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#NiConAMLO | Morena nunca ha logrado pasar del tercer lugar en SLP
A ocho años de su fundación, analizamos los pobres resultados del partido y sus posibles causas
Por: Ana G Silva
Desde su fundación en 2014, Morena no ha logrado ser un referente en las elecciones de San Luis Potosí, ni siquiera ha podido ser considerado el partido a vencer durante estos procesos políticos, a pesar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha conseguido resultados muy favorables y ha mantenido un alto margen de aceptación entre la sociedad potosina arriba del 60%. Tanta es la poca penetración del partido en el estado, que su mejor resultado ha sido un tercer lugar en la elección a la alcaldía en 2018, cuando el propio Andrés Manuel apareció en la boleta.
Algunos de los factores por los que el partido guinda no ha despegado en San Luis Potosí puede acreditarse a sus conflictos internos a nivel estatal y con la dirigencia nacional, que ha generado la división de sus integrantes, tanto que en la pasada elección le impidieron formar un frente común con el Partido Verde y el PT. A ello ha y que sumarle la poca solidez e importancia que su dirigente Sergio Serrano ha tenido.
La Orquesta recopiló información de la participación de Morena en las elecciones a la gubernatura y a la alcaldía para conocer cómo ha sido su desempeño con el pasar de los años:
En 2015, un año después de convertirse en partido político, Morena tuvo su primer ciclo electoral en el país. En San Luis Potosí, cuando Gabino Morales era el dirigente estatal del partido, colocó a Sergio Serrano Soriano como el representante para ir por la gubernatura y a Joaquín Antonio Muñoz Mendoza para la alcaldía de la capital; no obstante, cada uno pudo conseguir poco más del 2% de los votos.
Sergio Serrano obtuvo el quinto lugar con solo 25 mil 715 votos, es decir un 2.41% del porcentaje total. El candidato ganador de aquella contienda fue Juan Manuel Carreras López (PRI) con 380 mil 128 votos (35.65% del padrón electoral); seguido por Sonia Mendoza Díaz (PAN) con 351 mil 325 votantes (32.95%), el tercer puesto lo ocupó Fernando Pérez Espinoza (PRD) con 191 mil 931 votos (18.46%) y el cuarto fue el representante de Movimiento Ciudadano, Eugenio Guadalupe Govea Arcos con 43 mil 053 (4.03%).
Serrano Soriano solo superó a Ysabel Gómez Galán del Partido Encuentro Social que obtuvo 10 mil 916 votos (1.02% del padrón) y a Anicento Becerra Dueñas del Partido Humanista que fue votado por 6 mil 633 personas (0.66%).
Joaquín Antonio Muñoz Mendoza consiguió el cuarto lugar durante la elección a alcalde de San Luis Potosí en 2015, donde resultó vencedor Ricardo Gallardo Juárez (PRD) con un aplastante 47.82% del electorado, es decir 131 mil 411 votos; el segundo lugar fue para Xavier Azuara Zúñiga con el 29.75 por ciento, 81 mil 760 votos; en el tercero se quedó Manuel Lozano Nieto (PRI) con el 12.90% y 35 mil 447 votos; el representante Morenista obtuvo un 2.17% de las preferencias, con 5 mil 971 votos; mientras que Luz María Lastras Martínez (Movimiento Ciudadano), Jaén Castilla Jonguitud (Nueva Alianza), Belinda Natalie Badillo Rodríguez (Partido Humanista), Gerardo Arturo de la Rosa Jourdan (Partido Encuentro Social) y Jorge Alejandro Vera Noyola (Conciencia Popular) obtuvieron juntos 6.79%, es decir, 18 mil 915 votos.
Para 2018, Morena se convirtió en la primera fuerza política del país, pues logró conseguir la victoria electoral más importante, ya que su representante, en coalición con Partido del Trabajo y Partido Encuentro Social, Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia de México con un 54.71% de las preferencias o 30 millones 113 mil 483 votos, un dos a uno contra el representantes del PAN, Ricardo Anaya Cortés, que consiguió el 22.91%; a José Antonio Meade le triplicó los votos ya que solo consiguió el 16.88% (PRI); muy atrás quedaron Jaime Rodríguez Calderón (Independiente) con 5.38% y a Margarita Zavala (Independiente) con el 0.06%.
San Luis Potosí llevó a cabo ese mismo año la renovación de ayuntamientos y a pesar de la victoria del líder de la Cuarta Transformación, Leonel Serrato Sánchez solo pudo aumentar el número de votantes comparado con el 2015, pues consiguió 68 mil 792 votos (19.73%) y ocupó el tercer puesto; el ganador fue Xavier Nava con el PAN y sus 153 mil 892 votos (44.15%), el segundo se lo quedó Ricardo Gallardo Juárez con 89 mil 894 votos (25.78%).
Ya en 2021, con Xavier Nava como representante de Morena para la presidencia municipal, solo quedó en tercer lugar y obtuvo 53 mil 589 votos (15.4592%); mientras que el ganador de la elección Enrique Francisco Galindo Ceballos (PAN, PRI, PRD y CP) tuvo 143 mil 630 votos (41.4339%); el segundo lugar fue para Leonel Serrato Sánchez (de PT y Partido Verde) con 110 mil 870 (31.9834%); María de los Ángeles Hermosillo Casas de Panal, 10 mil 296 votos (2.9702%); Teresa Carrizales Hernández del PES, 7 mil 317 votos (2.1108%); y Jorge Andrés López Espinoza de MC con 5 mil 318 votos (1.5341%).
Para la elección a la gubernatura de San Luis Potosí, Mónica Rangel Martínez, candidata de Morena llegó al tercer lugar de las preferencias, aunque su partido partió como el amplio favorito para gobernar el estado. Ricardo Gallardo Cardona (Partido Verde y PT) ganó con 458 mil 156 votos (37.7%); el segundo lugar fue Octavio Pedroza (PRI, PAN, PRD y CP) con 400 mil 273 votos (32.93%); Rangel tuvo 139 mil 243 votos (11.46%) muy cerca de José Luis Romero Calzada (RSP) tuvo 105 con 870 votos (8.71%); Marvelly Costanzo Rangel (Movimiento Ciudadano) obtuvo 31 mil 527 votos (2.59%); Adrián Esper Cárdenas (PES) tuvo 12 mil 889 votos (1.06%); Francisco Javier Rico Ávalos (Nueva Alianza) tuvo 12 mil 199 votos (1%); Juan Carlos Machinena Morales tuvo 6 mil 093 votos (0.50%) y Arturo Segoviano (independiente) obtuvo 4 mil 330 votos (0.36%).
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Ciudad
Saldo blanco en Villa de Pozos en festejos de 12 de diciembre
La coordinación entre Guardia Civil Municipal y Protección Civil garantizó actividades y celebraciones religiosas en orden
Como parte de la vigilancia implementada durante las celebraciones del 12 de diciembre, el Gobierno Municipal de Villa de Pozos, a través de la Guardia Civil Municipal y la Dirección de Protección Civil, reportó saldo blanco gracias a los operativos preventivos y de supervisión desplegados en diversas zonas de la localidad, con el objetivo de salvaguardar la integridad de la ciudadanía.
La Dirección de Policía Vial de la Guardia Civil Municipal informó que, durante los recorridos de vigilancia, únicamente se desactivaron dos bailes callejeros, uno ubicado en las calles Ciriaco Cruz y Benito Juárez y otro en la calle 32 en la colonia Prados de San Vicente Segunda Sección, acciones que se llevaron a cabo de manera ordenada y sin incidentes.
Por su parte, la Dirección de Protección Civil destacó que, gracias a la presencia permanente de los elementos en templos y zonas de alta afluencia, así como a la pronta capacidad de respuesta, las celebraciones religiosas se desarrollaron con normalidad, en un ambiente de orden y sin riesgos para las y los asistentes.
El Gobierno Municipal de Villa de Pozos resaltó que la coordinación interinstitucional fue fundamental para garantizar la seguridad durante esta fecha de gran relevancia, al permitir que habitantes y visitantes celebraran el 12 de diciembre de manera tranquila y segura, siempre comprometidos con la prevención y el bienestar de la población.
Ayuntamiento de SLP
Demanada contra el Ayuntamiento asciende a 300 mdp por caso RICH
Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato sancionando al responsable del evento e inhabilitó a los organizadores
Por: Redacción
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.
Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.
En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)
La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.
Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.
Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:
“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”
(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).
Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.
Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.
Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…
Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.
Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.
No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.
Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.
Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.
Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.
Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.
Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.
Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.
Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.
Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.
Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.
Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.
Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.
A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.
Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.
Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.
El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:
—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.
Flor del Campo. Claro.
No era un nombre. Era una respuesta.
Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.
Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.
Jorge Saldaña.
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