julio 22, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

Instrucciones para notificar a una senadora | Columna de Víctor Meade C.

Publicado hace

el

SIGAMOS DERECHO.

 

Hoy les voy a platicar una historia que, me parece, bien pudo haber sido imaginada primero por Jorge Ibargüengoitia.

Hace un poco menos de seis meses, el Senado de la República aprobó con 80 votos a favor el paquete de artículos transitorios de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, cuyo artículo décimo tercero contempla una extensión de dos años para el periodo de Arturo Zaldívar y de otros consejeros al frente del Consejo de la Judicatura Federal. Este transitorio —a todas luces inconstitucional— fue propuesto de último minuto por Raúl Bolaños, senador del Partido Verde, y votado de manera apresurada.

En este mismo espacio (https://laorquesta.mx/fraude-a-la-constitucion-columna-de-victor-meade-c/) comenté que la responsabilidad de este intento consumado de fraude a la Constitución debe fincarse especialmente en las y los 80 senadores que votaron a favor de ello. O no leyeron lo que estaban votando, o votaron bajo consigna, o no cuentan con los conocimientos jurídicos mínimos para el ejercicio de sus funciones como legisladores y legisladoras. Haya sido la razón que sea, las tres son, considero, igualmente graves.

Con ello en mente, decidí escribirle un correo electrónico al entonces senador Primo Dothé Mata (renunció a su curul y a Morena algunas semanas después de la votación) y a la senadora María Graciela Gaitán Díaz (del Partido Verde, suplente de Leonor Noyola). En el correo electrónico les solicité que me explicaran detalladamente los argumentos o razones que les llevaron a votar en favor del régimen transitorio de la Ley, sin embargo, pasaron ocho días y no recibí respuesta alguna.

Volví a escribirles, ahora recordándoles que el artículo 8 constitucional reconoce mi derecho de petición, el cual consiste en que toda petición realizada por la ciudadanía de manera respetuosa, pacífica y por escrito a una autoridad debe ser respondida de manera rápida, completa, fundada y motivada. También aproveché para comentarles muy respetuosamente que si no me respondían, me vería orillado a tener que acudir a la justicia federal para obtener mi respuesta, vía demanda de amparo indirecto.  

El senador Primo Dothé nunca respondió. Sin embargo, la senadora Gaitán Díaz me respondió un par de minutos después, aunque, debo decir, su respuesta no fue exactamente lo que yo esperaba. Lejos de responder con razones y conforme al mandato del artículo 8 constitucional, la senadora Gaitán Díaz me respondió con un muy elocuente y tajante “Buen día, Víctor Meade Canales.” Ni una palabra más, ni una palabra menos.

El 29 de abril decidí presentar una demanda de amparo indirecto en contra de la inconstitucionalidad de la respuesta de la senadora Gaitán Díaz, la cual fue admitida el 10 de mayo por el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa del Primer Circuito bajo el número de expediente 504/2021. En la admisión de la demanda, el juez requirió a la senadora Gaitán Díaz para que respondiera a mi petición en un plazo no mayor a quince días hábiles contados a partir de que se le notifique formalmente.

Desde entonces ha sido imposible encontrar a la senadora Gaitán Díaz. En la primera diligencia, personal de juzgado se presentó en la Puerta 3 del Senado y los guardias de seguridad le comentaron que no había nadie en la oficina de la senadora y que ellos no le podían recibir ningún documento. Por tanto, el juez solicitó a diversas autoridades federales —SAT, Secretaría de Hacienda y al Senado de la República— que proporcionaran el domicilio actual, completo y correcto de la senadora. El SAT respondió que no tiene registros bajo ese nombre y Hacienda dijo que este asunto está fuera de su ámbito competencial, por lo que no aportaron información alguna. El Senado, por su parte, reportó que el domicilio de la senadora se encuentra aquí en el Estado de San Luis Potosí.

Ya habiendo pasado dos meses desde la admisión de la demanda, personal del juzgado trató de notificar a la senadora vía correo electrónico, sin embargo, corrieron con el mismo éxito que yo. La senadora evidentemente no respondió y el juzgado comentó que le era imposible determinar si el correo fue recibido o no. De esto hubo un segundo intento un par de semanas después y el resultado fue similar: reportaron que «se produjo un problema al enviar el mensaje a esa dirección de correo».

El juez, entonces, decidió remitir el expediente a un juzgado de San Luis Potosí para que le auxiliaran con la notificación. Personal del juzgado potosino se constituyó en el domicilio de la senadora y —sorpresa— abrió la puerta una supuesta cuñada de la senadora, quien comentó amablemente que, en efecto, el domicilio es correcto, pero que la senadora Gaitán ya no vive ahí desde hace un año y —sorpresa— no tiene manera de contactarla.

Ante la ya acostumbrada imposibilidad de encontrar a la senadora Gaitán, el juzgado tuvo que recurrir a lo más lógico: preguntarle a todo el mundo si alguien ha visto a María Graciela. El juzgado requirió, por si acaso, a Pemex para que avisara si por alguna razón tiene el domicilio correcto de la senadora. También le realizó el mismo requerimiento a Telmex, Totalplay, Dish y a otras cinco empresas proveedoras de internet, cable y telefonía. Usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero se los contaré de todos modos: tal parece que la senadora no tiene contratado servicio alguno de internet, cable o telefonía. Lo de Pemex sigue en suspenso.

Han pasado cinco meses desde que el juzgado admitió mi demanda de amparo indirecto y aún no han podido pasar ni por las puertas del Senado, ni la han podido encontrar por correo electrónico o en su domicilio. La información de la senadora Gaitán disponible en el sitio web del Senado de la República no muestra número de teléfono ni informes de actividades legislativas y, según entiendo, la senadora tampoco cuenta con una casa de enlace con la ciudadanía.

En nuestra democracia constitucional, un asunto así nunca debió de judicializarse, ni la rendición de cuentas tendría que ser así de oprobiosa para la ciudadanía. La Suprema Corte está próxima a resolver la inconstitucionalidad de lo votado por nuestros legisladores y legisladoras, y aún no se les puede encontrar para que justifiquen sus motivos.

De esta manera, la representación popular y la base de nuestro sistema democrático está por los suelos. ¿Cómo puede existir representación si ni siquiera se le pueden exigir cuentas a nuestros representantes? ¿Cómo puede existir representación si ni siquiera se les puede llamar a juicio?

Mejor les dejo a Ibargüengoitia (“¡Arriba la democracia! (I)”, en Instrucciones para vivir en México):

Vamos a suponer que elegimos a un diputado. La cosa no acaba allí. No se trata de meterlo en la Cámara y ya. El diputado es nuestro representante. Es la vía por medio de la cual podemos ejercer nuestra influencia sobre las decisiones gubernamentales.

Para que un diputado sirva de algo tiene que estar sujeto a presiones de parte de los electores de su región. Tiene que estar en comunicación con ellos.

Aquí nos encontramos ante una situación compleja. ¿Cuántos mexicanos saben el nombre de su diputado? ¿Cuántos lo conocen de vista? ¿Cuántos han hablado con él? ¿Cuántos le han mandado cartas expresándole sus opiniones? ¿Cuántos mexicanos han sabido que su diputado diga algo en la Cámara? ¿Cuántos han estado de acuerdo con lo dicho?

También lee: El enemigo | Columna de Víctor Meade C.

#4 Tiempos

El misterio de los libros | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS Minúsculas

Ciudad de México. Tres y media de la tarde. Salgo corriendo, empujado por los demás, de una estación del metro. Subo corriendo las escaleras, busco la luz, descubro la calle, me echo a andar por ella. De pronto, me detengo. Los libros siempre me detienen, y allí, en ese tenderete colocado en la salida de la estación, hay muchos, muchos libros. Unos están metidos en fundas de plástico, pero la mayoría no; otros ni siquiera conservan la cubierta original. Descubro al instante uno que me interesa: Piloto de guerra, de Antoine de Saint-Exúpery. Me digo a mí mismo que es una lástima, porque ya lo tengo. Sigo. Ahora toca el turno a los Papeles del oficio universitario, de Álvaro D’Ors. ¿Cuánto por éste?

El vendedor lo ve detenidamente, lo acaricia, dice que es un buen libro, que él pensaba leerlo en días pasados pero que de cualquier manera está dispuesto a vendérmelo. «Veinte pesos –dice por fin–. Pero si escoge tres puede llevárselos por cincuenta».

No discuto el precio. Tomo el libro. Y me llevo también el Piloto de guerra para regalarlo a algún amigo necesitado de buenas lecturas.

–Así son cuarenta pesos. Ande, tome usted el tercero para que sean cincuenta.

Vuelvo a planear sobre los libros y encuentro en un rincón del tenderete El rabino de Bacharach de Heinrich Heine. No sabía que hubiera una edición mexicana de esta obra, y el hallazgo, aunque no me hace precisamente feliz, me hace por lo menos sonreír.

Pago y me voy. Y esa misma noche, antes de irme a dormir, empiezo a leer los Papeles

de Álvaro D’Ors. En el frontispicio hay una firma, un nombre y una fecha. «Gastón Pardo P. Marzo de 1969. Guipúzcoa». Cierro el libro. Ya no quiero leer. ¿Quién fue Gastón Pardo P.? Y, sobre todo, ¿cómo hizo este ejemplar para llegar desde Guipúzcoa, en el País Vasco, hasta esta estación del metro, es decir, hasta mí?

Guipúzcoa. El nombre de esta ciudad me hace pensar en San Ignacio de Loyola. ¿Qué manos trajeron hasta acá este libro que hoy he comprado al precio de una cajetilla de cigarros de mediana calidad? Papeles del oficio universitario. No es que lo buscara, no, pero me salió al paso, y ahora está aquí, conmigo. De buscarlo, jamás lo habría encontrado; de buscarlo, acaso habría ido con el vendedor y le hubiera dicho: «Ando buscando los Papeles del oficio universitario de Álvaro D’Ors. ¿Lo tiene usted?». Y él se habría rascado la cabeza, fingiendo preocuparse por mi triste suerte:

–¡Uy, no! Esos libros son muy raros. A veces llegan, pero con frecuencia no. Hay libros que uno no verá nunca en su vida. Pero, ¿por qué no se da usted una vuelta el mes que entra? De cualquier manera, no se pierde nada…

Pienso bajo la luz de mi lámpara de noche que para encontrar un libro lo mejor es no desearlo, sino limitarse a dejar que llegue a nuestras manos cuando quiera, si es que llega alguna vez.

Así me sucedió en una ocasión con los Diarios de Ionesco. Sabía que la editorial Guadarrama de Madrid (hoy desaparecida como un barco en la noche) los había publicado en dos volúmenes, allá por la década de los años sesenta o setenta, con los títulos de Diario I y Diario II, pero me guardé mucho de buscarlos. «Son demasiado raros», me dije cuando los vi incluidos en el catálogo de dicha editorial: «por lo tanto, debes resignarte a no tenerlos». Me resigné todo lo que pude.

Pero un día, aquí mismo, en San Luis, debajo de una montaña de libros en una tienda de objetos usados, vi un tomito de lomo blanco en el que leí: Ionesco. Diario II. Lo tomé con calma, lo pagué y salí del establecimiento evitando dar saltos de alegría para no contrariar ni dar celos a la veleidosa Fortuna.

–Señora –dije a la dueña del establecimiento–, éste, como puede ver usted, es el segundo volumen de una obra que andaba yo buscando. ¿No le habrá llegado también el primero?

La señora movió negativamente la cabeza y me dijo que lo que yo veía era lo único que había llegado.

«Bien, Juan Jesús –me dije a mí mismo–. Ya tienes el tomo dos del diario de Ionesco. Confórmate, pues, con esta probadita que el cielo te ha ofrecido hoy».

Y varios meses después, en el mismo establecimiento, ¿qué cree usted? Que me encontré el dichoso tomo uno.

Se lo enseñé a la señora, y ella me explicó que lo que pasaba es que la persona que le había vendido el libro que yo le compré meses atrás apenas hasta ahora había regresado a venderle los demás que le quedaban en su casa. ¿Debo decir que sólo entonces permití a mi corazón brincar de alegría?

Pero continuemos con los Papeles de Álvaro D’Ors. ¿Quién los hizo cruzar el mar? ¿Era un exiliado español el que los trajo en su valija? ¿Y por qué de entre los muchos libros que pudo haberse traído cargó precisamente con éste?

¿O fue más bien un turista vasco que, trayéndolo consigo para leerlo en el avión, lo dejó en México para regresar a su tierra ligero de equipaje?

¡Ah, el misterio de los libros! Nunca sabremos por qué unos nos fueron ofrecidos por la vida y otros, en cambio, negados. Libros que ahora mismo se hallan recluidos a una cuadra de mi casa, jamás serán tocados por mí; en cambio, no me fue negado por la suerte uno que alguien compró en Guipúzcoa en 1969. ¿No es esto realmente misterioso?

Con los libros sucede lo mismo que con las personas: que, entre más se los busca, menos se los encuentra. Los libros, como las personas, sólo llegan a nosotros al precio de no buscarlos.

Me pregunto antes de apagar la luz: ¿Y con la felicidad no sucede lo mismo? Sí, sólo el que ha renunciado a ella la conocerá; sólo el que ha dejado de perseguirla la alcanzará.

Me quedo a oscuras. Y pienso en Dios, que nos da únicamente aquello a lo que ya hemos renunciado. Mi amado, mi querido, mi bendito Dios…

 

También lee: La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

#4 Tiempos

El pasado vestido de visitante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Publicado hace

el

TESTEANDO

Hay noches que no necesitan presentación, porque desde que amanece, el aire se siente distinto. Hoy es una de esas. San Luis juega en casa y enfrente no tiene a cualquiera: tiene al Monterrey, uno de los planteles más poderosos del país, pero sobre todo, tiene enfrente al pasado vestido de visitante. Domenec Torrent, aquel técnico que se fue dejando una sensación de proyecto inconcluso, regresa al Alfonso Lastras. Y no lo hace solo: lo acompaña Sergio Ramos, leyenda del fútbol mundial, que hoy pisa el mismo césped que tantas veces fue testigo del esfuerzo potosino. Es viernes, sí, pero de esos que huelen a domingo, a noche grande, a historia por escribirse.

El San Luis llega con cosas por ajustar, sí, pero también con certezas. La estructura que propuso Abascal en su debut tuvo orden, supo competir. La presión en bloque medio, la disciplina para cerrar líneas de pase y la paciencia para esperar el error del rival no son casualidades, son decisiones. San Luis sabe que no puede ganar desde la nómina, pero sí puede competir desde el plan. Y eso es algo que este equipo ha aprendido a hacer. Tiene jugadores con criterio, como Salles-Lamonge, que puede inventar algo cuando el partido parece trabado. Tiene futbolistas como Rodrigo Dourado, que saben cómo hacer que el rival se incomode, cómo romper el ritmo desde una barrida o una cobertura. Y tiene juventud con hambre, como Román Torres, que cada vez se siente más cómodo en este rol de vertical, rápido, incómodo.

Del otro lado está Monterrey, que viene golpeado por una derrota sorpresiva ante Pachuca, pero que no deja de ser uno de los equipos con más talento individual en toda la liga. Con nombres que pesan en cualquier cancha: Tecatito, Berterame, Jesús Gallardo, Maxi Meza, Alvarado… y ahora, el propio Ramos. Un central con décadas de experiencia al más alto nivel, un tipo que probablemente haya jugado partidos más difíciles en una semana que muchos de sus compañeros en un año. Su presencia no sólo impone desde lo físico; impone desde lo mental. Es un líder que ordena, que corrige, que exige. Hoy, esa jerarquía se pondrá a prueba en una cancha que, aunque pequeña en comparación con los grandes estadios europeos, sabe hacerse sentir.

Y ahí está el meollo del asunto. El partido no se va a jugar sólo en lo táctico. Se va a jugar también en las emociones. Torrent vuelve a la ciudad donde muchos lo consideraban el arquitecto de un equipo en crecimiento. Lo hará desde el banquillo contrario, pero con una libreta llena de apuntes sobre cómo se juega en esta cancha, sobre cómo respira la afición, sobre cómo reaccionan los jugadores locales en ciertas situaciones. Su regreso tiene algo de morbo y mucho de expectativa. ¿Qué tan bien conoce a su exequipo? ¿Podrá utilizar esa información para desnivelar? ¿O será la motivación del grupo potosino lo que incline la balanza?

El partido pinta para cerrarse rápido en la mitad del campo. San Luis no va a regalar espacios. Monterrey tampoco va a lanzarse como loco. La clave estará en quién tenga más paciencia. En quién logre imponer su ritmo. En quién sepa leer los momentos. Si los locales logran contener los primeros intentos rayados y mantener el cero, la confianza irá creciendo. Si Monterrey golpea temprano, entonces cambiará todo el escenario.

No hay partido fácil en esta liga. Pero hay partidos que se sienten diferentes. Y este lo es. Porque tiene historia reciente, porque tiene narrativa, porque tiene regreso y debut, porque tiene al Alfonso Lastras latiendo más fuerte. Y porque hoy, más que nunca, la gente de San Luis quiere creer que este equipo puede plantarse ante cualquiera. Que puede competir, que puede ganar. Que puede hacer historia, incluso si es apenas la jornada dos.

Esta noche el balón rodará con intensidad. Y con él, rodará también la memoria. Porque quizá con el tiempo, alguien recuerde que un viernes cualquiera de julio, en San Luis Potosí, se jugó un partido que no parecía importante… pero terminó siéndolo todo.

También lee: El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Continuar leyendo

#4 Tiempos

El experimento de Carrillo que abrió la puerta a un nuevo universo musical | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Publicado hace

el

EL CRONOPIO

El pasado 13 de julio se cumplieron ciento treinta años del trascendental experimento donde Julián Carrillo dividió el tono en dieciséis partes obteniendo lo que llamó el Sonido 13 que se agregaba a los doce sonidos conocidos hasta ese entonces, 1895 y al mismo tiempo expandía en noventa seis los sonidos en la octava musical. Carrillo abrió la puerta a un nuevo universo musical, y gracias a la genialidad de su autor logró convertirse en todo un sistema que a últimas fechas ha recobrado especial interés a nivel mundial.

A partir de ese experimento Carrillo desarrolló su teoría del Sonido 13 que revolucionaria el mundo de la música. Controvertidas teorías que causaron en el país, principalmente, a diferencia de otras partes del mundo, un rechazo a la figura y obra de Julián Carrillo que perdura de cierta manera a la fecha, desvirtuando la importancia de ese simple experimento que realizó con la ayuda del violín abocándose a dividir la cuarta cuerda del violín sucesivamente hasta los límites prácticos de ese proceso.

Uno de los puntos que suele criticársele a Julián Carrillo, es el del descubrimiento, por decirlo así, del microtonalismo, suele asegurarse que una gran cantidad de personajes trabajaban en ese aspecto y que habían logrado hacerlo, o bien que sistemas como el hindú y algunos otros tenían música microtonal. Por otro lado, suele cuestionarse también, que fuera justo el 13 de julio de 1895, sin que nadie lo viera y sin que en ese momento se registrara el acontecimiento, salvo, el dicho del propio Carrillo que menciona el descubrimiento y que recurre a uno de sus condiscípulos como testigo de dicho experimento.

Se tacha de chocante la crónica difundida por el propio Carrillo. Esta situación, suele desvirtuar el propio acontecimiento, pues el experimento como tal, fue más allá de su simple realización, abrió la posibilidad de la discusión teórica y experimental acerca del sistema musical en práctica; mientras otros personajes trataban de lograr los cuartos de tono, Carrillo logró los diesiceisavos de tono y desarrolló las respectivas teorías que le permitieron enriquecer, simplificar y purificar la música, construyó nuevos instrumentos únicos en el mundo, ideó un nuevo sistema de escritura musical, escribió música en sistema microtonal demostrando su posibilidad interpretativa y auditiva, e incorporó las importantes y poco estudiadas leyes de metamorfosis musical. Todo ello forma parte del llamado Sonido 13. Existen todas las evidencias contextuales para asegurar, no solo la posibilidad de realización de dicho experimento, sino, los factores necesarios para que una personalidad como la del entonces joven Carrillo, pudiera llegar a la conclusión de la división del tono en dieciséis partes iguales, dieciseisavos de tono.

En San Luis Potosí Carrillo fincaba esa inquietud con la acústica musical y preparaba el terreno para experimentar con el sonido y la dependencia de la frecuencia con sistema de ondas estacionarias como suceden al vibrar una cuerda cualquiera.

Un niño entusiasmado por la música, que comenzaba a manifestar un especial talento por la misma, en una clase donde de cierta forma se le permitía jugar con elementos a su alcance, soñando y desplegando su espíritu inquisidor, le abría la posibilidad de experimentar mediante el juego, moldeando su ingenio. De esta forma, al decir de su maestro de primeras letras Germán Faz en la Escuela número nueve de San Sebastián, Carrillo solía jugar con una de las cintas de su zapato, que entonces tenían un núcleo de resorte, haciéndola vibrar sosteniendo con la boca uno de sus extremos y con la mano el otro de ellos, produciendo sonidos que podía percibir, se moldeaba, como decíamos, el futuro investigador. Por cierto, su profesor comentaba muchos años después, ya cuando se propagaba intensamente las teorías del Sonido 13, que éste, de cierta forma, pudo haberse fraguado en esos regulares juegos con las cintas de su zapato que realizaba el niño Julián, mientras trascurrían las lecciones diarias de aritmética. En ese juego Carrillo podría observar que el sonido producido por la cuerda de su zapato dependía de la forma en que la tensionaba y de la longitud que controlaba con su mano, tal como lo haría con el violín, poco tiempo después, armando notas que deleitaban al oído.

El propio Julián Carrillo en sus escritos en el libro pláticas musicales que editó en 1923 en su volumen dos refiere detalles contextuales del experimento y el nombre del discípulo que ayudó en ese experimento:

“en el último lustro del siglo pasado y queriendo ver si era posible dividir el semitono, intenté con mi discípulo y amigo Eucario Rodríguez, de Guanajuato, un trabajo de experimentación y de una manera primitiva -supuesto que carecíamos de medios apropiados para ello- logramos, subdividiendo la cuerda de un violín con el filo de una navaja, oír entre las notas Sol y La de la cuarta cuerda dieciséis sonidos distintos perfectamente claros”.

El Sonido 13 es mas que este experimento, tiene una estructura compleja que Carrillo desarrollo y cuya epistemología se basa en tres axiomas derivados básicos que se centran en el compromiso o, los principios, de Simplificación, de Purificación y de Enriquecimiento, que Carrillo llamó postulados.

También lee: Un encuentro con la tabla periódica: la participación potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Av Cuauhtémoc 643 B
Col. Las Aguilas CP 78260
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 811 71 65

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Christian Barrientos Santos

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados