#4 Tiempos
ENPOL 2021 y otras prioridades | Columna de Víctor Meade C.
SIGAMOS DERECHO.
En 2008, distintos artículos de la Constitución fueron reformados para iniciar la transición de nuestro sistema penal, en ese entonces inquisitivo, a uno acusatorio. El nuevo sistema entró en vigor en todo el país en 2016, para lo cual requirió de una serie de modificaciones sustanciales a distintas leyes y procedimientos para la investigación de los delitos, la manera en que se llevan a cabo los juicios, la ejecución de las penas de prisión y la reinserción social. De esa serie de reformas y modificaciones surgió la Ley Nacional de Ejecución Penal, que, entre otras cosas, prevé las condiciones que rigen a los centros penitenciarios y otorga al Juez de Ejecución de Penas la facultad de modificar la duración de las penas privativas de la libertad a personas internas en prisión, que antes solo podía realizar —y con bastante discrecionalidad— la autoridad penitenciaria.
Ciertamente, la Ley Nacional de Ejecución Penal ha dejado mucho que desear, pues aún existen pocos medios para que las personas privadas de la libertad remitan quejas por violaciones a sus derechos humanos; aún hay una amplia presencia de extorsión y sobornos dentro de las prisiones; hay hacinamiento, sobrepoblación y los procedimientos para acceder a los derechos que reconoce la ley —reducción de penas, tratamiento médico, traslados a otros centros penitenciarios, etc.— siguen siendo complejos y altamente burocratizados. No obstante, uno de los grandes aciertos de la Ley es su artículo 29, que ordena al INEGI la realización de una encuesta —Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad o ENPOL— que permita conocer las condiciones demográficas y socioeconómicas de las personas privadas de la libertad, así como la manera en que se dio su detención, procesamiento e internamiento.
La ENPOL tiene como antecedente directo la Primera Encuesta Realizada a Población Interna en Centros Federales de Readaptación Social realizada en 2012 por académicas del CIDE y que tuvo por objetivos los mismos que desde 2016 guían a la ENPOL. Con apenas 821 personas entrevistadas, la encuesta del CIDE pudo dar cuenta de las graves violaciones al debido proceso, de la política de fabricación de culpables y de las graves desigualdades que existen entre los delitos por los que se persiguen a las mujeres en comparación con los hombres, específicamente en el sexenio de Felipe Calderón. Dichos hallazgos han sido de gran utilidad, no solo para evidenciar las severas injusticias cometidas al momento de procesar a las personas acusadas de cometer algún delito, sino también para promover distintas reformas y mejoras a nuestro joven e imperfecto sistema penal acusatorio.
La primera edición de la ENPOL se realizó ese mismo 2016 y la segunda fue este año, cuyos resultados fueron recién publicados hace un par de semanas. Para ello, el INEGI visitó 203 centros penitenciarios federales y estatales entre junio y julio de este año, en donde encuestaron a más de 67 mil personas de 18 años o más, procesadas o sentenciadas por delitos del fuero común o federal. Si bien es cierto que algunos indicadores han mejorado, como el tiempo que tardan en poner a disposición de un juez a los detenidos o los casos de violencia en el Ministerio Público, los resultados siguen siendo muy alarmantes. Veamos.
Según los datos recabados por el INEGI, la población privada de la libertad en México es de 220 mil personas, de las cuales 12 mil son mujeres y 208 mil son hombres. El grueso de la población interna en prisión tiene entre 30 y 39 años y el delito más común por el que se sentencian a los hombres es el de homicidio doloso (casi el 25%), mientras que el más común en mujeres es secuestro o secuestro exprés (casi el 24%). En cuanto a su nivel de escolaridad, casi el 95% de la población privada de la libertad afirmó saber leer y escribir, al tiempo que el 70% de los hombres y el 62% de las mujeres cuentan solo con educación básica. Como antecedentes laborales, 1 de cada 4 personas privadas de la libertad reportó dedicarse al trabajo artesanal previo a su detención.
Sobre el momento en que se realiza la detención, la ENPOL demuestra que las detenciones en la calle y sin orden judicial son las más comunes con el 23% de los casos, mientras que solo el 9% señaló haber sido detenido en flagrancia. Después de la detención, la violencia se hace presente de distintas maneras: casi la mitad de las personas señalaron haber sido incomunicadas o aisladas (45%), muchos fueron amenazados con levantarles cargos falsos (39%), paseados durante horas en un automóvil (33%), desvestidos (28%) e incluso amenazados de muerte (26%).
Sumado a las agresiones psicológicas, casi la mitad de las personas privadas de la libertad reportaron haber sido víctimas de violencia física antes de llegar al Ministerio Público. Las patadas y los puñetazos son lo más común; le siguen la asfixia, las ataduras, golpes con objetos y ahogamientos. Además, el 15% de las mujeres que sufrieron agresiones físicas reportaron haber recibido agresiones sexuales. En San Luis Potosí, 1 de cada 2 personas detenidas sufre algún tipo de violencia física después de la detención y antes de llegar al MP; la gran mayoría de las detenciones en nuestro estado las realiza la Policía Ministerial. Invariablemente, estas cifras hacen eco con los miles de casos de fabricación de culpables que hay en México, en los que el Estado primero detiene a una persona y luego confecciona las pruebas en su contra.
Una vez en el Ministerio Público, las violaciones al debido proceso continúan siendo la regla: solo la mitad de las personas detenidas fueron evaluadas por un médico, no se suele contar con el apoyo de un traductor, no se explican a los acusados sus derechos ni tampoco se les permite realizar una llamada. Además, de las personas que rindieron su declaración ante el MP, casi el 40% fueron presionadas por las autoridades para dar otra versión de los hechos y solo el 23% contó con la presencia de su abogado, quienes en algunas ocasiones recomiendan a sus clientes declararse culpables. Sobra decir que la violencia física y psicológica continúa.
Finalmente, sumado a todas las irregularidades e ilegalidades procesales antes mencionadas, la mitad de las personas sentenciadas reciben penas de más de 15 años de prisión. Es cierto que cada vez más personas tienen la posibilidad de acceder a los servicios de un defensor privado, aunque en un gran número de casos la defensoría de oficio sigue siendo la única opción. Esto repercute directamente en las posibilidades de las personas acusadas, pues la mayoría de los defensores de oficio recomendaron declararse culpable y optar por un procedimiento abreviado (53%), menos de la mitad presentaron una apelación a la sentencia (47%) y muchos menos iniciaron un juicio de amparo (18%).
Aunque desoladores y atemorizantes, los datos que arroja la ENPOL son extremadamente útiles para conocer con mayor detalle las problemáticas específicas de cada una de las etapas del procedimiento penal. Ahora bien, esta valiosa información servirá de muy poco si solamente se mete al cajón y se le pone un candado de olvido. Es por ello que debemos dar luz a estos datos —a estas historias de vida— y exigir acciones concretas que permitan transformar nuestra apremiante realidad. Es urgente que instemos a nuestros representantes y autoridades a que se replantee el sistema penitenciario del país y que continuamente pongamos a examen los supuestos avances en materia de justicia que se pregonan en los informes de gobierno. El gran trabajo realizado por el INEGI, a cinco años de la entrada en vigor en todo el país del nuevo sistema penal, nos confirma la necesidad de detenernos y reestructurar un modelo de justicia que sin duda ha traído muchos beneficios en comparación con el anterior, pero que ciertamente no ha estado a la altura de nuestras circunstancias.
Vale la pena mencionar que la ENPOL está diseñada para realizarse cada tres años. Sin embargo, en 2019 el gobierno federal aplicó un recorte de cinco mil millones de pesos al INEGI, lo cual le obligó a detener distintos proyectos, entre ellos esta Encuesta. Ahora la «austeridad» tocó la puerta del INE, que le imposibilita realizar la mal y tendenciosamente llamada «ratificación» de mandato. El ejercicio de los derechos y la implementación de políticas públicas tienen un costo. Algunas, como la ENPOL, no son prioridad para el poder y pueden esperar. Otras, como la revocación, son de urgencia y hasta le merecen amenazas de juicio político a los consejeros del Instituto.
A mis cinco lectores: Les deseo una muy Feliz Navidad.
Lee también: Duda Razonable | Columna de Víctor Meade C.
#4 Tiempos
Primer poeta potosino, Andrés Diego de la Fuente | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El matrimonio español, avecindado en San Luis Potosí, formado por el Capitán y Sargento Mayor don Diego de la Fuente Rincón, Alguacil Mayor del Santo Tribunal de la Inquisición en San Luis Potosí y de doña Bárbara Pérez Bocanegra descendiente de don Pedro de Arizmendi y Gogorrón, uno de los que asistieron a la fundación del Pueblo de San Luis Minas del Potosí, procrearon ocho hijos, uno de los cuales figuraría como uno de los primeros humanistas potosinos, Andrés Diego de la Fuente que nació en San Luis Potosí el 30 de noviembre de 1705.
Andrés Diego de la Fuente es considerado el primer poeta potosino. Después de vivir su infancia en San Luis y estudiar sus primeras letras ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1723. Seguiría trabajando en la labor educativa que había asumido la Compañía de Jesús, recorriendo los principales colegios.
En 1730 sería profesor de gramática en el Colegio de Zacatecas; estudiante de teología en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo en 1732; el 25 de julio de 1734 fue ordenado sacerdote por D. Francisco de Buenaventura, obispo auxiliar de La Habana; en 1735 recibe la Tercera Probación en Puebla; para 1737 era profesor de gramática y filosofía en el Colegio de Durango; el 8 de diciembre de 1740 celebraba su profesión solemne; en 1744 era ya profesor de teología en el Colegio de Durango, ostentando las dotes de ingenio, juicio y letras, como bueno, de suficiente prudencia, de alguna experiencia, de complexión temperada, de talento para todo.
Fue vice – rector y prefecto de salud, en 1748, en el Colegio de Pátzcuaro; en 1749 en el Colegio de León fue consultor y confesor en casa; en 1751 regresa al Colegio de Pátzcuaro como rector; en 1753 sería rector en el Colegio de San Luis de la Paz; luego rector del Colegio de Valladolid en 1756; en 1761 estando enfermo permaneció en el Colegio de Querétaro y para 1767, cuando serían desterrados de territorios españoles los jesuitas, era capellán de hacienda en el Colegio de Querétaro que regenteaba el P. Diego José Abada, que había sido en su momento profesor del Colegio de San Luis Potosí, para luego salir desterrado de Veracruz en “La Dorada”; en 1768 llegaría a Ferrara en Italia, para pasar a Bolonia después de algunos años; el 26 de marzo de 1783 moría en Bolonia, siendo sepultado en la Parroquia de San Donato.
Su inclinación a las letras las ejerció desde joven. Siendo estudiante de San Ildefonso escribió un soneto castellano que se publicó en el libro titulado La azucena de Quito, publicado en México en 1732. Publicó también unos epigramas latinos en 1746 y el logrado poema latino sobre la Virgen de Guadalupe de 1773. Estos poemas han recibido los mejores elogios de estudiosos de las letras en México de los siglos XVIII, XIX y XX , considerándolo un poeta de altura y una de las glorias de las letras mexicanas para orgullo de los potosinos, lugar donde saldrían magníficos escritores en tiempos posteriores.
Uno de los méritos de Andrés Diego de la Fuente es su empeño en introducir y dignificar en su poema, los temas indígenas y mexicanos. De acuerdo al Padre Peñalosa, en las notas fuera de texto Diego de la Fuente explica algunos vocablos aztecas; latiniza otros en el cuerpo del poema y dedica breve y espléndido elogio a la lengua náhuatl, cuando se refiere a “la manera elegante de hablar que los indios mexicanos acostumbran”.
En su recorrido al destierro, continuó con su obra educativa, siendo rector del Colegio de la Habana, para luego salir de tierras del dominio español y llegar a Italia, lugar donde fueron a residir los jesuitas mexicanos, desde donde desplegarían un importante labor intelectual colocando a México como lugar de importantes contribuciones artísticas y filosóficas.
En la expulsión de los jesuitas, Andrés de la Fuente se encontraba en Querétaro donde era Capellán de Hacienda en el Colegio de la Compañía de Jesús, fue conducido a Veracruz donde se embarcó a La Habana donde fue nombrado rector del Colegio de la Habana y pasó más tarde a Italia, donde falleció en Bolonia el 26 de marzo de 1783 a la edad de 78 años.
Escribió en La Azucena de Quito un inserto en el libro, Imprenta Real del Superior Gobierno de los herederos de la Viuda de Miguel Rivera; en el Empedradillo, año de 1732, un epigrama latino en 1746 que menciona Eguiara y Eguren; y, la imagen de N.S. de Guadalupe. Dedicatoria en versos latinos a la Patrona del Reino de México, 10 de noviembre de 1773.
Oculte el rosicler la Cipria Diosa,
cuando sus plantas en las flores mueve,
que el leve tacto de su pie de nieva,
la flor más pura muere vergonzosa.
No así de Quito Venus amorosa
que, cuando herida con rigor no leve,
en cada gota de rubí que llueve,
nace azucena la que muere rosa.
Una calle en la ciudad de San Luis Potosí de la Colonia Viveros lleva su nombre.
También lee: Genoma de las plantas, el tema en La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:
“-Primero someteremos Grecia –decía.
“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.
“-Luego conquistaremos África.
“-¿Y después de África?
“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.
“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.
“-Después iremos a la India.
“-¿Y después de la India?
“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.
“-¿Y por qué no descansas de una vez?
“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.
Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.
“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:
“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.
“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.
“-Te comprarías una casa.
“-¿Y luego?
“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.
“-¿Y luego?
“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.
“Y el napolitano responde:
“-¡Pero si ya estoy al sol!”.
En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol, y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.
Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.
Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:
“-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.
“-Para coger peces –respondió el pescador.
“-¿Y para qué quieres coger peces?
“-Para venderlos.
“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?
“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.
“-¿Y para qué compras todas esas cosas?
“-Para vivir.
“-¿Y para qué quieres vivir?”.
He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.
El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido.
“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos.
También lee: Vida silenciosa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Algo raro | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Esta semana que termina se ha hecho oficial la salida de Domènec Torrent de la dirección técnica de San Luis. Las razones no son muy claras y, como siempre, los rumores abundan. Unos dicen que fue falta de acuerdo económico, otros la falta de refuerzos, algunos incluso piensan que fue una salida pactada para firmar con otro equipo de la liga. La razón verdadera solo ellos la saben y solo ellos podrán hablar (cosa poco probable) si así lo quisieran.
Pero más allá de la salida del técnico español, algo raro pasa al interior del equipo. Y es que no solo el constante cambio de técnicos que no han hecho malos papeles como Jardine, Leal y ahora Torrent, sino que también han desfilado jugadores que de una u otra forma deciden deslindarse del equipo.
Unaí Bilbao es uno de esos que pidió salir, un jugador emblemático del cuadro potosino que de hecho sentó raíces en tierras potosinas. Muchos pensábamos que se quedaría por largo tiempo en San Luis, ya que después de su paso por Necaxa, regresó para una última temporada con los potosinos.
Abel Hernández, internacional con Uruguay, se marchó apenas meses después de haber firmado con San Luis. Jugó 35 partidos y anotó 11 goles. Si bien no es una gran marca, sí dejó algunos buenos recuerdos en la afición, como aquella voltereta a Pumas donde en el Lastras anotó 3 goles para el triunfo 3-2.
Cristiano Piccini, el italiano, decidió terminar abruptamente su contrato, según declaró, por sentirse en deuda con el equipo y para dejar su puesto para otro extranjero, mismo que nunca llegó. A pesar de las lesiones, Piccini siguió su carrera en Suiza, donde prefirió estar en lugar de San Luis.
Frank Bolí, delantero de interesantes características, con un ritmo semilento provocaba oportunidades de gol debido a la velocidad con la que normalmente se marca en el fútbol mexicano, jugó 28 partidos con San Luis, donde marcó 9 goles, siendo su tercera mejor marca con un club. Al final, el de Costa de Marfil se fue y mucho se dijo que respondía a un tema familiar y la poca adaptación al idioma y la cultura.
John Murillo, más allá de los problemas extracancha que tuvo el venezolano, su rendimiento no es tan cuestionable, al menos en número, jugando 87 partidos en las dos etapas que tuvo en el club, anotando 8 tantos y dando 7 asistencias. Si bien Murillo no era la solución del equipo de Torrent, sí es un jugador más que decidió alejarse por su cuenta de las filas del San Luis.
Interesante y raro, estos son solo algunos de los jugadores que se han ido del equipo bajo “razones extrañas”. Se dice que han pedido salir, y hasta han renunciado a sus contratos vigentes. Cada uno de ellos sabrá los reales motivos para terminar lejos de la institución. Sin embargo, esto solo nos pone a pensar si dentro del equipo existe algún tipo de presión, cláusula no pública o simplemente no muy buenos tratos como para que los jugadores se vayan de la noche a la mañana. Una ciudad que históricamente recibía a los futbolistas para quedarse a vivir aún incluso después del retiro, hoy ha sido solo trampolín o paso para los antes mencionados. Muchos se quieren ir de San Luis.
Foco de atención para con la afición, algo raro puede estar pasando dentro del club, pero tiempo al tiempo, la gente de San Luis solo pide un equipo competitivo con jugadores que se arraiguen a esta tierra, potosinos, nacionales o extranjeros, da lo mismo, pero para la afición es importante que los jugadores quieran esta tierra y se acostumbren a defenderla con orgullo deportivo, al final esa tendría que ser la identidad que esperemos podamos recuperar algún día, a pesar de los pesares.
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