octubre 11, 2025

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#4 Tiempos

Reflexiones a un año de la pandemia (parte II) | Columna de Andreu Comas García

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La Ciencia de la Salud

 

En la columna de la semana pasada reflexioné sobre como México ha manejado el brote del covid-19. La reflexión de hoy intenta contestar la siguiente pregunta ¿Qué podría mejorar el Gobierno de México para corregir el rumbo de esta catástrofe?

Esta pregunta se pudiera contestar analizando tres grandes áreas de oportunidad, la primera son los mecanismos de detección-seguimiento-asilamiento de casos, la segunda es la comunicación en salud sobre la prevención de casos, y la tercera es la estrategia nacional vacunación.

A diferencia de lo que ha hecho gran parte del mundo y de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, México utilizó para la vigilancia del SARS-CoV-2 el sistema de vigilancia centinela para influenza. Este es un sistema que fue diseñado ya hace muchos años por el ahora Subsecretario el Dr. Hugo López-Gatell y se basa detectar solo en una pequeña porción de los casos sospechosos. Los resultados obtenidos sirven para conocer el periodo de circulación de los diferentes tipos de virus de influenza y calcular su magnitud.

¿Por qué el muestreo centinela no es la estrategia más adecuada para la vigilancia epidemiológica de SARS-CoV-2? La primera razón se explica porque el correcto funcionamiento e interpretación de este sistema depende de conocer el comportamiento epidemiológico habitual del virus. Es claro que todavía no se conoce ni se ha logrado establecer el comportamiento epidemiológico habitual de este virus. Pero el segundo motivo es el mas importante, la detección y vigilancia epidemiológica durante una pandemia debe de servir para cortar la transmisión del virus (no solo para saber que circula el virus).

Cuando se detecta un caso de SARS-CoV-2, lo correcto es que se aísle al paciente, a todas las personas con las que vive y a todas las personas con las que tuvo contacto estrecho mínimo 48 horas antes del inicio de síntomas. Solo con esto se puede cortar la cadena de transmisión.

Por el contrario, el sistema centinela empleado por el Dr. López-Gatell no esta diseñado para cortar la transmisión de la epidemia. México es el último país en el último del continente americano y uno de los últimos a nivel mundial en la realización de pruebas para la detección de COVID-19. Entre más personas se realicen pruebas entonces se lograría asilar a una mayor cantidad de casos y de sospechosos. Con lo cual se corta la cadena de transmisión y por lo tanto, la epidemia.

Además de seguir y asilar a los casos, es muy importante prevenir que los demás se infecten. Aquí es donde entra la segunda área de oportunidad, el mejorar la comunicación en salud. Desde el inicio de la pandemia, tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como el Subsecretario López-Gatell desestimaron la pandemia. De manera sistemática ignoraron la magnitud de contagio del virus, el impacto de la epidemia, la necesidad de realizar medidas de prevención, asilamiento y detección, y la necesidad de generar tecnología para superar la pandemia.

La comunicación oficial sobre las medidas de prevención has sido sistemáticamente contradictoria. Oficialmente se han mencionado de manera repetida que no existe evidencia de que el uso de cubrebocas pudiera ser. Junto con México, los otros dos países que tomaron la misma perspectiva sobre el cubrebocas fueron Brasil y Estados Unidos. Al final, estos son tres de los países con el peor manejo de la pandemia. Pero ahora con la llegada del presidente Joe Biden, Estados Unidos ha cambiado su política.

Cuando el presidente desestima la sana distancia, promueve los abrazos, sigue haciendo giras y se niega a usar cubre bocas, les envía un fuerte mensaje a los mexicanos. Todo lo anterior equivale a un mensaje oficial de “no hay que cuidarnos, no pasa nada, no sirve de nada, no es necesario”.

Siendo López Obrador el presid ente más popular y votado de la historia de nuestro país, gran parte de la población ha seguido su mensaje -erróneo-, lo cual ya participado en perpetuar contagio de millones de mexicanos y la muerte de cientos de miles. Por cierto, se siguen haciendo giras y reuniones masivas ya que el presidente no es una fuerza de infección, sino una fuerza moral.

Sí todos usamos cubrebocas fuera de la casa, sí todos evitamos aglomeraciones y eventos masivos y sí todos evitamos difundir información falsa, podemos evitar contagiarnos.

Finalmente, la tercera área de oportunidad es la vacunación contra COVID-19. Considerando que México no participó en la elaboración de vacunas, desde un principio se sabía que la llegada de vacunas iba a ser a cuentagotas y que era casi imposible cumplir con las metas anunciadas por el gobierno. La estrategia federal ha sido la de aplicar las vacunas en las zonas mas alejadas a los centros de mayor contagio, con lo cual difícilmente la vacunación va a impactar a corto plazo en la transmisión del COVID19.

Entonces, sí vamos a tener pocas vacunas ¿Cómo podemos maximizar el efecto de las pocas vacunas que tenemos para parar el brote? Sí lo vemos por grupo laboral primero se debería de cubrir al 100% del personal de salud, esto debería de estar seguido de maestros y del personal de la industria turística. Del personal de salud no es necesario explicar el motivo. En el caso de los maestros, esto sería porque se esta perdiendo toda una generación en el tema educativos. En cuanto al personal de turismo sería porque son los más expuestos a los virus que vienen de otras partes del país o del mundo, y por lo tanto son un sitio de entrada y diseminación muy importante (falta ver lo que pasa en Vallarta).

En cuanto por grupos de edad, los mayores de 65 años son quienes podrían la mayor tasa de mortalidad y en un mundo lo ideal habría que vacunarlos a ellos primero. Sin embargo, en México contamos con un número muy limitado de vacunas. Por lo tanto, la estrategia de vacunación enfocada a grupos de edad debería considerar priorizar al grupo de edad con la mayor tasa de hospitalización, con la mayor movilidad, al grupo que son el motor económico de país y que además sirven de puente entre las personas de la tercera edad que están en su casa resguardados con el mundo exterior.

Finalmente, el criterio geográfico que ha utilizado el gobierno es el de aplicar las vacunas las zonas mas alejadas y de menor densidad poblacional, lo cual es epidemiológicamente es incorrecto. Lo correcto sería aplicar las vacunas en las zonas de mayor densidad poblacional, en las de mayor incidencia de casos, en aquellas con la mayor tasa de hospitalización y de mortalidad. Como vemos hay múltiples -y complicados- criterios para la aplicación y priorización de la vacunación, y es obvio que el gobierno mexicano no los esta considerando todos. Por cierto, ¿El diseño de esta estrategia habrá influido en la renuncia la encargada de vacunación de CENSIA?

La próxima semana se publicará la tercera parte de esta columna, en la cual expondré el que podemos hacer como sociedad para parar esta catástrofe.

También lee: Reflexiones a un año de la pandemia (parte I) | Columna de Andreu Comas García

#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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Opinión

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