien, una de ellas es que al final del debate los simpatizantes, que parecían porros universitarios, estaban gritándose”.

El analista político dijo que de aceptar esta derrota y se sumara a Octavio sería un acto que hablaría bien de él, pues demostraría que no solo estaba buscando la candidatura: “porque cada que se le cierra la puerta brinca a otro lado, si vuelve a hacer su berrinche hablaría de lo que ha denotado del 2015 para acá: oportunismo y cero disciplina. Si rompe esto otra vez incumpliría en su palabra como ha sido su patrón de conducta”.

Por su parte, Oswaldo Ríos señaló que duda de que Nava tenga la madurez política para aceptar su derrota ante Octavio Pedroza por dos razones: “primero porque su historia personal es la de la traición, cada que no obtiene lo que quiere el rompe y destruye a quienes alguna vez le han tendido la mano, en este caso el PAN; y la segunda razón es porque hizo circular un boletín donde se declaraba ganador a sabiendas de que los números no le favorecen, entonces intenta dar un golpe de efecto mediático

, hablamos de una diferencia de casi 10 puntos, de forma que no hay lugar al error y miente para hacer turbio el clima político”.

Israel Elizondo reiteró que en las candidaturas será clave el actuar de Xavier Nava pues él podría hacer más fuerte la coalición para que sea más competitiva o romperla y por tanto esto generaría una división de votos:

Si Nava no acepta la derrota y rompe la coalición va a fragmentar todo el proyecto porque estás hablando de los dos perfiles más competitivos por el mismo voto que se dividiría en dos y el que se fortalece es el proyecto de Gallardo y Morena” subrayó Elizondo; mientras que Ríos dijo que “es peligroso porque la unidad es clave y sin unidad el PAN difícilmente podrá obtener una victoria en las elecciones”.

Elizondo destacó que para que Nava se quede en Acción Nacional lo normal sería ofrecerle puestos en gabinete, pero en un gobierno en coalición también se lo tienen que ofrecer al PRI, PRD y Conciencia Popular: “Entonces el pastel se hace cada vez más chiquito cuando son gobiernos de coalición, yo apostaria que Xavier puede reelegirse porque todavía podría tener el proyecto en la capital sin un cuadro que lo enfrente bastante, por otro lado ¿dejarían al PRI sin nada? Porque en cualquier medición Pedroza le va a ganar a los candidatos del PRI si sigue la unidad, pero si le dejan la local al PRI y no se la das a Nava donde queda la operación cicatriz”.

Ríos indicó que en otro escenario es que Nava Palacios podría quedarse sin nada: “Yo lo que diría es que debería calcular sus ataques temerarios porque está en juego la posibilidad de ser candidato a la reelección, entonces si él rompe con el partido en sus afanes de dañar a Octavio al final se acabará por dar un disparo en el pie, el podría perder todo”.

El analista señaló que Octavio Pedroza “está emplazado a tener una actitud humilde y generosa y confío que como es un político con mucha experiencia de más de 30 años, debe tener claro que le toca a él buscar los puentes de plata, tender los puentes de plata con Xavier y Marco para construir la unidad para su candidatura, o sea la obligación moral de construir la unidad, pero también los que pierden tienen la responsabilidad de atender el llamado y no buscar este viejo refrán de ‘si no soy yo no es nadie’ si es así limitaría la oportunidad de ganar del PAN”.

Finalmente, Israel Elizondo dijo que aplaude el proceso democrático, porque no es el clásico dedazo o las encuestas que nadie conoce, entonces eso habla bien del PAN, pues fortalece a su democracia y a su vida orgánica.

También lee: Octavio Pedroza invita a Nava y Gama a sumarse a su proyecto de campaña

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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.

Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.

En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)

La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.

Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.

Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:

“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”

(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).

Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.

Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.

Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…

Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.

Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.

No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.

Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.

Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.

Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.

Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.

Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.

Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.

Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.

Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.

Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.

Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.

Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.

A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.

Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.

Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.

El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:

—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.

Flor del Campo. Claro.

No era un nombre. Era una respuesta.

Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.

Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.

Jorge Saldaña.

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#Crónica | Tres cobertores y una promesa: relato de un camino guadalupano

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Francisco avanzó de rodillas con ayuda de cobertores rumbo al Santuario, mientras cientos de historias pasaban a su lado

Por: Ana G Silva

A las 9:17 de la noche, la Calzada de Guadalupe respira una solemnidad que solo se siente en diciembre. El día 12 todavía no llega, pero desde horas antes la fe ya comienza a mover cuerpos, a sostener promesas, a encender velas que iluminan el camino como pequeñas estrellas terrenales.

Frente al reloj junto al Mercado Tangamanga, Francisco se coloca sobre sus rodillas. No hay ceremonia, no hay discursos; solo el silencio íntimo de dos hombres —él y su primo, Alex— que saben que el camino será duro, pero necesario. A unos pasos, su familia organiza los tres cobertores envueltos con cinta, improvisación que la experiencia ha enseñado para que el pavimento, frío y áspero, no hiera más de lo inevitable.

Inician.

Las luces del reloj en este emblemático corredor peatonal quedan atrás; la Caja del Agua se acerca. Los cobertores se colocan, se levantan, vuelven a colocarse. Dos familiares avanzan unos pasos, extienden el siguiente tramo de tela para que Francisco y Alex puedan seguir. Se turnan sin decir palabra.

La Calzada esta noche no es un tránsito: es una procesión viva. Y aunque hay momentos en que otras personas rebasan a Francisco, también hay instantes en que él y su primo pasan frente a peregrinos que han pausado a recobrar fuerzas. Pero nadie compite. Aquí, cada quien camina —o avanza de rodillas— al paso de su promesa.

A los lados, un río de historias avanza en silencio y oración.

Hay quienes caminan sosteniendo un rosario, murmurando avemarías que se pierden entre las luces navideñas. Muchos peregrinan de rodillas: algunos con rodilleras; otros sin nada que amortigüe el dolor; algunos acompañados solo por una persona que les ofrece agua o un hombro; y otros rodeados por familias enteras que avanzan como escudos humanos para protegerlos del tumulto.

Entre los miles de cuerpos alineados hacia el Santuario, aparece un hombre que llama la atención: camina de rodillas con la espalda descubierta, y en ella luce un gran tatuaje de la Virgen que brilla con el sudor y el reflejo de las luces. A su lado, un amigo lo acompaña de cerca, moviendo un cobertor, ayudándolo a incorporarse cada ciertos metros, dándole palabras de aliento mientras ambos escuchan, desde un aparato portátil, canciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe. Sus rostros muestran cansancio y devoción en partes iguales.

En distintos puntos se encuentran elementos de Protección Civil, la Cruz Roja, voluntariado de la iglesia, Policía Municipal y Guardia Civil Estatal. Se detienen junto a quienes necesitan descansar; cargan botellas de agua; preguntan por mareos y dolores; algunos alumbran el camino con linternas mientras otros ofrecen palabras de calma. Son pr esencia discreta pero esencial, un recordatorio de que la fe es un acto personal, pero el camino siempre es acompañado.

Y aunque a esa hora el flujo de peregrinos es constante, conforme la noche avanza hacia las 12:00 de la madrugada, la Calzada comienza a llenarse aún más. Cada vez llegan más personas —familias completas, parejas, jóvenes, adultos mayores— todos atraídos por la misma intención: ir al encuentro de la Virgen.

En el trayecto, Francisco sigue avanzando, lento pero firme. Sus familiares continúan el ritual de los cobertores: uno se coloca bajo sus rodillas, otro se prepara metros adelante, un tercero queda listo para el siguiente turno. El tiempo se convierte en una mezcla extraña: a ratos parece detenerse en el peso del dolor y la concentración; a ratos parece correr, empujado por la multitud que pasa, que susurra, que reza.

En ese mar de historias, ocurre una escena que queda grabada:

Una mujer, también de rodillas, comienza a llorar del dolor. Faltan apenas unos 250 metros para llegar al Santuario. Sus familiares intentan darle ánimo, pero sus piernas ya no responden. Paramédicos de la Cruz Roja se acercan de inmediato; revisan su respiración, valoran si puede continuar. Desde la distancia, Francisco alcanza a ver el movimiento, los gestos de preocupación. Por respeto, no se sabe si la mujer pudo seguir o no. Pero la imagen queda como un recordatorio del límite humano… y de la inmensidad de la fe que empuja incluso cuando el cuerpo falla.

Finalmente, después de una hora y cuarenta minutos, Francisco y su primo llegan al Santuario.

Ahí, la imagen cambia por completo: frente al templo no hay silencio, sino un océano de personas que ya aguardan su turno para entrar, para agradecer, para ofrecer un ramo, una veladora, una intención. Algunos llegan caminando, otros llorando, otros con las rodillas marcadas por el trayecto. Pero todos llegan.

Porque aunque cada uno trae su propia historia —un milagro pedido, una promesa, un agradecimiento, un duelo, un deseo de consuelo—, lo que los une es ese movimiento colectivo, esa peregrinación que no se mide en kilómetros, sino en fe.

Y así, en la víspera del 12 de diciembre, la Calzada de Guadalupe vuelve a demostrar que el camino a la Virgen nunca se recorre solo. Se avanza con la familia, con desconocidos que ayudan, con cuerpos cansados que dan ejemplo, con autoridades y voluntarios que cuidan, con música que consuela… y con la certeza de que al final, la fe siempre encuentra su destino.

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Reforma educativa abre paso para que 30 docentes regresen a aula en SLP

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La medida deriva de una reciente reforma legislativa que busca proteger a quienes enfrentan acusaciones sin fundamento

Por: Redacción

La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE) estima la reincorporación de 30 docentes que habían sido separados temporalmente de sus funciones tras enfrentar diversas denuncias. Según varios medios de comunicación, esta medida deriva de la reciente aprobación de una reforma legislativa diseñada para salvaguardar al personal docente.

El titular de la SEGE, Juan Carlos Torres Cedillo, explicó que el objetivo de esta nueva legislación es defender a las y los catedráticos que son señalados sin fundamento por parte de padres de familia o tutores. Si bien los 30 docentes aún no han sido exonerados de manera definitiva, su reincorporación es un paso que se prevé gracias al nuevo marco legal.

El funcionario estatal detalló que cuando existe una acusación contra un maestro, ya sea ante la SEGE o la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), se procede a su separación parcial de la impartición de clases. Torres Cedillo reconoció que este proceso administrativo provoca una carencia de maestros

frente a grupo, lo que a su vez genera afectaciones directas a los escolares, quienes pierden continuidad en sus clases.

La reforma legislativa, de acuerdo con las declaraciones del titular de la SEGE, busca mitigar estas afectaciones al proporcionar un mecanismo legal que defiende a los docentes de acusaciones infundadas, permitiendo que la mayoría regrese a sus aulas para continuar con su labor educativa.

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