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Escándalo ambiental con Draexlmaier en SLP tomó por sorpresa a la Segam
Segam admite que Draexlmaier sí es responsable por el destino final de sus desechos y ya se realizan indagatorias sobre los tiraderos clandestinos descubiertos por La Orquesta
Por José Luis Vázquez
Este lunes, La Orquesta dio a conocer que la empresa alemana Draexlmaier deposita solamente el 3.33% de sus desechos industriales en tiraderos autorizados, mientras que el 96.6% restante termina en tiraderos clandestinos, uno ubicado en Milpillas y otro en Rancho Nuevo. Esto representa un serio riesgo ambiental y sanitario para San Luis Potosí, además de que deja patente la negligencia que las autoridades reguladoras tienen al respecto.
Hasta el momento el gobierno no ha emitido un posicionamiento oficial, sin embargo, Yvett Salazar Torres, la titular de la Secretaría de Gestión Ambiental del Gobierno del Estado de San Luis Potosí (Segam), dio a conocer su postura sobre el tema, asegurando que Draexlmaier sí es responsable por tiraderos clandestinos asociados a sus desechos.
En primera instancia, Yvett Salazar apuntó que la investigación realizada por este medio tomó por sorpresa a la secretaría, en donde no estaban enterados de que ese tipo de prácticas irregulares estuvieran vinculadas a Draexlmaier. También resaltó que la corporación ya se acercó a la Segam luego del escándalo.
“De hecho no teníamos conocimiento de que [el scrap] fuera a dar a este sitio. El día de ayer, te comento, hicimos una visita al lugar. En esta visita se identificó que efectivamente este sitio de disposición final no tiene los permisos. El día de ayer, la empresa, también preocupada por la situación, se acercó. Ellos van a iniciar una investigación en cuanto a ver el tipo de residuos que tienen ahí, porque obviamente, por temporadas de producción, se conoce el tipo de residuos y pueden saber la fecha aproximada de cuándo hubo esa inadecuada disposición”, señaló la titular de la dependencia.
Salazar Torres también apuntó que hay tres empresas que podrían ser las responsables de lo ocurrido, en torno a ellas comenzarán las indagatorias.
“Nosotros también empezaremos la investigación correspondiente porque aquí hay tres empresas que pudieran ser las posibles responsables, que fueron las que tuvieron en algún momento contrato con esta empresa Draexlmaier”, dijo la funcionaria. “Entonces les vamos a hacer una revisión de un año atrás, de ver cuáles van a ser las tres empresas que ha contratado y sobre eso derivar los procedimientos correspondientes. Porque no se le puede echar la culpa a la última, sino hay que averiguar de fondo desde cuándo están estos residuos en ese lugar y procederemos a checar varias situaciones: una, el quitarles el permiso que se otorgó por parte de la secretaría, iniciarles el procedimiento administrativo correspondiente para generar la multa o bien, meter una denuncia penal en caso de que se encuentre un daño ambiental”.
No obstante, pese a que por ahora las revisiones se enfocarán en las empresas que fueron contratadas para realizar la disposición final de los desechos industriales, Yvett Salazar apuntó a que Draexlmaier también es responsable de lo que ocurre con esta parte final de su cadena de producción.
“[A las empresas] se les pide que presenten un plan de manejo. Estos planes de manejo lo que proponen, o lo que la secretaría sugiere, es que las empresas puedan disminuir la cantidad de residuos que van a dar a los tiraderos o a los sitios de disposición final. Es decir, de toda la producción y los sobrantes que tienen las empresas no se busca que lleguen a un confinamiento, lo cual sería generar más basura. Más bien se busca que ellos encuentren estos enlaces que puedan hacer a su vez de recicladores y que lo puedan comercializar. Incluso se han acercado varios de los promoventes que tenemos, que se dedican a esta actividad y ellos mismos nos comentan y nos comparten documentalmente que hay empresas de otros estados que les compran esos sobrantes. Por ejemplo, las telas de vinil se las llevan mucho a León para hacer zapatos; es decir, se busca la manera de reutilizar eso que para unos ya no sirve, para otros sí. Efectivamente en esta situación también tendremos que dar vista al municipio para corroborar si tiene su licencia de funcionamiento, si tienen su permiso también de comercio. También checaremos si tienen su permiso con Protección Civil, esto porque, desafortunadamente, la inadecuada disposición puede generar que haya algún incendio en estos lugares, o algún descuido mayor que genere impacto al ambiente. Entonces son algunas de las acciones que te comparto que vamos a hacer. Esta semana también iniciamos el procedimiento, la visita de inspección a la empresa Draexlmaier, lo cual derivará en un procedimiento administrativo. Vamos a pedir la documentación donde acredite la entrega de los residuos, los manifiestos, para llevar todo el seguimiento y toda la cadena del tema”.
La Orquesta. ¿La empresa entonces se deslinda de esta situación? ¿Podríamos decir que el responsable es la empresa que se encarga de estos desechos?
Yvett Salazar: Aquí hay que considerar algo, de hecho hasta como ciudadanos, somos responsables de la generación de nuestros residuos hasta que llegan a la disposición final. Entonces ellos evidentemente no se pueden zafar de la responsabilidad, porque todas las empresas tienen incluso esta parte ambiental, que se verían muy mal queriéndose deslindar de esta situación. Te digo, se va a proceder legalmente hasta donde llegue, tanto con la empresa, con los tres supuestos transportistas que estuvieron prestando el servicio y obviamente con el sitio de disposición final.
¿Qué sanciones podrían venir?
Como te decía, desde poderles retirar el permiso, hacer una suspensión, en este caso va a proceder la suspensión inmediata del lugar, en caso de que no tengan permisos, la clausura. En el caso de los transportistas, retirar los permisos que se les otorgaron como transportistas, como servicio de recolección y de transporte de residuos por la inadecuada disposición, y bueno, con la empresa también puede surgir una multa, este procedimiento que te digo que puede caer para cobro o para alguna autoridad si proceda como algún delito ambiental.
Se tiene que hacer una revisión, esto va derivando del procedimiento administrativo, toda vez que legalmente estamos obligados a ver cuál es la capacidad financiera de las empresas para sobre eso imponer las multas. Ya nos ha ocurrido en otras ocasiones que aunque ellos acreditan tener cierta liquidez financiera pues se amparan y sucede un trámite legal muy complejo, que la verdad es que preferimos mejor revisarlos bien, checar toda su base financiera y sobre eso poder sacar los resolutivos de sanciones.
***
Debido a los procesos internos, por ahora Segam no puede mencionar cuáles son las tres empresas transportistas contratadas por Draexlmaier en los últimos meses para realizar la disposición final de los desechos industriales. Sin embargo entre ellas estaría aquella (o aquellas) que incurrieron en los procesos irregulares. En cualquier caso, por motivos de transparencia, pronto la información podría darse a conocer, sobre todo una vez que las inspecciones hayan concluído.
¿Qué hay de la situación del mercado negro y de la venta de estos desechos a ladrilleros que los queman y producen contaminación?
Respecto a los ladrilleros estamos en visitas muy constantes con el municipio. Estamos haciendo diversos operativos en los que, primeramente, para no violentar los derechos humanos, quisimos tener este acompañamiento por parte de ellos para que no violentar a ninguna de las partes. Ni a los habitantes de la zona ni a estas personas que tienen su actividad de más de 35 años y que desgraciadamente el crecimiento urbano mal planeado ha llegado a autorizar fraccionamientos, casas habitacionales, cerca de industrias que evidentemente generan un conflicto social. Entonces en esta primera etapa lo que estamos haciendo es retirar los residuos sólidos urbanos y de manejo especial, como autoridad nos está ayudando a identificar qué empresas creen que están teniendo una disposición final adecuada y que no lo están haciendo de esta manera. Tenemos también ahí un par de empresas que les está sucediendo lo mismo, no la totalidad de sus residuos, pero esto los mete a ellos en un problema porque no tienen proveedores o tienen clientes muy firmes o precisos en todo este cumplimiento ambiental y que les puede generar un perjuicio económico al perder estos clientes. Entonces esta cadena nos permite hacer este cierre, identificar de dónde proviene, pero lo que más hemos encontrado son residuos domésticos y también llantas.
También hicimos solicitudes de información a otros estados preguntando sobre sus desechos industriales en los que nos contestaban que ellos no tenían constancia de que acabaran en sus áreas de jurisdicción, ¿esos desechos vienen a caer a San Luis?
No forzosamente. La mayoría de las empresas busca que el 90 por ciento de sus residuos los puedan incluir en todos procesos. El tener un desperdicio para las empresas es tirar dinero a la basura. Lo que busca es que tengan estas cadenas de comercialización para que ellos pierdan lo menos. Se busca que depositan lo menos. Residuos de los sanitarios, residuos de los que sean peligrosos, bueno, tendrán que ir con una empresa que tenga el destino final adecuado con sus trámites de Semarnat, con el seguimiento de Profepa y en el caso de los de manejo especial, la mayoría que son cartones, que son plásticos, se busca que se puedan comercializar para darle una segunda vida a estos residuos.
¿La Segam no fue omisa en esta situación?
Ustedes pidieron información y se les proporcionaron datos muy precisos pero ustedes no conocían todo el proceso, el que las empresas se suman para llevar el tema del reciclaje. Nosotros damos seguimiento a la empresa, porque ellos nos presentan de manera semestral sus reportes como generadores de residuos, los transportistas nos presentan los manifiestos y aquí lo que sucedió es que, en algún momento, algún transportista no reportó lo que tenía que reportar. Eso es lo que te digo, que de estas tres transportistas es lo que tenemos que ubicar. Cuál de estos tres engañó a la autoridad al presentar los reportes.
***
Contrario a lo dicho por Yvett Salazar Torres, la secretaria de Ecología de gobierno del estado, es imposible que las empresas apliquen un plan de reciclaje al scrap de piezas automotrices. Como estipula la NOM-161 de Semarnat, de todos los residuos de fabricantes de vehículos automotores solo pueden utilizarse en planes de manejo los vehículos al final de su vida útil, es decir, solo el automóvil completo y no las piezas que lo conforman.
+ENTONADO
CON LA COLA ENTRE LAS PATAS
Fuentes de alto nivel al interior del gobierno, que prefieren mantenerse en el anonimato, han revelado a La Orquesta que en Draexlmaier andan muy preocupados con todo el asunto que rodea a la disposición final de su scrap: “Están con la cola entre las patas”, dijeron. El escándalo de las irregularidades no solo les pega a ellos, también a las compañías de alcance internacional que depositaron la confianza en ellos como BMW, Tesla y Mercedes-Benz, que los podrían apretar a la brevedad.
También lea: En SLP ya inspeccionan a Draexlmaier; hallaron otro tiradero clandestino
Ayuntamiento de SLP
Demanada contra el Ayuntamiento asciende a 300 mdp por caso RICH
Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato sancionando al responsable del evento e inhabilitó a los organizadores
Por: Redacción
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.
Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.
En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)
La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.
Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.
Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:
“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”
(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).
Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.
Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.
Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…
Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.
Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.
No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.
Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.
Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.
Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.
Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.
Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.
Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.
Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.
Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.
Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.
Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.
Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.
A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.
Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.
Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.
El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:
—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.
Flor del Campo. Claro.
No era un nombre. Era una respuesta.
Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.
Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.
Jorge Saldaña.
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#Crónica | Tres cobertores y una promesa: relato de un camino guadalupano
Francisco avanzó de rodillas con ayuda de cobertores rumbo al Santuario, mientras cientos de historias pasaban a su lado
Por: Ana G Silva
A las 9:17 de la noche, la Calzada de Guadalupe respira una solemnidad que solo se siente en diciembre. El día 12 todavía no llega, pero desde horas antes la fe ya comienza a mover cuerpos, a sostener promesas, a encender velas que iluminan el camino como pequeñas estrellas terrenales.
Frente al reloj junto al Mercado Tangamanga, Francisco se coloca sobre sus rodillas. No hay ceremonia, no hay discursos; solo el silencio íntimo de dos hombres —él y su primo, Alex— que saben que el camino será duro, pero necesario. A unos pasos, su familia organiza los tres cobertores envueltos con cinta, improvisación que la experiencia ha enseñado para que el pavimento, frío y áspero, no hiera más de lo inevitable.
Inician.
Las luces del reloj en este emblemático corredor peatonal quedan atrás; la Caja del Agua se acerca. Los cobertores se colocan, se levantan, vuelven a colocarse. Dos familiares avanzan unos pasos, extienden el siguiente tramo de tela para que Francisco y Alex puedan seguir. Se turnan sin decir palabra.
La Calzada esta noche no es un tránsito: es una procesión viva. Y aunque hay momentos en que otras personas rebasan a Francisco, también hay instantes en que él y su primo pasan frente a peregrinos que han pausado a recobrar fuerzas. Pero nadie compite. Aquí, cada quien camina —o avanza de rodillas— al paso de su promesa.
A los lados, un río de historias avanza en silencio y oración.
Hay quienes caminan sosteniendo un rosario, murmurando avemarías que se pierden entre las luces navideñas. Muchos peregrinan de rodillas: algunos con rodilleras; otros sin nada que amortigüe el dolor; algunos acompañados solo por una persona que les ofrece agua o un hombro; y otros rodeados por familias enteras que avanzan como escudos humanos para protegerlos del tumulto.
Entre los miles de cuerpos alineados hacia el Santuario, aparece un hombre que llama la atención: camina de rodillas con la espalda descubierta, y en ella luce un gran tatuaje de la Virgen que brilla con el sudor y el reflejo de las luces. A su lado, un amigo lo acompaña de cerca, moviendo un cobertor, ayudándolo a incorporarse cada ciertos metros, dándole palabras de aliento mientras ambos escuchan, desde un aparato portátil, canciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe. Sus rostros muestran cansancio y devoción en partes iguales.
En distintos puntos se encuentran elementos de Protección Civil, la Cruz Roja, voluntariado de la iglesia, Policía Municipal y Guardia Civil Estatal. Se detienen junto a quienes necesitan descansar; cargan botellas de agua; preguntan por mareos y dolores; algunos alumbran el camino con linternas mientras otros ofrecen palabras de calma. Son pr esencia discreta pero esencial, un recordatorio de que la fe es un acto personal, pero el camino siempre es acompañado.
Y aunque a esa hora el flujo de peregrinos es constante, conforme la noche avanza hacia las 12:00 de la madrugada, la Calzada comienza a llenarse aún más. Cada vez llegan más personas —familias completas, parejas, jóvenes, adultos mayores— todos atraídos por la misma intención: ir al encuentro de la Virgen.
En el trayecto, Francisco sigue avanzando, lento pero firme. Sus familiares continúan el ritual de los cobertores: uno se coloca bajo sus rodillas, otro se prepara metros adelante, un tercero queda listo para el siguiente turno. El tiempo se convierte en una mezcla extraña: a ratos parece detenerse en el peso del dolor y la concentración; a ratos parece correr, empujado por la multitud que pasa, que susurra, que reza.
En ese mar de historias, ocurre una escena que queda grabada:
Una mujer, también de rodillas, comienza a llorar del dolor. Faltan apenas unos 250 metros para llegar al Santuario. Sus familiares intentan darle ánimo, pero sus piernas ya no responden. Paramédicos de la Cruz Roja se acercan de inmediato; revisan su respiración, valoran si puede continuar. Desde la distancia, Francisco alcanza a ver el movimiento, los gestos de preocupación. Por respeto, no se sabe si la mujer pudo seguir o no. Pero la imagen queda como un recordatorio del límite humano… y de la inmensidad de la fe que empuja incluso cuando el cuerpo falla.
Finalmente, después de una hora y cuarenta minutos, Francisco y su primo llegan al Santuario.
Ahí, la imagen cambia por completo: frente al templo no hay silencio, sino un océano de personas que ya aguardan su turno para entrar, para agradecer, para ofrecer un ramo, una veladora, una intención. Algunos llegan caminando, otros llorando, otros con las rodillas marcadas por el trayecto. Pero todos llegan.
Porque aunque cada uno trae su propia historia —un milagro pedido, una promesa, un agradecimiento, un duelo, un deseo de consuelo—, lo que los une es ese movimiento colectivo, esa peregrinación que no se mide en kilómetros, sino en fe.
Y así, en la víspera del 12 de diciembre, la Calzada de Guadalupe vuelve a demostrar que el camino a la Virgen nunca se recorre solo. Se avanza con la familia, con desconocidos que ayudan, con cuerpos cansados que dan ejemplo, con autoridades y voluntarios que cuidan, con música que consuela… y con la certeza de que al final, la fe siempre encuentra su destino.
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