noviembre 23, 2024

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#4 Tiempos

El tormento romántico de Enrique Urquijo | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

 

La noche del 17 de noviembre de 1999, al borde del cambio de milenio, el cadáver de un hombre de 39 años fue encontrado en un portal de la calle Espíritu Santo, en el barrio de Malasaña en Madrid. Una combinación fatal de sustancias había acabado con él. Tirado, con una chaqueta bajo la cabeza a modo de almohada, fue depositado ahí por quienes alimentaron sus excesos durante las horas previas. El camello e ingratas compañías que lo abandonaron a su suerte tras absorber de él todo lo que podían absorber.

Esta historia dramática, que se asemeja a la de tantas otras personas que luchan contra alguna forma de adicción, logró revuelo nacional cuando se reveló la identidad de la víctima. Se trataba de Enrique Urquijo, el líder de Los Secretos, una de las bandas insignia de la Movida Madrileña, quien veinte años antes compuso uno de los grandes himnos del pop español, «Déjame», en el que ya dejaba entrever su estilo particular, el de un hombre sensible y contradictorio. Un hombre afectado.

 

Déjame, no juegues más conmigo,

esta vez, en serio te lo digo.

Tuviste una oportunidad,

y la dejaste escapar.

 

No hay nada que ahora ya

puedas hacer,

porque a tu lado yo,

no volveré, no volveré…

 

El fallecimiento prematuro de Enrique Urquijo distaba de ser la típica caída de un adicto que persigue las estrellas en una euforia desbocada. Era, más bien, un ser hipersensible que se había apagado con el tiempo, que en el alcohol y las drogas buscaba un escape a un entorno agobiante e indescifrable. La constante preocupación de estar sereno, ese estado de quietud que anticipaba la caída, la sepultura que le causaba la chispa de una memoria rota. Sería explícito en una de sus canciones más recordadas: «Quiero beber hasta perder el control». No disfrutaba realmente de lo que consumía. No era un fin en sí mismo, sino un medio para quedar tumbado y dejar de sentir. «A Enrique le dolía la vida», dijo alguna vez Ana González, una de sus amigas más cercanas.

Dos días antes de la tragedia, Enrique había salido de un centro de desintoxicación. Pasaba, de hecho, un periodo relativamente contenido en comparación a sus épocas de mayor desenfreno. Se había internado como parte de un proceso para obtener la custodia de su querida hija, María, una intentona que requería una posterior reclusión de varios meses. La relación con la madre de la niña era complicada; chocaba con sus padres, amigos y hermanos. Él pretendía darle a su hija lo mejor y comenzar una nueva existencia en familia junto con Pía Minchot, la última mujer a la que amó.

Aquello no pudo ser. En medio de un ataque de ansiedad, Enrique abandonó la clínica. El médico de guardia aceptó la petición de alta voluntaria. Él y los administradores cometieron dos graves errores: permitir que Enrique se marchara sin acompañamiento y devolverle las 200 mil pesetas que restaban del depósito por su salida antes de tiempo. Fue el dinero que gastó para desatramparse en el carrusel de las horas siguientes. Un bajón emotivo terminaría con su vida de manera aparentemente inintencionada.

Entre sus admiradores y sus seres queridos fue inevitable el planteamiento de escenarios alternativos. Preguntarse si esto o aquello hubiera traído una suerte distinta para Enrique. Los cierto es que su forma de ser hacía inevitable una conclusión fuera de la norma, como el propio compositor llegó a anticipar en conversaciones íntimas. Era alguien que experimentaba cada día a flor de piel, un ser al que los estímulos y sucesos le dejaban una huella profunda e imborrable que nadie más lograba experimentar. La catástrofe era ineludible.

Enrique Urquijo personificaba la vulnerabilidad en un tarro. Un hombre resquebrajado, cuyos pedazos brillaban como revancha última ante un destino cruel. Dependiente y arrastrado a una obscuridad que le resultaba insoportable. Deseoso de ser cuidado por alguien más: «volver a ser un niño», que una cuidadora se encargara de todo aquello que le superaba. La sensación de ser un polizonte en la sociedad. Abrumado, no encajaba. Una cuestión especialmente ríspida para quien se dedicaba a cantar frente a multitudes.

Los papeles de Enrique eran lienzos en donde trazaba aflicciones y tristezas. Barcos a la deriva que se mantienen apenas a flote como una condena más dolorosa que el hundimiento total. Buscaba su propio desplome como medio de escape ante un panorama que le parecía hostil. Reservado y con una continua sensación de abandono, las personas que convivían con él acababan por ser testigos de su caída, el viaje vertical hacia el colapso.  

Begoña Larrañaga, su violinista y colaboradora en la última etapa, se lo advirtió a Pía tras un episodio de angustia: «Toda persona que se arrima a Enrique acaba sufriendo». La frase tal vez tuviera un dejo de malicia. A fin de cuentas, se trataba de un hombre noble. Sus conocidos reconocían esto en él, y desestimaban la fama de alguien permanentemente afligido que adquirió mediáticamente. Era alguien con momentos de gracia, con sentido del humor. Simplemente había un punto en el que era espinoso lidiar con él, uno en el que ya era complicado ayudarle.

Tenía lapsos en los que nadie apostaba por él. Postrado por jornadas al estilo de rounds, era difícil esperar cualquier cosa de quien estaba consumido por sus tormentos. Pero, como suele ocurrir por los genios, era en esa penumbra donde soltaba una ráfaga; en su caso, con la forma de una nueva composición. Un verso que le redimía, un riff que era una manifestación vital. Plenamente autobiográfico, exponía sus claroscuros y aceptaba sus derrotas. Se deba la piel en cada instante. Ahí donde otros presumían sus hazañas con las chicas, él admitía haberse quedado dormido en el momento crucial.

Bastaba que sus conocidos lo vieran llegar con líneas tan memorables como «Por la calle del olvido, vagan tu sombra y la mía», «Mi fe se fue al verte entrar y llorar, por eso entiendo si te vas», o «Nunca he sentido igual una derrota que cuando ella me dijo se acabó» para perdonarle los desplantes y alejamientos que tenía. Sin ser prolífico, tenía la capacidad de llevarse la victoria de un guantazo. Pese a su sensibilidad, irónicamente era un artista del KO. El talento seguía ahí, y aun en sus horas más bajas, tiraba golpes de gran kilataje.

Sumido en un pozo en el que nadie más podría entrar, la profunda sensibilidad que nutría sus canciones también lo marchitaba. Alejaba a quienes más quería tener cerca. El comportamiento errático y obsesivo le llegaba en los lapsos menos oportunos y con la gente que menos lo merecía.  Vivía angustiado entre los polos de la fama y el desamparo. Odiaba la notoriedad que Los Secretos le conferían y estaba demolido por las deserciones en su entorno personal. La consecuencia era una personalidad tirante que reconoce en «Soy como dos».

 

Cuando intento hacerme el malo soy un niño abandonado.

Soy como dos, compréndelo, uno muy descontrolado.

Soy como dos, siempre soy dos,

El otro es hasta educado.

Cuando intento ser amable siempre decido atacarte.

Si quiero ser desagradable siempre me siento culpable.

No sé bien qué estoy buscando pero me voy alejando,

Cuando pienso en el pasado me asusto, corro y no paro.

Soy como dos, siempre soy dos, tienes a dos a tu lado,

Por eso un día soy feliz y de repente me enfado…

Enrique apenas toleraba los grandes escenarios, a pesar de que eran la consecuencia de su talento. Cuando fundó Los Problemas en paralelo a Los Secretos a principios de los noventa, una de sus principales motivaciones era volver a los pequeños auditorios. Lo que él entendía como la música en su sentido más placentero: el aliento de unas pocas personas, un lugar acogedor. No estar tan expuesto. Limitarse a tocar la música que le gustaba. Como las rancheras mexicanas.

Enrique era un alma afligida, y en tal sentido, la compatibilidad de caracteres con los compositores mexicanos fue determinante para él. Fue uno de los grandes promotores de José Alfredo Jiménez (su gran ídolo junto con Jackson Browne) en España, una afición compartida con Joaquín Sabina, una coincidencia que los acercó como amigos y colegas. Sin embargo, las dolencias de la música ranchera quizá hicieron que se regodeara de sentimientos de los que es mejor escapar. En lo que respecta a Urquijo fueron el gran móvil para encauzar su declive. Su ansia por el género lo llevó a que la canción que abría el primer álbum con Los Problemas fuera una versión de «Un mundo raro».

 

Porque yo a donde voy, hablaré de tu amor

Como un sueño dorado

Y olvidando el rencor, no diré que tu adiós

Me volvió desgraciado.

Y si quieren saber de mi pasado

Es preciso decir otra mentira.

Les diré que llegué de un mundo raro,

Que no sé del dolor, que triunfé en el amor

Y que nunca he llorado…

 

Enrique era un hombre emotivo que llevaba cada acontecimiento hasta el límite de su capacidad. El amor para él era, en este sentido, una experiencia extrema. Lo mismo sucedía con el consumo de estupefacientes. La moderación no cabía en él. Aunque a la vez era alguien de sosiego. No era de grandes fiestas ni de barullo, esto le fastidiaba. El carácter introvertido y vulnerable lo inclinó a una caída en solitario. La desmedida sensibilidad lo dejaba inerme en las calles peligrosas. Tenía la debilidad de no saber decir que no. Y de no olvidar a quienes la vida había alejado de él.

Un sentimental empedernido. Su primer amor, Eloísa García, fue una llaga abierta por el restos de sus días. Se conocieron en 1980, cuando él tenía veinte años y ella diecisiete, y su relación llegó a su fin a principios de 1984. Fue la relación que moldeó su temperamento dolido. La relación que creía como su destino y que finalmente no se concretó. En parte por la negativa del padre de Eloísa (un psiquiatra estricto al que no le parecía ver a su princesa con un músico de rock), pero también porque ella quedó abrumada y rebasada por las complejidades de Enrique.

Los obstáculos impuestos por sus suegros en la relación quedaron plasmados en la canción «El primer cruce». En ella se relata cómo Enrique visitaba a Eloísa a escondidas por las noches, mientras ella lograba escapar de su casa mientras todos dormían. El padre de Eloísa, hasta las narices de aquel joven que rondaba a su hija, finalmente la envió a una casa de campo, incluso con dos guardias armados para evitar cualquier contacto con Enrique. En una escena digna de película, el cantante de Los Secretos la buscó una última vez, sin lograrlo. Fue interceptado por su suegro con el que tuvo una discusión de antología. Entre lágrimas tuvo que asumir que aquello era imposible, aunque la considerara el amor de su vida.

Eloísa además ya no le correspondía. Para una joven sin experiencia era difícil lidiar con alguien de tendencias caóticas y depresivas. Cortar con Enrique le costó, aunque no tanto por amor, sino porque no quería lastimarlo. «Ahora que estoy peor», del segundo álbum de Los Secretos, da cuenta de cómo las necesidades emocionales de Enrique eran incomprendidas por Eloísa. Es uno de sus mejores temas:

 

Vengo a refugiarme a tu habitación

La noche es muy fría busco tu calor

No escondas la mirada, no vengo a pedir nada

A nadie le importa si te quiero o no

Si siento alegría o siento dolor

O si no siento nada y

Necesito oír tu voz ahora que estoy peor…

 

Quince años después de la ruptura, la marca que Eloísa dejó en Enrique seguía siendo tan grande que la última letra que escribió y grabó, unas semanas antes de su muerte, estaba dedicada a ella. Visto a distancia, claramente el amor que él sintió por ella fue más grande que el que recibió de vuelta. Ella rehízo su vida. Y a finales de los noventa, se encontraron por causalidad en el bar Honky Tonk de Madrid. Intercambiaron números y prometieron comer juntos para que Eloísa conociera a María, por entonces de cinco años. Aquello nunca sucedió.

Lo que para Eloísa fue un simple encuentro fortuito con un novio de la inocente juventud, para Enrique fue una cisma en la cabeza. Quince años después, quince años de sobrevivir, como él mismo diría, aquella mujer volvía a emocionarlo. Nunca la superó. Al regresar a casa esa noche, escribió la conmovedora «Hoy la vi» y grabó la voz en un pequeño dispositivo. Tras su muerte, Álvaro Urquijo y el resto de Los Secretos le añadirían música y la lanzarían en el álbum homenaje A tu lado. Quien se haya topado en la calle con un viejo amor comprenderá lo que pasaba por el pecho de Enrique en aquella ocasión.

Hoy la vi,

La nostalgia y la tristeza suelen coincidir.

Se rompieron mis esquemas, después comprendí

Que si ahora estoy así, es porque hoy la vi.

Y aunque no lo siento, luego no pude dormir,

Y las puertas del recuerdo cedieron, al fin.

Y aquel miedo que sentía, hoy vuelvo a sentir.

Hoy la vi,

Han llovido quince años que sobreviví.

Yo creía que sabía, y nunca aprendí…

 

La dependencia emocional de Enrique Urquijo no se limitaba a sus parejas, a quienes demandaba un trato casi maternal. La necesidad se extendía a su propia hija, a quien veía como un ancla a la existencia. Estar a su lado le reconfortaba e intentaba aferrarse a ella para motivarse y dejar atrás los antiguos vicios. Y lo intentó… lo intentó. Si bien el capítulo final fue el que conocemos, dedicó a la pequeña una de las canciones más bellas que existen en español (una recreación de «Carmelita» de Warren Zevon): «Agárrate a mí, María», en la que transparente como era, se muestra no como el padre protector, el papel que se suele atribuir a cualquiera en sus zapatos, sino como alguien vulnerable que pide el amparo de su hija, por entonces una bebé de menos de dos años.

 

Mañana, cuando despiertes,

estaré lejos.

En fin, no creo que pase nada,

de otras peores salí.

 

Si acaso no vuelvo a verte

olvida que te hice sufrir:

No quiero, si desaparezco,

que nadie recuerde quien fui.

 

Agárrate fuerte a mí, María.

Agárrate fuerte a mí…

que esta noche es la más fría

y no consigo dormir.

 

Agárrate fuerte a mí, María.

Agárrate fuerte a mí…

que tengo miedo

y no tengo donde ir…

 

Antonio Vega hizo la versión definitiva de la canción. Solo un amigo y par espiritual podía darle el tono preciso. En la película Caótica Ana (2007) de Julio Medem, el líder de Nacha Pop hace un cameo para interpretarla. El planteamiento y la sucesión de imágenes la hacen sencillamente sobrecogedora. La primera vez que la vi me derrumbó. Así lo hace todavía cada que la veo. No hace falta ver el resto de la cinta para enternecerse.

El tormento romántico de Enrique Urquijo encontró en la música ranchera a una cómplice. Todos tenemos nuestras fantasías y una de las mías es viajar en el tiempo y, al calor de unos tequilas, presentarle a Enrique una canción mexicana que casaba de lleno con su personalidad. De haber topado con ella, probablemente la hubiera recuperado para el repertorio de Los Problemas. Es fácil imaginarla con su voz y formando parte de su último álbum, Desde que no nos vemos (1998) en lugar de, digamos, «Perla de cristal».

Me refiero a «Es inútil» de los Cadetes de Linares, que es muy él. O él era muy cadete de Linares. Muy mexicano.

 

Es inútil que te diga lo que sufro,

Es inútil que te cuente mi dolor,

Si en mi vida tú nunca me has querido,

Ni siquiera me has tenido compasión

 

Los momentos que pasaste a mi lado,

Hoy recuerdo y me pongo a llorar

 

Si me ves que ando borracho es por tú culpa,

Y mi vida se me acaba, más y más

Pero en fin mi vida ya comprenderás

Si me muero no preguntes ya sabrás…

 

Por alguna razón, a diferencia de Nacha Pop, Hombres G, Alaska y Dinarama o Parálisis Permanente, la música de Enrique Urquijo no tiene mucho arraigo entre los jóvenes en la actualidad, al menos en países como México. Desde sus inicios en los años ochenta, el sonido cálido y tradicional de Los Secretos (apegado al country estadounidense y luego a las rancheras), en contraste con la extravagancia de otras propuestas de la época, los convirtió paradójicamente en unos rarunos o parte del bando baboso, términos despectivos utilizados por los modernos para referirse a los grupos de guitarras al estilo clásico.

En el largo plazo, no obstante, este sonido ha envejecido con gracia (si uno olvida la horrible producción que varios de sus discos tuvieron). Fueron visionarios frente a su coetáneos. En medio de la locura punk y new wave, apelaron a la sencillez y a las guitarras a tope. Antes que R.E.M. y The Smiths, que fueron los grandes reaccionarios en la escena anglosajona de los años ochenta, ya desde 1978 Enrique y sus hermanos sabían que los sentimientos se expresan mejor sin florituras, irreverencia vacía ni maquillaje. Mostrándote tal como eres. Con lo bueno y lo malo. Cualquiera que haya sufrido una derrota y una decepción amorosa encontrará en Enrique un aliado.

 

Contacto:
Correo electrónico:
[email protected]
Twitter: @Bigmaud

Nota: la mayor parte de la información contenida en este texto fue extraída del libro Enrique Urquijo: Adiós tristeza de Miguel Ángel Bargueño, una biografía imprescindible para cualquier interesado en el compositor madrileño.

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#4 Tiempos

Chivas para el olvido | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El torneo terminó para las Chivas del Guadalajara y ha sido una decepción monumental, su afición esperaba mucho más después de un desempeño esperanzador en la temporada anterior. La ilusión de pelear por el título se ha desmoronado frente a una serie de errores dentro y fuera de la cancha que evidencian problemas estructurales en el equipo.

Para Chivas el torneo comenzó con grandes expectativas, pero al final, han dejando a la afición rojiblanca con más frustraciones que alegrías. A pesar de algunos destellos individuales y estadísticas interesantes, el rendimiento global del equipo no estuvo a la altura de lo deseado. Con un noveno lugar en la tabla general, 25 puntos acumulados y la necesidad de disputar el Play-In para intentar avanzar a la Liguilla, este torneo quedó muy lejos del ideal.

Chivas consiguió siete victorias en la fase regular, pero todas fueron ante equipos que no lograron ni siquiera calificar al Play-In: Querétaro, Mazatlán, Juárez, León, Pachuca, Santos y Necaxa. Contra rivales directos en la lucha por la Liguilla, el equipo no logró ganar un solo encuentro, sumando apenas cuatro puntos de los 27 disputados frente a los mejores equipos del torneo.

La situación en el banquillo tampoco ayudó a estabilizar al equipo. Fernando Gago dejó su puesto durante el torneo para (de manera increible) irse a dirigir a uno de los peores Boca Juniors de la historia. Arturo Ortega asumió como interino. Este cambio reflejó la falta de continuidad y planificación en el proyecto deportivo, sumándose a la presión de la directiva y la afición.

A pesar de todo, existen algunos puntos rescatables, como el regreso de jugadores clave como Roberto Alvarado para el Play-In y el buen rendimiento de jugadores jóvenes en categorías inferiores, destacando notablemente al Tapatio, equipo que se encuentra jugando la final de la liga de expansión frente a Celaya, y que es amplio favorito para levantar ese título nuevamente, lo que puede ser una base para el futuro. Además, estadísticas como ser el segundo equipo con más centros completados y la cantidad de balones recuperados en área rival muestran un potencial que no se ha traducido en resultados.

El mal torneo de Chivas en el Apertura 2024 debe servir como un llamado de atención para replantear objetivos y estrategias. Las decisiones que tome la directiva en los próximos meses serán cruciales para evitar que los problemas actuales se repitan en el futuro.

El orgullo de Chivas por jugar solo con futbolistas mexicanos es admirable, pero también representa un reto significativo. Mientras otros equipos se refuerzan con jugadores extranjeros de alto nivel, el Rebaño depende de un mercado nacional limitado y muchas veces inflado en costos. La falta de refuerzos de calidad es una consecuencia directa de esta política, lo que deja al equipo en desventaja competitiva.

Este torneo ha dejado en claro que Chivas necesita una reestructuración profunda. Desde la directiva hasta el plantel, el club debe analizar qué cambios son necesarios para regresar a los primeros planos. El apoyo de su afición sigue intacto, pero la paciencia no es infinita.

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#4 Tiempos

El facturero berrinchudo que quiere ser gobernador | Columna de Jorge Saldaña

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Tercera Llamada

 

Las pruebas expuestas en medios nacionales como Reforma, demuestran que a Gerardo Sánchez Zumaya el gobierno de López Obrador le abrió las puertas a conexiones y contratos que lo hicieron multimillonario en un parpadeo.

Con dinero rápido, inesperado y a manos llenas, producto principalmente de contratos con Pemex, el potosino, oriundo de Tanquián de Escobedo, tejió una red de personas físicas y morales que empezaron a facturar humo usando modestos negocios ubicados como mercerías, casas de clase media baja, tienditas de abarrotes y otras direcciones con las mismas características.

En el caso de las personas físicas, como lo pudo comprobar el periódico Reforma en su investigación recientemente publicada, extrañamente no existe registros de compra de insumos (si a caso gasolina) y sin embargo de 2018 a 2023 vendieron piezas y servicios especializados a Pemex por 15 mil millones de pesos.

Los personajes y empresas están directamente ligadas con Sánchez Zumaya, sus familiares tanto directos como políticos.

Las personas físicas involucradas son menores de 30 años y de acuerdo a sus movimientos en el SAT no hay registro de compra de materiales o insumos para su venta, tampoco dieron ningún servicio y lo único que se presume en realidad vendieron fueron las facturas, lo que les permitió manejar, bancarizar y retirar recursos por más de 15 mil millones de pesos, a eso se le conoce como lavado de dinero y, al estar involucradas más de tres personas se convierte en delincuencia organizada.

En su defensa, tras la publicación de la investigación, Sánchez Zumaya ha sido disperso, contradictorio y omiso, pues nada ha dicho sobre la red de lavado de dinero y de la familiaridad o relación que tiene con los personajes factureros.

También sostiene que los contratos con Petróleos Mexicanos fueron producto de una licitación y desvía una y otra vez el tema aduciendo que se trata de una persecución política del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona a pesar de que la investigación en su contra no se generó en territorio potosino sino en Tabasco, estado en el que Sánchez Zumaya intentó ser candidato a gobernador en las elecciones pasadas pero tras su fracaso regresó a San Luis y ha manifestado querer ser ahora el candidato de Morena a la primera magistratura del Estado en 2027.

Con este contexto, Culto Público, es que nacen cuestionamientos y reflexiones que comparto con Usted:

Para poder comprender mejor el asunto y sus alcances, hay que tener muy claro quién es y de dónde salió el personaje en cuestión:

Sánchez hasta hace apenas unos meses era un desconocido para la mayoría de los potosinos, pero de pronto brotó como un hongo en la humedad de su enojo causado porque la justicia fue a localizar a su padre de quien se sabe también tiene pendientes con la ley. (Por algo lo buscaron y seguramente no por ser buena persona)

Sintiéndose protegido y valiente gracias a sus relaciones con la federación, embriagado de sus inmejorables conexiones con el poder, el asunto de la búsqueda y detención de un par de escoltas armados de su progenitor le ofendió y motivó.

Aquí cabe una pregunta: Si nada deben ni él ni su padre y son tan honrados y trabajadores el y su familia ¿Por qué tienen como escoltas a ex militares armados?.

Seguramente dirán que se trata de una medida de seguridad derivado de su fortuna, sin embargo, como se sabe y se investiga, dicha fortuna proviene de actividades ilícitas lo que resulta en una tremenda paradoja: ¿Quiere que la ley le proteja a él y a su patrimonio que consiguió violando le ley?

En otras palabras se queja de la acción de la justicia cuando actúa en su contra, pero no se quejó cuando el aparato del Estado le ha jugado a favor haciéndolo millonario.

A partir de ese episodio y sintiéndose él plenamente convencido de ser intocable, se entiende que se sintió agredido por la autoridad y asumió la salida fácil de la victimización construyendo a través de un primer video en redes la narrativa de ser perseguido político, es decir, aprovechó la circunstancia para matar dos pájaros de un tiro: reclamar su impunidad, y lanzarse como aspirante a la gubernatura tomando su decisión en un enojo, en un berrinche, estando colérico, tomando decisiones emocionales o como se dice coloquialmente, con las tripas.

Se podría hacer una lista por las causas, motivaciones y razones por las que una persona quisiera ser gobernador de su estado y seguramente todas serían nobles. Vengarse y saciar un berrinche no debe siquiera estar en esa lista y eso es lo que quiere Sánchez únicamente: sacarse la espina de no haber podido ser ni candidato en Tabasco y desquitarse de, lo que él piensa, fue un agravio directo del gobernador en su contra.

También circula la versión respecto a un impago de una carretera por parte del gobierno, asunto que de ser cierto sería peor para los potosinos: Entonces… ¿quiere ser gobernador para cobrarse el dinero que le deben?

Un asunto que no debe de perderse de vista (y de ningún otro sentido) es que la denuncia en su contra, misma que motivó el reportaje del periódico Reforma, se interpuso en Tabasco, por lo que ni San Luis ni el gobernador potosino ni la fiscalía de este estado tienen vela en el entierro.

Asumir que el escándalo en el que está involucrado Sánchez está orquestado por el gobernador potosino es un absurdo tan grande como el suponer que Ricardo Gallardo pudo colocar en la portada de Reforma una investigación, que primero, le es ajena, y segundo porque la línea editorial de ese periódico es frontalmente enemiga del gobierno federal del que es aliado Ricardo.

¿Qué razón tendría Gallardo para colocar en un diario que le es adverso a su aliada la presidenta una investigación de una denuncia que le es ajena?

Solo Sánchez, sus periodistas militantes convertidos en estrategas políticos, y su operador financiero y consejero de origen cubano (que se cree un sabelotodo de la política potosina) lo saben.

Hay que decir también que Sánchez fue descuidado. El presumir en sus redes sus relaciones cercanas con los personajes en el poder como AMLO, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, así como sus asistencias a bautizos en Tabasco con los hijos del ex presidente, hacen inverosímil y de plano ridícula su postura de defensa cuando dice que ganó honrada y equitativamente los contratos con Pemex.

Ser proveedor de la paraestatal ya es difícil, ganar una licitación por productos o servicios es lo triple de complicado, hace falta experiencia, antecedentes, garantías, pólizas, seguros y un larguísimo etcétera de tecnicismos…pero como siempre, hay una excepción que es cuando el gobierno federal lo ordena (lamentable para la 4T que tanto promulga el combate a la corrupción)

Teniendo las relaciones que presumió sin empacho el de Tanquián, es fácil saber que conseguir contratos de cientos de millones se convierte en lo más sencillo del mundo, y te pagan rápido, sobre todo si como “bonus” se tiene armado un tinglado de jóvenes ambiciosos que por ganarse un 4 por ciento de comisión emitiendo facturas de miles de millones encuentran la manera de hacerse ricos rápidamente.

Preguntémo nos ¿Tendría esos contratos Sánchez si no fuera amigo del hijo del ex presidente?

¿Accedería a Adán Augusto y a Marcelo Ebrard solamente por ser un militante entusiasta de la huasteca potosina?

Sus relaciones explícitamente presumidas no solo lo hacen del delito, también exhibe indirectamente a sus benefactores, razón -más que justificada- para que un periódico como Reforma le ponga atención al asunto.

Nada es casualidad, el se lo buscó. No quiera venir ahora a inventar historias para escurrir el bulto. En SLP nadie lo persigue mas que el desprestigio.

¿A Morena le convendrá tener un candidato en 2027 con esos señalamientos encima?

¿Por qué los morenistas potosinos iban a aceptar a un militante sin mayor trayectoria, cartel o credenciales que sus fotos con funcionarios de primer nivel como proyecto político y un escándalo nacional de corrupción y lavado?

No es lo mismo tener el dinero para hacer una campaña, que merecer ser el candidato y tener una causa. Sobre todo si la forma de conseguir el dinero para dicha campaña es producto de la antítesis de los principios de no mentir, no robar y no traicionar.

En el escenario local, es abierta y plenamente sabido que Sánchez está ligado con los hermanos Azuara Zúñiga, que sin pena no solamente reconocen su amistad y cercanía con su paisano, también sin filtro aceptan que está involucrado en actividades ilícitas.

Al menos así lo reconoció el mayor de los Azuara en una comida en el restaurante Pescatore el año pasado.

Por cierto, que los Azuara y el PAN son el plan “B” del hoy señalado de enriquecimiento al cobijo de la federación y están jugándose el pellejo con la candidata a la dirigencia estatal de ese partido, Lidia Argüello, que no dudó en traicionar a Verónica su otrora aliada y protectora para ir a encabezar un proyecto en el que ella no manda.

Da mucha risa que en su discurso al inscribirse, la propia Lidia dijera que no dejaría entrar a Morena “de eso me encargo yo” -dijo-cuando sabe bien que todo el impulso económico de su campaña vendrá del dinero ilícito de Sánchez, que se asume, presume y goza de los privilegios de un Morenista corrupto (sí, aunque no lo crea, Culto Público, hay entre los 97 panistas consejeros personajes centaveros que piden desde cambio de llantas hasta liquidaciones de tarjetas de crédito o dinero en efectivo a cambio de su voto)

¿Cuánta carencia de ideales se debe tener para que le de lo mismo a Sánchez contender por Morena que por el PAN? Y la misma pregunta a los panistas que lo quieren dejar entrar.

Lo único que están haciendo al exhibir tanto desparpajo, es que sus rivales se unan y frenen en conjunto ese plan “B” Azuarista porque estando como están las cosas, Verónica tiene dos grandes apoyos para su candidatura.

Ya casi para finalizar con estas reflexiones y cuestionamientos solo diré que la reunión del secretario general de gobierno, Guadalupe Torres Sánchez con la secretaria de gobernación de nuestro país, Rosa Icela Rodríguez justo en medio del escándalo Sánchez Zumaya no fue producto de la casualidad y, dígase lo que se diga, la realidad es que el gobierno federal está del lado del estado, de otra forma no hubieran circulado la fotografía de ambos.

Al mismo tiempo, es fácil leer que ni sus compadres, ni el senador Adán Augusto ni el secretario Ebrard van a meter las manos por el tanquianense a quien van a negar tres veces conforme avancen las investigaciones (porque se anticipa que hay más tela de donde cortar)

¿Dónde está tu AndyMesías ahora?

En una atropellada y torpe defensa que hizo ayer en grupo Imagen con Ciro Gómez, el personaje hoy señalado aseguró que si se comprueban las denuncias en su contra, el solito iría caminando al bote.

Yo le aconsejaría que ya vaya tomando camino. ¿Cómo cuánto tiempo se hará caminando de Tanquián a la Pila?

Hasta la próxima

Jorge Saldaña

BEMOLES

GATO ENCERRADO EN LOS TERRENOS UASLP

El asunto del “Distrito Santa Fe” ofende por donde se le vea.

Se trata de la construcción de un centro comercial que la familia Del Valle y los hermanos Macabeos Espinoza Diaz de León (lo que apesta a Juan Manuel Carreras y amigos) pretenden construir en terrenos propiedad de la universidad ubicados en una zona de gran privilegio y mejor plusvalía justo detrás del hotel Hilton y a un costado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

El mega negocio millonario, del que ya circulan renders y planos, se supone está avalado por la comisión de hacienda y el Consejo Directivo Universitario, y radica en que, de acuerdo a lo que se sabe del convenio aprobado, los empresarios estarían rentando a la Uni por una cantidad ridícula de 3 millones de pesos al año los terrenos que valen más de 150 millones de pesos en un calculo moderado.

La empresa, con todo el sello de “herencia maldita” subarrendarían a decenas de locatarios, restaurantes, tienda ancla, la BMW y otros negocios justificando el uso “deportivo” con la construcción de seis canchas de Padel.

¿Que no hay expertos en finanzas en la UASLP? ¿Nadie de nuestra universidad sabe sacar un factor de rentas? ¿No hay un arquitecto, edificador, maestro o valuador dentro de la plantilla académica? ¿No hay nadie que le diga al rector que es un pésimo negocio?

¿Qué no se puede dar cuenta la UASLP que con ese convenio les están viendo la cara y que las familias arriba mencionadas están haciendo un negocio multimillonario a cambio de migajas?

¿Quién firmó ese convenio y quién se está beneficiando?

Qué negociazo. Para alguien, será un negociazo, excepto la Universidad claro está.

La confirmación de ese proyecto abriría justificadamente la especulación sobre trafico de influencias.

De ser cierto y de ser ejecutado el mega centro comercial significaría que los chamaquearon, que hicieron un mega negocio en sus narices, o que alguien desde dentro de la institución está metido hasta el fondo en el “bisne”.

Ojalá que no y solo sean sueños guajiros de empresarios ambiciosos. Como sea, eso no va a terminar bien.

Ahora sí, hasta la próxima.

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Paola Longoria, el orgullo del deporte potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

San Luis Potosí ha tenido deportistas importantes en varias disciplinas, algunos de ellos han sido medallistas olímpicos, como Daniel Bautista que obtuvo medalla de oro en caminata. En los últimos años una deportista ha sobresalido a nivel mundial, convirtiéndose en la mejor raquetbolista del mundo, Paola Michelle Longoria López.

Nacida en San Luis Potosí el 20 de julio de 1989 y siendo una adolescente fue la primera mujer mexicana en obtener el puesto número uno del ranking profesional en ráquetbol, en la temporada 2008 – 2009. Desde entonces encabeza la lista de las raquetbolistas a nivel mundial, obteniendo varias veces el campeonato mundial de la Federación Internacional de Ráquetbol, tanto en categoría individual como en dobles femenil donde hace mancuerna con Samantha Salas.

Estos logros, los comparte con otros potosinos que han descollado en este deporte, lo que habla de un inicio de escuela raquetbolista en San Luis, que no ha podido consolidarse como debía de ser. El problema común de muchos deportistas mexicanos es la falta de apoyo, lo que hace que estas estrellas deportivas busquen senderos propicios para su desarrollo deportivo, por lo que no fue extraño ver a Paola Longoria representar a otros estados del país.

Con un estilo único en la práctica de su deporte, desde la forma en que toma la empuñadura de su raqueta hasta el despliegue de su juego, la ha llevado a ser la máxima medallista en los Juegos Panamericanos y haber ganado el Premio Nacional del Deporte, máximo reconocimiento para deportistas en el país.

Su carrera deportiva la ha realizado al parejo de su formación profesional fuera del deporte, estudió ingeniería y una maestría en ciencias política, así en últimas fechas ha seguido la vena de la política, alzando la mano para ocupar puestos de dirección del deporte en México, y participar en medio legislativo mexicano.

Su esfuerzo, disciplina y talento para el deporte de ráquetbol la ha convertido en una de las mujeres más influyentes en el país por lo que se le reconoció como tal en el año 2016, siendo nombrada como una de las 50 mujeres mexicanas más influyentes. Reconoce el esfuerzo deportivo de las deportistas mexicanas quienes han sobresalido a nivel mundial y han dado proyección al deporte mexicano.

En una entrevista Paola habló al respecto llamando a dejar de lado animosidades y unir el esfuerzo de hombres y mujeres para el desarrollo de México.

Es momento de dejar atrás animosidades y empezar a trabajar hombres y mujeres como equipo, orgullosa habla sobre el rol de la mujer en el siglo XXI en donde ha habido una reivindicación a nivel mundial, demostrando que todos son igual de capaces de sobresalir ya sea en los deportes como en el gobierno o en los negocios.

A las mujeres de México, Paola pide nunca rendirse, que la autodeterminación y el esfuerzo sobrelleven los obstáculos que se puedan presentar. A sus ojos se vive en el país un clima de mayores oportunidades para las mujeres, quienes tienen las herramientas para lograr lo que deseen siempre en coyuntura y nunca por debajo de nadie.

Paola Longoria es el ejemplo de la necesidad de poner escenarios diversos a los niños donde puedan desplegar sus talentos y encauzarlos en su formación; ella tomó una raqueta de tenis a los seis años y a la larga llegó a ser la estrella deportiva que ahora es ejemplo para las niñas y jóvenes mexicanas. Venció obstáculos en su desarrollo y se abrió camino en un medio donde luego se escatiman los apoyos al talento deportivo o se llega a la persecución administrativa, como la que sufrió por parte de la Conade por motivos financieros.

Como sucede con algunos deportistas mexicanos, entró a formar parte del ejército mexicano y siendo ascendida a teniente, como reconocimiento a su esfuerzo y logros. Paola Longoria en una de las más importantes deportistas potosinas y debemos estar orgullosos de ello.

“Somos el sexo fuerte, somos como alguien dice “las tercas”, las que nunca nos damos por vencidas y eso también nos ayuda muchísimo a ser líderes y a crear oportunidades entre nosotras mismas.”

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