#4 Tiempos
En 2025 las reglas cambian | Columna de Jorge Saldaña
Tercera Llamada
La nave 2025 sale de puerto con un mapa de navegación incierto, con tormentas por lo seguro, sin boyas y con pocos faros a la vista.
Es este, el primer lunes del año el que cuenta.
El calendario a partir del primero de enero fue generoso con 5 días extras de aparente circunstancia festiva y por lo tanto bondadosa.
Los buenos deseos y el clima nostálgico convidó todavía un poco a esos días de bonus que hoy terminan.
Con 360 días al frente, este año para San Luis Potosí empieza su travesía que tiene reglas y narrativas distintas. Nada será igual y por muy sobado que esté el término, debemos admitir desde ahora que las reglas cambian.
De inicio, si me lo permite usted, mi Culto Público, hago una reflexión que me parece importante, pues desde finales del 2023 y el finiquitado 2024, el entorno político social, y me atrevo a decir que también el entorno psicopolítico potosino, perdió puntos de referencia en su carta de navegación.
No es el mismo San Luis.
En las sociedades, con la condición de no querer serlo, con el tiempo se van creando, generando y creciendo personajes, hombres y mujeres que se convierten en algún momento en puntos de referencia para el resto de su comunidad y que se convierten –insisto– sin querer serlo, en líderes morales, una especie de boyas en altamar a las que se acude para estar seguros del rumbo.
El fenómeno por supuesto se da en varios campos, sin embargo los más visibles son los de la vida pública de una ciudad, un estado o una nación.
No, este no es un espacio para hacer juicios de ninguno, sobre todo teniendo en mente que esas boyas, esos líderes por definición y requisito, acumularon detractores (que los hicieron aún más importantes) y acumularon para muchos, hierros imperdonables en su historia, pero aún así, tan impregnados de su verdad (que ha muerto según Nietzsche) lograron conexiones sociales suficientes y las dotaron de significado al grado de poder influir en mayor o menor medida en la conducta de la vida pública potosina (lo que para muchos es el verdadero poder).
Hombres y mujeres que vivían de la política, pero no se mantenían de ella.
Hombres que desayunaban, comían y cenaban asuntos públicos, con la vida resuelta, sin necesidad ni de reflectores, ni de cargos, ni siquiera de aceptación o validación pública.
No, ya no es el mismo San Luis sin el transatlántico de la política, Teófilo Torres Corzo, que lo mismo salvaba al gobernador en turno recibiendo en su casa con todo el protocolo a embajadores o cónsules sin que nadie se lo pidiera.
Esa casa de Teófilo en la que todos los que han sido gobernadores después de él, tuvieron que ir como candidatos y luego como mandatarios.
No había evento político que se respetara en el que la opinión y presencia de Teófilo fuera significante.
Repito, los juicios de sus personalidades e historias específicas no son lo importante de esta entrega, sino el señalar su ausencia para comprender la navegación que viene.
En febrero del 2024 también se perdió otra de esas referencias del mar sociopolítico potosino.
Dueño absoluto de su historia, sus mitos y sus claroscuros: Horacio Sánchez Unzueta. El hombre quizás más informado de la política local y nacional. Dueño de su personalidad y de todo lo que dejó en su pasado. Protagonista de la etapa más virulenta de la política potosina, tanto para generarla como para resolverla. Bien o mal, no importa, su paso dibujó la realidad histórica política del estado y de las decisiones de Horacio se conformaron las condiciones para la política que tenemos hoy.
Un gran amigo de Horacio decía que tenía el “mal de la bicicleta”: si dejaba de pedalear (en la política) se caía.
Definitivamente una boya a la que todo político contemporáneo se acercó o intentó acercarse cuando se vivían momentos de transición o crisis. Insisto, no son juicios, es aceptar que no está y que su presencia fue, efectivamente una referencia que hoy no se tiene. Se navega así, sin las parábolas horacistas.
Sus últimos lances no fueron exitosos, tuvo muchos de esos. Sus últimos años yo lo definí como un león viejo agazapado, pero aún viejo y agazapado, era león, y con medio zarpazo todavía movía tableros.
También se fue en noviembre del 24, Don Jacobo Payán. Quizás en otra tesitura de participación social, más apegado al emprendimiento y a los negocios, pero siempre atento a la vida pública, personaje de la política potosina en varios niveles.
Hombre apegado a su verdad y sus formas, quiso ser alcalde a cualquier precio y lo fue, aunque sea como concejal presidente.
Invitado siempre a muchas de las decisiones trascendentes y opinión obligada en las transiciones de poder.
No es que el actual capitán del barco, Ricardo Gallardo Cardona, acudiera a Don Jacobo para tomar decisiones y mucho, pero mucho menos, a Horacio, que se sabían totalmente adversos, sin embargo estoy seguro que se reconocían sus capacidades aunque no coincidieran en nada (y se vale).
Con Teófilo sí, y la muestra está en el homenaje póstumo que se le hizo en Palacio de Gobierno. Teófilo creyó siempre en el proyecto de Gallardo y fueron aliados.
Tampoco es que el gobernador lo necesite. En su verdad, él tiene su carta de navegación muy firme y la está cumpliendo.
No es que con las ausencias deje de girar el mundo y no se dejará de navegar solo porque algunas boyas psicopolíticas se hayan ido.
Pero se nota su no estar. San Luis no es el mismo.
Finalmente debo decir que la vida cultural de San Luis Potosí jamás será la misma tras la partida de Daniel de la Llera.
Por otro lado, también hay contados faros, personajes que, reitero, sin mantenerse de la política, viven de la política. Mencionar a cada uno me llevaría mucho espacio.
Los faros hasta ahora solo dan luz de vez en cuando y se acude a ellos cuando se necesita. Unos en retiro, otros en pausa y otros sin capacidad genética para ser guías.
Por mencionar un ejemplo de faro de la navegación potosina, podría ser el Consejo Potosí, un grupo de personajes con su peso específico e influencia que acompañan a este gobierno, sin embargo aunque son hombres y mujeres de vida holgada y resuelta, están más ligados a los intereses empresariales con buenas intenciones sociales… pero nada más.
No parecen estar ninguno en vías de construcción de un líder moral, ni quieren serlo.
Por su parte los Gallardo, tanto Ricardo padre como Ricardo hijo, seguramente se convertirán, con el tiempo (muy seguramente después de 2033) en una nueva generación de esos puntos de referencia político en el estado.
Se quiera o no, se guste o no, han impuesto un estilo, una visión de futuro deseado en sus valores y principios que comparten y que hoy, bien o mal, articulan a nuestra sociedad y tienen un claro compromiso (y forma de hacerlo realidad).
Hasta aquí la reflexión.
¿Fácil? No, no será fácil. El 2024 no será nada parecido al 2025. Los retos del altamar de este año que comienza traen olas grandes. No se tienen esperanzas de elevados presupuestos, aunque sí promesas de proyectos de la mayor relevancia con la federación.
El 25 que inicia también será el del comienzo de la esgrima jurídica que implica romper el contrato con Aquos de El Realito y muy seguramente seremos testigos de la no pacífica muerte del Interapas.
Las inversiones para San Luis y para muchos estados estarán en StandBy hasta que se sepa con certeza el plan arancelario de Trump y por si fuera poco existe un fuerte rumor, que le advierto al estilo ArmandoAcostero, “tómelo bajo reserva”, pero podría pronto darse un anuncio del retiro de Tecnológico de Monterrey de San Luis Potosí, que de resultar cierto sería un mensaje devastador para las expectativas económicas y académicas del estado. Ojalá que no sea cierto.
Se me queda en el tintero lo chistoso, por no decir absurdamente estúpido, que parece que la nueva secretaria de finanzas, haya escogido la peor estrategia para no comunicar con claridad y con inteligencia, el incremento en el pago de derechos vehiculares. Es cierto, no creció el impuesto, pero sí el cobro por adelantado de tres años por la tarjeta de circulación.
Al ciudadano le importan poco los tecnicismos, el enojo es real a la hora de pagar en la caja casi el doble de lo que pagó el año pasado.
Lo peor es que el desgaste se lo lleva su jefe, el gobernador del estado. Mientras la señora de finanzas patea a todo quien se le quiere acercar, y cuando más debería buscar aliados y comunicación, mejor se hace de enemigos con su absoluta indiferencia y soberbia.
Lo más preocupante no es que se haya ido de vacaciones en pleno cierre de año. De acuerdo a sus colaboradores, preocupa más que la señora no conozca muchos de los términos técnicos de la secretaría.
En fin, naveguemos pues este 2025. Les deseo lo mejor y hasta la próxima con todos los temas que se quedan en el tintero, entre ellos la oposición…que parece que no hay ¿o sí?
Hasta pronto Culto Público
Atentamente
Jorge Saldaña
BEMOLES
Nadie quiere hablar abiertamente del tema y por tanto no es una información confirmada ni verificada, sin embargo suena a una locura la versión de que se han detenido participaciones federales a los municipios. El asunto sería escandaloso y gravísimo. Sería tanto como organizar una tanda, gastarse el dinero y luego querer pagar a los participantes con una tarjeta de crédito. Yo creo que no es cierto. No crean FakeNews.
También lee: El facturero berrinchudo que quiere ser gobernador | Columna de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.
Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.
Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.
El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.
El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido. En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.
Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.
El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.
A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.
También lee: La madrugada en que Tijuana apostó por su nueva joya | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
También lee: Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…
Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».
Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!
Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».
Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…
Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».
Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.
¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída , el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».
¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».
Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!
Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.
Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».
Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.
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