noviembre 19, 2025

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Homicidios en SLP durante 2018: la mayoría jóvenes entre 15 y 35 años

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Durante 2018, el 56 por ciento de las personas asesinadas tenía entre 15 y 34 años; además, el 83 por ciento tenía un empleo

Por: El Saxofón 

En 2018, los homicidios dolosos cobraron la vida de 316 jóvenes entre los 15 y los 34 años en San Luis Potosí, según las cifras más recientes del Inegi. Además seis menores 15 años fueron asesinados a lo largo del año, entre ellos un bebé de menos de un año, uno de 1 a 4 años, dos de 5 a 9 años, y dos más de 10 a 14 años.

El número de jóvenes víctimas de homicidio creció en San Luis Potosí durante el 2018. Según el Inegi, el año pasado, el 56.4 por ciento de las víctimas de asesinato en San Luis fueron jóvenes entre los 15 y los 34 años de edad, cifra que supera la proporción víctimas en este grupo de edad, que fue de 54.6 por ciento en 2017.

El Inegi dio a conocer en días pasados, las estadísticas preliminares, a nivel nacional y por entidad federativa, de los homicidios registrados en el país durante 2018.

Las estadísticas revelan que en 2018 se registraron 35 mil 964 homicidios en México. Es decir, una razón de 29 homicidios por cada 100 mil habitantes a nivel nacional, tasa que es superior a la registrada en 2017, que fue de 26 homicidios por cada 100 mil habitantes. Con la finalidad de facilitar su comparación con la información de años anteriores, se agrega la serie histórica de la estadística definitiva de homicidios de 1990 a 2017.

En San Luis Potosí, a lo largo de 2018, el asesinato intencional fue la causa de muerte de 560 personas, de las cuales 316 eran jóvenes entre los 15 y los 34 años, según el Inegi. 

En 2018, por grupos de edad, se registraron 61 víctimas de entre 15 y 19 años; 78 cuyas edades oscilaban entre los 20-24 años; 97, de entre 25-29; 80 entre 30-34; 67 entre 35-39; 48 entre los 40-44; 30 de entre 45-49; 26 de entre 50-54; 13 de entre 55-59; 8 de entre 60-64; 7 de entre 65-69; 6 de entre 70-74; 7 de entre 75-79; 1 de entre 80-84; y 2 de 85 años y más.

En 23 homicidios no se especificó la edad de la víctima.

Las cifras anteriores indican que el grupo de edad que acumuló mayor número de víctimas fue el de 25 a 29 años, con 97, equivalente al 17.32 por ciento del total de homicidios cometidos en el año. 

En este mismo sentido, gracias a las cifras del Inegi, se sabe que el 14.28  por ciento de las víctimas de homicidio en 2018 oscilaba entre los 30 y los 34 años de edad, mientras que el 13.92 por ciento tenían de 20 a 24, y el 10.89 por ciento iban de los 15 a los 19.

Víctimas entre los 15 y 34 años

  • En 2018, solo el grupo de 20 A 24 años bajó su número de homicidios respecto a 2017
    VÍCTIMAS
  2017 2018
15-19 44 61
20-24 82 78
25-29 89 97
30-34 58 80

Cabe resaltar que los homicidios de jóvenes de 15 a 19 años de edad, pasaron de 44 víctimas en 2017 a 61 en 2018, lo que representa un incremento del 38.63 por ciento. En tanto, los asesinatos de jóvenes de entre 20 y 24 años, disminuyeron un 4.87 por ciento, al pasar de 82 en 2017 a 78 en 2018.

Sin embargo, las víctimas de 25 a 29 años también aumentaron al pasar de 89 en 2017 a 97 el año pasado, un incremento del 8.98 por ciento. Lo mismo ocurrió en el grupo de edad de 30 a 34 años, que en 2017 registró 58 víctimas, y en 2018 registró 80, con un incremento del 37.93 por ciento.

Desde 2017, los asesinatos son la principal causa de muerte entre los jóvenes y adultos entre los 15 y los 44 años de edad, según las estadísticas del Inegi.

No eran “ninis”

Contrario a lo que se pudiera pensar, la mayoría de los jóvenes asesinados contaban con un empleo al momento de perder la vida.

De los 316 jóvenes que fueron asesinados durante el 2018, 262 tenían un empleo, según los datos del Inegi, y solo 54 no realizaban ningún trabajo remunerado. Esto quiere decir que el 82.9 por ciento de las personas entre 15 y 34 años víctimas de homicidio doloso tenían un empleo, y solo el 17.08 por ciento carecían de él.

Por grupos de edad, de entre las víctimas de 15-19 años, 40 de ellos trabajaban (65.5%), y solo 21 no lo hacían (34.4%).

Entre las víctimas de 20-24 años, 65 de ellas contaban con un empleo (83.3%) y solo 13 estaban desempleados, es decir, solo el 16.6 por ciento no trabajaban.

En el grupo de 25-29 años, 82 desempeñaban un trabajo (84.5%) mientras que 15 de ellos estaban desocupados (15.46%).

Entre las víctimas de 30-34 años, fueron las que registraron menos desempleo, pues 75 de ellas laboraban, y solo cinco no desarrollaban ninguna actividad remunerada, esto representa que el 93.7 por ciento de ellos estaban trabajando y el 6.25 por ciento no lo hacían.

Mencionar estos datos es importante, pues muchas veces el discurso de las autoridades, incluso la propia ciudadanía, presupone que las víctimas de homicidio eran personas que no desempeñaban ninguna actividad económica y que dada su condición de desempleo estaban vinculadas con actividades ilícitas. 

Así, el prejuicio del “nini” revictimiza a los jóvenes que ya de por sí, en el México actual, enfrentan un panorama adverso, marcado por la discriminación, la falta de oportunidades y apoyo, en medio de un contexto cada vez más violento.

Gobiernos de SLP, los más hackeados del país

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La IA, periodismo, y la coartada perfecta. Apuntes de Jorge Saldaña.

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riesgos de legislar sobre IA

““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”

Por: Jorge Saldaña

Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.

Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Que peligroso.

No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.

Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?

Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.

Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.

Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.

No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.

Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.

Las modificaciones al código penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.

Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.

Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.

El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.

Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.

Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la Presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de estomatología confesando un delito…(saben a lo que me refiero).

¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?

La IA escribe el guion; las redes, el miedo.

Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero…¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?

El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:

1) La coartada perfecta del poderoso.

Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.

2) La puerta trasera de la censura.

Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.

3) La prueba imposible.

En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.

Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.

Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).

Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.

Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?

No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.

A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:

Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.

Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.

Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.

La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.

Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.

Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.

Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.

Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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Estado anticipa monto para la UASLP en 2026: Gallardo

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El monto, que se incluirá en la Ley de Egresos, será equivalente al de este año mientras se define el convenio universitario

Por: Redacción

El gobernador Ricardo Gallardo Cardona informó que la Secretaría de Finanzas del Estado ya tomó previsiones para garantizar el recurso que corresponderá a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) en 2026, y adelantó que dicha cantidad será integrada desde ahora en la Ley de Egresos que enviará al Congreso del Estado.

Gallardo explicó que, aunque el convenio anual entre la UASLP y el Gobierno del Estado se firma hasta enero, esta vez se decidió anticipar el monto estimado para evitar desfases como los ocurridos este año, cuando los tiempos entre la firma del convenio y la aprobación del presupuesto no coincidieron y generaron presiones financieras para la institución.

El mandatario señaló que Finanzas partirá del mismo monto asignado este año

—refiriéndose a los recursos que se destinan al inicio del ejercicio— mientras la universidad y la Federación definen la cifra exacta en su próximo convenio. Con esto, precisó, los legisladores tendrán que ajustar el presupuesto para asegurar que la cantidad prevista quede protegida en la Ley de Egresos 2025, que corresponde al ejercicio fiscal del próximo año.

Gallardo afirmó que el objetivo de esta previsión es que la UASLP arranque 2026 sin complicaciones, sin necesidad de solicitar recursos prestados durante los primeros meses del año, como ha sucedido históricamente debido a la demora en la llegada del recurso federal y estatal.

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FGESLP requiere 5 mdp para echar a andar Fiscalía de Búsqueda

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María Manuela García dijo que el monto servirá para contratar personal y fortalecer prospecciones

Por: Redacción

Tras entregar su informe anual de labores ante la Comisión Primera de Justicia del Congreso del Estado, la fiscal María Manuela García Cázares reconoció que la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí enfrenta “muchos retos”, entre ellos el más urgente: transformar la actual Unidad de Desaparecidos en una Fiscalía Especializada, como lo exige la Ley General.

La fiscal destacó que todas las áreas han estado enfocadas en judicializar carpetas y atender los casos más sensibles denunciados por la ciudadanía, aunque admitió que el avance aún es insuficiente frente a la demanda existente.

En materia financiera, García Cázares confirmó que la institución solicitará una ampliación presupuestal para 2025, derivada precisamente de los costos que implica la creación de la nueva Fiscalía de Desaparecidos: más personal, más material, más prospecciones y mayor capacidad operativa.

La ampliación solicitada asciende a 5 millones de pesos como mínimo.

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