julio 28, 2025

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#4 Tiempos

¿Dónde está Gabino? Pues con Carreras | Columna de Óscar Esquivel

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Desafinando

 

Somos seres que pensamos que alcanzar la sabiduría es conocer algo, sin ponernos a reflexionar que ignoramos muchas cosas más. Acertamos en muchas cuestiones, pero duplicamos los errores; somos capaces de repetir los mismos, creyendo que tenemos la razón, a pesar de esto, no es posible sacarnos del error y mucho menos escuchar “me equivoqué”. El mundo está lleno de simuladores, dicen que aquellos que no se equivocan es porque nunca han hecho algo, no se mueven, y lo peor: casi nunca proponen algo razonable.

Vivimos en la desdicha de que quienes gobiernan al mundo cometen errores que perjudican a las sociedades, no reconocen sus faltas, ni mucho menos les satisface el daño, por aquello de la debilidad. No escuchan los reclamos ni las quejas, ¡vamos! ni los suplicios. El poder es enfermizo, el error su cáncer.

“El hombre educado, con integridad es capaz de confesar sus faltas y reconocer sus errores” Benjamin Franklin.

Sin embargo, en toda esta gama de errores, existen los aduladores que encubren las faltas de sus jefes. Hacerle saber que fue un “pecadillo” (eso si, nunca le digas que su indiferencia desmaterializo los sueños o preocupaciones de muchos porque serás minimizado) es el comportamiento de la camarilla del poder en nuestro estado.

Inexplicablemente o mal comunicada, como siempre, y a la falta de mensajes claros, la ciudadana potosina que no entiende el por qué no se ha realizado un declaratoria de emergencia al día de hoy este es el estatus.

Una discordancia de las instancias de protección ciudadana gubernamental ha hecho crecer el incendio de la Sierra de San Miguelito, San Pedro y ahora, Guadalcázar. Mientras tanto se consumen las reservas naturales. El silencio de los responsables de auxilio los hace culpables de la tragedia ecológica que vivimos.

Un día sí y otro también brotan las ambigüedades. Desde el gobernador, el presidente municipal y hasta los diputados locales, que deberían estar abanderando la lucha, no han dado un explicación concreta. Nos dicen que aún no existe condición alguna para declarar estado de emergencia, “en otro momento”, “ya no se requiere ayuda ciudadana”, y tan grave es la confusión que es mecha para prender el fuego del pánico.

“Se controló el incendio”… cinco minutos después: “ya no se propagó más”, y el gobernador esperando la lluvia, (ha de pensar que no es necesario solicitar la declaratoria de emergencia porque el dios de la lluvia, Tláloc, nos socorrerá mañana). Segundos después: “¡ah sí! sí hay la necesidad” porque amanecí con antojo de declarar la emergencia, y todos nosotros: como tontos.

Aunado a esto, el control de daños no está previsto. La siempre verde secretaria de Ecología y Gestión Ambiental del Gobierno del Estado, personita que poco trabaja en su despacho y si trabaja, será después del GYM y del desayuno en restaurantes caros de Lomas( ¡eso sí!): Doña Yvett Salazar, durante estos penosos incendios se puso dar conferencias “ mañaneras” redundando siempre en lo mismo “ no es tiempo de valorar daños”, al fin y al cabo después de los incendios asistirá a valorar los daños, con expertos, no quiere quemar sus cartuchos político para el 2021 o que la ropa le huela a humo. ¡Gabino, Gabino aquí estoy!

Muchas preguntas con respuestas que ya podríamos conocer de antemano; ¿el gobernador estaría enterado de la magnitud del siniestro en la sierra de San Miguelito? ¿Por qué Carreras no ha actuado en tiempo y forma solicitando apoyo al gobierno federal? No quiso escuchar a los expertos ¿por qué utilizó helicópteros que no son para apagar fuego? ¿La dejadez sería para solventar los favores a los ambiciosos fraccionadores? Total, terreno desmontado, vale más el metro cuadrado, aún cuando parece ser que el señor afirmó y juró que la Sierra San Miguelito es del pueblo, “nosotros queremos preservar esas áreas naturales para todos, y ya dimos una muestra al decretar (protegida) una parte importante de más de 12 mil hectáreas”, un parte importante no toda la sierra ¡aguas!

No solo Carreras el “gober del error”, también su pupilo que entrena para la gubernatura, Nava, quien pareciera estar en schok, impávido, descoordinado, con un comunicación social fallida y lo más grave, por no “manchar su Imagen” no enmiendan sus errores y ni los reconocen.

Y a todo esto ¿Dónde está Gabino? ¡Sí! Morales, el muchachón todo delegado federal.
Si lo ven díganle que hay problemas, se la pasa en grillas acomodando la piezas del ajedrez político. No se entiende la ausencia del súper delegado federal, si los partidos como el Verde están ocupados con sus nuevos miembros de “buena reputación” aplaudidos como artistas del palenque. Todos unos honorabilísimos distinguidos de la política potosina, que seguramente serán bien utilizados por Morena, o por el PRI si se descuida la militancia, cuando llegue el tiempo de repartir el pastel.

Los militantes de Morena jalando la cobija para todos lados, donde veremos quién será el futuro ungido de AMLO, o del mismo Gabino, para ocupar los altísimos cargos que les serán conferidos por la ciudadanía. Los pobres del PAN, andan embobados con Xavier Nava, que ni los zapatos que adquirió le quedan. Su pecado más grande es la falta de sentido común de casi todos sus colaboradores. más cercanos y el PRI. De vacaciones pagadas por todos, también el presidente del Comité Directivo Estatal seguramente estará por alguna playa o un centro recreativo vacacional aunque sea la azotea porque ni su camisa roja logra verse, total que importan los desatinos de su” jefazo político” o seguramente estará pensando placenteramente que medalla colgarse del trabajo de algún miembro del partido o que consejo tamaulipeco le llega a sus oídos, así que con Elías Pesina ni contar.

Pero ¿dónde está Gabino Morales? En estos momentos pareciera, así lo creemos, realizando gestiones ante la federación para auxiliar a pagar los incendios del estado, tal vez nos equivoquemos, pero ningún medio lo ha visto por ahí. Entonces hace suponer que el muchacho sí está trabajando, total el que se mueve no sale en la foto o hay que moverse para salir en la foto.

El moverse causa errores, los ciudadanos tenemos la obligación de exigirle al gobierno respuestas, enmendar errores habla bien, pero también debemos colaborar de acuerdo a nuestras necesidades sin que nos lo pida la autoridad, cuidemos los bosques, no tirando basura, apagando fogatas correctamente, establecernos como una sociedad responsable, ante el medio ambiente, que esa sea la tarea, no cometamos faltas fatales que costara la vida de nuestros hijos.

Nos saludamos pronto.

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#4 Tiempos

La visita | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

Sucede en una novela de Chaim Potok (1929-2002), el novelista judío, titulada La promesa. Un adolescente, hijo de un famoso rabino norteamericano, es ingresado en un hospital psiquiátrico. Nadie sabe en realidad qué es lo que sucede con él, pero a veces se muestra demasiado violento y a menudo demasiado abstraído. Está todo el tiempo como encerrado en sí mismo, y arrancarle una palabra puede llegar a convertirse en la mayor de las hazañas. El mundo exterior le interesa poco y sus respuestas son casi siempre groseras y agrias. El muchacho se llama Michael. Michael Gordon.

¿Por qué se porta así? Eso es lo que sus padres quisieran saber. Sin embargo, poco antes de ser ingresado en el centro, Michael había hecho amistad con Reuven, el novio de una prima suya, de modo que es con él, y sólo con él, con quien puede abrirse libremente… De hecho, una vez habían ido juntos a la feria de un pueblo cercano a Nueva York, y poco después hasta salieron a navegar en un lago a la hora del crepúsculo y la brisa. Sí, eran amigos, de eso no cabía duda; por lo tanto, él era el único ser al que Michael podía confiarse en esta hora de crisis y tinieblas.

Mientras Michael está internado nadie debe verlo, salvo su familia: las visitas le están terminantemente prohibidas, y él se siente solo, profundamente solo. Pero, ¿y su amigo, su único amigo, donde está? ¿Qué hace mientras él se vuelve loco de pesar? Y, así, una noche suena el teléfono en la casa de Reuven; por supuesto, es Michael quien se halla al otro lado del hilo.

«-¿Reuven? Hola, Reuven -¿cómo había hecho Michael para acceder a un teléfono y llamarle? Se produce entonces un largo silencio-. Reuven, ¿me escuchas?».

Sí, Reuven lo escuchaba. ¿Qué había sucedido con este muchacho? ¿Qué nueva desgracia le había caído encima? De momento, una cosa era segura: que Michael no debía estar al teléfono, pues los reglamentos del centro psiquiátrico eran bastante claros a este respecto. ¿Estaba hablando, pues, a escondidas?

«-Reuven, ¿estás bien? –la voz de Michael era como la de un huérfano; las ondulaciones de su voz delataban una infinita tristeza.

»-Sí, estoy muy bien.

»-¿Por qué no vienes a visitarme? Ni una sola vez lo has hecho.

»Apreté con fuerza el teléfono y no dije nada –confesará más tarde Reuven, lleno de vergüenza.

»-Reuven –dijo Michael.

»-Aquí estoy, Michael.

»-¿No quieres venir a visitarme, Reuven?».

Éste no sabe qué decir, qué responder. Sí, una vez preguntó a alguien de la familia si podía visitar a Michael, pero como le aconsejaron que no lo hiciera, él ya no insistió más. Le dijo, y no mentía:

«-Pregunté si podía visitarte. Dicen que sólo tu familia tiene permiso para hacerlo».

Otro largo silencio.

«No supe qué hacer –confesará igualmente Reuven después-. No sabía si el hecho de seguir conversando con él y responder a sus preguntas podría resultarle perjudicial, o si era mejor aconsejarle que colgara, puesto que no tenía permiso para llamarme. No sabía qué decirle, ni si debía mantener algún tipo de reserva».

«-Oye, Reuven, ¿quieres visitarme?

»-Sí”.

“-Pensé que no querías. Ahora les diré que quiero verte. Te dejarán venir. ¿Vendrás, Reuven?

“-Seguro.

»-Me alegrará verte. Odio este lugar. ¿Recuerdas las veces que salimos a navegar, Reuven? Me acuerdo mucho de eso… De verdad, quiero verte, Reuven. Voy a gritar hasta arrancarme la cabeza. Te dejarán venir. Por favor, visítame, Reuven. Adiós».

Tan pronto como terminé de leer este diálogo, reproducido aquí a retazos por falta de espacio, cerré el libro y me puse a escribir este artículo. Si Reuven acudió a la cita de su amigo o no, eso todavía no lo sé. Por lo pronto, me basta con la ternura que oculta esa llamada. Y pienso en las personas que esperan nuestra visita y que nunca la tendrán; si ellos pudieran –quiero decir, si se atrevieran-, también tomarían el teléfono reclamando nuestra presencia. Pero no lo hacen por pudor, por vergüenza, por dignidad.

«¿Recuerdas cuando salíamos a navegar? Yo me acuerdo mucho de eso». Pero no: Reuven ya no se acordaba. ¡Qué pena! Pero no se trata ahora de Reuven, sino de nosotros: también nosotros quizá ya hayamos olvidado las hermosas horas que pasamos con algunas personas, pero éstas todavía las recuerdan y suplican a Dios que la experiencia pueda repetirse algún día, alguna vez. ¡Están tan solos! Y odian este lugar en el que nadie piensa en ellos.
Michael no se olvidaba de Reuven: él lo quería… Y me pregunto: ¿por qué las relaciones –todas, sin exceptuar ninguna- son siempre desiguales? Aun cuando una amistad parezca perfecta, siempre hay un amigo que quiere más y otro que quiere menos… ¡La vida es así!

Reuven se atormenta pensando si no le hará mal a su amigo seguir hablando con él. ¡Pero, Reuven, esto es lo único que podría curarlo: tus palabras! Sólo tú tienes la llave para abrir esa puerta, ¿y renuncias así como así a utilizarla? Venga, Reuven, utilízala, no tengas miedo. La palabra es curativa, y la tuya lo es para quien anhela oírla. Venga, habla con él.

¡Extraña manera de practicar la psicoterapia: encerrar a los enfermos, aislarlos todavía más, cuando lo que ellos necesitan es amistad y compañía!

Recuperar el hábito de la visita, hacernos visibles y tangibles para aquellos que nos esperan: ¡ah, si esto fuera posible, si nos diéramos tiempo para ello, no todo estaría perdido!

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#4 Tiempos

LamBot del Tec de Monterrey-SLP bicampeones mundiales de robótica | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Hace quince años la comunidad de la Preparatoria del Instituto Tecnológico de Monterrey campus San Luis Potosí comenzó un proyecto educativo basado en la ingeniería robótica que incluye aspectos de seguridad y mercado, entre otros, dentro de la corriente de tecnología educativa que suele ser conocida como STEM, iniciales en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

El programa del Tec de Monterrey campus San Luis lleva el nombre de LamBot 3478 y su gran esfuerzo lo ha llevado a ganar la competencia mundial más importante en el campo de la robótica, el Campeonato Mundial de Robótica FIRST en dos ocasiones convirtiéndose en el equipo que lo ha realizado en dos ocasiones. La más reciente hace algunas semanas en el campeonato Mundial celebrado en Nagoya Japón convirtiendo así en el referente mundial en tecnología educativa.

Los flamantes campeones mundiales pertenecen a la Preparatoria del Instituto Tecnológico de Monterrey campus San Luis Potosí, y han puesto en alto el nombre de México de San Luis Potosí y de su institución educativa.

De esta forma el equipo LambBot 3478 son, nada más y nada menos que, Bicampeones Mundiales de Robótica FIRST, encabezando una alianza estratégica que les permitió obtener el título en una de las competencias estudiantiles más exigentes y reconocidas del mundo.

La Preparatoria del Tec de Monterrey en San Luis tradicionalmente ha impulsado la participación de sus alumnos en las competencias educativas que se realizan en San Luis y que son cauces para eventos nacionales y mundiales, entre ellas las olimpiadas de física, matemáticas, química, entre otras, así como la participación en el Concurso potosino conocido como Fis-Mat de alta tradición en el país. Estos programas de apertura de espacios de educación extraescolar han permitido a instituciones como el Tec de Monterrey campus San Luis incorporar a sus propios programas educativos y el ejemplo de éxito más notorio es el programa LamBot que su continuidad ha colocado a los alumnos y profesores de esa institución en el escenario mundial de proyectos colaborativos que redunda en la propia preparación de sus estudiantes.

Con esta victoria, LamBot se convierte en el primer equipo mexicano en obtener dos campeonatos internacionales de FIRST Robotics Competition. Su primer triunfo fue en 2019, durante el mundial celebrado en China. Ahora, seis años después, México vuelve a levantar el trofeo, reafirmando su compromiso con el desarrollo tecnológico juvenil. Lo cual se convierte en un hito sin precedentes para la robótica mexicana.

La competencia de FIRST (For Inspiration and Recognition of Science and Technology) reúne cada año a los mejores equipos del planeta, quienes deben diseñar, construir y programar robots capaces de ejecutar misiones complejas en escenarios de alta presión. Lo que distingue a este certamen no es solo la precisión técnica, sino la colaboración, el ingenio y el impacto social de cada proyecto.

Durante la edición 2025 del certamen, el equipo mexicano unió fuerzas con los equipos 987 y 6962, formando una alianza altamente eficiente que superó con éxito las rondas eliminatorias. Juntos desarrollaron una estrategia basada en la coordinación táctica, adaptabilidad y una ejecución impecable de los desafíos.

Este desempeño excepcional fue determinante para obtener el campeonato ante una audiencia global y más de 160 equipos provenientes de países como Estados Unidos, China, India, Turquía y Brasil.

La Federación Mexicana de Robótica realizará en los meses de marzo y abril de 2026 el Torneo Mexicano de Robótica (TMR) 2026 que tendrá como sede la ciudad de Puebla y el cual estará organizado localmente por el potosino Dr. Alejandro Pedroza creador del célebre robot pianista mexicano Don Cuco el Guapo. Este Torneo Mexicano de Robótica es el torneo selectivo para conformar la representación mexicana para el campeonato mundial de robótica, donde esperamos figure algún grupo potosino y donde con seguridad estará presente el equipo LamBot 3478 a quienes felicitamos por sus logros.

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#4 Tiempos

El misterio de los libros | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS Minúsculas

Ciudad de México. Tres y media de la tarde. Salgo corriendo, empujado por los demás, de una estación del metro. Subo corriendo las escaleras, busco la luz, descubro la calle, me echo a andar por ella. De pronto, me detengo. Los libros siempre me detienen, y allí, en ese tenderete colocado en la salida de la estación, hay muchos, muchos libros. Unos están metidos en fundas de plástico, pero la mayoría no; otros ni siquiera conservan la cubierta original. Descubro al instante uno que me interesa: Piloto de guerra, de Antoine de Saint-Exúpery. Me digo a mí mismo que es una lástima, porque ya lo tengo. Sigo. Ahora toca el turno a los Papeles del oficio universitario, de Álvaro D’Ors. ¿Cuánto por éste?

El vendedor lo ve detenidamente, lo acaricia, dice que es un buen libro, que él pensaba leerlo en días pasados pero que de cualquier manera está dispuesto a vendérmelo. «Veinte pesos –dice por fin–. Pero si escoge tres puede llevárselos por cincuenta».

No discuto el precio. Tomo el libro. Y me llevo también el Piloto de guerra para regalarlo a algún amigo necesitado de buenas lecturas.

–Así son cuarenta pesos. Ande, tome usted el tercero para que sean cincuenta.

Vuelvo a planear sobre los libros y encuentro en un rincón del tenderete El rabino de Bacharach de Heinrich Heine. No sabía que hubiera una edición mexicana de esta obra, y el hallazgo, aunque no me hace precisamente feliz, me hace por lo menos sonreír.

Pago y me voy. Y esa misma noche, antes de irme a dormir, empiezo a leer los Papeles

de Álvaro D’Ors. En el frontispicio hay una firma, un nombre y una fecha. «Gastón Pardo P. Marzo de 1969. Guipúzcoa». Cierro el libro. Ya no quiero leer. ¿Quién fue Gastón Pardo P.? Y, sobre todo, ¿cómo hizo este ejemplar para llegar desde Guipúzcoa, en el País Vasco, hasta esta estación del metro, es decir, hasta mí?

Guipúzcoa. El nombre de esta ciudad me hace pensar en San Ignacio de Loyola. ¿Qué manos trajeron hasta acá este libro que hoy he comprado al precio de una cajetilla de cigarros de mediana calidad? Papeles del oficio universitario. No es que lo buscara, no, pero me salió al paso, y ahora está aquí, conmigo. De buscarlo, jamás lo habría encontrado; de buscarlo, acaso habría ido con el vendedor y le hubiera dicho: «Ando buscando los Papeles del oficio universitario de Álvaro D’Ors. ¿Lo tiene usted?». Y él se habría rascado la cabeza, fingiendo preocuparse por mi triste suerte:

–¡Uy, no! Esos libros son muy raros. A veces llegan, pero con frecuencia no. Hay libros que uno no verá nunca en su vida. Pero, ¿por qué no se da usted una vuelta el mes que entra? De cualquier manera, no se pierde nada…

Pienso bajo la luz de mi lámpara de noche que para encontrar un libro lo mejor es no desearlo, sino limitarse a dejar que llegue a nuestras manos cuando quiera, si es que llega alguna vez.

Así me sucedió en una ocasión con los Diarios de Ionesco. Sabía que la editorial Guadarrama de Madrid (hoy desaparecida como un barco en la noche) los había publicado en dos volúmenes, allá por la década de los años sesenta o setenta, con los títulos de Diario I y Diario II, pero me guardé mucho de buscarlos. «Son demasiado raros», me dije cuando los vi incluidos en el catálogo de dicha editorial: «por lo tanto, debes resignarte a no tenerlos». Me resigné todo lo que pude.

Pero un día, aquí mismo, en San Luis, debajo de una montaña de libros en una tienda de objetos usados, vi un tomito de lomo blanco en el que leí: Ionesco. Diario II. Lo tomé con calma, lo pagué y salí del establecimiento evitando dar saltos de alegría para no contrariar ni dar celos a la veleidosa Fortuna.

–Señora –dije a la dueña del establecimiento–, éste, como puede ver usted, es el segundo volumen de una obra que andaba yo buscando. ¿No le habrá llegado también el primero?

La señora movió negativamente la cabeza y me dijo que lo que yo veía era lo único que había llegado.

«Bien, Juan Jesús –me dije a mí mismo–. Ya tienes el tomo dos del diario de Ionesco. Confórmate, pues, con esta probadita que el cielo te ha ofrecido hoy».

Y varios meses después, en el mismo establecimiento, ¿qué cree usted? Que me encontré el dichoso tomo uno.

Se lo enseñé a la señora, y ella me explicó que lo que pasaba es que la persona que le había vendido el libro que yo le compré meses atrás apenas hasta ahora había regresado a venderle los demás que le quedaban en su casa. ¿Debo decir que sólo entonces permití a mi corazón brincar de alegría?

Pero continuemos con los Papeles de Álvaro D’Ors. ¿Quién los hizo cruzar el mar? ¿Era un exiliado español el que los trajo en su valija? ¿Y por qué de entre los muchos libros que pudo haberse traído cargó precisamente con éste?

¿O fue más bien un turista vasco que, trayéndolo consigo para leerlo en el avión, lo dejó en México para regresar a su tierra ligero de equipaje?

¡Ah, el misterio de los libros! Nunca sabremos por qué unos nos fueron ofrecidos por la vida y otros, en cambio, negados. Libros que ahora mismo se hallan recluidos a una cuadra de mi casa, jamás serán tocados por mí; en cambio, no me fue negado por la suerte uno que alguien compró en Guipúzcoa en 1969. ¿No es esto realmente misterioso?

Con los libros sucede lo mismo que con las personas: que, entre más se los busca, menos se los encuentra. Los libros, como las personas, sólo llegan a nosotros al precio de no buscarlos.

Me pregunto antes de apagar la luz: ¿Y con la felicidad no sucede lo mismo? Sí, sólo el que ha renunciado a ella la conocerá; sólo el que ha dejado de perseguirla la alcanzará.

Me quedo a oscuras. Y pienso en Dios, que nos da únicamente aquello a lo que ya hemos renunciado. Mi amado, mi querido, mi bendito Dios…

 

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