octubre 7, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

Huachicoleros televisos, camarales y burócratas en privilegio | Columna de Jorge Ramírez Pardo

Publicado hace

el

Enred@rte

 

La semana concluía en la relativa normalidad, si la hay durante estos días de ensayo a una nueva realidad mexicana de recambio gubernamental /¿social?

Tlahuellilpan nos arrebató el camino al relativo descanso y nos puso de frente a una brutal tragedia, contabilizada en casi 80 muertos al cierre de este texto.

El paso de festín en torno a enorme borbotón de gasolina huachicoleable, a una tragedia, es una dantesca lección de aprendizaje. Hay didácticas brutales, esta lo es. Si el crimen organizado quiso sembrar caos para continuar con el río revuelto aprovechable en su favor, el dolor remarcado es una alerta re-educativa para deponer la in-cultura de la rapiña.

Jorge Zepeda Patterson en su artículo publicado ayer “¿Qué hay detrás de la rapiña?”, luego de sesudas consideraciones respecto a responsabilidades en torno a la tragedia aludida, afirma…

“El responsable es el crimen organizado y la guerra que ha desatado aparentemente en contra del gobierno federal, pero en realidad en contra de la sociedad en su conjunto. Los huachicoleros no solo sabotean los ductos para provocar desabasto en las ciudades y desencadenar la indignación de los habitantes en contra de la campaña que el gobierno ha puesto en marcha; además usan a la población literalmente como carne de cañón para encarecer los saldos de esta guerra. (…)”.

“El crimen organizado es resultado de la impunidad que se ha instalado en la vida pública en México; la ausencia de estado de derecho y la corrupción de las policías han prohijado el surgimiento de poderosos sindicatos dedicados a la delincuencia. Pero en el huachicoleo existe un factor adicional: la extendida cultura de rapiña entre la población”.

“¿Cómo desandar la costumbre de esta rapiña generalizada? (…) Puede resultar ridículo ver al presidente hacer cola en un avión de línea para hacer sus giras pero ese, como muchas otros similares, es un acto de un profundo simbolismo para cambiar el descompuesto sistema de valores en el que chapotea la vida pública en México.

El huachicoleo

“En México, se llama huachicolero a la persona que se dedica al robo y venta ilegal de combustible (gasolina o diésel) y bebidas alcohólicas adulteradas. (…) El huachicol es una bebida alcohólica adulterada con alcohol de caña y con otros compuestos, y también sirve para nombrar el combustible robado, que puede estar adulterado” ​(Wikipedia).

Cochupo.- Ejercicio ancestral, ¿en crisis?, de relación perversa entre la prensa mexicana mayoritaria (de manera remarcada la televisiva)  y los poderes fácticos para distorsionar u ocultar información a modo y realizar ejercicio continuo de propaganda camuflada en favor de los citados poderes. (enred@rte).

El huachicolero, ero, ero… televisivo

De cochuperos/huachicoleros menores con audiencias y “credibilidad” en declive, como Carlos Loret, Ciro Gómez, Adela Micha o Pedro F. de Con ni para qué ocuparse. La alianza, ¿estratégica y / o temporal? del gobierno federal entrante con TV Azteca. Cochupera consuetudinaria, ahora se ejerce con la información equilibrada.

Contraste con el ejercicio del televiso Joaquín López Dóriga, también en Radio Fórmula. De ancestral y remarcado actor contreras con oficio innegable, filo-pripanista remarcado, ahora es puesto en juego para amarrar navajas con apariencia de pluralidad. Sin duda tiene convocatoria y trayectoria (como la tuvo su mentor Jacobo Zabludovsky).

Décadas de distorsionar la información camaleonicamente y con las mayores coberturas nacionales.

Cuando el gobierno de Vicente Fox, el electorado votó por aquello denominado “transición” y no hubo tal. A no ser que se considere tránsito a refinar ejercicios de corrupción y desmontar nichos de eficacia ya institucionales.

El cochupo se refinó y acrecentó cuotas. Ello en paralelo a lo que transitó de robo sistemático gubernamental a saqueo a la nación de los poderes fácticos en contubernio, público/privado.

El momento coyuntural del país reclama una refundación y ello implica una reeducación en ejercicio  consumo de medios de comunicación:

  •        Información equilibrada y, en la medida de lo posible con análisis argumentado y plural. Como ya lo ejemplifica a plenitud Aristegui Noticias y sus analistas “in crescendo”. Diarios como el Universal y La Jornada, y revistas como Proceso. Desde luego numerosos portales en Internet que aceleran y cualifican las posibilidades de consciencia de recambio.
  •        Orientación y motivación a la ciudadanía para afinar el ejercicio participativo responsable. Implica deponer fanatismos de las derechas e izquierdas políticas mexicanas en estado catatónico.
  •        Es deseable, un ejercicio en conciencia y responsabilidad, para inhibir y erradicar posibles populismos irracionales como el de Brasil u otros tránsitos convenencieros inducidos desde intereses económicos y de dominios supra nacionales. Trump es ejemplo de esto.

Aquí en Pueblomustio huachicleado para compras pánicas

  •        Los diputados dando bandazos. Los de Morena en conjunto, chamaqueables e incongruentes, coqueteando con salarios obtenidos con la marca AMLO y sin visos de refrendo ni austeridad.
  •        El resto de las bancadas, imitan a sus gobernantes, el estatal y el capitalino, quienes sobre-viven de la conveniencia de ignorar el cambio de pautas nacionales.
  •        El munícipe capitalino, arrastra compromisos con patrocinadores inmobiliarios e inamovibles, ex gallardista como él, apostándole a formas desfondadas. Sano sería “romper silencios” al respecto.
  •        En lo gráfico, impúdicas propuestas elaboradas con  prestanombres y estéticas obsoletas de retro-decadencia. Pervive en el equipo la imagen de pirrurris inexpertos conduciendo un errático barco. Eso “suena fuerte”.        

También lea: Pedro el poliédrico, Pedro el amigo | Columna de Jorge Ramírez Pardo

#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

Publicado hace

el

APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

También lee: Gobierno y UASLP: sus enemigos se saborean los bigotes | Apuntes de Jorge Saldaña

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS minúsculas

Imagine que un día, mientras se baña, descubre en alguna parte de su cuerpo –por ejemplo, en la planta del pie izquierdo, aunque bien podría ser en cualquier otro lugar- unos números tatuados que nunca antes había visto. ¿Cómo es que aparecieron allí? Hace usted memoria: ¿quién pudo haberle jugado una broma tan pesada? Y, sobre todo, ¿cuándo y a qué hora, que usted no se dio cuenta?

Como quiera que sea, trata de averiguar el significado de aquella cifra misteriosa. Lee una vez y luego otra vez: 290614. Doscientos noventa mil seiscientos catorce. ¿Y qué quiere decir? Piensa usted en las cantidades de dinero que debe e, incluso, en el saldo de su cuenta bancaria. ¡No, imposible! Por más que ha tratado de ahorrar, nunca le ha sido posible reunir una suma semejante. ¡Ojalá tuviera esa cantidad! Pero no: sospecha que, por lo menos aquí, no se trata de dinero. ¿Y si hubiera que leer la cifra de otro modo, es decir, no de corrido sino por partes? 29-06-14. Así la cosa está más clara. Parece una fecha. ¿Veintinueve de junio del año dos mil catorce? Ahora imagine que, de pronto, lo invaden ciertas sospechas. ¿Y si esa fecha fuera la de su futura muerte?

Sí, eso es: usted ha desentrañado un misterio: esos números que nadie pudo haber tatuado -por la sencilla razón de que, si alguien lo hubiese hecho, usted se habría dado cuenta- son una revelación, algo así como un mensaje. Usted se morirá, pues, el veintinueve de junio del año dos mil catorce. Y cuando ha caído en la cuenta del significado de los números misteriosos, éstos desaparecen y no vuelven a dejarse ver nunca más. Fueron como un relámpago en la noche, sí, y, sin embargo, usted ya sabe…

¿Cómo sería la vida de los hombres si Dios, valiéndose de estos avisos o de otros, nos hiciera conocer el día de nuestra muerte? ¡Que sencillamente no podríamos vivir! Cada mañana nos despertaríamos con la boca pastosa pensando que la fecha fatídica está hoy más cerca que nunca. ¿Cómo vivir en semejantes condiciones?, ¿cómo no pegarnos entonces un tiro en la cabeza? Pero no. Dios, aunque conoce el día y la hora de cada uno, se la calla. Al crearnos, no nos puso en ningún ángulo del cuerpo nuestra fecha de caducidad. ¿Para qué conocerla? ¿Para vivir aterrorizados? Sin embargo, lo que ni Dios se ha atrevido a hacer, los humanos sí que lo hacemos, y hasta con una naturalidad que habría que llamar mejor ensañamiento. Nosotros sí, para castigar a los culpables, los condenamos a muerte y hasta les decimos, armados con el código penal, el día en que deberán ser ejecutados. ¿No es esto salvaje e inhumano? Imaginemos, en efecto, la vida de un hombre que deberá morir el 29 de junio del año 2014… ¿Cómo transcurrirían las horas de este hombre?

Bien, Víctor Hugo (1802-1885), el gran escritor francés, trató de imaginarlo escribiendo una novela publicada en 1829 que llevaba por título El último día de un condenado a muerte. En ella aparece un hombre acusado de asesinato al que la ley está a punto de dar el último golpe. ¿En qué piensa este hombre al saber que sus días están contados? ¿Qué ideas concibe mientras la fecha se aproxima y los minutos vuelan?

Para enterarnos es preciso leer la novela. Yo, por mi parte, sólo quiero detenerme allí donde el prisionero, en su celda, se pone a observar las paredes con curiosidad. ¡Va a morir, él va a morir! ¡Y cuantos ocuparon esta misma celda antes que él están ya muertos, y bien muertos, desde hace tiempo! Sin embargo, antes de irse de este mundo escribieron algo en las paredes que era como su último adiós. Se puso a leer…

«¿Qué hacer con la noche cuando aún no despunta el día? Se me ocurrió una idea. Me levanté y paseé mi lámpara por las cuatro paredes de la celda. Están llenas de frases, de dibujos, de extrañas figuras, de nombres que se mezclan y se tapan unos a otros. Parece como si, aquí al menos, cada condenado hubiera querido dejar su huella. Con lápiz, con tizón, con carbón, letras negras, blancas, grises, con frecuencia profundas hendiduras en la piedra, por doquier caracteres oxidados, como si estuvieran escritos con sangre… A la altura de mi cabeza hay dos corazones inflamados, atravesados por una flecha y, por encima, la leyenda: Amor para toda la vida. El desgraciado no se comprometió por mucho tiempo. Al lado, una especie de tricornio con una figurita groseramente dibujada por debajo y estas palabras: ¡Viva el emperador!. Y luego otros dos corazones inflamados con esta inscripción: Amo y adoro a Mathieu Danvin. Jacques. En la pared de enfrente se lee este nombre: Papavoine. La p mayúscula está bordada con arabescos y adornada con esmero»…

La celda que describe Víctor Hugo es la celda de los condenados, sí, y, sin embargo, antes de tomar el camino del cadalso unos hombres dibujaron corazones y escribieron unas cuantas palabras de amor. Amo y adoro a Mathieu Danvin. ¿Quién era este Jacques que, a escasas horas de morir, resumía así las andanzas y quehaceres de toda una vida? Antes de irse de este mundo, Jacques había escrito las palabras decisivas; palabras que nunca leería Mathieu Danvin, pero que él se sentía en el deber de dejar grabadas para siempre. ¡A punto de ser llevado a la guillotina, Jacques declaraba su amor en la distancia a Mathieu Danvin! Por ahora no quiero leer más. Y cierro la novela de Hugo pensando en esto: que acaso lo único que hemos venido a hacer a este mundo es decir unas cuantas palabras de amor, unas pocas, para luego irnos un poco así como los barcos se pierden en la lejanía del mar durante la noche. ¿Que no somos correspondidos? Eso no importa. ¿Que no dio nunca nadie importancia a nuestro afecto? Eso importa menos aún. Nosotros hemos amado, lo hemos dicho y con eso nos basta.

Cuando hemos pronunciado las palabras esenciales, cuando hemos escrito nuestra declaración de amor en una de las paredes de la vasta prisión que es este mundo, ya nada nos falta. ¡Hemos dicho ya lo único que importa decir! Que venga entonces el carcelero: nosotros tendemos las manos hacia él y lo acompañamos a donde quiera llevarnos…

También lee: Monólogo del hijo único | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

#4 Tiempos

El secuestro de 7 vidas al barranco | Crónica de Jorge Saldaña

Publicado hace

el

CRÓNICA

Por: Jorge Saldaña

Todos perdieron. En San Luis, a veces la justicia no llega por la puerta grande de los tribunales, sino por la rendija torcida del rencor. Cuatro adolescentes, todavía con el olor a niñez pegado en la piel, decidieron convertirse en verdugos de otro recién salido de la adolescencia. Lo subieron a un Mazda gris como si se tratara de un ritual iniciático: una venganza disfrazada de justicia.

El nombre del capturado era Fidel. Lo golpeaban dentro del auto, le gritaban lo que creían que era verdad: que había embarazado a una amiga, que la golpeaba, que la humillaba y que dejó junto a su hijo a la deriva. Ellos, convencidos de ser vengadores, eran apenas muchachos con un arma de balines que parecía real. Creían portar justicia, pero cargaban sólo una farsa de poder.

En la huida desesperada, Fidel se arrojó del vehículo. No era valentía ni cobardía: era instinto de supervivencia. Saltó, y el destino lo arrojó todavía más abajo, al barranco. El golpe contra las rocas fue la sentencia que ninguno de los adolescentes imaginó, pero todos firmaron con ese acto.

El saldo es un inventario de pérdidas: Fidel perdió la vida en la caída. Los cuatro jóvenes perdieron la libertad, y con ella, cualquier atisbo de futuro. La muchacha, centro invisible de la tragedia, perdió al padre de su hijo y a los amigos que quiso como vengadores. Se quedó sola, con un bebé en brazos y la sombra de un muerto sobre la cuna.

El niño crecerá huérfano de padre, y su madre, huérfana de red. No hay vencedores: sólo cenizas.

La historia parece sacada de una novela de Arriaga: adolescentes que creen en la épica de la violencia, que juegan a dioses con armas falsas, que hacen justicia con las uñas sucias del odio

. El final es tan brutal como inevitable: cuando la violencia se hereda, los hijos juegan con ella.

El barrio El Aguaje se quedó con una postal difícil de olvidar: sirenas iluminando la noche, un cuerpo roto en el fondo del barranco, y cuatro chamacos esposados, con la mirada aturdida de quien no alcanza a comprender que la adolescencia terminó en un segundo.

Nadie hablará de ellos en la sobremesa. Nadie los pondrá en canciones. Pero ahí está la historia, un espejo áspero que refleja a al del país entero: un lugar donde la justicia se busca a golpes, donde la violencia se hereda como apellido, y donde hasta los niños cargan con la fatalidad de ser verdugos o víctimas.

En esta tragedia, no hubo malos ni buenos: sólo cinco adolescentes devorados por un mismo monstruo, el de la violencia que crece como plaga en los rincones donde el Estado no llega, pero sí llega Netflix y todas las plataformas con series donde se exalta la violencia como único camino, y la justicia por propia mano como un acto de valentía en una selva que no tiene otra ley que el ojo por ojo y diente por diente.

La pregunta queda flotando como un eco incómodo: ¿A quién le importa?
Simplemente es una corriente y cruda historia más, en la que nadie gana.
Un reflejo del barranco en el que todos estamos al borde.

También lee: Crónica de una extraña calma: El informe de Galindo | Crónica de Jorge Saldaña

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados