diciembre 22, 2024

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#4 Tiempos

Es todo y es nada | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO 

 

“Todos tenemos un doble que vive en las antípodas. Pero encontrarlo es muy difícil porque los dobles tienden siempre a efectuar el movimiento contrario”

—Julio Ramón Ribeyro, Doblaje

 

La noche del pasado miércoles 15 de septiembre vi por la televisión la ceremonia de celebración del aniversario de la Independencia de México. Este fue un día del grito particular: la “llama de la esperanza” sustituyó a los miles de patriotas que se congregan para gritar su respectiva cuota anual de vivas. El poderoso símbolo de tener un zócalo vacío —por las razones que ya todos conocemos— me hizo pensar en todas las trágicas muertes que ha ocasionado la pandemia, todos los asesinatos de inocentes que son atribuidos al crimen organizado, todos los feminicidios, los desaparecidos, la crisis económica que se avecina como avalancha. En fin, la lista es larga.

Este breve momento de reflexión me llevó a preguntarme sobre el significado de la celebración en cuestión: ¿Vale la pena seguir celebrando cuando, aparentemente, no hay nada por qué celebrar? ¿Celebramos una historia que cientos de políticos han manipulado para reafirmar la narrativa patriótica? ¿Qué significa la patria en estos tiempos?

No pretendo presentarme como el portador de la definición absoluta, ni del diagnóstico preciso que responderá a ninguna de las preguntas antes mencionadas. De lo que sí pretendo ocuparme en estas líneas es de invitarles a tratar de responderlas conmigo.

Comencemos por el final. Etimológicamente, la palabra “patria” proviene del latín pater o patris, que significa padre o antepasado. En el griego antiguo existía también la palabra patriá, que significaba ancestro, familia o tribu. La palabra patria tiene género femenino —es la patria—, aunque, en contraste, su origen está en el padre, o sea, en lo masculino. Una explicación a esta aparente contradicción en el origen y el uso podría remontarse a la Francia revolucionaria de finales del siglo XVIII, cuando personificaron en una mujer los valores del nuevo cambio de régimen: Liberté, Égalité, Fraternité —en español; libertad, igualdad, fraternidad—. Esta mujer de nombre Marianne, que viste unas túnicas blancas, azules y rojas, representa también a una madre protectora, que cuida y alimenta a los hijos de la república: la madre patria.

Para los españoles, el concepto de patria tuvo un papel protagónico en la conformación del Estado, rigiéndose bajo el lema de “el dulce amor a la patria será la seña con que se deberá reconocer a todo buen español”. En Alemania, la patria está asociada con un sentimiento de unidad; a la formación de un “nosotros” y no de un sentimiento individualizado.

En nuestros días, la palabra patria tiene un significado diverso. Los diccionarios dicen que la patria es la tierra natal o adoptiva a la que el ser humano se siente ligado por vínculos jurídicos, históricos y afectivos; en términos más sencillos se le define también como el lugar o el país en donde uno ha nacido. Realmente lo que digan los diccionarios es solo una guía, pues definiciones de patria existen tantas como existen personas; cada quien la vive, la siente y la entiende de manera distinta.

Prueba de ello, por ejemplo, fueron los realistas e independentistas que se enfrentaron en la Guerra de Independencia. Estos últimos, según nos dicen, comandados en un principio por el cura Hidalgo. Por una parte, los realistas consideraban que patria era todo el imperio español; los independentistas solo identificaban como su patria al territorio novohispano.

Desde el momento en que fue extraída del latín y del griego para ser adaptada al vocabulario moderno, la palabra patria ha tenido un sentido político. Es decir, ha sido utilizada para que las personas vean en su territorio nacional y en sus connacionales una extensión del amor que tienen por su hogar, su madre y sus hermanos.

En un intento por cubrir todos los flancos, la patria está también insertada en el artículo 3ro constitucional, que ordena que a través de la educación se fomente el amor a la patria. Con absoluta solemnidad, todos los lunes en las primarias y secundarias del país se les rinden honores a los símbolos patrios: se hace un juramento a la bandera, se canta el himno nacional y observan todos, estoicos, el número casi artístico de la escolta y la banda de guerra. Muy pocos mexicanos podrán decir que no sienten un amor de raíces largas a su territorio, a su bandera y a sus costumbres llenas del distintivo folclor nacional.

Para todos los que no sientan ese amor, y que además se atrevan a materializarlo, la ley se sigue encargando de ello. El Código Penal Federal asigna un capítulo a los delitos de Traición a la Patria, en donde están previstos los delitos para aquellas personas que, a grandes rasgos, originen o participen en una guerra en contra de México. Aunado a esto, para todos aquellos que no precisamente quieran iniciar un conflicto bélico, sino que externen su odio hacia los símbolos patrios, está también tipificado el delito de ultraje a estos mismos. Si usted decide ultrajar el escudo de la República o el pabellón nacional —lo que sea que eso signifique—, le podría tocar una pena que va de los seis meses a los cuatro años en prisión; o si tiene mejor suerte, una multa que va de los 50 a los 3,000 pesos. Considere que el Código fue promulgado en 1931 y estos artículos no han sido reformados, por lo que, por las devaluaciones y los legisladores omisos, hoy en día nos sale mas o menos barato cometer alguno de estos delitos.

En suma, les podría decir que la patria es todo y es nada. Tenemos un concepto de patria que proviene de un objetivo político para generar un sentimiento de unidad y de pertenencia. Cada uno de los mexicanos podrá darle el significado que guste y mande, plasmando en su definición sus experiencias y percepciones de cómo anda el país. Claro, también tendremos que adecuarnos al marco legal correspondiente para estar exento de todo delito.

En cuanto a las celebraciones que se hacen cuando no hay nada que celebrar, me resulta extremadamente difícil pensar en un buen parámetro; el cuerpo no aguanta tantos días consecutivos de lamento y en algún momento hay que dar un paso atrás y celebrar algo, lo que sea. Me hace pensar en el antiguo mito de los viejos terraplanistas, que decían que en el lado de abajo de la tierra plana existían nuestras antípodas: dobles de cada uno de nosotros que hacen maldades; lo opuesto a los que viven en el lado de arriba. Pensé en el hipotético mundo de nuestras antípodas y qué es lo que celebran allá. Posiblemente allá no les contaron el cuento de los niños héroes. Posiblemente allá fue José Alfredo Jiménez quien escribió los Sentimientos de la Nación y no Morelos. Quizás allá se les rinden honores a los chiles en nogada y no a la bandera. No pienso meterme en la discusión de si los chiles van capeados o sin capear, ese es un conflicto que no me corresponde, pero en esas hipotéticas antípodas sí parece haber más razones para salir a festejar cada 15 de septiembre.

 

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#4 Tiempos

De éxitos y fracasos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

La Copa Intercontinental, también conocida anteriormente como el Mundial de Clubes, es uno de los torneos más prestigiosos del fútbol mundial. Desde su creación en 1960, el torneo ha reunido a los mejores equipos de Europa y Sudamérica para disputar el título de campeón del mundo, mismo que desde hace algunos años ha tenido esa representatividad, ya que se toma en cuenta a todas las confederaciones del globo.

En cuanto a la participación mexicana en este torneo, es importante destacar que los equipos del país han tenido un papel importante en la historia del Mundial de Clubes. Aunque no han logrado conquistar el título, han demostrado ser unos de los equipos más competitivos y respetados del torneo, así como uno de los países con más participaciones en la justa.

En total, son 54 clubes los que alguna vez han jugado este torneo, equipos que provienen de 24 países distintos, siendo Brasil el que más clubes ha enviado a representar, con 11 equipos, seguido de México con 7 y Argentina con 6.

Uno de los momentos más destacados de la participación mexicana en el Mundial de Clubes fue la actuación del Club Necaxa en la edición de 2000. El equipo mexicano logró avanzar hasta la semifinal del torneo, donde se enfrentó al Vasco da Gama. Aunque finalmente perdieron el partido por 2-1, la actuación del Necaxa fue considerada como una de las mejores de un equipo mexicano

en la historia del torneo.

Otro equipo con una notable participación es Tigres, que en el Mundial de Clubes del año 2021, se convirtió en el primer equipo mexicano en llegar a la final del torneo, donde se enfrentó al Bayern de Múnich. Aunque Tigres perdió la final por 1-0, su participación en el Mundial de Clubes fue considerada un éxito, ya que demostró la capacidad del equipo para competir a nivel internacional. Además, Tigres logró vencer a Palmeiras en las semifinales.

Ahora, el Pachuca participó en la edición actual del Mundial de Clubes. Lo que llamó la atención fue que el Pachuca jugó con un equipo muy joven, con varios jugadores que apenas tienen 20 años de edad. A pesar de la juventud del equipo, el Pachuca demostró ser un rival complejo, y su actuación fue destacada.

La participación mexicana en el Mundial de Clubes ha sido destacada a lo largo de la historia. Aunque no han logrado conquistar el título, los equipos mexicanos han demostrado ser unos de los más competitivos y respetados del torneo. La actuación del Pachuca en la edición actual es un ejemplo de que los equipos mexicanos pueden competir a nivel mundial, incluso con equipos jóvenes y sin mucha experiencia.

Es una lástima que el nivel de los clubes no se refleje a nivel selección, que los talentos se pierdan en el negocio de una liga que ha demostrado poder competir en cualquier nivel ante cualquier rival. Ojalá las cosas retomen el rumbo y la selección pueda ir creciendo de la mano de los clubes, en beneficio del fútbol nacional.

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Corrido: En el IMSS un cochinero | Columna de Ana G Silva

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Corredor Humanitario

 

La tarde del jueves 19 de diciembre se montó una manifestación por el despido de Simón Almanza, un ortopedista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis Potosí. Mencionó que esta fue porque “alzó la voz” al ser uno de los pocos médicos que denunció la falta de insumos.

Ante medios de comunicación, declaró que el motivo de su despido fue “por pedirle a los pacientes que consiguieran su material, para resolverlo a la brevedad posible”.

Lo que no menciona es que él mismo cobraba por realizar cirugías de ortopedia infantil, además de que pedía a los padres comprar insumos en su negocio.

Esta información llegó por parte de TRES fuentes dentro del IMSS, quienes le detallaron a esta periodista que el doctor Simón tiene cuatro denuncias hechas por derechohabientes por cobrar las cirugías de ortopedia infantil.

Se preguntarán… ¿Cómo nadie lo notó? La verdad es que sí, todos sabían.

Las corruptelas del IMSS se conocen entre sus trabajadores y pocas veces realmente se dan a conocer. La verdadera razón por la que Simón Almanza era intocable es porque era el protegido de la ex delegada María Guadalupe del Rosario Garrido Rojano, involucrada en varios desfalcos dentro del instituto de salud en la entidad.

Garrido Rojano fue jefa de enseñanza del IMSS dónde conoció a Simón como su alumno; lo trae a trabajar a la Delegación en San Luis Potosí como coordinador, donde empezó a consultar pacientes, a pesar de que su puesto lo impedía…

Sí era médico, pero coordinador al fin y al cabo. No podía involucrarse con pacientes, y aún así, el doctor de quirófano que tenían en ese tiempo firmaba como el que operaba, para que no quedara registro de que Simón era el que realizaba los procedimientos.

PD. Por ahí un pajarito me llegó a contar que en su paso por la Clínica 2 del IMSS realizó algunas operaciones que solo le competen a un neurocirujano.

Tan cercano era a Garrido Rojano, que incluso se encargó de operar a Juana Mejia, ex titular de la Jefatura de Servicios de Desarrollo de Personal de la Delegación y otra trabajadora muy cercana amiga de la ex delegada, quien incurrió en el abuso de su puesto y atribuciones para ingresar a cirugía

en mayo de 2023, pues nunca pasó por la lista de pacientes de ortopedia que esperaban su ingreso a una cirugía, y por un padecimiento que no sería considerado de urgencia, mismo que lleva a cualquier otro ciudadano a esperar meses para realizarse.

PD 2. El sujeto también es protegido por Raul Mario Beltran, jefe de Jurídicos que se le ha relacionado con casos de corrupción y acoso sexual, pero con todo y pruebas contundentes es inamoblible.

Aquí no se le cuestiona su calidad como médico, pues también he escuchado trabajos destacados… si no fuera por sus negocios corruptos.

Su manifestación parece indicar que se trata de un intento de derrocar a la delegada actual, Angélica Cristina Rodríguez Nester.

Y no. ¡No! Esta columna no es para respaldarla, pues también es alguien que tiene cola que le pisen.

La falta de insumos y medicinas no es ningún secreto. Mis fuentes dentro del IMSS afirmaron que sí hay desvío de recursos destinados a insumos médicos, para beneficio personal de la querida delegada, como la compra de autos nuevos. Nada que no se haya denunciado en años anteriores.

Rodríguez Nester también prioriza a sus allegados en puestos clave, dejando de lado a personal más capacitado.

Lo que me contaron es que la delegada hace enojar a los trabajadores por cosas “muy burdas”, ejemplo de ello es que no va a dejar salir a los operativos de vacaciones las próximas dos semanas, pero sí a sus amigos.

Por cierto, la delegada cree que nadie se dio cuenta que su secretaria está de vacaciones. Y el resto del personal, bien gracias.

Pero en fin, siempre es lo mismo, el IMSS sigue siendo el mismo cochinero de siempre.

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Aliens, Sexo y Drama; Bienvenidos a la cabaña más incómoda de México | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

La Región Salvaje es una mala película envuelta en un vestido de pretensión que da la impresión de que estás viendo algo de verdad bueno. Se plantea a sí misma como una profunda exploración de la importancia que tiene el placer para la humanidad a través de elementos de ciencia ficción, pero termina siendo una mininovela de TV Azteca aderezada con kinks de hentai de tentáculos en live action.

Esta es una película que camina por una delgada línea entre la fascinación y la frustración. Su premisa tiene el potencial de ofrecer una experiencia única. Sin embargo, el resultado final no está a la altura de sus ambiciones, dejándonos con una obra que parece más interesada en impresionar con su estilo que en profundizar en los temas que plantea.

Dando inicio al visionado y notando cómo uno de los puntos clave de la película es la aparición de un extraterrestre que es la encarnación misma del deseo, podría parecer que La Región Salvaje es algo así como la versión mexicana de Under the Skin mezclada con Shivers. Y, la neta, un poco sí. Sin embargo, a diferencia de aquellas películas, esta no tiene tan claro su enfoque. Aún cuando la dirección intenta capturar con precisión quirúrgica las dinámicas tan volátiles y complejas de género, sexualidad y violencia, no puede evitar caer en los clichés más anticuados de las novelas de las 9 de la noche.

Literalmente, a pesar de contar con la existencia de un alien cuya única función es tener sexo violento con quien se le ponga enfrente, la película insiste en enfocarse en las relaciones interpersonales de tres personas. Tenemos a Alejandra, su esposo Ángel, y su hermano Fabián, quienes ya están en medio de una vida caótica y llena de tensiones. Ninguno de ellos conoce al extraterrestre durante los primeros 30 minutos de la película. Lo importante es ver cómo Alejandra y Ángel tiene un matrimonio a medio morir que se mantiene unido solamente por la existencia de sus hijos, y darnos cuenta que tanto a Ángel como a Fabián les pareció una maravillosa idea el tener un amorío homosexual entre ellos a espaldas de Alejandra.

Y el extraterrestre, bien, gracias.

La película empieza a cuajar un poco cuando aparece Verónica en sus vidas. Su presencia no hace más que avivar las inseguridades, la culpa y la desesperación que todos ellos ya cargaban. Y cuando cada uno tiene su “encuentro cercano” con el extraño “compañero extraterrestre” de Verónica, que vive en una cabaña en el bosque, los problemas humanos parecen disiparse… aunque solo sea por un rato. Este alienígena no es cualquier monstruo, es casi la encarnación del deseo sexual más puro y primitivo: no tiene género, no tiene orientación, no tiene moral. Es una fuerza implacable que no discrimina ni razona, solo actúa.

Pero aquí viene el giro oscuro: el sexo no es el único instinto primitivo que la película pone sobre la mesa. Su hermano feo, la violencia, siempre está al acecho. Tanto los humanos como el alienígena tienen la capacidad de hacerse daño brutalmente, y en este constante tira y afloja entre deseo y agresión está el verdadero corazón de la película. Esa dicotomía entre los impulsos básicos del placer y la violencia, y la forma en que los personajes se relacionan con ellos, es lo que define esta historia.

Durante los apenas seis minutos en donde se hace referencia al extraterrestre, la película lo usa como un espejo: una herramienta que refleja las tensiones internas de los personajes y su lucha con el deseo, la represión y la autodestrucción. Es un símbolo que desnuda lo peor y lo más visceral de nuestra naturaleza. Logra incomodar, provocar y hacer preguntas importantes sobre lo que significa ser humano. Porque al final del día, no importa cuánto tratemos de escapar de nuestros impulsos básicos, siempre están ahí, acechándonos, esperando el momento para tomar el control. El alienígena funciona como una metáfora de los deseos humanos en su forma más básica, un ser que no distingue entre géneros ni orientaciones sexuales. Sin embargo, estos impulsos, en lugar de liberar a los personajes, los conducen a la autodestrucción. En ese sentido, la película parece decirnos que los deseos más profundos del ser humano siempre van acompañados de su contraparte más oscura: la violencia.

Por otro lado, los personajes humanos, aunque interpretados de forma competente por el elenco, son más planos que cualquiera de las hojas en donde se imprimió el guión. Asumo que la idea de la dirección era transmitir un aura enigmática o una sensación de desgaste emocional a través de ellos, pero a duras penas parecen ser personas que solamente saben sentir desinterés y aburrimiento

– mismo que transmiten a la perfección con la audiencia. Es casi imposible sentirse identificado con cualquiera de estos seres deleznables que, más que personajes, no llegan a ser más que herramientas narrativas. La película parece más interesada en utilizarlos para ilustrar su tesis que en darles agencia o un desarrollo significativo.

            Como buen producto mexicano audiovisual, La Región Salvaje no puede evitar caer en clichés y estereotipos que socavan su mensaje pero que, seguramente, creyeron eran muy interesantes y le daban otra capa de significado a la película. De entrada, la acción se sitúa en Guanajuato, donde CLARAMENTE estamos intentando hacer la dicotomía de ciudad católica panista persignada con los sucesos sexuales que acaecen a lo largo de la película. Pero en ningún momento se aprovecha eso. Solo se hace especial énfasis en mostrar que estamos en Guanajuato y… ya. La población general de la ciudad nunca se entera de nada, nadie hace mención a cómo toda choca con los valores clásicos de la religión, no hay situaciones de desventaja ante quienes se ven involucrados. Es decir, esto podría pasar en cualquier ciudad de México, real o ficticia, y nunca sería nada más que un fondo de pantalla.

            Y ni hablemos de los efectos especiales. En general, el CGI utilizado aquí, sobre todo para representar los cuatro minutos de extraterrestre que nos entrega la película, está bastante bien logrado. Pero hay una escena, una escena clave a la mitad, en donde se decidió que estaría padrísimo representar una orgía de animales en el bosque y… no. Solo no. La poca tensión que estaba sintiendo hasta ese momento murió en el momento en que irrumpí en una carcajada al ver esa escena. O sea, poner muñequitos de felpa motorizados a representar la escena se hubiera visto menos barato.

En última instancia, La Región Salvaje parece más interesada en la forma que en el fondo. A pesar de sus ambiciones, la película no logra profundizar en los temas que plantea, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. Al explorar los impulsos sexuales y la violencia, Amat Escalante intenta hacer una crítica de las relaciones humanas, pero el mensaje se diluye en una narrativa que no logra equilibrar sus elementos temáticos y estilísticos.

Más que una obra cohesionada, La Región Salvaje se siente como un experimento que plantea preguntas interesantes, pero no logra responderlas de manera satisfactoria. Su incapacidad para conectar emocionalmente con el espectador y para ofrecer una reflexión más clara sobre sus temas hace que se quede corta. Al final, lo que podría haber sido una exploración incisiva de la condición humana termina siendo una experiencia tan desconcertante como olvidable.

Y, claramente, nadie supo cómo concluir la película. Al final, cuando las cosas finalmente están escalando y parece que llegaremos a algún lugar, el guión dice “¿y si matamos a todos de una vez y vamos a créditos? ¿No estaría más padre? ¿No nos ahorraríamos tiempo y dinero?”

No.

No estuvo más padre.

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Opinión

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