diciembre 3, 2025

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#4 Tiempos

Hijos de mi brújula desatinada | Apuntes de viernes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Amigos del “no soy de aquí ni soy de allá”, hijos de mi falta de edad y porvenir: en este viernes de apuntes hago pública y extensiva mi invitación a la mudanza, al éxodo masivo e inmediato con rumbo al altiplano potosino.

Sí señores, allá en Cedral, en Vanegas, en Villa de la Paz, en Real de Catorce y otros municipios de la zona, puede uno encontrar todo el tiempo para ver las estrellas, allá se puede vivir con tranquilidad, en paz, se pueden dejar las puertas y ventanas abiertas, rondar sin angustias por sus calles y callejuelas, allá simple y sencillamente no hay inseguridad al grado que no hay ni necesidad de policías.

Nuestro altiplano es una utopía, un paraíso, un mar en calma. Y es que de acuerdo a sus presidentes municipales y sus jefes de seguridad, la vida allá es ligera y absolutamente segura, un oasis libre de delincuencia, de levantones, de balaceras, de grupos criminales, de secuestros, de drogas y hasta de migrantes. Todo está en paz.

Allá de vez en cuando alguien choca su auto y se arregla amistosamente con la contraparte. Muy pocas veces se comete alguna falta administrativa menor y algún sábado muy esporádico, se detiene a algún borrachín sin mayores aspavientos.

Ante semejante maravilla de información, le confieso Culto Público que yo mismo había preparado ya mis maletas cual Lupita Dalessio en Mudanzas y mi mayor dilema era escoger qué municipio, de entre los mencionados, escoger para continuar desde allá mi vida dispuesto a disfrutar de un alto cielo azul.

“Pero la de malas se nos vino” hijos de mis “nada me sale bien”. Ayer jueves en la mesa de seguridad que se llevó a cabo en Matehuala, mis esperanzas se rompieron como pantalla de celular contra una dura banqueta.

Mis ilusiones quedaron hechas pedazos cuando el general de la 12ª Zona Militar, Crisóforo Martínez Parra, intervino para exhibir la cantidad de mentiras y omisiones de los rabones reportes de incidencia que los alcaldes y jefes policiacos “altiplanenses” presentaron en la mesa de seguridad.

Gracias solo a Dios Misericordioso yo no estuve presente, pero tuve la oportunidad de conocer de primera mano la tremenda, altisonante, merecida y manoteada regañada marca diablo que el general les puso a los bribones presidentes municipales y sus jefes policiacos que se quisieron pasar de listos.

“Si aquí no pasa nada, entonces ¿qué hacemos aquí?”, les dijo Martínez Parra con sarcasmo militar (que es más castrense que el sarcasmo regular).

La exhibida fue memorable, a cada municipio les sacó sus trapitos al sol y de tantos, los dejó chiquitos y encuerados.

El general de la 12ª Zona enumeró las acciones que el ejercito y el gobierno del estado han llevado a cabo en cada municipio y se contaron detenciones de objetivos importantes, desarticulación de células criminales, decomisos de drogas de todos los tipos, ubicación y desmantelamiento de talleres de “blindaje” clandestinos y otra media docena de intervenciones que “misteriosamente” no estaban apuntadas en los reportes municipales.

Del amable “o nos dejamos de hacer tontos (no estoy seguro si usó esa palabra o la otra que es mi favorita) o no vamos a llegar a ningún lado”, les dijo.

No pues toma chango tu banana, los presidentes ya no sabían ni qué decir y sus policías pues menos.

¿A quién protegen y por qué se callan las autoridades de esa zona respecto a la realidad de la inseguridad de sus municipios? Esa pregunta está re fácil.

Lo difícil será que a partir de ahora los alcaldes entren en cintura y valga la pena la descobijada que les dio el general del ejercito.

Como datos adicionales a la realidad del altiplano: Real de 14 solo tiene una patrulla y 30 elementos policíacos. En Cedral no hay más de una docena de policías y ninguno, pero ninguno, tiene siquiera permiso para portar armas porque no están acreditados dentro de las licencias colectivas, ya de las pruebas de control y confianza mejor ni hablamos.

Entonces, sabiendo la verdad, a los que son de aquí mejor aquí quédense y a los que son de allá exijan a sus autoridades no ser tan mentirosas e invertirle dinero y estrategia al tema de la seguridad.

En otros asuntos, amigos de los caminos del sur, hijos de mi “vámonos para Guerrero porque le falta un lucero” les comparto que San Luis Potosí no asistirá al tianguis turístico de Acapulco y será el único estado de todo el país que estará ausente.

El costo-beneficio, de acuerdo a lo que pude platicar con la titular de turismo, Paty Veliz, hizo inviable la participación potosina y en este momento, me dijo, se tienen otras prioridades.

Ni modo, no habrá venta de destinos ni acuerdos con operadoras para SLP en esta ocasión. Los casi 2 millones de pesos que hubiera costado el piso y montaje del stand allá cerca de las playas de Caleta y Caletilla, parecieron excesivos al presupuesto estatal y se usarán en otras causas turísticas de mayor beneficio para el estado.

Por cierto: ¿Cuánto costaría el evento “Mexicana Universal” operado por la Secretaría de Cultura y cuántos beneficios atraería a la entidad? Nada más es una duda.

En fin, no todo son malas noticias, para el próximo 24 de mayo se tienen altas expectativas para que SLP sea premiado en varias categorías en el certamen “México Desconocido”, ojalá nos vaya bien porque en materia de turismo nos hace falta un lucero, y ese lucero eres tú.

Ya para rematar el tema, el ayuntamiento capitalino si acudirá al tianguis acapulqueño, ya tienen todo listo e igual y hasta un llaverito les traen de recuerdo a los de la secretaría estatal.

Por cierto los que hicieron ayer muy buenos acuerdos y recuerdos fueron los New Orange, los MC locales que estuvieron de manteles largos y recibieron a figuras nacionales como al muy joven encargado de la estrategia política nacional de ese partido y al titular nacional de las juventudes naranjas.

Tuvieron una jornada productiva, en la mañana hicieron reta de futbol con los jóvenes, al medio día tuvieron un “conversatorio” y por la tarde en el Teatro de la Paz entregaron un par de reconocimientos a dos profesionales de la salud que se distinguieron por su destacada labor en el combate al Covid.

Esperen… ¿En el Teatro de la Paz? Pues sí, efectivamente.

A la dupla Antonio de Rabinal Gamboa y Liz Torres, secretario de cultura de facto y secretaria de cultura de hecho, respectivamente, se les hizo de lo más generoso y políticamente correcto prestar el recinto de Villerías para un evento de un partido político.

Bendita ignorancia o maldito dolo, cualquiera de las dos reprobable.

¿No sabrán que prestar un recinto público a un partido político es un desvío de recursos?

¿Qué sigue? Seguramente la próxima asamblea de Conciencia Popular será en el Museo Francisco Cossio.

La próxima convención del PRI pues puede ser en el Teatro de la Ciudad.

Cuando el PAN así lo quiera, pues puede llevar a cabo su reunión de Consejo Político en la Cineteca o en Bellas Artes.

Al partido de Tecmoloco, pues seguro le prestan el Museo de la Máscara

Total, a la Secretaría de Cultura le importa un comino la legalidad.

Mañana seguramente sacarán de la manga un recibo y dirán que fue rentado pero créame, no fue así y aunque lo fuera… ¿Con qué criterios se están rentando los museos y espacios culturales? ¿Con qué tarifas? ¿Con qué tabulador?

Les digo que ni el peor ebrio de la peor cantina de la peor colonia, tomaría decisiones tan embriagadas de ignorancia como las que toman la dupla Rabi-Liz.

Así como van, esos no llegan al informe.

Hasta la próxima hijos de mi alma musical y disfruten su viernes.

Atentamente,

Jorge Saldaña.

También lee: Antonio de Rabinal Gamboa, el ebrio Secretario de Cultura de San Luis | Apuntes de Jorge Saldaña

#4 Tiempos

El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.

Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.

Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.

Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:

(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.

Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.

Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.

Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.

Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial,

cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.

Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.

El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.

Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.

Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.

También lee: Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…

Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».

Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!

Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».

Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…

Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».

Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.

¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída

, el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».

¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».

Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!

Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.

Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».

Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.

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#4 Tiempos

“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer

Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.

Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.

Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.

Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.

A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.

No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.

Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.

Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.

Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.

En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.

En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.

La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.

Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.

Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).

Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.

El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.

Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.

Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.

México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.

Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”

Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.

Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.

Hasta la próxima. Jorge Saldaña.

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