noviembre 18, 2025

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#4 Tiempos

El tormento romántico de Enrique Urquijo | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

 

La noche del 17 de noviembre de 1999, al borde del cambio de milenio, el cadáver de un hombre de 39 años fue encontrado en un portal de la calle Espíritu Santo, en el barrio de Malasaña en Madrid. Una combinación fatal de sustancias había acabado con él. Tirado, con una chaqueta bajo la cabeza a modo de almohada, fue depositado ahí por quienes alimentaron sus excesos durante las horas previas. El camello e ingratas compañías que lo abandonaron a su suerte tras absorber de él todo lo que podían absorber.

Esta historia dramática, que se asemeja a la de tantas otras personas que luchan contra alguna forma de adicción, logró revuelo nacional cuando se reveló la identidad de la víctima. Se trataba de Enrique Urquijo, el líder de Los Secretos, una de las bandas insignia de la Movida Madrileña, quien veinte años antes compuso uno de los grandes himnos del pop español, «Déjame», en el que ya dejaba entrever su estilo particular, el de un hombre sensible y contradictorio. Un hombre afectado.

 

Déjame, no juegues más conmigo,

esta vez, en serio te lo digo.

Tuviste una oportunidad,

y la dejaste escapar.

 

No hay nada que ahora ya

puedas hacer,

porque a tu lado yo,

no volveré, no volveré…

 

El fallecimiento prematuro de Enrique Urquijo distaba de ser la típica caída de un adicto que persigue las estrellas en una euforia desbocada. Era, más bien, un ser hipersensible que se había apagado con el tiempo, que en el alcohol y las drogas buscaba un escape a un entorno agobiante e indescifrable. La constante preocupación de estar sereno, ese estado de quietud que anticipaba la caída, la sepultura que le causaba la chispa de una memoria rota. Sería explícito en una de sus canciones más recordadas: «Quiero beber hasta perder el control». No disfrutaba realmente de lo que consumía. No era un fin en sí mismo, sino un medio para quedar tumbado y dejar de sentir. «A Enrique le dolía la vida», dijo alguna vez Ana González, una de sus amigas más cercanas.

Dos días antes de la tragedia, Enrique había salido de un centro de desintoxicación. Pasaba, de hecho, un periodo relativamente contenido en comparación a sus épocas de mayor desenfreno. Se había internado como parte de un proceso para obtener la custodia de su querida hija, María, una intentona que requería una posterior reclusión de varios meses. La relación con la madre de la niña era complicada; chocaba con sus padres, amigos y hermanos. Él pretendía darle a su hija lo mejor y comenzar una nueva existencia en familia junto con Pía Minchot, la última mujer a la que amó.

Aquello no pudo ser. En medio de un ataque de ansiedad, Enrique abandonó la clínica. El médico de guardia aceptó la petición de alta voluntaria. Él y los administradores cometieron dos graves errores: permitir que Enrique se marchara sin acompañamiento y devolverle las 200 mil pesetas que restaban del depósito por su salida antes de tiempo. Fue el dinero que gastó para desatramparse en el carrusel de las horas siguientes. Un bajón emotivo terminaría con su vida de manera aparentemente inintencionada.

Entre sus admiradores y sus seres queridos fue inevitable el planteamiento de escenarios alternativos. Preguntarse si esto o aquello hubiera traído una suerte distinta para Enrique. Los cierto es que su forma de ser hacía inevitable una conclusión fuera de la norma, como el propio compositor llegó a anticipar en conversaciones íntimas. Era alguien que experimentaba cada día a flor de piel, un ser al que los estímulos y sucesos le dejaban una huella profunda e imborrable que nadie más lograba experimentar. La catástrofe era ineludible.

Enrique Urquijo personificaba la vulnerabilidad en un tarro. Un hombre resquebrajado, cuyos pedazos brillaban como revancha última ante un destino cruel. Dependiente y arrastrado a una obscuridad que le resultaba insoportable. Deseoso de ser cuidado por alguien más: «volver a ser un niño», que una cuidadora se encargara de todo aquello que le superaba. La sensación de ser un polizonte en la sociedad. Abrumado, no encajaba. Una cuestión especialmente ríspida para quien se dedicaba a cantar frente a multitudes.

Los papeles de Enrique eran lienzos en donde trazaba aflicciones y tristezas. Barcos a la deriva que se mantienen apenas a flote como una condena más dolorosa que el hundimiento total. Buscaba su propio desplome como medio de escape ante un panorama que le parecía hostil. Reservado y con una continua sensación de abandono, las personas que convivían con él acababan por ser testigos de su caída, el viaje vertical hacia el colapso.  

Begoña Larrañaga, su violinista y colaboradora en la última etapa, se lo advirtió a Pía tras un episodio de angustia: «Toda persona que se arrima a Enrique acaba sufriendo». La frase tal vez tuviera un dejo de malicia. A fin de cuentas, se trataba de un hombre noble. Sus conocidos reconocían esto en él, y desestimaban la fama de alguien permanentemente afligido que adquirió mediáticamente. Era alguien con momentos de gracia, con sentido del humor. Simplemente había un punto en el que era espinoso lidiar con él, uno en el que ya era complicado ayudarle.

Tenía lapsos en los que nadie apostaba por él. Postrado por jornadas al estilo de rounds, era difícil esperar cualquier cosa de quien estaba consumido por sus tormentos. Pero, como suele ocurrir por los genios, era en esa penumbra donde soltaba una ráfaga; en su caso, con la forma de una nueva composición. Un verso que le redimía, un riff que era una manifestación vital. Plenamente autobiográfico, exponía sus claroscuros y aceptaba sus derrotas. Se deba la piel en cada instante. Ahí donde otros presumían sus hazañas con las chicas, él admitía haberse quedado dormido en el momento crucial.

Bastaba que sus conocidos lo vieran llegar con líneas tan memorables como «Por la calle del olvido, vagan tu sombra y la mía», «Mi fe se fue al verte entrar y llorar, por eso entiendo si te vas», o «Nunca he sentido igual una derrota que cuando ella me dijo se acabó» para perdonarle los desplantes y alejamientos que tenía. Sin ser prolífico, tenía la capacidad de llevarse la victoria de un guantazo. Pese a su sensibilidad, irónicamente era un artista del KO. El talento seguía ahí, y aun en sus horas más bajas, tiraba golpes de gran kilataje.

Sumido en un pozo en el que nadie más podría entrar, la profunda sensibilidad que nutría sus canciones también lo marchitaba. Alejaba a quienes más quería tener cerca. El comportamiento errático y obsesivo le llegaba en los lapsos menos oportunos y con la gente que menos lo merecía.  Vivía angustiado entre los polos de la fama y el desamparo. Odiaba la notoriedad que Los Secretos le conferían y estaba demolido por las deserciones en su entorno personal. La consecuencia era una personalidad tirante que reconoce en «Soy como dos».

 

Cuando intento hacerme el malo soy un niño abandonado.

Soy como dos, compréndelo, uno muy descontrolado.

Soy como dos, siempre soy dos,

El otro es hasta educado.

Cuando intento ser amable siempre decido atacarte.

Si quiero ser desagradable siempre me siento culpable.

No sé bien qué estoy buscando pero me voy alejando,

Cuando pienso en el pasado me asusto, corro y no paro.

Soy como dos, siempre soy dos, tienes a dos a tu lado,

Por eso un día soy feliz y de repente me enfado…

Enrique apenas toleraba los grandes escenarios, a pesar de que eran la consecuencia de su talento. Cuando fundó Los Problemas en paralelo a Los Secretos a principios de los noventa, una de sus principales motivaciones era volver a los pequeños auditorios. Lo que él entendía como la música en su sentido más placentero: el aliento de unas pocas personas, un lugar acogedor. No estar tan expuesto. Limitarse a tocar la música que le gustaba. Como las rancheras mexicanas.

Enrique era un alma afligida, y en tal sentido, la compatibilidad de caracteres con los compositores mexicanos fue determinante para él. Fue uno de los grandes promotores de José Alfredo Jiménez (su gran ídolo junto con Jackson Browne) en España, una afición compartida con Joaquín Sabina, una coincidencia que los acercó como amigos y colegas. Sin embargo, las dolencias de la música ranchera quizá hicieron que se regodeara de sentimientos de los que es mejor escapar. En lo que respecta a Urquijo fueron el gran móvil para encauzar su declive. Su ansia por el género lo llevó a que la canción que abría el primer álbum con Los Problemas fuera una versión de «Un mundo raro».

 

Porque yo a donde voy, hablaré de tu amor

Como un sueño dorado

Y olvidando el rencor, no diré que tu adiós

Me volvió desgraciado.

Y si quieren saber de mi pasado

Es preciso decir otra mentira.

Les diré que llegué de un mundo raro,

Que no sé del dolor, que triunfé en el amor

Y que nunca he llorado…

 

Enrique era un hombre emotivo que llevaba cada acontecimiento hasta el límite de su capacidad. El amor para él era, en este sentido, una experiencia extrema. Lo mismo sucedía con el consumo de estupefacientes. La moderación no cabía en él. Aunque a la vez era alguien de sosiego. No era de grandes fiestas ni de barullo, esto le fastidiaba. El carácter introvertido y vulnerable lo inclinó a una caída en solitario. La desmedida sensibilidad lo dejaba inerme en las calles peligrosas. Tenía la debilidad de no saber decir que no. Y de no olvidar a quienes la vida había alejado de él.

Un sentimental empedernido. Su primer amor, Eloísa García, fue una llaga abierta por el restos de sus días. Se conocieron en 1980, cuando él tenía veinte años y ella diecisiete, y su relación llegó a su fin a principios de 1984. Fue la relación que moldeó su temperamento dolido. La relación que creía como su destino y que finalmente no se concretó. En parte por la negativa del padre de Eloísa (un psiquiatra estricto al que no le parecía ver a su princesa con un músico de rock), pero también porque ella quedó abrumada y rebasada por las complejidades de Enrique.

Los obstáculos impuestos por sus suegros en la relación quedaron plasmados en la canción «El primer cruce». En ella se relata cómo Enrique visitaba a Eloísa a escondidas por las noches, mientras ella lograba escapar de su casa mientras todos dormían. El padre de Eloísa, hasta las narices de aquel joven que rondaba a su hija, finalmente la envió a una casa de campo, incluso con dos guardias armados para evitar cualquier contacto con Enrique. En una escena digna de película, el cantante de Los Secretos la buscó una última vez, sin lograrlo. Fue interceptado por su suegro con el que tuvo una discusión de antología. Entre lágrimas tuvo que asumir que aquello era imposible, aunque la considerara el amor de su vida.

Eloísa además ya no le correspondía. Para una joven sin experiencia era difícil lidiar con alguien de tendencias caóticas y depresivas. Cortar con Enrique le costó, aunque no tanto por amor, sino porque no quería lastimarlo. «Ahora que estoy peor», del segundo álbum de Los Secretos, da cuenta de cómo las necesidades emocionales de Enrique eran incomprendidas por Eloísa. Es uno de sus mejores temas:

 

Vengo a refugiarme a tu habitación

La noche es muy fría busco tu calor

No escondas la mirada, no vengo a pedir nada

A nadie le importa si te quiero o no

Si siento alegría o siento dolor

O si no siento nada y

Necesito oír tu voz ahora que estoy peor…

 

Quince años después de la ruptura, la marca que Eloísa dejó en Enrique seguía siendo tan grande que la última letra que escribió y grabó, unas semanas antes de su muerte, estaba dedicada a ella. Visto a distancia, claramente el amor que él sintió por ella fue más grande que el que recibió de vuelta. Ella rehízo su vida. Y a finales de los noventa, se encontraron por causalidad en el bar Honky Tonk de Madrid. Intercambiaron números y prometieron comer juntos para que Eloísa conociera a María, por entonces de cinco años. Aquello nunca sucedió.

Lo que para Eloísa fue un simple encuentro fortuito con un novio de la inocente juventud, para Enrique fue una cisma en la cabeza. Quince años después, quince años de sobrevivir, como él mismo diría, aquella mujer volvía a emocionarlo. Nunca la superó. Al regresar a casa esa noche, escribió la conmovedora «Hoy la vi» y grabó la voz en un pequeño dispositivo. Tras su muerte, Álvaro Urquijo y el resto de Los Secretos le añadirían música y la lanzarían en el álbum homenaje A tu lado. Quien se haya topado en la calle con un viejo amor comprenderá lo que pasaba por el pecho de Enrique en aquella ocasión.

Hoy la vi,

La nostalgia y la tristeza suelen coincidir.

Se rompieron mis esquemas, después comprendí

Que si ahora estoy así, es porque hoy la vi.

Y aunque no lo siento, luego no pude dormir,

Y las puertas del recuerdo cedieron, al fin.

Y aquel miedo que sentía, hoy vuelvo a sentir.

Hoy la vi,

Han llovido quince años que sobreviví.

Yo creía que sabía, y nunca aprendí…

 

La dependencia emocional de Enrique Urquijo no se limitaba a sus parejas, a quienes demandaba un trato casi maternal. La necesidad se extendía a su propia hija, a quien veía como un ancla a la existencia. Estar a su lado le reconfortaba e intentaba aferrarse a ella para motivarse y dejar atrás los antiguos vicios. Y lo intentó… lo intentó. Si bien el capítulo final fue el que conocemos, dedicó a la pequeña una de las canciones más bellas que existen en español (una recreación de «Carmelita» de Warren Zevon): «Agárrate a mí, María», en la que transparente como era, se muestra no como el padre protector, el papel que se suele atribuir a cualquiera en sus zapatos, sino como alguien vulnerable que pide el amparo de su hija, por entonces una bebé de menos de dos años.

 

Mañana, cuando despiertes,

estaré lejos.

En fin, no creo que pase nada,

de otras peores salí.

 

Si acaso no vuelvo a verte

olvida que te hice sufrir:

No quiero, si desaparezco,

que nadie recuerde quien fui.

 

Agárrate fuerte a mí, María.

Agárrate fuerte a mí…

que esta noche es la más fría

y no consigo dormir.

 

Agárrate fuerte a mí, María.

Agárrate fuerte a mí…

que tengo miedo

y no tengo donde ir…

 

Antonio Vega hizo la versión definitiva de la canción. Solo un amigo y par espiritual podía darle el tono preciso. En la película Caótica Ana (2007) de Julio Medem, el líder de Nacha Pop hace un cameo para interpretarla. El planteamiento y la sucesión de imágenes la hacen sencillamente sobrecogedora. La primera vez que la vi me derrumbó. Así lo hace todavía cada que la veo. No hace falta ver el resto de la cinta para enternecerse.

El tormento romántico de Enrique Urquijo encontró en la música ranchera a una cómplice. Todos tenemos nuestras fantasías y una de las mías es viajar en el tiempo y, al calor de unos tequilas, presentarle a Enrique una canción mexicana que casaba de lleno con su personalidad. De haber topado con ella, probablemente la hubiera recuperado para el repertorio de Los Problemas. Es fácil imaginarla con su voz y formando parte de su último álbum, Desde que no nos vemos (1998) en lugar de, digamos, «Perla de cristal».

Me refiero a «Es inútil» de los Cadetes de Linares, que es muy él. O él era muy cadete de Linares. Muy mexicano.

 

Es inútil que te diga lo que sufro,

Es inútil que te cuente mi dolor,

Si en mi vida tú nunca me has querido,

Ni siquiera me has tenido compasión

 

Los momentos que pasaste a mi lado,

Hoy recuerdo y me pongo a llorar

 

Si me ves que ando borracho es por tú culpa,

Y mi vida se me acaba, más y más

Pero en fin mi vida ya comprenderás

Si me muero no preguntes ya sabrás…

 

Por alguna razón, a diferencia de Nacha Pop, Hombres G, Alaska y Dinarama o Parálisis Permanente, la música de Enrique Urquijo no tiene mucho arraigo entre los jóvenes en la actualidad, al menos en países como México. Desde sus inicios en los años ochenta, el sonido cálido y tradicional de Los Secretos (apegado al country estadounidense y luego a las rancheras), en contraste con la extravagancia de otras propuestas de la época, los convirtió paradójicamente en unos rarunos o parte del bando baboso, términos despectivos utilizados por los modernos para referirse a los grupos de guitarras al estilo clásico.

En el largo plazo, no obstante, este sonido ha envejecido con gracia (si uno olvida la horrible producción que varios de sus discos tuvieron). Fueron visionarios frente a su coetáneos. En medio de la locura punk y new wave, apelaron a la sencillez y a las guitarras a tope. Antes que R.E.M. y The Smiths, que fueron los grandes reaccionarios en la escena anglosajona de los años ochenta, ya desde 1978 Enrique y sus hermanos sabían que los sentimientos se expresan mejor sin florituras, irreverencia vacía ni maquillaje. Mostrándote tal como eres. Con lo bueno y lo malo. Cualquiera que haya sufrido una derrota y una decepción amorosa encontrará en Enrique un aliado.

 

Contacto:
Correo electrónico:
[email protected]
Twitter: @Bigmaud

Nota: la mayor parte de la información contenida en este texto fue extraída del libro Enrique Urquijo: Adiós tristeza de Miguel Ángel Bargueño, una biografía imprescindible para cualquier interesado en el compositor madrileño.

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#4 Tiempos

Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En 1886 se titulaba de ingeniero en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí un joven que aportaría al estudio y solución de problemas de sistemas hídricos en la población, así como contribuiría y sería testigo de uno de los acontecimientos científicos más importantes a nivel mundial y que impacta en la sociedad actual, la comunicación inalámbrica, el joven en cuestión Francisco de la Gándara.

Sobre este personaje ambientado en el San Luis potosí de 1886 escribí un artículo que puede consultarse en: San Luis Potosí en 1886, esplendor de la alta cultura potosina: https://www.researchgate.net/publication/394853478_San_Luis_Potosi_en_1886_esplendor_de_la_alta_cultura_potosina

En 1885 se abría en San Luis Potosí el Liceo Científico y Literario “José María Morelos”, fundado por los estudiantes del Instituto Científico y Literario que habían sido expulsados de este por el gobernador del estado. De esta forma el 23 de febrero de 1885 el Liceo abría sus puertas para que los estudiantes expulsados pudieran continuar sus estudios. 

El director del Liceo y parte de sus profesores serían alumnos aventajados del Instituto que habían sido expulsados. Entre ellos se encontraba Francisco Gándara, alumno de excelencia del Instituto, en su momento ayudante de Francisco Estrada en algunos de sus experimentos y demostraciones en la cátedra de física. Este personaje tendría un papel importante y se convertiría en uno de los ingenieros egresados del Instituto Científico y Literario.

Los alumnos del Liceo que terminaban sus estudios superiores en esa institución, podían presentarse al Instituto Científico y Literario para examinarse en las materias que tenían pendientes en el Instituto después de cursarlas en el Liceo. Así, el 5 de septiembre de 1885 se examinaba en el Instituto Científico y Literario el alumno expulsado Francisco Gándara que era catedrático de física en el Liceo Morelos

; Gándara fue examinado en topografía y mecánica siendo calificado por el jurado con PB en ambas materias.

A fines de 1886 Francisco Gándara se titulaba como ingeniero topógrafo e higromensor en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí y ofrecía sus servicios profesionales como tal en la cuarta calle del Apartado número 52, ahora calle de Francisco I. Madero.

Gándara con el tiempo se convertiría en un reconocido ingeniero experto en perforación de pozos y quien terminó la construcción de la Presa de San José.

En su época de estudiante de la cátedra de física, de 1881 a 1882, ayudó a Francisco Javier Estrada en sus experimentos de comunicación y fue testigo de los experimentos de comunicación inalámbrica que sería una de las aportaciones extraordinarias y de primicia mundial realizadas en ese año de 1886.

En 1897 Gándara recordaba, al anunciarse el descubrimiento de Marconi de la comunicación inalámbrica y que la prensa local y nacional promovía con loas a su autor, que dicho descubrimiento había sido realizado más de diez años antes por el potosino Francisco Javier Estrada en pleno centro de la ciudad de San Luis Potosí y en el edificio donde profesaba su cátedra de física. Para entonces, el olvido sobre la obra de Estrada y su persona, ya hacia acto de presencia, y sus motivos deben ser dignos de estudio.

Francisco Gándara, estudiante del curso de física que dictaba Estrada, narra, su reacción ante la noticia del experimento de Marconi, asegura que el tema fue para él, nada sorpresivo, pues él, al igual que sus condiscípulos, pudieron presenciar la comunicación telegráfica sin hilo conductor, tanto en el aire (en el espacio dice Gándara) como a través de la tierra (refiriéndose a la detección de temblores de tierra). Refiere Gándara que los experimentos con los más mínimos detalles quedaron consignados en los libros en que Estrada apuntaba el resultado de sus grandes estudios. Libro que infructuosamente, hasta el momento, hemos buscado y que representa un tesoro para la historia de la ciencia y para la historia de nuestra propia cultura.

Gracias a Francisco Gándara sabemos detalles de esos históricos experimentos de Estrada, al ser participa en ellos y registrarlos en su diario de experimentos.

“Al que esto escribe, discípulo del Sr. Estrada por aquellos años, cúpole en suerte ayudarle en la práctica de sus experiencias, para las cuales por la imposibilidad en que el sabio electricista se encontraba, necesitaba el concurso mecánico de alguien, y ¡cuántas veces me dejó sorprendido del resultado maravilloso de sus ideas que yo ejecutaba sin conciencia!

Yo mismo escribí de mi puño y letra la teoría del descubrimiento que hoy como de Marconi se presenta y asenté los experimentos que llevábamos a efecto con magníficos resultados, así como muchísimos de los frutos de la singular ilustración y gran saber del Sr. Estrada”.

Francisco Gándara (1897)

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Tomar chocolate y ponerse amarillos | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de “a mano y jugando”:

Cómo se los adelanté en exclusiva desde el jueves por la tarde (porque ya saben que los quiero) el trámite del pago del adeudo de gobierno a la UASLP sería realizado en cuestión de horas (dije entre 24 y 48) y que sería hoy lunes cuando se diera el anuncio oficial.

Pues así es. El propio rector, Alejandro Zermeño declaró el viernes que habría recibido una llamada de parte de las más altas esferas del gobierno estatal para avisarle que estaría por recibir el pago. (No es un pago que se haga en el cajero o desde el teléfono…) También confirmó, tanto él, como el secretario general de gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, que se llevaría acabo una reunión entre el jefe del ejecutivo y el rector hoy, pero el pago era un hecho.

Tengo confirmada además la reunión que se llevará a cabo en las próximas horas y en privado, entre el gobernador Ricardo Gallardo y el rector Alejandro Zermeño en las oficinas del primero.

Pero, en esta mañanita de asueto les doy más novedades: Durante este fin de semana hubo negociaciones de último minuto, y es que previo a la transferencia, se planteó por ambas partes el tema de la construcción de los estacionamientos en la facultad de ciencias y la construcción de un gimnasio en la facultad del Hábitat.

Se puso en la mesa que el gobierno invirtiera 50 millones en ambas obras y entregase en recursos líquidos el resto, los otros 158 MDP.

Esta posibilidad puesta en la mesa fue analizada, sin embargo, tanto el gobierno del estado y sus asesores como la rectoría y su equipo, encontraron que se debían apegar al convenio con la federación, que no tiene contemplado los pagos en especie.

Por lo tanto, el gobierno d el estado cumplirá con su obligación pactada

en los términos estrictamente apegados al convenio y entiendo que será a través de un cheque de caja y certificado, (de los que no rebotan como los míos) que el gobernador entregue en mano al rector el documento esta mañana
y se ponga fin a la larga y torcida historia de multi-capítulos.

Asumo por la información que tengo a la mano que la entrega del cheque se llevará a cabo de manera privada (Gobernador y rector en solitario)

Lo que sí sé de cierto es que por ahí de la una “pe eme” se dará a conocer de manera pública y a medios de comunicación el anuncio en el que podría solo estar el gobernador o ambos personajes, eso todavía no lo tengo claro.

Del modo que sea faltan pocas horas para saberlo y les estaré informando.

Lo importante es que se cumple lo anunciado y se paga lo debido. La comunidad puede estar tranquila, los salarios, prestaciones y aguinaldos están asegurados. Los paros serán innecesarios.

En otras noticias, como seguramente ya lo saben para esta hora, está confirmada la detención del homicida del estudiante de estomatología y dos de sus tres cómplices.

Toda la información y el video (que obtuvo en exclusiva Plano Informativo y al que le reconozco todo el crédito por el material) la puede encontrar en nuestras redes y en nuestra página.

Todo concuerda con lo que les he ido contando, lo único que no me “cuadra” es el por qué bajaron del auto a Jorge Dávila y lo vuelven a subir en la parte trasera… eso sigue estando muy extraño.

En fin, les daré más información más tarde y agradezco su atención.

Yo soy Jorge Saldaña y les mando un abrazo a todos y todas.

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#4 Tiempos

La semana y sus brincos | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Brincar de la herida social causada por el asesinato de Jorge Dávila Ramírez el fin de semana pasado, al sigilo bobo en el manejo del madruguete para destituir (porque así fue) a Teresa Rivera como concejal de Villa de Pozos y la inmediata designación de Paty Aradillas y rematar con el salto a la noticia del pago del adeudo a la UASLP por parte de gobierno, es como jugar rayuela y ruleta rusa al mismo tiempo.

Entre salto y salto, también vivimos la aprobación de una iniciativa poco socializada y polémica sobre la regulación de la IA, que genera más preguntas e inquietudes que certezas.

Pero repasemos los brincos, en el primer caso, en el del homicidio de Jorge Dávila, hubo un giro inesperado que fue confirmado apenas hoy por la titular de la Fiscalía.

Se respaldó la versión que La Orquesta comunicó a su Culto Público desde el lunes pasado por la noche.

Jorge no iba caminando por una calle solitaria, silbando y soñando con su prometedor futuro cuando dos maleantes encapuchados le salieron al paso y le dijeron “las llaves o la vida” y le dispararon. No, definitivamente no fue así pero así nos lo dibujaron e hicieron creer las primeras versiones.

Jorge acudió al llamado de una solicitud de ayuda (uno ayuda a quien conoce y estima, lo que reafirma que era además un buen ciudadano y buen hombre).

Aquí el “blackout” o el vacío que han de llenar las investigaciones: No se sabe en qué momento se suben (y pongo énfasis que adelante explico) a su auto dos desconocidos.

Por la zona de los Filtros se detienen y le dan un disparo, su acompañante sale corriendo calle abajo y llega a la esquina de Río Papaloapan y Río Nazas.

Minutos después, como se observa en videos en poder de la Fiscalía, y de acuerdo a la declaración de la testigo clave interrogada el lunes por la tarde noche, Jorge llega herido a la misma esquina por su propio pié y se desploma en los brazos de su hasta ahora desconocida acompañante.

El énfasis que hago en que se subieron dos desconocidos es porque la circunstancia es particularmente extraña, pues de acuerdo a los datos de robo de vehículos y hasta para el sentido común, cuando los ladrones despojan a sus víctimas de un automóvil, lo “ba-jan” del carro, no se “su-ben” al mismo.

El silencio de la Fiscalía y los pocos avances (aunque apenas mañana se cumplirá una semana) han abierto espacio a todo tipo de especulaciones, y la multiplicación de versiones, lo que es cierto es que la historia original creada en el imaginario público dista de ser la verdad y lo más importante, la exigencia de la comunidad estudiantil por la indignación ante la muerte de su compañero, se suma a las exigencias de una marcha de “batas blancas” organizada por personal de centros de salud que saldrán a las calles para reclamar mejores condiciones de trabajo, material, equipo y personal.

El caso de Jorge Dávila se sigue escribiendo y los renglones cada día se tuercen más, la memoria del joven pasante no merece impunidad ni opacidad, la actuación de la autoridad además de pronta y eficaz, debe ser clara y transparente con la opinión pública.

Nuevo turno: saltemos en un pié en la rayuela semanal, para dar un brinco al tonto manejo, y bobo sigilo con el que el Congreso manejó la salida de Teresa Rivera, que para los términos y fundamentos legales que usaron los legisladores para designar a una nueva presidenta concejal, pues se podría decir que Tere Rivera no renunció… la destituyeron.

Digo lo anterior porque aunque la filtración de la renuncia firmada por la hoy defenestrada Rivera Acevedo, tiene sello de recepción por parte del Congreso del 11 de noviembre, no obstante, el documento en sí mismo no tiene fecha de elaboración, solamente dice al calce la leyenda: “a la fecha de su presentación”.

Preguntando (porque si no pregunto me da comezón en lugares que me da pena comentar aquí) me soltaron que la renuncia fue redactada y firmada el día que tomó el cargo, es decir, ya la tenían lista desde mucho antes para que, en caso de ser necesario, simplemente usarla y así dejar fuera a Rivera a conveniencia pues de quien la designó.

Pues fue necesario. Desde hace meses se sabía que ni para su equipo ni para sus compañeros de la cúpula Tere era bien vista ni recibida, pues el cargo además de que le quedó grande, estimuló demasiado su ego, altivez y prepotencia. Ya no la aguantaban en pocas palabras.

Tras la “filtración” bobalicona de la renuncia así como de la convocatoria de Héctor Serrano para la sesión de la Comisión de Gobernación del jueves, misma en la que se daría entrada a la renuncia y al mismo tiempo se designaría nueva presidenta concejal, pues se concretó lo que muchos habían adelantado: Sale Tere, entra Paty.

¿Por qué? Porque el legislativo manda y -hay que decir- dejó rebasados por mucho a los concejales inconformes. La Ley Orgánica del Municipio Libre no aplicó porque son un Concejo no emanado de la voluntad popular sino por designación legislativa y punto.

Los concejales se vieron, por decir lo menos, lentos, desorganizados, desarticulados y de plano pazguatos.

Al legislativo, lo absorbió la habilidad del presidente de la Jucopo y la Comisión de Gobernación, Héctor Serrano, que ya tenía planchada la operación y la ejecutó.

El municipio bebé cambia de mamá nodriza.

¿Se interpondrán controversias por parte de los concejales? Ganas si tienen, pero dudo que las lleven a cabo. No tienen equipo jurídico, recursos, unidad y para acabar pronto el peso político suficiente. Que mal, pero así es.

Último brinco al diez con voltereta mortal en la semana rayuelésca: El pago de la deuda a la Universidad es un hecho y es cuestión de trámites bancarios para que se refleje en las cuentas universitarias como lo anunció La Orquesta desde la tarde de ayer jueves.

No se ustedes, Culto Público, pero el que esto escribe nunca ha transferido 208 millones de pesos, ni me han transferido 208 millones de pesos (que debe ser lindo) pero por sentido común, tal como lo aceptó el rector en una entrevista hace un rato este viernes, pues no es una cantidad que saques del cajero o que mandes por transferencia desde tu teléfono.

Lo que afirmé ayer, sobre el trámite en curso para que se reflejen los recursos para la uni, tanto como la reunión pactada para el lunes entre el ejecutivo y el rector están confirmadas por los mismos autores.

Aún así, hay voces universitarias que piensan que la nota en primicia en la que adelantamos lo anterior fue un invento, que fue producto de la imaginación de quien esto escribe y que si cae el depósito en el transcurso del día (yo di de 24 a 48 horas) y si se reúnen el lunes ambos personajes, será producto de la suerte, y de puritíta casualidad y no por los casi 28 años que llevo dedicándome al periodismo.

En fin, eso no es importante.

Para la UASLP, como para Santo Tomás “hasta no ver, no creer” y quizás tengan razón en la desconfianza.

Aunque lo adelantado se ha cumplido, hasta que tengan la ficha de deposito certificada por el Banco de México (y seguro la filtren a sus consentidos) la UASLP aceptará que les pagaron y que sus “ojalás” fueron escuchados.

Asunto también de poca importancia.

Lo verdaderamente relevante es que la comunidad, maestros, administrativos, funcionarios y jubilados podrán estar tranquilos y seguramente el paro de actividades no será necesario.

Lo verdaderamente relevante es que ganó la responsabilidad institucional después de muchos vaivenes declarativos e interpretaciones equivocadas del convenio y anexo de pagos convertido en compromiso para el gobierno estatal, mismo que estará cumpliendo.

El lunes se confirmarán las cosas y seguro se aprovechará para que, en la Ley de egresos gubernamental que tienen que entregar a mas tardar el 20 de noviembre, no se vuelva a cometer el error de contemplar menos recursos que los que firmen con la federación para que en 2026 no se tengan diferencias.

Si todas y todos somos la UASLP y todas y todos somos SLP, pues ganamos todos. “Ojalá que así sea”.

Llegamos al 10 de un “avioncito” o rayuela, dibujada no con gis, sino con sangre, sudor y lágrimas.

A compañeros, dueños de medios y directores de información que me mandaron comentarios de reconocimiento y todos alentadores: Muchas gracias. A veces el periodismo da satisfacciones, a veces es canalla. Abrazo a todos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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