#4 Tiempos
El tormento romántico de Enrique Urquijo | Columna de Carlos López Medrano
MEJOR DORMIR
La noche del 17 de noviembre de 1999, al borde del cambio de milenio, el cadáver de un hombre de 39 años fue encontrado en un portal de la calle Espíritu Santo, en el barrio de Malasaña en Madrid. Una combinación fatal de sustancias había acabado con él. Tirado, con una chaqueta bajo la cabeza a modo de almohada, fue depositado ahí por quienes alimentaron sus excesos durante las horas previas. El camello e ingratas compañías que lo abandonaron a su suerte tras absorber de él todo lo que podían absorber.
Esta historia dramática, que se asemeja a la de tantas otras personas que luchan contra alguna forma de adicción, logró revuelo nacional cuando se reveló la identidad de la víctima. Se trataba de Enrique Urquijo, el líder de Los Secretos, una de las bandas insignia de la Movida Madrileña, quien veinte años antes compuso uno de los grandes himnos del pop español, «Déjame», en el que ya dejaba entrever su estilo particular, el de un hombre sensible y contradictorio. Un hombre afectado.
Déjame, no juegues más conmigo,
esta vez, en serio te lo digo.
Tuviste una oportunidad,
y la dejaste escapar.
No hay nada que ahora ya
puedas hacer,
porque a tu lado yo,
no volveré, no volveré…
El fallecimiento prematuro de Enrique Urquijo distaba de ser la típica caída de un adicto que persigue las estrellas en una euforia desbocada. Era, más bien, un ser hipersensible que se había apagado con el tiempo, que en el alcohol y las drogas buscaba un escape a un entorno agobiante e indescifrable. La constante preocupación de estar sereno, ese estado de quietud que anticipaba la caída, la sepultura que le causaba la chispa de una memoria rota. Sería explícito en una de sus canciones más recordadas: «Quiero beber hasta perder el control». No disfrutaba realmente de lo que consumía. No era un fin en sí mismo, sino un medio para quedar tumbado y dejar de sentir. «A Enrique le dolía la vida», dijo alguna vez Ana González, una de sus amigas más cercanas.
Dos días antes de la tragedia, Enrique había salido de un centro de desintoxicación. Pasaba, de hecho, un periodo relativamente contenido en comparación a sus épocas de mayor desenfreno. Se había internado como parte de un proceso para obtener la custodia de su querida hija, María, una intentona que requería una posterior reclusión de varios meses. La relación con la madre de la niña era complicada; chocaba con sus padres, amigos y hermanos. Él pretendía darle a su hija lo mejor y comenzar una nueva existencia en familia junto con Pía Minchot, la última mujer a la que amó.
Aquello no pudo ser. En medio de un ataque de ansiedad, Enrique abandonó la clínica. El médico de guardia aceptó la petición de alta voluntaria. Él y los administradores cometieron dos graves errores: permitir que Enrique se marchara sin acompañamiento y devolverle las 200 mil pesetas que restaban del depósito por su salida antes de tiempo. Fue el dinero que gastó para desatramparse en el carrusel de las horas siguientes. Un bajón emotivo terminaría con su vida de manera aparentemente inintencionada.
Entre sus admiradores y sus seres queridos fue inevitable el planteamiento de escenarios alternativos. Preguntarse si esto o aquello hubiera traído una suerte distinta para Enrique. Los cierto es que su forma de ser hacía inevitable una conclusión fuera de la norma, como el propio compositor llegó a anticipar en conversaciones íntimas. Era alguien que experimentaba cada día a flor de piel, un ser al que los estímulos y sucesos le dejaban una huella profunda e imborrable que nadie más lograba experimentar. La catástrofe era ineludible.
Enrique Urquijo personificaba la vulnerabilidad en un tarro. Un hombre resquebrajado, cuyos pedazos brillaban como revancha última ante un destino cruel. Dependiente y arrastrado a una obscuridad que le resultaba insoportable. Deseoso de ser cuidado por alguien más: «volver a ser un niño», que una cuidadora se encargara de todo aquello que le superaba. La sensación de ser un polizonte en la sociedad. Abrumado, no encajaba. Una cuestión especialmente ríspida para quien se dedicaba a cantar frente a multitudes.
Los papeles de Enrique eran lienzos en donde trazaba aflicciones y tristezas. Barcos a la deriva que se mantienen apenas a flote como una condena más dolorosa que el hundimiento total. Buscaba su propio desplome como medio de escape ante un panorama que le parecía hostil. Reservado y con una continua sensación de abandono, las personas que convivían con él acababan por ser testigos de su caída, el viaje vertical hacia el colapso.
Begoña Larrañaga, su violinista y colaboradora en la última etapa, se lo advirtió a Pía tras un episodio de angustia: «Toda persona que se arrima a Enrique acaba sufriendo». La frase tal vez tuviera un dejo de malicia. A fin de cuentas, se trataba de un hombre noble. Sus conocidos reconocían esto en él, y desestimaban la fama de alguien permanentemente afligido que adquirió mediáticamente. Era alguien con momentos de gracia, con sentido del humor. Simplemente había un punto en el que era espinoso lidiar con él, uno en el que ya era complicado ayudarle.
Tenía lapsos en los que nadie apostaba por él. Postrado por jornadas al estilo de rounds, era difícil esperar cualquier cosa de quien estaba consumido por sus tormentos. Pero, como suele ocurrir por los genios, era en esa penumbra donde soltaba una ráfaga; en su caso, con la forma de una nueva composición. Un verso que le redimía, un riff que era una manifestación vital. Plenamente autobiográfico, exponía sus claroscuros y aceptaba sus derrotas. Se deba la piel en cada instante. Ahí donde otros presumían sus hazañas con las chicas, él admitía haberse quedado dormido en el momento crucial.
Bastaba que sus conocidos lo vieran llegar con líneas tan memorables como «Por la calle del olvido, vagan tu sombra y la mía», «Mi fe se fue al verte entrar y llorar, por eso entiendo si te vas», o «Nunca he sentido igual una derrota que cuando ella me dijo se acabó» para perdonarle los desplantes y alejamientos que tenía. Sin ser prolífico, tenía la capacidad de llevarse la victoria de un guantazo. Pese a su sensibilidad, irónicamente era un artista del KO. El talento seguía ahí, y aun en sus horas más bajas, tiraba golpes de gran kilataje.
Sumido en un pozo en el que nadie más podría entrar, la profunda sensibilidad que nutría sus canciones también lo marchitaba. Alejaba a quienes más quería tener cerca. El comportamiento errático y obsesivo le llegaba en los lapsos menos oportunos y con la gente que menos lo merecía. Vivía angustiado entre los polos de la fama y el desamparo. Odiaba la notoriedad que Los Secretos le conferían y estaba demolido por las deserciones en su entorno personal. La consecuencia era una personalidad tirante que reconoce en «Soy como dos».
Cuando intento hacerme el malo soy un niño abandonado.
Soy como dos, compréndelo, uno muy descontrolado.
Soy como dos, siempre soy dos,
El otro es hasta educado.
Cuando intento ser amable siempre decido atacarte.
Si quiero ser desagradable siempre me siento culpable.
No sé bien qué estoy buscando pero me voy alejando,
Cuando pienso en el pasado me asusto, corro y no paro.
Soy como dos, siempre soy dos, tienes a dos a tu lado,
Por eso un día soy feliz y de repente me enfado…
Enrique apenas toleraba los grandes escenarios, a pesar de que eran la consecuencia de su talento. Cuando fundó Los Problemas en paralelo a Los Secretos a principios de los noventa, una de sus principales motivaciones era volver a los pequeños auditorios. Lo que él entendía como la música en su sentido más placentero: el aliento de unas pocas personas, un lugar acogedor. No estar tan expuesto. Limitarse a tocar la música que le gustaba. Como las rancheras mexicanas.
Enrique era un alma afligida, y en tal sentido, la compatibilidad de caracteres con los compositores mexicanos fue determinante para él. Fue uno de los grandes promotores de José Alfredo Jiménez (su gran ídolo junto con Jackson Browne) en España, una afición compartida con Joaquín Sabina, una coincidencia que los acercó como amigos y colegas. Sin embargo, las dolencias de la música ranchera quizá hicieron que se regodeara de sentimientos de los que es mejor escapar. En lo que respecta a Urquijo fueron el gran móvil para encauzar su declive. Su ansia por el género lo llevó a que la canción que abría el primer álbum con Los Problemas fuera una versión de «Un mundo raro».
Porque yo a donde voy, hablaré de tu amor
Como un sueño dorado
Y olvidando el rencor, no diré que tu adiós
Me volvió desgraciado.
Y si quieren saber de mi pasado
Es preciso decir otra mentira.
Les diré que llegué de un mundo raro,
Que no sé del dolor, que triunfé en el amor
Y que nunca he llorado…
Enrique era un hombre emotivo que llevaba cada acontecimiento hasta el límite de su capacidad. El amor para él era, en este sentido, una experiencia extrema. Lo mismo sucedía con el consumo de estupefacientes. La moderación no cabía en él. Aunque a la vez era alguien de sosiego. No era de grandes fiestas ni de barullo, esto le fastidiaba. El carácter introvertido y vulnerable lo inclinó a una caída en solitario. La desmedida sensibilidad lo dejaba inerme en las calles peligrosas. Tenía la debilidad de no saber decir que no. Y de no olvidar a quienes la vida había alejado de él.
Un sentimental empedernido. Su primer amor, Eloísa García, fue una llaga abierta por el restos de sus días. Se conocieron en 1980, cuando él tenía veinte años y ella diecisiete, y su relación llegó a su fin a principios de 1984. Fue la relación que moldeó su temperamento dolido. La relación que creía como su destino y que finalmente no se concretó. En parte por la negativa del padre de Eloísa (un psiquiatra estricto al que no le parecía ver a su princesa con un músico de rock), pero también porque ella quedó abrumada y rebasada por las complejidades de Enrique.
Los obstáculos impuestos por sus suegros en la relación quedaron plasmados en la canción «El primer cruce». En ella se relata cómo Enrique visitaba a Eloísa a escondidas por las noches, mientras ella lograba escapar de su casa mientras todos dormían. El padre de Eloísa, hasta las narices de aquel joven que rondaba a su hija, finalmente la envió a una casa de campo, incluso con dos guardias armados para evitar cualquier contacto con Enrique. En una escena digna de película, el cantante de Los Secretos la buscó una última vez, sin lograrlo. Fue interceptado por su suegro con el que tuvo una discusión de antología. Entre lágrimas tuvo que asumir que aquello era imposible, aunque la considerara el amor de su vida.
Eloísa además ya no le correspondía. Para una joven sin experiencia era difícil lidiar con alguien de tendencias caóticas y depresivas. Cortar con Enrique le costó, aunque no tanto por amor, sino porque no quería lastimarlo. «Ahora que estoy peor», del segundo álbum de Los Secretos, da cuenta de cómo las necesidades emocionales de Enrique eran incomprendidas por Eloísa. Es uno de sus mejores temas:
Vengo a refugiarme a tu habitación
La noche es muy fría busco tu calor
No escondas la mirada, no vengo a pedir nada
A nadie le importa si te quiero o no
Si siento alegría o siento dolor
O si no siento nada y
Necesito oír tu voz ahora que estoy peor…
Quince años después de la ruptura, la marca que Eloísa dejó en Enrique seguía siendo tan grande que la última letra que escribió y grabó, unas semanas antes de su muerte, estaba dedicada a ella. Visto a distancia, claramente el amor que él sintió por ella fue más grande que el que recibió de vuelta. Ella rehízo su vida. Y a finales de los noventa, se encontraron por causalidad en el bar Honky Tonk de Madrid. Intercambiaron números y prometieron comer juntos para que Eloísa conociera a María, por entonces de cinco años. Aquello nunca sucedió.
Lo que para Eloísa fue un simple encuentro fortuito con un novio de la inocente juventud, para Enrique fue una cisma en la cabeza. Quince años después, quince años de sobrevivir, como él mismo diría, aquella mujer volvía a emocionarlo. Nunca la superó. Al regresar a casa esa noche, escribió la conmovedora «Hoy la vi» y grabó la voz en un pequeño dispositivo. Tras su muerte, Álvaro Urquijo y el resto de Los Secretos le añadirían música y la lanzarían en el álbum homenaje A tu lado. Quien se haya topado en la calle con un viejo amor comprenderá lo que pasaba por el pecho de Enrique en aquella ocasión.
Hoy la vi,
La nostalgia y la tristeza suelen coincidir.
Se rompieron mis esquemas, después comprendí
Que si ahora estoy así, es porque hoy la vi.
Y aunque no lo siento, luego no pude dormir,
Y las puertas del recuerdo cedieron, al fin.
Y aquel miedo que sentía, hoy vuelvo a sentir.
Hoy la vi,
Han llovido quince años que sobreviví.
Yo creía que sabía, y nunca aprendí…
La dependencia emocional de Enrique Urquijo no se limitaba a sus parejas, a quienes demandaba un trato casi maternal. La necesidad se extendía a su propia hija, a quien veía como un ancla a la existencia. Estar a su lado le reconfortaba e intentaba aferrarse a ella para motivarse y dejar atrás los antiguos vicios. Y lo intentó… lo intentó. Si bien el capítulo final fue el que conocemos, dedicó a la pequeña una de las canciones más bellas que existen en español (una recreación de «Carmelita» de Warren Zevon): «Agárrate a mí, María», en la que transparente como era, se muestra no como el padre protector, el papel que se suele atribuir a cualquiera en sus zapatos, sino como alguien vulnerable que pide el amparo de su hija, por entonces una bebé de menos de dos años.
Mañana, cuando despiertes,
estaré lejos.
En fin, no creo que pase nada,
de otras peores salí.
Si acaso no vuelvo a verte
olvida que te hice sufrir:
No quiero, si desaparezco,
que nadie recuerde quien fui.
Agárrate fuerte a mí, María.
Agárrate fuerte a mí…
que esta noche es la más fría
y no consigo dormir.
Agárrate fuerte a mí, María.
Agárrate fuerte a mí…
que tengo miedo
y no tengo donde ir…
Antonio Vega hizo la versión definitiva de la canción. Solo un amigo y par espiritual podía darle el tono preciso. En la película Caótica Ana (2007) de Julio Medem, el líder de Nacha Pop hace un cameo para interpretarla. El planteamiento y la sucesión de imágenes la hacen sencillamente sobrecogedora. La primera vez que la vi me derrumbó. Así lo hace todavía cada que la veo. No hace falta ver el resto de la cinta para enternecerse.
El tormento romántico de Enrique Urquijo encontró en la música ranchera a una cómplice. Todos tenemos nuestras fantasías y una de las mías es viajar en el tiempo y, al calor de unos tequilas, presentarle a Enrique una canción mexicana que casaba de lleno con su personalidad. De haber topado con ella, probablemente la hubiera recuperado para el repertorio de Los Problemas. Es fácil imaginarla con su voz y formando parte de su último álbum, Desde que no nos vemos (1998) en lugar de, digamos, «Perla de cristal».
Me refiero a «Es inútil» de los Cadetes de Linares, que es muy él. O él era muy cadete de Linares. Muy mexicano.
Es inútil que te diga lo que sufro,
Es inútil que te cuente mi dolor,
Si en mi vida tú nunca me has querido,
Ni siquiera me has tenido compasión
Los momentos que pasaste a mi lado,
Hoy recuerdo y me pongo a llorar
Si me ves que ando borracho es por tú culpa,
Y mi vida se me acaba, más y más
Pero en fin mi vida ya comprenderás
Si me muero no preguntes ya sabrás…
Por alguna razón, a diferencia de Nacha Pop, Hombres G, Alaska y Dinarama o Parálisis Permanente, la música de Enrique Urquijo no tiene mucho arraigo entre los jóvenes en la actualidad, al menos en países como México. Desde sus inicios en los años ochenta, el sonido cálido y tradicional de Los Secretos (apegado al country estadounidense y luego a las rancheras), en contraste con la extravagancia de otras propuestas de la época, los convirtió paradójicamente en unos rarunos o parte del bando baboso, términos despectivos utilizados por los modernos para referirse a los grupos de guitarras al estilo clásico.
En el largo plazo, no obstante, este sonido ha envejecido con gracia (si uno olvida la horrible producción que varios de sus discos tuvieron). Fueron visionarios frente a su coetáneos. En medio de la locura punk y new wave, apelaron a la sencillez y a las guitarras a tope. Antes que R.E.M. y The Smiths, que fueron los grandes reaccionarios en la escena anglosajona de los años ochenta, ya desde 1978 Enrique y sus hermanos sabían que los sentimientos se expresan mejor sin florituras, irreverencia vacía ni maquillaje. Mostrándote tal como eres. Con lo bueno y lo malo. Cualquiera que haya sufrido una derrota y una decepción amorosa encontrará en Enrique un aliado.
Contacto:
Correo electrónico: [email protected]
Twitter: @Bigmaud
Nota: la mayor parte de la información contenida en este texto fue extraída del libro Enrique Urquijo: Adiós tristeza de Miguel Ángel Bargueño, una biografía imprescindible para cualquier interesado en el compositor madrileño.
También lee: Rachmaninov, preludio en la desesperación | Columna de Carlos López Medrano
#4 Tiempos
Paola Longoria, el orgullo del deporte potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
San Luis Potosí ha tenido deportistas importantes en varias disciplinas, algunos de ellos han sido medallistas olímpicos, como Daniel Bautista que obtuvo medalla de oro en caminata. En los últimos años una deportista ha sobresalido a nivel mundial, convirtiéndose en la mejor raquetbolista del mundo, Paola Michelle Longoria López.
Nacida en San Luis Potosí el 20 de julio de 1989 y siendo una adolescente fue la primera mujer mexicana en obtener el puesto número uno del ranking profesional en ráquetbol, en la temporada 2008 – 2009. Desde entonces encabeza la lista de las raquetbolistas a nivel mundial, obteniendo varias veces el campeonato mundial de la Federación Internacional de Ráquetbol, tanto en categoría individual como en dobles femenil donde hace mancuerna con Samantha Salas.
Estos logros, los comparte con otros potosinos que han descollado en este deporte, lo que habla de un inicio de escuela raquetbolista en San Luis, que no ha podido consolidarse como debía de ser. El problema común de muchos deportistas mexicanos es la falta de apoyo, lo que hace que estas estrellas deportivas busquen senderos propicios para su desarrollo deportivo, por lo que no fue extraño ver a Paola Longoria representar a otros estados del país.
Con un estilo único en la práctica de su deporte, desde la forma en que toma la empuñadura de su raqueta hasta el despliegue de su juego, la ha llevado a ser la máxima medallista en los Juegos Panamericanos y haber ganado el Premio Nacional del Deporte, máximo reconocimiento para deportistas en el país.
Su carrera deportiva la ha realizado al parejo de su formación profesional fuera del deporte, estudió ingeniería y una maestría en ciencias política, así en últimas fechas ha seguido la vena de la política, alzando la mano para ocupar puestos de dirección del deporte en México, y participar en medio legislativo mexicano.
Su esfuerzo, disciplina y talento para el deporte de ráquetbol la ha convertido en una de las mujeres más influyentes en el país por lo que se le reconoció como tal en el año 2016, siendo nombrada como una de las 50 mujeres mexicanas más influyentes. Reconoce el esfuerzo deportivo de las deportistas mexicanas quienes han sobresalido a nivel mundial y han dado proyección al deporte mexicano.
En una entrevista Paola habló al respecto llamando a dejar de lado animosidades y unir el esfuerzo de hombres y mujeres para el desarrollo de México.
Es momento de dejar atrás animosidades y empezar a trabajar hombres y mujeres como equipo, orgullosa habla sobre el rol de la mujer en el siglo XXI en donde ha habido una reivindicación a nivel mundial, demostrando que todos son igual de capaces de sobresalir ya sea en los deportes como en el gobierno o en los negocios.
A las mujeres de México, Paola pide nunca rendirse, que la autodeterminación y el esfuerzo sobrelleven los obstáculos que se puedan presentar. A sus ojos se vive en el país un clima de mayores oportunidades para las mujeres, quienes tienen las herramientas para lograr lo que deseen siempre en coyuntura y nunca por debajo de nadie.
Paola Longoria es el ejemplo de la necesidad de poner escenarios diversos a los niños donde puedan desplegar sus talentos y encauzarlos en su formación; ella tomó una raqueta de tenis a los seis años y a la larga llegó a ser la estrella deportiva que ahora es ejemplo para las niñas y jóvenes mexicanas. Venció obstáculos en su desarrollo y se abrió camino en un medio donde luego se escatiman los apoyos al talento deportivo o se llega a la persecución administrativa, como la que sufrió por parte de la Conade por motivos financieros.
Como sucede con algunos deportistas mexicanos, entró a formar parte del ejército mexicano y siendo ascendida a teniente, como reconocimiento a su esfuerzo y logros. Paola Longoria en una de las más importantes deportistas potosinas y debemos estar orgullosos de ello.
“Somos el sexo fuerte, somos como alguien dice “las tercas”, las que nunca nos damos por vencidas y eso también nos ayuda muchísimo a ser líderes y a crear oportunidades entre nosotras mismas.”
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#4 Tiempos
Desde el tintero de Jorge Saldaña
DESDE EL TINTERO
Caso Morales ¿Quién miente?
Señores gobernador y alcalde de la capital: Habiendo tantos temas buenos para pelearse como la seguridad, el agua, Pozos, o hasta la grilla electoral venidera, ¿De verdad van a pelear por el tema de Morales? Chale, no sean así…
Simplemente hay que ver que alguien está mintiendo a uno de ustedes, o a los dos.
La obra de rehabilitación anunciada desde mayo primero paró por el amparo de una asociación civil, pero salvado el asunto de permisos y proyectos y de acuerdo a lo que relata el primer mandatario, ya debió estar terminada, sin embargo -aquí la queja- Gallardo denunció que ha sido el Ayuntamiento el que no deja entrar las maquinas y hasta deslizó un “ojalá que no sea por instrucciones del alcalde” y hasta puntualizó que aunque dan todos los permisos y autorizaciones “por abajo nos chingan”.
Por su parte, el Ayuntamiento aseguró, a través de Christian Azuara, que la instrucción del alcalde es totalmente opuesta, que se han dado ordenes de dar todas las facilidades y apoyo para que se lleve a cabo la rehabilitación.
¿Quién miente pues? ¿Quién está “chingando por abajo”? Y más importante, ¿a quién beneficia que el tema de una obra menor (en proporción a otros proyectos) enfrente a ambos mandatarios?
No se vale que, para justificar un atraso (por vaya usted a saber qué motivos) la secretaría o constructora encargada del proyecto, ponga en posición de enfrentamiento a Gallardo y a Galindo.
Lo que es de interés de toda la población es que la rehabilitación se realice, y si ustedes dos están en esa misma sintonía ¿Por qué dejar que sus empleados enreden las cosas al grado de detenerlas? Orden, señores.
La elección panista
Decir los “Azuara” resulta injusto porque seguro hay muchas personas con ese apellido que no se dedican a negociar pérdidas partidistas, ni a invertir en hoteles boutique en Real de Catorce, ni a la especulación política para empoderarse a través de un personaje que se hizo millonario gracias a sus relaciones con los hijos del expresidente.
Mejor digamos, Xavier y David Azuara Zúñiga.
Este par de personajes están metidos en una nopalera (eso del berenjenal es un lugar común) y para donde se muevan se van a espinar.
La elección de la nueva dirigencia panista está a la vuelta de la esquina y, como ya se sabe, tendrá que ser para un perfil femenino.
Los hermanos Azuara Zúñiga, uno diputado federal y el otro nada, han prometido a personajes como el Batman de Tanquián (otros le llaman el nuevo Tekmoloco) obtener la dirigencia estatal panista para así asegurar candidaturas en el 2027. Quieren la capital (siempre la han querido) y quieren tener el membrete para la candidatura al gobierno del estado.
Sin embargo, no tienen nada que ofrecer y se les va a caer el teatro con el que mantienen el interés de su patrocinador, es decir, perdiendo el partido ¿qué mas pueden ofrecerle a su Batman? Se les va a acabar el patrocinio.
En su desesperación lanzarán a la regidora Maru Castro, que ya la pusieron a buscar a los consejeros estatales del interior para lograr votos, escenario que se ve muy complejo por más dinero que le inviertan.
Xavier y David, socios y compadres de Sánchez Zumaya tendrán que ser creativos y ofrecer alguna otra cosa para seguir gastando la fortuna de su mecenas.
De ahí la importancia de la solicitud de licencia al senado que hiciera Verónica Rodriguez para buscar refrendar su puesto como líder del b lanco y azul en San Luis porque al lograrlo, prácticamente eliminaría del escenario a los ambiciosos hermanos.
En una lectura rápida ni siquiera tiene por qué negociar con ellos, Verónica, arropada por el panismo activo (muy disminuido por cierto), puede sacar la elección sin mayor problema, sobre todo si enfrente le ponen a una rival como Maru Castro, que tiene grandes virtudes, no obstante todavía no tiene las credenciales para dirigir al panismo, y no se merece hacerlo por encargo de terceros.
Hay que decir además que la reelección de Vero, como se anticipa, subraya en la lista a la gubernatura a Enrique Galindo cuando si éste se decide a cambiar de camiseta, asunto que también se anticipa.
Oigan… ¿Y la deuda de Aguas del Poniente?
En teoría, y solo en teoría, desde hace 8 meses cuando se firmó el Acuerdo del Agua entre la empresa Aguas del Poniente y el Ayuntamiento, la recaudación de estos 4 bimestres tendría que estar depositándose en cuentas del municipio y por lo tanto se puede saber cuánto cobraba la empresa concesionaria por dotar de agua al mega polígono del poniente de la capital que no solo abarca al club de golf, sino a toda la plaza comercial, todo Lomas del Tecnológico, Rinconada de los andes, todos los negocios alrededor de la glorieta, hoteles y un etcétera grandote.
Si el Ayuntamiento en estos 8 meses de gracia o “transición” que dio a la empresa sabe cuánto se recaudaba por bimestre, sería muy fácil calcular (restando el valor del dinero, inflación y otros factores) lo que la empresa cobró durante 15 años sin pagar un peso al municipio.
Que no vayan a salir ahora que con la infraestructura que deja el concesionario (léase el buen Chato López) se va a descontar de la deuda. Sería como haber rentado un departamento, no recibir renta por 15 años, darle 8 meses de gracia y luego tomar a cuenta de la renta los focos que puso el inquilino.
Si ya se reconoció el adeudo y se puede calcular el monto, solo se puede hacer una sola cosa que es cobrar.
Además sería un gran gesto de transparencia para todas las partes el saber y reconocer cuánto dejó de pagar la empresa durante todo el tiempo en que las pasadas administraciones no movieron un solo dedo para poder cobrar los derechos de esa concesión.
¿Y Minera México?
Hablando de deudas, estamos muy apurados por la de Aguas del Poniente mientras que el Grupo México o la minera como la conocemos, debe más de 200 millones de pesos de predial y otros derechos. ¿Por qué tantas consideraciones? El grupo México poco o nada aporta a la ciudad y se ha negado en diferentes momentos tanto a usar sus vías como a donar o vender parte de sus terrenos para conectar a la Avenida Hernán Cortés con el periférico y aún así todavía hay que esperar a que paguen como si les hiciera falta recurso a los pobrecitos. Que paguen, no se hagan.
Última pregunta
¿Por qué será que les angustia tanto a la clase política lo que ocurra al interior de Morena con el nombramiento del nuevo secretario Pepe Grimaldo?
Finalmente ni Rita ni Pepe van a tomar decisiones cuando se tenga que tomarlas, los acuerdos políticos y alianzas rumbo al 2027 se tomarán en la federación. Parece un escandalito muy barato y poco fundamentado que a nadie quita el sueño.
Nota final:
Me refiero como “Batman de Tanquián” al personaje de Gerardo Sánchez Zumaya por si alguien tenía la duda. Los comparo porque así como el murciélago, el único super poder del de Tanquián es tener dinero. La diferencia es que el señor Wayne hizo su fortuna honradamente.
Hasta la Próxima
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#4 Tiempos
La constructora de escenarios científicos para la juventud del Altiplano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hija de una de las mujeres graduadas en la Escuela de Enfermería y Obstetricia, María Teresa Rodríguez González, que desde el terreno de su profesión apoyó y organizó a las comadronas de Matehuala a efecto de que realizaran de manera más higiénica y profesional su trabajo, inspirada en el desempeño que tuviera en las zonas ixtleras como enfermera partera en los servicios médicos rurales.
Creciendo en un hogar de personalidades ligadas a la salud, pues su padre era un médico reconocido que atendía en Matehuala, no es de extrañar que siendo ingeniera electrónica de formación, Raquel Ávila Rodríguez se dedique a temas relacionadas con la salud. En la actualidad a través de su doctorado en ingeniería eléctrica, ha incursionado en aplicación de instrumentación y en técnicas de estudios de problemas de salud a través de su interés de estudio en ciencias químico – biológicas y tecnologías. Raquel Ávila se desarrolla académicamente en la unidad que la Universidad Autónoma de San Luis Potosí tiene en Matehuala.
Raquel Ávila Rodríguez, ha implementado técnicas espectroscópicas para el análisis de sistemas orgánicos, por ejemplo, diagnóstico clínico de infecciones, que por lo regular es realizado por métodos serológicos, los cuales detectan anticuerpos específicos asociados a patógenos como bacterias, virus o exotoxinas. A través de microscopía Raman logró estudiar suero humano para detectar anticuerpos, los cuales son proteínas presentes en los fluidos tisulares que ayudan a la eliminación y naturalización de patógenes o antiagentes, lo que aporta a la obtención de nuevos métodos más fáciles y precisos para detectar estos anticuerpos, en comparación con los métodos serológicos que procesos especiales para la preparación de muestras, reactivos químicos especiales y requieren largos tiempos para detectar anticuerpos.
Además de este tipo de contribuciones, Raquel Ávila se ha involucrado en la atención de jóvenes y niños que se interesan en realizar proyectos científicos en escenarios extraescolares, apoyando eventos nacionales como Expociencias, entre otros, los cuales propician ambientes de trabajo en grupo a estudiantes de todos los niveles educativos en lo que se denomina actividades para el recreo científico a nivel mundial en el llamado Movimiento Internacional para el Recreo Científico y Técnico (MILSET), que coordina las ferias de ciencias más importantes a nivel mundial.
De esta manera Raquel Ávila ha coordinado este evento en Matehuala, además de asesorar a alumnos de licenciatura en proyectos orientados a la salud que han representado a México en varios de estos eventos internacional.
Con sus actividades académicas que combinan la generación de nuevo conocimiento, el desarrollo de novedosos sistemas de mediciones con aplicaciones a la salud y la divulgación científica, es una catedrática representativa de la nueva generación de científicos mexicanos que combina su trabajo de investigación con la divulgación del mismo.
En Matehuala ha contribuido a propiciar escenarios de participación a niños y jóvenes a través de actividades extraescolares, lo que permite no sólo despertar vocaciones, sino coadyubar a una educación integral para las nuevas generaciones, con un alto grado de sentido social en cuanto al uso de conocimiento para propiciar la solución al gran número de problemas que demanda nuestra sociedad y que se incrementarán significativamente en los años por venir.
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