junio 2, 2025

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#4 Tiempos

Trasatlántico y déspota encantador. Adiós don Teófilo | Apuntes de Jorge Saldaña.

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APUNTES

 

Partió a mejor puerto el trasatlántico de la política potosina, Teófilo Torres Corzo. El hombre que siendo, no dejó jamás de ser.

Don Teófilo se lleva en su hacerse a la mar de la eternidad, la biblia del anecdotario político potosino de las últimas cuatro décadas y no es cualquier anecdotario.

En sus mesa, sus casas y reuniones, se planearon, presentaron, discutieron y se tomaron decisiones que, no cabe duda, dibujaron transiciones políticas de todos los niveles. Solo en San Luis, por lo menos las últimas 7 gubernaturas, la de él incluida y la actual también.

“Mire amigo…” se le recuerda con su voz igualmente particular, grave y contundente como su personalidad también única, presentación impecable y estilo irrepetible.

Fue diputado local, federal, senador de la República y antes gobernador del estado, pero en justicia objetiva hay que decir que Don Teófilo nunca dejó de ser ni un segundo todo eso que fue por periodos oficiales.

Sus envestiduras las mantuvo y disfrutó hasta el último momento de su vida.

Don Teófilo fue el gobernador que prefirió serlo toda su vida, a intentar serlo tan solo por seis años.

Siendo así Don Teófilo, es y será hasta difícil decidir si referirse a él en pasado o en presente porque fue, pero es.

Para muchos potosinos Don Teófilo es edificio, empresa, policía, político, periódico, alarmas, maquinaria, banco, radio, medios, y hasta distribuidor de vehículos.

Lo era todo porque de sus 14 hermanos, todos apreciados y exitosos en sus ramos profesionales, Teófilo era el estandarte, el logotipo público de toda una familia.

Si fuera canción Don Teófilo sería el Huapango de Moncayo. Si fuera autor sería el traductor potosino por excelencia del Arte de la Guerra, si fuera comida sería gourmet y si fuera reloj sería el más fino y para San Luis era el traje de gala de la política, la empresa y las relaciones públicas internacionales.

Su casa fue escenario de reuniones trascendentales, las más, totalmente guardadas con celo, las menos muy públicas sin menoscabo de su significancia para la vida pública.

El carácter se tiene o no se tiene y Teófilo lo tenía, sus historias son casi de dominio público, la más repetida quizás es aquella que lo convertía a si mismo en un hombre tan rico que, si alguien conoce la Avenida Carranza, sabrá que Don Teófilo la podía tapizar de billetes…parados!

El no dejar ni un segundo de ser un político seguro de sí y pagado de sí, lo obligaba a tener una disciplina personal que lo distinguía, era y es, de los que no importa en qué tono o tema se escribiera o hablara de él en lo público, sin excepción había llamada para el reportero o columnista y jamás en términos reclamo.

“Le agradezco se haya tomado el tiempo de escribir sobre mi humilde persona, quizás esté o no de acuerdo, pero le reconozco su atención…”

Palabras más o palabras menos, siempre correctas y concretas.

Anécdotas que podrían considerarse parábolas sobran y todos quienes lo conocieron atesoran alguna. A esta hora se leen por docenas en las redes.

El que esto escribe tiene algunas, breves pero de consideración harto valiosas.

De vez en cuando, si se presenta el tema, platico una muy personal cuando el transatlántico que partió el domingo y éste reportero fumamos juntos un cigarro saliendo de una reunión de Coparmex en el Hotel antes Westin, sin embargo es una que me reservo de contar aquí porque para entenderla hacen falta ademanes y mayor contexto.

No fue la única ocasión en que compartimos el fumar juntos, he de confesar que este aprendiz de reportero, en sus primeros días de andanza informativa, y desde entonces con el arraigado mal hábito del tabaco, buscaba en los eventos a Don Teófilo.

Si él podía fumar donde fuere, pues yo también, pensaba, y siempre me funcionó.

De su propia voz, tuve la fortuna de conocer otra de sus anécdotas, misma que fue completada en su final por uno de los testigos y que sí cuento brevemente y saltando muchos detalles:

Eran los tempranos años dos mil y en la agencia de los autos Jaguar en León, Don Teófilo acompañado del abogado Manuel González Carrillo, veían con interés un vehículo de lujo.

Era un espléndido y muy lujoso Jaguar XType de color blanco.

En eso estaban cuando un vendedor se acercó al nuestro edificio, ex gobernador, y empresario.

“Este vehículo es…bla, bla, bla…pero es muy costoso”.

-Ah ¿es muy costoso? – preguntó Don Teófilo.

-Sí, confirmó el ingenuo vendecarros

-¡Entonces solamente compraremos DOS! Ordenó nuestro empresario.

Manuel González Carrillo tuvo entonces que estrenar también un vehículo idéntico al del ex senador. No había para dónde hacerse.

Alguna vez hace años y en domingo, vi al propio patriarca de los Torres Corzo pasear y al volante, en ese lujoso felino blanco.

En el avión a CDMX y a un amigo a finales de 2015: “Mire amigo, yo pienso que el próximo candidato a gobernador debe ser alguien a quien Peña Nieto tenga confianza… y yo, soy muy su amigo”.

Con todo respeto a toda su familia, con la estima siempre para Don Carlos y en especial mi hermanito Carlos Torres Rodríguez es que lo digo.

Teófilo era un Déspota Encantador. El mejor en ambas palabras.

El transatlántico y el amigo.

El formador de generaciones sin querer serlo, el que gozaba del uso del dinero en efectivo.

El amigo de todos, el visionario que emprendió un medio de comunicación digital en años en que nadie sabía lo que eso era.

El político y el personaje. Único, irrepetible.

El de mil consejos y recuerdos.

El que mandaba Coñac fino en diciembre.

El que siempre se recordará y el que es porque seguirá siendo, así como sus encargos, así como sus empresas, así como su familia.

Me quedo con su último saludo en ocasión de una reunión del Consejo Potosí cuando fue Don Teófilo el que dio el mensaje público de respaldo al gobernador Ricardo Gallardo.

Me quedo con nuestra última charla en la que me dijo: “El que es buen hijo, es buen hombre”.

Navegue pues, Don Teófilo, Don Trasatlántico.

Su personalidad y estilo, el que le haya conocido y sea listo, podrá impregnarse para que usted siga siendo en futuras generaciones.

No, casi nunca estuvimos de acuerdo en asuntos políticos, o mediáticos, en otros sí.

Con todo, el disciplinado hombre de barba y buen vestir, tuvo la deferencia, en dejar instrucciones a la gente de su confianza una lista de personas a las que se debía avisar primero de su partida.

Me honró hasta el último momento y le quiero decir, porque fue y es, que es recíproco. Gracias por tenerme en esa lista.

Descanse en Paz Don Teófilo y no guarde pendiente, que su Coñac decembrino no será extrañado. En su lugar, será bebido a pequeños tragos a su salud y en su memoria.

Con todo respeto y cariño:

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…

Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».

Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!

Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».

Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…

Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».

Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.

¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída

, el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».

¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».

Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!

Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.

Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».

Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.

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#4 Tiempos

Se acabó el Clausura 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Llegó a su fin el torneo de la Liga MX con un nuevo campeón, el Toluca destronó al América y se sienta en la cima. Ahora es momento de hacer cuentas, de esas que sirven para alimentar la estadística.

En total, en el Clausura 2025, se jugaron 170 partidos: 153 de temporada regular y 17 de liguilla.

En la jornada 9 se dio el resultado más abultado del campeonato, un 5-0 que le propinó Toluca a Querétaro en la bombonera. En contraparte, 12 partidos terminaron con un empate a 0, incluyendo el partido de ida de la final entre América y Toluca.

El equipo más goleador fue Toluca, con 51 tantos entre torneo regular y liguilla, a diferencia de Querétaro que fue el que menos anotó con tan solo 10 en toda la fase regular.

Algunos de los récords que se rompieron en este Clausura 2025 destacan al Toluca anotando 5 goles en dos partidos, primero ante Querétaro en la jornada 9 y después frente a Necaxa en la jornada 11.

Jhon Kennedy de Pachuca logró anotar en cuatro partidos consecutivos en casa, alcanzando a Edwin Cardona en 2019.

Atlas logró una remontada 4-3 después de ir perdiendo 0-3 ante Tijuana, algo que igualó a América en 2016 ante Cruz Azul, por cierto, este partido entre Atlas y Tijuana fue uno de los dos con más anotaciones del torneo.

Para cerrar con los números, el promedio de asistencia a los partidos fue de 23,783, mientras que la mejor asistencia fue el partido entre Monterrey y San Luis, en la jornada 8, con 50,023 aficionados, esto gracias a la expectativa del debut de Sergio Ramos. Del otro lado, el partido con menos asistentes fue el Pumas vs Mazatlán con tan solo 8,845 espectadores, esto provocado por jugar al mismo tiempo que se llevaba a cabo el Super Bowl 59.

Por último, en temas financieros, se presume que el campeón del futbol mexicano recibe aproximadamente 78 millones de pesos más la clasificación a la Copa de campeones de Concacaf y un considerable aumento en los bonos de patrocinadores tanto propios como de la liga.

Se fue un torneo, y aunque todavía quedan por lo menos dos partidos más que interesan a los aficionados locales (Cruz Azul vs Vancouver y América vs LAFC), la liga llegó a su fin y por ahora vivimos la emoción del futbol de estufa, hagan sus apuestas y esperemos que el próximo torneo vuelva a emocionar.

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#4 Tiempos

Micrometría y la paz del espíritu en la Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Braulio Gutiérrez Medina es un investigador del Instituto Potosino de Ciencia y Tecnología, IPICyT, que realiza trabajo de investigación en biofísica, biomateriales bionanotecnología, siendo especialista en técnicas de Microscopia óptica, que incluyen herramientas de pinzas ópticas y fluorescencia.

Sobre estos temas estará participando con una plática en La Ciencia en el Bar que ha titulado, La Micrometría y la Paz del Espíritu; sugerente título que nos remite a asuntos de medición en sistemas biológicos los cuales tienen tamaños micrométricos y nanométricos y en los que se requiere para su estudio de mediciones de microscopía con luz para muy pequeños tamaños.

La charla se llevará a cabo el jueves 29 de mayo a las ocho de la tarde noche en La Cervecería San Luis, ubicada en la Calzada de Guadalupe número 326, con entrada libre. La charla forma parte del ciclo treinta y nueve de esta serie que corresponde a diecinueve años de actividades. La Ciencia en el Bar es un programa pionero en el país y ha sido replicado en varias partes del país, generando escenarios de interacción entre la comunidad científica nacional y el gran público.

Este jueves, es una buena oportunidad para escuchar al Dr. Braulio Gutiérrez y conocer parte de su trabajo de investigación que realiza en el IPICyT. El Dr. Braulio Gutiérrez es un físico egresado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1997 y realizó sus estudios de doctorado en Física en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos en 2004 y un Posdoctorado en Biofísica en la Universidad de Stanford en 2009. Ha recibido los premios Jorge Lomnitz Adler 2018 del Instituto de Física-UNAM y Academia Mexicana de Ciencias en el 2018, y el premio George E. Brown, Jr. UC MEXUS en 2010. Cuenta con un par de patentes, entre ellas método para obtener imágenes tridimensionales usando un microscopio de campo brillante otorgado en 2021.

Con la técnica de pinzas ópticas que ha desarrollado el Dr. Braulio Gutiérrez, ha logrado entender un poco más el funcionamiento de pequeñas proteínas de las células, llamadas motores moleculares, que funcionan como mensajeros al interior de la célula.

En una entrevista que concedió el Dr. Gutiérrez detalló el desarrollo de sus pinzas ópticas: “Construimos un instrumento de pinzas ópticas, que se basa en un microscopio óptico con el cual podemos observar muestras biológicas y micropartículas. Un microscopio óptico utiliza lentes para formar una imagen amplificada de la muestra de interés. La lente más importante del microscopio es el objetivo que se encuentra inmediato a la muestra. Al microscopio le acoplamos un haz láser que hacemos pasar a través del lente objetivo, con lo cual logramos tener el láser enfocado sobre la muestra. Este láser es el que captura y manipula nano-objetos como las proteínas llamadas cinesinas”.

Por lo regular las charlas de La Ciencia en el Bar se realizan en día miércoles, en esta ocasión se realizará el jueves que es día 29 de mayo. Los esperamos este jueves a las ocho de la noche en La Cervecería San Luis y disfrutar la charla del Dr. Braulio Gutiérrez sobre Micrometría y la Paz del Espíritu.

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Opinión

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