junio 7, 2025

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#4 Tiempos

Los fifís aviadores de los niños sin hambre | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Con todo respeto a los perros, los hay finos, educados, entendidos, leales, agradecidos y graciosos. Los he visto en todas las razas y sin ella, con “pedigree” o carentes hasta de nombre, pero aún así… hay de perros a perros…

Acercamiento violento de la cámara a la cara de Xavier Nava, la pantalla se va a negros, aparece el texto “Directed By Robert B. Weide” y se escucha “Frolic” de Luciano Michelini (sí, la musiquita y remate de los memes para mayor referencia).

No es gratuito, los hechos recientes dibujan a Nava Palacios como un personaje de caricatura, absurdo, al que “nada le sale bien” como corea el Tri de México o al que “todo se le derrumbó” como canta Emmanuel.

El hombre que lo perdió todo por el todo, el que apostó un “All-in” con par de cuatros, el que pretendió ser el elegido, la “profecía del retorno” de la democracia y resultó ser el farsante más trágico e incompetente del clan.

Si se recuerda, las primeras semanas de la administración de Nava Palacios, él y su equipo se hicieron a la mar de las lágrimas, de los gimoteos, en el “miren lo que me hicieron” justificando su inoperancia, inacción y limitaciones en la narrativa de la pobre víctima.

Pero giró la ruleta y no hay 37. A poco más de tres años del “romper el silencio” y “sonar fuerte” ahora rompen en llanto y sufren fuerte. Pocos vieron “Motivos para seguir”, pero a cambio a ellos les quedaron “Motivos para sufrir” desde vergüenza (como si fuera poco) hasta procesos penales y políticos que les vienen. Si ya los habían bajado del carrusel, lo que sigue los dejará hasta afuera de la feria.

Y es que declaraciones del alcalde Enrique Galindo respecto al daño patrimonial causado por su antecesor, no son en vano, están absolutamente fundadas y tendrán consecuencias. El actual alcalde no tiene, ni ha tenido en su desempeño público, el mal hábito de la queja o del pretexto de la inercia, por eso tiene la credibilidad y las evidencias para denunciar en un acto de no omisión, más que en un acto de simple lamento.

Hay que decir que Galindo, desde la campaña dejó muy claro que no vendría a “quejarse” sino a trabajar, que finalmente quiso ser y es alcalde justamente porque sabe de la problemática citadina y convenció a los potosinos de tener las mejores estrategias para resolverla, es decir, lanzó un “yo no vine a ver si puedo, sino porque puedo vengo”.

Por eso tienen sentido y fundamento sus declaraciones que hasta donde estoy enterado se están convirtiendo en este momento en denuncia formal ante la Fiscalía del Estado.

Mire nada más Culto Público si no es para esconderse en el rincón más obscuro del planeta (como lo está haciendo Xavier Nava) el hecho de haber contratado a más de mil 500 empleados durante su administración, la cifra más alta en los últimos nueve años.

Oficinas de 17 plazas con 50 empleados, dirección de deportes con cientos y cientos de contrataciones, delegaciones atiborradas de jefes, subjefes, coordinadores, subdirectores, etc.

Pero la cosa no queda ahí, no señor. El asunto se hunde en profundo lodazal de pena porque, literalmente, pesa sobre Xavier y sus cercanos ese viejo adagio de “Pena robar y que te cachen”… y los cacharon.

Desviaron, los mismos que se decían niños honestos y sin hambre, nada más 17 millones simulando el empleo de 64 hombres y mujeres de apellidos de alta alcurnia (que se me queman los dedos por escribir sus nombres, pero sus derechos no me lo permiten) que cobraron, de 35 mil pesos mensuales para arriba, durante los 3 años de gobierno de Nava Palacios.

Sí, todos y cada uno tienen relación en mayor o en menor grado con la cúpula navista, los 64 “famosos desconocidos” que el primero de octubre tuvieron que salir de la cueva de Ali Babá para presentarse frescos y decir “yo aquí trabajo” cuando jamás se les había visto poner un pie en las oficinas municipales.

Tercia de ejemplos para que no sufran mis fogosos dedos: El señor licenciado La Fuente, que prestó servicios de asesoría externa a Xavier Nava, pero ¿qué cree?, que también estuvo incluido en la nómina y se presentó hasta peinado para atrás el primero de octubre a trabajar “pues como siempre” (ajá) a la Unidad Administrativa Municipal donde jamás lo vieron más que en contadas excepciones en las que pasaba por su doncella.

Otro es el señor Juan Hernández de los Santos, inseparable compañía del otrora alcalde en desgracia y primer promotor anti López Obrador en tierras potosinas, el heredero, el que bien comía y mejor bebía en el club de tiro Halcones, el compañero de farras y francachelas, un buen hombre que no se desempeño como nada pero que tenía plaza de 45 mil pesos mensuales y finalmente un apellido de esos que suenan familiares “Loredo Siller” a quien incluso dieron base… ¿Qué dirá el Arzobispo?

El resto de los nombres y apellidos me los reservo, Culto Público (aunque no quiero), pero le puedo comentar, con documentos que obran una de mis manos favoritas, que además de los 64 casos de aviadores municipales con aterrizaje forzoso en la administración de Galindo, existen nada más 426 trabajadores que fueron basificados por Xavi y su pandilla.

Coordinadores especializados de la dirección de recursos humanos con sueldo de 44 mil 358 pesos, gente de Oscar Valle. Otro par de beneficiados fueron los coordinadores especializados (vaya usted a saber en qué se especializaban) de la Delegación de La Pila con sueldos de 35 mil 67 pesos, gente del propio alcalde y sus allegados.

Una señorita, gente cercana al Oficial Mayor, con sueldo de 35 mil 67 también, y que por obra y gracia de la corrupción y la desvergüenza, le dieron base, igualmente otra dama, trabajando en Concertación Política, dependiente de la Secretaría General y así hasta contar 426 “pases VIP para vivir del erario” entregados arbitraria e ilegalmente.

El boquete presupuestal es de escándalo y no puede la nueva administración tolerarlo, por eso a todos los están poniendo con ambas extremidades inferiores en la carpeta de rodamiento pública, es decir, de patitas en la calle.

En resumen, sobre Xavier y su pandilla pesa una solicitud de juicio político, una denuncia por daño millonario al erario, su ex jefe de la policía está bajo investigación y con carpeta abierta por abuso de autoridad, su ex jefe de comunicación tendrá que responder a una denuncia por el desvío de otros 17 millones de pesos y su socio ex jefe de deporte municipal está bajo investigación por acoso sexual y laboral.

Por eso le digo, Culto Público, que hay de perros a perros. Por eso a la vida política de Nava y su pandilla parece una broma “Directed By Robert B. Weide”, musiquita incluida.

Para terminar, una pregunta dirigida a quien quiera responder: En un universo paralelo, en el que Nava hubiera alcanzado la gubernatura…¿perdonaría de la cárcel a Ricardo Gallardo por cualquier irregularidad que hubiera sido detectada?

Ahora regresemos al universo que habitamos. Las denuncias y pruebas contra Nava están en la Fiscalía (autónoma, pero no inconexa) y Ricardo Gallardo Cardona es el gobernador: ¿Qué cree que vaya a ocurrir pronto? Hagan sus apuestas, pero recuerden que no hay 37.

BEMOLES.

UNA DE DOS

O nadie teníamos licencia vigente, o nadie teníamos dinero. De la noche a la mañana en San Luis Potosí pasamos de tener la licencia de conducir más cara y temporal, a una gratuita y permanente. La reacción de los potosinos ante esta medida administrativa ha alcanzado niveles sin sospecha, pues literalmente hay personas que están pernoctando afuera de las oficinas recaudadoras para poder obtener su documento ya sea por primera vez o para renovarlo. El efecto masivo ya originó (para bien) que desde la Secretaría de Finanzas se giraran instrucciones para ampliar los horarios de atención hasta las 6 de la tarde y se movilice a un mayor número de personal para que atienda la alta demanda de los potosinos… y eso que apenas vienen las placas gratis. #AndabanSinLicencia #NoSeHagan

NUNCA FALTA

Evidentemente, otra de los efectos del programa de licencias gratuitas es el evidente dolor o de los envidiosos, los resentidos o los incrédulos, mismos que se han tomado su tiempo libre (que ahora tienen mucho) para incluso mandar audios más falsos que los billetes de a 4 con veinte, desalentando a la gente en diversos grupos de WhatsApp diciendo que las “licencias se agotan” ¿Qué ganan a ver? Nada más quedan como el payaso. #GenteSinQuehacer

SÍ, PERO COMO DIOS MANDA

Ayer el diputado Juan Francisco Aguilar propuso un punto de acuerdo en el congreso para crear de forma inmediata una Fiscalía Especializada en Feminicidios de manera urgente y de obvia resolución. El resto de los diputados coinciden en la necesidad de dicha figura en la Fiscalía, pero no sin estudio ni a las carreras. El tema amerita su estudio, eso sí, pronto, pero hacerlo como Dios manda. No es “enchílame otra”, pero bien por el diputado JF #DespacioQueLlevoPrisa

RIFADO

Ha generado buenos comentarios el trabajo de Christian Azuara, actual director de Servicios Municipales. Trae un ritmo de trabajo en tres turnos y se está dando atención como hace mucho no se hacía a las demandas de los ciudadanos en materia de imagen, atención a camellones, recolección, rehabilitación, reparación y mejoramiento de todos los servicios municipales que estaban muy desatendidos. Salió mejor director que regidor dicen algunos. Yo no se, pero de que se está entregando a hacer su trabajo, lo está haciendo. Desde aquí se lo agradecemos. #Gracias

Hasta el lunes, Culto Público.

Atentamente

Jorge Saldaña, el que… Hoy nada más Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

De una semifinal al viernes botanero | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

No cabe duda de que quiero y mucho a este equipo, San Luis ha sido y siempre seguirá siendo el dueño de mi pasión, mis ganas y mis (falsas) esperanzas. Cualquier equipo de mi ciudad merece mi cariño.

Parece increíble que hace apenas unos meses, San Luis era un extraño protagonista en esta liga MX, San Luis estaba en una semifinal, a 45 minutos de hacer historia y colarse hasta a una Concachampions, lastimosamente el resultado en Monterrey nos dejó solo con las ganas de soñar con la final y del torneo internacional, ya ni hablamos.

San Luis fue un buen equipo, jugando bien, siendo invicto en casa y con muchísima suerte, terminó dentro de los 6 primeros, un equipo al que daba gusto verlo jugar, sobre todo en el Lastras, el equipo que históricamente más puntos entregó en una temporada, ese equipo que brilló, el mismo equipo que la campaña pasada, dejó de lucir y perdió rápidamente el invicto de local.

El torneo que recién terminó, fue uno triste para San Luis, jugadores y afición sufrieron, la directiva tuvo que salir a dar la cara y el cuerpo técnico decidió hacerse a un lado, San Luis era una caricatura.

Estamos en el comienzo de una nueva pretemporada, si bien el equipo conserva la base con la que ha venido jugando, ha llegado un nuevo cuerpo técnico, Guillermo Abascal es un entrenador con mucha experiencia aún con su corta edad para el puesto,

esto no siempre habla bien de un técnico, los entrenadores que rotan de equipo, normalmente lo hacen por malos resultados. Hay que esperar, el beneficio de la duda, lo tiene.

Por otro lado faltará conocer a los refuerzos, el equipo ha liberado plazas de extranjero y los nacionales también tendrán que aportar, la conformación del cuadro es muy importante para los planes del entrenador, más si tomamos en cuenta que está desde el inicio de la pretemporada.

En fin, de jugar una semifinal, ha estar considerados en muchas jornadas como un equipo de los viernes por la noche, espero y añoro que esta sea una buena temporada otra vez, ojalá volvamos a estar dentro de los finalistas, y dejemos de ser un equipo del montón… ojalá.

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#4 Tiempos

Irantza Goytia, brillante estudiante potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Irantza Aleixa Goytia Hernández, jovencita de Tamazunchale, acaba de graduarse en Inglaterra en el nivel medio superior, como parte de su carrera de formación que iniciara en Tamazunchale y que siguiera por el camino de la educación extraescolar, aprovechando los espacios de participación educativa y formativos para niños y jóvenes en el campo de la recreación científica.

En Tamazunchale, la Dra. Pilar Suárez impulsó el programa Expociencias que está dirigido a niños y jóvenes donde desarrollan y defienden un proyecto científico en áreas de las ciencias y las humanidades desde el jardín de niños hasta preparatoria. En este programa Irantza participaría cuando estudiaba la primaria obteniendo uno de los primeros lugares lo que le permitiría representar a San Luis Potosí en Expociencias Nacional, donde a su vez logró acreditaciones para representar a México en concursos internacionales que forman parte del Movimiento Internacional para el Recreo Científico y Técnico, el MILSET.

En Tamazunchale, también participaría en el programa Niñas en la Ciencia que coordina la propia Dra. Suárez. Este programa es un programa internacional de niñas y mujeres haciendo ciencia. Estos espacios fueron detonantes para el reconocimiento al talento de niños y jóvenes en el que destacaría Irantza Aleixa. Desde primero de primaria participó en Expociencias, ganando en dos ocasiones veces a nivel nacional e internacional. Ha participado en diferentes concursos locales. Como la niña presidenta de Tamazunchale, al igual que en foros internacionales sobre STEM.

En uno de los eventos internacionales le ofrecieron una beca para estudiar en Reino Unido, cuando estudiaba bachillerato en el CBTIS 187 de Tamazunchale; en Inglaterra volvió a comenzar sus estudios de bachillerato de donde se ha graduado en Gales Reino Unido en el en el UWC (Colegios del Mundo Unido) Atlantic. La ceremonia donde recibió sus estudios de Bachillerato Internacional, fue presidida por el director, Naheed Bardai estando presente el Primer Ministro de Gales, Eluned Morgan. En esa ceremonia también se graduó Sofía Borbón Ortiz, hija de los reyes de España.

El buen éxito en sus estudios en Reino Unido le permite poder acceder a otra beca para realizar sus estudios profesionales en Inglaterra; Irantza tiene planes también de estudiar en Estados Unidos, aunque la situación actual para estudiantes mexicanos en Estados Unidos no es muy prometedora por la política de Donald Trump.

Irantza Aleixa Goytia Hernández, fue estudiante de la escuela primaria pública Rafael Ramírez Castañeda, de Tamazunchale, entonces, desarrolló un proyecto que se llama “Conociendo la naranja”, el cual propone que el aceite de la piel de esta fruta, conocido como limoneno puede ayudar a degradar el unicel, que normalmente tarda cientos de años.

Mostró este trabajo en la Expociencias Tamazunchale, obteniendo su acreditación para participar en la Expociencias San Luis Potosí, después, en Expociencias Nacional efectuada en Morelia, donde su proyecto fue considerado de los 50 más interesantes de su categoría y, por tanto, fue invitada a participar en la Feria de la Ciencia y la Tecnología en Paraguay.

Por esta vía a participado en las Ferias de Chile y Brasil representando al estado y al país; ya tuvo otras participaciones con proyectos en las Expociencias de Paraguay 2019, Perú 2019, Chile 2020, Guatemala 2021, Chile 2022, Brasil 2023. En 2019 le fue otorgado el Premio Estatal de la Juventud. El encauzamiento de formación no formal que permiten este tipo de programas ha sido aliciente para que Irantza pueda tener esa experiencia internacional que ha ayudado a su formación aprovechando el talento que ha exhibido. Los espacios de participación en Tamazunchale han sido fundamentales y siguen apoyando a niños y jóvenes de la Región Huasteca Sur.

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La Habana que vive en Mérida (yo sé que volverás) | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Es difícil decirles que no a algunas mujeres. Basta una inflexión en la voz, un destello felino en los ojos, y uno se queda desarmado. Aquella noche, en Mérida, yo estaba cansado no solo de la jornada, sino del mes entero.  El calor del día —una asfixia que oscilaba entre los 38 y 40 grados— había cedido al fin un poco: la luna ofrecía una clemencia que el sol había olvidado. Los tejados coloniales invitaban a dar un paseo.

Ante el acumulado laboral y sus desgastes tuve a bien hacer lo mejor que uno puede hacer en algunas circunstancias: olvidarse de todo y rascarle al día los últimos minutos, con dignidad, porque mañana —ya lo sabes— será otro campo de batalla. No visitaba Yucatán desde que era un bebé, así que debía salir y escarbar algún gramo de historia. Me lo debía, me debía la búsqueda de una grieta. Una ciudad como Mérida no puede reducirse al trabajo. Tenía que salir.

Una breve investigación me reveló la existencia de una cantina: La negrita, la más antigua de Mérida. Buen nombre. Estaba a pocas cuadras del hotel en el que me hospedaba y eso bastó. Salí con la intención de tomar lo que fuera, comer algo sencillo, y luego dormir sin (tantos) remordimientos.

Caminé por la calle 62 en el Centro Histórico de Mérida, en horas en las que ya había bajado el bullicio. La gente andaba sin prisa, las vitrinas mostraban guayaberas bordadas, arte y diseño local; mucho objeto enfocado en turistas que no corresponderán tal amor y que solo le verán el lado kitsch. Las calandrias con sus pobres caballos ya no esperaran a nadie.

Iba firme rumbo a La negrita, cuando a una cuadra y media topé con el jardín de una casona: mesas desperdigadas bajo un árbol enorme, luces tenues como de un antiguo parque y el murmullo prometedor de algo que todavía no empieza. Me detuve a mirar. Fue entonces cuando apareció ella. Una joven de acento cubano, sonrisa amplia y esos ojos de quien sabe convencer sin apurar (el tipo de persona que cautiva no porque imponga nada o levante la voz, sino precisamente porque no lo hace). «Buenas noches, pásele», dijo. «Hoy tenemos un trío con boleros en vivo. Comienza a partir de las diez».

Le agradecí, pero seguía firme con mi plan. No quería comprometerme. Sin embargo, aquella muchacha era muy gentil. Y atractiva, con ese brío que alumbra a las mujeres en sus veintes y que al cabo de un tiempo se disipa para no volver jamás. «Ande, venga, se la pasará muy bien. No me diga que no».

Ella era una de esas mujeres a las que es complicado decirles que no. «Vuelvo más tarde», le dije. «Tengo un compromiso con alguien», agregué, sin precisar que me refería a La negrita.

No era un mal plan. Podía beber algo en el otro sitio, tal vez comer algo y regresar después a la casona para los boleros.  Al mismo tiempo no estaba del todo convencido. No sería la primera promesa que el viento se llevara consigo. Ya se vería.

La Negrita era distinta a lo que esperaba. Había imaginado una cantina tradicional: uno de esos tugurios perdidos en el tiempo con ventiladores un aspa rota, mesas de madera raspada, y en el que un grupo de ancianos juega dominó y bebe tragos lentos en el afán de arañar alguna memoria. Y no. Aquello era otra cosa. Un sitio grande, con luces neón colgadas como frutas eléctricas, gente de todas las edades moviéndose al ritmo de un grupo en vivo que disparaba ráfagas de cumbia, salsa y alegría.

Me senté en la barra. El calor había vuelto para apretar los labios, así que pedí una cuba servida en una copa de un litro, como si la sed del Caribe tuviera medida. Luego, animado por el ambiente y la seguidilla de temas ofrecidos por el conjunto que alumbraba el escenario, y para no desentonar, me aventuré con una bebida que no acostumbro: un mojito, igual de generoso, que apuré cuando me avisaron que el lugar cerraba a las diez. Lo lamenté, aquel era un lugar magnífico para quedarse encerrado.

Los meseros eran atentos, veloces, con un ritmo que mezclaba profesionalismo y picardía. Uno de ellos me susurró que si quería seguir la fiesta había un sitio con más música, mezcal y mujeres que iría más allá de la medianoche y que todos —él, sus compañeros, varios clientes, quizás hasta los músicos— acabarían allá. Lo descarté. Yo ya venía agotado. Solo quería volver al hotel y envolverme en el aire acondicionado cual si fuera un chapuzón en la alberca.

Aunque ya se sabe, a veces cuando uno se rinde surgen otros planes. Al regresar por la calle 62, antes de doblar hacia el hotel, escuché el eco de un bolero flotando en el aire. Y ahí estaba de nuevo la casona, como si me estuviera esperando para cumplir la promesa que hice a la muchacha cubana que ahí reapareció.

—Estoy de vuelta para tomarme algo con ustedes —le dije—. Creo que llegué a tiempo.

Me sonrió con un gesto sin sorpresa. No soy el primero al que convence.

Entré. Me senté frente al grupo Trío Ensueño que tocaba los boleros. Detrás de mí, dos parejas cuchicheaban sobre sus andanzas de juventud. A mi derecha, un hombre mayor compartía mesa con dos mujeres cubanas que le flanqueaban. Para alguien que mirara de fuera podíamos pasar por nighthawks del Caribe.

La gerente del lugar, una mujer rubia, se acercó a ofrecer la carta. Le pedí un cóctel. Me miró con una mueca de disculpa: el bartender no había venido y ella no sabía preparar bebidas. Tendría que conformarme con una cerveza, a menos que pidiera algo muy simple. Vamos, le dije, creo que usted puede ayudarme. Qué le parece un gin tonic. Solo ponga ginebra en un vaso y complete con agua tónica. Échele un chorrito de limón. Nada más. Está bien, lo intentaré, dijo, como si le propusiera una travesura.

El acento de la mujer rubia también era cubano. Parecía que había aterrizado en una versión paralela de La Habana, esa que vive oculta en el centro de Mérida. Yo encantado. Todo terminó de encajar cuando vi el nombre del lugar en el menú: Bodeguita del Centro.

Al cabo de un rato, llegó el gin tonic. Fresco, bien logrado. La amable gerente me preguntó, con cierta duda en la voz:

—¿Qué tal le pareció?

—Usted tiene una mano con tino. Le dije que lo lograría.

Asintió con la dulzura que caracterizaba a aquel local, una calidez que no estaba en la decoración ni en la carta, sino en las personas. En ella, en la hostess, en otro mesero que me explicó los platillos, en los músicos que me saludaron al llegar como si fuera un viejo cliente. Me sentí en casa, aunque estuviera tan lejos de ella, aunque no la tuviera ya.

Los boleros seguían desfilando sobre el aire tibio del lugar. El Trío Ensueño desgranaba joyas una tras otra: «Usted», «Sin ti», «Bésame mucho», «Noche, no te vayas», «La gloria eres tú». En un impulso íntimo, grabé un fragmento de esta última y lo envié por video a una persona buena, que estaba a cientos de kilómetros, a modo de carta.

Luego vinieron las complacencias. Una para cada mesa, como si cada cliente trajera una herida secreta que necesitara una canción para sobrellevar en paz. Cuando llegó mi turno, pedí «La barca». Esa melodía que, como siempre, me llevó al sentimiento de añoranza que caracteriza a este tema.

Dicen que la distancia es el olvido
Pero yo no concibo esa razón
Porque yo seguiré siendo el cautivo
De los caprichos de tu corazón

[…]

Hoy mi playa se viste de amargura
Porque tu barca tiene que partir
A cruzar otros mares de locura
Cuida que no naufrague en tu vivir…

 

Terminé conmovido por la música, por el momento. De tanto en tanto intercambiaba miradas cómplices con el hombre de la mesa de al lado y sus acompañantes, quienes también conocían a fondo esas melodías. Seguí pidiendo de beber.

En una ida al baño noté que era tarde y que al día siguiente tendría que madrugar. El lugar, además, empezaba a cerrar. Hay sitios de los que uno no quiere irse, pero de los que es mejor marcharse a prisa, antes de que lleguen los guardias y apaguen las luces o cualquier imprevisto arruine el recuerdo.

Antes de irme, el hombre de la mesa de al lado se acercó.

—Noté que le gustan las canciones Luis Miguel —me dijo.

—Mucho —respondí, sin saber a dónde iba.

—Déjeme presentarme. Soy escritor. Yo escribí la letra de una canción que quizá usted ha escuchado alguna vez.

—¿Sí? ¿Cuál?

—«Yo sé que volverás», de Luis Miguel. Me llamo Luis Pérez Sabido. Mucho gusto.

 

Me costaba creerlo. Había escuchado esa letra docenas de veces (musicalizada por Armando Manzanero) sin imaginar que un día coincidiría con su autor en un rincón de Mérida, del que pude haberme perdido de haber cedido a la abulia.

—Es un honor —le dije—. Me encantaría mantener contacto con usted, pero me he quedado sin tarjetas.
—No importa. Vuelve aquí. Suelo venir los jueves de boleros.
—Está bien, volveré.

Al salir, saludé a los músicos que ya charlaban con una cerveza en las mesas del jardín delantero. Agradecí tambaleante a la dueña por el gin tonic improbable y, sobre todo, a la hostess, que aquella noche me había abierto la puerta no solo a un gran lugar, sino de algo más profundo: la historia que había salido a buscar.

—Yo estaba perdido antes de verte —le dije—. Y esta noche me has hecho feliz.

Ella sonrió comprensiva ante mi ridículo.

Volví caminando al hotel con el espíritu renovado, recordando una antigua verdad que había olvidado entre correos electrónicos y obligaciones. Lo importante de la vida está allá afuera, escondido en guaridas donde aún suena la música, donde alguien se sienta a conversar sin mirar la hora, donde una desconocida te cambia la ruta con un guiño.

También está en las viejas costumbres: leer, escribir, dejarse tocar por una canción. Me prometí volver a aquella Bodeguita del Centro… y también a eso que más me gusta de la vida. Que nada destruya nuestros amores. Ni los que ya fueron ni los que están por venir.

 

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