octubre 19, 2025

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#4 Tiempos

En 2025 las reglas cambian | Columna de Jorge Saldaña

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Tercera Llamada

 

La nave 2025 sale de puerto con un mapa de navegación incierto, con tormentas por lo seguro, sin boyas y con pocos faros a la vista.

Es este, el primer lunes del año el que cuenta.

El calendario a partir del primero de enero fue generoso con 5 días extras de aparente circunstancia festiva y por lo tanto bondadosa.

Los buenos deseos y el clima nostálgico convidó todavía un poco a esos días de bonus que hoy terminan.

Con 360 días al frente, este año para San Luis Potosí empieza su travesía que tiene reglas y narrativas distintas. Nada será igual y por muy sobado que esté el término, debemos admitir desde ahora que las reglas cambian.

De inicio, si me lo permite usted, mi Culto Público, hago una reflexión que me parece importante, pues desde finales del 2023 y el finiquitado 2024, el entorno político social, y me atrevo a decir que también el entorno psicopolítico potosino, perdió puntos de referencia en su carta de navegación.

No es el mismo San Luis.

En las sociedades, con la condición de no querer serlo, con el tiempo se van creando, generando y creciendo personajes, hombres y mujeres que se convierten en algún momento en puntos de referencia para el resto de su comunidad y que se convierten –insisto– sin querer serlo, en líderes morales, una especie de boyas en altamar a las que se acude para estar seguros del rumbo.

El fenómeno por supuesto se da en varios campos, sin embargo los más visibles son los de la vida pública de una ciudad, un estado o una nación.

No, este no es un espacio para hacer juicios de ninguno, sobre todo teniendo en mente que esas boyas, esos líderes por definición y requisito, acumularon detractores (que los hicieron aún más importantes) y acumularon para muchos, hierros imperdonables en su historia, pero aún así, tan impregnados de su verdad (que ha muerto según Nietzsche) lograron conexiones sociales suficientes y las dotaron de significado al grado de poder influir en mayor o menor medida en la conducta de la vida pública potosina (lo que para muchos es el verdadero poder).

Hombres y mujeres que vivían de la política, pero no se mantenían de ella.

Hombres que desayunaban, comían y cenaban asuntos públicos, con la vida resuelta, sin necesidad ni de reflectores, ni de cargos, ni siquiera de aceptación o validación pública.

No, ya no es el mismo San Luis sin el transatlántico de la política, Teófilo Torres Corzo, que lo mismo salvaba al gobernador en turno recibiendo en su casa con todo el protocolo a embajadores o cónsules sin que nadie se lo pidiera.

Esa casa de Teófilo en la que todos los que han sido gobernadores después de él, tuvieron que ir como candidatos y luego como mandatarios.

No había evento político que se respetara en el que la opinión y presencia de Teófilo fuera significante.

Repito, los juicios de sus personalidades e historias específicas no son lo importante de esta entrega, sino el señalar su ausencia para comprender la navegación que viene.

En febrero del 2024 también se perdió otra de esas referencias del mar sociopolítico potosino.

Dueño absoluto de su historia, sus mitos y sus claroscuros: Horacio Sánchez Unzueta. El hombre quizás más informado de la política local y nacional. Dueño de su personalidad y de todo lo que dejó en su pasado. Protagonista de la etapa más virulenta de la política potosina, tanto para generarla como para resolverla. Bien o mal, no importa, su paso dibujó la realidad histórica política del estado y de las decisiones de Horacio se conformaron las condiciones para la política que tenemos hoy.

Un gran amigo de Horacio decía que tenía el “mal de la bicicleta”: si dejaba de pedalear (en la política) se caía.

Definitivamente una boya a la que todo político contemporáneo se acercó o intentó acercarse cuando se vivían momentos de transición o crisis. Insisto, no son juicios, es aceptar que no está y que su presencia fue, efectivamente una referencia que hoy no se tiene. Se navega así, sin las parábolas horacistas.

Sus últimos lances no fueron exitosos, tuvo muchos de esos. Sus últimos años yo lo definí como un león viejo agazapado, pero aún viejo y agazapado, era león, y con medio zarpazo todavía movía tableros.

También se fue en noviembre del 24, Don Jacobo Payán. Quizás en otra tesitura de participación social, más apegado al emprendimiento y a los negocios, pero siempre atento a la vida pública, personaje de la política potosina en varios niveles.

Hombre apegado a su verdad y sus formas, quiso ser alcalde a cualquier precio y lo fue, aunque sea como concejal presidente.

Invitado siempre a muchas de las decisiones trascendentes y opinión obligada en las transiciones de poder.

No es que el actual capitán del barco, Ricardo Gallardo Cardona, acudiera a Don Jacobo para tomar decisiones y mucho, pero mucho menos, a Horacio, que se sabían totalmente adversos, sin embargo estoy seguro que se reconocían sus capacidades aunque no coincidieran en nada (y se vale).

Con Teófilo sí, y la muestra está en el homenaje póstumo que se le hizo en Palacio de Gobierno. Teófilo creyó siempre en el proyecto de Gallardo y fueron aliados.

Tampoco es que el gobernador lo necesite. En su verdad, él tiene su carta de navegación muy firme y la está cumpliendo.

No es que con las ausencias deje de girar el mundo y no se dejará de navegar solo porque algunas boyas psicopolíticas se hayan ido.

Pero se nota su no estar. San Luis no es el mismo.

Finalmente debo decir que la vida cultural de San Luis Potosí jamás será la misma tras la partida de Daniel de la Llera.

Por otro lado, también hay contados faros, personajes que, reitero, sin mantenerse de la política, viven de la política. Mencionar a cada uno me llevaría mucho espacio.

Los faros hasta ahora solo dan luz de vez en cuando y se acude a ellos cuando se necesita. Unos en retiro, otros en pausa y otros sin capacidad genética para ser guías.

Por mencionar un ejemplo de faro de la navegación potosina, podría ser el Consejo Potosí, un grupo de personajes con su peso específico e influencia que acompañan a este gobierno, sin embargo aunque son hombres y mujeres de vida holgada y resuelta, están más ligados a los intereses empresariales con buenas intenciones sociales… pero nada más.

No parecen estar ninguno en vías de construcción de un líder moral, ni quieren serlo.

Por su parte los Gallardo, tanto Ricardo padre como Ricardo hijo, seguramente se convertirán, con el tiempo (muy seguramente después de 2033) en una nueva generación de esos puntos de referencia político en el estado.

Se quiera o no, se guste o no, han impuesto un estilo, una visión de futuro deseado en sus valores y principios que comparten y que hoy, bien o mal, articulan a nuestra sociedad y tienen un claro compromiso (y forma de hacerlo realidad).

Hasta aquí la reflexión.

¿Fácil? No, no será fácil. El 2024 no será nada parecido al 2025. Los retos del altamar de este año que comienza traen olas grandes. No se tienen esperanzas de elevados presupuestos, aunque sí promesas de proyectos de la mayor relevancia con la federación.

El 25 que inicia también será el del comienzo de la esgrima jurídica que implica romper el contrato con Aquos de El Realito y muy seguramente seremos testigos de la no pacífica muerte del Interapas.

Las inversiones para San Luis y para muchos estados estarán en StandBy hasta que se sepa con certeza el plan arancelario de Trump y por si fuera poco existe un fuerte rumor, que le advierto al estilo ArmandoAcostero, “tómelo bajo reserva”, pero podría pronto darse un anuncio del retiro de Tecnológico de Monterrey de San Luis Potosí, que de resultar cierto sería un mensaje devastador para las expectativas económicas y académicas del estado. Ojalá que no sea cierto.

Se me queda en el tintero lo chistoso, por no decir absurdamente estúpido, que parece que la nueva secretaria de finanzas, haya escogido la peor estrategia para no comunicar con claridad y con inteligencia, el incremento en el pago de derechos vehiculares. Es cierto, no creció el impuesto, pero sí el cobro por adelantado de tres años por la tarjeta de circulación.

Al ciudadano le importan poco los tecnicismos, el enojo es real a la hora de pagar en la caja casi el doble de lo que pagó el año pasado.

Lo peor es que el desgaste se lo lleva su jefe, el gobernador del estado. Mientras la señora de finanzas patea a todo quien se le quiere acercar, y cuando más debería buscar aliados y comunicación, mejor se hace de enemigos con su absoluta indiferencia y soberbia.

Lo más preocupante no es que se haya ido de vacaciones en pleno cierre de año. De acuerdo a sus colaboradores, preocupa más que la señora no conozca muchos de los términos técnicos de la secretaría.

En fin, naveguemos pues este 2025. Les deseo lo mejor y hasta la próxima con todos los temas que se quedan en el tintero, entre ellos la oposición…que parece que no hay ¿o sí?

Hasta pronto Culto Público

Atentamente
Jorge Saldaña

 

BEMOLES

Nadie quiere hablar abiertamente del tema y por tanto no es una información confirmada ni verificada, sin embargo suena a una locura la versión de que se han detenido participaciones federales a los municipios. El asunto sería escandaloso y gravísimo. Sería tanto como organizar una tanda, gastarse el dinero y luego querer pagar a los participantes con una tarjeta de crédito. Yo creo que no es cierto. No crean FakeNews.

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#4 Tiempos

Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.

Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.

Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.

En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.

Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.

Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.

Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco  cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.

En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.

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Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…

El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.

-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?

Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?

-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?

Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.

¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».

Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre». 

A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.

Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro!

Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).

También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.

En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».

Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:

-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…

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Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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