septiembre 15, 2025

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#4 Tiempos

La admiración puede ser el peor pecado | Columna de Óscar Esquivel

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Rosario Robles

Desafinando

 

¿Quién no ha admirado a un personaje en su vida que sea ejemplo para nosotros en convicciones, ideales? Desde un héroe de la patria, hasta una madre o padre, algún confesor o guía espiritual a los grandes profetas de la historia: son admiraciones justificadas casi siempre nacidas en el bien. Existen las admiraciones injustificadas, que refieren un síntoma de imbecilidad; así nacen las críticas hacia los contrarios, tan tempestivas que lo hacen un vicio poco creíble, es decir, criticar sin fundamento, solo por lealtad mal interpretada al personaje admirado, convirtiendo todo   contenido moral de las personas, si es que las tienen, en mediocridad del pensamiento.

En nuestras circunstancias a la mexicana, es inaudito que existan personas ciegas por el veneno implantado por años, adoctrinados en la defensa del corrupto, a tal grado que llegan a la desvergüenza, es como aquello de: “Algo peor que un político corrupto es un ciudadano que los defienda”, así estamos, si se castiga al delincuente que roba unos zapatos, la autoridad está actuando, si la justicia castiga a un funcionario corrupto afines a sus conveniencias, la justicia lo hace mal: venganzas políticas, plantaron pruebas, chivos expiatorios, etcétera. Eso sí, con una dosis de mentadas a la progenitora del justiciero.

No en vano nuestra América, en su historia brava, sangrienta llena de altibajos políticos de invasiones extranjeras, cada paso que se daba para consolidar un estado de derecho, venían otros, aún cuando se querían como amigos y colaboradores en las luchas, se traicionaban a morir y por supuesto la impunidad se consolidó en todas la regiones del continente. Llegamos hasta nuestros días y seguimos igual, con algunas diferencias que en México aún le tienen miedo a castigar con rigor al delincuente común y pavor al delincuente de cuello blanco, al poderoso económico y político, otros países tristemente nos llevan la delantera.  

ROSARIO Y SUS ZAPATOS

El México que queremos parece tardar en llegar. No quisiera especular si la justicia se está llevando a cabo con pulcritud o se está desviando a intereses políticos, pero el caso de la señora Rosario Robles se dejó crecer. En el primer año del expresidente Peña Nieto, recuerdo, en un discurso el mismo Peña, salió a defenderla mejor que a su hijos,  diciendo a los asistentes: “Rosario, deja que los críticos hablen, sabemos que estamos avanzando para erradicar la pobreza”, dijo referente a las constantes quejas de desvíos de recursos destinado a los pobres, al campo, como siempre los actores del momento, tristemente miembros del PRI y aliados súper poderosos económicos ofrecieron su respaldo incondicional, solapando toda la corrupción imperante y descarada y eso solo en materia de combate a la pobreza. 

Bien por el presidente López Obrador, sea su exaliada, consejera, compañera de partido, pero hizo lo correcto: Rosario Robles Berlanga está en la cárcel, como una vulgar delincuente, ahora esperemos que no sea solo un cortina de humo para distráernos de otros problemas, como el desempleo, la caída de la actividad económica, la creciente ola de violencia, creo en buen deseo que sea una política permanente y no, una hoja de papel en blanco, no escrita para que la historia lo juzgue.

Ahora nadie quiere verse en sus zapatos de mil dólares que compró “la Robles”. Por el momento los dejó guardados en su clóset. Son de varios colores y el mismo estilo: por algo Meade, el excandidato priista, corrió a Palacio Nacional a entrevistarse con el Secretario de Hacienda

, para ponerse a la orden y escudriñar entre las 60 cajas de papeles sin valor que entregó Rosario al juzgado e intentar validar su inocencia, que nunca llegó. La encerraron a las 4.30 am, del martes 13 de agosto, sin zapatos que la hagan ver más alta, pues hoy goza de la igualdad, la generosidad, la compasión de las “pobres” reclusas de penal. 

PRIISTAS INCRÉDULOS

1.6 millones de militantes priistas salieron a votar el pasado domingo. El triunfador, según lo ratificaron los priistas engolosinados con el poder, Alejandro Moreno, “Alito”: así, chiquito. “Ganó la elección” interna y no se dio cuenta que con el 85% de la votación marrullera, mapachera, maiceada, imperfecta, esos votos serán sus puntos débiles, en el futuro le exigirán lo que ciertamente no podrá cumplir,  la democracia interna, sobre todo en los estados gobernados por priistas, querrán a toda costa mantenerse en su cargos de elección o como servidores públicos, pero soltar el poder, olvidémonos de eso.

Los priistas no se equivocaron, votaron por lo que a su parecer seria lo conveniente, pero no se dieron cuenta que ante la sociedad, el Partido Revolucionario Institucional quedo nuevamente en evidencia, a esa sociedad que tanto le están ofreciendo cambiar, la invitan a unirse, cuando siguen igual de chapuceros. Un presidente del Comité Directivo Nacional llegó con apoyo de otros partidos, que derrochó millones de pesos en regalos y compra de votos, donde la futura secretaria general, esposa de uno de los personajes más señalados por actos de corrupción, Rubén Moreira, exgobernador de Coahuila, ayudó al triunfo, comprando votos en su estado, una participación atípica de más del 85% del padrón priista, esto fue lo que lograron, con su voto dejaron al viejo PRI que representa hoy, el millón y medio de personas en todo el país.

Para Ivonne Ortega, que desea quedarse para continuar en la lucha, se espera una mayor audacia solo si se desvincula del deseo personal de alcanzar cargos y mantenerse en el círculo del poder, si realmente desea el cambio, alcanzar el poder significara más que palabras, esto será únicamente la congruencia entre el desear el poder y tener el poder verdadero. No es poca cosa, el verdadero poder significa más que la crítica, es la movilización, las ideas y el pacto irremediable con quienes desean el cambio absoluto de la política.

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#4 Tiempos

Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.

San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.

Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.

El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.

La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.

Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.

Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.

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#4 Tiempos

De conformidad con Armani | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Le debo mucho a personas de las que ni siquiera recuerdo el nombre. Hace quince, quizá veinte años, leí un artículo sobre Giorgio Armani en una revista de la que no retengo ni el título ni el autor. Lo único que llevo clavado en el pecho es el párrafo inicial que aún conservo como recorte y que cada tanto acude a mi memoria por dejarme una lección sencilla e invaluable: la de resistir.

El texto decía:

Cuarenta y tantos años y te va… «bien». Ese sentimiento es tan común para muchos hombres. Es una sensación que les da escalofríos en el alma cuando se ven al espejo, porque es el momento en que se dan cuenta de que deben guardar en un cajón sus antiguas ambiciones juveniles. Es la hora de conformarse con lo que se tiene.

Pero Armani decidió que no se conformaría. En julio de 1975…

 

Es lo único que tengo de aquel artículo, y ha sido suficiente. Ahí estaba lo esencial: no renunciar a los ideales. El autor evocaba el carácter de Armani, esa estrella tardía que rozaba los cuarenta mientras seguía a la sombra; trazando para Cerruti, elogiado a medias, con algunos cumplidos y atenciones, aunque bajo el nombre de otro. Condenado al taller ajeno y volver vacío a casa.

Muchos habrían sido felices con lo que Armani tenía por entonces. No estaba nada mal. Una profesión estable, buena paga, un lugar en la industria, sin riesgos, cierta tranquilidad. Sé feliz con tu trabajo. Si se lo proponía, podría llevar una vida manejable, moderadamente satisfactoria.

Pero para los espíritus de primera línea la conformidad es intolerable. Armani sabía que dentro de sí había algo más, y se decidió a buscarlo. Tuvo la fortuna de un fino soporte: su querido Sergio Galeotti. Los primeros pasos de un visionario precisan de alguna confirmación, un guiño que eche para adelante en tiempos de flaqueza. Galeotti representó eso para él.

Al cabo de un tiempo, ese hombre que parecía llegar tarde acabó por adelantarse a todos. Armani se convirtió en el diseñador italiano más famoso de su época, un emblema del estilo europeo. También un magnate y un símbolo. Su apellido se volvió sinónimo de calidad y seducción.

Mucho aprendí de aquel ejemplo. Un volantazo siempre es posible, incluso cuando el calendario insiste en dictar lo contrario, por mucho que las circunstancias se empeñen a adjudicar espacio en un rincón. He vuelto a esas líneas en mis horas de duda para recordarme que no hay límite de edad para dar la batalla, y que nadie la dará por nosotros. Después he encontrado historias semejantes, de hombres y mujeres que, en sus cuarenta, cincuenta, setenta o más allá decidieron no resignarse y se levantaron de la mesa para reclamar lo que aún podían ser, imponiéndose ante un pa norama sin emoción.

De Armani supe más tarde otras cosas. Cada que me adentraba venía mayor fascinación. Trazó para mí un ideal: ir arreglado y rodeado de bellas mujeres. Morir entonces con lentitud, con la gracia de una hoja que cae en una danza admirable. Su apego a la limpieza, heredado de su madre (desde niño tuvo un paño entre las manos para borrar lo que está mal con el mundo); su capacidad de desprenderse de lo que sobra, de lo chillón, de lo que hace ruido. «Hay que descartar todo lo demasiado llamativo», repetía, «y buscar algo más sutil, más silencioso». Así eran sus trajes, bondadosos en su ligereza, como una segunda piel que no aplastaba a quien la vestía. Supo que la comodidad era una expresión de la libertad. Las tres camisas que llevaba en la maleta.

El tono de su piel recordaba a la pulpa de una naranja madura recién abierta, un resplandor cítrico rodeado siempre de gente guapa, como si la belleza tuviera que escoltarlo. Acqua di Giò fue el primer perfume que convirtió en universal lo exclusivo. Alberto Morillas atrapó en un frasco la luz de un mediodía frente al mar, y Armani supo reducirlo en una frase: lo más importante es ser normal.

Él y sus modelos eran un brillo en medio de la decadencia de la civilización, un lujo popular que los pasajeros de un autobús vislumbraban al pasar frente a un anuncio o al mirar una película de Richard Gere. Supo ser el verano en una piscina, un yate cargado de aceitunas y también un rascacielos con pisos de mármol. Como revés a un verso de aquel poema español del siglo XV «Edechas a la muerte de Guillén Peraza», con Armani no se veían pesares, sino placeres.

Los maniquíes sueñan con portar piezas de Armani y ser acomodados por él en un escaparate, con la calma de un pintor impresionista. Diseños que juegan con los ojos, el anhelado capricho de llevar sus telas, que al final él resumía en su atuendo ligero, camiseta, pantalón, chaqueta, el peinado echado para atrás y esa sonrisa simétrica, flecha del estilo que entra por las fosas nasales. Gracias sus propuestas más de uno se animó a ser un yuppie es vez de caer en las sucias garras del jipismo.

En el delirio de mis comparaciones, pensaba en cierto diseñador estadounidense de cara atomizada como una extensión de Burger King, ahí donde Armani era una vuelta al Mediterráneo. Como Giorgio, desprecio a la gente que se aprovecha de la ingenuidad de la gente para alcanzar el éxito o, en última instancia, llegar al poder.

El mundo bien pueda dividirse en conformistas e inconformes. Los primeros se abandonan al asiento torcido de la rutina en cuanto les parece tolerable (y no les va tan mal); los segundos viven con el aguijón de no estar nunca en su sitio, y por eso se levantan y vuelven a intentarlo en su despecho. No siempre logran lo que persiguen, pero su combate en sí mismo ya es una inspiración. Giorgio Armani contaba que el mayor legado de sus padres fue un «sentido de dignidad», junto con la tenacidad y fortaleza mental suficiente para resistir en los momentos difíciles. Ropajes aparte, la historia de aquel hombre que, cumplidos los cuarenta, se lanzó a por todas, constituye un regalo de buen moño para quienes aún creemos que nunca es tarde para empezar de nuevo.

 

Contacto

Correo: yomiss@gmail.com
Twitter: @Bigmaud

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#4 Tiempos

Gustavo López, presentación de su libro He aquí al hombre | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Una introspección reconstruyendo su propia génesis a través de la palabra Gustavo López Hernández escribe He aquí al hombre, su libro de poemas que recorre sus sentimientos forjados a lo largo de su vida artística y cotidiana. Si el designio del cometa es el regreso el designio de Gustavo López es transcurrir. Transcurrir que describe en su libro, si bien personal, de gozo universal, pues su palabra se disfruta y nos hace reflexionar sobre nuestro propio transcurrir. 

Su libro He aquí el hombre, será presentado en la librería Gandhi que se encuentra en el edificio Ipiña en Plaza de Fundadores, el día 12 de septiembre en punto de las seis de la tarde, contando con la participación de la poetiza Fabiola Amaro y un servidor.

Gustavo López es un referente en la música popular mexicana y en especial la denominada folclórica, que tuvo su momento de brillantez en los setenta y ochenta en ese México que se apuraba en formar músicos y cantantes que rescataran nuestras raíces musicales y dieran frescura con nuevas obras a ese arte lirico que mezcla la música y la palabra.

López Hernández participó en la formación de ese tipo de grupos musicales, como el caso del grupo “CADE” que difundía el folklor mexicano y a experimentar con composiciones que mezclan ese folklor con otros elementos musicales. Funda, en compañía de otros jóvenes el Centro para el Estudio del Folklor Latinoamericano (CEFOL). Este Centro fue el crisol en la formación de compositores interpretes y músicos que refrescaron el ambiente musical mexicano. Figuras como Eugenia León, Marcial Alejandro, Guadalupe Pineda, Roberto Morales, entre muchos otros, emergieron de ese Centro.

Gustavo López lleva en la sangre la vena musical de su tierra juchiteca donde nació y de donde fue a la ciudad de México a fincar su formación. Estudiando la preparatoria y posteriormente Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, estudios que combinaba con los de música, haciendo algunos estudios en la Escuela Superior de Música.

El célebre grupo de música folclórica latinoamericana, Los Folkloristas, lo tuvo como uno de sus miembros desde 1978 y hasta 1982. Desde entonces se le conoce como un compositor cuyas obras han sido estrenadas en los mejores escenarios mexicanos y sus canciones se han convertido en refrentes de la nueva música mexicana.

Como artista, también ha incursionado con éxito en la pintura, donde su obra se ha presentado en exposiciones individuales y colectivas en Oaxaca y Ciudad de México, así como fuera del país como fue su exposición en Puerto Rico.

Su impronta en la cultura de su estado ha quedado, además de su trabajo musical y pictórico, en la ilustración y creación de obra en el libro Oaxaca Recóndita de Wilfrido C. Cruz que editara el Instituto de Educación Pública de Oaxaca.

En agosto de 2024 publica su primer poemario He Aquí al Hombre, bajo el sello de Laberinto Ediciones, el cual ha estado promocionando en diversas sedes del país, y que ahora llega a San Luis Potosí, con la presentación del libro el viernes 12 de septiembre a las 18:00 horas en la librería Gandhi de Plaza de las Fundadores.

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