octubre 8, 2025

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#4 Tiempos

Lo personal es político | Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO. 

Durante la tarde del domingo 23 de agosto del año en curso, el Departamento de Policía de Kenosha, Wisconsin, recibió una llamada de una mujer solicitando protección de su novio. La policía llegó y trató de detener a Jacob Blake —novio de la mujer—, quien se encontraba cerca de su vehículo y con sus hijos dentro del mismo. Los agentes acudieron a donde se encontraba Jacob y trataron de arrestarlo utilizando una pistola eléctrica. No lograron contenerlo y él abrió la puerta de su vehículo y se inclinó hacia adelante. Ante esto, uno de los policías desenfundó su arma de fuego y disparó en siete ocasiones a la espalda de Jacob.

Hasta el momento, la reconstrucción de los hechos no ha podido ser atendida a plenitud: las cámaras de las patrullas y los videos de los testigos no lograron captar con precisión lo sucedido. La situación de Jacob y su novia aún no ha sido esclarecida; en la llamada a la policía, ella dijo que su novio “no debería de estar allí”. También fue encontrado un cuchillo en el automóvil de Jacob.

¿Jacob estaba abusando físicamente de su novia? No lo sabemos. ¿Abrió la puerta del vehículo para sacar el cuchillo? Tampoco lo sabemos.

Sin embargo, lo que sí es un hecho es que Jacob Blake —ciudadano afroamericano— recibió siete disparos a quemarropa por parte de un oficial de policía, haciendo un uso completamente desmedido de su autoridad. Es un hecho que sus hijos (menores) se encontraban al interior del vehículo. Y también es cierto que Jacob, una vez en el hospital y sin ninguna posibilidad de volver a caminar, fue esposado a la cama en la que lo atendían.

No me corresponde juzgar la evidencia disponible, ni las hipótesis que se manejan, ni la culpabilidad de Blake; esa es potestad del juez. Con esto aclarado, le puedo decir a usted, lector, que de lo que sí me ocuparé es de lo que sucedió después, específicamente el tema con la NBA y el presidente Trump.

En el clima tenso que se respira en los Estados Unidos desde el asesinato de George Floyd, la indignación que provocó la brutalidad cometida contra Jacob Blake llevó a los basquetbolistas del Magic de Orlando y los Bucks de Milwaukee a salir a calentar con uniformes negros, antes del partido. Posteriormente, a la hora de entonar el himno nacional, los jugadores, árbitros y técnicos se hincaron en señal de protesta. Acto seguido, los jugadores de los Bucks decidieron no salir a jugar el partido de playoffs.*

Después de este acto de protesta, los equipos de la NBA se reunieron y acordaron suspender los partidos restantes de la temporada, aunque después recularon y decidieron que sí llevarían a cabo los juegos, al tiempo que solicitaron mejoras al acceso a la votación presidencial (Trump se ha opuesto fuertemente a la votación por correo). Este boicot llevó al presidente Trump a desacreditar la protesta y afirmar, entre otras cosas, que “lo que le está haciendo a la NBA va a destruir el basquetbol”. Jared Kushner

, por su parte, señaló en un tono irónico que los jugadores de la NBA pueden darse el lujo de tomarse la noche libre y no trabajar. Posicionarse de esta manera ante la ola de brutalidad y excesos por parte de las autoridades y supremacistas blancos en contra de las minorías representa un desentendimiento grave de dos conceptos: la política y lo político.

Sin el ánimo de entrar a una discusión filosófica, la política, en términos generales, se refiere únicamente al conjunto de discursos e instituciones en donde se ordena y organiza la existencia humana. Lo político, en contraste, hace alusión a un conflicto de carácter público, cuya intensidad es tal que distingue entre amigo y enemigo. Estos conflictos, inherentes a la sociedad, radican en la esfera de lo político cuando existe la posibilidad de que sean resueltos de manera violenta, sin embargo, dejará de ser político cuando se vuelva violento. Tienen la función de que, cuando sean resueltos, sirvan como orientación a la vida diaria.

Esto quiere decir que todas las situaciones conflictivas en las que enfrentamos a alguien son parte de lo político: es un acto político manifestar una opinión política en un medio de comunicación; es un acto político que una madre salga a marchar para exigir justicia por la desaparición de su hija; es un acto político protestar en contra de los actos brutales que ejerce el Estado en contra de las minorías.

Los actos políticos no solo se llevan a cabo en las instituciones políticas, pueden venir de cualquier lado y en cualquier momento. Aunque a las autoridades no les guste, la ciudadanía ya no solo asume su rol de político el día de las elecciones, sino que han entendido que es una tarea cotidiana y de constancia requerida para que las instituciones estén en función de las demandas de todos, no solo de unos cuantos.

La paradigmática protesta de Colin Kaepernick en 2016 ha allanado el camino para que cada vez más la sociedad pueda encontrar, en sus respectivas trincheras, una voz que sea escuchada por todos. Los Bucks y el resto de la NBA han logrado poner esta discusión en boca de más personas, para así ampliar el mensaje en contra de la violencia racial. Que así lo escuchen el presidente Trump y sus asesores.

 

* Milwaukee es la ciudad más poblada de Wisconsin, estado en donde ocurrió el tiroteo a Jacob.

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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Opinión

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