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Cabo Tuna: el proyecto potosino que se adelantó a la NASA
En 1957, los científicos potosinos soñaron con conquistar el espacio, pero la burocracia institucional frenó la vanguardia que pudo llegar a México a los cuernos de la investigación aeroespacial
Por: Sebastián Escorza
Imágenes tomadas del archivo de la UASLP.
San Luis Potosí fue el primer lugar en México donde se lanzó con éxito un cohete con fines de investigación científica. El acontecimiento tuvo lugar el 28 de diciembre de 1957 y marcó el prestigio de uno de los proyectos más intrépidos en la historia del estado, que tristemente ha quedado en el olvido: Cabo Tuna. Es importante mencionar que esta iniciativa potosina es anterior a la fundación de la NASA (1958) y contemporánea al lanzamiento del Sputnik 1 (4 de octubre de 1957).
Cabo Tuna fue un proyecto de diseño, construcción y lanzamiento de cohetes, que se originó en el Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), el cual se había creado un año antes. Estos experimentos tuvieron como sede los linderos de la carretera a Matehuala, aproximadamente a 14 kilómetros de la capital, posteriormente se trasladaron por diversos parajes desérticos del territorio potosino, hasta que finalmente encontraron su hogar en el municipio de Charcas.
Durante más de una década, Cabo Tuna representó la vanguardia de la investigación espacial en México, pero la falta de presupuesto y la burocracia lo frenaron. Ahora, solo permanece en el recuerdo de entusiastas de este campo y curiosos, amantes de las historias poco contada.
LOS INICIOS
El doctor José Refugio Martínez Mendoza, investigador de la UASLP y uno de los divulgadores de la ciencia más importantes del estado, quien además es autor del libro Cabo Tuna: una aventura aeroespacial en San Luis Potosí, narró para La Orquesta la historia del intento potosino por conquistar el espacio:
“Inició en 1957, en lo que estaba en formación el Instituto de Física de la Universidad, que tuvo a Gustavo del Castillo y Gama como fundador. Cabo Tuna fue uno de los primeros proyectos a desarrollar en el área experimental. Se trabajó en el diseño, construcción y lanzamiento de cohetes para involucrar a los estudiantes en trabajo experimental y que se pudiera organizar en un proyecto educativo”.
Martínez Mendoza reconoció que en esa época en cuestiones sociales México tenía un rezago “de unos 30 años con respecto de Europa y Estados Unidos”, mientras que en el campo de la instrumentación estaban al parejo, “San Luis Potosí se convertía en un pueblo importante. Aquí se construyó el primer laboratorio de radiación cósmica del país”.
Los estudiantes y científicos de Cabo Tuna construyeron cohetes de sondeo, los primeros intentos por lanzar estos modelos tuvieron lugar en noviembre de 1957, solo algunas semanas después de que la Unión Soviética pusiera en órbita el Sputnik 1. Las dos naves lanzadas ese día, y que utilizaban combustible sólido, explotaron sin cumplir con su objetivo. Como ya se contó antes, fue el 28 de diciembre de ese mismo año, cuando se consiguió hacer el primer lanzamiento exitoso.
Durante toda una década, Cabo Tuna continuó con sus investigaciones. Sus integrantes fueron invitados por gobierno y universidades mexicanas para realizar experimentos, e incluso se buscó aprovechar los cohetes para generar lluvias mediante la detonación de cargas en el seno de las nubes, así como apoyar la investigación en las altas capas de la atmósfera.
LA BUROCRACIA, ENEMIGA DEL PROGRESO CIENTÍFICO
“Cabo Tuna abrió la puerta para que México entrar a la investigación espacial. Se creó la Comisión Nacional del Espacio Exterior, se intentó poner una base nacional y la idea era que estuviera en el municipio de Charcas, pero posteriormente, en los años 70 la comisión desapareció por decreto presidencial. Fue un tema de burócratas y no de científicos”.
En 1972 se lanzó el Filoctetes II, el último cohete emanado de Cabo Tuna.
José Refugio Martínez explicó que Cabo Tuna es, como otros, un ejemplo de desarrollos importantes en materia científica; sin embargo, señaló que en el país no hay una organización o políticas científicas adecuadas que permitan el desarrollo de proyectos de esta índole:
“Hemos visto la creación de espacios burocráticos que no trabajan en ciencias, sino que estorban a la ciencia. Querer centralizar, por lo regular, corrompe este tipo de proyectos (…) Por 2010 se creó la Agencia Espacial Mexicana, que es una oficina donde no sé qué se esté realizando, no se ve un trabajo claro”.
Al preguntarle sobre si, de no ser por estas trabas burocráticas, México estaría a la altura en investigación aeroespacial en comparación con otros países como Estados Unidos, José Refugio Martínez describió que China empezó con la investigación espacial mucho tiempo después que San Luis Potosí y ahora es una de las grandes potencias: “exactamente con los mismos pasos, pequeños cohetes, experimentación y ahora es una de las grandes potencias de la actualidad, esto tiene que ver con políticas nacionales, no digo que no se deban crear organismos, sino que estos deben estar al servicio del desarrollo científico”.
EL REGRESO DEL CABO TUNA
Por último, el doctor Martínez mencionó que el proyecto del Cabo Tuna, “se está retomando, no desde cero, sino desde una plataforma actual”. Pese a ello, afirmó que ahora que se busca revivir la iniciativa aeroespacial, los representantes de organismos gubernamentales se han acercado, “no tanto para apoyar, sino para la foto”.
“Desgraciadamente así es el asunto y se han construido cohetes que se hacen con las uñas, con iniciativa de individuos y personas, pero con muy poco apoyo institucional”.
Así, Cabo Tuna podría resurgir de las cenizas en el municipio de Charcas; no obstante, es necesario que se implementen políticas que ayuden a México a investigar en el campo aeroespacial.
#4 Tiempos
La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña
““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”
Por: Jorge Saldaña
Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.
Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Qué peligroso.
No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.
Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?
Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.
Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.
Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.
No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.
Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.
Las modificaciones al Código Penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.
Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.
Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.
El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.
Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.
Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de Estomatología confesando un delito… (saben a lo que me refiero).
¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?
La IA escribe el guion; las redes, el miedo.
Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero… ¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?
El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:
1) La coartada perfecta del poderoso.
Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.
2) La puerta trasera de la censura.
Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.
3) La prueba imposible.
En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.
Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.
Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).
Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.
Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?
No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.
A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:
Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.
Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.
Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.
La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.
Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.
Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.
Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.
Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña.
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Ciudad
Se dispara la violencia familiar en vacaciones; SSPC refuerza prevención
Juan Antonio Villa dijo que los domingos por la tarde son los días que concentran más reportes
Por: Redacción
A unas semanas del inicio formal de las fiestas decembrinas, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) advirtió que los casos de violencia familiar tienden a incrementarse durante este periodo, especialmente después de que los niños salen de vacaciones.
El titular de la dependencia, Juan Antonio Villa Gutiérrez, señaló que cada año se registra un repunte en llamadas de auxilio relacionad as con agresiones dentro del hogar , en gran parte provocado por el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias.
Villa Gutiérrez explicó que, aunque este comportamiento es cíclico, la SSPC trabaja actualmente desde el área de Prevención del Delito para que mujeres, niñas, niños y ciud adanía en general aprendan a identificar conductas violentas que a menudo se normalizan, como la violencia psicológica o económica.
“El objetivo es inhibir en lo posible el incremento de la violencia familiar”, afirmó el secretario.
El funcionario señaló que no existe una zona específica donde se concentren los reportes, pues la incidencia varía; sin embargo, detalló que los domingos por la tarde suelen ser los momentos con mayor número de denuncias, nuevamente influido por el consumo de alcohol.
La SSPC aseguró que mantendrá operativos y vigilancia reforzada durante las semanas previas y posteriores a las vacaciones decembrinas.
También lee: Saldo blanco y más de 80 detenidos durante el Buen Fin en SLP: SSPC
Destacadas
Propuesta de sueldos policiacos en SLP reducirá actos de corrupción: SGG
La iniciativa sobre los salarios de elementos municipales se presentará antes de fin de año
Por: Redacción
J. Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno de San Luis Potosí, informó que las autoridades estatales continúan en el análisis y recaudación de información de la iniciativa legislativa para que los policías de los 59 municipios reciban un sueldo mínimo de 15 mil pesos. Esta medida busca brindar mayores garantías a los elementos de seguridad, reducir actos de corrupción e incluso evitar que se filtre información a grupos de la delincuencia organizada.
Para lograr dicha homologación, Torres Sánchez explicó que se han llevado a cabo mesas de seguridad en distintos municipios, donde se dialoga con presidentas y presidentes municipales para conocer su estado de fuerza
y los salarios actuales de los uniformados.Sobre estas reuniones, el secretario señaló que existe una gran disparidad salarial, pues algunos municipios pagan siete mil u ocho mil pesos mensuales, cantidad que consideró insuficiente para garantizar una vida digna.
Por último, Torres Sánchez indicó que la intención es presentar la iniciativa ante el Congreso del Estado antes de que concluya el año, con el fin de que el Poder Legislativo cuente con el tiempo necesario para su análisis.
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