#Si Sostenido
Elefant Records: 30 años de ser el sonido de la provincia | Por Luis Moreno Flores
Fundador de uno de los sellos discográficos españoles más perdurables al tiempo, Luis Calvo platicó sobre indie pop, música latinoamericana y el culto a Family, uno de los grupos fundadores del Sónido Donosti.
Por: Luis Moreno Flores
La primera vez que escuché a una banda de la disquera española Elefant Records fue a los 16 años. Era sábado (ocho y algo de la noche) y en la televisión de casa de mis padres comenzó a sonar Lloyd, I’m ready to be heartbroken de Camera Obscura (Escocia). Recuerdo, sobre todo, que pensé que Tracyanne Campbell, vocalista de la banda, era la chica más guapa que jamás había visto. Los presentadores del programa, que se daba en un canal de cable de la Ciudad de México, explicaron que la canción pertenecía a Let´s get out of this country (tercer álbum de Camera). Corrí a la computadora y bajé el disco desde MediaFire, como si hacerlo pudiera acercarme a Tracyanne.
De aquella primera toma de contacto han pasado casi 13 años, desde entonces he descubierto uno a uno a los grupos de Elefant que hoy son parte de mi soundtrack de vida. Digo descubrir porque jamás he premeditado una inmersión en el catálogo de la disquera, sino que encontré a Family (San Sebastián), Le Mans (San Sebastián), Heavenly (Inglaterra), Los Planetas (Granada), Cola Jet Set (Barcelona), Capitán Sunrise (Madrid), Band À Part (Madrid), My Little Airport (Hong Kong), Vacaciones (Murcia), Nick Garrie (Inglaterra), Die Katapult (España-Suecia)… de formas tan circunstanciales como a Camera Obscura.
Elefant Records cumple 30 años de vida en el 2019, una entrevista al respecto con sus fundadores, Luis Calvo y Montse Santalla, me pareció el mejor de los pretextos para cumplir con una de las cosas que desde hace tiempo quería hacer: conversar para intentar entender mi gusto por esas bandas de las que ellos son culpables.
Debido a mi desatención, no comprendí que los primeros correos electrónicos para pactar esta entrevista los intercambié con Montse, por tal motivo ella no estuvo presente durante la charla, no obstante, al disculparme, Luis me tranquilizó: «No te preocupes, los dos somos uno. Somos almas gemelas, si hablas con uno es como si hablaras con los dos». Se nota: casi todas mis preguntas fueron respondidas en primera persona del plural, una prueba gramatical de amor.
PREGUNTA: Siempre he pensado en las bandas de Elefant como el soundtrack de las pequeñas historias que ocurren en las pequeñas ciudades: reunirse un viernes por la noche con los amigos a beber unas cervezas, salir a pasear el domingo con un chico o chica que te gusta. ¿Elefant es el sonido de la provincia? ¿El sonido de todas las provincias de cualquier país?
Luis Calvo: Esto que dices es chulo, muy bonito. Lo nuestro es un sonido muy familiar, pequeño, provinciano, más de pueblo que de grandes ciudades, a pesar de eso siempre hemos intentado ser un sello internacional, en el sentido de que da igual que publiquemos a un grupo que canta en español, inglés, japonés, alemán o italiano, este puede ser escuchado en México o cualquier otro país.
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Noches atrás, mientras conversaba con un par de amigos, uno de ellos disparó una pregunta brutal: «¿Cuáles son las armas que ustedes van a enterrar en su jardín?». El cuestionamiento, una referencia a la novela Rendición de Ray Loriga, iba enfocado a cuáles son las bandas que nos servirán para defender al rocanrol cuando, como ahora, sucumba frente a tendencias pasajeras. Por mi parte, solo pude pensar en Family, grupo integrado por Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea, cuyo único disco Un soplo en el corazón fue lanzado por Elefant a finales de 1993.
Family fue la segunda banda de la disquera que conocí, elegí mencionarlos porque desde hace una década nunca he tenido una temporada en la que no los escuche. Al principio, las canciones del dúo pueden pasar por simplonas, naif y no tener mucho en común con el rocanrol, sin embargo, al convivir con ellas cada día se vuelven más memorables, al punto que es imposible no sentir un vuelco en el estómago cuando alguien más las hace sonar.
La leyenda de Family termina por funcionar cuando se le añade que sus presentaciones fueron muy pocas y que Un soplo en el corazón, además de sus maquetas iniciales es lo único que se conoce de su trabajo.
P: En San Luis, mi ciudad, existe un mini culto a Family, casi todo compuesto por amigos, pero parece que eso se replica en muchos lugares del mundo. ¿A qué se lo atribuyes? ¿Qué significa para Elefant Un soplo en el corazón?
LC: Cuando salió, el disco le gustó a mucha gente, pero año a año es más y más querido. Se ha creado un mito porque no hubo más. Es un disco valiente para la época. Era muy punk, porque entonces resultaba más punk decir te quiero y escribir letras de amor. Es mucho más fuerte eso que hacer una canción llena de insultos. Los temas son tan buenos que permanecen en el tiempo y siempre habrá alguien que reivindique a Family.
Elefant lo llevamos juntos Montse y yo, somos pareja. Cuando empezamos a salir, a ser novios, se publicó la primera maqueta de El Joven Lagarto, que era el grupo que tenían Javier e Iñaki antes de Family, masomenos tocaban las mismas canciones. Family, para mí, es importante en varios sentidos. Esa maqueta, junto con la Maqueta Azul y Un soplo en el corazón son los discos que Montse y yo hemos escuchado más en nuestras vidas. No sé cuántas miles de veces hemos puesto esas canciones. Es una pena que no toquen más.
P: ¿Algún día veremos de nuevo a Family?
LC: Estoy seguro de que no. Hace muchos años, una tarde en casa, Javier Aramburu vino y tocó las canciones de lo que iba a ser el siguiente disco de Family. Era la historia del viaje de un astronauta, desde que salía de la Tierra hasta que regresaba. Para ese momento no sabíamos que no iba a grabarse. Recuerdo la anécdota, pero no las canciones. Fue uno de esos momentos en los que no dimensionan lo que realmente ocurre, lo que significa. Tengo la imagen, pero no el sonido. Desafortunadamente las canciones escaparon de mi memoria.
Durante un concierto que dio Family en Madrid, a principios de los 90, se repartió su Maqueta Plateada. Montse y yo estábamos ahí. Ese material parecía imposible de reeditarse y se hizo, así que alguna sorpresa como esa habrá. No vamos a ver discos nuevos de Family, pero sí pinceladas que este año se descubrirán. Dos cosas pequeñitas.
P: El catálogo de Elefant tiene a bandas como los propios Family, Heavenly, Nick Garrie o Camera Obscura que se han hecho icónicas con ustedes o que ya lo eran. ¿Cómo es contar con ellas?
LC: Cada grupo tiene su propia historia, su propia evolución. Camera Obscura, por ejemplo, es uno de los grupos más importantes que hemos tenido en Elefant y que creció a nuestro lado. Ellos decidieron fichar con nosotros y sacamos sus discos por todo el mundo. Es una alegría muy grande que después de tantos años el grupo funcionase tan bien, tuviera fans de punta a punta del planeta, de Japón a México.
Nunca se sabe qué va a ocurrir con los grupos, cómo los va a recibir la gente. Somos un sello muy pasional: nos dejamos llevar por las bandas de las que nos enamoramos, cada una funciona diferente, algunas llegan a un gran público, otras un poco menos. Siempre es una sorpresa.
P: ¿Cómo hacen el fichaje de bandas como Pushy Parents (Suecia), Marine Life (EUA – Filipinas) o My Little Airport que están en sitios tan lejanos? ¿Son como un club de fútbol que tiene visores por el mundo?
LC: No tanto así. Cada día, recibimos maquetas de grupos de todo el mundo, estamos el día entero con investigación en internet y contactamos con las bandas que nos gustan.
Para el caso de Pushy Parents y Marine Life fueron ellos quienes nos buscaron. Con My Little Airport fue un poco diferente: durante el viaje que hicimos en 2005 a Japón para la gira de La Casa Azul (Barcelona) y Niza (Madrid), nada más llegar, fuimos a una tienda de discos en Shibuya con la que trabajamos desde hace años, pero que no conocíamos físicamente a sus encargados. Al entrar, sonaba el disco de My Little Airport, me quedé alucinado, dije ostras qué es esto. Me enseñaron el disco, lo compré y en España les escribí para publicarlo con Elefant, porque ellos se habían autoeditado ese primer material y nosotros lo sacamos para todo el mundo. Fue un flechazo. Un momento de mucha euforia. Era nuestra primera visita a Japón, íbamos con los concierto y a conocer a varios amigos. Llegar y escuchar aquello fue como ostras qué guay.
P: En tus sueños más salvajes, ¿a qué otras bandas te gustaría que Elefant publicara?
LC: Uffff… ahora mismo es una pregunta muy difícil. Me gusta Alvvays (Canadá) desde que sacaron sus primeras maquetas. También sería bueno tener a Princess Chelsea, una chica de Nueva Zelanda, y a Kero Kero Bonito (Inglaterra). Hay muchos grupos que me gustan, pero si ya tienen sello y sacan sus discos para mí es suficiente. Lo importante es que las cosas bonitas salgan a la luz y alguien las apoye.
P: ¿Hay alguna banda latinoamericana que te gustaría fichar? ¿Alguna mexicana?
LC: Seguro. Solo hemos estado una vez en México, y en aquella ocasión me hicieron una recopilación de canciones de grupos que estaban en ese momento, el que más me gustó fue uno que se llamaba Postpastel. Lo escuché y dije, ostra quiero ficharlos. Cuando fui a preguntar me dijeron que ya no existía. Joder, no me lo podía creer. Es uno de mis grupos mexicanos favoritos, solo conozco cuatro canciones, dos de ellas, Fey no more y First Barbie, a día de hoy las escucho y pincho.
Carla Morrison también estaba en esa recopilación de canciones. Ella había sacado su primer trabajo, un mini LP de cinco o seis temas que disfruto mucho, al igual que su primer disco. Hablamos de hacer algo juntos, al final no pasó nada, pero es otra artista mexicana que sigo.
María Daniela y su Sonido Lasser es muy buena, en las fiestas solía pinchar las canciones de su primer disco como Fiesta de cumpleaños, Mi primera vez, Yo no soy así, incluso una versión de Mi muñeca me habló, que hicieron para un recopilatorio del programa chileno 31 Minutos.
Hay un grupo de chicas mexicanas de los 60, Las Chic´s, me encantan, son mi grupo mexicano favorito. He buscado su disco por internet y lo venden carísimo, me gustaría relanzarlo, es un poco locura, antes ya he pensado en reeditar cosas que me gustan, pero es difícil porque no hay tiempo con todo nuevo que sacamos.
Los Blenders son otra banda que escucho, los conozco desde que empezaron.
En España, la música latinoamericana independiente suena bastante: Las Ligas Menores (Argentina) estuvieron de gira hace poco. Dënver (Chile) vino varias veces. Nosotros en Elefant hemos tenido a Entre Ríos y Modular que son grupos argentinos, también editamos discos de música brasileños. Ahora hay un interés mucho más importante en América Latina de lo que había hace unos años.
Soy muy fan y coleccionista de discos de artistas brasileños. Lo que surgió desde 1960 hasta mediados de los 70, esos quince años, creo que es la mejor música que se ha hecho en el mundo. No hablo solo de bossa nova o tropicalismo, hablo de punk y mucho más.
P: Durante los últimos años, algunos grupos que están o estuvieron relacionados con Elefant vinieron a México: Los Fresones Rebeldes (Barcelona), Los Planetas, Papá Topo (Mallorca)… cómo fue que decidieron cruzar el Atlántico.
LC: A todos los grupos de Elefant les encantaría ir a México, si no van es porque es difícil, es costoso comprar billetes. Los viajes a Japón y a México han sido unos de los momentos más importantes de nuestra vida, eso ocurrió porque estábamos con el proyecto de hacer cosas con Elefant en México, pero también porque Julieta Venegas invitó a La Bien Querida (Bilbao) a tocar en dos de sus conciertos y eso nos ayudó a poder ir. De querer ir más, queremos.
P: Varias de las bandas de Elefant aparecieron en Alguien más y Soy tu fan, series de Canal Once producidas por Gael García y Diego Luna. ¿Te gustó que Family, La Buena Vida (San Sebastián), Cola Jet Set, My Little Airport… le pusieran música a la vida cotidiana mexicana?
LC: Mucho. El acercamiento se dio gracias a un amigo argentino, Federico Novick, que es hermano de Constanza Novick, ella creó las series junto con Dolores Fonzi.
Soy tu fan la pudimos ver acá, buscábamos los capítulos, que no era fácil, y seguíamos la serie. Fue muy guay, muy chulo. Toda la banda sonora me gustó, porque en los primeros capítulos aparecía Carla Morrison y Agrupación Cariño. Fue un momento muy divertido. Alguien más desafortunadamente no la llegamos a ver.
P: Pese al momento de la música, el indie pop y el rocanrol españoles lucen sanos. Tengo la impresión de que se debe a que después del franquismo en España se sintió que había todo que recuperar.
LC: Viví la época de la eclosión de finales de los 70 y principios de los 80, con todo lo que fue la Movida en España. La explosión de sellos independientes fue muy importante para mí, me marcó y es el detonante de que exista Elefant Records, pero a mediados de los 80 todo eso desapareció, esa generación de grupos y compañías independientes fueron absorbidas por multinacionales, se perdió el circuito y comenzaron a hacer cosas terribles. De repente, a principios de los 90, aparecieron muchos sellos como Elefant, llegó una nueva generación a la que toda la época de la Movida y el Franquismo les quedaba un poco lejos. Esto que me cuentas lo veo mucho más conectado con esa primera explosión independiente y no con lo que hay ahora.
P: Elefant ha sido parte importante tanto del Sonido Donosti como de la Movida Madrileña, ¿cuál prefieres?
LC: La Movida es la banda sonora de mi juventud y mi adolescencia, fue una parte súper importante en la vida de todos. Entre mis 12 y 18 años, la viví y tengo un pozo de melancolía, de primeras veces con esas canciones. Luego, con el Sonido Donosti hay grupos como Family o Le Mans que representan los primeros años de Elefant Records y que, por otros motivos, fueron igual de importantes para mí. Es imposible decidirme por alguno.
P: Con el auge del trap, el hip hop, el electro, el regetón, ¿te parece que es más fácil o más difícil el surgimiento de una disquera como Elefant?
LC: Siempre ha sido complicado. Somos una compañía pequeña, independiente y, por decirlo de alguna manera, casera. Trabajamos de forma muy profesional porque hacemos cosas en todo el mundo, pero realmente el núcleo de Elefant somos tres personas. Vivimos en una casa de tres plantas donde la oficina está arriba. Tenemos un nicho de público muy específico. La dificultad es masomenos la misma.
Está claro que cuando empezamos, la comunicación no era tan buena como hoy. En los 80 el desarrollo de los grupos a nivel mundial era muy lento: podía salía en Inglaterra y triunfaba, al mes siguiente se publicaba en Estados Unidos, pasaban dos meses y empezaba a tener éxito. Ese desarrollo duraba un año o dos, cuando ahora puede tomar un día. Si la gente conecta con un grupo, inmediatamente hay una comunicación, en cuestión de horas se hacen muy conocidos.
P: Sobre el trap: ¿qué te pareció la colaboración de Yung Beef (Granada) con Los Planetas?
LC: Es interesante. No hay que estar cerrado a los cambios que ocurren en el mundo de la música. El trap al principio lo vi un poco como cuando yo era adolescente y surgió el punk, pero ahora lo que pasó es que ha llegado muy rápido al gran público, algo que no les pasó a esas bandas de punk. Imagínate que a los dos años de que surgieron los Ramones o los Sex Pistols estuvieran sonando en el supermercado o saliesen en programas importantes de televisión, por fortuna eso no ocurrió, porque esa era su gracia. El trap ha traspasado una frontera, ha perdido un poco el punto underground. Coger elementos del trap, traerlos a otros estilos musicales para actualizar la propuesta, como lo hicieron Los Planetas, es muy bueno.
P: ¿Cuál ha sido tu tocada favorita de Elefant?
LC: Son 30 años. Lo mejor ha sido todo. A Family les pudimos ver tres veces en directo. Los primeros y únicos conciertos de Le Mans. Antes hablamos de Camera Obscura, su primera gira fuera de Escocia fue en España y estuvo muy guay. Los conciertos de la Casa Azul. Hemos visto a Cariño (Madrid), que es un grupo nuevo, un montón de veces y cada vez nos gustan más, los conciertos son flipantes. Todos tienen su momento.
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La despedida de la charla con Luis se pudo prolongar durante horas, lo que me hizo pensar, de nuevo, en que la vena más romántica y primigenia de Elefant Records es esa: hacer amigos con los cuales compartir la música que te gusta, sin importar que estén al otro lado del mundo, que sea la primera vez que conviven o que uno desayune mientras el otro se prepara para la merienda. Al fin, todos somos de provincia.
#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
También lee: ¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam
#4 Tiempos
¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam
VOLUTA
Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.
Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.
Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.
Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.
Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.
A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para dar nos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera . La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.
Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.
En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.
Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.
En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).
Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?
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#4 Tiempos
Xantolo 2023, viejos dilemas a nuevas tradiciones | Columna de León García Lam
VOLUTA
Hace un año me llamaron para una entrevista por MG Radio. Jesús Aguilar me preguntó acerca de la importancia cultural del Xantolo, sin embargo sus preguntas poco me permitieron responder lo que con sinceridad pienso. Por ello, un año más tarde, escribo esta columna, para preguntarme y responderme lo que considero que debe ser preguntado y respondido acerca del famoso Xantolo.
Pregunta número 1: ¿Qué es el Xantolo y por qué se le considera tradición de San Luis Potosí?
No existe una tradición de día de muertos que se llame Xantolo, al parecer el término proviene del latín sanctorum (Sancta Sanctorum) y el término refiere a los objetos más sagrados de los templos judíos, vaya a usted a saber qué enredos ocurrieron para que se confundiera al sanctorum con xantolo. Lo que sí, es que en las cabeceras municipales (que no son indígenas) se impuso este nombre para llamarle al festival que organiza el municipio cada año: concurso de altar de muertos, concurso de comparsas, etcétera. Puedo asegurar, estimada y culta lectora de La Orquesta, que la fiesta de las cabeceras municipales, poco tiene de semejanza con lo que ocurre en las comunidades indígenas.
Pregunta número 2 ¿Entonces el Xantolo es una falsa tradición? ¿Cómo podemos conocer la verdadera tradición del día de muertos?
Tampoco existen las tradiciones falsas, sino más bien existen las tradiciones inventadas. Es muy común que todo aquello que se presenta como “tradicional” sirve como discurso para legitimar al poder en turno. Los gobiernos parten de crear mitos fundacionales tales como “respetar las raíces” o “preservar las tradiciones” y de ahí a la creación de rituales públicos, como desfiles, procesiones, actos solemnes, etcétera. Todos esas festividades son rituales sin religión, generalmente huecas y vacías, pero efectivas. ¿No le parece raro que esos mismos jóvenes que rechazan todo legado cultural estén encantados en celebrar -según ellos- la tradición del xantolo?
Pregunta número 3: ¿Cómo se vive el día de muertos en las comunidades indígenas?
Primero, se vive en comunidad. Segundo, la idea principal es compartir con los difuntos tamales, dulces, chocolate o atole. Las comparsas representan a los ancestros que vienen del otro mundo y llegan a la comunidad.
Ahora, le comparto la carta de una ciudadana que me escribió lo siguiente:
Estimado antrop. León García Lam
Quiero contarle lo que ocurre en mi colonia y saber qué opina usted: Mi vecina de junto pone un altar a la Santa Muerte y el día 2 de noviembre saca al esqueleto para organizarle mitote y jolgorio; lo mismo hace con San Juditas, baile con caguamas, mujeres borrachas y pleito. Yo pienso que todo esto está muy mal, porque esta señora confunde la devoción católica con algo parecido a la brujería o el satanismo.
Yo pongo altar de muertos, tradicional, como se ponía en el rancho de mi abuelita. En una mesa pongo los retratos de los que ya se fueron, con velas, agua y ofrendas para que los difuntos coman y beban, pues tienen sed. Esa es mi creencia católica y pienso que es la que está bien porque es la más tradicional.
El problema es que frente a los domicilios de nosotras, vive una señora, muy seria y recatada que es hermana protestante y dice de nosotras dos, que adoramos al diablo y a la muerte. Yo por más que le explico que lo que yo hago es muy diferente de lo que mi vecina de al lado hace, ella dice que somos igualmente adoradoras de satanás.
¿Usted qué opina Antrop. Lam? ¿Cuál es la verdadera tradición?
Mi respuesta es que, de ahora en adelante, hay que llamarle a todo esto “Xantolo”.
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