Deportes
La vida siempre se abre paso a través de la propia vida | Columna de Jesús Alejandro Tello
SET, GAME AND MATCH
Si alguien observa una tabla por año de los campeones de los torneos de Grand Slam de 2003 a la fecha, es evidente el dominio de tres nombres: Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Hay algunos otros que apenas se distinguen de entre los tres anteriores, como Juan Martín del Potro, Andy Murray, Gastón Gaudio, Marat Safin, Andy Roddick o Marin Čilić, quienes ganaron un título de major —o Stanislas Wawrinka, quien ganó dos—; son apenas islas pequeñas dentro del océano completo.
Sin embargo, tengan 20 títulos o apenas uno, estos tenistas comparten un aspecto en común: nacieron antes de 1990. A esto habría que sumar otro aspecto que me parece pertinente resaltar: en las últimas cuatro temporadas, los títulos se los repartieron solo entre los veteranos Federer, Nadal y Djokovic; pareciera que es un espejo de hace 10 años, aún en su juventud profesional.
Ya hace 3 años, en Game, Set and Match del 14 de agosto de 2017, «El ocaso de los grandes», que se publicó aquí mismo en La Orquesta, me atreví a decir que «Los Cuatro Fantásticos» —con Murray como el cuarto grande— habían vivido ya sus mejores años. Pero para mi sorpresa, el dominio de Roger, Rafa y Nole no cayó, sino que se mantuvo.
En ese mismo texto, di cuenta de tenistas que alguna vez fueron promesas para liderar el ranking y acaparar títulos, pero estos vieron cómo su llegada a la cima se desmoronó debido a «Los Cuatro Fantásticos», tales como Kei Nishikori, Čilić, Wawrinka, Tomas Berdych, del Potro, o Jo-Wilfried Tsonga. Todos ellos han sido tenistas de primer nivel, pero es comprensible que no hayan tenido los reflectores apuntando hacia ellos.
Así también, como me atreví a vaticinar el pronto ocaso de los grandes —fallando, claro está—, hice lo mismo con quienes pudieran ocupar su lugar llegado el momento, con la ventaja de no estar bajo la sombra como los anteriores, y siendo muy jóvenes en aquel 2017. Nombres como Dominic Thiem, Nick Kyrgios, Borna Coric, Taylor Fritz, Hyeon Chung o Alexander Zverev fueron mis gallos para la bola de cristal que predice el futuro. Y aunque me parece que un movimiento prudente es ser un poco más conservador en los cálculos, destaco al austriaco Thiem y al alemán Zverev, quienes desde entonces han tenido un desempeño inigualable, al grado de que ambos disputaron la final del Abierto de Estados Unidos hace unos días. De este duelo saldría, ganara quien ganara, el primer campeón de un major nacido en la década de los 90.
Al final, luego de un encuentro muy reñido, Thiem levantó el trofeo de campeón, luego de un regreso de 2 sets abajo, y un quinto set llevado a la muerte súbita, donde su colega y amigo Sascha Zverev llegó a servir para el título.
Ahora, luego de este 2020 en el que Rafa, Federer y Nole se han vuelto aún más veteranos, y luego de un año de poca actividad debido a la pandemia de COVID-19, ahora sí considero que los tres pueden ir a la baja —o al menos los primeros dos, de mayor edad—. Y de una vez por todas que otros nombres figuren en la lista de títulos y lideren el ranking. Entre ellos, estoy seguro que estarán Dominic Thiem y Sascha Zverev.
TIE BREAK
En la rama femenil, el Abierto de los Estados Unidos vio coronada a Naomi Osaka, una joven japonesa de tan solo 22 años pero con tremendos drive y servicio. No se dejen engañar por su corta edad; cuenta con 3 títulos de Grand Slam, ganados ante jugadoras top: dos veces el US Open, contra Serena Williams (2018) y Victoria Azarenka (2020); y una vez el Abierto de Australia, contra Petra Kvitova (2019).
Sin duda, atestiguamos a una joven gigante.
Nos leemos pronto.
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Deportes
México se enfrentará a rivales “sencillos” en el Mundial 2026
La presidenta Sheinbaum destacó en el sorteo reafirmando la capacidad de México para recibir al mundo
Por: Roberto Mendoza
Este viernes 5 de diciembre, en el Centro John F. Kennedy de Washington D.C., se realizó el sorteo para la Copa Mundial 2026. Una parte de la afición expresó quejas en redes sociales calificando la ceremonia de larga, tediosa y política. Al exterior del recinto se registraron protestas de grupos activistas, mientras que al interior, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, entregó un “Premio de la Paz” a Donald Trump, justificando el galardón como un reconocimiento a los esfuerzos del mandatario estadounidense en dicha materia.
En el palco de honor estuvo presente la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, junto a los líderes de Estados Unidos y Canadá. Durante la confirmación de México como cabeza de serie del Grupo A, la mandataria declaró: “México es tierra de fútbol, de historia y de calidez humana. Estamos listos para recibir al mundo en el Estadio Azteca y en todo nuestro país, demostrando que nuestra capacidad de organización está a la altura de nuestra pasión. Este Mundial será una fiesta de unidad y fortaleza para nuestra nación”.
El sorteo estableció la conformación de los 12 grupos del torneo. El Grupo A quedó integrado por México, Sudáfrica, Corea del Sur y el ganador del repechaje europeo; el Grupo B lo encabeza Canadá con Suiza, Qatar y un repechaje; y el Grupo D ubica a Estados Unidos junto a Paraguay, Australia y un rival europeo. Los otros grupos quedaron liderados por Brasil (C), España (E), Francia (F), Alemania (G) y Argentina (H), completando la lista de cabezas de serie Inglaterra, Italia, Países Bajos y Bélgica.
En el marco del evento, Donald Trump declaró públicamente que sostendría una reunión con la presidenta Sheinbaum. Paralelamente, circuló el rumor de una reunión informal tras bambalinas entre ambos mandatarios, en la cual supuestamente estuvieron presentes el canciller Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, de quienes se dijo dejaron sus lugares durante la ceremonia para asistir a dicho encuentro privado.
La FIFA indicó que el nuevo formato de 48 equipos y 104 partidos responde al objetivo de hacer el fútbol “verdaderamente global”, razón por la cual la logística del evento se extendió más de lo habitual. El torneo dará inicio oficialmente el próximo 11 de junio de 2026 en la Ciudad de México.
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Deportes
Plan de San Luis renace: habrá cancha para americano, pero no equipo profesional
El gobernador dijo que el objetivo es fortalecer a ligas locales y ofrecer un espacio digno para finales y torneos
Por: Redacción
El gobernador Ricardo Gallardo Cardona aclaró que, pese a la remodelación del antiguo Estadio Plan de San Luis —ahora Centro de Alto Rendimiento—, no existe un proyecto para traer un equipo profesional de fútbol americano al estado. La prioridad, aseguró, es fortalecer a los equipos locales y convertir el inmueble en un espacio funcional para múltiples disciplinas.
Gallardo explicó que la nueva cancha será multiusos, lo que permitirá albergar partidos de fútbol americano y de fútbol soccer, así como finales y torneos de distintas ligas locales. “Queremos incentivar a los equipos de San Luis Potosí para que puedan jugar aquí, en un espacio digno”, afirmó.
El mandatario recordó que hace dos años se realizó una inversión para rehabilitar las gradas, que presentaban daños estructurales y no podían utilizarse por indicaciones de Protección Civil. Con esas reparaciones concluidas, ahora el enfoque está en modernizar la cancha y la iluminación, con la intención de que el recinto sea utilizado por escuelas, ligas amateurs y competencias profesionales tanto de soccer como de americano.
“Queremos devolverle la vida a este lugar”, sostuvo Gallardo, destacando que el Centro de Alto Rendimiento será un espacio más versátil y seguro para la comunidad deportiva potosina.
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#4 Tiempos
Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.
Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.
Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.
El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.
El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido. En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.
Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.
El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.
A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.
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