#4 Tiempos
Instrucciones para notificar a una senadora | Columna de Víctor Meade C.

SIGAMOS DERECHO.
Hoy les voy a platicar una historia que, me parece, bien pudo haber sido imaginada primero por Jorge Ibargüengoitia.
Hace un poco menos de seis meses, el Senado de la República aprobó con 80 votos a favor el paquete de artículos transitorios de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, cuyo artículo décimo tercero contempla una extensión de dos años para el periodo de Arturo Zaldívar y de otros consejeros al frente del Consejo de la Judicatura Federal. Este transitorio —a todas luces inconstitucional— fue propuesto de último minuto por Raúl Bolaños, senador del Partido Verde, y votado de manera apresurada.
En este mismo espacio (https://laorquesta.mx/fraude-a-la-constitucion-columna-de-victor-meade-c/) comenté que la responsabilidad de este intento consumado de fraude a la Constitución debe fincarse especialmente en las y los 80 senadores que votaron a favor de ello. O no leyeron lo que estaban votando, o votaron bajo consigna, o no cuentan con los conocimientos jurídicos mínimos para el ejercicio de sus funciones como legisladores y legisladoras. Haya sido la razón que sea, las tres son, considero, igualmente graves.
Con ello en mente, decidí escribirle un correo electrónico al entonces senador Primo Dothé Mata (renunció a su curul y a Morena algunas semanas después de la votación) y a la senadora María Graciela Gaitán Díaz (del Partido Verde, suplente de Leonor Noyola). En el correo electrónico les solicité que me explicaran detalladamente los argumentos o razones que les llevaron a votar en favor del régimen transitorio de la Ley, sin embargo, pasaron ocho días y no recibí respuesta alguna.
Volví a escribirles, ahora recordándoles que el artículo 8 constitucional reconoce mi derecho de petición, el cual consiste en que toda petición realizada por la ciudadanía de manera respetuosa, pacífica y por escrito a una autoridad debe ser respondida de manera rápida, completa, fundada y motivada. También aproveché para comentarles muy respetuosamente que si no me respondían, me vería orillado a tener que acudir a la justicia federal para obtener mi respuesta, vía demanda de amparo indirecto.
El senador Primo Dothé nunca respondió. Sin embargo, la senadora Gaitán Díaz me respondió un par de minutos después, aunque, debo decir, su respuesta no fue exactamente lo que yo esperaba. Lejos de responder con razones y conforme al mandato del artículo 8 constitucional, la senadora Gaitán Díaz me respondió con un muy elocuente y tajante “Buen día, Víctor Meade Canales.” Ni una palabra más, ni una palabra menos.
El 29 de abril decidí presentar una demanda de amparo indirecto en contra de la inconstitucionalidad de la respuesta de la senadora Gaitán Díaz, la cual fue admitida el 10 de mayo por el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa del Primer Circuito bajo el número de expediente 504/2021. En la admisión de la demanda, el juez requirió a la senadora Gaitán Díaz para que respondiera a mi petición en un plazo no mayor a quince días hábiles contados a partir de que se le notifique formalmente.
Desde entonces ha sido imposible encontrar a la senadora Gaitán Díaz. En la primera diligencia, personal de juzgado se presentó en la Puerta 3 del Senado y los guardias de seguridad le comentaron que no había nadie en la oficina de la senadora y que ellos no le podían recibir ningún documento. Por tanto, el juez solicitó a diversas autoridades federales —SAT, Secretaría de Hacienda y al Senado de la República— que proporcionaran el domicilio actual, completo y correcto de la senadora. El SAT respondió que no tiene registros bajo ese nombre y Hacienda dijo que este asunto está fuera de su ámbito competencial, por lo que no aportaron información alguna. El Senado, por su parte, reportó que el domicilio de la senadora se encuentra aquí en el Estado de San Luis Potosí.
Ya habiendo pasado dos meses desde la admisión de la demanda, personal del juzgado trató de notificar a la senadora vía correo electrónico, sin embargo, corrieron con el mismo éxito que yo. La senadora evidentemente no respondió y el juzgado comentó que le era imposible determinar si el correo fue recibido o no. De esto hubo un segundo intento un par de semanas después y el resultado fue similar: reportaron que «se produjo un problema al enviar el mensaje a esa dirección de correo».
El juez, entonces, decidió remitir el expediente a un juzgado de San Luis Potosí para que le auxiliaran con la notificación. Personal del juzgado potosino se constituyó en el domicilio de la senadora y —sorpresa— abrió la puerta una supuesta cuñada de la senadora, quien comentó amablemente que, en efecto, el domicilio es correcto, pero que la senadora Gaitán ya no vive ahí desde hace un año y —sorpresa— no tiene manera de contactarla.
Ante la ya acostumbrada imposibilidad de encontrar a la senadora Gaitán, el juzgado tuvo que recurrir a lo más lógico: preguntarle a todo el mundo si alguien ha visto a María Graciela. El juzgado requirió, por si acaso, a Pemex para que avisara si por alguna razón tiene el domicilio correcto de la senadora. También le realizó el mismo requerimiento a Telmex, Totalplay, Dish y a otras cinco empresas proveedoras de internet, cable y telefonía. Usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero se los contaré de todos modos: tal parece que la senadora no tiene contratado servicio alguno de internet, cable o telefonía. Lo de Pemex sigue en suspenso.
Han pasado cinco meses desde que el juzgado admitió mi demanda de amparo indirecto y aún no han podido pasar ni por las puertas del Senado, ni la han podido encontrar por correo electrónico o en su domicilio. La información de la senadora Gaitán disponible en el sitio web del Senado de la República no muestra número de teléfono ni informes de actividades legislativas y, según entiendo, la senadora tampoco cuenta con una casa de enlace con la ciudadanía.
En nuestra democracia constitucional, un asunto así nunca debió de judicializarse, ni la rendición de cuentas tendría que ser así de oprobiosa para la ciudadanía. La Suprema Corte está próxima a resolver la inconstitucionalidad de lo votado por nuestros legisladores y legisladoras, y aún no se les puede encontrar para que justifiquen sus motivos.
De esta manera, la representación popular y la base de nuestro sistema democrático está por los suelos. ¿Cómo puede existir representación si ni siquiera se le pueden exigir cuentas a nuestros representantes? ¿Cómo puede existir representación si ni siquiera se les puede llamar a juicio?
Mejor les dejo a Ibargüengoitia (“¡Arriba la democracia! (I)”, en Instrucciones para vivir en México):
Vamos a suponer que elegimos a un diputado. La cosa no acaba allí. No se trata de meterlo en la Cámara y ya. El diputado es nuestro representante. Es la vía por medio de la cual podemos ejercer nuestra influencia sobre las decisiones gubernamentales.
Para que un diputado sirva de algo tiene que estar sujeto a presiones de parte de los electores de su región. Tiene que estar en comunicación con ellos.
Aquí nos encontramos ante una situación compleja. ¿Cuántos mexicanos saben el nombre de su diputado? ¿Cuántos lo conocen de vista? ¿Cuántos han hablado con él? ¿Cuántos le han mandado cartas expresándole sus opiniones? ¿Cuántos mexicanos han sabido que su diputado diga algo en la Cámara? ¿Cuántos han estado de acuerdo con lo dicho?
También lee: El enemigo | Columna de Víctor Meade C.
#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
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