#4 Tiempos
Oración para pedir sueño | Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
«Señor, dame sueño». Así comienza el diario de un amigo entrañable, de un amigo que se ha ido lejos, muy lejos, a otro mundo. ¿No te parece, Señor, que es una oración bella y simple al mismo tiempo, una oración como no sabrían hacerla los fariseos, esos derrochadores de palabras? Sí, dale sueño. Dánoslo a todos. Danos hoy el sueño de cada día, de cada noche.
Acabo de leer en alguna parte que, hoy día, los que menos duermen son los japoneses: en promedio unas 5 horas por habitante, lo cual quiere decir que por uno que duerme las ocho horas de rigor, hay otro muy cerca de él –acaso su vecino de cuarto- que sólo duerme dos. ¿Cómo hace este último para mantenerse en pie? Ah, ya lo sabemos, y Tú lo sabes mejor que yo: gracias a esas drogas que…
En la misma revista donde leí esto, se aseguraba también que el sueño es una actividad humana en trance de extinción. Lo creo, lo creo. Como los habitantes del Japón, yo tampoco duermo lo que debería. Por eso, con mi amigo, te suplico: «Señor, dame sueño». Danos a todos esa santa inocencia que sabe cerrar los ojos, relajar el cuerpo y abandonarse. Danos la humildad de retirarnos, de aceptar que, al menos por hoy, el tiempo se nos ha acabado. ¿Es el insomnio un inconfesado miedo a la muerte, un cierto temor de caer en el vacío?
¿Y qué acto hay de mayor humildad, Señor, que irse serenamente a la cama cuando hay tantas cosas por hacer, tantos libros que leer y tantas páginas que escribir? En realidad, reclinar la cabeza sobre una almohada es ya un acto de esperanza, y de fe: es creer que si Tú nos ha hecho abrir los ojos al sol de este día, nos los harás abrir también al sol del día de siguiente, a la luz de mañana.
Atlas no puede descargarse del peso del mundo; Sísifo teme que la piedra se le escape de las manos y empiece, sin él, a rodar colina abajo. Dormir: dejar que la piedra ruede; que el mundo, aunque sólo sea por unas horas, nos dispense de cargarlo. La mejor manera de imaginarse a Sísifo feliz es imaginárselo dormido: ¿cómo es que de esto Albert Camus (1913-1960) no dijo de esto absolutamente nada?
Admiro, Señor, a los que pueden decir de corazón: «Mañana será otro día». Lo decía mi padre, lo decía –por lo que sé- mi abuelo, lo decían los antiguos, pero el hombre posmoderno no puede decirlo ya. Le falta esa confianza, ese abandono que deposita lo hecho y lo inconcluso en las manos de Dios: en tus manos, Señor, donde se halla guardado también lo que soñamos hacer y no pudimos. ¡Ah, al final de nuestra vida no sólo nos juzgarás, Señor, por nuestras obras! ¡También nos juzgarás por nuestros sueños!
La Iglesia aconseja a sus hijos que antes de entregarse al descanso nocturno reciten la plegaria de Simeón, aquel anciano bíblico que, una vez que ha visto lo esencial, sin apegarse a la luz del crepúsculo, pide humildemente ir a su lecho para dormir de una vez por todas el sueño de la muerte:
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Comentando esta oración –bella y simple como la de mi amigo-, otro de tus siervos, el filósofo Jean Guitton (1901-1998), ha escrito lo siguiente: «Ésta es la oración que podemos hacer con la Iglesia cuando las sombras se extienden sobre nuestras calles, cuando ya no es posible corregir y ni siquiera perfeccionar nada de lo que ha sido hecho, sino sólo confiarlo a la Misericordia; cuando incluso las cosas parecen recogerse; cuando llega la noche y los invitados abandonan el festín de bodas; cuando los esposos se encuentran solos y las vírgenes prudentes se han ido a abastecer de un nuevo aceite».
«Ahora, Señor –parece decir Simeón, el anciano que te pide sueño-, puedo despedirme en paz, irme ya de este mundo, de esta historia que jamás se repetirá, pues mis ojos han visto ya lo que anhelaban ver».
¿Y qué es dormirse, Señor, sino morir un poco? Tal vez por eso se dice a menudo que el sueño es lo que más se parece a la muerte: porque hay en ambos una especie de abandono que los asemeja. Morir, como dormir, significa abandonarse. Pero el que duerme no se muere: parte solamente del mundo real para irse a vivir por unas cuantas horas al universo de los recuerdos y los sueños: allí donde las cosas flotan, el pasado vuelve y los muertos viven todavía.
Haz, Señor, que no sea tan soberbio como para pensar que el mundo se desplomará si por unas horas me aparto de él y cierro los ojos. Hazme humilde, esperanzado y alegre: alegre con esa alegría que sólo puede irradiar el que ha dormido bien.
Concédeme creer que lo que no ha sido hecho hoy, ya será hecho, si Tú lo permites, mañana mismo.
Dame unos ojos capaces de ver lo esencial de cada día para que no lo añore despierto por la noche.
Y, sobre todo, Señor, dame sueño. Danos a todos sueño con la misma generosidad con la que nos das tu pan.
Así sea.
También lee: Lázaro | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
También lee: Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
También lee: Gobierno y UASLP: sus enemigos se saborean los bigotes | Apuntes de Jorge Saldaña
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad4 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online