noviembre 25, 2025

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#4 Tiempos

Hijos de mi brújula desatinada | Apuntes de viernes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Amigos del “no soy de aquí ni soy de allá”, hijos de mi falta de edad y porvenir: en este viernes de apuntes hago pública y extensiva mi invitación a la mudanza, al éxodo masivo e inmediato con rumbo al altiplano potosino.

Sí señores, allá en Cedral, en Vanegas, en Villa de la Paz, en Real de Catorce y otros municipios de la zona, puede uno encontrar todo el tiempo para ver las estrellas, allá se puede vivir con tranquilidad, en paz, se pueden dejar las puertas y ventanas abiertas, rondar sin angustias por sus calles y callejuelas, allá simple y sencillamente no hay inseguridad al grado que no hay ni necesidad de policías.

Nuestro altiplano es una utopía, un paraíso, un mar en calma. Y es que de acuerdo a sus presidentes municipales y sus jefes de seguridad, la vida allá es ligera y absolutamente segura, un oasis libre de delincuencia, de levantones, de balaceras, de grupos criminales, de secuestros, de drogas y hasta de migrantes. Todo está en paz.

Allá de vez en cuando alguien choca su auto y se arregla amistosamente con la contraparte. Muy pocas veces se comete alguna falta administrativa menor y algún sábado muy esporádico, se detiene a algún borrachín sin mayores aspavientos.

Ante semejante maravilla de información, le confieso Culto Público que yo mismo había preparado ya mis maletas cual Lupita Dalessio en Mudanzas y mi mayor dilema era escoger qué municipio, de entre los mencionados, escoger para continuar desde allá mi vida dispuesto a disfrutar de un alto cielo azul.

“Pero la de malas se nos vino” hijos de mis “nada me sale bien”. Ayer jueves en la mesa de seguridad que se llevó a cabo en Matehuala, mis esperanzas se rompieron como pantalla de celular contra una dura banqueta.

Mis ilusiones quedaron hechas pedazos cuando el general de la 12ª Zona Militar, Crisóforo Martínez Parra, intervino para exhibir la cantidad de mentiras y omisiones de los rabones reportes de incidencia que los alcaldes y jefes policiacos “altiplanenses” presentaron en la mesa de seguridad.

Gracias solo a Dios Misericordioso yo no estuve presente, pero tuve la oportunidad de conocer de primera mano la tremenda, altisonante, merecida y manoteada regañada marca diablo que el general les puso a los bribones presidentes municipales y sus jefes policiacos que se quisieron pasar de listos.

“Si aquí no pasa nada, entonces ¿qué hacemos aquí?”, les dijo Martínez Parra con sarcasmo militar (que es más castrense que el sarcasmo regular).

La exhibida fue memorable, a cada municipio les sacó sus trapitos al sol y de tantos, los dejó chiquitos y encuerados.

El general de la 12ª Zona enumeró las acciones que el ejercito y el gobierno del estado han llevado a cabo en cada municipio y se contaron detenciones de objetivos importantes, desarticulación de células criminales, decomisos de drogas de todos los tipos, ubicación y desmantelamiento de talleres de “blindaje” clandestinos y otra media docena de intervenciones que “misteriosamente” no estaban apuntadas en los reportes municipales.

Del amable “o nos dejamos de hacer tontos (no estoy seguro si usó esa palabra o la otra que es mi favorita) o no vamos a llegar a ningún lado”, les dijo.

No pues toma chango tu banana, los presidentes ya no sabían ni qué decir y sus policías pues menos.

¿A quién protegen y por qué se callan las autoridades de esa zona respecto a la realidad de la inseguridad de sus municipios? Esa pregunta está re fácil.

Lo difícil será que a partir de ahora los alcaldes entren en cintura y valga la pena la descobijada que les dio el general del ejercito.

Como datos adicionales a la realidad del altiplano: Real de 14 solo tiene una patrulla y 30 elementos policíacos. En Cedral no hay más de una docena de policías y ninguno, pero ninguno, tiene siquiera permiso para portar armas porque no están acreditados dentro de las licencias colectivas, ya de las pruebas de control y confianza mejor ni hablamos.

Entonces, sabiendo la verdad, a los que son de aquí mejor aquí quédense y a los que son de allá exijan a sus autoridades no ser tan mentirosas e invertirle dinero y estrategia al tema de la seguridad.

En otros asuntos, amigos de los caminos del sur, hijos de mi “vámonos para Guerrero porque le falta un lucero” les comparto que San Luis Potosí no asistirá al tianguis turístico de Acapulco y será el único estado de todo el país que estará ausente.

El costo-beneficio, de acuerdo a lo que pude platicar con la titular de turismo, Paty Veliz, hizo inviable la participación potosina y en este momento, me dijo, se tienen otras prioridades.

Ni modo, no habrá venta de destinos ni acuerdos con operadoras para SLP en esta ocasión. Los casi 2 millones de pesos que hubiera costado el piso y montaje del stand allá cerca de las playas de Caleta y Caletilla, parecieron excesivos al presupuesto estatal y se usarán en otras causas turísticas de mayor beneficio para el estado.

Por cierto: ¿Cuánto costaría el evento “Mexicana Universal” operado por la Secretaría de Cultura y cuántos beneficios atraería a la entidad? Nada más es una duda.

En fin, no todo son malas noticias, para el próximo 24 de mayo se tienen altas expectativas para que SLP sea premiado en varias categorías en el certamen “México Desconocido”, ojalá nos vaya bien porque en materia de turismo nos hace falta un lucero, y ese lucero eres tú.

Ya para rematar el tema, el ayuntamiento capitalino si acudirá al tianguis acapulqueño, ya tienen todo listo e igual y hasta un llaverito les traen de recuerdo a los de la secretaría estatal.

Por cierto los que hicieron ayer muy buenos acuerdos y recuerdos fueron los New Orange, los MC locales que estuvieron de manteles largos y recibieron a figuras nacionales como al muy joven encargado de la estrategia política nacional de ese partido y al titular nacional de las juventudes naranjas.

Tuvieron una jornada productiva, en la mañana hicieron reta de futbol con los jóvenes, al medio día tuvieron un “conversatorio” y por la tarde en el Teatro de la Paz entregaron un par de reconocimientos a dos profesionales de la salud que se distinguieron por su destacada labor en el combate al Covid.

Esperen… ¿En el Teatro de la Paz? Pues sí, efectivamente.

A la dupla Antonio de Rabinal Gamboa y Liz Torres, secretario de cultura de facto y secretaria de cultura de hecho, respectivamente, se les hizo de lo más generoso y políticamente correcto prestar el recinto de Villerías para un evento de un partido político.

Bendita ignorancia o maldito dolo, cualquiera de las dos reprobable.

¿No sabrán que prestar un recinto público a un partido político es un desvío de recursos?

¿Qué sigue? Seguramente la próxima asamblea de Conciencia Popular será en el Museo Francisco Cossio.

La próxima convención del PRI pues puede ser en el Teatro de la Ciudad.

Cuando el PAN así lo quiera, pues puede llevar a cabo su reunión de Consejo Político en la Cineteca o en Bellas Artes.

Al partido de Tecmoloco, pues seguro le prestan el Museo de la Máscara

Total, a la Secretaría de Cultura le importa un comino la legalidad.

Mañana seguramente sacarán de la manga un recibo y dirán que fue rentado pero créame, no fue así y aunque lo fuera… ¿Con qué criterios se están rentando los museos y espacios culturales? ¿Con qué tarifas? ¿Con qué tabulador?

Les digo que ni el peor ebrio de la peor cantina de la peor colonia, tomaría decisiones tan embriagadas de ignorancia como las que toman la dupla Rabi-Liz.

Así como van, esos no llegan al informe.

Hasta la próxima hijos de mi alma musical y disfruten su viernes.

Atentamente,

Jorge Saldaña.

También lee: Antonio de Rabinal Gamboa, el ebrio Secretario de Cultura de San Luis | Apuntes de Jorge Saldaña

#4 Tiempos

“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer

Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.

Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.

Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.

Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.

A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.

No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.

Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.

Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.

Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.

En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.

En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.

La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.

Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.

Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).

Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.

El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.

Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.

Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.

México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.

Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”

Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.

Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.

Hasta la próxima. Jorge Saldaña.

También lee: La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.

La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.

Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus

, sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.

Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas

. En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.

Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.

Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.

Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.

Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:

https://www.researchgate.net/publication/391327380_Manuscritos_y_libros_Novohispanos_y_Mexicanos_de_Fisica_y_Filosofia_Natural

También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

“Al atardecer de ese mismo día, Jesús les dijo: ‘Crucemos a la otra orilla’. 
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. 
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. 
Lo despertaron y le dijeron: ‘¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?’. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. 
Después les dijo: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’.
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ‘¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” (Marcos 4, 35-41).

Todavía hoy, cuando pareciera que hemos alcanzado el dominio total de la naturaleza, viajar por mar –no digo sobrevolándolo en un avión, sino cruzándolo en un barco- es una experiencia sobrecogedora. ¡Qué indefensa viaja nuestra embarcación por los caminos del océanoi¡! Y si durante la noche se desata una tormenta, tanto peor: aun el barco más grande no parece sino una cáscara de nuez. En 1912, los tripulantes del trasatlántico más lujoso y sofisticado del planeta creyeron que el mar, gracias al ingenio humano, estaba ya domesticado; sin embargo, no fue así, y debieron pronto de rendirse a la evidencia: el Titanic se hundía, y ellos con él y en él…

El mar era y sigue siendo el símbolo de lo indomesticable, de lo ingobernable, de lo terrible. Para los antiguos, el mar estaba poblado de monstruos horribles cuyo solo nombre helaba la sangre. Nosotros sabemos, más o menos, lo que son las olas, pero para los antiguos éstas eran el efecto del movimiento de las criaturas marinas. Ahora bien, si tal era el pensamiento de los antiguos, ¿qué de raro tiene que, ante el huracán, los discípulos se pusiesen a gritar, poseídos del pánico más espontáneo y sincero?

El mar es siempre terrible, sí, pero Dios es más grande que el mar. Únicamente Él puede calmarlo porque es el Señor de los elementos del mundo: “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando le puse un límite con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’ ”? (Job 38, 8-11).

Al crearlo, Dios puso al hombre un límite: “Podrás comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, pues, si lo haces, perecerás sin remedio” (Génesis 2, 16-17); y, al crear el mar, también le impuso un límite: “¡Hasta aquí llegarás! ¡De aquí no podrás pasar!”. Por eso, cuando Jesús calme la tormenta y las aguas se aquieten al puro mando de su voz, los discípulos se preguntarán unos a otros, maravillados: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.

Ahora bien, si sólo Dios puede apaciguar el mar, entonces… Entonces los discípulos, por así decirlo, empezaron a sacar conclusiones…

Un día, al atardecer… Así comienza el relato. Conviene tener presente, pues, que es ya de tarde, y que la oscuridad añadirá un punto de dramatismo a la escena que seguirá, ya dramática de por sí. Según éste, no es sólo que la barca fuese zarandeada por la tempestad: es que el agua se estaba metiendo ya por todas partes.

¿Y Jesús qué hace, mientras tanto? No hace nada. Él, a lo que parece, no se daba cuenta de lo que pasaba, pues “estaba dormido sobre un almohadón”. Los discípulos lo despertaron, y hay en su ruego una pizca de ironía, como si le dijeran: “Oye, Señor, esto va a pique. ¿Podrías hacernos el grandísimo favor de despertarte?”.

“Jesús se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Oligópistoi: así lo llama; con esta palabra griega los reconviene. Hombres asustadizos, apocados, temblorosos: gelatinas vivientes. Oligópistoi: hombres sin fe.

Los Padres de la Iglesia, hombres muy sagaces en la interpretación de la Escritura, vieron en esta tormenta una imagen de las agitaciones del corazón humano y compusieron bellísimos sermones en torno a este asunto. En una de sus Meditaciones (n. 37) dice así, por ejemplo, San Agustín (354-430):

¡Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descaso. Tú has increpado al viento y al mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte a ti, mi único bien… Oh Dios mío, que mi alma, libre de pensamientos tumultuosos, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: ‘Ahora puedo dormir y descansar en paz’… Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dos mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, en ti y sea abrasada con tu fuego”.

Ya se trate, pues, de agitaciones interiores, ya de percances exteriores, lo importante es esto: que Jesús y nosotros viajamos en la misma barca, y que aunque nos esté permitido algunas veces gritar, no nos lo está, por ningún motivo, desesperar. Aunque parezca que duerme, Dios vela por los suyos; en consecuencia –como ha dicho alguien-, cuando uno está “embarcado” con Jesús no hay nada que temer.

Jesús permanece cerca de los suyos y éstos pueden contar con su ayuda cercana a pesar de todas las apariencias en contra… Así pues, el peligro para los creyentes está en olvidarse de que están en camino y que Jesús les acompaña en el trayecto” (Joseph Imbach).

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