#4 Tiempos
Mujeres, mujeres universitarias y cobacheras de 8 y 9M | Columna de Jorge Ramírez Pardo
Enred@rte
El visible manoseo con fake news (noticias falsas), empleo de cochuperos profesionales aún en activo es tan burdo y demagogo (blablablá) contra la 4T, como también lo es para la convocatoria al paro 9M.
Ejercicio legítimo ensuciado por el oportunismo de coyuntura y/o doble moral.
Surgen improvis@dos de hoy para hoy como oradores incendiarios y militantes de coyuntura para un día. ¿A dónde va el después y acciones específicas remediadoras?
Exgobernantes y gobernantes, también partidos políticos por costumbre omisos ante el sistemático oprobio y criminalidad hacia las mujeres, y hasta contrarios a postulados que algunos grupos de entre las más liberales de ellas reclaman, ahora se ponen oportunista, coyunturalmente, la camiseta del 9M.
Blablablá y blablablá, y firma de desplegados y declaraciones de principios. Las menos, cercanas a propuestas de estrategias preventivas y remediadoras. Todos a la cargada, y numerosos actores distantes del problema (con las manos en la puerta obligados por la avalancha) hacen concesiones para no verse mal y darle un mejoralito infantil a su ancestral carga de responsabilidad eludida.
Pero, esas migajas festinadas en público, no van acompañadas, salvo contadas excepciones, de elementos estructuradores, caminos a la prevención y resolución de la problemática.
Contrapuntos y excepciones
La escritora y dramaturga Sabina Berman comentó en su columna de ayer titulada “La violencia tiene permiso”, admirables filósofos: hay algo peor que el mal, es la bondad abstracta, porque coloca a un ángel de barro en el lugar donde podría descender un ángel verdadero. Sabina También citó de Bertold Brecht; “Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime”.
Otros periodistas destacados lo han visto así:
Enrique Galván Ochoa.- “La batalla en las redes”: Paristas y antiparistas están librando una épica batalla en las redes sociales, aunque, la peor parte se la están llevando personajes como Felipe Calderón y el panismo. Difícil creerles su feminismo a los que han visto a la mujer como un viejerío de lavadoras de dos patas”.
Jorge Zepeda Patterson.- “Sí contra el machismo, no contra los hombres. El verdadero enemigo es una ideología construida para hacernos creer que los hombres valen más que las mujeres”. Hacer una aguda disquisición histórica del machismo como construcción ideológico/cultural sin distinción de género, y concluye: “Hoy, que es el día de la mujer, tendrían que expresarse todos aquellos que desean un mundo en el que exista mayor equidad de género. Hay muchos hombres que desean corregir un estado de cosas que lastima, disminuye y pone en riesgo a las mujeres, entre otras cosas porque son pareja, hermanos o padres de ellas y porque también han sido víctima de este machismo absurdo”.
Un ejemplo excepcional y proactivo es el realizado por Enrique Graue Wiechers, el rector de la UNAM, quien acompañado y aconsejado por destacadas universitarias, los funcionarios de más alto rango y los líderes de los dos sindicatos de la institución, el pasado 5 de febrero, anunció para su inmediata puesta en práctica, cinco ejes para fortalecer la atención y prevención de los casos de violencia de género en la institución:
1.- Crear un organismo autónomo de la Rectoría que atienda estos casos, el cual ya ha sido consensuado con los diferentes actores, y hará más expeditos los procesos de denuncia y resolución, así como el acompañamiento de las víctimas.
2.- Ampliar el Tribunal Universitario con perspectiva de género. Esta iniciativa ya se presentó y aprobó por la Comisión de Legislación Universitaria del Consejo Universitario (CU), y en los días siguientes se entregará al pleno.
3.- Fortalecer la Defensoría de los Derechos Universitarios, a través de su Reglamento.
4.- Incorporar asignaturas con perspectiva de género en los planes de estudio.
5.- Impartir cursos y la divulgación de materiales didácticos para explicar los procesos que fortalezcan la cultura del respeto.
Desde junio de 2016, subrayó Graue, la administración de la UNAM inició un proceso inédito en la educación superior (…) gracias al cual la violencia contra las mujeres ha sido visibilizada y cerca de 100 universitarios (…) han sido rescindidos o separados definitivamente de nuestra casa de estudios.
Desdibujados contrastes locales recientes
En la capital potosina, hay dos instituciones educativas públicas evidenciadas por actos ancestrales y repetitivos de acoso y violencia en contra de alumnas, y los reclamos al respecto son atendidos a trasmano:
PRIMER ESCENARIO.- El rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), Manu el Fermín Villar Rubio, no obstante haber recibido durante varios años, de diversos campus y facultades de la UASLP, reclamos de alumnas en varias facultades de la institución, envió el jueves pasado a un propio en su nombre, Jorge Andrés Delgado Delgadillo , defensor de los Derechos Universitarios, a declarar en una rueda de prensa (ni siquiera frente a las agravias) que tres docentes universitarios han sido cesados por conductas de acoso y hostigamiento sexual tras las denuncias presentadas en el último año.
Inmejorable oportunidad del rector para dar la cara al problema. Pero no fue así.
Hubo reacción inmediata. Un grupo de alumnas le hizo plantón el viernes pasado frente a rectoría. Ello incluyó carteles y tendederos con acusaciones específicas.
En algún cartel le recuerdan al rector, haber afirmado que las alumnas son quienes provocan a los profesores para que sean acosadas gracias al tipo de ropa que utilizan.
Abelardo Medellín de La Orquesta reportó sobre ese incidente: Con los rostros cubiertos para proteger su identidad, las estudiantes colgaron sus denuncias en contra de profesores de facultades como las de Ingeniería, Derecho, Medicina y Ciencias de la Comunicación, entre otras.
«El rector es omiso y sordo frente a la violencia que sufrimos nosotras en las aulas, un rector que nos revictimizó al decir que provocábamos a los profesores y es cómplice de la violencia que ejercen alumnos y maestros bajo el amparo de la UASLP», dijo a Medellín una de las manifestantes.
ESCENARIO DOS .- No es menor el proceder infortunado y sí mayor la impericia de la directora general el Colegio de Bachilleres, Marianela Villanueva. Ella ha recibido de manera continua del problema en los planteles de Cobach y fue entrada del reclamo, también la semana pasada, de alumnas del plantel 26, quienes con “post its”, carteles y letreros en los espejos de los baños, agudizaron sus demandas por acoso de profesores y alumnos. El evento trascendió y circularon imágenes donde la propia directora del plantel supervisa que se remuevan las expresiones graficadas por las alumnas sin que haya mediado diálogo al respecto.
A continuación, se muestra un fragmento de la narrativa al respecto realizada por las alumnas:
“Querido diario” 6 de Marzo del 2020:
En un viernes en el Cobach 26 se comienza a alzar la voz después de tantas miradas morbosas, apodos no deseados, apretones de mano que no queríamos, roces mal intencionados, pláticas incómodas que ya no queríamos continuar, acciones que dejamos de hacer por miedo, clases completas donde todo era sexualizado, después de ser víctima de acoso se alza la voz y te das cuenta que no solo te pasó a ti, que no sólo tú tenías miedo e impotencia, se alza la voz y se molestan porque dicen que no había supervisión de maestros para expresar lo que no solo una vive, si no muchas (…) #YOTECREO #NiUnoMenos #Hablemosdeacoso
Marianela Villanueva dejó correr el problema, no acudió al plantel que le queda a menos de medio kilómetro de su oficina, tampoco lo afrontó –pese a estar cercano y no dilucidado- el suicidio de una alumna del plantel 19 de Mexquitic (con mensaje póstumo que incluye referencia al acoso en el contexto escolar); la directora general de los COBACH se limitó publicar el “cliché” calcado de los empresarios e instituciones, alusivo a la bondad “perdonavidas” en cuanto a dejar libertad de decisión a las mujeres ausentes durante el 9M.
Fin que sea principio
Aspiremos a un universo universitario y cobachero de dos 50%s en justicia y oportunidades en equidad. Es más que asunto de género, es un hecho cultural a refundar. El machismo tiene raíces profundas en el espacio y tiempo. Es deseable llegar al 10,11,12M… con acciones vindicativas y actos reeducativos específicos. Justicia en equidad.
También te puede interesar: (FOTOS) Alumnas exhibieron a profes y alumnos acosadores de la UASLP
#4 Tiempos
Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Imagine que un día, mientras se baña, descubre en alguna parte de su cuerpo –por ejemplo, en la planta del pie izquierdo, aunque bien podría ser en cualquier otro lugar- unos números tatuados que nunca antes había visto. ¿Cómo es que aparecieron allí? Hace usted memoria: ¿quién pudo haberle jugado una broma tan pesada? Y, sobre todo, ¿cuándo y a qué hora, que usted no se dio cuenta?
Como quiera que sea, trata de averiguar el significado de aquella cifra misteriosa. Lee una vez y luego otra vez: 290614. Doscientos noventa mil seiscientos catorce. ¿Y qué quiere decir? Piensa usted en las cantidades de dinero que debe e, incluso, en el saldo de su cuenta bancaria. ¡No, imposible! Por más que ha tratado de ahorrar, nunca le ha sido posible reunir una suma semejante. ¡Ojalá tuviera esa cantidad! Pero no: sospecha que, por lo menos aquí, no se trata de dinero. ¿Y si hubiera que leer la cifra de otro modo, es decir, no de corrido sino por partes? 29-06-14. Así la cosa está más clara. Parece una fecha. ¿Veintinueve de junio del año dos mil catorce? Ahora imagine que, de pronto, lo invaden ciertas sospechas. ¿Y si esa fecha fuera la de su futura muerte?
Sí, eso es: usted ha desentrañado un misterio: esos números que nadie pudo haber tatuado -por la sencilla razón de que, si alguien lo hubiese hecho, usted se habría dado cuenta- son una revelación, algo así como un mensaje. Usted se morirá, pues, el veintinueve de junio del año dos mil catorce. Y cuando ha caído en la cuenta del significado de los números misteriosos, éstos desaparecen y no vuelven a dejarse ver nunca más. Fueron como un relámpago en la noche, sí, y, sin embargo, usted ya sabe…
¿Cómo sería la vida de los hombres si Dios, valiéndose de estos avisos o de otros, nos hiciera conocer el día de nuestra muerte? ¡Que sencillamente no podríamos vivir! Cada mañana nos despertaríamos con la boca pastosa pensando que la fecha fatídica está hoy más cerca que nunca. ¿Cómo vivir en semejantes condiciones?, ¿cómo no pegarnos entonces un tiro en la cabeza? Pero no. Dios, aunque conoce el día y la hora de cada uno, se la calla. Al crearnos, no nos puso en ningún ángulo del cuerpo nuestra fecha de caducidad. ¿Para qué conocerla? ¿Para vivir aterrorizados? Sin embargo, lo que ni Dios se ha atrevido a hacer, los humanos sí que lo hacemos, y hasta con una naturalidad que habría que llamar mejor ensañamiento. Nosotros sí, para castigar a los culpables, los condenamos a muerte y hasta les decimos, armados con el código penal, el día en que deberán ser ejecutados. ¿No es esto salvaje e inhumano? Imaginemos, en efecto, la vida de un hombre que deberá morir el 29 de junio del año 2014… ¿Cómo transcurrirían las horas de este hombre?
Bien, Víctor Hugo (1802-1885), el gran escritor francés, trató de imaginarlo escribiendo una novela publicada en 1829 que llevaba por título El último día de un condenado a muerte. En ella aparece un hombre acusado de asesinato al que la ley está a punto de dar el último golpe. ¿En qué piensa este hombre al saber que sus días están contados? ¿Qué ideas concibe mientras la fecha se aproxima y los minutos vuelan? Para enterarnos es preciso leer la novela. Yo, por mi parte, sólo quiero detenerme allí donde el prisionero, en su celda, se pone a observar las paredes con curiosidad. ¡Va a morir, él va a morir! ¡Y cuantos ocuparon esta misma celda antes que él están ya muertos, y bien muertos, desde hace tiempo! Sin embargo, antes de irse de este mundo escribieron algo en las paredes que era como su último adiós. Se puso a leer…
«¿Qué hacer con la noche cuando aún no despunta el día? Se me ocurrió una idea. Me levanté y paseé mi lámpara por las cuatro paredes de la celda. Están llenas de frases, de dibujos, de extrañas figuras, de nombres que se mezclan y se tapan unos a otros. Parece como si, aquí al menos, cada condenado hubiera querido dejar su huella. Con lápiz, con tizón, con carbón, letras negras, blancas, grises, con frecuencia profundas hendiduras en la piedra, por doquier caracteres oxidados, como si estuvieran escritos con sangre… A la altura de mi cabeza hay dos corazones inflamados, atravesados por una flecha y, por encima, la leyenda: Amor para toda la vida. El desgraciado no se comprometió por mucho tiempo. Al lado, una especie de tricornio con una figurita groseramente dibujada por debajo y estas palabras: ¡Viva el emperador!. Y luego otros dos corazones inflamados con esta inscripción: Amo y adoro a Mathieu Danvin. Jacques. En la pared de enfrente se lee este nombre: Papavoine. La p mayúscula está bordada con arabescos y adornada con esmero»…
La celda que describe Víctor Hugo es la celda de los condenados, sí, y, sin embargo, antes de tomar el camino del cadalso unos hombres dibujaron corazones y escribieron unas cuantas palabras de amor. Amo y adoro a Mathieu Danvin. ¿Quién era este Jacques que, a escasas horas de morir, resumía así las andanzas y quehaceres de toda una vida? Antes de irse de este mundo, Jacques había escrito las palabras decisivas; palabras que nunca leería Mathieu Danvin, pero que él se sentía en el deber de dejar grabadas para siempre. ¡A punto de ser llevado a la guillotina, Jacques declaraba su amor en la distancia a Mathieu Danvin! Por ahora no quiero leer más. Y cierro la novela de Hugo pensando en esto: que acaso lo único que hemos venido a hacer a este mundo es decir unas cuantas palabras de amor, unas pocas, para luego irnos un poco así como los barcos se pierden en la lejanía del mar durante la noche. ¿Que no somos correspondidos? Eso no importa. ¿Que no dio nunca nadie importancia a nuestro afecto? Eso importa menos aún. Nosotros hemos amado, lo hemos dicho y con eso nos basta.
Cuando hemos pronunciado las palabras esenciales, cuando hemos escrito nuestra declaración de amor en una de las paredes de la vasta prisión que es este mundo, ya nada nos falta. ¡Hemos dicho ya lo único que importa decir! Que venga entonces el carcelero: nosotros tendemos las manos hacia él y lo acompañamos a donde quiera llevarnos…
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#4 Tiempos
El secuestro de 7 vidas al barranco | Crónica de Jorge Saldaña
CRÓNICA
Por: Jorge Saldaña
Todos perdieron. En San Luis, a veces la justicia no llega por la puerta grande de los tribunales, sino por la rendija torcida del rencor. Cuatro adolescentes, todavía con el olor a niñez pegado en la piel, decidieron convertirse en verdugos de otro recién salido de la adolescencia. Lo subieron a un Mazda gris como si se tratara de un ritual iniciático: una venganza disfrazada de justicia.
El nombre del capturado era Fidel. Lo golpeaban dentro del auto, le gritaban lo que creían que era verdad: que había embarazado a una amiga, que la golpeaba, que la humillaba y que dejó junto a su hijo a la deriva. Ellos, convencidos de ser vengadores, eran apenas muchachos con un arma de balines que parecía real. Creían portar justicia, pero cargaban sólo una farsa de poder.
En la huida desesperada, Fidel se arrojó del vehículo. No era valentía ni cobardía: era instinto de supervivencia. Saltó, y el destino lo arrojó todavía más abajo, al barranco. El golpe contra las rocas fue la sentencia que ninguno de los adolescentes imaginó, pero todos firmaron con ese acto.
El saldo es un inventario de pérdidas: Fidel perdió la vida en la caída. Los cuatro jóvenes perdieron la libertad, y con ella, cualquier atisbo de futuro. La muchacha, centro invisible de la tragedia, perdió al padre de su hijo y a los amigos que quiso como vengadores. Se quedó sola, con un bebé en brazos y la sombra de un muerto sobre la cuna.
El niño crecerá huérfano de padre, y su madre, huérfana de red. No hay vencedores: sólo cenizas.
La historia parece sacada de una novela de Arriaga: adolescentes que creen en la épica de la violencia, que juegan a dioses con armas falsas, que hacen justicia con las uñas sucias del odio
. El final es tan brutal como inevitable: cuando la violencia se hereda, los hijos juegan con ella.El barrio El Aguaje se quedó con una postal difícil de olvidar: sirenas iluminando la noche, un cuerpo roto en el fondo del barranco, y cuatro chamacos esposados, con la mirada aturdida de quien no alcanza a comprender que la adolescencia terminó en un segundo.
Nadie hablará de ellos en la sobremesa. Nadie los pondrá en canciones. Pero ahí está la historia, un espejo áspero que refleja a al del país entero: un lugar donde la justicia se busca a golpes, donde la violencia se hereda como apellido, y donde hasta los niños cargan con la fatalidad de ser verdugos o víctimas.
En esta tragedia, no hubo malos ni buenos: sólo cinco adolescentes devorados por un mismo monstruo, el de la violencia que crece como plaga en los rincones donde el Estado no llega, pero sí llega Netflix y todas las plataformas con series donde se exalta la violencia como único camino, y la justicia por propia mano como un acto de valentía en una selva que no tiene otra ley que el ojo por ojo y diente por diente.
La pregunta queda flotando como un eco incómodo: ¿A quién le importa?
Simplemente es una corriente y cruda historia más, en la que nadie gana.
Un reflejo del barranco en el que todos estamos al borde.
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#4 Tiempos
El sueño que parecía imposible | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Durante décadas, el fútbol mexicano ha vivido con una deuda pendiente, la de encontrar a ese jugador distinto, capaz de cambiar un partido con una sola jugada, de desatar emociones colectivas y de encender la esperanza de millones. Y de pronto, en medio de la rutina de un campeonato que pocas veces sorprende, aparece un adolescente llamado Gilberto Mora para recordarnos que el sueño sí puede ser real.
Con apenas dieciséis años ya hizo historia. Debutó en la Primera División con Xolos y no fue un relleno, no fue una anécdota, se convirtió en protagonista, dio una asistencia, marcó un gol y rompió el récord de precocidad. Desde entonces, cada vez que pisa la cancha transmite esa sensación de que algo diferente va a ocurrir. Es el tipo de jugador por el que uno prende la televisión o se sienta en la tribuna con la ilusión de ver magia.
Lo extraordinario de Mora no es solo su juventud ni sus estadísticas. Es la manera en que juega con naturalidad, como si la presión no existiera, como si la cancha le perteneciera. Ve espacios que los demás ignoran, inventa caminos en lugares cerrados, toma decisiones que parecen dictadas por un instinto superior. Y lo más impresionante es que ya lo hace con la Selección Mexicana, donde su talento no se disfraza entre adultos, sino que se multiplica. En la Copa Oro lo vimos asistir, competir, atreverse, y ganar un título con una madurez que contrasta con su edad.
El horizonte para Mora es tan prometedor como inédito. Si el proceso se maneja bien, no solo podría disputar el Mundial Sub-17 —ese que corresponde a su categoría natural y donde sería la estr ella indiscutida—, sino que incluso está en condiciones de aspirar al Mundial Mayor , en un salto que pocos futbolistas en el planeta pueden presumir. Imaginarlo jugando ambos torneos, en paralelo, sería confirmar que estamos frente a un fenómeno.
México ha tenido buenos futbolistas, jugadores de época, líderes de vestidor o símbolos nacionales. Pero pocas veces hemos sentido tan cerca la posibilidad de tener a alguien con el aura de un Messi o un Maradona: un joven que no solo juega, sino que transmite la sensación de que su historia puede transformar la del fútbol mexicano. Por eso cada partido suyo parece más grande que el marcador. Porque lo que está en juego es la ilusión de un país entero que lleva generaciones esperando a “ese” futbolista que cambie todo.
Claro, el riesgo existe. La presión mediática, los clubes europeos que pronto tocarán la puerta, la exigencia desmedida de una afición que no suele tener paciencia. Pero si Mora encuentra el entorno adecuado, si logra madurar sin perder la magia, entonces podemos estar al inicio de la historia que tanto tiempo se nos negó.
Gilberto Mora es hoy más que un jugador: es la encarnación de un sueño que parecía imposible. Si mantiene el rumbo, no estaremos hablando solo del más joven en debutar, anotar o asistir. Estaremos hablando del crack que México llevaba décadas esperando, capaz de unir en un mismo calendario el Mundial Sub y el Mundial Mayor, para después escribir la página que nos acerque, por fin, a la eternidad futbolística.
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