#4 Tiempos
¿Si pasa o no pasa la Reforma? | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
La discusión nacional sobre la Reforma al Poder Judicial se ha convertido en una linea divisoria, un gis en el cemento, un sello que se tiene o no se tiene, y una barda en la opinión púbica.
Es la nueva causa de la esgrima social que se encuentra en debate en dos escalones distintos de la pirámide: la del curso formal, que en estos momentos corresponde al Senado de la República, y la otra, que corresponde al discurso que se construye y se alimenta de forma permanente en el imaginario colectivo.
En ambos niveles, estar en contra parece, y solo parece, que es estar en lo correcto, ser de los “buenos”, de los que quieren al país, es estar de lado de la democracia, parece significar ser culto en automático, ilustrado, es un sinónimo de ser patriota, gente buena y que se baña todos los días.
Sus gritos de guerra son los básicos del miedo simplón y reciclado que van desde el “seremos Venezuela” hasta “te van a quitar tu casa”.
Sus argumentos más serios se centran en la distribución de poderes de Montesquieu, la imposibilidad real de elegir en 25 boletas a más de 600 nombres que en la vida entera hayamos escuchado, el peligro que implica el que los candidatos a magistrados vendan sus posturas jurídicas a cambio del financiamiento de una campaña y el riesgo de que exista un órgano rector con uñas y dientes al interior del Poder Judicial.
Por lo contrario, si se está a favor de la reforma, se expone cualquiera a ser tachado de ignorante, traidor, autoritario, malo, (obviamente estar a favor de “querer ser Venezuela y que te quiten tu casa”) no querer a México, ser enemigo de la democracia, retrógrada, chairo y más cosas peores.
Los argumentos serios de esta postura son los que reconoce incluso la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, y que no son ni el hilo negro ni el café soluble: todos sabemos que al interior del Poder Judicial, mucho pesan las relaciones familiares, mucho se estila el nepotismo, el tráfico de influencias y las turbias recomendaciones para hacer “carrera judicial”.
(Que conste que no se generaliza porque también hay que reconocer que hay muchos elementos con las credenciales y conocimientos probados y méritos propios, pero que lamentablemente son los menos)
Total que estamos viviendo en una especie de maniqueísmo social al que parece somos adictos, un país en el que se es bueno o se es malo, muy a pesar de las decisiones de las mayorías, que no tienen por qué ser perfectas ni ilustradas, pero que nos recuerdan que vivimos en un sistema democrático.
El gis en el cemento divide a dos Méxicos, la barda separa dos visiones, una con un acceso a la visibilización inmediata, muy sonora, pudiente, pero sobre todo, con la medalla al cuello de estar firmemente convencidos a sí mismos de estar en lo correcto.
Son los que están de ese lado del gis y de la barda, son los que votaron contra la cuarta transformación, son la materia prima de una oposición que no logra asumir que son minoría.
Estar de ese lado es sencillo, siempre ha sido fácil ir con la corriente, estar de acuerdo con ellos es un boleto a la aprobación que es simple de conseguir.
En el otro México, están los que efectivamente viven mejor a partir de la Cuarta Transformación, y por lo tanto no votan contra sí mismos. Son los que votaron por Claudia, son los que lograron que sus representantes sean mayoría en la cámara de diputados, son los que, de estar en contra a la reforma, estarían contradiciéndose con su decisión en junio.
También están los que ven en la reforma un camino más justo para desarrollar su carrera gracias a sus méritos y no a sus apellidos, los que saben que es necesario terminar con todos los vicios y manos negras en los juicios, los que ven de cerca cómo los criminales de mayor o menor peso son dejados en libertad gracias a arreglos en lo oscurito con jueces y magistrados, los que están agraviados por las enormes prestaciones, bonos, pagos y privilegios de jeque árabe que recibe la cúpula de intocables, son los que quieren ver caer a las vacas sagradas de Poder Judicial.
Son las dos caras de la moneda que está volando.
En este momento tanto la oposición como la coalición Morena-Verde-PT se encuentran enclaustrados, cada quien en un búnker convertido en capilla de oración.
Unos, los más maldosos, seguro piden porque un morenista lo atropelle un tren, se resbale en la regadera o le reviente el apéndice al mismo tiempo que a su suplente.
Mientras tanto los morenistas ruegan porque a los de la oposición NO se les atore un hueso de pollo en la comida, no tropiecen en una escalera o no les de un infarto fulminante (un “accidente” a un miembro de la oposición en este momento los pondría en una posición de víctimas).
El detalle matemático
128 no es divisible entre tres de manera exacta, por lo que dos tercios en matemáticas puras da un total de 85.3 senadores, sin embargo no hay un 0.3 senador.
Con este detalle a la vista, la oposición insiste por lo tanto en que el 85.3 significa que deben ser 86 votos los necesarios para que pase la reforma, aunque muchos de los guindas-verde, aseguran que el 85.3 por ciento se cumple con 85 votos y por lo tanto la mayoría calificada.
En la muy humilde opinión de quien esto escribe, es que será muy difícil, mas no imposible, que pase al menos en esta semana la reforma y no porque tome yo postura en uno u otro bando, sino porque en un cálculo político, los de la coalición no van a arriesgarse a que, con 85 votos, escudándose en la interpretación matemática, la reforma pueda ser inmediatamente impugnada.
Reconozco también que, aunque parezca un disparate, Morena pueda obtener la mayoría calificada si al momento de la votación, algún senador de la oposición (por ejemplo Miguel Ángel Yunes Marquez) de pronto “se sienta mal”, se salga del recinto, vaya al baño (sí así de ridículo pero todo es posible) o sencillamente no se presente.
Hay que recordar que (muy al estilo Axtla de Terrazas) este tema se definirá por un voto.
Si alguien de la oposición se vende, falta (junto a su suplente) o vota a favor de la reforma, se ganará el título de Judas para toda la vida, cosa que a muchos, que a cambio de sus 30 monedas de plata, poco les importaría.
El camino que a este aprendiz de reportero parece más prudente es que la reforma no pase en el Senado por el momento, la discusión se regrese a la cámara de diputados, se calmen las aguas y se enfríen los ánimos, Claudia se ponga la banda presidencial y entonces, y solo entonces, vuelva la iniciativa, probablemente en términos muy similares, pero en condiciones muy distintas (ojo) de regreso al Senado.
¿Qué es lo que más le conviene a México?
¿Habrá un traidor de la oposición que se convierta en héroe para los aliados?
Lo sabremos pronto.
Hasta la próxima.
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#4 Tiempos
El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
«Un hombre rico tenía un administrador y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión porque quedas despedido”» (Lucas 16, 1-15).
Cuando Jesús contó esta parábola nada dijo de cómo recibió el administrador tan mala noticia. ¿Retrocedió espantado?, ¿sintió que el piso se movía bajo sus pies como un tapete?, ¿intentó defenderse o ya por lo menos justificarse? Nada de esto sabemos; lo que sí sabemos, en cambio, es que más bien se puso a hacer cálculos en su interior, diciendo:
«-¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, haya quien me reciba en su casa!».
El foco, como se dice, se le había prendido. Pero, ¿qué era eso? Quiero decir, ¿qué fue se le ocurrió para que ahora que estaba desempleado no le faltara por lo menos un mendrugo de pan y un vaso de agua fresca? En realidad, algo muy ingenioso y sutil: como aún no había rendido el informe que le exigía su amo, todavía era tiempo de alterar ciertos papeles… Y esto es lo que hizo:
«Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y preguntó al primero:
»-¿Cuánto debes a mi patrón?».
La pregunta, por supuesto, era retórica, pues los documentos los tenía él en su mano y a la vista, y bien escrito estaba en ellos el monto de la deuda; lo que quería, más bien, era causar en su interlocutor un cierto impacto difícil de olvidar.
«-Cien barriles de aceite –respondió el deudor, que aún no sabía muy bien de qué iba la cosa.
»-Aquí está tu recibo; date prisa, siéntate y escribe: cincuenta».
Ya podemos imaginar el gozo con el que éste hizo lo que el administrador le pedía. ¡Le estaba perdonando nada menos que la mitad de la deuda! Es como si yo debiera al banco 100.000 pesos y de pronto el gerente me mandara llamar para decirme, guiñándome el ojo, que a partir de ahora no debo más que 50.000. ¿No era esto como para ponerse a gritar de alegría e invitarle un café en el restaurante más elegante de la ciudad?
El administrador mandó llamar al segundo deudor y le hizo la misma pregunta que al primero:
«-¿Cuánto debes a mi patrón?
»-Cien costales de trigo –dijo éste a su vez.
»-Aquí está tu recibo: escribe ochenta».
Y así hizo con todos los otros. Si de cualquier manera lo iban a despedir; mejor dicho, si ya estaba despedido, ¿qué perdía haciendo lo que hizo? ¡No perdía nada! Todo lo contrario: se jugó la última carta y había ganado, porque estos deudores iban a quedar eternamente agradecidos con él. ¡Su vejez estaba asegurada, pues un día lo invitaría uno a su casa a comer, y otro día otro! Ya no tendría que mendigar ni que andar por las calles del pueblo extendiendo la mano en busca de un pedazo de pan… Se retiraba, por decir así, con la cabeza levantada y pisando fuerte.
¡Qué hombre más inteligente!
Jesús mismo no pudo menos de alabar su ingenio. ¡Cómo, antes de ser despedido, supo hacerse amigos que después ya no lo dejarían solo! «Por eso les digo yo –concluyó el Maestro-: con el dinero, tan lleno de injusticia, gánense amigos para que, cando esto se acabe, los reciban en las moradas eternas».
Con esta sencilla historia, Jesús ha querido responder a estas dos preguntas que, si no fueran eternas, creeríamos que son banales «¿Para qué sirve el dinero?, ¿para qué sirve el poder?». Y su respuesta es: para que te hagas todos los amigos que puedas: sólo para eso. ¿Eres rico? Hazte amigos. ¿Eres poderoso, ocupas un cargo de cierta importancia? Hazte amigos igualmente.
Hay quienes, al tomar posesión de un cargo, empiezan a ver a los demás mortales como a hormigas (¡tan encumbrados se sienten ocupando su flamante escritorio de caoba!). Bien, que se anden con cuidado, porque no siempre estarán ahí, porque la rueda de la fortuna gira y gira y no es nada seguro que los que están arriba permanezcan en la cumbre eternamente. Sí, la fortuna es una rueda que no deja de girar: los que hace poco estaban abajo, resulta que ahora están arriba, y si no los trataste bien cuando tenías la sartén por el mango, como se dice, ellos lo recordarán una y otra vez, y ahora será la suya.
Hay quienes piensan que el poder es necesario para enriquecerse, y que el enriquecimiento es ya en sí mismo una forma de poder; en una palabra, que la riqueza y el poder se bastan a sí mismos. Si así es como piensas tú, déjame decirte, lector, que te equivocas. ¡Rompe el círculo! Hoy que la vida te ha favorecido, favorece a los que puedas, porque nada sabes del futuro. Haz como el hombre de la parábola: gánatelos a todos, porque no siempre serás administrador y quizá un día el patrón de turno te mande llamar para decirte:
-Dame cuenta de tu gestión porque estás despedido.
Si esto te dijeran sin que te hubieras hecho amigo de nadie, entonces sí que estarás perdido.
Toda la sabiduría de la vida está en esta sencilla parábola. Hazte amigos ahora que puedes; porque, si no lo haces ahora, quién sabe si lo podrás hacer mañana. «Conoce la ocasión o la oportunidad»: según Pítaco, el filosofo griego, no había conocimiento en el mundo más útil que éste.
Sí, aprovecha la oportunidad, porque mañana, sin que te des cuenta, quizá sea ya demasiado tarde.
También lee: Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.
Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.
Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.
El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.
El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido. En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.
Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.
El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.
A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.
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#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
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