diciembre 13, 2025

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#4 Tiempos

Más ciencia, menos obediencia | Columna de Victor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

A la Comunidad del CIDE.

En 1848, Henry David Thoreau, escritor y filósofo estadounidense, dictó su conferencia “Los derechos y obligaciones del individuo en relación con el gobierno”. Años después, esta fue publicada como libro y bajo el título con el que hasta ahora se le reconoce: Civil Disobedience—o Desobediencia Civil—. En ella, Thoreau expone los principios básicos de lo que él llama «desobediencia civil» y posteriormente narra su experiencia aplicándolos en su propia vida: decidió no pagar sus impuestos como una manera de expresar su rechazo a distintas políticas del gobierno estadounidense —que en aquel entonces aún no abolía la esclavitud y se encontraba en guerra con México—, lo cual le llevó a ser arrestado y encarcelado por algunos días.

En sus reflexiones, Thoreau se pregunta hasta cuándo estamos obligados a obedecer al gobierno cuando consideramos injustas sus leyes o políticas; hasta cuándo se justifica la resistencia. En pocas palabras, Thoreau sostiene que, ante las injusticias del Estado, lo correcto es emprender un tipo de participación política —siempre pacífica y con un respeto general al marco jurídico— consistente en protestas, violación de la ley y denuncias de la injusticia ante las instituciones legales correspondientes. Las enseñanzas de Thoreau luego se convirtieron en un manual para guiar distintos movimientos de resistencia pacífica alrededor del mundo. La obra de Thoreau viene bien en los tiempos que corren.

Como ya he mencionado anteriormente en este espacio, la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, con la aquiescencia del presidente de la República, ha emprendido una serie de ataques y embates en contra de la comunidad científica del país. Denuncias de delincuencia organizada en contra de científicos, severos recortes presupuestales, detrimento a condiciones laborales y amenazas frontales a la libertad de expresión, así como despidos injustificados en pequeños Centros Públicos de Investigación son solo algunos ejemplos de los absurdos actos de persecución e intimidación que ha realizado María Elena Álvarez-Buylla durante su triste gestión al frente del CONACYT.

Contra el Centro de Investigación y Docencia Económicas(CIDE), el CONACYT hizo lo posible por provocar la renuncia de su Director General para así poder colocar a un director interino a modo. Este interino, José Antonio Romero Tellaeche, rápidamente desató una crisis al interior de la institución, destituyendo arbitrariamente a personas que solamente realizaron su trabajo de acuerdo a la normatividad, insultando a estudiantes y administrativos e incluso amenazando frontalmente y sin ningún empacho a la plantilla docente.

El interino pronto fue nombrado Director General de manera definitiva en un procedimiento de designación completamente ilegal, ya que se realizó sin contar con la participación de la comunidad del CIDE y sin permitir la votación de su Consejo Directivo. Tal es el tamaño de la ilegalidad que el CONACYT ni siquiera ha hecho pública el acta notariada de la sesión de designación que exige la ley ni tampoco la videograbación de la misma; solamente transmitieron en redes sociales las palabras vacías de Álvarez-Buylla y el discurso triunfalista del director espurio, José Romero.

Ante tales hechos, la comunidad del CIDE hemos decidido desobedecer las arbitrariedades e injusticias de la autoridad y resistir frente a sus ataques. De manera natural, personal académico, administrativo, egresados y alumnado nos unimos como nunca antes, no para resistirnos al inevitable cambio que ocurre en las instituciones públicas con el paso del tiempo, sino para defendernos de los despidos anunciados, de los planes de trabajo construidos con base en prejuicios y mentiras, del desprecio de las autoridades a la participación estudiantil y de la notoria ineptitud tanto de quien nos pretende dirigir en casa como de quien dirige atodo el sector.

Son pocos los momentos de la vida en los que nos enfrentamos a decisiones sencillas. En esta ocasión, la decisión que tomamos fue clarísima desde el primer momento; permitir el atropello al CIDE simplemente no era opción. Con esta irremediable convicción, siempre de manera pacífica y con respeto al marco legal, optamos por no callar frente a la arbitrariedad y buscar que se escuchen nuestras demandas, que desde el primer momento han sido también muy claras

(https://bit.ly/32J9hqp). Ante la cerrazón de las autoridades, nos hemos visto obligados y obligadas a, como diría Thoreau, desobedecer.

A través de las instituciones consagradas por nuestro Estado democrático y constitucional, tanto alumnos como profesores hemos acudido a los tribunales a presentar diversas demandas de amparo y procedimientos administrativos en contra de la designación ilegal de Romero Tellaeche. También, hemos protestado en las calles de distintas ciudades del país y hemos hecho que miles de mexicanos y mexicanas escuchen una de nuestras más fundamentales demandas: Más ciencia, menos obediencia.

El CIDE es nuestra casa de estudios y en ella encontramos educación pública de la más alta calidad en ciencias sociales; en ella nos formamos y desarrollamos nuestras habilidades para trabajar por un país más justo y menos desigual. Sin embargo, desde el 29 de noviembre —hace precisamente un mes— las y los estudiantes, en legítimo ejercicio de nuestro derecho a la libre reunión y a la libre manifestación de las ideas, decidimos darle un nuevo significado a los espacios físicos de la institución: hicimos del CIDE nuestra casa, también en el sentido literal de la palabra. Las aulas en las que aprendemos ahora son también cuartos en donde pasamos las frías noches del poniente de la Ciudad de México; las oficinas de la División de Administración Pública son ahora un espacio para comer, descansar y distraernos; sus explanadas ajardinadas son nuestro lugar para reunirnos, consensuar y planear los siguientes pasos.

La desobediencia civil, dice Thoreau, es también un medidor importante de la solidez democrática de las sociedades. A lo largo de estas semanas hemos sido testigos de cómo los medios de comunicación cercanos al régimen han tergiversado y sacado de contexto los hechos. Hemos vivido el silencio abrumador de las autoridades, hemos sido estigmatizados desde Palacio Nacional y nos han dejado plantados en la mesa de diálogo en varias ocasiones. Ahora, en un intento frontal de intimidación, José Romero ha cambiado el servicio privado de vigilancia del CIDE por el Servicio de Protección Federal, creado por Genaro García Luna y que acumula más de 1 500 denuncias y quejas por abuso de autoridad, maltrato, acoso sexual y demás.

A pesar de ello, la Comunidad del CIDE —docentes, administrativos, alumnos y exalumnos— se mantiene unida en una expresión de resistencia, dignidad, valentía y defensa de nuestros derechos frente a los intereses perversos de una camarilla.

Con la firmeza de nuestras convicciones, y con lo inadmisible que resulta en un Estado democrático querer cooptar a la libertad académica, hemos reunido el valioso apoyo y solidaridad de decenas de instituciones y de miles de científicos, académicos y demás simpatizantes repartidos por todo el mundo.

A pesar de todo lo que ha sucedido y a pesar de todo lo que falta, ya hemos triunfado en la más importante de las batallas, librada en el campo de la razón.Hemos desobedecido antes, lo hacemos ahora y lo seguiremos haciendo siempre ante la arbitrariedad, la injusticia y la tiranía.

Así las cosas, dedico mi último texto de este año a toda la Comunidad del CIDE, de la que me honro profundamente de ser parte, y le reitero mi más sincera admiración, respeto y cariño.

Feliz resistencia y Próspera desobediencia.

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#4 Tiempos

Cinco finales, cinco retratos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El fútbol mexicano vive instalado en un vaivén que mezcla memoria corta, intensidad desbordada y una elasticidad competitiva que rara vez se ve en otros torneos. Y no hay mejor espejo de esa naturaleza cambiante que las últimas cinco finales de la Liga MX. Cada una reveló una cara distinta del campeonato, a veces impredecible, a veces cuidadosamente edificado, pero siempre dispuesto a romper pronósticos.

La más reciente, la del Clausura 2025, entregó un desenlace que pocos anticipaban. Toluca superó a América y recuperó un lugar que parecía extraviado en la élite. Esa serie tuvo un aire de reivindicación para los escarlatas, que encontraron una mezcla perfecta entre orden, temple y puntería. América, por su parte, llegó con la etiqueta inevitable de favorito, pero terminó cediendo ante un rival que administró mejor la presión. En ese desenlace se confirmó que en México los ciclos pueden renacer más rápido de lo que tardan en extinguirse.

Un semestre antes, en el Apertura 2024, las Águilas habían impuesto su jerarquía ante Monterrey. Fue una final marcada por el contraste entre un equipo construido para dominar y otro diseñado para golpear en ráfagas. América resolvió porque entendió cuándo acelerar y cuándo enfriar; Rayados quedó atrapado en la tentación del vértigo y pagó caro su falta de pausa. La serie se volvió una lección de que, en liguillas, el músculo emocional pesa tanto como el táctico.

El Clausura 2024 repitió campeón, América doblegó a Cruz Azul en un duelo donde la narrativa histórica parecía empujar a los celestes, pero terminó imponiéndose la estructura más estable. No fue una final espectacular, pero sí una muestra de oficio. América manejó los tiempos como si los hubiera ensayado toda la vida y Cruz Azul, que había encontrado ritmo durante la fase final, se quedó sin margen en el momento en que la exigencia aumentó.

En el Apertura 2023, el mismo América se cruzó con Tigres en una final que resumió la última década del fútbol mexicano, dos potencias creando tensión desde su experiencia y su peso institucional. Fue una confrontación áspera, tensa, en la que el primer error podía decidirlo todo. América fue más certero y Tigres, pese a su capacidad para competir siempre, no encontró esa chispa que tantas veces lo salvó en finales previas.

Y antes de que América dominara este tramo de la historia reciente, el Clausura 2023 había dejado un capítulo distinto, Tigres había vencido a Guadalajara en una final que mezcló dramatismo y resistencia.

Chivas llegó con un impulso sentimental fuerte, respaldado por un cierre de torneo que había reavivado ilusiones; Tigres, en cambio, se aferró a la experiencia y convirtió la serie en un duelo donde la paciencia terminó valiendo oro.

Cinco finales, cinco historias desiguales, pero todas con un hilo común, la liga mx vive entre la tradición y la renovación constante. América ha sido el protagonista dominante, sí, pero no en un territorio exclusivo; Toluca reapareció con fuerza, Tigres mantiene su lugar entre los gigantes modernos y Cruz Azul y Monterrey continúan orbitando entre la aspiración y la frustración.

Lo fascinante es que cada una de estas series dibuja una tendencia distinta. A veces gana el que mejor juega; otras, el que comete menos errores; y en más de una ocasión, el que simplemente logra sobrevivir a su propio caos. La Liga MX no premia únicamente la excelencia: premia la capacidad de adaptarse a un torneo donde cada semestre puede contar una historia completamente diferente.

Eso explica por qué sus finales, aunque repetidas entre ciertos protagonistas, nunca se sienten iguales. Cada una deja marcas nuevas, dudas nuevas y certezas que duran apenas unos meses. Y quizá ahí radica la esencia de este futbol, un territorio donde la estabilidad es un lujo, el dramatismo una obligación y el título, el botín que confirma que, al menos por un instante, todo salió bien en medio de un ecosistema que siempre está cambiando. Hoy Toluca puede volver a levantar el título o Tigres recuperar lo perdido hace unos torneos, pero sea cual sea el resultado, no queda duda que esta liga es un reflejo de lo extraño y competido que resulta nuestro casero futbol nacional.

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#4 Tiempos

Enrique Mesta Zuñiga, el filósofo autodidacta | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

La revista Letras Potosinas es la continuación de la revista Bohemia. Continuación en el sentido que en 1947 Bohemia cambiaba de nombre a Letras Potosinas, lo que sucedió en el número de edición 51, mostrando la numeración consecutiva. Esta revista, vocero de cultura de la patria chica, como referían sus editores, y conducía su mensaje cordial a los estados hermanos y al extranjero. Esa nueva época, mantenía su cuerpo de colaboradores y a aumentaba sus filas con positivos valores en el arte y en las letras del solar potosino.

Entre los colaboradores, estaría presente en sus páginas Enrique Mesta Zuñiga, un periodista que contribuiría con artículos de corte filosófico, enriqueciendo la labor humanista y difusión artística de Letras Potosinas.

Con la participación de Mesta, la revista potosina contribuía a la divulgación de la filosofía siendo así una de las pioneras en el siglo XX en abrir espacios a esta actividad de filosofía, que no era común en el país.

Don Enrique Mesta Zúñiga, nació en la ciudad de Cuencamé, Durango, el día 28 de julio de 1905. Sus estudios de primaria los realizó, en su natal Cuencamé y después, se dedicó a estudiar por su cuenta, especialmente libros de filosofía, que eran la pasión de su vida. Allí tenemos a otro autodidacta que llegó a lograr las alturas en la filosofía.

Su actividad profesional sería el periodismo, fundando revistas culturales en la región lagunera, como la revista Cauce, formando parte del grupo cultural que floreció y dio auge a las letras y al arte en todas sus manifestaciones. Toda su vida la dedicó a trabajar en diversos periódicos como luego veremos, así como a escribir serios artículos filosóficos y de comentarios literarios.

Esta labor cultural lo acercaría a los editores de Letras Potosinas y sus artículos se hicieron presente en la revista, aportando a los lectores potosinos en temas de filosofía. Dentro de las áreas de reflexión de la filosofía, se enfocó en cuestiones de ciencia, filosofía de la ciencia, sobre lo que publicaría varios libros.

La relación entre ciencia y humanismo fue uno de sus temas de reflexión filosófica. Entre los temas que abordara se encuentra el de la necesidad de la búsqueda o creación de un nuevo humanismo que contemplara los nuevos adelantos de la física cuántica y su repercusión en la percepción del universo y del papel del hombre. 

Con el progreso técnico derivado de la nueva física se incrementa la infelicidad del género humano de múltiples maneras.

Esta carrera contra el tiempo, para proteger a la humanidad contra sus propios desmanes y sus propias tragedias, es un tema predilecto de Toynbee, aquí en México nos lo aconsejó, subraya Mesta: “hay que ganar tiempo, el tiempo indispensable para que las diferentes civilizaciones de nuestro mundo puedan adaptarse la una a la otra”.

Empero, asegura Mesta, para acelerar una función simbiótica de las civilizaciones, la humanidad necesita darse completa cuenta de que la física cuántica al desindividualizar las partículas elementales desindividualizó asimismo a los hombres y al hacer ininteligible el determinismo acabó con la gloriosa interpretación lineal del progreso.

Corresponde a los humanistas trasladar sus instrumentos de las praderas de la metafísica y del arte a los inquietos laboratorios donde las ciencias están formando un nuevo mundo para que los hombres aprendan juntos a sobrellevar una vida humana y más justa.

Hay que hacer que, como ya lo intentaron Planck, Einstein, Freud y Schrödinger, persistan en potenciar y en ampliar su específica labor teniendo más presentes los cambios que su ciencia provoca en los ideales y en los quehaceres inacabables de los hombres.

Tal como lo apunta Mesta, los métodos en ciencias y humanidades que oscilan entre el polo metonímico y el polo metafórico, si bien son diferentes, se vinculan con la necesidad de una representación del mundo que en el fondo lleva el conocer el papel del hombre en el cosmos para lo cual transitan metodológicamente entre ambos polos.

Enrique Mesta, ese filósofo autodidacta, murió el 23 de agosto de 1984, en Torreón Coahuila, debido a un paro cardiaco de Etiología desconocida. Contribuyó a la divulgación de la filosofía y colaboró en el desarrollo cultural de San Luis Potosí.

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El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

«Un hombre rico tenía un administrador y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión porque quedas despedido”» (Lucas 16, 1-15).

Cuando Jesús contó esta parábola nada dijo de cómo recibió el administrador tan mala noticia. ¿Retrocedió espantado?, ¿sintió que el piso se movía bajo sus pies como un tapete?, ¿intentó defenderse o ya por lo menos justificarse? Nada de esto sabemos; lo que sí sabemos, en cambio, es que más bien se puso a hacer cálculos en su interior, diciendo:

«-¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, haya quien me reciba en su casa!».

El foco, como se dice, se le había prendido. Pero, ¿qué era eso? Quiero decir, ¿qué fue se le ocurrió para que ahora que estaba desempleado no le faltara por lo menos un mendrugo de pan y un vaso de agua fresca? En realidad, algo muy ingenioso y sutil: como aún no había rendido el informe que le exigía su amo, todavía era tiempo de alterar ciertos papeles… Y esto es lo que hizo:

«Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y preguntó al primero:

»-¿Cuánto debes a mi patrón?».

La pregunta, por supuesto, era retórica, pues los documentos los tenía él en su mano y a la vista, y bien escrito estaba en ellos el monto de la deuda; lo que quería, más bien, era causar en su interlocutor un cierto impacto difícil de olvidar.

«-Cien barriles de aceite –respondió el deudor, que aún no sabía muy bien de qué iba la cosa.

»-Aquí está tu recibo; date prisa, siéntate y escribe: cincuenta».

Ya podemos imaginar el gozo con el que éste hizo lo que el administrador le pedía. ¡Le estaba perdonando nada menos que la mitad de la deuda! Es como si yo debiera al banco 100.000 pesos y de pronto el gerente me mandara llamar para decirme, guiñándome el ojo, que a partir de ahora no debo más que 50.000. ¿No era esto como para ponerse a gritar de alegría e invitarle un café en el restaurante más elegante de la ciudad?

El administrador mandó llamar al segundo deudor y le hizo la misma pregunta que al primero:

«-¿Cuánto debes a mi patrón?

»-Cien costales de trigo –dijo éste a su vez.

»-Aquí está tu recibo: escribe ochenta».

Y así hizo con todos los otros. Si de cualquier manera lo iban a despedir; mejor dicho, si ya estaba despedido, ¿qué perdía haciendo lo que hizo? ¡No perdía nada! Todo lo contrario: se jugó la última carta y había ganado, porque estos deudores iban a quedar eternamente agradecidos con él. ¡Su vejez estaba asegurada, pues un día lo invitaría uno a su casa a comer, y otro día otro! Ya no tendría que mendigar ni que andar por las calles del pueblo extendiendo la mano en busca de un pedazo de pan… Se retiraba, por decir así, con la cabeza levantada y pisando fuerte.

¡Qué hombre más inteligente!

Jesús mismo no pudo menos de alabar su ingenio. ¡Cómo, antes de ser despedido, supo hacerse amigos que después ya no lo dejarían solo! «Por eso les digo yo –concluyó el Maestro-: con el dinero, tan lleno de injusticia, gánense amigos para que, cando esto se acabe, los reciban en las moradas eternas».

Con esta sencilla historia, Jesús ha querido responder a estas dos preguntas que, si no fueran eternas, creeríamos que son banales «¿Para qué sirve el dinero?, ¿para qué sirve el poder?». Y su respuesta es: para que te hagas todos los amigos que puedas: sólo para eso. ¿Eres rico? Hazte amigos. ¿Eres poderoso, ocupas un cargo de cierta importancia? Hazte amigos igualmente.

Hay quienes, al tomar posesión de un cargo, empiezan a ver a los demás mortales como a hormigas (¡tan encumbrados se sienten ocupando su flamante escritorio de caoba!). Bien, que se anden con cuidado, porque no siempre estarán ahí, porque la rueda de la fortuna gira y gira y no es nada seguro que los que están arriba permanezcan en la cumbre eternamente. Sí, la fortuna es una rueda que no deja de girar: los que hace poco estaban abajo, resulta que ahora están arriba, y si no los trataste bien cuando tenías la sartén por el mango, como se dice, ellos lo recordarán una y otra vez, y ahora será la suya.

Hay quienes piensan que el poder es necesario para enriquecerse, y que el enriquecimiento es ya en sí mismo una forma de poder; en una palabra, que la riqueza y el poder se bastan a sí mismos. Si así es como piensas tú, déjame decirte, lector, que te equivocas. ¡Rompe el círculo! Hoy que la vida te ha favorecido, favorece a los que puedas, porque nada sabes del futuro. Haz como el hombre de la parábola: gánatelos a todos, porque no siempre serás administrador y quizá un día el patrón de turno te mande llamar para decirte:

-Dame cuenta de tu gestión porque estás despedido.

Si esto te dijeran sin que te hubieras hecho amigo de nadie, entonces sí que estarás perdido.

Toda la sabiduría de la vida está en esta sencilla parábola. Hazte amigos ahora que puedes; porque, si no lo haces ahora, quién sabe si lo podrás hacer mañana. «Conoce la ocasión o la oportunidad»: según Pítaco, el filosofo griego, no había conocimiento en el mundo más útil que éste.

Sí, aprovecha la oportunidad, porque mañana, sin que te des cuenta, quizá sea ya demasiado tarde.

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