diciembre 7, 2025

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#4 Tiempos

El verano que pensé que sería divertido ver todos los estrenos del anime de la temporada parte 1 | Columna de Guille Carregha

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CRITICACIONES

 

EL VERANO QUE PENSÉ QUE SERÍA DIVERTIDO VER TODOS LOS ESTRENOS DE ANIME DE LA TEMPORADA PERO QUE, PRONTO, ME DI CUENTA DE MI TREMENDO ERROR CUANDO VI LA CANTIDAD DE SERIES QUE SE ESTRENABAN ESTE MES Y LO COMPARÉ CON LA EXTREMADAMENTE LIMITADA CANTIDAD DE HORAS LIBRES QUE EL CAPITALISMO DEL SIGLO XXI ME PERMITE TENER TODOS LOS DÍAS – PARTE 1

Por alguna razón, decidí hacerme la grosería de obligarme a ver todos los animes que se estrenaran esta temporada en Crunchyroll. No tengo idea qué me poseyó para tomar una decisión tan terrible para con mi cordura, pero pensé que sería divertido disfrutar “en vivo” los más nuevos estrenos que los malpagados animadores nipones le ofrecían al mundo este verano. Obviamente, solo me enfocaría en los animes nuevos. Si se trataba de la secuela o segunda temporada de otra serie que no había visto, no tendría sentido empezar la serie a medias sin tener idea de qué está pasando. Lo mismo si se estrenaban episodios de animes que llevan uno, dos o 25 años en transmisión. No quería perder tiempo para ponerme al corriente, dejando de lado la posibilidad de ver cosas nuevas.

Honestamente, pensaba que estaba a punto de empezar algo así como 14 series, más o menos. Tal vez 16. 18 a lo más. Imaginaba que las temporadas ofrecían un número manejable de estrenos, para que las personas normales del día a día sí tuvieran la oportunidad de ver todo y decidir qué querían seguir viendo.

Estaba equivocadísimo. Por mucho. Me vi como un completo NyE tomando esa decisión. Un delulu. Un ignorante. Son demasiadas. Muchísimas. Apenas y me pude dar la oportunidad de ver los primeros episodios de solo 23 series nuevas. Y digo “solo” porque sé perfectamente que hay, por lo menos, otras 5 a las que no he podido llegar a ponerles play porque si no nada más no avanzaría.

A continuación, una reseña corta – cortísima – de qué me han parecido estas series, incluyendo cuántos episodios he visto hasta ahora. Los títulos están en inglés porque, hasta donde sé, ningún traductor latino se ha atrevido a ponerles “del diablo” o “Unas locas aventuras en” a ninguno de estos animes para que el público mexicano sepa qué esperar de sus monitos chinos.

1. The Ossan Newbie Adventurer, Trained to Death by the Most Powerful Party, Became Invincible (TRES EPISODIOS)
Se trata de OTRA serie más con un escenario de fantasía medieval con tintes de videojuego RPG. La novedad es que el protagonista es un anciano de 32 años, pero que es más fuerte que el 99.99% de las criaturas de su mundo. Las locas aventuras comienzan cuando él cree que es débil pero se madrea fácilmente a todo mundo creyendo que es por accidente. O sea, se ha visto ya esto varias veces, pero tampoco tanto como para ser cansado. Se ve que el presupuesto no es el fuerte de la producción, pero intentan estirarlo lo suficiente como para que los episodios se vean visualmente atractivos y no parezca animado por estudiantes de secundaria contratados bajo la beca Benito Juárez. Está cotorra, aunque un tanto genérica. Si se me olvida que vi esta serie en 9 meses no me sorprendería tanto, pero no me molesta verla.

 

2. Alya Sometimes Hides Her Feelings in Russian (TRES EPISODIOS)

La comedia romántica de preparatorianos de la temporada con su twist chistosón para que tenga algo de caché y se pueda diferenciar de todas las del montón. El de esta es que la protagonista habla en ruso cuando le dice al protagonista que lo quiere. El estilo de dibujo está bonito, los personajes están interesantes y la serie tiene un timing de comedia bastante bueno. Eso sí, no pudieron evitar poner subtramas bien creepy como la clásica “mi hermana menos actúa como si me quisiera dar como cajón mal cerrado porque el incesto es súper hilarante”. A estas alturas de la vida, este tipo de tropos ya se siente como un “los japoneses siendo bien raros” y se puede pasar de largo. Si obviamos esos momentos, la serie promete estar divertida.

3. The Strongest Magician in the Demon Lord’s Army Was a Human (TRES EPISODIOS)

Oh. Miren. OTRA SERIE DE FANTASÍA MEDIEVAL CON TINTES DE VIDEOJUEGO RPG. Como dice el título, es sobre un poderoso miembro del ejercito del mal que es un humano disfrazado. Podría ser una serie más interesante si no fuera porque casi todo está (horriblemente) animado en CGI barato y el personaje principal es una inerte barra de carbono sin emociones ni personalidad… pero que es repiola lanzando hechizos y por eso debería de quererle. Hay supuestas subtramas de intriga, misterio y traiciones militares, pero todo se resuelve casi tan rápido como se presenta. Una serie sin estrella que está bien meh. Lo mejor que puedo decir sobre ella es que, a diferencia de su animación 3D, la serie no está culera.

4. My Wife Has No Emotion (DOS EPISODIOS)

Apenas la cuarta entrada en el desafío autoimpuesto y, aparentemente, la primera serie que posiblemente no quiera terminar de ver mientras siga vivo. Es la “bella” y “enternecedora” historia de un adulto con mala suerte en el amor que compra un robot para limpiar su casa. Como esto es un anime, OBVIAMENTE, la robot necesitaba parecer humana y, POR SUPUESTO, ser muy bonita lo cual, COMPRENSIBLEMENTE, “obliga” al protagonista a enamorarse de ella y pedirle que sea su esposa. Por un segundo pensé que podría tocar temas interesante tipo la película HER, pero en formato chistosón, pero no. Se me olvidó que era Japón. Lo divertido radica en que, básicamente, el sujeto desea con locura y pasión intimar con un dispositivo electrónico, con tintes súper marcados de “¿no es acaso esta la mujer perfecta con la que todos soñamos?”. Dudo mucho que la serie mejore si la sigo viendo, por lo que me cuesta recomendar que cualquier persona vea esto. Puaj.

5. Pseudo Harem (TRES EPISODIOS)

Me cuesta mucho creer que la serie en cuyo título se encuentra la palabra “HAREM” sea una de las más lindas y wholesome de la temporada. Es aún otro romance de preparatoria con su twist chistosón, solo que esta tiene menos presupuesto que la de Alya. La premisa es que son dos estudiantes que claramente se quieren y no son novios. Él es un sujeto medio random y medio otaku. Ella es una aspirante de actriz que tiene la capacidad de adoptar distintos personajes para divertir al vato otaku que le gusta. El “harem” del título es porque el protagonista crea su harem personal con la colección de personajes/personalidades que le presenta su amigovia. El dinero que les dan para animar esta serie es tan bajo que incluso hay secuencias donde los personajes tienen manitas Danup y caras chuecas, pero en general esto es tan wholesome y bonito que se puede obviar la mayoría del tiempo. Me preocupa que el gimmick de las múltiples “personalidades” se vuelva cansado más adelante, pero es una opción entretenida para ver esta temporada.

Estas son apenas cinco de las series que me estoy obligando a ver. Les prometo que, en general, sí estoy disfrutando la experiencia. Pero ver 23+ series es inhumano. Ojalá no muera antes de terminar la temporada, porque me falta reseñar 18.

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#4 Tiempos

Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.

Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.

Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.

El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.

El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido.

En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.

Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.

El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.

A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.

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#4 Tiempos

El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.

Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.

Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.

Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:

(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.

Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.

Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.

Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.

Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial,

cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.

Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.

El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.

Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.

Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.

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#4 Tiempos

Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…

Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».

Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!

Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».

Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…

Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».

Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.

¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída

, el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».

¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».

Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!

Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.

Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».

Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.

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