noviembre 12, 2025

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#4 Tiempos

Si Nava viviera, que pena le diera | Columna de Jorge Saldaña

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TERCERA LLAMADA.

 

Ayer la Plaza de la Democracia se convirtió, como lo cantaba Javier Solís, en un “cofre de vulgar hipocresía”. El lugar apestaba a doble moral. La contradicción cínica convertida en homenaje. La estatua de Salvador Nava Martínez, juro que crujía por dentro.

La moralidad representada en un hijo del doctor inhabilitado por el manejo deshonesto del dinero público.

La dignidad repartida entre un nieto también inhabilitado por los potosinos al encontrársele incapaz, incompetente y corrupto.

Los valores del navismo en las manos del hijo del tesorero de Nava Martínez, Alfredo Lujambio, que tuvo que dejar la representación de los ciudadanos en el Cabildo por estar señalado de acoso sexual a sus empleadas.

El suplente de Lujambio, nuevo rico gastando lo ajeno y el tiempo por el que se le paga para asistir en horas laborales a eventos políticos.

Hijos y nietos todos con señalamientos vergonzosos, otros con secretos inconfesables, pero compartiendo todos, sobándose las manos unos entre otros como dándose bendiciones, besándose las mejillas en un montaje de franca y plena desvergüenza.

Los perredistas acérrimos que se convirtieron en panistas infranqueables, que se cambiaron a Morena y que buscan cabida en Movimiento Ciudadano, ahí estaban como siempre: firmes y sólidos en sus ideales y desgarrándose las vestiduras por un movimiento civilista que no conocieron ni de lejos… pero ahí estaban.

Juro que la estatua crujía.

A 30 años de su partida, el Navismo no se parece en nada y el Frente Cívico no es que no se parezca, es que simplemente ya no existe.

El líder, el que se elevó democráticamente por dedazo en el púlpito de su presidencia, el de la altura moral intachable, Xavier Nava, tuvo que interrumpir sus francachelas públicas para ir, como doliente casto, humilde y probo, un poco encorvado y lento, a arrimar su brazo generoso para llevar con parsimonia de anciano venerable a su abuela, Doña Conchita Calvillo viuda de Nava, al evento de su extinto abuelo.

Frente a tan degradante espectáculo, queda claro que de aquel movimiento solo hay dos cosas solidas: La estatua y la fortaleza de doña Conchita. No existe más. Lo caradura de sus “herederos” no cuenta.

“Payasos con careta de alegría que ante la gente ocultan su derrota…”

 

¿El Regreso del PRI-Verde?

Más allá de los guiños recurrentes y los chascarrillos entre Ricardo Gallardo y Enrique Galindo por el color de los chalecos, hay un trasfondo que según los que se dedican al cálculo político podría convertirse en una alianza nacional entre esos dos partidos que se replicaría en el estado en el 2024.

Es muy temprano para vislumbrar caminos y escenarios, no obstante, no se pueden dejar de notar algunos factores, por ejemplo los rumbos de la militancia priista que se ha dividido en dos partes: los que de plano ya no ven esperanzas y están abandonando el barco para irse a otro partido (generalmente al naranja) y los que, más institucionales y cautos, han decidido quedarse en su tricolor partido que puede, una vez más, siendo el “mágico PRI”, reinventarse alimentado de su gasolina de siempre: el poder y la búsqueda del mismo.

En el caso potosino, desde la visita de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito” el pasado 26 de marzo, convocado por Enrique Galindo y el líder tricolor en el estado, Elías Pecina, los priistas han estado muy tranquilos. No hay grilla ni pugnas internas, la presidencia de Elías está a salvo y muy seguramente podrá terminar su periodo con tranquilidad. ¿Para qué acelerar las cosas?

Ya vendrán los tiempos en que Enrique Galindo tenga que decidir qué hacer con su partido al que –asegura- no abandonará nunca, y será el tiempo de elegir si quiere quedarse con el desde su dirigencia, o prefiere entregarlo en los hechos a otra corriente, y para decirlo con todas sus letras, será momento de impulsar a Fernando Chávez, su secretario general, o algún otro hombre o mujer con lealtades ciento por ciento tricolores pero sobre todo al propio Enrique.

A partir de esa decisión, se podrá empezar a tejer una circunstancial alianza en la que el Verde está considerado en primera fila. Los guiños toman sentido.

No hay casualidades, durante la visita de Alejandro Moreno de marzo, trascendió el saludo que “Alito” hizo en persona al gobernador Gallardo, cosa que no fue simple cortesía, sino una palmada de ida y vuelta a los grupos que ambos representan.

Hay que recordar, por ejemplo, que no será la primera vez que PRI y Verde juegan juntos y que en Campeche, Oaxaca y Chiapas principalmente los lazos entre los hombres más poderosos del PRI y del partido del Tucán, han formado una especie de “Cofradía” muy sólida, que los Murat y sus hijos pesan en Oaxaca, que los Velasco de Chiapas son cercanísimos a la cúpula verde y que Alejandro Moreno es de Campeche y su mano derecha se está encargando de la agenda partidista y (ojo) las Alianzas.

Acá en San Luis, esa cartera la otorgaron la semana pasada a Joel Ramírez, de los priistas que no escucharon el canto de las sirenas, de los institucionales, de los cautos. No hay casualidades.

 

BEMOLES

YA SIÉNTESE SEÑOR

Qué manera tan absurda de José Luis Urban de echar por tierra la presentación de la nueva Guardia Civil del Estado. El señor hace escenas y berrinches cada que tiene oportunidad, la última la protagonizó ayer maltratando a reporteros y periodistas que pedían explicación sobre la forma en que se desarticuló la manifestación de conductores de Uber y otras plataformas ante el asesinato de uno de ellos en Quintas de la Hacienda.

Urban salió con la ridícula acusación de que estaba siendo “acosado periodísticamente”. Por favor señor, si ya no tiene ganas, edad, criterio o de plano está cansado, pues retírese, pero no venga a maltratar comunicadores con tan absurdos argumentos. La Guardia Civil tiene un potencial y una esperanza depositada de parte de todos los potosinos como para que sus actitudes las derrochen.

Los ciudadanos y hasta la Unión de Usuarios de la Zona Industrial aplaudieron la intervención de la Guardia para desalojar las vías de comunicación, sin embargo, el éxito del operativo fue derrumbado por sus posturas intolerantes que parecen más berrinches de un necio adulto mayor. #Respeto

 

ANTROS EN EL CENTRO

Si alguien ve a Jorge García, titular de la dirección de Comercio Municipal, díganle de favor que el Centro Histórico ya no aguanta un solo antro más. Las fiestas clandestinas y la proliferación de antros de todos los tamaños y gustos, están dejando más molestias que beneficios en el primer cuadro de la ciudad. Los fines de semana es hasta peligroso ir al Centro por la cantidad de antros y parroquianos que generan desde pleitos hasta tragedias. Si no lo ven, pues no le digan nada. #AtentoRecado

 

DESARROLLADORES Y AUTORIDAD

Si se andaban preguntando qué hace el alcalde de la capital los sábados, me enteré que está llevando a cabo reuniones cara a cara con los desarrolladores de vivienda y entre autoridad y constructores están destrabando los laberintos burocráticos y las lagunas técnicas que el Plan Municipal de Desarrollo que dejó Xavier Nava les heredó. El déficit de unas 14 mil casas no es para menos. Las 3 mil que en este momento están en proceso, por lo menos no deberían tener tantas trabas por parte de la autoridad. Sábado a sábado el alcalde está agarrando ese torito por los cuernos y al parecer se han fortalecido las relaciones, se han ido relajando las fricciones y se está sacando el tema adelante. #YaEraHora

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#4 Tiempos

La incansable divulgadora del conocimiento, Ikram Antaki | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hace cincuenta años llegaba a México una siria recién graduada de doctora en etnología en la Universidad de París VII, y fincaría su actividad profesional en este país nacionalizándose mexicana y realizando diversas actividades relacionadas con su área de interés convirtiéndose en una de las intelectuales mexicanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en México; Ikram Antaki que había nacido en Damasco en 1947 en el seno de una familia de juristas y humanistas.

Su madre estudió la literatura rusa del siglo XIX y su abuelo que fuera el último gobernador de Antioquía, salvó a miles de armenios del exterminio en 1915, durante el asedio otomano. En 1969 viajó a Europa y siguiendo la vena familiar estudiaría literatura comparada, antropología social y el doctorado en etnología del mundo árabe.

En 1975 abandonó Francia para venir a México; Antaki narra su decisión que tomó abriendo un compás sobre el mapamundi y, siguiendo una línea horizontal imaginaría paralela al Ecuador, determinó que México era el país más lejano a Siria, “era el fin del mundo” un lugar que ella quería conocer. Al poco tiempo nacería su hijo y formaba así una familia mexicana e iniciaba su intenso trabajo intelectual.

Ikram se dedicaría a la docencia, el ensayo, el periodismo y la radio, convirtiéndose en una de las más importantes divulgadoras del conocimiento, encajando de manera natural en la vieja tradición mexicana en divulgación de la ciencia, donde caben de manera conjunta todas las disciplinas y que inciden en el ámbito cultural.

Escribió alrededor de veintinueve libros y agradecía a sus lectores “el deseo de saber”. Libros que proyectó su creación desde los ocho años y que guiarían sus intensas lecturas de obras literarias y de ensayo. Dejó en borrador muchos otros escritos de sus ambiciosos proyectos de divulgación.

Ikram Antaki, se definía a si misma: “Ahora me proclamo, de manera un poco simple, conservadora, aunque de hecho no es exactamente así; en la práctica sigo la frase de Averroes: ‘sean renovadores en todo lo que se refiere a la ciencia y el pensamiento, sean conservadores en lo que se refiere a los asuntos de los hombres’”.

Al morir en la Ciudad de México en el año 2000, Ikram Antaki estaba completamente dedicada a cumplir con la meta más ambiciosa de su vida: “He descubierto, en este país, que soy un ‘buen maestro’, no solo ‘un buen escritor’, alguien que sabe algunas cosas y que no las quiere guardar, sino compartir”.

Además de la escritura, a la que considera resguardadora de la memoria ante la memoria de la información mediática que es frágil, tuvo un importante papel en medios audiovisuales colaborando en los canales oficiales, once y trece

, y en numerosos programas de radio y conduciendo los propios, como fueron los célebres: el Banquete de Platón y el Ágora.

Los interesados en adentrarse al mundo de la divulgación científica, sobre todo cuando no existen instituciones formadoras para ello, pueden recurrir a las obras de Ikram Antaki y aleccionarse con sus narrativas llenas de información y basadas en el pensamiento crítico, como trabajos de síntesis del pensamiento y que traspasan los campos de la especialidad uniendo de manera natural la ciencia y el humanismo y su responsabilidad con la sociedad.

Su programa El Banquete de Platón, ha sido base de varios de sus escritos donde recoge lo tratado en el programa. En especial el libro, mas que recomendado, que lleva como título, simplemente: Ciencia, editado por Penguin en su colección De Bolsillo, no puede faltar en la lectura de quienes se interesan por el pensamiento y conocimiento desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad.

Escrito en forma rigurosa y fácilmente asimilable, ayuda al lector a tener una idea rápida y actualizada de la naturaleza humana, el origen de las lenguas, las razas, el racismo, la inteligencia, la genética, el principio del universo, el tiempo, el cerebro y la descorazonada aventura de la modernidad científica que venció el oscurantismo.

Como le decía Ikram Antaki: “El merito de su parte (refiriéndose al lector), está en el hermoso y agradecible deseo de saber. El mérito, de mi parte, está, en la tentativa de síntesis”.

Recordamos así a una extraordinaria mujer que tomó a México como su casa y que contribuyó a la educación del pueblo con base en la divulgación y educación no formal, a través de sus libros y programas audiovisuales, convirtiéndose en una importante divulgadora del conocimiento en México.

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#4 Tiempos

Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?

¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!

Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?

Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.

Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».

¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…

El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.

Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:

-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.

Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.

El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)

estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.

Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!

Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.

«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!

Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».

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#4 Tiempos

¿Y si un día dicen que ya no hay abortos… porque los escondieron todos? | Columna de Ana G Silva

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CORREDOR HUMANITARIO

 

Imaginemos que dentro de unos años, alguien desde el poder diga: “En San Luis Potosí ya ni se practican abortos, ¿para qué mantenerlo legal?” Esa frase, tan simplona como peligrosa, podría ser suficiente para justificar que se dé marcha atrás a un derecho conquistado a pulso. Y lo más grave es que, si revisamos los datos oficiales, el argumento ya estaría servido.

Porque según los Servicios de Salud del Estado, desde que se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación, 132 mujeres han interrumpido su embarazo en San Luis Potosí. Pero —y aquí está la trampa— ninguna lo hizo por decisión propia. De acuerdo con las cifras, las 132 interrupciones fueron por motivos médicos. Cero voluntarias. Cero por libre elección.

Entonces, ¿qué nos están diciendo? ¿Que en todo un estado, con más de dos millones de mujeres, ni una sola decidió interrumpir su embarazo de forma voluntaria? ¿O que los hospitales y las instituciones están borrando esos datos, diluyéndolos entre diagnósticos clínicos para esconder una realidad incómoda?

Hace un año, San Luis Potosí celebraba lo que parecía un triunfo de la razón sobre el prejuicio: la despenalización del aborto. Hoy, ese avance empieza a parecerse a una mentira institucional. Porque si las cifras se maquillan, si la objeción de conciencia se convierte en excusa y si las mujeres siguen siendo rechazadas en hospitales, entonces el derecho a decidir se está convirtiendo en una simulación.

De los 107 puestos médicos en hospitales habilitados para practicar la ILE, uno de cada tres profesionales es objetor de conciencia. En Ciudad Valles, por ejemplo, 10 de 17 médicos y enfermeros se niegan a realizar el procedimiento. ¿Y qué pasa con las mujeres que viven en la Huasteca o en el Altiplano, donde no hay alternativas cercanas? ¿Qué pasa si una mujer llega al hospital de Valles, con doce semanas cumplidas, y le dicen que nadie puede atenderla porque todos son objetores

? Lo que pasa es que su derecho desaparece.

La colectiva ILE San Luis Potosí ha documentado estos casos, las negativas, la opacidad y la simulación. Han sido ellas —y muchas otras colectivas— quienes han tenido que acompañar a mujeres que, en teoría, ya no deberían estar suplicando por un derecho reconocido por la ley.

Y entonces hay que decirlo con claridad: un derecho que no se garantiza, es un derecho abolido en silencio. La resistencia institucional existe, y es tan sutil como efectiva: se disfraza de papeleo, de moral médica, de estadísticas convenientes. Pero su consecuencia es brutal: mujeres obligadas a continuar embarazos que no desean, porque el Estado decide mirar hacia otro lado.

San Luis Potosí tiene una ley que reconoce el derecho a decidir, pero no una estructura que lo haga realidad. Y si las autoridades siguen escondiendo las decisiones de las mujeres tras diagnósticos médicos, no solo están borrando datos: están borrando voces.

A un año de la despenalización, el aborto en San Luis Potosí sigue siendo un privilegio y no una garantía. Y si no se exige transparencia y acceso real, pronto podrían decirnos —con una sonrisa burocrática— que aquí ya nadie aborta. Y entonces, el silencio sería la excusa perfecta para volver atrás.

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