septiembre 16, 2025

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#4 Tiempos

Los pendientes del Gobernador | Columna de Jorge Saldaña

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Los pendientes del Gobernador

Tercera llamada

 

Para que el pendiente no se convierta en olvido, y alejados de toda intención chocante, cruzado el medio año parece oportuno hacer un recordatorio al jefe del ejecutivo de todos aquellos asuntos que, aunque nada tienen que ver con el Covid, resultaron damnificados de la pandemia.

Esos proyectos de la mayor importancia para miles de potosinos en todo el estado que se quedaron a medias o en puras buenas intenciones que hoy están aislados, asfixiándose o agónicos.

Queda claro que la atención a las políticas públicas en salud implementadas, los programas y acciones emergentes ejecutados ante lo imprevisible no se regatean, sin embargo, la parálisis ejecutiva no es síntoma probado del virus asiático, por lo tanto el gobierno, además de tener un excelente pretexto para entregarse a la especulación de la aritmética electoral, haber caído en la tentación del nuevo endeudamiento o en su caso reestructura con justificación en, y haber encontrado la magnifica oportunidad para dar a manos llenas despensas y esperanza por todo el territorio, no tiene razón mayor para no reportar avances en los proyectos de infraestructura estancados.

En la reunión de los perros grandes jugando al póker, en aquella asamblea de la oligarquía capturada en uno de los más nuevos salones del Club de Golf la Loma, el jefe del ejecutivo expuso a la cúpula empresarial y social del estado cinco “proyectos compromiso con el Presidente de la República en giras por el Estado” cuya copia obtuvo ésta columna.

El presidente López Obrador está a punto de regresar al territorio potosino ¿qué cuentas vamos a dar? ¿O se culpará al gobierno federal y a la pandemia la demora de los propósitos?

Los pendientes no son menores, incluyen por ejemplo la continuación de ampliación de la carretera Ciudad Valles-Tamazunchale que crecería de 7 a 21 metros de ancho en un tramo de 10 kilómetros para alojar 4 carriles de circulación, barrera separadora y acotamientos.

Para dicho proyecto se solicitó una inversión de 410.3 millones y se tenía (antes de marzo) una meta física de 8 kilómetros de avance en éste año.

Dentro del mismo paquete de proyectos se solicitaron para éste año otros 320 millones de pesos para continuar con el proyecto Cd.Valles-Tampico/Tamuín-Ébano, que contempla 13 kilómetros extra de Tamuín a Ébano, que se conectaría al, también pendiente, libramiento de Ébano que se había contemplado se construyera en éste año con una bolsa de 350 millones de pesos y una meta física de 7.1 kilómetros de alcance.

Imagine, Culto Público, el impacto en la economía, el turismo, la zona y todos los sectores involucrados que, ahora más que nunca, podrían beneficiarse con este proyecto que quedó en el tintero.

Lo mismo ocurre con los 17 kilómetros pendientes de la carretera Matehuala-Cedral, por 100 millones de pesos.

Durmiendo el sueño de los justos están también los proyectos (porque son dos y hay que decidir por uno) de las vías alternas de la carretera 57 a la Zona Industrial, y que son las tan discutidas y polémicas opciones de la prolongación de la Avenida Juárez, a la que se le tendría que haber invertido ya, a estas alturas, al menos la mitad de los mil 415.6 millones de pesos que representa como inversión o, de decantarse por la prolongación de la Avenida Salk, que cuesta mil 500 millones de pesos ejecutarla y que ya contaba incluso con proyecto ejecutivo para convertirse en una vialidad tipo A4.

Como el perro de las dos tortas, ni una ni otra opción lleva un milímetro de avance. ¿Pandemia o camorra?

Finalmente, el proyecto del Boulevard Bicentenario en Rioverde, proyectado en 360 millones de pesos de inversión, 6.6 kilómetros de longitud y su respectivo puente de conexión, apenas lleva 3.1 kilómetros de avance, su conclusión está en “veremos”.

¿Todo es por culpa del Covid? ¿Se nos fregó una rodilla? ¿Nos falló el presidente, o nos echamos a la hamaca de la pandemia a costa de perder 5 proyectos de infraestructura que cambiarían el rostro del Estado en todas sus zonas?

Por mucho que debamos pensar en el Covid, no dejemos los pendientes para el olvido.

Por lo pronto, a 2 de julio, ni un avance ni un peso ejecutado de lo prometido, y se supone comprometido, antes de marzo, por parte del gobierno federal y estatal.

Ya vendrá pronto el presidente, a ver si ambos mandatarios toman la carpeta de los pendientes y no solo de los pretendientes al 2021.

BEMOLES

LA MISMA GATA

Pero revolcada, resultó la muy forzada “nueva Ley Electoral del Estado”. Si bien es de reconocerse los avances en materia de equidad y paridad de género, los temas de fondo, es decir, el umbral de participación y los candados a las alianzas, se quedaron igual. Increíblemente triunfó la “chiquillada” apoyada en chantajes velados y la zanahoria de ser “bisagra” para lo cerrado que se prevé sean los próximos comicios. Entre tanto, ellos, jueguen como jueguen, se aseguran permanecer subidos en el carrusel de un sistema que al parecer se niega a bajarlos de una vez por todas. Puros intereses producto del miedo #ChiquillosTremendos.

SALIDAS Y ENTRADAS

La salida del perredista Sergio Leyva del puesto que nunca existió ni ejerció ni desquitó en la administración municipal se debió quedar acéfalo al momento en que se convirtió en uno de los miembros del colegiado directivo del PRD en el Estado. La pregunta es quién lo va a sustituir para hablarle de cálculo político al alcalde. ¿Habrá relación o será pura coincidencia la renuncia del titular de Desarrollo Político de gobierno del Estado? Digo, ya se han vuelto muy descarados y la mano del Caco Leal siempre ha estado metida hasta la cocina de la secretaría general municipal. Nada me sorprendería #YaVeremos.

CARTAS TAPADAS

Rumbo al cambio de gobierno del estado, o al menos en el intento de buscar la postulación, hay tres cartas tapadas: Mauricio Ramírez Konishi por el PRI, Ramón Zamanillo por Morena-Verde-PRI (piénsenlo, es el hombre más cercano a Esteban Moctezuma y podría equilibrar fórmulas tanto dentro del PRI como del PAN) sin generar mayores enconos, y Alejandro Lozano González, “Boris” que podría ser factor de unión en el PAN y no tiene un solo negativo público. Habrá que ver, pero apúntelos. #CartasDeAbajo

OLVIDO SURREALISTA

El medio de comunicación ORÍGENES de Xilitla, documenta con fotografías más de una docena de esculturas de Leonora Carrington de plano abandonadas en una fea azotea de aquel municipio. ¿Qué hacen ahí y por qué nadie está haciendo nadie al respecto? Esas sí son torpezas surrealistas. #NoJodan

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#4 Tiempos

Elogio de la literatura | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

¡Qué tristes son los personajes de Iván Bunin (1870-1953), qué tristes casi todos sus cuentos! Hay en ellos un no sé qué, una nostalgia que embelesa al lector desde el momento en que toma el libro y que no lo abandona sino muchos días después de que lo deja.

Acabo de leer, precisamente hoy, la pequeña antología de sus relatos breves que publicó en 1924 la vieja editorial Calpe y cierro el libro con un suspiro que no sé si será de pena o de dolor. El escritor ruso lo sabe; por lo menos él no se engaña: la vida del hombre está llena de desamparo, de abandono, de tristeza.

El personaje de uno de estos relatos, al ver llegar a su casa a un amigo al que no veía desde hacía mucho tiempo –desde el tiempo en que combatieron juntos en la guerra de Crimea- lo saluda con los brazos extendidos, avanza hacia él y le dice lleno de júbilo: «¡Kovalev! ¿Estás vivo?». ¡Dios mío, qué pregunta! Así nos deberíamos saludar todos, pues la verdad es que nadie sabe si mañana aún estará aquí. A nuestro saludo habitual habría que agregarle una coma para que suene más sincero; no preguntar: «¿Cómo estás?», sino: «¿Cómo, estás?».

Entonces los amigos se abrazan, se besan según la usanza rusa y encienden el samovar mientras afuera, en la estepa, los elementos se enfurecen y la nieve cae sepultándolo todo. «Yakov Petrovich estaba de muy buen humor; pero en el fondo de su alma había nostalgia. Al día siguiente era Navidad…, y él estaba solo. ¡Gracias a Dios que Kovalev no lo había olvidado!». En realidad, Kovalev era el único que no había olvidado a este pobre viejo, pues todos a su alrededor o habían muerto o simplemente habían desaparecido de su vida sin dejar rastro.

¡De cuántas desapariciones puede ser testigo un hombre en el curso de una vida! Sí: envejecer es haber asistido a muchas muertes. «Todo ha pasado y ha desaparecido –dice Yakov Petrovich al amigo recién llegado, al único amigo que le queda-. ¡Cuántos parientes y compañeros tuve! ¡Todos están ahora bajo tierra!».

Sin que él se diera cuenta, el tiempo había pasado. ¿A qué hora crecieron los demás, en qué momento fueron haciéndose mayores y tomando cada uno su propio camino? ¡Huyeron como de puntillas, sin decir adiós! Y ahora, si no fuera por este viejo amigo que aún se acordaba él, Yakov Petrovich tendría que pasar las fiestas de Navidad como había pasado casi todas las horas de su ya larga existencia: solo.

En otro relato del mismo volumen un caballero se encontró por el camino a un anciano que comía en silencio y sin más compañía que los árboles y las piedras. Le preguntó:

«-¿Y tu mujer?

»-Hace seis años que murió –dijo el anciano.

»-¿Y tus hijos?

»-Tuve seis.

»-¿Viven?

»-No; todo han muerto.

»Y de nuevo calló –cuenta el hombre del caballo-, masticando con cuidado la patata. Mientras él estaba sentado y con los ojos bajos, yo examinaba su cara y pensaba: “¡Nunca conseguiré penetrar el misterio de su taciturna tristeza!”».

(Apenas termino de leer esta frase, me pongo de pie y busco entre mis libros la Antología del cuento triste que publicaron hace ya muchos años Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs; sólo quería comprobar una cosa: que hubiera en el libro por lo menos un cuento de Iván Bunin. Me digo a mí mismo mientras reviso el volumen: «Si no hay aquí, entre estas 600 páginas, un solo relato de este autor, pensaré que la selección ha sido hecha a la ligera

». Pero no. Ahí estaba, en efecto, el nombre de Iván Bunin; los recopiladores habían elegido uno de sus cuentos más famosos: El caballero de San Francisco. ¡Menos mal!).

En otro de sus relatos aparece un tal Basilio Chkut, y de él dice nuestro autor lo que sigue: «Era alto, ancho de hombros y encorvado. Toda su figura muestra aún el vigor de la estepa. ¡Pero qué triste está su cara! Ya está cerca de la tumba, pero jamás escuchará una palabra cariñosa».

¡Dios mío –pensé al cerrar el libro-, cuánta gente se va de este mundo sin haber escuchado jamás una palabra de afecto! Nunca hubo para ellos una sonrisa, una palmada en el hombro, una declaración de amor. Nada. ¿Qué hacen los que se mueven a su alrededor que parecen estar mudos? ¡Apenas si reparan en ellos! Y me pregunto: «¿He dicho a los que me son queridos cuánto importan para mí? ¿Se lo he dicho, o me he limitado a dejarles la tarea de que ellos por sí mismos lo adivinen?».

Antes de apagar la luz de mi cuarto –ya es noche cerrada, como siempre: no tengo otra hora para leer- pongo sobre el buró el libro de Iván Bunin y le acaricio las tapas en señal de gratitud. No fue, la de esta madrugada, una lectura infructuosa. Me recordó que cerca, muy cerca de mí, hay gente que aunque no me diga nunca nada, espera que abra la boca y les diga una palabra que les alegre el corazón. ¿Por qué nunca le he dicho a esta gente cuánto la quiero? ¡Sería demasiado injusto que se marcharan de este mundo sin que lo supieran de mi propia boca!

Y, finalmente, mientras apago la luz, sonrío satisfecho. Hoy la literatura me ha enseñado algo: que las gentes sufren porque están solas y que el tiempo pasa. Pero, ¿es que no lo sabía? Sí, lo sabía, pero aún no se me había ocurrido tomar las medidas pertinentes al caso.

¿Que no sirve de nada la literatura? ¿Que no sirve de nada? Vuelvo a sonreír, pensado en lo equivocados que están lo que esto dicen, cierro los ojos y me quedo dormido. ¡Ah, si no fuera por la literatura, qué poco sabríamos de nosotros mismos!

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#4 Tiempos

Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.

San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.

Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.

El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.

La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.

Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.

Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.

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#4 Tiempos

De conformidad con Armani | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Le debo mucho a personas de las que ni siquiera recuerdo el nombre. Hace quince, quizá veinte años, leí un artículo sobre Giorgio Armani en una revista de la que no retengo ni el título ni el autor. Lo único que llevo clavado en el pecho es el párrafo inicial que aún conservo como recorte y que cada tanto acude a mi memoria por dejarme una lección sencilla e invaluable: la de resistir.

El texto decía:

Cuarenta y tantos años y te va… «bien». Ese sentimiento es tan común para muchos hombres. Es una sensación que les da escalofríos en el alma cuando se ven al espejo, porque es el momento en que se dan cuenta de que deben guardar en un cajón sus antiguas ambiciones juveniles. Es la hora de conformarse con lo que se tiene.

Pero Armani decidió que no se conformaría. En julio de 1975…

 

Es lo único que tengo de aquel artículo, y ha sido suficiente. Ahí estaba lo esencial: no renunciar a los ideales. El autor evocaba el carácter de Armani, esa estrella tardía que rozaba los cuarenta mientras seguía a la sombra; trazando para Cerruti, elogiado a medias, con algunos cumplidos y atenciones, aunque bajo el nombre de otro. Condenado al taller ajeno y volver vacío a casa.

Muchos habrían sido felices con lo que Armani tenía por entonces. No estaba nada mal. Una profesión estable, buena paga, un lugar en la industria, sin riesgos, cierta tranquilidad. Sé feliz con tu trabajo. Si se lo proponía, podría llevar una vida manejable, moderadamente satisfactoria.

Pero para los espíritus de primera línea la conformidad es intolerable. Armani sabía que dentro de sí había algo más, y se decidió a buscarlo. Tuvo la fortuna de un fino soporte: su querido Sergio Galeotti. Los primeros pasos de un visionario precisan de alguna confirmación, un guiño que eche para adelante en tiempos de flaqueza. Galeotti representó eso para él.

Al cabo de un tiempo, ese hombre que parecía llegar tarde acabó por adelantarse a todos. Armani se convirtió en el diseñador italiano más famoso de su época, un emblema del estilo europeo. También un magnate y un símbolo. Su apellido se volvió sinónimo de calidad y seducción.

Mucho aprendí de aquel ejemplo. Un volantazo siempre es posible, incluso cuando el calendario insiste en dictar lo contrario, por mucho que las circunstancias se empeñen a adjudicar espacio en un rincón. He vuelto a esas líneas en mis horas de duda para recordarme que no hay límite de edad para dar la batalla, y que nadie la dará por nosotros. Después he encontrado historias semejantes, de hombres y mujeres que, en sus cuarenta, cincuenta, setenta o más allá decidieron no resignarse y se levantaron de la mesa para reclamar lo que aún podían ser, imponiéndose ante un pa norama sin emoción.

De Armani supe más tarde otras cosas. Cada que me adentraba venía mayor fascinación. Trazó para mí un ideal: ir arreglado y rodeado de bellas mujeres. Morir entonces con lentitud, con la gracia de una hoja que cae en una danza admirable. Su apego a la limpieza, heredado de su madre (desde niño tuvo un paño entre las manos para borrar lo que está mal con el mundo); su capacidad de desprenderse de lo que sobra, de lo chillón, de lo que hace ruido. «Hay que descartar todo lo demasiado llamativo», repetía, «y buscar algo más sutil, más silencioso». Así eran sus trajes, bondadosos en su ligereza, como una segunda piel que no aplastaba a quien la vestía. Supo que la comodidad era una expresión de la libertad. Las tres camisas que llevaba en la maleta.

El tono de su piel recordaba a la pulpa de una naranja madura recién abierta, un resplandor cítrico rodeado siempre de gente guapa, como si la belleza tuviera que escoltarlo. Acqua di Giò fue el primer perfume que convirtió en universal lo exclusivo. Alberto Morillas atrapó en un frasco la luz de un mediodía frente al mar, y Armani supo reducirlo en una frase: lo más importante es ser normal.

Él y sus modelos eran un brillo en medio de la decadencia de la civilización, un lujo popular que los pasajeros de un autobús vislumbraban al pasar frente a un anuncio o al mirar una película de Richard Gere. Supo ser el verano en una piscina, un yate cargado de aceitunas y también un rascacielos con pisos de mármol. Como revés a un verso de aquel poema español del siglo XV «Edechas a la muerte de Guillén Peraza», con Armani no se veían pesares, sino placeres.

Los maniquíes sueñan con portar piezas de Armani y ser acomodados por él en un escaparate, con la calma de un pintor impresionista. Diseños que juegan con los ojos, el anhelado capricho de llevar sus telas, que al final él resumía en su atuendo ligero, camiseta, pantalón, chaqueta, el peinado echado para atrás y esa sonrisa simétrica, flecha del estilo que entra por las fosas nasales. Gracias sus propuestas más de uno se animó a ser un yuppie es vez de caer en las sucias garras del jipismo.

En el delirio de mis comparaciones, pensaba en cierto diseñador estadounidense de cara atomizada como una extensión de Burger King, ahí donde Armani era una vuelta al Mediterráneo. Como Giorgio, desprecio a la gente que se aprovecha de la ingenuidad de la gente para alcanzar el éxito o, en última instancia, llegar al poder.

El mundo bien pueda dividirse en conformistas e inconformes. Los primeros se abandonan al asiento torcido de la rutina en cuanto les parece tolerable (y no les va tan mal); los segundos viven con el aguijón de no estar nunca en su sitio, y por eso se levantan y vuelven a intentarlo en su despecho. No siempre logran lo que persiguen, pero su combate en sí mismo ya es una inspiración. Giorgio Armani contaba que el mayor legado de sus padres fue un «sentido de dignidad», junto con la tenacidad y fortaleza mental suficiente para resistir en los momentos difíciles. Ropajes aparte, la historia de aquel hombre que, cumplidos los cuarenta, se lanzó a por todas, constituye un regalo de buen moño para quienes aún creemos que nunca es tarde para empezar de nuevo.

 

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Correo: yomiss@gmail.com
Twitter: @Bigmaud

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